Etiqueta: Migración

Íñigo Vila: «La polarización no va a cambiar nuestra forma de trabajar»

El número de personas migrantes que llegaron a Canarias en 2024 marcó un récord histórico. Íñigo Vila, director de Socorros de Cruz Roja, explica cómo la organización trabaja para adaptar su intervención a cada contexto y dar respuesta a una crisis que exige coordinación, recursos y un enfoque en derechos humanos.


El número de personas migrantes que llegó a Canarias en 2024 fue el mayor registrado en su historia, un total de 46.843 personas. ¿Cómo ha respondido Cruz Roja ante esta situación? ¿Qué refuerzos han sido necesarios?

Tratamos de reforzar nuestros equipos para realizar una mejor atención a la llegada, dependiendo de las necesidades. Nuestro trabajo es el mismo, tenemos una metodología estandarizada, pero la adaptamos a las particularidades de cada ubicación y de cada momento. Desde 2022, nos encontramos con un aumento en el número de llegadas en Canarias y nos hemos ido adaptando. ¿Cómo va a evolucionar este fenómeno a lo largo de 2025? No lo sabemos. El último mes de enero, en comparación con el año pasado, ha sido más bajo, pero hay muchos factores que condicionan.

Una de cada siete personas de las que habéis rescatado en 2024 era menor de edad. ¿Qué impacto tienen estas cifras en la capacidad de respuesta ante la emergencia humanitaria?

En realidad, para nuestro trabajo de rescate a pie de playa no es algo que marque tanto la diferencia, cambia más en la gestión posterior, donde las competencias con menores las asumen las comunidades autónomas. En general, lo que más influye en el primer rescate es la vulnerabilidad de las personas que llegan o las condiciones en las que desembarcan y, en este caso, damos prioridad a una serie de perfiles. Por ejemplo, alrededor del 90% de las personas que llegan son hombres. En el caso de que hubiera un vuelco y llegaran muchas más mujeres, quizás habría más diferencias en este primer rescate. Tenemos protocolos para actuar en cada caso y coordinarnos con las instituciones públicas. 

En el contexto de Canarias y el socorro y atención humanitaria a personas migrantes, ¿cómo habéis logrado movilizar y formar al voluntariado para poder atender este incremento de llegadas?

El voluntariado es una pieza clave en la labor de Cruz Roja. Gracias a su participación, podemos adaptarnos con flexibilidad a las necesidades del momento, ampliando o reduciendo los equipos según la demanda. En cada una de nuestras 16 ubicaciones, contamos con equipos de gestión estables que trabajan previamente con el voluntariado para garantizar que, en caso de emergencia, todo esté preparado para actuar de manera eficaz.

«Trabajar en situaciones de emergencia es una carrera de fondo»

La formación es fundamental. El voluntariado debe conocer el protocolo sanitario, la distribución del trabajo y las responsabilidades de cada rol. Aunque seguimos un modelo estandarizado en todas las ubicaciones, ajustamos la estructura en función de la presión que afronta cada isla, escalonando los equipos según sea necesario. Además, cada punto de intervención tiene sus particularidades. Por eso, reforzamos la capacitación en los periodos de menor actividad e impulsamos intercambios entre ubicaciones, permitiendo que el voluntariado conozca diferentes realidades y pueda adaptarse mejor a distintos contextos.

¿Cómo trabajáis para apoyar el bienestar emocional y psicológico del personal y voluntariado que trabaja en situaciones de emergencia?

Este es un aspecto clave en nuestra labor, sin importar cuál sea la emergencia. El apoyo a los equipos intervinientes es fundamental, ya que enfrentan situaciones de gran complejidad y estrés. Por ello, trabajamos de forma continua con pequeños grupos en los que abordamos, entre otros temas, los primeros auxilios psicológicos. Nuestro objetivo es que el personal aprenda a identificar momentos críticos y sepa cómo gestionarlos. Estas sesiones se realizan de manera periódica o cuando se presenta una situación especialmente difícil. Además, hemos llevado a cabo charlas con el personal de Salvamento Marítimo, con quienes colaboramos estrechamente. Cuidar a quienes cuidan es una prioridad. También promovemos la rotación del personal y la gestión de descansos, ya que este trabajo es una carrera de fondo, y tratamos de mantener un equilibrio entre personas con experiencia y con menos. Todo esto ayuda a hacer nuestro trabajo más sostenible. 

Una de las preocupaciones es la saturación de los recursos de acogida en las islas. ¿Cuáles son los mayores desafíos en este sentido? ¿Qué diferencias hay entre las distintas islas?

La insularidad, tanto en Canarias como en Baleares, supone un reto logístico evidente, igual que en Ceuta y Melilla. Es más fácil desplegar recursos en el sur de la península que en una isla. Siempre digo al equipo que tenemos que hacer el mismo trabajo, pero con diferentes cartas: estas son nuestras cartas y con ellas tenemos que trabajar. Por eso, es tan importante saber cómo actuar en cada ubicación, aunque partamos del mismo protocolo. No podemos cambiar las circunstancias logísticas de un territorio. Por ejemplo, en algunos casos, nos gustaría que hubiera un aeropuerto internacional en El Hierro o que hubiera más frecuencia de ferris, pero el espacio es el que es y la isla tiene el tamaño que tiene. Debemos entender las limitaciones. Por otro lado, no se trata de tener a mucha gente trabajando, sino a la adecuada, de modo que todo sea más fluido y poder coordinarnos con rapidez cuando llegan muchas personas para que puedan ser trasladadas cuando se sobrepasan ciertos umbrales. 

Aunque solemos hablar de la ruta marítima, la ruta migratoria de las personas que llegan a nuestro país es más larga. ¿Qué impacto tiene esto en la salud de las personas rescatadas? 

Los factores que influyen en cómo llegan son muchos y las condiciones del trayecto varían muchísimo, como el número de días, las condiciones en las que han viajado o el estado de salud inicial. Algunas personas llegan caminando desde el interior del continente africano, otras puede que hayan cogido un medio de transporte y no hayan tenido ningún problema y luego, por el contrario, tienen una mala travesía marítima porque se ha estropeado un motor o no llevaban víveres suficientes. Y, por el contrario, hay quien no ha tenido ningún incidente en su travesía. 

¿En qué medida difieren los motivos de migración entre hombres y mujeres? Aunque el porcentaje de mujeres y niñas que llegan es menor, ¿qué necesidades específicas deben cubrirse en su caso?

Los motivos pueden variar mucho dependiendo de los países de origen. Pueden ir desde conflictos armados o crisis sociales a sequías. Su migración, al final, es por una búsqueda de oportunidades, dado que en su lugar de origen no las tienen. Vemos también un poco la fluctuación de diferentes nacionalidades dependiendo de si hay mayores tensiones políticas y sociales o conflictos armados. Por eso también insistimos tanto en la importancia de invertir en los países de origen para que haya mejores condiciones de vida.

«Nadie quiere abandonar su lugar de nacimiento, donde está todo su tejido social, e irse a un país diferente donde no tiene tanta red»

Nadie quiere abandonar su casa, el pueblo o ciudad donde ha nacido si allí está bien. Por otro lado, en el caso de las mujeres, también tenemos protocolos específicos. Por ejemplo, las mujeres embarazadas son evacuadas automáticamente, aunque estén en buen estado de salud, para hacerles un reconocimiento médico en un hospital. También si vemos algún indicador de que sean víctimas de trata y estén migrando de manera forzada. 

Aunque se hable de crisis migratoria, estamos ante un fenómeno estructural muy complejo. ¿Cómo crees que se podría cambiar esta situación? ¿Cómo , podemos fomentar la integración en los territorios de acogida?

El fenómeno de las migraciones ha existido siempre y siempre existirá. España también fue un país migrante. Al final son situaciones que se dan y la gente sale a buscar oportunidades si no las tiene. De ahí que la necesidad de inversión en los países de origen, en proyectos de desarrollo que les permita tener una nueva situación distinta a la actual, sea fundamental. Nadie quiere abandonar su lugar de nacimiento, donde está todo su tejido social, e irse a un país diferente donde no tiene tanta red. Creemos que es importante invertir en oportunidades de desarrollo, en educación, para que pueda haber oportunidades de futuro. Por otro lado, aquí, tenemos que mejorar la inclusión. En Cruz Roja, facilitamos la adaptación a través de apoyo a cuestiones básicas, como aprender español o saber cómo funciona el sistema, y ofrecemos orientación legal en cuestiones de derechos humanos. 

En un momento de gran polarización, en el que circulan bulos y discursos de odio sobre la migración y otros asuntos relacionados con los derechos humanos, ¿habéis notado un impacto en la labor de Cruz Roja? ¿Esto ha afectado a los fondos para emergencias o a la percepción de vuestro trabajo?

Nuestra forma de trabajar va a seguir siendo la misma, a pesar de las desinformaciones que haya alrededor. Esto no va a hacer que cambiemos nuestra forma de trabajo. Tenemos una historia de 160 años y hemos vivido muchos conflictos, guerras y crisis, momentos de menos y mayor bonanza, y hemos seguido trabajando siempre de la misma manera. Nos regimos por siete principios fundamentales y el primero es la humanidad. Vamos a atender a toda persona que nos necesite sin mirar su origen, su raza o su región. Esta polarización no va a cambiar nuestra forma de trabajar. Además, vemos que, en muchos casos, no ha afectado a la ayuda que recibimos. Hemos tenido la mayor recaudación de fondos durante la DANA para ayudar a la gente de Valencia y estamos ejecutando un plan a tres años. No se trata de estar en las primeras semanas, es un trabajo a largo plazo. Por ejemplo, también seguimos trabajando con la gente afectada por el volcán de la Palma, que ya muchos han olvidado. 

En un contexto global marcado por crisis climáticas y conflictos, ¿cómo crees que evolucionará el fenómeno migratorio en los próximos años?

El contexto global actual  toca a todo el mundo y también afecta a las migraciones. Siempre ha habido sequías más prolongadas, quizás no con esta frecuencia o intensidad, pero no es algo nuevo. Sin embargo, ahora tenemos una posición distinta para poder adaptarnos y buscar alternativas, precisamente, para que el cambio climático tenga el menor impacto. Por otro lado, lo que ha cambiado es que antes veíamos fenómenos muy lejos, como El Niño, y ahora los estamos viendo aquí. Por eso, aunque no es algo nuevo, las personas están más sensibilizadas. Tenemos que aprovechar esta alerta generalizada para buscar soluciones. 

La España vacía, clave para el reto climático

La migración del campo a la ciudad en la segunda mitad del siglo pasado conllevó un abandono de los territorios rurales, que son cruciales para mantener la biodiversidad y paliar el cambio climático.


En 1960, cerca de 13 millones de personas vivían en zonas rurales en España, casi la mitad de la población  de aquel momento (43%). Siete décadas después, tan solo 9 millones, que representan únicamente el 19% de la población total, siguen viviendo en pueblos y pequeñas localidades. Este éxodo paulatino del campo a la ciudad en busca demejores oportunidades vitales, no solo ha llevado a un declive demográfico, sino también ha provocado un impacto significativo en el medio ambiente.

 

 

El abandono de las áreas rurales, la conocida como España vacía, concentra mayor población en las ciudades y al mismo tiempo aumenta la demanda de recursos y energía, lo que se traduce en un incremento de emisiones de gases de efecto invernadero y una mayor presión sobre los ecosistemas urbanos. 

Los municipios rurales contribuyen en un 32,6% al cambio climático, mientras que en el entorno urbano esta cifra se dispara al 49,8%

Así, mientras los territorios de los municipios rurales contribuyen en un 32,6% al cambio climático, en el entorno urbano esta cifra se dispara al 49,8%, según datos del informe El papel clave de la España rural frente a la emergencia climática y la pérdida de biodiversidad de la organización Greenpeace. El principal impacto proviene de la urbanización del terreno, del transporte y de los servicios y a la industria que tienen lugar en las ciudades.

 

 Además, como puede verse en el gráfico, los municipios rurales contribuyen un 18% más a la conservación de la biodiversidad que los urbanos, por la mayor cantidad de vegetación que aportan a la atmósfera. Es decir, son fundamentales para absorber CO2, y ayudar a mitigar el cambio climático.

 

 

Según este informe de Greenpeace, el entorno rural ayuda a mantener 20 veces más la biodiversidad y acumula el 60% de humedales y lagos de España. Por eso, el abandono de las zonas rurales por las manos que las trabajan también perjudica a la conservación de la biodiversidad, tanto de fauna como de flora, ya que la falta de supervisión y cuidado de las tierras abandonadas conlleva la erosión de los suelos y aumenta el riesgo de incendios. 

En ese sentido, Andalucía y Cataluña son las más perjudicadas, ya que registran la mayor erosión de  suelos de los últimos 20 años, según el Inventario Nacional Erosión de Suelos, elaborado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

 

 

Para combatir las consecuencias en el medio ambiente que supone la despoblación, el pasado mes de noviembre, el Consejo de la Unión Europea adoptó varias medidas dentro del Plan de Acción Rural de la UE y el Pacto Rural, como un enfoque integrado de las medidas que aborde la coordinación, inversión, innovación y digitalización de estas zonas, así como una mayor sostenibilidad.

El entorno rural ayuda a mantener 20 veces más la biodiversidad y concentra el 60% de humedales y lagos de España

«Nuestras zonas rurales son el tejido de nuestra sociedad y el latido de nuestra economía. La diversidad del paisaje, la cultura y el patrimonio son una de las características más importantes de Europa.  Son una parte esencial de nuestra identidad y de nuestro potencial económico. Valoraremos y preservaremos nuestras zonas rurales, e invertiremos en su futuro», explicó en 2019 Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, con motivo de la puesta en marcha del plan.

La travesía incalculable de la infancia migrante

Cada año miles de niños y niñas llegan a las costas mediterráneas en busca de un futuro mejor, pero muchas esperanzas se quedan por el camino o su rastro desaparece en una travesía que puede durar años.


Aissata llegó a Mallorca en una patera con solo cinco años, tras vivir una odisea desde Guinea Bissau. Ousman pisó España después de dejar su tribu de Fiasco, en Ghana, con 13 años. Riteg cruzó el Sáhara y el Estrecho con 15 años para poder estudiar aviación…  

Aunque sus nombres, sus edades o sus orígenes difieren, todos tienen algo en común: migraron solos y eran menores de edad. Sus casos, recogidos en la prensa en los últimos años, son algunos de los que están detrás de los miles de niños y niñas que cada año se juegan la vida buscando un futuro mejor en Europa.

Según el Registro de Menores no Acompañados, en 2022 llegaron a España 11.417 menores no acompañados, una cifra que aumenta año a año. 2018 fue el año en el que más niños llegaron a territorio español sin compañía de padres, madres ni tutores legales. Y el ritmo de llegadas está aumentando a pasos agigantados superada la pandemia. 


El camino que deben recorrer, a menudo durante años, está minado de obstáculos y peligros. Por eso, muchos nunca llegan a su destino y su rastro se pierde en el olvido junto con la esperanza de sus familias. De enero a julio de este año, se calcula que al menos 289 niños y niñas han muerto o desaparecido al intentar cruzar la peligrosa ruta migratoria del Mediterráneo Central desde África del Norte hasta Europa, según UNICEF. Son una docena de muertes cada semana. Casi dos al día.

En 2022 llegaron a España 11.417 menores no acompañados, una cifra que aumenta año a año

La vía marítima es la más habitual para llegar a la península: se tiene constancia de que al menos 2.375 menores extranjeros no acompañados llegaron a España en 2022, en pateras u otras embarcaciones frágiles, aunque pueden ser muchos más. También es la vía más peligrosa: entre junio y agosto de este año, al menos 990 personas (incluidos niños) han muerto o desaparecido cuando intentaban cruzar el Mediterráneo central debido a las malas condiciones de traslado, a menudo precarias y a merced de las mafias.  A España llegan sobre todo embarcaciones procedentes de Marruecos, el Sáhara Occidental, República de Guinea, Malí o Costa de Marfil. 


«En un intento por encontrar seguridad, reunirse con la familia y buscar un futuro más esperanzador, un gran número de niños y niñas se embarcan en las costas del Mediterráneo solo para perder la vida o desaparecer en el camino», asegura Catherine Russell, directora ejecutiva de UNICEF.

Entre 2018 y 2020, en toda Europa se ha perdido el rastro de 18.000 niños y niñas que viajaban solos

Muchos otros desaparecen una vez pisan España, a menudo el primer destino de una travesía más larga hacia países del centro y norte de Europa, donde suelen tener familiares y el sistema de protección es más eficaz. Entre 2018 y 2020, se ha perdido el rastro de 18.000 menores extranjeros no acompañados en todo el continente, como reveló la plataforma de periodistas Lost In Europe. Según el Centro Nacional de Desaparecidos de España, desde 2010 han desaparecido 8.215 menores de los centros de tutela donde se encontraban. Solo en 2022 se dieron 173 casos, en su mayoría en Canarias, donde la tasa de niños, niñas y adolescentes tutelados es mucho mayor por ser uno de los principales puntos de llegadas marítimas. 


Para mitigar esta problemática, UNICEF sugiere proporcionar vías seguras y legales para que los niños y niñas migren, reforzar la coordinación en las operaciones de búsqueda y salvamentos, y mejorar los sistemas nacionales de protección de la infancia, entre otras propuestas. «Se deben tomar más medidas a fin de establecer vías seguras y legales para que los niños y niñas accedan a servicios de asilo, al tiempo que se refuerzan las operaciones para rescatar vidas en el mar. En última instancia, hay que hacer mucho más para abordar las causas profundas que fuerzan a los niños a arriesgar sus vidas en primer lugar», añade Russell.

En noviembre de 2020, la Comisión Europea adoptó un Plan de Acción en materia de Integración para los próximos años, que promueve la inclusión entre las comunidades migrantes y locales, la sociedad civil y todos los niveles de gobierno.