Sorprende la mala reputación de un animal cuya existencia es vital para el mantenimiento del ecosistema. Imaginemos qué ocurriría en nuestras ciudades si no tuviésemos un servicio de limpieza. Las consecuencias para el medio ambiente serían igual de dramáticas si los buitres desaparecieran. Su labor de mantenimiento, al alimentarse de los animales muertos en entornos naturales, es de vital importancia para evitar la propagación de enfermedades infecciosas no sólo entre la fauna circundante sino también entre los humanos. Además, estas aves favorecen el desarrollo económico de muchas pequeñas localidades que se sostienen gracias al turismo ornitológico.
En Europa existen cuatro especies de buitre para las que España es un enclave singular, siendo el único territorio europeo donde nidifican todas ellas. Según datos de SEO/BirdLife, en nuestro país se reproduce el 98% de los buitres negros, el 94% de los buitres leonados, el 82% de los alimoches y el 66% de los quebrantahuesos. De estas cuatro especies, únicamente el buitre leonado permanece a salvo del riesgo de desaparición, ya que, en base a datos proporcionados por el Catálogo de Especies Amenazadas del Ministerio para la Transición Ecológica, tanto el alimoche como el buitre negro se encuentran en situación vulnerable y el quebrantahuesos en peligro de extinción. Nuestro país, por tanto, se convierte en un espacio esencial para su subsistencia.
Lamentablemente, la intervención humana sigue siendo el principal motivo de su progresiva desaparición. El furtivismo y la utilización de cebos envenenados, son riesgos ya históricos para estas aves. Pero, además, en los últimos años, se han producido eventos de mayor gravedad para sus vidas. La crisis de las vacas locas propulsó normativas europeas que prohíben a las explotaciones ganaderas abandonar en el campo los restos de animales muertos, eliminando así un acceso al alimento vital para los buitres. La aprobación en España, en 2013, del uso del diclofenaco, un antiinflamatorio de alta toxicidad que se provee al ganado y que ya acabó con el 95% de buitres asiáticos en India y Pakistán, supuso un mazazo para las esperanzas de vida de estas aves. Además, se siguen utilizando fitosanitarios prohibidos por la Unión Europea para el control de plagas en cultivos que provocan catástrofes como la reciente muerte por envenenamiento de 55 buitres en nuestro país. Por último, un reciente estudio de la Estación Biológica de Doñana (EBD – CSIC) junto a cinco institutos de investigación y universidades advierte de la mortalidad de estas aves por estrés y envejecimiento celular originado por la intervención humana y la alta densidad de población en ciertas zonas de la península.
Afortunadamente, crecen las iniciativas de diversas organizaciones no gubernamentales para poner freno a su desaparición. Estas son algunas:
SEO/Birdlife. Desde esta organización conservacionista llevan años realizando censos de ejemplares en nuestro territorio, así como desarrollando campañas de concienciación social y solicitando formalmente, ante las autoridades, la modificación de toda legislación lesiva para estas aves.
El Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (GREFA). Desde 1992 llevan desarrollando, con gran éxito, su proyecto Monachus, orientado a la reintroducción de la especie de buitre negro en diversas zonas de la geografía española en que estaba extinta.
Acción por el Mundo Salvaje (AMUS). Lidera un ambicioso proyecto de conservación y custodia del hábitat del buitre negro en Extremadura que incluye la instalación de comederos, censo de ejemplares y campañas de sensibilización, así como el funcionamiento de un Hospital de Fauna Salvaje.
Todas estas organizaciones, junto con muchas otras, celebran este 4 de septiembre el Día Internacional de los Buitres para recordarnos la importancia de preservar las distintas especies de buitres que habitan nuestro planeta y cuyo desarrollo es imprescindible para la vida natural y para nuestra propia sociedad.