La calidad del aire que respiramos cada vez nos afecta más, de modo que fomentar una movilidad más respetuosa con el medio ambiente es clave para proteger la atmósfera y, por tanto, nuestra salud.
La movilidad urbana y su impacto en nuestra vida diaria es uno de los temas que más preocupan en la actualidad. Debido a su incidencia directa en la calidad del aire que respiramos: a mayor congestión de vehículos en el casco urbano, mayor exposición a gases contaminantes. Hasta 7 millones de muertes al año se relacionan con la contaminación del aire: por ello, para el medio ambiente, sino también para la salud de todos.
En el centro de Madrid se superan sistemáticamente y desde hace más de diez años los niveles legales de contaminación
El problema de la contaminación es especialmente grave en los centros urbanos, donde se concentra una gran parte de la movilidad. Mediante diversos sistemas que calculan la densidad de los contaminantes en el aire se llega a conclusiones que son, cuanto menos, apabullantes. Según la organización Ecologistas en Acción, y en base a los datos recogidos entre 2010 y 2022, en el centro de Madrid se superan sistemáticamente y desde hace más de diez años los niveles legales de contaminación aconsejados por la OMS y la Comisión Europea, con el automóvil de combustión como principal responsable de las emisiones.
¿Qué podemos hacer para mejorar el aire que respiramos?
Además de las medidas que podemos implantar a nivel individual, como evitar movernos en coche para realizar trayectos que podamos hacer a pie o en bicicleta, priorizando el transporte público o compartido, son fundamentales acciones gubernamentales como la Ley de Movilidad Sostenible, una norma que impulsa, entre otras medidas, la industria del vehículo eléctrico y que se encuentra en tramitación parlamentaria.
Los fallecimientos provocados por la contaminación podrían reducirse hasta en un 80% si conseguimos que los niveles de contaminación atmosférica se reduzcan
El vehículo eléctrico es la principal alternativa al vehículo privado diésel o de gasolina, gracias a la reducción de emisiones que supone su uso. Aunque su producción sí genera contaminantes y perjudica la calidad del aire —especialmente si la energía utilizada es no renovable—, al provenir de centrales eléctricas será mucho más sencillo medir y controlar su presencia en la atmósfera. En cualquier caso, si lográramos una movilidad 100% eléctrica, la calidad del aire mejoraría considerablemente debido a la reducción de emisiones, ya que los vehículos eléctricos no contaminan por sí mismos.
La recuperación de los centros urbanos como lugares en los que poder respirar sin poner en peligro la salud es posible si centramos nuestros esfuerzos en hacer más sostenible y saludable nuestra movilidad: los fallecimientos provocados por la contaminación podrían reducirse hasta en un 80% si conseguimos que los niveles de contaminación atmosférica se reduzcan y lleguen a los parámetros propuestos por la OMS.