Categoría: Agenda 2030

Feria Presura: cómo repoblar la España Vacía con innovación social

vacía

"¡Las figuras del campo sobre el cielo!

Dos lentos bueyes

aran en un alcor, cuando el otoño empieza,

y entre las negras testas doblegadas bajo el pesado yugo,

pende un cesto de juncos y retama,

que es la cuna de un niño; 

y tras la yunta marcha

un hombre que se inclina hacia la tierra,

y una mujer que en las abiertas zanjas arroja la semilla".

Antonio Machado describía así una tarde de otoño en los campos de Soria. Con sus versos, el poeta sitúa a un buey, a un niño, a un hombre y a una mujer como protagonistas de una escena que a inicios del siglo XX representaba el día a día de la población de Castilla. Ahora, las tierras que inspiraron al poeta cuentan cada vez con menos figuras del campo: Soria es la provincia con la densidad de población más baja de España y, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), pierde cerca de diez habitantes a la semana.

Lejos de ser un caso aislado, la despoblación rural es un fenómeno cada vez más evidente en zonas de Castilla y León, Castilla La-Mancha Extremadura, Galicia o Aragón. Una vasta superficie (cerca del 80%) en el que vive mucho menos de la mitad de los habitantes. O, dándole la vuelta al porcentaje, cerca del 85% de la población vive concentrada en apenas el 20% del territorio que ocupan las ciudades. Estos datos reflejan una España vaciada o vacía -según la expresión acuñada por el periodista Sergio del Molino- que se desangra a ritmos cada vez mayores.

Para ayudar a redefinir el futuro de las zonas rurales, el Grupo Red Eléctrica se ha comprometido a luchar contra la despoblación del medio rural español a través de acciones que promueven iniciativas emprendedoras para el desarrollo social y económico del entorno rural.

Este es también el foco de Presura, la Feria Nacional para la Repoblación de la España Rural, que celebrará su tercera edición en Soria los días 8, 9 y 10 de noviembre. Presura es una iniciativa que organiza El Hueco – un ecosistema de fomento de la innovación social – y que cuenta con el apoyo de Red Eléctrica.

El reto es atraer a personas con espíritu emprendedor

Estas jornadas se presentan como un punto de encuentro de académicos, expertos en demografía e innovación y emprendedores que explorarán los principales retos a los que se enfrentan las zonas del país con menos habitantes. El reto es atraer a personas con espíritu emprendedor que quieran poner en marcha una idea, un negocio o un proyecto de vida en los territorios rurales. De hecho, el término que da nombre a la feria es ya toda una declaración de intenciones.

En la España medieval existía un sistema conocido como ‘derecho de presura’, una fórmula jurídica destinada a atraer a gente hacia las zonas despobladas. Salvando las distancias, la misma idea planea sobre esta feria Presura que busca facilitar la llegada de nuevos pobladores a esos lugares que han ido perdiendo esas “figuras del campo” por las que suspiraba Machado.

La necesaria apuesta por el desarrollo rural

Esta feria pone fin a la gira Presura que ha recorrido a bordo de un autobús este verano 26 municipios de la geografía española. La gira ha puesto de manifiesto las dificultades que entraña vivir en áreas rurales y también ha dado visibilidad a los proyectos innovadores que ya se están desarrollando.

Pero Presura no es la única iniciativa apoyada por el Grupo Red Eléctrica focalizada a echarle un pulso al éxodo rural: desde 2018, la compañía apuesta claramente por implementar proyectos innovadores y de futuro en los territorios rurales, con el fin de que las zonas rurales se conviertan en lugares atractivos donde vivir, sin que la distancia con los núcleos urbanos sean una barrera para el desarrollo económico y social.

Desde hace algunas semanas, el pueblo palentino de Paredes de Nava cuenta con un centro de coworking en donde se presta asesoramiento a aquellos emprendedores que deseen poner en marcha ideas innovadoras en este municipio de poco menos de 2.000 habitantes. Se llama Open Space y su objetivo principal, según define en su página web, es “pararse a pensar” y consiste en la creación de un ecosistema comercial donde la innovación deje de ser una idea para convertirse en un proyecto emprendedor a partir de la creación de sinergias entre los diferentes componentes de la comunidad.

Desarrollado también por El Hueco y abrazado por el Grupo Red Eléctrica, la idea, de ser un éxito, podría replicarse en otros puntos de la geografía española como medio para hacer del medio rural un lugar con las mismas oportunidades de crecimiento que ofrece una ciudad con, tal y como ellos matizan, “orgullo rural”.

Cómo dar luz (verde) al mundo antes de 2030

«Vivimos en un mundo sin gobernanza global. En ese contexto, la responsabilidad de las empresas transnacionales es mayor», así definió Jordi Sevilla, presidente del Grupo Red Eléctrica, el nuevo marco de actuación en el que las empresas están asumiendo un papel protagonista y un compromiso firme con el desarrollo sostenible.

«Nos están fallando, pero los jóvenes están empezando a entender su traición. Los ojos de todas las generaciones futuras están sobre ustedes. Y si eligen fallarnos, nunca los perdonaremos. No dejaremos que sigan con esto. Justo aquí, ahora es donde trazamos la línea. El mundo se está despertando. Y se viene el cambio, les guste o no». Con esas contundentes palabras terminaba Greta Thunberg su intervención en la Cumbre del Clima organizada por Naciones Unidas hace poco más de una semana en Nueva York. La joven se ha convertido en la cara más visible de las reclamaciones de las nuevas generaciones, que enarbolan con energía la bandera verde. Sin embargo, tanto Greta como sus coetáneos saben que no pueden hacerlo solos y que, para cumplir los compromisos y plazos que exige el planeta, será necesario que todos sean parte activa de la lucha. Y son las empresas las que hoy están a la vanguardia de la batalla.

Ese fue el leitmotiv principal de la segunda jornada del evento Creando juntos un futuro sostenible organizado por el Grupo Red Eléctrica, una sesión especial para facilitar el encuentro con analistas, inversores ESG y proxy advisors. «El cambio climático va a afectar al modelo energético, y los mercados financieros son conscientes de esta problemática y la comparten», introducía el consejero delegado de la entidad, Roberto García Merino, que destacaba la importancia de la regulación para cumplir los objetivos de reducción de emisiones a nivel nacional, europeo y global. Sin embargo, el cambio empieza en los individuos como inversores, pero también como ciudadanos y consumidores.

«En 2050, si queremos garantizar que exista un planeta para nuestros hijos o para nuestros nietos, tenemos que garantizar una situación en la que el sector eléctrico no use combustibles fósiles ni produzca emisiones. Y, dentro de este panorama, electrificar el transporte es una de las soluciones para dar paso a un planeta más sostenible», explicaba Ángel Mahou, director corporativo de Telecomunicaciones e Internacional, tras incidir en que el transporte supone un tercio del uso energético mundial y, por tanto, es un sector que tiene mucho que decir en la descarbonización –de hecho, en España se calcula que supone un 42% de ese consumo–. «El vehículo eléctrico es un reto y una oportunidad industrial, medioambiental y energética, pero sobre todo es una oportunidad para las personas. En las ciudades, apostar por el eléctrico significa bajar los niveles de contaminación nociva para los humanos y también el ruido», destacaba.

Es precisamente en las ciudades donde se encuentran, para muchos expertos, gran parte de las complicaciones a la hora de plantear la obligada transición ecológica. Para otros, es donde pueden nacer también un buen número de soluciones. Es en ellas donde la electrificación del transporte es hoy más prevalente, no solamente con turismos y nuevos modelos de movilidad compartida, sino con apuestas por otros tipos de medios como las bicicletas, motos o los patinetes eléctricos, que ya suponen un porcentaje significativo de las ventas en nuestro país –solo en 2018, estas superaron los 63.000 vehículos–.

Que la próxima década será crucial en la electrificación del parque español es algo asumido, pero no por ello es posible relajarse: anticiparse a algo que sabemos que va a ocurrir es primordial para minimizar el impacto de la transformación. «Un parque de un millón de vehículos eléctricos supondría el 1% de la demanda eléctrica actual. Para 2030, estamos con un escenario central de 2,5 millones eléctricos. Eso significaría un crecimiento de la demanda de un 2,5% en diez años. En el pasado hemos gestionado y absorbido en el sistema eléctrico crecimientos muy superiores», reconocía Miguel Ángel Muro, director de Servicios para la Operación, mientras subrayaba la necesidad de anticiparse a la demanda de un crecimiento que no será lineal en los próximos años. «La pregunta no es si la electricidad será suficiente para alimentar la flota de vehículos, sino si el sistema de carga de baterías está preparada para ser alimentada con energía eléctrica procedente de fuentes renovables en un porcentaje razonable», planteaba.

Sin recurrir a una bola que permita ver el futuro, está claro que las renovables van a jugar un papel esencial en los próximos años, especialmente la fotovoltaica y la eólica. «El año pasado, el 40,8% de la energía que se produjo en España vino de fuentes renovables. Pasar al 77% que se plantea en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima es un reto ambicioso que va a requerir de acciones esenciales para conseguirlo», explicaba Miguel Duvison, director general de Operación, mientras incidía en la necesidad de contar con interconexiones y tecnologías de almacenamiento para hacer posible esta transformación.

En un territorio tan extenso como el español, las potencialidades de recursos –y también las necesidades de infraestructuras– son diferentes y especialmente complicados en las islas. «La mejora en la interconexión de sistemas más pequeños nos dará una mayor oportunidad de integrar la generación de renovables, porque se podrá utilizar más allá de la isla donde se produzcan la oferta y la demanda», explicaba Concha Sánchez, directora de Desarrollo del Sistema.

En esa línea, Tomás Domínguez, director de Operación, incidía en el cambio de paradigma eléctrico que ha tenido lugar en los últimos años y que seguirá cambiando cada vez más rápido. «La integración de energías renovables plantea un reto porque son fuentes no controlables, ya que dependen de un recurso primario variable como el sol o el viento». Según Domínguez, en los sistemas insulares podremos afrontar esta transformación si contamos con recursos controlables como las tecnologías de almacenamiento, una herramienta que será esencial para la operación de los sistemas eléctricos insulares.

Proyectos como los que se están llevando a cabo ya en las islas Baleares o en Canarias –como la central hidroeléctrica de Chira-Soria– son solo un ejemplo de los esfuerzos que se realizan para avanzar en el largo camino de la transición ecológica y que ya están reportando beneficios. Aunque en ese camino todas las voces indican que llegamos tarde, acelerar el paso se ha convertido en una necesidad para que el retraso no sea imperdonable. La inversión en la red de transportes y en fortalecer las interconexiones entre países e islas están en las medidas más destacadas en la hoja de ruta para los próximos años. Como destacaba Eva Pagán, directora general de Transporte, precisamente ese fortalecimiento de las redes con Portugal (que permitirá que ellos también cumplan sus objetivos de interconexión) y Francia, así como los proyectos que están sobre la mesa en Baleares y Canarias permitirán «fortalecer las interconexiones no solamente entre islas, sino entre países».

Todas estas metas concretas se unen al plan global de Red Eléctrica para demostrar su compromiso con la Agenda 2030. Fátima Rojas, directora corporativa de Sostenibilidad y Relaciones Externas, y Antonio Calvo, director de Relaciones Institucionales y Sostenibilidad, volvieron a resumir el documento para los presentes en esta segunda jornada.

«La sostenibilidad no es una moda en el caso de Red Eléctrica, ni una cuestión individual: está en nuestro propósito y nuestros compromisos, que son algo compartido», concluía el presidente del Grupo Red Eléctrica, Jordi Sevilla. Ni una moda ni un capricho pasajero: la transición ecológica es un compromiso ineludible no solo de sus empresas con sus grupos de interés… sino de todo el planeta.

Bienvenidos a 2030: creando juntos un futuro sostenible

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Pulsar un interruptor y que se encienda la luz es, posiblemente, uno de los gestos que mejor simbolizan el progreso. Pero de la misma manera que esa energía que flota en el vacío llega a nuestros hogares gracias a un sofisticado y coordinado sistema eléctrico, el desarrollo sostenible solo será posible gracias a una sofisticada y coordinada agenda global. Nos ha llevado varios siglos entenderlo, pero los límites planetarios y la fragilidad de nuestras sociedades parecen haber alterado nuestra escala de valores.

El Grupo Red Eléctrica reducirá un 40% sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2030

«Ahora sabemos que el modelo de desarrollo propio del pasado no es algo escrito en las tablas de la ley. Y que, por tanto, podemos mejorarlo». Con estas palabras, el presidente del Grupo Red Eléctrica, Jordi Sevilla, abría la jornada Creando juntos un futuro sostenible. El reto de los ODS.

«Los vectores de transformación no siempre han tenido en cuenta la prioridad del impacto sobre la cohesión social y sobre nuestro planeta, y ha llegado la hora. Hay suficientes personas e instituciones como para hacer creíble que esto va en serio. Se trata, sencillamente, de vivir de manera compatible con nuestro entorno natural y con nosotros mismos», ha explicado el presidente de la compañía durante el encuentro, celebrado en su sede de Madrid.

Jordi Sevilla: «Las empresas son de sus accionistas, pero estas no se deben solo a sus intereses»

Con la resaca de la última Cumbre del Clima celebrada en Nueva York, del cuarto aniversario de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas y de la histórica huelga estudiantil que ha movilizado a jóvenes de todo el mundo, la compañía ha querido poner en valor su compromiso y reflexionar, de la mano de expertos de primer nivel, sobre la consecución de la Agenda 2030 de forma eficiente desde el sector privado, las administraciones y la ciudadanía.

Jordi Sevilla ha incidido en el papel de las empresas del siglo XXI. «Los accionistas son muy importantes para una compañía, pero deben ser responsables para con sus stakeholders, agentes afectados por la acción de la empresa y que a su influyen sobre ella. Las empresas son de sus accionistas, pero éstas no se deben solo al servicio de los intereses de los accionistas».

Cristina Gallach: «La Agenda 2030 nos compromete con las próximas generaciones. Es un pacto intergeneracional»

En este sentido, la compañía se ha fijado once objetivos con horizonte 2030 para luchar contra los retos globales, como la emergencia climática o la desigualdad, en el marco de su Compromiso de Sostenibilidad y en línea con su Plan Estratégico 2018-2022. Entre ellos, se ha marcado el reto de reducir un 40% sus emisiones de gases de efecto invernadero, así como de integrar el 100% de las energías renovables en el sistema eléctrico y trabajar para lograr la paridad de género en el equipo directivo.

El acto también ha contado con la participación de la Alta Comisionada para la Agenda 2030, Cristina Gallach, y el director del Centro de Innovación en Tecnología para el Desarrollo Humano de la Universidad Politécnica de Madrid, Carlos Mataix.

Gallach ha puesto de relieve el avance de España en este campo. «En el último año, hemos dado pasos significativos en el campo de las políticas públicas, la divulgación y el tejido empresarial». «Mirar el mundo a través de las gafas de los ODS nos da energía, nos empodera, nos hace ser conscientes y nos compromete con las próximas generaciones, por eso creemos, además, que es un pacto intergeneracional», ha añadido.

Carlos Mataix: «Los ODS son tan importantes como la Declaración Universal de los Derechos Humanos»

Por su parte, Mataix ha manifestado que «la Agenda 2030 es el gran plan de nuestra civilización para llegar en diez años a un escenario de vida mucho mejor». Y ha subrayado el poder de las alianzas: «Aisladamente, no lo vamos a conseguir. La Agenda nos ofrece un lenguaje común y acelera las posibilidades de ponernos de acuerdo».

La ciencia nos lo está recordando una y otra vez: nos acercamos a un punto de no retorno. «Podemos considerar los ODS como un tratamiento médico para una civilización que está dando síntomas preocupantes de que puede enfermar», ha explicado Mataix. «El fabricante de este medicamento es de toda confianza: Naciones Unidas. Y es que los ODS son tan importantes como la Declaración Universal de los Derechos Humanos». Para el profesor, esta Agenda es, sin duda, una «fuente de esperanza ante un mensaje de urgencia». ¿Nos anticiparemos al colapso?

'Cuadernos en Red', los monográficos de REE para impulsar la Agenda 2030

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“El cambio climático va más rápido que nosotros; estamos perdiendo la carrera y podría ser una tragedia para el planeta”. Con esta frase el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, recordó a los líderes de todo el mundo reunidos la semana pasada en la Cumbre de Acción por el Clima, la necesidad de aumentar los esfuerzos contra la crisis climática. Asimismo, subrayó la importancia de implicar al conjunto de la sociedad para descarbonizar las economías y evitar que los efectos del cambio climático sean irreversibles.

Con el objetivo de abordar la transición energética desde diferentes perspectivas, Red Eléctrica de España (REE) acaba de lanzar los Cuadernos en Red, una colección de monográficos divulgativos que tienen la vista puesta en la Agenda 2030, cuyos primeros pasos ya se han definido en el borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima de España. Desde la primera página, los cuadernos buscan introducir al lector en el paradigma del nuevo modelo energético construido sobre cinco pilares: energías renovables, innovación tecnológica, eficiencia energética, redes inteligentes y el papel central del consumidor. Por el momento, están disponibles dos adelantos de los monográficos.

En el primer monográfico disponible, Descarbonización de la economía, se revisan los diferentes escenarios de los efectos del calentamiento global del planeta a través de la mirada de científicos, investigadores y organismos nacionales e internacionales. En el segundo volumen, Cómo llega la luz a casa, se propone un recorrido por los caminos que recorren los vatios (W) desde su previsión, programación y generación hasta que, con un clic, encienden la luz de nuestras casas o nos dan calor para cocinar y calentarse. Como transportista único y operador del sistema eléctrico español, Red Eléctrica de España es una figura fundamental e imprescindible en todo el trayecto.

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"El cambio climático es la mayor batalla de nuestro siglo, por eso, con Cuadernos en Red pretendemos concienciar a la sociedad de la urgencia de apostar por la sostenibilidad y los Objetivos de Desarrollo Sostenible", ha subrayado Antonio Calvo, Director de Relaciones Institucionales y Sostenibilidad de REE, durante la presentación de los monográficos celebrada este lunes en la  Escuela Técnica Superior de Ingenieros  Industriales de Madrid.

Los cuadernos abordan el reto de la transición energética desde diferentes perspectivas

En los textos también se incide en la revolución de las energías renovables que se presentan como la única fuente de energía que cumple con el doble objetivo de contribuir a mitigar los efectos del cambio climático y de ser naturalmente abundantes en España. Con todo, representan una oportunidad única que, desde Red Eléctrica de España, ha sabido aprovechar. Además, desde un punto de vista legal, la compañía se ha comprometido a asegurar el correcto funcionamiento del sistema eléctrico y garantizar en todo momento la continuidad del suministro, supervisando y coordinando el sistema de generación y de transporte. Se ocupa también de que haya luz cada vez que se pulsa el interruptor y de diseñar, construir y mantener la red de alta tensión.

Bajo esta doble responsabilidad, en 2006 la compañía se convirtió en protagonista del plan de integración segura de las energías renovables con la inauguración del Centro de Control de Renovables (CECRE), un referente a nivel mundial. Hoy, de nuevo, Red Eléctrica de España se ratifica como actor clave para asegurar el éxito de las políticas de transición energética, garantizando que los cambios en el sistema de producción y demanda se realicen de manera justa y segura. Además, en todas sus actuaciones sitúan al consumidor en el centro del sistema eléctrico. En los siguientes cuadernos, próximamente disponibles, se abordarán otros temas tan relevantes como la apuesta por la implantación del vehículo eléctrico, el autoconsumo o el desarrollo de las interconexiones eléctricas inagotables.  

Siete mujeres imprescindibles en la lucha contra el cambio climático

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Sin excepción alguna, el cambio climático afecta a todos los ciudadanos del mundo. Sin embargo, su impacto se reparte de manera desigual: según datos del Banco Mundial, los más vulnerables ante la crisis climática son aquellos que viven en las zonas más desfavorecidas del planeta. Y las diferencias no acaban ahí. Organismos internacionales, como el World Economic Forum o la ONG Oxfam, estiman que las mujeres son mayoría entre estos colectivos y, por tanto, son las que más sufren los efectos del cambio climático. “La desigualdad económica y social en la que viven las mujeres respecto a los hombres condiciona sus responsabilidades, vulnerabilidades y capacidades de respuesta y adaptación”, detalla el informe Gender and Climate Toolkit del eurogrupo Verdes/ALE presentado en la cumbre del clima de Katowice (COP24) el pasado diciembre. Así, acentuar la perspectiva de género en la lucha contra el cambio climático se presenta como una oportunidad única para combatir dos de los principales desafíos actuales recogidos en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU: acabar con la desigualdad entre hombres y mujeres, y garantizar la supervivencia del planeta.

Las mujeres son mayoría entre los colectivos desfavorecidos y, por tanto, las que más sufren los efectos de la crisis climática

 

Conscientes de que son víctimas de esa doble desigualdad, mujeres de todo el mundo han decidido actuar y convertirse en agentes imprescindibles en la lucha contra el cambio climático. Sylvia Earle y Josefina Castellví son un claro ejemplo de ello. Nacidas en 1935 –la primera en Estados Unidos y la segunda en España– ambas estudiaron biología en su juventud y desde entonces han dedicado prácticamente toda la vida al estudio de la fauna y la flora marina.

Como miembro de la National Geographic Society, Earle ha participado en más de 100 expediciones submarinas por todo el mundo y acumula ya más 7.000 horas de buceo destinadas a fomentar la conservación de los océanos. Además, la investigadora y divulgadora ha liderado diversos proyectos internacionales como el de Mares Sostenible o Mission Blue que han recibido el reconocimiento de Naciones Unidas. Sin ir más lejos, el año pasado recibió el premio Princesa de Asturias de la Concordia por su lucha por la protección de algas marinas.

La carrera de Castellví no ha sido menos intensa. A inicio de los años 80 se convirtió en la primera mujer en participar en una expedición a la Antártida y en dirigir la Base Antártica Española Juan Carlos I. A sus 83 años cuenta con más de 70 trabajos científicos publicados. Hace unos pocos años decidió retirarse, no sin antes recordar que, “ante el inapelable cambio climático, los jóvenes son los que deben tomar el relevo”.

Su llamamiento ha sido escuchado por las 100 mujeres científicas que el año pasado fundaron el proyecto Homeward Bound, una iniciativa que, bajo el lema “la madre naturaleza necesita a sus hijas”, ha creado a un grupo de trabajo liderado e integrado por científicas que buscan en la Antártida nuevas soluciones para frenar el cambio climático. A poco más de un año de su creación, ya se han realizado cuatro investigaciones. De esta manera pretenden también acabar con la desigualdad visible tanto en el mundo científico como en los puestos de liderazgo y de toma de decisiones.

Por este motivo, no podía faltar la mención a Inger Andersen, la actual Directora Ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. La economista y ecologista danesa empezó su labor para salvar el planeta en 1987, cuando entró a formar parte de la Oficina Sudano-Saheliana de Naciones Unidas con el objetivo de buscar mecanismos contra la hambruna y la sequía que azota las zonas más empobrecidas del mundo. Desde 2015 ejerce de Coordinadora de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, desde donde trabaja para garantizar un desarrollo más justo y sostenible.

Entre las referentes mundiales en activismo medioambiental se encuentra la ecofeminista, filósofa y doctora en Física, Vandana Shiva. Autora de numerosos libros en defensa de la naturaleza, es también una de las fundadoras de la unidad de género del International Centre for Integrated Mountain Development y de la Women’s Environment & Development Organization. Shiva ha dedicado toda su vida a la conservación del medioambiente, un esfuerzo por el que ha sido galardonada, entre otros, con el premio Right Livelihood Award, considerado “el Nobel alternativo”.

Bajo el lema “la madre naturaleza necesita a sus hijas”, 100 científicas buscan nuevas soluciones para acabar con el calentamiento global

Sin título ni cargo, las mujeres indígenas de Latinoamérica también lideran la guerra a favor del medioambiente. A diario trabajan desde el anonimato para evitar el expolio de la tierra por parte de las grandes empresas que quieren beneficiarse de los recursos naturales. La escritora Aimé Tapia recoge en su libro ‘Mujeres indígenas en defensa de la tierra’, la historia de mujeres como Milagros Guevara, que se enfrentó a una multinacional a principios de los 90 cuando esta se instaló en el acuífero de Nejapa en San Salvador o María de Jesús Patricio Martínez, actual portavoz del Consejo Indígena de Gobierno de Jalisco que lucha por los derechos de las mujeres indígenas y de las tierras que habitan.

Entre las nuevas generaciones destaca la adolescente sueca Greta Thunberg. A sus 16 años la joven es consciente de que ella y los que vengan después serán los que más sufran las consecuencias del cambio climático. Y no ha dudado en comunicárselo al mundo. Tras vivir uno de los veranos más calurosos de su país, en agosto de 2018 Thunberg decidió que los viernes, en lugar de ir a clase, se sentaría a las afueras de la asamblea legislativa de Suecia para protestar ante la inacción de los políticos contra el cambio climático. Desde entonces miles de jóvenes de países diferentes siguieron su ejemplo e iniciaron las jornadas de huelga Fridays for future. Así las nuevas generaciones buscan ratificar su papel en lo que es la lucha del siglo, pero también recordar que las mujeres son una pieza imprescindible para el cambio.

Juan Carlos del Olmo: “No podemos afrontar la crisis climática sin propuestas ni presupuestos”

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La comunidad científica advierte: el cambio climático ya está aquí y, con él, la pérdida de la biodiversidad y la degradación del entorno se aceleran. Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF, nos recuerda: “frenar esta situación depende de lo que hagamos en las próximas décadas”. Conversamos con él para conocer qué debemos cambiar para garantizar la supervivencia del planeta, y de la especie humana.

Diversos estudios, entre ellos el Informe Planeta Vivo y el informe IPBES, alertan de que la biodiversidad mundial disminuye a ritmos alarmantes ¿Qué podemos hacer para frenar la degradación del entorno natural?

El informe IPBES sobre la pérdida de biodiversidad ha puesto de manifiesto que estamos en medio de una crisis climática muy grave, porque no solo estamos hablando de que un millón de especies de esas ocho millones conocidas desaparecerán, sino de que esas especies son los resortes que hacen que funcionen los ecosistemas y de que, además, son la base nuestra economía. Estamos poniendo en riesgo los fundamentos de la sociedad. Como dice Greta Thunberg, no hay que entrar en pánico: todavía hay tiempo para revertir la situación. En primer lugar, lo que podemos hacer es tomárnoslo en serio. En general, nuestros líderes políticos no lo hacen. Es lamentable que estén mirando al corto plazo y no de cara a 2050 o 2100. En segundo lugar, las empresas tienen que darse cuenta de que no pueden seguir como hasta ahora, basando sus negocios en la explotación de la naturaleza y la biodiversidad. Si no quieren desaparecer, deben transformarse muy rápidamente.

¿Qué papel debería ocupar el cambio climático en las prioridades de los partidos políticos?

Algunos partidos políticos, como el partido socialista y, en general, los partidos de izquierdas, han situado la transición ecológica y la lucha contra la destrucción de la naturaleza entre sus prioridades. Luego ya veremos si las políticas se trasladan en presupuestos concretos y, sobre todo, en acciones. Pero es importante que esté en sus agendas. No podemos afrontar la crisis climática que viene sin propuestas, pero tampoco sin presupuestos ni funcionarios técnicos trabajando en las estructuras. Mucho peor es que hay otros partidos que entienden el problema del cambio climático y la cuestión de la naturaleza como algo menor. Algunos ni siquiera lo incluyen en sus programas y eso es una irresponsabilidad, como lo fue la suspensión de Madrid Central, que me parece una medida que refleja exactamente el corto de miras de quienes no ven que estamos ante un cambio de paradigma y a las puertas de algo muy importante.

Para frenar el aumento de la temperatura del planeta, urge un cambio en el modelo energético que permita la descarbonización de las economías. ¿Cómo debería ser esa transición?

Debe ser lo más rápida posible porque no hay tiempo. Y remarco el “posible” porque hay que hacerla bien; evitando los daños colaterales y reduciendo al máximo los efectos que esa transición pueda tener, sobre todo, en el sector de los combustibles fósiles que acabarán por desaparecer. De la misma manera, hay que mirar que los nuevos proyectos de energías renovables estén bien calibrados. Además, tiene que ser un modelo democrático descentralizado. No puede ser que las empresas que provocaron que nos encontremos en esta situación sean las que controlen las energías renovables. Desde WWF apostamos por un modelo donde las personas, la sociedad organizada, tenga un papel principal en el futuro de las energías renovables.

“El movimiento de los jóvenes evidencia la importancia de que la sociedad sea quien lidere el cambio”

Cada minuto se vierten 33.800 botellas de plástico al mar Mediterráneo. La Unión Europa prevé suprimir los plásticos de un solo uso de cara a 2021. ¿Es la regulación legislativa la solución?

El problema de los plásticos es solo una evidencia más, aunque muy notoria y visual, del modelo de consumo contaminante y excesivamente desmedido que tenemos y que conlleva un incremento del CO2 en la atmósfera. Todo nuestro modelo de consumo está disparatado: vemos bosques tropicales que están desapareciendo por la explotación del aceite de palma y los mares cada vez más degradados por la pesca intensiva. Este año presentamos un informe sobre la huella ecológica y, en el mes de mayo, Europa ya había consumido todo su capital natural. A partir de ese momento ya se empieza a consumir el agua, la madera y demás recursos naturales de otros países. Este es un modelo económico ilimitado que se basa únicamente en seguir creciendo económicamente a costa del planeta.

¿Qué rol tiene la ciudadanía en esta transición?

El papel de la ciudadanía es vital: lo poco o lo mucho que avanzamos se debe a la movilización de la sociedad. Si el Parlamento Europeo votó por mayoría aplastante eliminar los plásticos de un solo uso, es porque los la sociedad estaba presionando a los grupos políticos. Eso antes no pasaba. Se trata de un cambio perceptible de una sociedad organizada en un sistema inmunológico conectado a través de las redes sociales que fusiona conocimiento e innovación. Además, ahora ha empezado a sumarse gente joven, lo que evidencia la importancia de que sea la sociedad la que lidere el cambio. Solo así habrá esperanza para el planeta.

Ese cambio de mentalidad que mencionas se ha hecho evidente con la aparición de movimientos como Fridays for Future.

No ha ocurrido de forma espontánea, sino que hay un trabajo detrás. En WWF llevamos 50 años trabajando, junto con organizaciones ecologistas, para crear una sociedad cada vez más formada y concienciada. Es consecuencia de un proceso de años, pero es verdad que nunca la evidencia fue tan clara como ahora, que tenemos los datos encima de la mesa. Ya no son las organizaciones como la nuestra las que advierten de la degradación del planeta, ahora son los paneles de Naciones Unidas los que dan la voz de alerta. Sin embargo, tenemos el problema delante, no puede ser más claro, y no estamos actuando como deberíamos. Por eso la reacción de la gente joven es tan necesaria: vienen a sacudir esa normalización de las amenazas. Han hecho muy bien en organizarse y en salir a recordarnos esa realidad. Todos aquellos partidos políticos que hacen oídos sordos a ese movimiento de gente de 16 o 17 años que tienen en su ADN la protección y defensa del medio ambiente se equivocan. Esas personas serán las que, en el mejor de los casos, en las próximas elecciones votarán de una manera más consciente.

Sin ese cambio necesario, las perspectivas de futuro son descorazonadoras. ¿Hay motivos para ser optimistas?

Hace 20 años nos decían que era utópico cambiar el modelo energético y ahora esa utopía es lo que nos hace movernos porque es la única realidad posible para el futuro. Nuestro futuro va a depender de lo que hagamos en las próximas décadas, de si le damos una vuelta al modelo de producción y consumo. Soy optimista en cuanto a la actual movilización de la sociedad, pero tenemos que sacar a nuestros líderes empresariales de la realidad sesgada en la que se encuentran en este momento.


Fotografías: Alejandra Espino

Las empresas, un potente agente de cambio e inclusión social

agenda 2030

Vivimos en un mundo en constante cambio que nos presenta un futuro incierto desde una visión “distópica” cargada de amenazas individuales y colectivas. Un mundo donde las personas pierden protagonismo y el papel de las instituciones queda relegado a un segundo plano. Estas incertidumbres generan desafección ciudadana hacia el sistema actual y desconfianza hacia las instituciones, tanto públicas como privadas. Las empresas no solo no están exentas de esta ruptura social sino que, además, frecuentemente se convierten en las causantes y beneficiarias de una estructura desigual.

Afortunadamente, hoy estamos en disposición de generar nuevas oportunidades y nuevos marcos que hagan del planeta un lugar gobernado por la justicia social; un lugar donde nadie quede atrás. Sin embargo, la mejor manera de predecir el futuro es liderarlo. Y hacerlo, no desde una visión jerarquizada de la toma de decisiones, sino desde una perspectiva compartida de colaboración radical. Para ello, debemos aprender a establecer unos ecosistemas que definan los marcos de actuación que permitan a ciudadanos, administraciones e instituciones, unidos bajo un mismo lenguaje universal, encontrar la suma ganadora que lleve a un enriquecimiento colectivo. No se trata de filantropía, se trata de integrar todas las acciones bajo el paraguas de una alianza forjada a base de cooperaciones blandas para un futuro sostenible.

La Agenda 2030, aprobada por 193 países, representa ese nuevo lenguaje universal que engloba en al conjunto de la sociedad en un único camino hacia ese futuro deseado. Es una agenda humanista, un pacto global que que va más allá de aportar el conocimiento necesario para avanzar. Al final, su pretensión trasciende la ambición de convertirse en la conceptualización de los valores de la ilustración y busca reafirmarse como estandarte de los derechos humanos.

Recogida en 17 objetivos y 169 metas, el pacto global implica necesariamente repensar nuestra manera de actuar y comprender que de nada sirve ponerle parches a un mal desarrollo. La Agenda nos marca un camino donde quedan señaladas acciones a corto plazo que, sin embargo, tienen la vista puesta en una futura alianza global donde todos los agentes sociales sean co-creadores. Porque todos somos parte del problema, pero también, somos el todo de la solución: nuestra misión es aportar ideas que permitan afrontar las metas y objetivos planteados. Inevitablemente, se ha de sustituir el egoísmo individual por la solidaridad como valor intrínseco.

"Las empresas deben encontrar su ethos empresarial en un marco común construido a base de alianzas"

La solidaridad no puede ser solo la expresión de un ejemplo de buenas prácticas. Ante todo, es un valor individual y colectivo que permite generar alianzas más allá de los intereses de los contrayentes. Es una manera de ser, de actuar, de entender el mundo en que vivimos y de ser copartícipe del beneficio de una sociedad que piensa en el aquí y en el ahora, tanto como en el allá y el mañana. Las empresas deben encontrar su propósito más sostenible, su ethos empresarial, en ese marco común construido a base de alianzas. Al mismo tiempo, deben convertirse en proveedoras de servicios y soluciones de un futuro ligado a los valores que representan los diferentes objetivos.

De esta manera, la contribución del sector empresarial se transforma en un compromiso compartido que impregna toda la cadena de valor y no es, en absoluto, un subproducto del modelo de negocio tradicional. El propósito de acción sostenible tiene que impactar positivamente en todos los aspectos de la empresa, tanto en su acción interna como externa. Sin olvidar que la generación de beneficios económicos y sociales necesitan estar orientados al empoderamiento de las personas.

Las empresas demandan marcos estables que propicien el cambio y entornos favorables para la implementación de medidas transformadoras dentro de la cultura empresarial. La Agenda 2030 está precisamente para ofrecer marcos de certidumbre compartida. Pero al final es la ciudadanía la que exige un cambio radical en el modelo de producción y consumo. Demandan una economía que vaya más allá de medir el crecimiento como un incremento del Producto Interior Bruto, y que se relacione a la mejora real de la calidad de vida de las personas.

No hay que olvidar que las personas somos la base del sistema. Por ello, las empresas que apuestan por apoyar el desarrollo del talento y a la vez ofrecen productos y servicios que giran en torno a las necesidades de los consumidores –cada vez más exigentes y comprometidos con el desarrollo sostenible–, se convierten en poderosos agentes de transformación.

Estamos ante un cambio inexorable: hasta ahora los diferentes actores sociales no habían trabajado conjuntamente con un fin común. La desigualdad es uno de los efectos negativos que ha traído la globalización y la consecuente crisis económicas. De ahí que nuestro reto estribe en la necesidad de generar acciones coordinadas para evitar que el crecimiento económico produzca beneficiarios y perjudicados. Porque si algo genera desigualdad son los modelos insostenibles tanto económica como socialmente. Las bases de una sociedad avanzada deben asentarse en unas conexiones que garanticen la protección de las personas y además refuercen la apuesta por el empoderamiento ciudadano.

"La Agenda 2030 está para ofrecer marcos de certidumbre compartida y construir entornos favorables para el cambio"

El sector empresarial es una fuerza dinámica que genera grandes beneficios tanto para su propia actividad como para la sociedad. Su papel es, a través del trabajo, liderazgo y talento, convertirse en ejemplo de referencia de una ciudadanía global comprometida con un desarrollo sostenible global.

De cara a 2030, el propósito está claro: las empresas tienen que ser motivadoras de la voluntad y satisfactoras de la demanda de una ciudadanía que desea cooperar en un mundo distinto. La economía sosteniblemente ética es posible y se traduce en beneficios tangibles e intangibles que retroalimentan el compromiso empresarial con un desarrollo inclusivo. Su liderazgo nace de entender que la calidad de vida de los trabajadores y trabajadoras no solo repercute en la cuenta de resultados de la empresa, sino que además, mejora el entorno social y económico.

El nuevo contrato social global que representa la Agenda 2030 reclama la creación de marcos de acción que converjan en un alianza win-win-win definida por una visión colectiva de las necesidades compartidas. No hay otro plan: no podemos perder la oportunidad que nos brinda la visión multilateral renovada gracias a los 17 objetivos y las 169 metas de la Agenda 2030. En un mundo que requiere de nuevas narrativas y actuaciones conjuntas, hemos de aprovechar los beneficios de ese lenguaje universal de progreso e inclusividad.

Transformar el mundo en que vivimos requiere de una voluntad firme de la situar la solidaridad en el centro de nuestros movimientos como ciudadanos globales. Las empresas, generadoras de una cultura de la colaboración se convierten el vectores transformación esenciales para salvaguardar el futuro de un planeta que ya no solo necesita protección, sino también una vuelta al pasado: que se reviertan las actuaciones que nos han llevado a la devastación de recursos.

Así pues, emprendamos esta transición hacia una economía con propósito, donde las empresas sean el agente imprescindible para alcanzar un modelo económico justo, inclusivo y sostenible.

Federico Buyolo es director general de la Oficina de la Alta Comisionada para la Agenda 2030

Un 'sprint' por el futuro

Si tuviéramos una máquina del tiempo, ¿podríamos evitar el cambio climático? Aunque esa pregunta no podremos resolverla, lo que sí sabemos es que en los últimos años ha crecido la conciencia medioambiental y, con ella, los compromisos internacionales adquiridos para intentar limitar el imparable aumento de la temperatura global. Desde el año 2015 en el que se firmaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible a este 2019 protagonizado por una nueva y mediática Cumbre del Clima, estos son algunos de los hitos más relevantes en la batalla verde por salvar el planeta.

  • El papa Francisco presentó en junio su encíclica 'Laudato Si', una carta inédita en la que pedía a los católicos de todo el mundo que uniesen sus fuerzas a la lucha contra el cambio climático.
  • En diciembre, 195 países firmaron el primer acuerdo vinculante mundial sobre el clima en la Conferencia de París sobre el Clima (COP21). El objetivo quedó bien definido: limitar el aumento de las temperaturas planetarias a 1,5 °C y evitar así que las consecuencias del cambio climático sean irreversibles.
  • De los Acuerdos de París nació, de manera casi natural, la Agenda de Desarrollo Sostenible de la ONU, un programa que pretende transformar el mundo de cara a 2030. Para ello, los líderes mundiales definieron 17 objetivos que sirven de guía universal para poner fin a la pobreza y proteger el planeta.
  • En el Foro de Davos (World Economic Forum) se puso de manifiesto por primera vez que el cambio climático es uno de los mayores riesgos para la economía mundial.

 

  • Bajo el movimiento estudiantil Fridays For Future, liderado por la activista Greta Thunberg, jóvenes de todo el mundo comenzaron a manifestarse semanalmente para reclamar una mayor implicación política en la lucha contra el cambio climático.
  • Larry Fink, presidente de BlackRock, la empresa de gestión de inversiones más grande del mundo, lanza una pregunta a los CEO de las empresas en su carta anual: «¿Qué papel jugamos en la comunidad? ¿Cómo gestionamos nuestro impacto en el medio ambiente?»
  • Como respuesta a las manifestaciones juveniles, la sede de la Organización de las Naciones Unidas acogerá durante esta semana la llamada Cumbre de Acción Climática, en la que participarán mandatarios internacionales, pero también representantes de grandes compañías y figuras comprometidas con la causa. La cumbre extraordinaria parte de la premisa de que los esfuerzos que están realizando los países para paralizar la crisis climática no son suficientes.
  • Según la organización sin ánimo de lucro Climate Bonds Initiative (CBI), en lo que llevamos de 2019, la emisión global de bonos verdes llegó a los 150.000 millones de dólares y para el conjunto de este año se espera que superen los 250.000 millones, un 50% más que el anterior.