La igualdad de género, requisito fundamental para un mundo sostenible

En la lista de objetivos para un mundo más sostenible que la ONU fijó en la Agenda 2030, se encuentra, como uno de los puntos destacados, la igualdad de género. El objetivo 5 interpela a «lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas», recordando que, aunque se han logrado avances en los últimos años, «todavía existen muchas dificultades». La reciente crisis del coronavirus y los efectos del cambio climático –que está perjudicando más a las mujeres– hacen que la situación sea más precaria e, incluso, más urgente.

La importancia de la igualdad se explica, como apunta Naciones Unidas, por el impacto que esta tiene no solo en las mujeres sino en la sociedad en general. «Los retos a los que nos enfrentamos hoy –la pandemia del coronavirus, la crisis climática, el crecimiento y propagación de conflictos– son en gran parte el resultado de nuestro mundo y nuestra cultura dominados por el hombre», afirmaba este mes de marzo el secretario general de la ONU, António Guterres. Conseguir la igualdad de género y la paridad resultan cruciales para lograr un mundo «más seguro, más pacífico, más sostenible» para todos, alertaba Guterres.

La igualdad entre los géneros y el empoderamiento de mujeres y niñas es el objetivo 5 de la Agenda 2030

Los planes que ya han tenido en cuenta de forma específica a las mujeres demuestran que la igualdad tiene un eco directo sobre el bienestar de toda la sociedad. Así, de todas las acciones de mejora en seguridad alimentaria en los países en desarrollo, el 55% nacieron gracias al impulso de los programas que dan soporte a las mujeres de esas comunidades, según estadísticas de la ONU. Dar más recursos a las agricultoras y potenciar su papel permitiría aumentar la producción entre un 20% y un 30%, lo que ayudaría a reducir en cinco puntos porcentuales el nivel de hambruna global. Por tanto, se podría decir que impulsar la igualdad de la mujer en el campo ayudaría a acabar con el hambre en el mundo.

Del mismo modo, implicar más a las mujeres –y a todos los niveles– en la toma de decisiones ayuda a diseñar un mundo más sostenible, puesto que, como han demostrado varios estudios de Naciones Unidas, las mujeres tienden a pensar más en la comunidad cuando toman decisiones y también a ser más exigentes con las normativas medioambientales. Los parlamentos que aprueban normativas más proactivas en la lucha contra el cambio climático suelen tener un mayor porcentaje de diputadas.

Los beneficios de la igualdad de género no tocan solo a las mujeres: mejora la satisfacción y la riqueza general de la sociedad

Igualmente, alcanzar una mayor igualdad entre hombres y mujeres tendría un efecto dominó en otras cuestiones. En un mundo más igualitario, la brecha salarial sería más reducida o directamente desaparecería, lo que a su vez aumentaría la seguridad económica de las mujeres y reduciría la pobreza, que afecta –tanto economías desarrolladas como en vías de hacerlo– de forma más elevada a las mujeres. Un estudio estadounidense ha demostrado que la pobreza entre las mujeres se reduciría más de un 40% si se eliminase la brecha salarial. Datos de McKinsey pronostican que, si se logra alcanzar en 2025 el mejor escenario posible en igualdad, se podrían sumar 12 billones de dólares al año al producto interior bruto global. Solo en Europa, y según las estimaciones de la Unión Europea, mejorar la igualdad llevaría a hacer crecer el PIB comunitario entre un 6,1 y un 9,6% de aquí a 2050.

A esto hay que sumar que las empresas que presentan mejores datos en igualdad logran también mejores resultados económicos que sus competidoras. Es un 25% más probable que las compañías líderes en diversidad de género tengan beneficios por encima de la media, según McKinsey.

En resumidas cuentas, y como demuestran los planes que ha puesto en marcha el Banco Mundial, actuar genera resultados. Así, por ejemplo, una campaña en India demostró que empoderar a las mujeres rurales mejora su acceso a préstamos y a más educación, lo que tiene efectos sociales a medio y largo plazo.

Los cambios por realizar 

Alcanzar ese objetivo de igualdad es posible, por mucho que quede todavía camino por recorrer para lograrlo. Como recuerda el objetivo 5 de la Agenda 2030, la clave está en trabajar de forma directa sobre la desigualdad, cortando de raíz aquello que la mantiene activa.

Aumentar la presencia de las mujeres en los órganos de decisión –ahora mismo solo son el 23,7% de las personas presentes en los parlamentos nacionales de los diferentes países, según la ONU, o el 5% de los CEO globales, según las de Deloitte– o modificar las leyes para crear entornos más igualitarios son algunos de los primeros pasos que las administraciones públicas pueden tomar en ese camino hacia el cambio.

En juego está el lograr un mundo más justo e igualitario, con sociedades más resilientes y equilibradas.