Categoría: Agenda 2030

Situación y retos de la inclusión en el empleo

El empleo es un elemento clave para el progreso social y entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de Naciones Unidas (ONU) se menciona específicamente la necesidad de lograrlo de manera plena y decente para todas las personas. Una tarea difícil –en España hay más de tres millones de personas paradas actualmente– pero que se complica aún más para quienes tienen algún tipo de diversidad funcional.

En España, solo el 34% de las personas con discapacidad mantiene una actividad laboral

Según los últimos datos sobre el empleo de las personas con discapacidad, publicado en diciembre por el Instituto Nacional de Estadística (INE), solo el 34,3% de este colectivo estuvo activo laboralmente en 2020. Esto representa una tasa de actividad un 41% inferior a la de la población sin discapacidad. Si bien el estudio incluye indicadores positivos, como son el aumento de la tasa de empleo y el descenso de la tasa de paro con respecto al año anterior, se trata de porcentajes mínimos que ponen de manifiesto que aún estamos lejos de los objetivos sociales de no discriminación e igualdad de trato.

Las personas con discapacidad son estigmatizadas y discriminadas en numerosos ámbitos sociales, y el del empleo no es la excepción. Pero no debemos olvidar que el desarrollo óptimo de una actividad laboral está ligado al talento, la capacidad para aprender y desarrollar esa actividad de manera eficaz, y que dicho talento tiene más que ver con conocimientos, habilidades y actitudes que con capacidades diferentes.

El empleo supone para las personas con discapacidad el elemento clave para la normalización de su situación y su realización personal, como revela un estudio realizado por la Fundación Adecco. En dicho informe, el 89,8% de los encuestados sitúa la obtención de un puesto de trabajo como su principal prioridad, por delante de elementos como la vivienda, el ocio o las relaciones afectivas.

El 89% de las personas con discapacidad considera el empleo como elemento clave para su realización personal

Atendiendo a esta necesidad, la legislación española obliga a las empresas de más de 50 trabajadores a que al menos el 2% de su plantilla esté integrada por personas con discapacidad. Lamentablemente, siguen existiendo numerosas barreras de accesibilidad en centros de trabajo, medios de transporte y servicios, así como una educación poco inclusiva y falta de confianza en buena parte de los empleadores, que no facilitan la incorporación de este colectivo.

Ante un mercado laboral en constante cambio, ahora más que nunca, es imprescindible atender a la plena inclusión de las personas con discapacidad para lograr una sociedad más cohesionada. La revolución tecnológica ha llegado al ámbito laboral, y se imponen la digitalización, la automatización, la robótica y la inteligencia artificial. Dicha transformación tecnológica, lejos de suponer un nuevo obstáculo para las personas con discapacidad, puede realizarse de manera inclusiva, ya que permite la utilización de modalidades de aprendizaje más flexibles, la mejora de las tecnologías de asistencia, el uso de tecnologías adaptadas o la supresión del costoso factor desplazamiento mediante la consolidación del teletrabajo. Una prueba es el proyecto EmpleaTIC de la Fundación Síndrome de Down de Madrid que, en su primer año de funcionamiento, logró que diez personas con discapacidad intelectual lograsen un puesto de trabajo en el sector tecnológico.

Las personas con diversidad funcional deben considerarse como un activo importante, no solo por el talento que pueden aportar, sino también por la diversidad y experiencia vital con que pueden contribuir a crear equipos de trabajo de mentalidad abierta, ágil y con capacidad de adaptación.

Los medios de comunicación, figuras clave para la sostenibilidad

Hoy, temas como la salud pública, la desigualdad, la pobreza, o la eliminación de emisiones contaminantes, son fundamentales en cualquier debate o proyecto de cara a la próxima década y no pueden quedar relegados a un segundo plano. ¿Por qué? Porque la sostenibilidad es el único camino para que las ciudades sean habitables y que, ante fenómenos como una pandemia, todos podamos ser parte de la recuperación. Por eso mismo, la Agenda 2030 sitúa a los ODS en el centro de la actual recomposición política, económica y social.

En este marco, el papel de los medios de comunicación es clave. Pero ¿cuál es su rol en la hoja de ruta para la consolidación de una sociedad más sostenible hacia 2030? ¿Cuentan con el nivel de sensibilización y de concienciación necesario? El informe titulado ‘El rol de los medios en la difusión de los Objetivos de Desarrollo Sostenible’, elaborado por la consultora CANVAS, trata de dar respuesta a esta pregunta a través del análisis de las 11.892 noticias publicadas en medios españoles entre el 1 de enero de 2019 al 30 de noviembre de 2020. El estudio concluyó con tres grandes tendencias: las noticias analizadas contaban con un marcado tono político; el grueso de las mismas estaban centradas en temas medioambientales; y muchas de ellas estaban impulsadas por empresas con el fin de dar a conocer sus iniciativas en esa materia.

Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible que más cobertura mediática han tenido      destacan aquellos relacionados con el medio ambiente y la salud

Otra de las conclusiones pone el foco en la concentración de las noticias en torno a fechas señaladas, es decir, en su mayoría las noticias sobre sostenibilidad suelen darse durante los meses en los que suceden (o han sucedido) eventos como la Cumbre del Clima de Naciones Unidas, días mundiales o cuando se debaten planes de reordenamiento nacional como el Plan para ‘la nueva normalidad’, o el Plan de Recuperación Económica.

No todos ODS son (o han sido) abordados en la misma medida

La evolución es positiva. No obstante, y pese a que la Agenda 2030 recoge 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, los titulares de los medios no se centran en todos por igual. Cada periódico, radio, web o televisión prioriza los temas en función del peso de la actualidad en sus contenidos, teniendo también en cuenta su línea editorial. Esto puede implicar que, en algunos casos, ciertas temáticas queden relegadas a un segundo plano.

Según el estudio antes citado los cinco objetivos más cubiertos por los medios de comunicación en España son: el medio ambiente, la eficiencia energética, los temas económicos y la tecnología. Cuatro temas principales a los que se suma el tratamiento de noticias vinculadas con la salud y el bienestar. Sin duda alguna, el contexto global, en medio de la pandemia y la reorganización generalizada que este fenómeno ha supuesto alrededor del mundo, ha reforzado las noticias vinculadas con esta materia, con especial foco en el bienestar físico y emocional.

Sin embargo, hay temas que no han gozado de la misma atención. ¿A cuáles nos referimos? Son aquellos de carácter más social que se enfocan en la pobreza, el acceso a la educación y las desigualdades sociales. A diferencia de lo que sucede con los que han gozado de la mayor atención mediática, aquí no existen cifras exactas: la información es difusa y está interrelacionada con otros temas.

El papel de los medios de comunicación es indispensable para que se cumplan los ODS de la Agenda 2030

Lo que es una realidad, según el informe, es que con la llegada de la pandemia las noticias vinculadas con la sostenibilidad se redujeron en general en un 20%, y se focalizaron en temas como modelos de consumo sostenibles; ciudades y espacios urbanos sostenibles; e iniciativas empresariales para frenar el impacto de la pandemia en la economía. Una realidad que nos plantea una reflexión: apenas quedan ocho años para 2030 y aún nos encontramos alejados de los objetivos marcados, ¿podemos permitirnos relegar a un segundo plano la difusión e información vinculada con ellos?

Retos globales y mediáticos

La pandemia no es el origen de todos los problemas actuales. Lo que sí es cierto es que con su llegada, muchos temas, como la vulnerabilidad social (tanto en países desarrollados como en los que están desarrollándose), la falta de políticas públicas para el bienestar, o el colapso de la vida urbana en sociedades hiperpobladas, han quedado expuestos como nunca.

Este es el momento en el que las acciones globales y la transversalidad deben ser la prioridad de toda agenda pública. Y, como lo sostienen las voces expertas que han participado en el informe ‘El rol de los medios en la difusión de los Objetivos de Desarrollo Sostenible’, los medios de comunicación también: “Lo que deben facilitar las instituciones son datos concretos, análisis y/o reflexiones, que puedan ser examinados y evaluados por los periodistas”. ¿El objetivo? En pocas palabras, que los medios puedan tener acceso a la información más adecuada para que el impacto (y el nivel de concienciación) sea mayor; que sus contenidos sean cada vez más profundos y puedan no sólo informar al lector, sino proporcionarle una visión más crítica de los temas que atañen a todo lo que está relacionado con los ODS.

Del Siglo XVIII a nuestros días: la pesca de arrastre y sus consecuencias

A pocas millas de la costa española, en el Mediterráneo, buzos se sumergen cargados con linternas y una bombona de oxígeno a la espalda. No buscan ningún tesoro, sino una red de arrastre abandonada en el fondo del mar. Es normal que las redes de arrastre duren muchos años pegadas a rocas y algas. Lo que pocos saben es que podría tener más de trescientos años.

La pesca de arrastre es una de las técnicas de pesca masiva más antiguas y desde sus inicios la inquietud por su impacto ambiental ha estado presente. Una preocupación que ya en el s. XVIII impulsó iniciativas de conservación como el proyecto ‘Colección de los peces y demás producciones de los mares de España”. Una serie de grabados y calcografías que pretendían servir como inventario de la fauna marina autóctona de la época. La colección, presentada al monarca Carlos III por el Conde de Floridablanca y llevada a cabo por Antonio Sáñez Reguart, tenía como objetivo preservar las especies que vivían en el fondo marino que estaban siendo mermadas por la pesca de arrastre.

El 80% de las pesquerías del Mediterráneo están sobreexplotadas

Esta colección es un ejemplo pionero de estudio y conservación de especies marinas amenazadas en nuestro país y sirvió de crítica hacia prácticas con grave impacto ambiental como la pesca de arrastre. Pero no es la única. En 1822, el político Roque Barcia Ferraces de la Cueva imprimió su ‘Pequeña memoria de grandes desaciertos sobre la Pesca’ en el que cuestionaba el uso que se empezaba a hacer en la costa de Huelva de técnicas de arrastre introducidas por los pescadores catalanes y valencianos. Estas son solo algunas muestras que indican que la conciencia medioambiental y la preservación de la biodiversidad no es una tendencia de nuestros días, viene de lejos.

Pérdida de biodiversidad

Según datos de Naciones Unidas, “los océanos son una de las principales reservas de biodiversidad en el mundo. Constituyen más del 90% del espacio habitable del planeta y contienen unas 250.000 especies conocidas y muchas más que aún quedan por descubrir, ya que todavía no se han identificado más de dos tercios de las especies marinas del mundo”. Su equilibrio es fundamental para el bienestar de los ecosistemas terrestres y juegan un papel clave en la salud global del planeta y el bienestar social. Sin embargo, el 80% de las pesquerías del Mediterráneo están sobreexplotadas, entre las que se incluyen también los depredadores marinos. Esta ausencia de depredadores, por ejemplo, es responsable del aumento de las medusas que, cada verano, sufren los bañistas en el Mediterráneo. Según la organización WWF, las poblaciones mundiales de especies de vertebrados han disminuido una media del 68% desde los años setenta debido a la actividad humana.

La FAO apunta directamente a la sobrepesca como una de las causas más importantes de la destrucción de los ecosistemas marinos

Por eso, ahora la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando recupera proyectos pioneros como esta ‘Colección de los peces y demás producciones de los mares de España’. Se trata de una exposición que mira al pasado para arrojar luz sobre el presente y los retos a los que debemos hacer frente. En este sentido, la búsqueda de sistemas sostenibles de pesca es esencial para garantizar la biodiversidad. De hecho, la FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, apunta directamente a la sobrepesca como una de las causas más importantes de la destrucción de los ecosistemas marinos. Técnicas como la pesca de arrastre destruyen entornos naturales maduros y eficientes, para dejar otros ineficientes. La pérdida de la biomasa, es decir, la cantidad total de materia viva presente en un ecosistema, es tremendamente nociva para el medio ambiente. La sobrepesca afecta a las especies animales: las técnicas de arrastre no discriminan qué animales quedan atrapados ni su estado de crecimiento; pueden ser crías que todavía no han podido desarrollarse o especies adultas cuya captura impide que vuelvan a reproducirse. Por ejemplo, peces como el atún han visto cómo se reducían sus comunidades hasta en un 95% según Greenpeace. Junto a estas especies otras  como el rape, la merluza, el lenguado o la platija también se han visto afectadas. Una situación que se agrava, si tenemos en cuenta que cuando se echan las redes al mar, hasta el 70% de los peces capturados son de otras especies que se desechan y que mueren antes de ser devueltas.

Mirando atrás, a finales del siglo XVIII, cuando el Conde de Floridablanca inició el proyecto de conservación pictórica de especies en peligro de extinción por la pesca de arrastre probablemente no se imaginara que, varios siglos después, su obra serviría como inspiración para la defensa de los ecosistemas marinos y su biodiversidad. Hoy, cuando el problema de la sobreexplotación de especies ha alcanzado cifras que amenazan el equilibrio no solo del ecosistema marino sino del todo el planeta, debemos poner en marcha medidas que frenen de manera inmediata prácticas como la pesca de arrastre. Impulsar iniciativas en este sentido y destinar recursos para la recuperación de especies y para el desarrollo de sistemas de desarrollo sostenibles es ahora, sin duda, más importante que nunca.

¿Cómo reducir el consumo en el hogar estas Navidades?

Las Navidades ya no pueden concebirse sin la sostenibilidad como consigna. Este 2021 llegó con numerosas noticias ambientales bajo el brazo, incluyendo el impactante informe de situación del IPCC, que considera como algo «inequívoco» que la humanidad «ha calentado la atmósfera, el océano y la tierra, generando cambios generalizados y rápidos en el planeta». Y es que, aunque el cambio a gran escala llegará con el cumplimiento de los compromisos internacionales por el clima, queda en nuestra mano aprovechar cualquier momento para minimizar nuestro impacto sobre el planeta. Y eso incluye a las Navidades.

Durante las Navidades, en España se tiran a la basura 873.000 toneladas de papel y cartón

Cada vez más, durante las fiestas, compramos online en lugar de hacerlo en el comercio local, usamos kilos de papel y cartón para envolver los regalos (concretamente, 873.000 toneladas) que diez minutos más tarde acabarán en la basura o desperdiciamos alimentos que sobran de las múltiples comidas y cenas que celebramos estos días, entre otros ejemplos. Por suerte, son costumbres que pueden cambiarse. Te contamos cómo.

Una cena 100% sostenible

Cada una de las decisiones que tomamos a la hora de comprar alimentos influye directamente en la salud del planeta. No generan la misma huella de carbono unos dátiles cultivados en España que unos que provienen de Egipto; de la misma forma que comprar una lubina capturada por pesca de arrastre (el método común que provoca graves daños a la biodiversidad) es muy distinto de adquirirla sabiendo que se ha pescado de forma más sostenible.

Lo cierto es que es difícil saber si estamos actuando de forma correcta continuamente, pero existen unas cuantas recomendaciones que al menos ayudan a que nuestro impacto sea menor. Por ejemplo, comprar (con bolsas reutilizables) en las tiendas de nuestra localidad: tenemos garantía de que los alimentos han sido producidos cerca, contribuimos a la economía local, consumimos alimentos más frescos y, a diferencia de los supermercados, no estamos obligados a comprar en grandes cantidades, por lo que tenemos más poder para decidir lo que necesitamos y reducimos el desperdicio alimentario (durante las fiestas se tira a la basura un 20% de la comida que se compra).

El desperdicio alimentario durante las fiestas se dispara: los españoles tiran un 20% de la comida que se compra

Precisamente, de cara a minimizar los alimentos desperdiciados, es recomendable preparar los menús con antelación, ya que saber de antemano los ingredientes necesarios y comprar en proporción del número de comensales evitará ese ‘comprar por comprar’ típico de las Navidades. También es una buena opción buscar recetas que tengan ingredientes en común para aprovecharlos al máximo y optar por incluir más verduras y menos carne y pescado, ya que mientras que para la producción de 1 kilo de carne se necesitan 15.000 litros de agua, para un kilo de verdura solo son necesarios 322 litros.

Por último, a la hora de poner la mesa, deben evitarse la vajilla desechable y las servilletas de papel. Si hay niños pequeños que precisen de pajitas, es mejor utilizar las metálicas, ya que pueden utilizarse numerosas veces.

Cuida del agua

El consumo de agua también se dispara durante las Navidades hasta en más de un 30%. Descongelar la comida con agua caliente o no utilizar el lavavajillas contribuyen a este incremento, de la misma forma que lo hace no cargar la lavadora al máximo. En este sentido, es conveniente utilizar electrodomésticos que garanticen un gran ahorro, tanto energético como de agua.

Menos bienes materiales, más experiencias

El árbol rodeado de regalos es una de las escenas más típicas de las Navidades con un importante impacto ambiental. En muchas ocasiones, regalamos por encima de lo que los demás necesitan. Y muchos de esos regalos acaban devueltos o en los vertederos. Aunque actualmente no existen cifras en nuestro país, Estados Unidos puede servir de ejemplo para comprender el impacto ambiental que esto conlleva: allí, se devuelven más de la mitad de los productos y su transporte de vuelta a los almacenes genera más de 15 toneladas métricas de dióxido de carbono (en otras palabras, más de lo que podrían emitir tres millones de automóviles en un año).

Por ello, se recomienda regalar experiencias –un fin de semana en una casa rural, un viaje, una excursión…–. Aunque, si nos vemos en la obligación de comprar productos, es más recomendable hacerlo en tiendas físicas que en el comercio online, ya que existen menos probabilidades de que se devuelva un producto si se ha visto antes en persona.

Como alternativa podemos apostar por la segunda mano: hay cientos de productos esperando a que alguien les dé una nueva vida. También podemos optar por elaborar nuestros propios regalos a mano, que siempre serán mucho más personales y sostenibles. Pequeños cambios en nuestras tradiciones que prometen un daño mínimo al planeta.

De las 3 a las 7 erres de la economía circular

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La regla de las 3R (Reducir, Reutilizar y Reciclar) fue una iniciativa presentada en la cumbre del G8 de 2004 con el objetivo de promover unos hábitos más responsables con el medioambiente. La necesidad de avanzar hacia un modelo productivo más sostenible basado en la economía circular ha hecho que esta regla evolucione a las 7R.

Cinco menores activistas defensores del planeta

Vivimos en un planeta que sufre cada vez más los daños del cambio climático y con el problema de nuestro siglo en el tablero, los científicos ya han dictado sentencia: el ser humano es el principal responsable. Sin embargo, también puede ser el motor capaz de revertir la balanza climática si decide seguir el impulso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y construir un mundo mejor a nivel climático y social. En este camino, las generaciones más jóvenes exigen un mayor esfuerzo por parte de los gobiernos y se han convertido en el estandarte del cambio, un deseo que han canalizado recientemente en manifestaciones por las calles de Glasgow durante la COP26 al grito de “¿Qué queremos?: Justicia climática. ¿Cuándo la queremos?: ¡ahora!".

Y como el futuro no solo debe ser verde sino también justo, además de la lucha contra el calentamiento global, las nuevas generaciones piden que se ponga el foco en el respeto a los derechos humanos. Estas son algunas de sus voces, más allá de las de Greta Thunberg o Malala Yousafzai:

Francisco Vera: animalismo y defensa del ecosistema natural

Este joven activista colombiano fundó en 2019 su propio movimiento ambiental, Guardianes por la Vida, con más de 200 jóvenes de tres a 20 años centrados en la defensa de los derechos de los animales y del entorno natural. Con una lucha enfocada al ecologismo territorial, sus preocupaciones están en corregir la escasez de agua, garantizar el bienestar animal y asegurar un acceso equitativo a herramientas digitales que permitan luchar por la vida y el medio ambiente de forma interconectada a nivel global. Con solo 12 años, Vera ha sido nombrado embajador de buena voluntad de la Unión Europea, y aunque ha recibido amenazas por su activismo, seguirá liderando un movimiento donde los ecosistemas naturales recuperen el lugar que merecen.

Licypriya Kangujam: la voz del ecologismo rural

Dio sus primeros pasos en el activismo durante las campañas humanitarias dirigidas a las poblaciones afectadas por el terremoto de Nepal en 2015. Tres años después, participó en la Conferencia Ministerial de Asia sobre la Reducción de Riesgo de Desastre, y en 2019 creó en India, su país natal, el movimiento ecológico Child Movement. Con tan solo diez años, Licypriya promueve un ecologismo equitativo y pide acción ante la especial vulnerabilidad que sufren las comunidades rurales frente a los eventos extremos provocados por la crisis del clima. Además, su denuncia ambiental ha alcanzado la esfera política y ha solicitado a las autoridades de su país que elaboren una ley sobre el cambio climático, un impulso que refuerza liderando manifestaciones denunciando la mala calidad del aire en Delhi.

Autumn Peltier: defensa para la conservación del agua

Con apenas ocho años, Autumn Peltier inició su lucha por la preservación del agua. Esta joven, perteneciente a la Primera Nación Wikwemikong, una reserva indígena de Canadá, vive junto a su pueblo el problema de la contaminación de acuíferos y restricciones severas a la hora de acceder a este recurso. Conocida como “la guerrera del agua” Peltier se dirigió al primer ministro canadiense con tan solo 12 años para exigirle responsabilidad a la hora de proteger el agua en su país. Tras este encuentro su participación ha sido constante en distintos foros a nivel internacional. En 2019 fue nombrada Comisionado Jefe de Agua por la Nación Anishinabek, siendo la principal portavoz de un gran conjunto de comunidades indígenas de Canadá en Naciones Unidas. Ese mismo año, fue nominada para el Premio Internacional de la Paz Infantil.

Ayakha Melithafa: lucha inclusiva contra el cambio climático

Esta estudiante de Ciencia y Tecnología de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) aúna la lucha climática y la inclusión energética. A través de movimientos como Project 90 by 2030 busca reducir un 90% las emisiones de dióxido de carbono en su país para 2030. Además, su voz se centra en movilizar a la sociedad sudafricana para que lidere una transición energética justa, sobre todo en África, un continente donde los más pobres sufren los daños del cambio climático con mayor intensidad. El futuro verde debe ser de todos, y ella aboga por una lucha contra el cambio climático que sea también inclusiva, poniendo en el centro del movimiento a las sociedades más pobres del continente africano.

Kehkashan Basu: no habrá sostenibilidad sin educación global

Ganadora del Premio Juvenil Internacional de la Paz 2016 y fundadora de la organización Green Hope, esta joven emiratí considera que la clave está en empoderar a las generaciones jóvenes a través de la Educación para El Desarrollo Sostenible promovida por la UNESCO. Con esa meta, Kehkashan Basu, que inició su activismo con apenas 16 años de edad, desarrolla conferencias y talleres que abordan temas vinculados con la sostenibilidad como la preservación de la biodiversidad, la reducción de la huella de carbono o la justicia medioambiental. Con esta palanca formativa y los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el centro, Basu busca asegurar el derecho de los niños a tener una educación de calidad y adecuada a los retos de su siglo.

El presente del voluntariado: mirar al futuro para cambiarlo todo

El día 5 de diciembre se celebra el Día Mundial del Voluntariado. Esta fecha sirve para poner en valor el trabajo imprescindible e incansable de los voluntarios y voluntarias de todo el mundo. Ellos y ellas dedican sus vidas, así como una gran parte de su tiempo y de sus recursos -materiales e intelectuales-, a ayudar a personas en situación de vulnerabilidad y a combatir problemas sociales y medioambientales. Gracias a ellos el mundo es un lugar más amable y solidario.

En España, más del 37% de la población mayor de 14 años colaboró con alguna ONG en 2020. La mayoría de estas colaboraciones (24,8%) se basaron en aportaciones económicas. Sin embargo, el apoyo económico no es suficiente; aportar con acciones de voluntariado activo que mejoren la vida y los entornos que compartimos son una fuente de bienestar social clave.

El voluntariado en España tiene nombre de mujer

En 2020, 2,6 millones de personas en España realizaron acciones de voluntariado. Si indagamos más en los datos que nos ofrece el informe La Acción Voluntaria en 2020. Voluntariado en tiempos de pandemia, elaborado por la Plataforma de Voluntariado en España y el Observatorio del Voluntariado, vemos que el porcentaje de mujeres (56,3%) que están involucradas en labores de voluntariado es ligeramente superior al de los hombres (43,7%). Una brecha de género que va en descenso, no obstante.

 «No habrá un futuro en el voluntariado sin involucrar a los más jóvenes»

Por otro lado, en el caso del voluntariado, la edad sí importa: hasta un 69,6% de las personas voluntarias tienen más de 45 años, según el citado informe. Un dato que podemos relacionar directamente con la mayor estabilidad económica de esos grupos de edad, así como a una ocupación menor en los mayores de 55 años.

Así, cuando trazamos el perfil tipo de la persona involucrada en tareas de voluntariado activas en España lo tenemos claro: a día de hoy, se trata de una mujer de más de 45 años de nacionalidad española.

Nuevas formas de voluntariado

Los avances tecnológicos y la digitalización imperante en nuestras vidas también afectan al desarrollo y a la evolución del voluntariado. ONG de todo tipo y de todo el mundo están innovando en cuanto a la implantación de alternativas al voluntariado tradicional para favorecer esta labor y ofrecer mayor flexibilidad. Uno de los formatos que más se ha extendido son los microvoluntariados. Una fórmula que no requiere un compromiso permanente y que aprovecha el potencial de las nuevas tecnologías para su desarrollo. A través de ellas se facilita la incorporación de nuevos perfiles que pueden dedicarse de forma más activa y puntualmente a apoyar las acciones que llevan a cabo estas organizaciones.

Otro de los retos a los que se enfrentan las organizaciones sin ánimo de lucro y otros organismos que promueven este tipo de iniciativas es el de atraer a personas voluntarias más jóvenes. En este sentido, la posibilidad de hacer cibervoluntariado, desde casa, a personas en situación de vulnerabilidad -como el que se ofreció a las personas que sufrieron de soledad forzosa durante la pandemia de la covid-19- es una de las grandes tendencias de cara al futuro, tal y como afirma Franc Cortada, director general de Oxfam Intermón. «Igual que no habrá un futuro sostenible en materia económica sin sumar a los jóvenes al mercado laboral, no habrá un futuro en el voluntariado sin involucrar a los más jóvenes. La posibilidad de integrar el mundo digital y el voluntariado, es a su vez, un camino interesante del que todavía hemos visto solo el principio, tanto a nivel particular como corporativo», asegura.

Los avances tecnológicos y la digitalización también afectan al desarrollo y a la evolución del voluntariado

El boom del voluntariado corporativo

No se puede hablar de la situación del voluntariado en nuestro país sin prestar atención al auge que ha experimentado el voluntariado corporativo. En los últimos años, el mundo empresarial ha dado un necesario paso adelante en cuanto a su implicación en la acción social. Según cifras recogidas por el Observatorio del Voluntariado Corporativo, más del 70% de empresas que superan los 500 trabajadores lo practican de forma activa.

Y no sólo eso. El voluntariado pasa a ser una de las líneas que vertebran la estrategia a largo plazo de las empresas: la quinta parte de las compañías que iniciaron proyectos de estas características hace una década todavía los siguen llevando a cabo. Un compromiso estrechamente vinculado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible fijados por la Agenda 2030, que serían imposibles de lograr sin el apoyo de las empresas con una mentalidad más inclusiva y abierta a trabajar más allá del retorno económico. En este sentido, Begoña Gómez, directora de la Cátedra de Transformación Social Competitiva, de la Universidad Complutense de Madrid destacaba en las Jornadas de Sostenibilidad 2021 del Grupo Red Eléctrica que «hoy la nueva economía demanda otro modelo de empresa, que no sólo mire por el negocio y que incorpore también variables sociales y ecológicas que impacten de forma positiva en el entorno».

Estas tendencias de cambio positivo en la sociedad de mano de las empresas son ya una realidad: la vida y el crecimiento de las empresas en este momento social, irán de la mano del voluntariado corporativo. Sin conciencia de los problemas que sufren nuestras sociedades, no existirá el futuro justo y sostenible que todos deseamos.

Pueblos indígenas, los necesarios guardianes del Amazonas

“Los pueblos indígenas son una extensión de la naturaleza, y la naturaleza es una extensión de nosotros”. Una frase que revela una realidad incuestionable. ¿La autora? Samela Awiá, uno de los rostros jóvenes del ambientalismo amazónico, y descendiente del pueblo Sateré-Mawé. Esta brasileña de 24 años, comunicadora y artesana además de estudiante de biología,  se ha dedicado como tantos otros activistas a denunciar la deforestación del Amazonas –considerado como el ‘pulmón del planeta’– y ha defendido que los mejores protectores del inmenso tesoro natural que ahí se resguarda son los pueblos originarios. Samela es parte de la generación que puede ser la última con la posibilidad de frenar lo que no pocos científicos han tildado de ‘un cataclismo medioambiental’: sin el Amazonas, la catástrofe será irremediable.

 En 2021 el Amazonas perderá 860.000 hectáreas, superficie similar Puerto Rico

Unas semanas antes de que se celebrara la COP26, el Proyecto de Monitoreo de la Amazonas Andina (MAAP) –una iniciativa de la organización Conservación Amazónica, y apoyada por la Agencia Espacial Europea, y NORAD, la agencia noruega para la cooperación y el desarrollo– publicó un informe con una preocupante predicción: cuando acabe este año  el Amazonashabrá perdido más de 860.000 hectáreas, una superficie equivalente a la de Puerto Rico Estamos hablando de un fenómeno que afecta aparentemente a tres países, Brasil, Perú y Colombia (de los que sólo el primero es responsable del 79% de esa deforestación), pero que en realidad pone en riesgo a toda la población del planeta.

Entonces, ¿quién puede proteger y recuperar esos hábitats naturales? La respuesta es simple: quienes allí han vivido desde tiempos ancestrales, porque, como indica Samela, “ellos dependen de la biodiversidad para sobrevivir; son parte de la naturaleza y ésta es parte de ellos. No están motivados por la codicia que motiva la destrucción ambiental”.

Evidencias de una sostenibilidad milenaria

En junio de este año, una investigación publicada en el diario científico Proceedings of the National Academy of Sciences (Estados Unidos) reveló que los pueblos indígenas amazónicos hicieron un uso sostenible de los recursos naturales del Amazonas durante 5.000 años, antes de la llegada de los europeos. Principalmente, el estudio exponía que no se encontraron evidencias de que los pueblos originarios hubieran talado o quemado sus tierras causando daños irreparables en el medio ambiente como los que vemos en la actualidad. Y concluyó que los primeros habitantes de la Amazonia Occidental de Perú convivían con las selvas de una manera sostenible, formando parte del mismo entorno.

Por otro lado, el informe ‘Los pueblos indígenas y tribales y la gobernanza de los bosques’ de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), evidenció que los bosques de América Latina y el Caribe, custodiados por comunidades indígenas, “contienen casi el 30% del carbono almacenado en los bosques de América Latina y el 14% del carbono de los bosques tropicales de todo el mundo”. Además de sus bosques, el informe destaca como ejemplo que “los territorios indígenas de Brasil tienen más especies de mamíferos, aves, reptiles y anfibios que todas las áreas protegidas del país fuera de estos territorios”.

Protectores ancestrales en defensa de la naturaleza 

Desde hace décadas, los indígenas han tenido que emigrar a zonas urbanas, debido a la sobreexplotación de los recursos de sus tierras. En la Amazonia brasileña, muchos pueblos originarios aún están presentes en el 13% del territorio, pero la presión por parte de los grandes intereses ganaderos y de la explotación de la selva amenaza su supervivencia.

Durante 5.000 años los pueblos originarios del Amazonas convivieron de manera sostenible con el entorno, hasta la llegada de los europeos

Aunasí, quienes allí resisten el embiste del capitalismo más salvaje, se aferran a la defensa de los ecosistemas y la biodiversidad porque se consideran parte de lo mismo. “La emergencia medioambiental no sólo es para nosotros. Pedimos a los gobiernos del mundo que nos ayuden a proteger nuestro territorio, que es también el territorio de la humanidad. Porque si la selva amazónica desaparece, morirá gente en todas partes, así de simple”, declaró José Gregorio Díaz Mirabal, líder venezolano del pueblo amazónico Kurripako en el congreso mundial de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), en Marsella, en septiembre de este año. Él es el coordinador de la COICA (Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica) que representa a más de dos millones de personas pertenecientes a nueve organizaciones indígenas.  “Esto es riqueza para Estados Unidos, Europa, Rusia y China, pero es pobreza para nosotros”, también dijo Díaz Mirabal, en referencia a la explotación de uranio, oro y petróleo en la zona.

Sin duda, la conservación de los bosques es una piedra angular para la solución a la crisis medioambiental. Y los esfuerzos no sólo pueden quedar a nivel gubernamental. Los grupos indígenas forman parte indiscutible de la solución. Esa es la opinión de Gretel Aguilar, CEO de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Durante las Jornadas de Sostenibilidad 2021 del Grupo Red Eléctrica de Madrid, sostuvo: “hay que hacer un esfuerzo especial para incluir a los grupos marginados y, sobre todo, para que las mujeres, los jóvenes, las comunidades locales y los pueblos indígenas participen en las inversiones que pongan en práctica soluciones basadas en la naturaleza. De esta manera tendremos una verdadera recuperación económica duradera que contribuya al bienestar humano y a reducir la desigualdad y las presiones sobre el planeta”.

¿Cuál es la solución para llegar a 2050 con una perspectiva optimista sobre el futuro de todos en el planeta? La respuesta sigue siendo compleja, pero la participación de quienes, desde tiempos ancestrales, han hecho de las selvas en América Latina un hábitat y un ecosistema resulta imprescindible en la ecuación.

Consumo local para el Black Friday

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Tomar conciencia de nuestra responsabilidad como consumidores y apoyar el comercio de proximidad puede ser clave para ayudar a desarrollar la economía local a la vez que cuidamos el medio ambiente.

El bienestar emocional en la infancia y la adolescencia, una asignatura pendiente

Hay cifras que no se pueden ignorar: en el mundo, uno de cada siete niños, niñas y adolescentes de entre 10 y 19 años tiene un problema de salud mental diagnosticado. Pero más grave aún es el hecho de que cada año 46.000 adolescentes se suiciden. Esos números, que no son simples cifras sino una realidad alarmante, se recogen en el informe del Estado Mundial de la Infancia 2021 En mi mente: promover, proteger y cuidar la salud mental de la infancia, elaborado por Unicef.

De hecho, según dicho informe, la ansiedad y la depresión prevalecen en el 42% de los niños y las niñas diagnosticados con algún problema de salud mental y el suicidio se ha posicionado como una de las cinco principales causas de muerte entre jóvenes de entre 15 y 19 años,sólo superado por los accidentes de tráfico, la violencia interpersonal y la tuberculosis.

46.000 adolescentes se suicidan cada año en el mundo

Aquí, en España, durante 2020, cada dos horas una persona se quitó la vida: es decir 11 cada día. Una cifra que incluye tanto a jóvenes como a adultos, pero que es importante tener como referencia ya que, según los expertos, casi todo problema de salud mental en la adultez tuvo un origen desatendido en la infancia. Por lo tanto, señalar los problemas emocionales y de salud mental como una cuestión menor es sencillamente cerrar los ojos ante una realidad que necesita de acciones concretas y urgentes.

Pobreza, pandemia y violencia

Para elaborar el informe del Estado Mundial de la Infancia 2021, Unicef colaboró con un proyecto llamado Estudio Mundial sobre la Adolescencia Temprana de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad John Hopkins, en el que chicos y chicas de distintos países formaron grupos de debate para compartir sus experiencias y percepciones sobre la salud mental en relación a sus respectivos entornos. La pobreza, el estrés y el caos ocasionado por la pandemia, así como la violencia sexual, aparecieron en los testimonios de estos jóvenes.

Respecto a la pobreza, un chico de Malawi habló de cómo el hecho de que sus compañeros se burlaran de él por ser el único en su clase que no podía llevar unos buenos zapatos le hacía sentir muy mal. “Si tu familia no te puede comprar unos buenos zapatos, te pones unos ‘crocs’. Pero los compañeros te los quitan y los lanzan de unos a otros riéndose y diciendo: -¡Mirad estos zapatos!-. Es muy doloroso, es horrible”, dijo.

Hace falta ‘psicoeducación’, educar a la gente sobre las emociones y a cómo lidiar con situaciones complicadas

Otro de los problemas que siempre ha existido, pero que durante los últimos tiempos se ha visibilizado aún más, es el de la violencia sexual. El testimonio de una chica egipcia, en el grupo de 15 a 19 años, es el siguiente: “Los maestros acosan a las niñas incluso en la escuela primaria y preparatoria. Las tocan de distintas formas y ellas son incapaces de decir nada, porque si lo hacen, las suspenden. Si se lo cuentan a otras personas, les dirán que un maestro es incapaz de hacer algo semejante”.

Por otra parte, de acuerdo con este informe, la pandemia ha dejado a una generación de jóvenes muy afectada emocionalmente. Y aún no sabemos, a largo plazo, cómo y cuáles serán los efectos en la salud mental. “Cuando pienso en todos los que han muerto a causa de la enfermedad, me pongo triste, y cuando me entero de que el número de casos está aumentando, me estreso”, expresó un chico de la República Democrática del Congo en el grupo de 10 a 14 años.

Incluso en países altamente desarrollados, como Suecia, aún quedan muchos estigmas sobre el tema. “El estrés y las enfermedades mentales son un tema muy angustioso. Nadie quiere hablar de ello”, resumió una chica sueca en el grupo de 15 a 19 años.

Lo que falta es educación sobre emociones 

Entrevistamos a Marisol Cortés, psicóloga, terapeuta especializada en terapia de juego en niños y adolescentes. La experta afirma que lo primero es diferenciar entre la niñez y la adolescencia. “Son dos terrenos y dos etapas de la vida completamente distintas. Aunque problemas como la ansiedad, el estrés y la depresión aparezcan en ambas, se manifiestan en cada una de ellas de forma distinta”.

Para comenzar, Cortés cuenta que ha visto un aumento en los casos de jóvenes con pensamientos suicidas. “Hay muchos chicos y chicas con muy baja autoestima, con mucha ansiedad y con miedos”.

Para ella, hace falta mucho trabajo en la prevención, y, sobre todo, en el apoyo a la salud mental en los adolescentes con ideación suicida. “También es muy importante que ese apoyo exista para las familias y los profesionales de la educación que estén en contacto con esos chicos”, agrega. “Creo que la forma de vida ha cambiado, y con ello, la forma de relación que hay entre muchos padres y sus hijos. Hoy tenemos a muchos niños, niñas y adolescentes que se sienten completamente solos. Pero también a muchos padres y madres que no saben ver que en la conducta de rebeldía de un chico lo que hay en el fondo es un grito desesperado por atención, de necesidad de cariño”, cuenta Cortés.

En opinión de la experta, lo que hace falta es ‘psicoeducación’, es decir, fomentar la educación en emociones y en habilidades para aprender a lidiar con situaciones complicadas y momentos críticos. Todo esto se traduce en prevención y para ello hacen falta recursos públicos para prevenir los problemas de salud mental y detectarlos a tiempo. “Sí que faltan recursos por parte de las administraciones, porque no todos los chicos y las chicas tienen los recursos para pagarse una terapia privada”, asegura Cortés. En este sentido, cabe destacar que según el estudio de Unicef, en los presupuestos mundiales para la salud, sólo el 2% está destinado al cuidado de la salud mental.