Proteger los bosques, la nueva prioridad de Europa

El continente europeo parece destinado a ver cubierta su superficie de un intenso color verde. Más allá de un concepto retórico, esta vez su literalidad es absolutamente precisa, y es que la Unión Europea prepara, con esta perspectiva, su futura estrategia forestal. Un proyecto que centra su horizonte en el año 2030, una fecha en la que se ha de cumplir también una profunda reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero respecto a los niveles de 1990. La adopción de una nueva estrategia de tal calibre –sustituyendo la aprobada en el año 2013– da fe de la ambición del continente en términos ecológicos.

En la actualidad las superficies boscosas ya ocupan más del 43,5% del suelo europeo absorbiendo, a través de ella, el 10% de las emisiones generadas. Aunque con la predominancia del estilo de vida urbano, las áreas forestales son imprescindibles para el desarrollo de la vida tal y como todos la conocemos. De hecho, así lo defiende el propio texto elaborado por la Comisión Europea: «Dependemos de los bosques para el aire que respiramos y el agua que bebemos, y su rica biodiversidad y su sistema natural único son el hogar y el hábitat de la mayoría de las especies terrestres del mundo. Son un lugar en el que conectar con la naturaleza, lo que nos ayuda a reforzar nuestra salud física y mental, y son fundamentales para conservar zonas rurales dinámicas y prósperas».

Bruselas se ha comprometido a plantar más de tres mil millones de árboles antes de 2030 y a proteger las superficies boscosas actuales, que ocupan más del 43,5% del suelo y absorben el 10% de las emisiones generadas

Más allá del componente ético que se halla en la salvaguardia de la naturaleza, ha de tenerse en cuenta que los bosques desempeñan un papel protagonista no solo en la salud, sino también en la economía: proporcionan alimentos, medicinas, materiales y agua limpia. La situación actual, sin embargo, no es especialmente halagüeña. La salud forestal es cada vez más frágil, con una creciente exposición al calor que aumenta constantemente y que, a su vez, incrementa el riesgo de incendios. Según defiende Frans Timmermans, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea responsable del Pacto Verde Europeo, «los bosques europeos están en peligro. Por ello trabajaremos para protegerlos y restaurarlos, mejorar la gestión forestal y apoyar a los silvicultores y a los guardianes forestales. A fin de cuentas, todos formamos parte de la naturaleza». La industria relativa a estos ecosistemas es clave para los Estados miembro: alrededor de un 20% de todas las empresas manufactureras de Europa están vinculadas con la industria maderera. A ello se suma que su buen mantenimiento es también fundamental con la ambición principal de la Unión Europea: la de convertirse en el primer continente climáticamente neutro en el año 2050.

Una estrategia a largo plazo

Entre los pasos a seguir desde Bruselas se encuentra la plantación de más de tres mil millones de árboles hasta el año 2030. Con acciones como esta, la nueva estrategia forestal pretende ser uno de los ejes principales del Pacto Verde europeo (el plan de ruta continental que marca los objetivos en torno a la biodiversidad y el clima).

España, con un 55% de la superficie ocupada por bosques, será uno de los países más favorecidos por las medidas tomadas por la UE

No obstante, no solo se trata de promover la ampliación del territorio forestal; se trata, también, de proteger el que aún permanece en pie. Por ello, gran parte de la estrategia recoge el compromiso, esgrimido en diversas ocasiones, de proteger los bosques primarios y antiguos de la Unión Europea. La conservación, claro, no implica la construcción de decorados forestales. Los bosques seguirán alimentando las necesidades económicas de los Estados miembro, si bien exclusivamente a través de principios sostenibles y eficaces como la reutilización y el reciclaje.

Así, el enfoque pretende ser total en lo que respecta tanto a su uso como a su protección, lo que conllevará, tal como está estipulado, una armonización entre todos los países europeos. España, por su parte, es uno de los países más favorecidos con este paquete de medidas, ya que actualmente más de la mitad de su superficie –exactamente, un 55%– se halla ocupada por bosques.

El objetivo, en definitiva, es otorgar una nueva vida a las áreas forestales, lo que implica obtener beneficios como un mayor sumidero de carbono y un aire más puro, entre otros. Es el inicio de una larga lucha contra el cambio climático cuyos efectos, hoy, ya se pueden ver. Es el caso de los incendios particularmente agresivos o la creciente llegada de especies invasoras. La nueva estrategia pretende fijar, así, las nuevas raíces del futuro continente: un lugar que, parece, será más justo.