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Marina Palacios: «Los arrecifes de coral ocupan el 1% del planeta y albergan el 25% de la vida marina»

Jose Salido - Coral Soul

Marina Palacios Miñambres es una científica marina y ambientóloga que cofundó y dirige Coral Soul, asociación que trabaja por la recuperación de los arrecifes de coral del Mediterráneo y que cuenta con un proyecto pionero para la restauración y protección de los mismos. Este programa ha sido financiado durante 3 años por Coral Guardian y en los próximos 18 meses será cofinanciado por el FEMPA (Fondo Europeo Marítimo de Pesca y Acuicultura) dentro de la Convocatoria Pleamar de la Fundación Biodiversidad. Hablamos con ella de dicha iniciativa y de la importancia de los arrecifes de coral para la conservación de la biodiversidad marina.


Además de científica marina y ambientóloga, eres una experta buceadora. ¿Tu fascinación por los ecosistemas marinos comenzó a través de dicha actividad o venía de antes?

La verdad es que mi amor hacia el mar comienza desde pequeñita. Mis primeros recuerdos son en la playa, con mis padres, que también son grandes amantes del mar. Y siempre tuve claro que quería trabajar protegiéndolo. En cuanto cumplí 17 años me fui a estudiar a Cádiz, y desde entonces todos los pasos de mi carrera profesional se han orientado hacia la conservación de la biodiversidad marina, y especialmente de los corales.

Desde Coral Soul trabajáis por la conservación marina a través de la restauración de arrecifes de coral que se encuentran amenazados. ¿Qué  papel juegan dichos arrecifes en la protección de la biodiversidad marina?

Los arrecifes son elementos fundamentales en la vida marina porque nos dan una serie de servicios ecosistémicos. Son generadores de vida por su capacidad de concentración de especies, que hace que cientos de ellas dependan de los corales. Si los corales desaparecen, también lo harían muchas especies marinas. Además, actúan como sumideros de CO2, por lo que ayudan a combatir el cambio climático. Y no podemos olvidar que son bioindicadores que registran cualquier cambio que se produce en el ecosistema, por lo que monitorizarlos permite controlar los cambios de nuestros ecosistemas marinos. Por último, son motores socioeconómicos de numerosas poblaciones, tanto a nivel pesquero como turístico.

¿Cuáles son los principales riesgos que corren los arrecifes de coral?

Los principales riesgos son el estrés térmico por el aumento de la temperatura de las aguas, la sobrepesca, la acumulación incontrolada de todo tipo de residuos, físicos y químicos, e incluso el coleccionismo, que en algunas zonas está acabando con los arrecifes. 

«Los proyectos de Coral Soul se basan en tres pilares básicos: la investigación científica, la acción directa de recuperación de arrecifes y la sensibilización»

En 2021, desde Coral Soul lanzasteis Deep Core Project, un plan pionero en la recuperación de arrecifes. ¿En qué consiste el proyecto?

En Coral Soul trabajamos con los denominados arrecifes profundos, en este caso los que se sitúan a entre 30 y 60 metros de profundidad. El proyecto Deep Core Project surge como una necesidad imperativa de actuar ante la desaparición de un ecosistema dominado por una población única de coral candelabro en los arrecifes profundos de la Zona de Especial Conservación de los acantilados y fondos marinos de la Punta de la Mona en la costa de Almuñécar, Granada. A pesar de ser una zona protegida, no se le ha otorgado ningún plan de ordenación de los recursos y sufre un impacto de años por el abandono accidental de elementos propios de la pesca y el fondeo de embarcaciones como redes, anclas y cadenas. Lo primero que hicimos fue crear una red científica, junto con diversas instituciones públicas y privadas, para estudiar el ecosistema desde todos los puntos posibles. Desarrollamos desde estudios genéticos y de ADN hasta otros poblacionales de las especies que vivían en los arrecifes, pasando por  investigar la hidrodinámica de las corrientes y los parámetros ambientales y, sobre todo, un estudio geomorfológico. A partir de ahí arranca un programa de saneamiento para retirar todos los residuos, y aquellos corales fracturados y, por tanto, heridos, se trasladan a las guarderías de corales.

¿Qué es exactamente una guardería de corales?

Cuando el coral se parte o fisura se produce una herida que es colonizada por parásitos. Estos les provocan enfermedades que, poco a poco, acaban con su vida. Es imprescindible, para que puedan repoblarse, someterlos a un tratamiento previo que pueda curar las patologías que tienen. Hemos logrado detectar hasta ocho patologías distintas. Una vez el coral está totalmente curado se devuelve de nuevo al arrecife, insertándolo en zonas estratégicas previamente estudiadas donde tiene asegurada su total recuperación. En eso consisten las guarderías de coral, en espacios habilitados en la misma profundidad en que estos habitan para poder tratarlos y curarlos. El proyecto cuenta con tres, cada una para un rango de profundidad.

¿Los resultados de las acciones desarrolladas hasta la fecha dentro de Deep Core Project son positivos?

Desde que arrancamos el proyecto la abundancia de peces en la zona ha aumentado en un 75%, la de invertebrados y fauna asociada en un 42% y, tras tres años de seguimiento, hay un 91% de supervivencia de los corales tratados.

¿Es extrapolable este proyecto a otros territorios marinos, a nivel global?

Sí, hemos comprobado que las técnicas empleadas son replicables e incluso adaptables a otros tipos de corales. Concretamente, tras el éxito de Deep Core Project, arrancamos un proyecto con el apoyo de la Unión Europea en Cerdeña para recuperar corales sometidos a estrés térmico, y otro conjuntamente con la Universidad del Algarve, en Portugal, para recuperar corales de sus costas.

Sin duda, para facilitar la conservación de los arrecifes de coral, son imprescindibles las labores de conservación e investigación que realizáis. Pero, ¿qué importancia tiene en dicha conservación la sensibilización social?

Muchísima. Los proyectos que desarrollamos se basan en tres pilares básicos: la investigación científica, la acción directa de recuperación de arrecifes y la sensibilización. Trabajamos para involucrar a la población local, al sector pesquero, con el que realizamos sesiones de trabajo para transmisión de conocimientos horizontales, a las administraciones y a la ciudadanía en general, incluso con programas de sensibilización para menores de edad que desarrollamos en toda España, no sólo en poblaciones costeras.

«Los principales riesgos que corren los arrecifes de coral son el estrés térmico, la sobrepesca, la acumulación de residuos, e incluso el coleccionismo»

¿Cómo puede contribuir un ciudadano de a pie a la conservación y la recuperación de corales? ¿Qué actividades ciudadanas generan más impacto sobre ellos?

Lo primero es el apoyo y la colaboración con entidades y proyectos de recuperación. Lo segundo es la sensibilización, ser conscientes del valor que tienen los arrecifes de coral y el peligro que corren, por desgracia. Y, por último, el conocimiento de la importancia de las pequeñas acciones. Tenemos que tener siempre presente el poder que tenemos cada uno de nosotros. Algunas actividades que podemos realizar son apostar por un consumo adecuado de los recursos marinos, una correcta gestión del agua, el reciclaje o la disminución del uso de cualquier tipo de residuos. Y por supuesto, impulsar planes de gestión para que áreas marinas protegidas sirvan como zonas resilientes y como el corazón para recuperar y para mantener los ecosistemas.

Entiendo que también es importante la participación de las administraciones públicas. ¿Existe normativa legal orientada a la protección de los arrecifes de coral?

Sí, nuestros arrecifes forman parte de zonas catalogadas como Hábitat de Interés Comunitario (HIC) para los que la Unión Europea quiere garantizar la conservación, o ya a nivel estatal como Zona de Especial Conservación (ZEC) o Parque Natural. El problema surge cuando, a pesar de pertenecer a zonas protegidas, no se desarrollan planes de gestión adecuados para asegurar tal protección.

Por último, ¿podrías facilitarnos algún dato que confirme la aportación a la biodiversidad marina de los arrecifes de coral restaurados?

El dato más relevante es la constatación de que los arrecifes de coral tan solo ocupan el 1% de la superficie del planeta, pero albergan el 25% de la vida marina. A día de hoy, hemos perdido casi la mitad de los arrecifes de coral a nivel global. De continuar así, en 2050 habremos perdido más del 70%, por lo que es vital para la vida en nuestro planeta el seguir trabajando en su conservación.

Jardín de pulpos, ¿por qué miles de cefalópodos anidan en este lugar?

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En 2018 investigadores estadounidenses descubrieron miles de pulpos que anidaban en un lecho marino profundo cerca de la costa de California. Un exótico hallazgo que fue denominado con el nombre de “Jardín de Pulpos”. Tras varios años de investigación se han descubierto las razones por las que este lugar es tan atractivo para los cefalópodos. 

Cinco obras de arte que conciencian sobre el cambio climático

Ice Watch, 2014 Bankside, outside Tate Modern, London, 2018 Photo: Charlie Forgham-Bailey

El arte contemporáneo invita a la reflexión sobre la acción climática uniendo belleza con reivindicación en obras de distinto tipo.


El arte contemporáneo funciona como forma de expresión, y a veces con un fin medioambiental o social. Desligar la obra de su contexto siempre ha sido tarea difícil, más en algunos artistas que han querido capturar la urgencia del cambio climático en sus obras y a la vez invitar al público a reflexionar sobre una acción conjunta para solucionar el problema. El «climate change art» o «arte del cambio climático» lleva ya varios años aunando arte y reivindicación. Estas son algunas de sus obras más destacadas.

  • Ice watch de Olafur Eliasson

En 2014, el danés Olafur Eliasson trajo a Europa varios bloques de hielo desde Groenlandia para crear una instalación temporal en varias ciudades emblemáticas (Copenhague, París y Londres). Los bloques fueron colocados de modo que simularan un reloj. ¿La reflexión? La cuenta atrás para la desaparición de los glaciares: la instalación se daba por terminada cuando los bloques de hielo se derretían por completo. 

Ice Watch, 2014
Bankside, outside Tate Modern, London, 2018
Photo: Charlie Forgham-Bailey
  • Rising de Marina Abramovic

En Rising (2018), la artista serbia aparece como protagonista de un videojuego de realidad virtual. En él, vemos cómo se ahoga poco a poco a medida que sube el nivel del mar. El espectador puede participar en la performance al elegir si salvar o dejar morir a Abramovic y, por tanto, simbólicamente, al planeta. Recientemente la artista también ha presentado Performance for the Oceans (2024), una acción en colaboración con Fundación Blue Marine en la que lanza su súplica por la supervivencia de la Tierra emulando el cuadro El caminante sobre un mar de nubes de Caspar David Friedrich.

Marina Abramović, still from
Rising. Courtesy of Acute Art
  • Crochet Coral Reef Project

Este proyecto colectivo, dirigido por Christine y Margaret Wertheim, pone la mirada sobre los arrecifes de coral y su destrucción. Más de 20.000 artistas han aportado su técnica para tejer un arrecife de coral de crochet gigante, una obra que, según sus creadoras, tiene mucho que ver con el tiempo: el que lleva tejer cada uno de los corales y el que se le está echando encima al planeta Tierra. 

  • I don’t believe in global warming de Banksy

Varios artistas como Pejac o Banksy han utilizado su arte para concienciar a los viandantes de decenas de ciudades del mundo. El arte urbano es una manera sencilla y visual de reflexionar sobre el trato que le estamos dando a nuestro planeta. Un ejemplo es la metáfora visual «I don’t believe in global warming», «no creo en el calentamiento global», que Banksy escribió en el Regent’s Canal de Londres para mostrar con ironía los efectos más visibles del problema.

Banksy is a climate change denier
21 de diciembre de 2009
Matt Brown
  • Ghost forest de Maya Lin

En 2021, el Madison Square Park de Nueva York se convirtió en el hogar de 49 cedros blancos muy particulares. Y es que los árboles fueron plantados ya muertos como parte de una instalación que pretende mostrar los resultados materiales del cambio climático.

Ghost Forest, 2021. 49 Atlantic white cedars.
Collection the artist, courtesy Pace Gallery. ©2020 Maya Lin.
Photograph by Rashmi Gill/Madison Square Park Conservancy.
The exhibition was organized by Madison Park Conservancy, New York, and is on view from May 10, 2021 to November 14, 2021.
Photo credit: Rashmi Gill

Claudio Barría: «Nuestro vínculo con el mar y su importancia en nuestras vidas es innegable»

El 70% de la superficie del planeta es mar. Un mar en el que, como explica Claudio Barría, «hay una diversidad que ni siquiera somos capaces de imaginar». Doctor en Ciencias del Mar, profesor de la UAB, miembro del grupo de expertos de la UICN y cofundador de Catsharks, Claudio Barría nos habla de la importancia de la biodiversidad marina. Es experto en tiburones y rayas y su investigación la ha desarrollado en diferentes lugares, como el Océano Pacífico, el Atlántico y el Mar Mediterráneo. 


¿Qué te motivó a especializarte en biología marina y, en particular, en tiburones y rayas?

Mi familia se dedica a la pesca y crecí en un ambiente marino. Siempre he sentido atracción hacia el mar y todo lo que habita en él. ¿Por qué no dedicarme a explorar lo que se encuentra en sus profundidades y trabajar para conservarlo? Mi fascinación por los tiburones y las rayas comenzó cuando, de niño, encontré un tiburón pequeño en el bote de pesca de mi familia, era una musola. Tenía las aperturas branquiales descubiertas, dientes diferentes y cuerpo alargado. En ese momento surgió mi amor por descubrir más sobre este grupo de peces tan particular. Posteriormente, ya en la universidad, me di cuenta de que los tiburones son animales bastante estigmatizados y sentí que alguien debía hacer algo para evitar que desaparecieran.

¿Qué proyectos de investigación científica estáis desarrollando actualmente en Catsharks?

Acabamos de obtener un proyecto nacional, financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y en colaboración con la Universidad de Oviedo, para investigar si se están comercializando especies en peligro de extinción y qué podemos hacer para reducir esta práctica. Vamos a identificar las especies presentes en el Mediterráneo y en el Atlántico a través de análisis de ADN y de visitas a las lonjas. También tenemos un proyecto para establecer protocolos básicos para mantener a los tiburones en cautiverio, con el objetivo de recuperar algunas poblaciones que están a punto de desaparecer. Además, participamos en el proyecto «Tiburones y Rayas», dentro de la iniciativa Observadores del Mar, que involucra a la ciudadanía en la identificación de lugares prioritarios para la conservación de tiburones y rayas en España. 

«Los tiburones son animales bastante estigmatizados y sentí que alguien debía hacer algo para evitar que desaparecieran»

Uno de vuestros últimos estudios aborda los niveles de concentración de metales pesados en tiburones, rayas y quimeras del Mediterráneo occidental. ¿Cuáles son los principales hallazgos de este estudio? 

Este estudio fue desarrollado por Pol Carrasco, socio de Catsharks, como parte de su trabajo de máster, que tuve el honor de dirigir. Es el análisis de metales pesados que ha abarcado la mayor cantidad de especies de tiburones, rayas y quimeras en todo el Mediterráneo: se analizaron 116 muestras de tejido muscular de 17 especies de condrictios del Mediterráneo occidental. Los tiburones mostraban mayores concentraciones de cadmio y cobre y las quimeras presentaban la mayor concentración de plomo. Dentro del grupo de condrictios, las rayas eran las que tenían menores concentraciones de metales pesados. A nivel de especies, el tiburón negrito (Etmopterus spinax) presentaba las concentraciones más elevadas de cadmio y cobre y la quimera (Chimaera monstrosa) tenía las mayores concentraciones de plomo. Ambas superaban los niveles permitidos por la UE, por lo que no se recomienda el consumo. Sin embargo, aún quedan especies por evaluar, muchas de ellas se consumen habitualmente. 

¿Qué importancia tienen los tiburones, rayas y quimeras para el equilibrio del medio marino? ¿Cuáles son las principales amenazas a las que se enfrentan actualmente?

Los tiburones y rayas son depredadores y cumplen un rol fundamental en la estructuración de las cadenas alimenticias marinas, influyendo en ellas desde arriba hacia abajo. Para explicarlo mejor, suelo utilizar el modelo del castillo de naipes, que representa nuestra red trófica marina. Si retiramos las cartas basales, el castillo se derrumba: es lo que ocurriría si hubiera alteraciones en el plancton. Si quitamos las cartas superiores, el castillo de naipes también puede colapsar y sería lo que ocurriría con la desaparición de tiburones y rayas. Este colapso podría ocurrir por la sobrepesca, el uso de artes de pesca poco amigables con el medio ambiente, la contaminación, la degradación de hábitats o el cambio climático.

¿Cómo está afectando el cambio climático y la sobrepesca a estas especies marinas?

Aunque es difícil evaluar la situación de las 1.200 especies de tiburones y rayas, casi la mitad están amenazadas o cerca de la amenaza de extinción. La sobrepesca ha reducido las poblaciones de tiburones en algunas zonas en más del 70% en los últimos 50 años, y otras especies están al borde de la extinción. Se estima que más de 100 millones de tiburones mueren cada año como resultado de la pesca dirigida y accidental en todo el mundo. El cambio climático está provocando un aumento del nivel del mar, olas de calor marinas, anomalías térmicas, acidificación del océano y cambios en las corrientes marinas. Estos cambios han afectado al metabolismo de algunos tiburones y sus crías y es probable que muchos tiburones se vean obligados a cambiar sus rutas migratorias o a desplazarse hacia aguas más profundas en busca de mejores condiciones para su supervivencia.

«Se estima que más de 100 millones de tiburones mueren cada año como resultado de la pesca dirigida y accidental en todo el mundo»

¿Qué podemos hacer la ciudadanía para no contribuir a la pesca de especies amenazadas?

El papel de la ciudadanía es fundamental. Una persona informada tiene el poder de decidir si quiere consumir especies en peligro de extinción o no. Se están dando pasos para aumentar la sensibilización y la información disponible sobre la situación de estas especies, lo que permitirá a la ciudadanía tomar decisiones más conscientes y responsables. Vamos en esa dirección, pero aún queda mucho por hacer.

¿Qué papel tiene la ciencia en la creación de políticas de conservación efectivas?

Desempeña un papel crucial, ya que permite a las administraciones implantar acciones de manejo adecuadas. Es fundamental que se trabaje de manera conjunta y continua en procesos que son cada vez más urgentes, como la adopción de medidas efectivas a través de un plan de acción nacional, integral y con recursos en el tiempo. Este plan debería incluir la recuperación de las poblaciones, la divulgación científica, la educación, el seguimiento de los planes de acción y la fiscalización, entre otras prioridades. 

¿Cómo se está abordando la conservación de los elasmobranquios en otras partes del mundo?

Por ejemplo, en Estados Unidos se realizan seguimientos detallados de la pesca recreativa; en Colombia, se prohíbe la pesca de tiburones y rayas; en Chile, se realizan pescas exploratorias de rayas para evaluar sus abundancias; y en Reino Unido o Maldivas, se promueven actividades de ecoturismo. En Suecia y Suiza, el etiquetado de productos pesqueros es mucho más riguroso. En lugares como Isla Cocos o Indonesia, se han establecido áreas protegidas donde las poblaciones de tiburones han comenzado a recuperarse tras una tendencia a la baja. Existen diversas medidas de gestión que pueden ser efectivas, pero es crucial que se adapten a las necesidades específicas de cada país.

¿Qué actividades turísticas, como el buceo o la pesca recreativa, tienen mayor impacto en los elasmobranquios? 

Con una buena regulación, el buceo no genera ningún impacto negativo en tiburones y rayas. En el caso de España, las actividades de observación contribuyen a la ciencia ciudadana y deberían potenciarse para promover el conocimiento de nuestra biodiversidad. En cambio, la pesca recreativa tiene un impacto sobre las especies capturadas y su ecosistema. Solo en Baleares existen más de 49.000 licencias de pesca recreativa, pero los datos de estas pescas no llegan a ningún repositorio público. Aunque existen pescadores responsables e informados, esta actividad debería estar mejor regulada. 

Como divulgador, ¿por qué crees que la ciudadanía debería interesarse por la biología marina y la protección de los océanos?

Aproximadamente la mitad de la población mundial vive en zonas costeras; nuestro vínculo con el mar y su importancia en nuestras vidas es innegable. Disfrutamos este privilegio casi todo el año, especialmente en primavera y verano. Además, del mar extraemos alimentos y generamos productos farmacéuticos. El mar regula las temperaturas de muchas ciudades y del planeta en general, ayuda a mitigar la erosión costera, actúa como un importante sumidero de carbono y nos ofrece beneficios turísticos, culturales, recreativos, estéticos y espirituales. El 70% de la superficie del planeta es mar y bajo esa superficie hay una diversidad que ni siquiera somos capaces de imaginar.

Así ayuda la legislación de la pesca de arrastre a proteger el medio marino

La pesca de arrastre, aunque efectiva, causa daños graves en los ecosistemas marinos. Para proteger estos hábitats, se han implementado regulaciones en todo el mundo, incluyendo España, que promueven una pesca más sostenible. Estas medidas buscan equilibrar la explotación de los recursos marinos con la conservación ambiental, inspiradas en la labor de pioneros como Anita Conti.


La pesca de arrastre es una técnica eficaz para capturar peces y mariscos, pero también es una de las más criticadas por su impacto devastador en el medio ambiente marino. Consiste en arrastrar una red pesada por el fondo del mar o a través de la columna de agua. Esto causa daños graves en hábitats como arrecifes de coral, praderas de pastos marinos y montes submarinos, ecosistemas esenciales para la biodiversidad marina al proporcionar refugio y zonas de reproducción para muchas especies. La pesca de arrastre puede destruir estos hábitats en poco tiempo, como se ha observado en los Montes Submarinos del Atlántico Norte, donde los corales de aguas profundas fueron arrasados en horas.

España, como miembro de la UE, ha adoptado estas regulaciones, estableciendo zonas protegidas y limitando la pesca de arrastre en áreas sensibles

Además de destruir hábitats, la pesca de arrastre es altamente no selectiva, ya que se capturan especies no deseadas. Es lo que se conoce como captura incidental o bycatch. Entre estas especies se incluyen tortugas, aves y mamíferos marinos, que a menudo son devueltos al mar muertos o heridos, lo que representa un desafío adicional para la conservación del medio marino.

Para mitigar estos daños, la gestión y la legislación sostenible han sido herramientas fundamentales. En 2016, la Unión Europea (UE) fue pionera en implementar el Reglamento de Protección de los Ecosistemas Marinos Vulnerables para prohibir la pesca de arrastre en profundidades mayores a 800 metros. En 2022, la UE reforzó estas políticas con un reglamento específico para el Mediterráneo Occidental, que buscaba reducir el esfuerzo pesquero en un 40% para 2025.

Conti dedicó su vida a documentar en libros y fotografías los impactos de la pesca industrial y abogó por prácticas sostenibles

España, como miembro de la UE, ha adoptado estas regulaciones, estableciendo zonas protegidas y limitando la pesca de arrastre en áreas sensibles. La Red Natura 2000 es un ejemplo de estos esfuerzos, abarcando áreas marinas donde la pesca de arrastre está restringida para preservar la biodiversidad. Además, proyectos como Indemares han trabajado en identificar y proteger otras áreas marinas ecológicamente importantes en aguas españolas.

A nivel global, otros países también han tomado medidas para restaurar ecosistemas dañados. Por ejemplo, en Nueva Zelanda, se ha trabajado en la restauración de la Bahía de Hawke, reintroduciendo ostras y creando arrecifes artificiales para recuperar la biodiversidad. Estos esfuerzos muestran que, aunque el daño es significativo, la recuperación es posible con medidas adecuadas.

La Confederación Española de Pesca (Cepesca) ha promovido prácticas más sostenibles en España, como el uso de dispositivos en las redes de arrastre para reducir la captura incidental. Además, Cepesca colabora con científicos para monitorear la salud de los ecosistemas marinos, apoyando un equilibrio entre la explotación y la conservación.

El legado de figuras como Anita Conti, pionera en la lucha por una pesca responsable, han sido fundamentales en este contexto. Conti dedicó su vida a documentar en libros y fotografías los impactos de la pesca industrial y abogó por prácticas sostenibles. Influyó en la conciencia pública y en la formulación de políticas que hoy ayudan a proteger los océanos.

En esta línea, la legislación sobre la pesca de arrastre es crucial para proteger los ecosistemas marinos. Estas regulaciones, junto con proyectos de restauración y la promoción de prácticas sostenibles, están ayudando a preservar la salud de los océanos y a asegurar que la explotación de los recursos marinos sea sostenible para las futuras generaciones.

Agujero azul, un profundo fenómeno con mucho por descubrir

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El planeta Tierra está lleno de lugares impresionantes y, muchas veces, llenos de misterios. Es el caso de los conocidos «agujeros azules», unas cuevas submarinas verticales de gran profundidad formadas durante la Edad de Hielo. Un fenómeno sobre el que las investigaciones científicas todavía tienen muchas preguntas sin respuesta. 

Pellets de plástico: de la industria al océano (y a nuestros alimentos)

microplásticos

Los microplásticos son esenciales para fabricar productos que usamos a diario, pero, por errores en su manipulación y transporte, muchas veces terminan vertidos en el medio ambiente, con efectos nocivos para la biosfera y la salud. Una nueva regulación de la UE intenta reducir su impacto. 


Cada año se producen y manipulan enormes cantidades de granzas o pellets de plástico.  En la Unión Europea, al ser la materia prima de artículos de uso cotidiano como botellas, tapones, envases y bolsas, y productos industriales y médicos, la cifra llega a más de 57 millones de toneladas. Pero, debido a la inadecuada gestión de su producción y transporte, millones se pierden en el proceso. 

Se calcula que se vierten al medio ambiente entre 52.000 y 184.000 toneladas de pellets cada año en la Unión Europea –el equivalente a unos 2.100 a 7.300 camiones repletos. Las granzas, llamadas «lágrimas de sirena», son consideradas unas de las principales fuentes de liberación no intencional de microplásticos.

Cada año, en la Unión Europea se vierte al medio ambiente el equivalente a unos 2.100 a 7.300 camiones repletos de pellets de plástico

Los pellets son granos de entre 2 y 5 milímetros de polietileno, polipropileno y otros plásticos o resinas sintéticas. Se caracterizan por su gran movilidad, adaptabilidad y resistencia, por lo que se desplazan con facilidad en aguas superficiales y corrientes marinas; y, al no ser biodegradables, permanecen en el tiempo. Pueden cargar toxinas y son ingeridos por diversas especies costeras (como crustáceos y tortugas y aves marinas) y causarles daños físicos o incluso la muerte.

Al contaminar la cadena trófica, se bioacumulan en los tejidos de los seres vivos y pueden llegar a nuestros alimentos. Aunque el impacto directo en la salud está siendo investigado, la exposición a microplásticos en estudios de laboratorio se ha relacionado con efectos tóxicos en los organismos vivos. Además, los microplásticos contribuyen al cambio climático, pues emiten gases de efecto invernadero e interfieren en la capacidad de los océanos para absorber y capturar dióxido de carbono. 

Y España no es ajena a esta realidad. En Cataluña, donde se concentra una buena parte de la industria del plástico del país, la granza es un problema cotidiano. Organizaciones han denunciado, con estudios sobre terreno, que desde Tarragona a Barcelona las playas están invadidas de pellets. La península también está en riesgo ante un posible vertido accidental a gran escala como ocurrió el invierno pasado cuando un buque perdió 25 toneladas de pellets camino a Portugal, y las «lágrimas de sirena» llegaron hasta Galicia y Asturias.

Al contaminar la cadena trófica, los microplásticos se bioacumulan en los tejidos de los seres vivos y pueden llegar a nuestros alimentos

No hay que dejar de lado que la fuga de pellets implica, además, una pérdida de materia prima y económica para la industria. A nivel mundial, el sector ha impulsado la iniciativa Operation Clean Sweep (OCS), un programa de certificaciones voluntarias para reducir la fuga, al que la industria española se adhirió en 2016 con el compromiso de la Asociación Española de Industriales de Plástico (ANAIP), y que desde 2021 tiene el respaldo del Ministerio para la Transición Ecológica. 

La Unión Europea ha implementado numerosas iniciativas para reducir la contaminación con plásticos, pero en el último año puso el foco en los pellets. Primero aprobó el reglamento REACH, que limita los microplásticos agregados a productos. Luego, en abril, estableció una nueva reglamentación con requisitos obligatorios de manipulación para toda la cadena –desde la producción, la conversión y el transporte hasta la gestión de residuos–. Se espera que esta entre en vigor a lo largo de 2024.

El tiburón ballena, «gigante gentil» en peligro de extinción

tiburón ballena

A pesar de ser el pez más grande del mundo, este animal se enfrenta a graves amenazas como la caza ilegal y el cambio climático, que requieren esfuerzos de conservación para garantizar su supervivencia a largo plazo.


En las profundidades del Mar Rojo, el Golfo de México y las costas australianas viven los llamados «gigantes gentiles», criaturas de 15 metros de largo y 20 toneladas de peso que, aunque ellos no lo sepan, son el pez más grande el mundo.

Hablamos de los tiburones ballena, fácilmente reconocibles por su piel llena de puntos blancos y líneas horizontales sobre un fondo gris oscuro. Ahora bien, son reconocibles en las fotografías, pues bajo el mar es precisamente este patrón de formas y colores lo que les permite camuflarse. Una particularidad de este animal es que, a pesar de su tamaño, se alimenta principalmente de plancton y peces pequeños, y no representa una amenaza para los humanos que intentan interactuar con ellos. De hecho, el tiburón ballena tiene unos dientes tan pequeños que no puede morder ni masticar, y eso que su boca mide más de un metro de ancho. Asimismo, son peces tremendamente longevos: ¡pueden vivir hasta 150 años! Desafortunadamente, se especula que menos del 10% sobrevivehasta la edad adulta. Hoy por hoy, el tiburón ballena es una especie en peligro de extinción. Su población se ha reducido un 50 % en los últimos 75 años y se estima que actualmente ronda entre 7.000 y 12.000 ejemplares. 

La población de esta especie se ha reducido un 50 % en los últimos 75 años y se estima que actualmente ronda entre 7.000 y 12.000 ejemplares

Si realmente son tan respetados en el fondo marino y tampoco ponen en peligro a los humanos, ¿por qué cada vez quedan menos? La caza ilegal de tiburones ballena para conseguir su carne, aletas y aceite son algunas de las  razones principales. Aunque existen leyes internacionales para evitarlo, la demanda en algunos mercados persiste. Por otro lado, la degradación de los ecosistemas marinos debido a la contaminación, el desarrollo costero y el cambio climático también está afectando a las áreas de alimentación y reproducción del animal. Además, el cambio climático es el gran factor del siglo XXI. Tanto las alteraciones en las corrientes oceánicas como la distribución de plancton influyen directamente la disponibilidad de alimento para estos gigantes del mar al tiempo que  los cambios en la temperatura del agua pueden alterar los patrones migratorios y los hábitats adecuados para esta especie.

Dicho lo cual, no hace falta ser cazador furtivo para que, a nivel individual, pongamos en peligro al tiburón ballena. En muchas regiones del mundo, el buceo con estos peces se ha convertido en actividad turística por excelencia, y esta práctica lucrativa contribuye a su desaparición. Varias agrupaciones de biólogos denuncian que la interacción constante con humanos puede influir en el comportamiento y hábitos de los animales. La constante cercanía de personas y embarcaciones no solo aumenta su estrés, sino que puede aumentar el riesgo de lesiones, ya sea por contacto con las hélices o por el comportamiento imprudente de algunos turistas. Además, la concentración de actividad humana en áreas específicas puede degradar el hábitat natural, lo que afecta la disponibilidad de alimento y la calidad del agua.

El buceo turístico en muchas regiones del mundo se ha convertido en un factor que contribuye a la desaparición del tiburón ballena

En conclusión, no por ser el pez más grande del mundo se está a salvo. El tiburón ballena se enfrenta múltiples amenazas que han llevado a su inclusión en la lista de especies en peligro de extinción, y por ello se requiere una acción inmediata. Los esfuerzos globales de conservación, la protección legislativa, la investigación científica y la sensibilización pública ofrecen una esperanza para la preservación de esta especie tan icónica. Debemos asegurarnos de queen las profundidades del Mar Rojo, el Golfo de México y las costas australianas sigan viviendo los «gigantes gentiles» por muchos siglos más.

¿Cómo afecta el cambio climático a los arrecifes de coral?

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Los arrecifes de coral están sufriendo los efectos del cambio climático ya que su capacidad de adaptarse y recuperarse del incremento de las temperaturas no es suficiente. En esta línea, el Grupo Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático (IPPC) apunta que para 2050 pueden extinguirse entre un 70% y un 90% de los corales del mundo. 

 

Dora García: «Me imaginaba a los osos polares viendo los cruceros de turistas y pensando que el fin estaba cada vez más cerca»

Charlamos con la artista a propósito de la crisis climática, el impacto de la industria cinematográfica en el medioambiente y su primer largometraje, END (dos prólogos).


Cantaba Paco Ibáñez  que «nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno». El arte como medio para denunciar las injusticias del mundo ha existido siempre, pero parece aún más necesario hoy, cuando la sobresaturación de contenidos en los medios hace que el foco se disuelva con más rapidez que nunca. La artista Dora García (Valladolid, 1965) se adentra en el terreno del cine en el largometraje END (dos prólogos), película en la que denuncia la situación climática en los polos. Charlamos con ella.

¿Por qué decides hacer el largometraje END (dos prólogos)?

Como respuesta a la invitación de CNIO arte, tras haber encontrado al científico David Bravo Nogués, macroecólogo, y haber decidido juntos que el mejor lugar para hablar de crisis climática y crisis de biodiversidad era el archipiélago noruego de Svalbard, el lugar habitado más al norte del planeta, y que se calienta siete veces más rápido que la media.

¿Te habías planteado antes utilizar el cine como medio para expresar tu preocupación ambiental? ¿Es tu primer proyecto de este tipo? 

Yo no soy cineasta, sino artista plástica, y a veces utilizo el medio del cine digital. Tengo mi preocupación medioambiental de ciudadana y la he expresado de varios modos, por ejemplo, contribuyendo en Greenpeace y ahora en Ecologistas en Acción. Esto me parece más efectivo que hacer una película, francamente. Pero quise visitar ese lugar con David Bravo Nogués y el CNIO para aprender y para ofrecerle una plataforma de divulgación a David. Es mi primer proyecto de este tipo y también la primera vez que filmo paisaje.

La industria cinematográfica tiene un impacto en el medio ambiente. ¿Crees que se están tomando las medidas necesarias para cambiarlo? ¿Qué piensas que debe mejorar?

En efecto, la industria cinematográfica tiene un impacto en el medio ambiente y lo tuvo también en nuestro viaje, ya que viajamos siete personas en avión a Svalbard. No hay otro modo de llegar y era por trabajo, pero el turismo es ahora la principal industria de Svalbard y constantemente llegan allí enormes cruceros que vienen de América y Asia. No creo que se esté haciendo prácticamente nada por reducir el impacto de la crisis climática. Un cierto avance es la conciencia de generaciones más jóvenes al respecto y, aunque no se está haciendo prácticamente nada, sí existe la conciencia de que hay que hacer algo y eso en sí es un avance. También quiero pensar que entre los jóvenes existe un rechazo al turismo masivo y al consumo de carne, lo que también es un avance.

El rodaje de la película se desarrolló en Noruega, donde el cambio climático se manifiesta con más rapidez que en el resto del planeta. ¿Era como te lo esperabas o hubo algo que te impactó?

Me había documentado mucho para hacer el trabajo, de modo que el paisaje era el que esperaba. Lo que sí me sorprendió e impactó fueron los inmensos cruceros de turistas que llegaban constantemente. Me imaginaba a los osos polares observando esas masas inmensas y pensando que el fin estaba cada vez más cerca.

¿Cuál es la lección que te llevas después de haber rodado esta película?

Que lo máximo que podemos esperar frente a la urgencia climática y de biodiversidad es poder adaptarnos para sobrevivir, aunque malamente. Nadie está haciendo lo necesario. También he aprendido que las guerras son, además de otras muchas cosas, agentes máximos de contaminación y calentamiento.

¿Crees que el cine es mejor que otros formatos para transmitir información y concienciar a propósito del cambio climático?

No, creo que la prensa y la información oral, pedagógica, en las escuelas y en las universidades son muy importantes también. Todos son buenos y necesarios.

¿Qué podéis hacer los artistas para luchar contra problemas como el cambio climático?

Evitar un modo de hacer cine extractivo y contaminante, como viajes constantes, rodajes que requieren mucho transporte de obras y personas… También decrecer la producción y convencer a los agentes con los que trabajamos (instituciones, galerías…) de que hagan.