El bambú, un aliado sostenible para la eficiencia energética

La rápida tasa de crecimiento del bambú, así como su gran densidad y su capacidad de absorción de CO2 convierten a este vegetal en una alternativa efectiva y sostenible para la producción de biomasa y, por tanto, de energía limpia.


Aunque es un gran desconocido para el gran público, el bambú es una de las opciones actuales más potentes y eficientes para la producción de biomasa. Gracias a su rápido crecimiento, esta planta permite disponer cada poco tiempo de la materia necesaria para generar calor o electricidad.

Una hectárea de bambú puede absorber 21,41 toneladas anuales de CO2 y almacenar aproximadamente 150 toneladas durante los primeros siete años de vida

En comparación con la leña, el bambú tiene una tasa de crecimiento mucho más rápida. Esto significa que se puede producir en mayores cantidades y con la ventaja de necesitar menos tiempo y espacio para su plantación y cultivo. De hecho, algunas especies pueden crecer hasta un metro por día. Además, una hectárea de bambú tiene la capacidad de absorber 21,41 toneladas anuales de CO2 y de almacenar aproximadamente 150 toneladas en los primeros siete años de vida, según datos aportados por la International Bamboo and Rattan Organization.

Estas propiedades particulares han llevado a algunas empresas a centrar sus plantaciones y explotaciones agrícolas en el cultivo de esta planta, a centrar sus plantaciones y explotaciones agrícolas en el cultivo de esta planta, con el objetivo de que pueda servir como proveedor de energía limpia y como una alternativa sostenible a los combustibles fósiles.

El bambú tiene una mayor densidad que la mayoría de las especies de madera, lo que significa que tiene un mayor contenido de energía por unidad de volumen y proporciona grandes cantidades de biomasa sostenible para la producción de energía renovable

Además, el bambú tiene una mayor densidad que la mayoría de los tipos de madera, lo que significa que tiene un mayor contenido de energía por unidad de volumen. Asimismo, proporciona grandes cantidades de biomasa sostenible para la producción de energía renovable.

Países como China, India, Brasil o Filipinas son algunos de los que lideran su desarrollo debido al poder energético que tiene el bambú al entrar en combustión. En Europa existen varias plantas de biomasa alimentadas con bambú y en España, el primer bosque dedicado a la producción de bambú se plantó en el año 2012.

Como se ha visto, el rendimiento del bambú para biomasa es muy alto. Cada año es posible llegar a más de 35 toneladas por hectárea recolectadas para este fin. Los tipos de energía que se pueden generar a partir de la combustión del bambú son, principalmente, eléctrica, calórica, gas y carbón.

En el primero de los casos, el calor producido por la biomasa puede emplearse para alimentar generadores eléctricos, ya sea para autoconsumo o bien para verter a la red eléctrica en sistemas de gran escala. Por otro lado, el propio proceso de combustión del bambú y la producción de biomasa generan calor para utilizar en calefacciones o, incluso, agua caliente sanitaria. Por último, los procesos de combustión a pequeña escala generan gas e, incluso, carbón, que se pueden reaprovechar como combustibles.

Además de esta propiedad en la generación de diferentes tipos de energía, la rigidez y la cámara interior de aire con las que cuenta este vegetal permiten realizar construcciones, contrachapados y paneles con características altamente aislantes. También en relación con los campos de la arquitectura y la construcción, comparado con otros materiales como el hormigón o el acero, la producción del bambú requiere menos energía y tiene una baja huella ecológica, lo que ayuda a reducir las emisiones de dióxido de carbono y lograr viviendas mucho más sostenibles.