Categoría: Agenda 2030

Primavera en la ciudad: un momento clave para proteger la biodiversidad

La primavera se anuncia ya en los días que, poco a poco, empiezan a alargar sus horas de luz. También en los brotes de los árboles, que exhiben sus flores al mundo. Pero sobre todo en ese estallido de sonidos provocado por los animales que salen por fin de sus refugios. Si nos paramos un momento, seremos capaces de escuchar ese bullicio único de la estación, el periodo de cortejo por antonomasia y también un momento idóneo para las migraciones.

Sin embargo, en el entorno urbano, a medida que aumentan las interacciones animales también lo hace el riesgo. En España, más de 500 millones de aves mueren al año tras chocarse, en pleno vuelo, contra cristales y ventanas. También en nuestro país mueren atropellados anualmente 9 millones de aves y 1,5 millones de mamíferos, víctimas de los desplazamientos entre ciudades y pueblos. Eso sin contar con las vidas perdidas de animales invertebrados como las mariposas o las abejas.

En España, más de 500 millones de aves mueren al año tras chocarse, en pleno vuelo, contra cristales y ventanas

Desde hace varias décadas, la brecha que deja el conflicto entre el desarrollo urbanístico y el respeto a la biodiversidad no ha dejado de agrandarse: la mayor evidencia la encontramos durante el confinamiento provocado en 2020 por la covid-19, cuando numerosas especies de animales camparon a sus anchas por las calles y las carreteras sin correr el riesgo de sufrir daños. Tras el fin de las medidas, la presencia de los animales fue poco a poco reduciéndose de nuevo.

Es una problemática compleja y grave. En primer lugar porque el vínculo entre la biodiversidad urbana y nuestra forma de vida es muy estrecho. Perder una significa perder también la otra. Una investigación reciente basada en los resultados de 19 estudios, responsables de analizar un total de 40 tipos de relaciones entre la biodiversidad y la salud humana, llegó a la conclusión de que un 60% de estas conexiones eran positivas, frente a un 8% negativas y un 33% sin efectos significativos.

Explicado de una forma más clara, la biodiversidad no es un elemento ajeno a las ciudades, sino que esta contribuye al bienestar del ser humano: regula la aparición de plagas y parásitos, mejora el bienestar físico y mental, facilita la polinización y la reproducción de las especies vegetales –incrementando, por tanto, la presencia de pulmones verdes y sumideros de carbono– y contribuye a mitigar los efectos del cambio climático al garantizar la permanencia de los espacios verdes. Además, está demostrado que la presencia de biodiversidad nos acerca más a la naturaleza y nos obliga a asumir más responsabilidades con el medio ambiente.

En busca de ciudades más respetuosas

Aunque se tiende a concebir las ciudades como enemigas de los ecosistemas, lo cierto es que estos entornos per se no son los que provocan el daño. De hecho, estas pueden ayudar a conservar especies locales y facilitar los pasos migratorios. El problema llega cuando la actividad humana las hace inhabitables.

Crear corredores de fauna silvestre en jardines, plantar especies autóctonas o construir nidos artificiales son medidas efectivas para proteger la biodiversidad urbana

En este sentido, algunas tendencias del urbanismo ecológico han introducido innovaciones para integrar la naturaleza en los edificios, implantando fachadas verdes y jardines verticales, eliminando posibles reflejos en los cristales para evitar que los pájaros las confundan con paisajes, reduciendo la contaminación lumínica y acústica, limitando pavimentos artificiales o creando corredores de vida silvestre entre jardines y parques. Un buen ejemplo es la ciudad inglesa de Bristol que, dentro de los actos conmemorativos tras su nombramiento en 2015 como Capital Verde Europea, propuso convertir la ciudad en un entorno amigable para la fauna silvestre plantando especies vegetales capaces de atraer a abejas y mariposas y construyendo nidos artificiales para pájaros y murciélagos, entre otras acciones.

Otras propuestas más sencillas pasan por plantar especies autóctonas para atraer a insectos locales, evitar plantas exóticas invasoras, tapar piscinas para evitar que los animales caigan en ellas o evitar las podas de setos y arbustos entre los meses de mayo y agosto para no bloquear los procesos de reproducción de las aves y otros animales.

Sin embargo, organizaciones expertas como SEO/Birdlife consideran que para construir ciudades respetuosas con la biodiversidad es necesario subir un escalón más en el urbanismo, alcanzando la planificación urbanística. Como cada ciudad es única, las realidades de los distintos entornos urbanos permiten elaborar una hoja de ruta para hacer evolucionar las ciudades hacia espacios más resilientes y conectados a la naturaleza.

Así, los expertos de la organización han elaborado a través de los proyectos de conservación desarrollados a lo largo de los últimos 15 años en Cantabria una exhaustiva guía, inspirada en más de 40 estudios de caso, que incluye 100 medidas para la conservación de la biodiversidad en entornos urbanos –agrupadas en los ámbitos de gestión municipal, expansión urbanística, edificios e infraestructuras, zonas verdes, educación y participación ciudadana– para aunar esfuerzos y crear un mundo mucho más biodiverso y, por tanto, menos hostil.

La industria de la moda quiere ser sostenible

Con cada temporada, la industria de la moda presenta nuevas colecciones para los siguientes meses. Sobre la pasarela de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, que se ha celebrado recientemente en la capital, se han podido ver nuevos estilos y nuevas interpretaciones que marcarán tendencia en las calles de todo el mundo.

Sin embargo, el hecho de que las tendencias sean tan fugaces es la base de un problema. La industria de la moda potencia así un elevado consumo y condena a sus productos a un ciclo de vida muy corto. Como recuerdan en el estudio La transformación sostenible del sector textil, elaborado por KPMG, cada año se tiran a la basura 800.000 toneladas de ropa, y de ellas, cada prenda ha sido usada únicamente una media de 15 veces. A nivel global, el sector textil es el responsable del 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero y del 30% de todos los residuos plásticos que hay en los océanos.

El consumidor medio tiene hoy un 60% más de prendas que hace una década, según datos de la ONU

Comparando los hábitos del presente con los del pasado más cercano, se confirma ese impacto. Cada persona usa hoy un 60% más de prendas que hace una década, según datos de la ONU, una cifra tan elevada que ha llevado ya a que aparezcan comportamientos como el köpskam (vergüenza por comprar, en sueco), un movimiento crítico con la compra de prendas nuevas y que aboga por el reciclaje, o alquiler de ropa. Como explicaba Neus Soler, profesora colaboradora de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya, hablando sobre la aparición de este término, su existencia «se deriva de la necesidad de hacer entender a la industria que su producción debe ser sostenible».

En un momento en el que la conciencia medioambiental es más elevada que nunca y en el que se aspira a potenciar la economía circular y a reducir el despilfarro de recursos, la moda empieza a hacer un viraje más que necesario. Los consumidores buscan cada vez más moda sostenible y respetuosa con el entorno, pero también la propia industria textil ha ido asumiendo esos compromisos como uno de sus valores fundamentales. La propia Mercedes-Benz Fashion Week Madrid definía su esencia en la presentación de esta última edición hablando de «elegancia en el diseño» pero también de sostenibilidad, apuntando por «un desarrollo sostenible como único camino posible».

Moda diversa e inclusiva

Si hace unos años las marcas de moda sostenible eran pequeñas compañías emergentes, ahora el compromiso se ha convertido en algo generalizado. No solo marcas especializadas como Ecoalf, Thinking Mu o Lindissims, entre muchas otras, se centran en ser respetuosas con el entorno. Gigantes como H&M, Mango o Inditex cuentan con colecciones verdes o con sistemas de recogida de prendas usadas y trabajan para diseñar tiendas más ecológicas. Igualmente, los principales fabricantes de la industria de la moda se han vinculado al Reto de Algodón Sostenible 2025.

En general, la moda sostenible intenta ser lo más respetuosa posible durante todas las fases de producción y comercialización. Esto supone prestar atención a las materias primas o al impacto que tienen sus fábricas en el medio ambiente, pero también pagar salarios justos a sus plantillas, incentivar el reciclaje de prendas o educar a los consumidores sobre los comportamientos más sostenibles.

La industria de la moda también ha dado pasos de gigante en términos de inclusión y diversidad en los últimos años

Los compradores ya apuestan por marcas verdes, por prácticas como la reutilización o el alquiler de prendas o por conocer con detalle la letra pequeña de cómo se han hecho sus prendas favoritas. También se muestran cada vez más sensibilizados ante otras cuestiones responsables sobre la moda. Como recuerdan los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la ONU, la sostenibilidad no implica únicamente ser verde. A la par, supone preocuparse por la brecha social o por la igualdad de género, entre otras muchas cuestiones para lograr un mundo más justo.

Así, la industria de la moda también ha dado pasos de gigante en términos de inclusión y diversidad en los últimos años. Muchas compañías no solo han abandonado prácticas comerciales en las que se cosificaba a las mujeres, sino que han introducido cuerpos diversos entre las modelos que presentan sus productos. En general, los cuerpos no normativos son cada vez más habituales en las campañas y las cadenas de moda han ido ampliando las tallas disponibles en tiendas para reflejar en sus expositores la diversidad real.

La contaminación por medicamentos, una gran amenaza para los ríos

Featured Video Play Icon

Un estudio científico dirigido por la Universidad de Nueva York ha analizado la presencia de productos farmacéuticos en las aguas fluviales de 258 ríos de todo el mundo. Los resultados han detectado concentraciones potencialmente tóxicas en más de la cuarta parte de los lugares analizados. Una contaminación que representa una notable amenaza para el medio ambiente y la salud humana.

Cinco lecturas inspiradoras sobre mujeres que cambiaron el mundo

A lo largo de la historia, son muchas las mujeres que han entregado su vida a hacer de este mundo un lugar mejor para las futuras generaciones. Con esta recopilación ponemos en valor su lucha y evitamos que caigan en el olvido.

‘El libro de la esperanza’, de Jane Goodall

 

El trabajo de la naturalista y conservacionista Jane Goodall se ha convertido en la inspiración de un buen número de activistas por el clima. Sus trabajos advirtiendo sobre el grave riesgo en el que se encuentra el planeta datan de hace más de medio siglo, cuando apenas se habían acuñado términos que hoy forman ya parte de nuestro día a día. En esta obra, Goodall vacía el conocimiento adquirido durante toda una vida dedicada al planeta en una extensa conversación con su coautor, Doug Abrams. El libro supone un reflejo nítido del problema que enfrentamos pero abre la puerta a una posible solución, que pasa indudablemente por una concienciación mundial.

‘Mi historia’, de Rosa Park

El 1 de diciembre de 1955, Rosa Parks se negó a ceder su sitio a un hombre blanco en un autobús segregado. El resto es historia. La acción se convirtió rápidamente en un auténtico símbolo en la lucha contra el racismo existente en Estados Unidos, desencadenando un movimiento masivo que terminaría con la segregación racial declarada inconstitucional. A cambio de ese gesto de desobediencia que innegablemente desencadenó un mundo mejor, Rosa Parks perdió su trabajo. En este libro, Parks narra en primera persona su papel en la lucha por la igualdad de la población norteamericana.

‘Éxtasis y yo’, de Hedy Lamarr

Considerada como una de las mujeres más bellas del siglo XX y una auténtica estrella del cine clásico, la vida de Hedy Lamarr es fascinante tras la gran pantalla. Ingeniera de telecomunicaciones e inventora además de actriz, desarrolló un sistema de encriptación de misiles durante la II Guerra Mundial que dio lugar al sistema Wi-Fi que conocemos hoy en día. Tal fue su aportación, que Austria, su país natal, celebra cada 9 de noviembre el Día del Inventor en su honor. En esta autobiografía, Lamarr repasa su vida, a caballo entre el glamour de Hollywood y la investigación más puntera.

‘Yo soy Malala’, de Malala Yousafzai

Un martes de octubre de 2012, a Malala Yousafzai le dispararon un tiro en la cabeza cuando volvía de la escuela. El motivo: haberse revelado contra el régimen talibán de su país natal, Pakistán, y reivindicar su derecho a la educación. Al sobrevivir a este intento de asesinato, Yousafzai, que tan solo contaba con 15 años, se convirtió en un referente global de la protesta pacífica y en la persona más joven en ser nominada al Premio Nobel de la Paz. En esta emocionante obra, la joven narra en primera persona la lucha de su familia contra el terrorismo y la valentía de unos padres que confiaron en la educación de sus hijas como forma de cambiar el mundo.

‘Frida’, de Hayden Herrera

Frida Kahlo es, de forma indiscutible, una de las artistas más inspiradoras de la historia. La pintora mexicana, cuyas obras han estado expuestas en más de medio mundo, no solo es admirada por su trabajo, sino también por la personalidad y fortaleza que destilan sus pinturas. Tras una extensa investigación a partir de cartas y escritos, Hayden Herrera firma un trabajo riguroso en el que se refleja a una Kahlo en constante rebelión contra una existencia difícil. La vida de la pintora, apasionante y repleta de desafíos, habla también de la fortaleza de una persona y el refugio hallado en el arte como punto de apoyo para afrontar el día a día.

Australia declara al koala en peligro de extinción

Los koalas se asentaron en los campos de eucalipto de Australia hace millones de años. Les gustó especialmente la parte oriental, que convirtieron en su hábitat hasta que, hace apenas 250 años, los colonos británicos decidieron instalarse en la región y despejar terreno salvaje para dar cabida a la agricultura y a las infraestructuras urbanas. En consecuencia, los marsupiales de la zona quedaron en jaque teniendo que huir de su entorno al ver destruidos los campos que les servían de cobijo y alimento. Una huida que se vio agravada por la persecución de cazadores furtivos que codiciaban sus pieles, que empezaban a adquirir un enorme valor.

Afortunadamente, los dos siglos que nos separan desde aquella época permitieron a la población australiana reconciliarse paulatinamente con el koala, hasta el punto de convertirlo en símbolo nacional y embajador turístico. Sin embargo, pese a que hoy en día la caza furtiva de esta especie se ha controlado y casi eliminado por completo, el número de ejemplares continúa disminuyendo. Y es que el gran enemigo en el siglo XXI ya no lleva escopeta, los incendios, las sequías y la urbanización masiva es lo que, desde hace 20 años, está destruyendo el hábitat de los koalas.

En los últimos tres años, Australia ha perdido alrededor del 30% de las poblaciones de koalas, según un estudio de la Australian Koala Foundation

En 2012, los colectivos animalistas ya ejercieron presión a las autoridades para tomar cartas en el asunto, y consiguieron que los koalas fueran clasificados como especie vulnerable. No obstante, esa etiqueta no fue suficiente para frenar el declive. En los últimos tres años, Australia ha perdido alrededor del 30% de las poblaciones de koalas, según un estudio de la Australian Koala Foundation. Concretamente, si en 2018 se contabilizaron más de 80.000 ejemplares, el año pasado no llegaron a 60.000.

Ante esta situación, con la llegada de 2022, el Gobierno de Australia ha decidido incluir al koala en la lista de animales en peligro de extinción, y así dedicar más recursos a devolverles el espacio que una vez les perteneció. El primer ministro del país, Scott Morrison, ha anunciado que invertirá 50 millones de dólares durante los próximos cuatro años para la conservación y recuperación de la especie. “Los protegeremos mediante la restauración de su hábitat, el apoyo económico a tratamientos y cuidados médicos, el refuerzo en investigación en salud animal e intentaremos comprender mejor a sus poblaciones”, ha asegurado. De esta forma, se prevé que la ley medioambiental nacional no solo devuelva la calidad de vida a los koalas sino a muchos otros animales con los que comparten entorno.

Aun así, diversas organizaciones animalistas reclaman que esta acción no basta para solucionar el problema. El científico conservacionista Stuart Blanch, que trabaja en WWF-Australia, indicaba que “esta decisión es bienvenida, pero no parará el descenso de marsupiales hasta la extinción a menos que se tomen medidas legales más severas.” A fin de cuentas, en una década los koalas han pasado de no figurar en ninguna lista a ser catalogados como vulnerables, y de vulnerables a estar en peligro de extinción.

Australia invertirá 50 millones de dólares durante los próximos cuatro años para la conservación y recuperación de esta especie

Por otra parte, hay organismos que no están completamente de acuerdo con la decisión del primer ministro australiano. Si bien hay unanimidad en que el koala es una especie frágil, no la hay en cuanto al peligro de extinción. El origen de esta ambigüedad surge de la dificultad por censar koalas, ya que las estimaciones varían en gran medida según la zona y el equipo que realice el recuento. Por ejemplo, la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que es la máxima autoridad a nivel global sobre el estado de conservación de las especies, niega que el koala esté en un peligro de extinción real.

Sea como sea, los koalas están en una situación delicada, lo suficiente como para ser atendidos con más empeño que en el pasado. No podemos olvidar el gran papel que ocupan en el círculo de la vida: su desaparición de los ecosistemas conllevaría una complicación en la reproducción de los bosques, lo que supondría un impacto irreversible para el planeta y para todas las especies que habitamos en él.

Las especies invasoras, un riesgo para la biodiversidad local

Featured Video Play Icon

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), las especies exóticas invasoras son la segunda causa de pérdida de biodiversidad en el mundo. Estas especies están provocando una rápida y masiva pérdida de animales endémicos, notables daños en el medio ambiente y su acción tiene un importante impacto en las economías de los países perjudicados.

Taxonomía verde, la apuesta económica de la Unión Europea en materia de clima

La Unión Europea, en el marco del Pacto Verde Europeo, se ha fijado el ambicioso objetivo de lograr la neutralidad climática de aquí a 2050. Para alcanzar esa meta el continente se ha comprometido a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 55%, con respecto a los niveles de 1990, antes de 2030. En esta línea, se ha lanzado un paquete de medidas, conocido como Objetivo 55, que pretende revisar y actualizar la legislación europea en materia de clima, energía y transporte.

Reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2), eficiencia energética, combustibles alternativos, fiscalidad energética y energías renovables son solo algunas de las cuestiones que, de manera urgente, se deben abordar y que el plan Objetivo 55 pretende abordar. El estricto cumplimiento de las mismas por parte de los estados miembros facilitará que podamos disfrutar de un planeta más sostenible.

La taxonomía verde potencia la inversión privada en actividades económicas que se alinean con seis de los ODS

Por supuesto, asumir estas medidas implica una fuerte inversión económica. Por ello, la Unión Europea ha desarrollado una taxonomía verde, un sistema de clasificación que establece un listado de actividades económicas sostenibles. Todo, con el objetivo de movilizar la inversión privada para acelerar la transición ecológica.

La protección de los inversores privados y los consumidores de las estrategias de greenwashing, con las que algunas empresas venden al cliente una imagen de respeto hacia el medio ambiente que no se corresponde con la realidad, se encuentra en el corazón de la taxonomía verde. De hecho, su principal objetivo es establecer jurídicamente las actividades económicas que pueden considerarse sostenibles e incorporar un estricto control sobre las mismas exigiendo auditorías e informes más detallados. Así, las empresas cuyas actividades se adapten a este sistema, tendrán más oportunidades de recibir financiación privada.

Pero ¿cómo determina la taxonomía verde qué actividades económicas entran en esa categoría y son, por tanto, beneficiosas para el inversor? La Comisión Europea establece que, para ser considerada ambientalmente sostenible, cualquier actividad económica debe orientarse (al menos) a la mitigación del cambio climático, la adaptación al mismo, el uso sostenible del agua, la transición hacia una economía circular, la prevención de la contaminación o la protección de ecosistemas saludables. Efectivamente, estos seis propósitos coinciden con seis de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.

La Unión Europea se ha comprometido a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% antes del año 2030

Si bien el documento base de esta taxonomía verde entró en vigor en julio de 2021, queda pendiente la lista real de actividades económicas ambientalmente sostenibles, que ha de cumplimentarse a través de actos delegados. El primero de estos actos delegados entró en vigor en diciembre del pasado año tras la aprobación por parte de todos los estados miembros.

No obstante, la polémica surgió a principios de 2022 con el segundo de estos actos, que otorga categoría de energías verdes a las nucleares y el gas natural. No todos los estados aceptan esta categorización y, en previsión de esta negativa, la Comisión Europea plantea considerar la energía verde como transitoria hacia el pleno uso de energías renovables. Así, en los casos de la nuclear solo aplicaría para aquellas centrales construidas antes de 2045, y en el del gas natural a las que emitan menos de 100 gramos de CO2 por kilovatio hora.

Sin duda, los miembros de la UE deberán dar a este acto delegado, antes de su aprobación, una forma determinada que permita a los inversores privados seguir apostando por aquellas actividades económicas que mejoren el sistema energético y las relacionadas con las energías renovables.

Cinco científicas que han contribuido a la sostenibilidad

Durante los últimos dos años el mundo ha sido más consciente si cabe del importante papel que juega la ciencia en nuestras vidas, no solo para aminorar los efectos de una pandemia mundial, sino también para avanzar como sociedad. Precisamente, muchas mujeres han estado al frente de las investigaciones que han permitido desarrollar las vacunas frente a la Covid-19. Sin embargo, su menor presencia en el terreno científico sigue evidenciando una gran brecha de género. Según datos de la Unesco, las mujeres suponen menos del 30% en los equipos de investigación científica. Y otro dato más: de todos los premios Nobel otorgados, solamente el 6% llevan inscrito nombre femenino.

Alcanzar para 2030, la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas, pasa por reconocer la carrera de las científicas como merecen. De ahí que cada 11 de febrero se ponga en valor a todas las mujeres que han contribuido a la transformación del paradigma científico, al desarrollo de nuestra sociedad y al cuidado de nuestro planeta a través de la  investigación. Estos son cinco ejemplos:

Eunice Newton: Nos advirtió del efecto invernadero

Pocas mujeres del siglo XIX se atrevían a proponer ideas nuevas. Una de ellas fue Eunice Newton, sufragista, científica y climatóloga pionera en el descubrimiento del gas de efecto invernadero. Su experimento demostró que un cilindro de cristal con aire húmedo se calentaba más que uno con aire seco. Y un cilindro con dióxido de carbono no solo se calentaba todavía más, sino que le costaba notablemente enfriarse de nuevo. Por tanto, concluyó que una atmósfera con ese gas dentro provocaría altas temperaturas en la Tierra. Ahora bien, a pesar de la relevancia de su descubrimiento, Eunice Newton cayó rápidamente en el olvido.

 

Josefina Castellví: al cuidado de la biodiversidad polar

En nuestro país, la inspiración llegó con personas como la oceanógrafa catalana Josefina Castellví. Siempre ha estado  comprometida con los círculos polares, y ha sido, junto a la bióloga Marta Estrada, la primera española en participar en una expedición internacional en la Antártida. Además, fue la primera mujer en dirigir una base antártica. También ha dirigido el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC durante varios años. La propia “Pepita”, a sus 86 años, recuerda la situación de las mujeres en los laboratorios. No hace tanto de aquel entonces, corrían los años 80, cuando la tarea de ellas se limitaba a limpiar tubos y hacer facturas, pero muy pocas eran científicas.

 

Rose Mutiso: Activista contra el déficit energético

Desde joven decidió ayudar a las generaciones futuras de mujeres académicas africanas, y tras acabar la universidad optó por buscar soluciones al déficit energético que se esparce por África y Asia. Apasionada de la ciencia y la tecnología, la keniata Rose Mutiso es ingeniera, doctora en Ciencias de Materiales y fundó en Nairobi, con otros compañeros, el Instituto Mawazo ("Ideas") de investigación. Su trayectoria destaca por haber contribuido enormemente en decisiones medioambientales, en política energética e innovación sostenible en tres continentes distintos: América, Asia y África. Actualmente, también ayuda a mujeres en países subdesarrollados a convertirse en académicas y líderes políticos.

 

Kate Raworth: Best-seller en economía circular

Economista centrada en los retos sociales y ecológicos del siglo XXI. El prestigio de Raworth viene de su idea de la Doughnut Economics (economía del donut). Es una metáfora visual en la que combina conceptos de límites planetarios y sociales para replantear nuevas metas económicas. Su propuesta ha dado la vuelta al mundo y ha sido presentada en espacios como la Asamblea General de la ONU. Además, Kate Raworth trabaja como investigadora en el Environmental Change Institute de la Universidad de Oxford y es socia del Cambridge Institute for Sustainability Leadership.

 

Neri Oxman: Fundadora de la ecología de materiales

Está llamada a ser arquitecta del cambio, mezclando su conocimiento en diseño computacional, biología sintética y fabricación digital. Oxman fue de las primeras personas en investigar sobre ecología de materiales, una rama desconocida hasta hace menos de 20 años. Su labor consiste en informar sobre la composición material de los edificios que nos rodean y cómo estos pueden convivir con los ecosistemas cercanos. Con mucho esfuerzo y algo de suerte, la israelí Neri Oxman espera pasar de consumir naturaleza a aumentarla.

La mutilación genital femenina: un contador que no se detiene

En el mundo, 200 millones de mujeres y niñas vivas han sufrido mutilación total parcial de sus genitales por motivos ajenos a la salud, según Unicef. La cifra equivale a la población de Brasil y supera cuatro veces la de España.

Tomar perspectiva y realizar este tipo de comparaciones resulta necesario a la hora de entender la dimensión de una lacra que, pese a ciertos avances para su eliminación, sigue siendo una práctica habitual en más de 31 países. Así lo reflejan los últimos datos publicados por Unicef, de los que se extrae que en lugares como Somalia, Guinea o Sierra Leona, casi el 90% de las mujeres son forzadas a la ablación genital, una ‘tradición’ que más allá de la violación de derechos humanos que constituye, deriva en complicaciones médicas que en algunos casos llevan incluso a la muerte. De hecho, tal y como reveló en 2006 un estudio dirigido por la Organización Mundial de la Salud, la mutilación genital femenina daba lugar a entre el 1% y el 2% de las muertes infantiles durante el parto, y las mujeres que habían sufrido una mutilación genital corrían un riesgo considerablemente mayor de tener complicaciones en el parto, necesitar una cesárea o padecer una hemorragia posparto.

En países como Somalia, Guinea o Sierra Leona, casi el 90% de las mujeres son forzadas a la mutilación genital

Cuando se viaja al fondo del asunto y se trata de determinar el motivo que ha llevado a ciertas sociedades a generalizar esta práctica, las respuestas no están nada claras. Pese a que muchas veces se asocia la mutilación genital femenina con una cuestión religiosa, lo cierto es que no se conocen textos teológicos que obliguen a realizarla. Se trata por tanto más de una cuestión relativa a la tradición, bajo la falsa creencia de que por medio de esta práctica se garantiza el futuro matrimonio de las niñas y el honor de las familias. En otros casos, la extirpación de los genitales se concibe también como una forma de controlar la sexualidad de la mujer.

Intentos por eliminarla

Pese a que en las últimas décadas se ha trabajado mucho en pos de la eliminación de la mutilación genital femenina, lo cierto es que queda mucho camino por recorrer y es necesaria una mayor implicación social e institucional para lograr su completa anulación. En este sentido, Unicef y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) dirigen conjuntamente desde 2008 el programa mundial más importante de los que actualmente tienen vigencia. Este programa basa sus esfuerzos en la educación a la hora de trabajar con las comunidades y hablar abiertamente de los beneficios que para sus sociedades implicaría la eliminación de esta práctica, así como fomentar su oposición a la misma. Este trabajo se realiza a su vez en colaboración con trabajadores de la salud de cara a prestar asistencia también a aquellas mujeres víctimas de la mutilación.

Unicef y el Fondo de Población de las Naciones Unidas dirigen conjuntamente desde 2008 el programa mundial que trata de educar a las comunidades en oposición a esta práctica

No es el único programa en busca de un cambio. En 2019, la Unión Europea y la Organización de las Naciones Unidas pusieron en marcha la iniciativa Spotlight para erradicar la violencia contra las mujeres y niñas. Con una dotación económica inicial de 500 millones de euros, casi la mitad de los fondos recayeron en el trabajo para la eliminación de la mutilación genital femenina, un proceso que se encuentra actualmente en desarrollo y del que, a buen seguro, se podrán extraer grandes resultados.

No obstante, este objetivo apenas acaba de comenzar. Es por eso que desde la ONU se nombró el 6 de febrero como el Día Mundial contra la Mutilación Genital Femenina, como gesto simbólico para fomentar la concienciación y evitar que los 200 millones de mujeres y niñas que la han sufrido hasta el momento, continúen en constante ascenso. 200 millones es una cantidad escalofriante; está en manos de la sociedad evitar que el contador siga subiendo.

Salvar Doñana, una apuesta por el futuro

El Parque Nacional de Doñana, localizado entre las provincias de Cádiz, Huelva y Sevilla, es el mayor espacio natural de nuestro país y está conformado por un mosaico de ecosistemas que albergan una biodiversidad única en todo el continente europeo, siendo referencia mundial por su valor ecológico.

De las 54.251 hectáreas que conforman el  Parque Nacional de Doñana, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994, unas 27.000 pertenecen a los humedales que conforman las marismas. Estas marismas se encuentran permanentemente saturadas de agua y favorecen una gran diversidad biológica, convirtiéndose en parada fundamental en la ruta de muchas aves migratorias, no sólo europeas sino también africanas. Con su alta capacidad de absorción, además, amortiguan posibles inundaciones y combaten las sequías gracias a su gran volumen de almacenamiento. Igualmente, son un aliado imprescindible en la lucha contra el cambio climático ya que retienen ingentes cantidades de gases de efecto invernadero.

Los humedales son entornos de gran diversidad biológica que previenen inundaciones y sequías, combaten el cambio climático y favorecen la economía

El impacto de estos beneficios es innegable, desde el punto de vista medioambiental. Sin embargo, va mucho más allá: las marismas también favorecen el desarrollo de la economía local permitiendo el uso de sistemas de agricultura y pesca tradicionales y potenciando el ecoturismo.

Lamentablemente, la búsqueda de un beneficio económico extra amenaza a los humedales de Doñana con un peligroso descenso en su extensión. Así lo ha considerado el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que en junio del año pasado hizo pública una sentencia contra el Estado español por la deficiente gestión de los recursos hídricos del parque. Las extracciones de agua para el regadío en la agricultura industrial, en muchos casos realizadas de forma ilegal, y el desvío de grandes cantidades hídricas al turismo de la zona son las grandes amenazas que se ciernen sobre los humedales de Doñana. Así lo reconoce dicha sentencia y lo denuncian diversas organizaciones no gubernamentales.

La UNESCO también se ha dirigido al Gobierno de España para exigir un cambio radical en la gestión del parque y su entorno con el fin de evitar el colapso. Entre sus recomendaciones figura la de aplicar el Plan Especial de la Corona Forestal de Doñana, aprobado en 2014 por la Junta de Andalucía y que en 2019, según denuncias de WWF, solo se cumplía en un 20%.

Para mejorar la actual situación, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha puesto en marcha el Plan Estratégico para la Conservación de los Humedales 2022-2030, que actuará en nueve humedales de nuestra geografía que corren peligro. En el caso de Doñana, se combatirán las extracciones ilegales de agua, y se realizarán intervenciones que permitan elevar temporalmente los niveles hídricos del subsuelo.

El Parque Nacional de Doñana está declarado como Patrimonio de la Humanidad desde 1994 y cuenta con 27.000 hectáreas de humedales

Por otro lado, como continuación del programa Ferdoñana, que a través de la formación y el asesoramiento personalizado logró reducir la pérdida de agua en la zona mejorando la rentabilidad del sector de cultivo de frutos rojos, la Unión Europea aprobó, a finales de 2020, su contribución financiera para el proyecto Life4Doñana. Este se está desarrollando en seis fincas piloto de cultivo de fresa para incorporar sistemas de riego a demanda que permitan potenciar tanto la sostenibilidad de dicho cultivo como la eficiencia en el uso de agua.

Igualmente, en 2016, la empresa Heineken España puso en marcha el Proyecto Doñana, con el fin de devolver a diversos humedales más de 1.000 millones de litros de agua al año. Este proyecto cuenta con el apoyo de la organización no gubernamental SEO/Birdlife, que monitoriza las mejoras medioambientales logradas en los humedales intervenidos y aporta datos sobre viabilidad de réplica en nuevos entornos.

Cualquier acción orientada a la recuperación de los humedales de Doñana y la sostenibilidad de los cultivos que se alimentan de sus aguas será indudablemente beneficiosa para nuestro ecosistema, pero también podrá convertirse en una herramienta de progreso socioeconómico.