Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 auspiciados por las Naciones Unidas cumplen más de un lustro en un contexto mundial no solo inesperado, sino impredecible: aunque las mejoras en las medidas sanitarias para contener el avance de la pandemia –especialmente en los países desarrollados– demuestran surtir efecto, el reguero de efectos colaterales que el coronavirus ha dejado en el planeta emborrona las lentes con las que miramos el futuro. ¿Será posible, finalmente, erradicar la pobreza tras el parón económico? ¿Podrá garantizarse la atención sanitaria en todos los rincones del planeta tras el colapso provocado por la covid-19? ¿Conseguiremos pisar el freno antes de superar el límite de los 1,5 ⁰C en 2030?
El objetivo de los ODS incluye el resolver los importantes retos que implica la interconexión entre el medio ambiente y el ser humano
Para Antonio Gutierres, secretario general de las Naciones Unidas, «esta crisis amenaza décadas de progresos en sostenibilidad y hace más evidente que nunca la necesidad de transicionar a un sistema más verde». Las cifras que apunta el Informe sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2021 –un estudio de las Naciones Unidas que analiza junto a 50 organizaciones internacionales la evolución de los ODS en el último año– ya las conocemos: incremento de la pobreza, pérdidas económicas, dificultades para acceder a la educación y sistemas sanitarios maltrechos tras luchar por dar oxígeno a la población. Pero si echamos la vista atrás, observaremos que el camino que los ODS han construido en estos últimos seis años han hecho de nuestras sociedades unas más sostenibles y resilientes. Y es esa fotografía la que puede guiarnos a partir de ahora.
Más salud, más acceso a servicios básicos
Los ODS nacieron en 2015 como sustitutos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) que, durante 15 años, marcaron grandes progresos en la reducción de la pobreza, el acceso a saneamiento, salud materna, educación y la lucha contra enfermedades infecciosas como el sida o la tuberculosis. El guante que recogieron una vez lanzados abrió el alcance hacia un ámbito también medioambiental con el objetivo de resolver los importantes retos que implica esa interconexión entre el medio ambiente y el ser humano y a los que nos seguimos enfrentando hoy en día. Con la herencia de los ODM, los resultados de los ODS llegaron pronto: hasta la actualidad, más de 1.000 millones de personas han conseguido salir de la pobreza extrema, la mortalidad infantil se ha reducido a la mitad al igual que la población sin escolarizar y las infecciones por el VIH/SIDA se han reducido en casi el 40%, según el Informe sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2020.
Los países han logrado grandes avances a la hora de conservar al menos el 10% de las zonas costeras
De forma individual, además, estas nuevas metas han alcanzado importantes resultados positivos. El ODS 3 (Salud) ha conseguido incrementar en un 64% los nacimientos atendidos por profesionales en los países en vías de desarrollo, además de marcar mejores límites a las enfermedades infecciosas. Y el ODS 7 (Acceso universal a energía), ha batido récords al incrementar la electrificación mundial hasta el 90%, frente al 83% en 2010.
En la erradicación de la pobreza extrema (ODS 1), Asia oriental y los países desarrollados han presentado buenos avances en 2020 si se toma como referencia el año 2015. Y en la promoción de empleo sostenido (ODS 8), todas las sociedades han registrado avances a la hora de mantener el crecimiento económico per cápita y lograr empleo productivo para todos. Además, en materia de biodiversidad, la mayor parte de los estados han logrado grandes avances a la hora de conservar al menos el 10% de las zonas costeras, un importante hito que minimiza la acidificación de los océanos y la pérdida de biodiversidad, tan esencial para el ser humano.
Y, ¿hacia dónde vamos?
El balance de ese tercio de recorrido en la Agenda 2030, que ya hemos superado, deja según la organización Open ODS, sin respuesta a esa pregunta. «Nadie, ni las agencias de Naciones Unidas, ni la academia, ni los propios gobiernos, pueden responder con honestidad a esta pregunta. Tenemos una foto fija de los ODS, pero no las causas que nos permitan interpretar las posibles consecuencias». Pero esto no tiene por qué interpretarse como una conclusión negativa. En realidad, las 169 metas y 244 indicadores han conseguido algo inédito: que el sector público y el privado sean copartícipes de la meta común de hacer del sistema económico, político y social uno más sostenible y resiliente. Desde un enfoque local hasta uno internacional, lo que permite conocer con precisión la realidad de cada país.
«Ahora podemos saber cuál es la situación de pobreza extrema, de igualdad, de biodiversidad o de la calidad de los recursos hídricos en cada Estado», concluye la organización. Esto permite conocer el perfil de cada nación y actuar en consecuencia. Aunque queda algo de camino, especialmente en ámbitos como la reducción de la desigualdad entre países (ODS 9) o la protección de los ecosistemas terrestres (ODS 15). Hacen falta más datos. «Sin una medición que llegue hasta los niveles subestatales los resultados no serán concluyentes» advierte Open ODS. El camino que ya está hecho no puede caer en el abandono, porque la vida del planeta va en él. Quizá dentro de otros seis años todo haya cambiado (a mejor).