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Rhoda N. Wainwright: «Una variable importante en la producción de cine debería ser la sostenibilidad medioambiental»

Rhoda N. Wainwright

Rhoda N. Wainwright, figura destacada en la industria del cine con más de 20 años de experiencia en producción, dirección y guion, ha dejado una huella significativa en el mundo cinematográfico. Sus obras premiadas y seleccionadas en numerosos festivales internacionales la han consolidado como una experta en la industria. Además, como cofundadora de Fiction Changing the World, empresa especializada en el desarrollo de contenidos que integran mensajes de sostenibilidad en ficciones audiovisuales y Mrs. GreenFilm, empresa de consultoría enfocada en reducir los impactos medioambientales de las producciones audiovisuales, Rhoda ha demostrado un compromiso notable con la sostenibilidad en el cine. En esta entrevista, exploramos con ella la evolución de la conciencia sostenible en la industria cinematográfica y los desafíos que enfrenta en un panorama audiovisual en constante cambio.

¿Cuándo y cómo surgió tu interés por la sostenibilidad en la producción cinematográfica?

La primera vez que oí hablar de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenibles) fue a finales de 2017. Había quedado con una de mis mejores amigas, Paloma Andrés Urrutia, que llevaba años trabajando en sostenibilidad, para tomar un café y ponernos al día. Mientras charlábamos me contó lo frustrada que estaba porque apenas nadie conocía los ODS. Yo tampoco sabía lo que eran y cuando me lo explicó casi me explota el cerebro. Resulta que por fin existía un acuerdo global que podría significar que la humanidad no se extinga, y la población en general no lo conocíamos. Paloma me contaba que la información era pública, pero que básicamente solo llegaba a quienes ya trabajaban en sostenibilidad y que además estaba escrita en un lenguaje complejo, técnico y lleno de acrónimos. Para el ciudadano de a pie, leer esos textos era básicamente como enfrentarse a un texto en latín. 

Mi trayectoria profesional siempre ha estado ligada al audiovisual y este es un sector que llega a miles de millones de personas en todo el mundo. Así que decidimos unir nuestro conocimiento y experiencia para transmitir de forma sencilla las metas de la humanidad (ahora mismo reflejadas en los ODS) y diversos mensajes de sostenibilidad a través de contenido de ficción dirigido a audiencias masivas. A partir de ahí fundamos Fiction Changing the World

Cuando estábamos generando la metodología que permitiera integrar con rigor esos mensajes de sostenibilidad en la ficción nos dimos cuenta de que era fundamental que la producción de estos contenidos también fuera sostenible. En España eso no estaba sucediendo, así que decidimos ponernos a trabajar en ello y acabamos creando Mrs. Greenfilm con tres socias más para ayudar a la industria audiovisual española a reducir sus impactos medioambientales y producir de una forma más sostenible. 

Personalmente, amo la industria del cine y haber podido ser parte del grupo de pioneros que está ayudando a su transformación está siendo una experiencia maravillosa.

«Ser parte del grupo de pioneros que está ayudando a la transformación de la industria del cine es una experiencia maravillosa»

En tu experiencia, ¿cuáles consideras que son los mayores descuidos ambientales en la realización de películas y programas de televisión?

En mi opinión, la falta de una planificación estratégica que incluya criterios de sostenibilidad es lo que puede llevar a tener mayores impactos. A la hora de crear el diseño de la producción, una variable importante a tener en cuenta debería ser la sostenibilidad medioambiental. Hasta ahora, el criterio creativo y el económico mandaban. Nosotros proponemos añadir a la balanza el criterio de la sostenibilidad para intentar evitar situaciones como rodar escenas de lluvia torrencial donde se consumen decenas de miles de litros de agua potable cada jornada en una zona afectada por la sequía. La correcta gestión de los residuos también es otro tema que está constando implementar al 100% porque son muchos los residuos generados a diario en un rodaje, además de los derivados de la construcción y desmontaje de decorados.

¿Como cofundadora de Mrs. Greenfilm, ¿puedes compartir algunos proyectos específicos en los que se hayan implementado prácticas sostenibles?

En los últimos dos años hemos trabajado en más de 100 proyectos de series y películas españolas que han incluido criterios de sostenibilidad con mayor o menor intensidad. Algunos de los que ya se han estrenado son La Sociedad de la Nieve, Los Farad, Élite, Operación Triunfo, Saben Aquel, Cerrar los ojos, Las Niñas de Cristal, Maridos, Chinas, Culpa Mía, Montecristo o Zorro.

¿Cómo impacta la sostenibilidad en la toma de decisiones creativas durante el proceso de producción y dirección?

De momento impacta poco. El criterio creativo manda.  Desde sostenibilidad se hacen sugerencias para intentar evitar los impactos, pero en muchas ocasiones esto no es posible por lo que trabajamos en reducir los impactos derivados de las decisiones creativas. Hay que tener en cuenta que, en la mayoría de las ocasiones, cuando nos incorporamos a los proyectos, los guiones ya están cerrados y es muy difícil que se hagan cambios sustanciales en ese momento. Lo ideal sería poder trabajar con los guionistas, directores y productores en la fase de desarrollo del proyecto para así buscar maneras de reducir aún más los impactos. Es polémico pensar en que la sostenibilidad afecte a lo creativo, hay quien se lleva las manos a la cabeza cuando este tema se menciona, sin embargo, nadie pestañea cuando son criterios económicos los que ponen límites a la creatividad. En mi opinión deberíamos ser capaces de trabajar conjuntamente en la fase de desarrollo para que se generen las mejores producciones posibles reduciendo al máximo sus impactos.

Con la proliferación de plataformas de streaming y la creciente demanda de contenido, ¿cómo crees que la industria del cine puede equilibrar la producción masiva con la sostenibilidad?

Para equilibrar la producción masiva sería necesario que se crearan leyes que marcaran criterios claros de sostenibilidad para la industria del cine. Sin embargo, mientras esto no ocurra, son precisamente agentes como las plataformas de streaming y los grandes estudios cinematográficos los que tienen que hacer esfuerzos para reducir los impactos de cada una de sus producciones. Esto ya está ocurriendo en algunas plataformas en las que se dedica una partida presupuestaria para la inclusión de un departamento de sostenibilidad y para la implementación de medidas que reduzcan la huella de carbono de los proyectos. También hay que tener en cuenta que la industria cinematográfica depende de los avances en otros sectores para poder reducir sus impactos, como sucede ahora mismo con el uso de vehículos más eficientes. Por mucho que una productora quiera alquilar los vehículos más eficientes para su rodaje, si las empresas de alquiler de vehículos apenas tienen vehículos de bajas emisiones no podrán tener acceso a esos camiones, furgonetas y coches. Sucede lo mismo con los generadores eléctricos de energía, cuyo uso reduciría significativamente las emisiones directas de las producciones, pero de momento en España solo se están pudiendo utilizar pequeños generadores que no tienen suficiente potencia para alimentar al rodaje entero y es necesario seguir usando generadores de combustible de gran potencia.

«Hasta ahora, el criterio creativo y el económico mandaban, nosotros proponemos añadir a la balanza el criterio de la sostenibilidad»

¿Cuál es tu opinión sobre las medidas que se están tomando a nivel global para promover la sostenibilidad en la industria cinematográfica? 

Las medidas más destacables que estamos viendo a nivel global son la inclusión en presupuestos de partidas para la reducción de impactos y la creación de premios y sellos con cierto prestigio a producciones que implementan medidas de sostenibilidad o que incluyen mensajes de sostenibilidad. Por otro lado, también vemos que tanto productoras, plataformas, estudios y actores están tomando conciencia del riesgo reputacional que puede suponer para todos ellos que en alguno de sus proyectos haya algún impacto medioambiental grave y esto hace que cada vez se alineen más con objetivos de sostenibilidad en sus proyectos. No obstante, todavía nos queda mucho camino por andar, hace falta más formación y concienciación para que la sostenibilidad forme parte de la manera estandarizada de producir.

Dada tu experiencia en festivales internacionales, ¿has notado un aumento en la conciencia sostenible en la selección y premiación de películas? 

En los últimos años estamos viendo ese aumento en la conciencia sostenible a la hora de premiar. Existen ya premios como los EMA Awards en EE.UU, los Sustainable Development Goals Lions en Cannes, los Premios Produ en Latinoamérica, la Espiga Verde en Seminci, el Another Way Film Festival en Madrid, el festival FINCA en Argentina o el FICMA en Barcelona. Sería muy interesante verlo reflejado en más festivales y premios de gran prestigio internacional como los Goya, los Oscar o los Globos de Oro.

¿Qué consejos darías a los y las cineastas emergentes que desean incorporar prácticas sostenibles desde el principio de sus carreras?

Les recomendaría que se formaran para tener un mínimo de nociones básicas de sostenibilidad en rodajes, que cuenten con un departamento de sostenibilidad en sus proyectos y que incluyan los criterios sostenibles desde la fase de desarrollo.

¿Existen barreras significativas para la implementación generalizada de prácticas sostenibles en la industria del cine? ¿Cómo se pueden superar? 

Son varios los retos para conseguirlo. Es necesario que se siga formando personal especializado, pues casi no hay cantera de Eco PA [asistentes de producción] y Eco managers. También es importante que los clientes entiendan bien qué es lo que hacemos, que no basta con separar bien los residuos o con reducir el uso de botellas de plástico. Sigue habiendo bastante desconocimiento sobre lo que significa aplicar criterios de sostenibilidad en rodajes y es importante que la sostenibilidad sea un criterio más a la hora de tomar decisiones. Otra barrera sería la falta de disponibilidad de vehículos y generadores de bajas emisiones, todos los sectores han de transformarse y eso lleva tiempo.

Como parte de Fiction Changing the World, ¿cómo crees que las historias pueden ser agentes de cambio para promover la sostenibilidad y la conciencia ambiental?

El cine es un gran generador de empatía y de referentes, nos muestra otras partes del mundo, otras personas y formas de vida. El ser humano siempre ha utilizado los relatos para transmitir información importante en forma de parábolas o cuentos con moralejas, el cine tiene que seguir haciendo eso. La industria audiovisual llega a millones de personas en todo el planeta y hay que aprovechar su potencial sensibilizador para seguir transmitiendo mensajes tan importantes como las metas de la humanidad para no extinguirse y para hacer una llamada a la acción.

Microplásticos, un problema para la agricultura

Microplásticos

Los microplásticos no solo afectan a los ecosistemas naturales, sino que se han acabado infiltrando en las plantaciones agrícolas, lo implica que incluso los alimentos que consumimos puedan acabar contaminados.


La presencia de los plásticos y los microplásticos hace tiempo que se ha convertido en un problema. Aunque es un material que se empezó a utilizar por su practicidad y su bajo precio, su uso a largo plazo es extremadamente contaminante, debido a la gran cantidad de residuos que genera y a la mala gestión de los mismos. El plástico, además de dañar los ecosistemas naturales, también ha empezado a afectar a uno de los pilares de nuestra subsistencia: la agricultura.

Los microplásticos y los nanoplásticos, esos pequeños residuos procedentes de los plásticos, están presentes en la agricultura en elementos de uso tan común con los fertilizantes biosólidos o algunas semillas recubiertas de polímero para favorecer la germinación. Aunque muchos de estos elementos han sido beneficiosos para la producción, el uso indiscriminado de materiales plásticos ha afectado ya a las condiciones del suelo, que, paradójicamente, acaba siendo menos productivo. Así lo explica el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP): los microplásticos degradan la calidad de una tierra que, a causa de los ritmos de producción contemporáneos, ya de por sí está sometida a mucha presión.

El uso indiscriminado de materiales plásticos ha afectado ya a las condiciones del suelo, que, entre otras cosas, es menos productivo

Pero los microplásticos no se quedan en el terreno, sino que de ahí pasan al agua y a lo que es más preocupante a corto plazo: nuestros alimentos. Los aparentemente inofensivos microplásticos pueden suponer un alto riesgo para la seguridad alimentaria, poniendo en jaque la salud pública.

La solución o, más bien, el paliativo, ya está en marcha: por un lado, se intenta reducir el uso de plástico, por otro, hacer que sea lo más biodegradable posible. Cada vez los plásticos empleados en la agricultura poseen mayor porcentaje de biodegradabilidad, y otras industrias contaminantes, como la textil, poco a poco van implementando tecnologías que reducen este residuo de sus productos. Del mismo modo, una producción agrícola más respetuosa con los tiempos de la naturaleza y que aproveche recursos naturales en vez de recurrir al plástico puede ser la clave para reducir el impacto en el suelo de estos residuos. Estas nuevas vías están aún en proceso de ser exploradas.

Los aparentemente inofensivos microplásticos pueden suponer un alto riesgo para la seguridad alimentaria, poniendo en jaque la salud pública

¿Qué podemos hacer nosotros, de manera individual, para ayudar a frenar esta lenta pero continua contaminación? Además del reciclaje, que asegura la correcta gestión de los residuos y minimiza su impacto, es fundamental el surgimiento de tendencias de reducción como el zero waste y la autoconsciencia sobre el propio consumo. Especialmente importante es conocer los residuos que generamos en épocas como la navideña. El intercambio de regalos en Navidad y Reyes suele resultar en decenas de plásticos no reutilizables (envoltorios, bolsas, decoración, botellas), de esos que, aunque nos parezcan insignificantes, pueden acabar teniendo un gran impacto en nuestra vida y en nuestra sociedad.

Ecofeminismo: Una reivindicación doble, una doble victoria para el planeta

Ecofeminismo: La relación íntima existente entre naturaleza y mujer

La relación íntima existente entre naturaleza y mujer, tanto en el ámbito de lo simbólico como en las consecuencias de la explotación desmesurada del planeta, ha dado lugar a una lucha que combina el movimiento feminista con el ecologista.


Hoy día es difícil estar al margen de las luchas que una parte de la sociedad está haciendo visibles por necesarias y urgentes. El ecofeminismo es una de ellas y promueve, desde que en los años 70 naciera como corriente de la mano de intelectuales como Françoise d’Eaubonne y de investigaciones como las de Rachel Carson, el poner la vida en el centro. Todas las vidas. Para ello, plantea un cambio radical de sistema económico global, el capitalismo, y del patriarcado que lo sustenta, ya que considera que ambas realidades están en la raíz de la catástrofe ambiental actual y de la desigualdad que la mujer sufre históricamente.

El ecofeminismo pide una reorganización económica y política que promueva la justicia social, la igualdad y la protección de la naturaleza

Los seres vivos somos ecodependientes, nuestra existencia depende de la relación que establecemos con la naturaleza: de ella extraemos los recursos básicos para nuestra supervivencia, siendo éstos limitados y agotables. Derivado de esta idea, el ecofeminismo pide una reorganización social, económica y política con base en la redistribución la riqueza, en la igualdad y en una obtención de los recursos naturales que vele por la conservación de la naturaleza y favorezca su desarrollo, perpetuando así la vida, buscando el bien común. Naciones Unidas apunta que alrededor del 80% de las personas desplazadas por el cambio climático son mujeres. El 70% de las personas pobres, también. 

Como otras propuestas de pensamiento, el ecofeminismo incluye en sí mismo distintas alternativas teóricas. En todas ellas encontramos representantes luchadoras, de gran bagaje cultural desarrollado dentro de la investigación académica o del activismo, que han puesto la vida en el centro hasta el punto de jugarse la propia. 

Un caso paradigmático es el de la hondureña Berta Cáceres. Ambientalista, feminista, defensora de los derechos humanos y líder en la defensa de la comunidad Lenca. Cáceres ganó en abril de 2015 el Premio Medioambiental Goldman, máximo reconocimiento mundial en el ámbito. Un año después fue asesinada a causa de su lucha por la defensa del territorio cultural de esta comunidad indígena.

La ONU apunta que el 80% de las personas desplazadas por el cambio climático son mujeres

Otra de las principales representantes es Vandala Shiva, doctora en Ciencias Físicas, filósofa y escritora. Con numerosos libros escritos de repercusión mundial, ha colaborado como asesora del Gobierno de la India y es parte fundamental de la Women’s Environment & Development Organization (WEDO), entre otros proyectos. Famosa por sus acciones contra el monopolio de la venta de semillas transgénicas, de pesticidas y de la agricultura extensiva, para ella, la violencia ejercida contra la tierra tiene consecuencias directas y brutales en la vida de las mujeres. Dañar la tierra es, esencialmente, dañar a las mujeres.

En España la principal referencia es Yayo Herrero, profesora, antropóloga e ingeniera. Su postura parte de la pregunta «¿qué sostiene la vida?». La respuesta es la naturaleza, los cuidados de los cuerpos vulnerables y de los recursos naturales. Con ello, la relación entre feminismo y ecologismo es inevitable. Redefinir la labor de los cuidados (de las personas, de la tierra), que tanto el patriarcado como el capitalismo han otorgado a las mujeres, es base de su planteamiento.

En definitiva, como hemos visto, apostar por una sociedad ecofeminista es buscar el camino para perpetuar la vida de la forma más justa, igualitaria y respetuosa con el planeta.

El nuevo régimen de las estaciones

Nos dirigimos a un régimen de estaciones en el que las lluvias y las bajas temperaturas tras el estío se harán esperar cada vez más; y que el paso de la manga corta al paraguas será más brusco y repentino de lo habitual.


A mediados de octubre, todavía estábamos en manga corta, con temperaturas en buena parte del país por encima de los veinte grados. De un día a otro, las lluvias y las bajas temperaturas empezaron a alcanzar, una a una, a las diferentes ciudades de España. Se trata de una anomalía que está dejando de serlo: en los últimos años, los octubres europeos han registrado temperaturas entre 10 y 15 ºC por encima de lo habitual. El verano no acaba de terminar para dar paso al otoño y este, poco a poco, pierde su protagonismo.

Un estudio de la AEMET demuestra cómo los veranos tienden a abarcar hasta cinco semanas más de lo que lo hacían a principios de los años 80

Ya en 2018, un estudio del Centro de Investigación Atmosférica de Izaña, adscrito a la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), señalaba que el cambio climático estaba alterando las estaciones del año. Esto era especialmente patente en las estaciones templadas o de transición, es decir, la primavera y el otoño. Las temperaturas propias del verano tienden cada vez más a aparecer mucho antes y a alargarse hasta bien entrado el otoño. Ejemplo de ello son los récords de temperatura que alcanzaron los termómetros durante el último verano: 37,9ºC en Badajoz el pasado 30 de septiembre, 38,2ºC en Montoro (Córdoba) el 1 de octubre o 37 ºC que se alcanzaron el 2 de octubre en el aeropuerto de Bilbao.

El citado estudio, basado en un análisis de las temperaturas entre 2010 y 2017, no apreciaba apenas variaciones en los meses centrales del invierno, es decir, en enero y febrero. Los cambios más acusados tienen lugar entre abril y junio, por un lado, y entre septiembre y octubre por el otro. Esta tendencia se ha profundizado desde entonces, con veranos y otoños más cálidos cada año que pasa: el informe sobre el Estado del Clima de España de 2022, elaborado por la AEMET, constata que «todos los meses, salvo marzo y abril, registraron temperaturas superiores a su promedio normal, y tanto el verano como el otoño fueron los más cálidos de la serie».

En los últimos años, los octubres europeos están registrando temperaturas entre 10 y 15 ºC por encima de lo habitual

Las consecuencias de esta tendencia son un avance de los climas semiáridos y la correspondiente reducción de las precipitaciones. Benito Fuentes, meteorólogo de la AEMET, publicó el pasado mes de junio un artículo que corrobora «un alargamiento evidente del periodo estival desde la década de 1940 (…) Si los veranos se están volviendo más largos, esto se logra a costa de ‘robarle’ días a la primavera y al otoño».

Aunque es improbable que el otoño vaya a desaparecer por completo, lo que sí indican las estadísticas es que las lluvias y la bajada de temperaturas tras el estío se harán esperar cada vez más; y que el paso de la manga corta al paraguas y al chubasquero será más brusco y repentino de lo habitual.

El saldo de la contaminación atmosférica

Más de 238.000 personas, el equivalente a los habitantes de la provincia de Guadalajara, mueren prematuramente cada año en Europa por el aire que respiran. Es el alto precio de la contaminación atmosférica, que no solo afecta a los que sufren un desenlace fatal, sino a la gran mayoría de la población, como alerta cada año la Agencia Europea de Medio Ambiente. 

Las responsables de estas cifras son partículas en suspensión, con una estructura más fina que el cabello humano, que pasan al torrente sanguíneo a través de la respiración provocando enfermedades respiratorias y cardiovasculares, entre otras. Están compuestas de sustancias químicas orgánicas como el polvo, el hollín y los metales y se calcula que el 97% de la población europea está expuesta a ellos. 

Pero no son las únicas que causan problemas de salud irremediables. A esas 238.000 muertes hay que sumar las 49.000 provocadas por el dióxido de nitrógeno, que emiten fundamentalmente los motores de combustión, especialmente el diésel. La exposición a este agente contaminante alcanzaba ya en 2021 al 90% de los europeos. Una exposición que provoca una menor resistencia a las infecciones, por lo que se asocia a un aumento de las enfermedades respiratorias crónicas y al envejecimiento prematuro de los pulmones.

Morir o no por culpa de estos contaminantes tiene mucho que ver con dónde nazcas y vivas, ya que es un riesgo relacionado con la riqueza de cada territorio. Así, como puede verse en los mapas, los países mediterráneos pierden en total más años de vida a causa de las partículas finas que los países nórdicos, parecido a lo que ocurre con el dióxido de nitrógeno. El ozono afecta más a Europa oriental, registrando tasas más altas en países como Rumanía, Bulgaria o Polonia. Este agente peligroso afecta especialmente a las personas con asma y problemas respiratorios. Solo en 2020 se cobró hasta 24.000 muertes, según estima la Unión Europea. 

Además del impacto en la salud humana, los contaminantes del aire también conllevan una gran pérdida en biodiversidad, con un 59% de bosques y un 6% de tierras agrícolas expuestas a niveles nocivos de ozono en Europa en 2020. Se estima que las pérdidas económicas sólo por el rendimiento del trigo alcanzaron unos 1.400 millones de euros en 35 países europeos en 2019. Los campos de Francia, Alemania, Polonia y Turquía son los grandes damnificados.

A pesar de las altas cifras, lo cierto es que en las últimas décadas todos estos agentes contaminantes están reduciendo su presencia en el medio ambiente, aunque no todos bajan por igual. Por ejemplo, el agente más letal, las partículas en suspensión, se ha reducido en un 45% desde 2005, más que el amoniaco, pero menos que el óxido de azufre.

 

Para continuar en la senda de la reducción de agentes contaminantes, la Unión Europea puso en marcha en octubre de 2022 el plan de acción «Contaminación cero», en el marco del Pacto Verde Europeo, con el que se ha fijado el objetivo de reducir la contaminación del aire, el agua y el suelo para 2050 a niveles que ya no sean perjudiciales para la salud. “Las amenazas persistentes a la salud de nuestro planeta también exigen soluciones urgentes”, aseguró la Comisión Europea.