España cuenta con la mayor población europea de esta ave rapaz –la única en su clase que cría a sus pollos en el suelo–. Por lo tanto, el país tiene una mayor responsabilidad de protegerla.
Cada año, desde 1998, la Sociedad Española de Ornitología Seo/Birdlife destaca un ave del año para llamar la atención sobre la delicada situación de algunas especies de la avifauna española. Se trata de poner el foco sobre una especie que necesita una atención especial por su mal estado de conservación o porque «simboliza la urgencia de proteger los hábitats que la acogen» con el fin de poder reclamar medidas a las administraciones y a las instituciones para la conservación del patrimonio natural.
Hasta ahora, 34 especies han sido elegidas Ave del Año por su declive poblacional o por sus amenazas de conservación. En 2023, la votación popular se ha decantado por el aguilucho cenizo, que ha obtenido 3.187 votos, seguido del alimoche común, con 2.355, y la ganga ibérica, con 2.105 votos.
El ave ha sufrido un declive de entre 23% y 27% de su población en los últimos 10 años
El aguilucho cenizo (Circus pygargus) es una rapaz migratoria de tamaño mediano y plumaje cenizo en los machos –del que toma su nombre– con una población que oscila entre las 4.269-5.360 parejas reproductoras en España, según el último censo realizado por SEO/BirdLife. De este mismo se desprende que ha sufrido un declive de entre 23% y 27% de su población en los últimos 10 años, especialmente en Galicia, Andalucía, Extremadura, Madrid y País Vasco.
El aguilucho es la única ave de su clase que cría en el suelo, principalmente en grandes extensiones cultivadas de trigo y cebada. Los ejemplares llegan a finales de marzo, procedentes de África, donde pasan el invierno, y hacen el nido en los campos de cereal, alimentándose de topillos, ratones, langostas, saltamontes, pequeños reptiles o aves granívoras, por lo que son un gran aliado para mantener los equilibrios naturales.
¿Cuáles son sus principales amenazas?
La transformación de los cultivos de cereal, la intensificación de la agricultura y las cosechas tempranas suponen sus principales amenazas. Las grandes maquinarias de cosecha tienden a destruir los nidos antes de que los pollos hayan volado.
También el uso de plaguicidas –que disminuye el número de presas de las que alimentarse– y la eliminación de senderos y barbechos afectan a esta especie declarada como «vulnerable a la extinción», la segunda categoría de mayor amenaza en España, y también catalogada como «vulnerable» en el Libro Rojo de Aves de España.
Las cosechas tempranas, debido a los cortos plazos de crecimiento del cereal, hacen que las cosechadoras destruyan los nidos antes de que los pollos hayan volado
El reto para la conservación del aguilucho cenizo pasa por buscar mecanismos que permitan mantener los equilibrios naturales entre producciones con las que los agricultores obtengan una renta digna y que no supongan «arrasar con todo lo que hay alrededor», según afirma Antonio Aguilera, de la asociación Tumbabuey.
Un ejemplo es el programa de seguimiento y conservación del aguilucho cenizo que lleva a cabo el Grupo Ibérico de Aguiluchos (GIA), en el que técnicos y voluntarios levantan y trasladan a los pollos, crean rodales en torno al nido con una malla o entregan una compensación a los agricultores para que no cosechen terrenos donde haya un gran número de nidos.
Como expresó la directora ejecutiva de SEO/BirdLife, Asunción Ruiz, no se trata de proteger sino de «actuar para conservar» los campos con vida y asegurar el futuro de las comunidades locales que viven en –y de– ellos.