Categoría: Agenda 2030

Salvar la biodiversidad, clave para evitar el colapso ecológico

Biodiversidad

El declive de la biodiversidad es más pronunciado hoy que en cualquier otra época de la historia. Sobrepasar el calentamiento global de 1,5 °C tendrá consecuencias irreversibles y solo la descarbonización puede frenar una potencial catástrofe.


Más de 60 jefes de Estado y unas 1.000 empresas de todo el mundo se congregaron en la edición número 54 del Foro Económico de Davos. Su eje transversal se basó en reconstruir una confianza fragmentada a nivel global y cuyo refuerzo es clave para tejer puentes políticos y sociales que nos ayuden a superar los crecientes desafíos que nos acechan. Uno de ellos es la acelerada pérdida de biodiversidad, clave para el equilibrio ecológico en todo el planeta. Según el informe Global Risk Report, publicado por el Foro Económico Mundial el año pasado, la pérdida acelerada de la biodiversidad es una de las principales preocupaciones mundiales tanto a corto como a largo plazo. 

Durante el Foro Económico de Davos se instó a crear una red para movilizar la inversión en energía limpia en el Sur Global

El declive de la biodiversidad es más pronunciado hoy que en cualquier otra época de la historia. La cadena de reacciones negativas provocadas por la intervención humana ha impactado sobre un equilibrio delicado y perfecto de la naturaleza con preocupantes consecuencias para el futuro. Así, el informe cita la severidad de este problema en la cuarta posición en la última década. «Dado que más de la mitad de la producción económica está estimada a ser entre moderadamente y muy dependiente de la naturaleza, el colapso de los ecosistemas tendrá consecuencias sociales y económicas de alto alcance», sostiene el documento. En ese sentido, las enfermedades zoonóticas, la disminución del resentimiento de los cultivos y su valor nutricional, el creciente estrés hídrico —potencial causa de conflictos violentos—, la pérdida de vidas dependientes de los sistemas alimentarios y los sistemas naturales como la polinización, además de las inundaciones, las subidas del nivel del mar y la erosión y degradación de los sistemas de protección contra inundaciones como praderas marinas y manglares, además de la degradación de los medios marinos, son apenas algunos de los problemas que ya se están desencadenando.

Es crucial comprender la relación directa entre el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad. Ahora, más que nunca, es fundamental frenar el colapso ecológico alcanzando las emisiones netas cero. No alcanzar esta meta de sobrepasar el calentamiento global de 1,5 °C tendrá devastadoras consecuencias: el impacto continuado de desastres naturales, los cambios en la temperatura global y los cambios en las precipitaciones se convertirán en la causa dominante de la pérdida de biodiversidad. «Sin medidas políticas significativas o inversiones, las complejas relaciones entre la mitigación del cambio climático, la inseguridad alimentaria y la degradación de la biodiversidad acelerarán el colapso del ecosistema», sentencia el informe. 

Más de 100 empresas se comprometieron a restaurar, conservar y cultivar 12.000 millones de árboles

Así, la reconstrucción de la confianza entre todos los agentes es la base para tomar medidas serias «a tiro hecho». En ese sentido, la élite económica mundial alcanzó algunas conclusiones para el planeta. La plataforma Trillion Trees anunció que más de 100 empresas se comprometieron a restaurar, conservar y cultivar 12.000 millones de árboles. 

También, entre los acuerdos alcanzados se instó a crear una red para movilizar la inversión en energía limpia en el Sur Global, con el fin de desbloquear tres billones de dólares de aquí a 2030 necesarios para la transición energética. Así, la denominada Red para Movilizar Inversiones en Energía Limpia para el Sur Global es una alianza creada en el marco del Foro Económico de Davos, formada por más de 20 directores generales y líderes de los gobiernos de Colombia, Egipto, India, Japón, Malasia, Marruecos, Namibia, Nigeria, Noruega, Kenia y Sudáfrica. La red proporcionará un espacio de colaboración para que sus miembros aceleren las soluciones de capital en energías renovables. 

En esa misma línea, también se anunciaron nuevos compromisos para desbloquear miles de millones de dólares destinados a financiar soluciones para el clima y la naturaleza a través de la iniciativa Giving to Amplify Earth Action (GAEA). GAEA también ha incorporado un nuevo Acelerador de Grandes Apuestas, cuyo fin es amplificar y acelerar las asociaciones público-privadas filantrópicas e innovadoras a nivel mundial para poder alcanzar las emisiones netas cero, revertir la pérdida de biodiversidad y preservar la naturaleza.

Rhoda N. Wainwright: «Una variable importante en la producción de cine debería ser la sostenibilidad medioambiental»

Rhoda N. Wainwright

Rhoda N. Wainwright, figura destacada en la industria del cine con más de 20 años de experiencia en producción, dirección y guion, ha dejado una huella significativa en el mundo cinematográfico. Sus obras premiadas y seleccionadas en numerosos festivales internacionales la han consolidado como una experta en la industria. Además, como cofundadora de Fiction Changing the World, empresa especializada en el desarrollo de contenidos que integran mensajes de sostenibilidad en ficciones audiovisuales y Mrs. GreenFilm, empresa de consultoría enfocada en reducir los impactos medioambientales de las producciones audiovisuales, Rhoda ha demostrado un compromiso notable con la sostenibilidad en el cine. En esta entrevista, exploramos con ella la evolución de la conciencia sostenible en la industria cinematográfica y los desafíos que enfrenta en un panorama audiovisual en constante cambio.

¿Cuándo y cómo surgió tu interés por la sostenibilidad en la producción cinematográfica?

La primera vez que oí hablar de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenibles) fue a finales de 2017. Había quedado con una de mis mejores amigas, Paloma Andrés Urrutia, que llevaba años trabajando en sostenibilidad, para tomar un café y ponernos al día. Mientras charlábamos me contó lo frustrada que estaba porque apenas nadie conocía los ODS. Yo tampoco sabía lo que eran y cuando me lo explicó casi me explota el cerebro. Resulta que por fin existía un acuerdo global que podría significar que la humanidad no se extinga, y la población en general no lo conocíamos. Paloma me contaba que la información era pública, pero que básicamente solo llegaba a quienes ya trabajaban en sostenibilidad y que además estaba escrita en un lenguaje complejo, técnico y lleno de acrónimos. Para el ciudadano de a pie, leer esos textos era básicamente como enfrentarse a un texto en latín. 

Mi trayectoria profesional siempre ha estado ligada al audiovisual y este es un sector que llega a miles de millones de personas en todo el mundo. Así que decidimos unir nuestro conocimiento y experiencia para transmitir de forma sencilla las metas de la humanidad (ahora mismo reflejadas en los ODS) y diversos mensajes de sostenibilidad a través de contenido de ficción dirigido a audiencias masivas. A partir de ahí fundamos Fiction Changing the World

Cuando estábamos generando la metodología que permitiera integrar con rigor esos mensajes de sostenibilidad en la ficción nos dimos cuenta de que era fundamental que la producción de estos contenidos también fuera sostenible. En España eso no estaba sucediendo, así que decidimos ponernos a trabajar en ello y acabamos creando Mrs. Greenfilm con tres socias más para ayudar a la industria audiovisual española a reducir sus impactos medioambientales y producir de una forma más sostenible. 

Personalmente, amo la industria del cine y haber podido ser parte del grupo de pioneros que está ayudando a su transformación está siendo una experiencia maravillosa.

«Ser parte del grupo de pioneros que está ayudando a la transformación de la industria del cine es una experiencia maravillosa»

En tu experiencia, ¿cuáles consideras que son los mayores descuidos ambientales en la realización de películas y programas de televisión?

En mi opinión, la falta de una planificación estratégica que incluya criterios de sostenibilidad es lo que puede llevar a tener mayores impactos. A la hora de crear el diseño de la producción, una variable importante a tener en cuenta debería ser la sostenibilidad medioambiental. Hasta ahora, el criterio creativo y el económico mandaban. Nosotros proponemos añadir a la balanza el criterio de la sostenibilidad para intentar evitar situaciones como rodar escenas de lluvia torrencial donde se consumen decenas de miles de litros de agua potable cada jornada en una zona afectada por la sequía. La correcta gestión de los residuos también es otro tema que está constando implementar al 100% porque son muchos los residuos generados a diario en un rodaje, además de los derivados de la construcción y desmontaje de decorados.

¿Como cofundadora de Mrs. Greenfilm, ¿puedes compartir algunos proyectos específicos en los que se hayan implementado prácticas sostenibles?

En los últimos dos años hemos trabajado en más de 100 proyectos de series y películas españolas que han incluido criterios de sostenibilidad con mayor o menor intensidad. Algunos de los que ya se han estrenado son La Sociedad de la Nieve, Los Farad, Élite, Operación Triunfo, Saben Aquel, Cerrar los ojos, Las Niñas de Cristal, Maridos, Chinas, Culpa Mía, Montecristo o Zorro.

¿Cómo impacta la sostenibilidad en la toma de decisiones creativas durante el proceso de producción y dirección?

De momento impacta poco. El criterio creativo manda.  Desde sostenibilidad se hacen sugerencias para intentar evitar los impactos, pero en muchas ocasiones esto no es posible por lo que trabajamos en reducir los impactos derivados de las decisiones creativas. Hay que tener en cuenta que, en la mayoría de las ocasiones, cuando nos incorporamos a los proyectos, los guiones ya están cerrados y es muy difícil que se hagan cambios sustanciales en ese momento. Lo ideal sería poder trabajar con los guionistas, directores y productores en la fase de desarrollo del proyecto para así buscar maneras de reducir aún más los impactos. Es polémico pensar en que la sostenibilidad afecte a lo creativo, hay quien se lleva las manos a la cabeza cuando este tema se menciona, sin embargo, nadie pestañea cuando son criterios económicos los que ponen límites a la creatividad. En mi opinión deberíamos ser capaces de trabajar conjuntamente en la fase de desarrollo para que se generen las mejores producciones posibles reduciendo al máximo sus impactos.

Con la proliferación de plataformas de streaming y la creciente demanda de contenido, ¿cómo crees que la industria del cine puede equilibrar la producción masiva con la sostenibilidad?

Para equilibrar la producción masiva sería necesario que se crearan leyes que marcaran criterios claros de sostenibilidad para la industria del cine. Sin embargo, mientras esto no ocurra, son precisamente agentes como las plataformas de streaming y los grandes estudios cinematográficos los que tienen que hacer esfuerzos para reducir los impactos de cada una de sus producciones. Esto ya está ocurriendo en algunas plataformas en las que se dedica una partida presupuestaria para la inclusión de un departamento de sostenibilidad y para la implementación de medidas que reduzcan la huella de carbono de los proyectos. También hay que tener en cuenta que la industria cinematográfica depende de los avances en otros sectores para poder reducir sus impactos, como sucede ahora mismo con el uso de vehículos más eficientes. Por mucho que una productora quiera alquilar los vehículos más eficientes para su rodaje, si las empresas de alquiler de vehículos apenas tienen vehículos de bajas emisiones no podrán tener acceso a esos camiones, furgonetas y coches. Sucede lo mismo con los generadores eléctricos de energía, cuyo uso reduciría significativamente las emisiones directas de las producciones, pero de momento en España solo se están pudiendo utilizar pequeños generadores que no tienen suficiente potencia para alimentar al rodaje entero y es necesario seguir usando generadores de combustible de gran potencia.

«Hasta ahora, el criterio creativo y el económico mandaban, nosotros proponemos añadir a la balanza el criterio de la sostenibilidad»

¿Cuál es tu opinión sobre las medidas que se están tomando a nivel global para promover la sostenibilidad en la industria cinematográfica? 

Las medidas más destacables que estamos viendo a nivel global son la inclusión en presupuestos de partidas para la reducción de impactos y la creación de premios y sellos con cierto prestigio a producciones que implementan medidas de sostenibilidad o que incluyen mensajes de sostenibilidad. Por otro lado, también vemos que tanto productoras, plataformas, estudios y actores están tomando conciencia del riesgo reputacional que puede suponer para todos ellos que en alguno de sus proyectos haya algún impacto medioambiental grave y esto hace que cada vez se alineen más con objetivos de sostenibilidad en sus proyectos. No obstante, todavía nos queda mucho camino por andar, hace falta más formación y concienciación para que la sostenibilidad forme parte de la manera estandarizada de producir.

Dada tu experiencia en festivales internacionales, ¿has notado un aumento en la conciencia sostenible en la selección y premiación de películas? 

En los últimos años estamos viendo ese aumento en la conciencia sostenible a la hora de premiar. Existen ya premios como los EMA Awards en EE.UU, los Sustainable Development Goals Lions en Cannes, los Premios Produ en Latinoamérica, la Espiga Verde en Seminci, el Another Way Film Festival en Madrid, el festival FINCA en Argentina o el FICMA en Barcelona. Sería muy interesante verlo reflejado en más festivales y premios de gran prestigio internacional como los Goya, los Oscar o los Globos de Oro.

¿Qué consejos darías a los y las cineastas emergentes que desean incorporar prácticas sostenibles desde el principio de sus carreras?

Les recomendaría que se formaran para tener un mínimo de nociones básicas de sostenibilidad en rodajes, que cuenten con un departamento de sostenibilidad en sus proyectos y que incluyan los criterios sostenibles desde la fase de desarrollo.

¿Existen barreras significativas para la implementación generalizada de prácticas sostenibles en la industria del cine? ¿Cómo se pueden superar? 

Son varios los retos para conseguirlo. Es necesario que se siga formando personal especializado, pues casi no hay cantera de Eco PA [asistentes de producción] y Eco managers. También es importante que los clientes entiendan bien qué es lo que hacemos, que no basta con separar bien los residuos o con reducir el uso de botellas de plástico. Sigue habiendo bastante desconocimiento sobre lo que significa aplicar criterios de sostenibilidad en rodajes y es importante que la sostenibilidad sea un criterio más a la hora de tomar decisiones. Otra barrera sería la falta de disponibilidad de vehículos y generadores de bajas emisiones, todos los sectores han de transformarse y eso lleva tiempo.

Como parte de Fiction Changing the World, ¿cómo crees que las historias pueden ser agentes de cambio para promover la sostenibilidad y la conciencia ambiental?

El cine es un gran generador de empatía y de referentes, nos muestra otras partes del mundo, otras personas y formas de vida. El ser humano siempre ha utilizado los relatos para transmitir información importante en forma de parábolas o cuentos con moralejas, el cine tiene que seguir haciendo eso. La industria audiovisual llega a millones de personas en todo el planeta y hay que aprovechar su potencial sensibilizador para seguir transmitiendo mensajes tan importantes como las metas de la humanidad para no extinguirse y para hacer una llamada a la acción.

Educación, un derecho básico que no todos tienen

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El Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 persigue conseguir una educación de calidad que mejore la vida de las personas y contribuya al desarrollo sostenible. Un desafío no menor ya que muchas personas todavía no tienen asegurado este derecho humano fundamental y la desigualdad educativa sigue presente tanto en los países más ricos como en los menos desarrollados. 

Ecofeminismo: Una reivindicación doble, una doble victoria para el planeta

Ecofeminismo: La relación íntima existente entre naturaleza y mujer

La relación íntima existente entre naturaleza y mujer, tanto en el ámbito de lo simbólico como en las consecuencias de la explotación desmesurada del planeta, ha dado lugar a una lucha que combina el movimiento feminista con el ecologista.


Hoy día es difícil estar al margen de las luchas que una parte de la sociedad está haciendo visibles por necesarias y urgentes. El ecofeminismo es una de ellas y promueve, desde que en los años 70 naciera como corriente de la mano de intelectuales como Françoise d’Eaubonne y de investigaciones como las de Rachel Carson, el poner la vida en el centro. Todas las vidas. Para ello, plantea un cambio radical de sistema económico global, el capitalismo, y del patriarcado que lo sustenta, ya que considera que ambas realidades están en la raíz de la catástrofe ambiental actual y de la desigualdad que la mujer sufre históricamente.

El ecofeminismo pide una reorganización económica y política que promueva la justicia social, la igualdad y la protección de la naturaleza

Los seres vivos somos ecodependientes, nuestra existencia depende de la relación que establecemos con la naturaleza: de ella extraemos los recursos básicos para nuestra supervivencia, siendo éstos limitados y agotables. Derivado de esta idea, el ecofeminismo pide una reorganización social, económica y política con base en la redistribución la riqueza, en la igualdad y en una obtención de los recursos naturales que vele por la conservación de la naturaleza y favorezca su desarrollo, perpetuando así la vida, buscando el bien común. Naciones Unidas apunta que alrededor del 80% de las personas desplazadas por el cambio climático son mujeres. El 70% de las personas pobres, también. 

Como otras propuestas de pensamiento, el ecofeminismo incluye en sí mismo distintas alternativas teóricas. En todas ellas encontramos representantes luchadoras, de gran bagaje cultural desarrollado dentro de la investigación académica o del activismo, que han puesto la vida en el centro hasta el punto de jugarse la propia. 

Un caso paradigmático es el de la hondureña Berta Cáceres. Ambientalista, feminista, defensora de los derechos humanos y líder en la defensa de la comunidad Lenca. Cáceres ganó en abril de 2015 el Premio Medioambiental Goldman, máximo reconocimiento mundial en el ámbito. Un año después fue asesinada a causa de su lucha por la defensa del territorio cultural de esta comunidad indígena.

La ONU apunta que el 80% de las personas desplazadas por el cambio climático son mujeres

Otra de las principales representantes es Vandala Shiva, doctora en Ciencias Físicas, filósofa y escritora. Con numerosos libros escritos de repercusión mundial, ha colaborado como asesora del Gobierno de la India y es parte fundamental de la Women’s Environment & Development Organization (WEDO), entre otros proyectos. Famosa por sus acciones contra el monopolio de la venta de semillas transgénicas, de pesticidas y de la agricultura extensiva, para ella, la violencia ejercida contra la tierra tiene consecuencias directas y brutales en la vida de las mujeres. Dañar la tierra es, esencialmente, dañar a las mujeres.

En España la principal referencia es Yayo Herrero, profesora, antropóloga e ingeniera. Su postura parte de la pregunta «¿qué sostiene la vida?». La respuesta es la naturaleza, los cuidados de los cuerpos vulnerables y de los recursos naturales. Con ello, la relación entre feminismo y ecologismo es inevitable. Redefinir la labor de los cuidados (de las personas, de la tierra), que tanto el patriarcado como el capitalismo han otorgado a las mujeres, es base de su planteamiento.

En definitiva, como hemos visto, apostar por una sociedad ecofeminista es buscar el camino para perpetuar la vida de la forma más justa, igualitaria y respetuosa con el planeta.

Desperdicio de alimentos: una prioridad para el 2030

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El consumo excesivo y la falta de conciencia a la hora de alimentarnos se han convertido en las principales causas del desperdicio de alimentos. Una realidad que según datos de la FAO nos deja una dualidad: mientras 783 millones de personas pasan hambre, el resto de la población del planeta desperdicia 74 kg de alimentos al año de media. 

COP28: un punto de inflexión para instar a la acción

En el epicentro de la COP28 se encuentra la evaluación global del Acuerdo de París, adoptado en la COP21 de 2015, un pacto que simboliza el compromiso colectivo de la comunidad internacional para abordar la crisis climática y cumplir el objetivo global de limitar el calentamiento a 1,5ºC.

Ante este desafío climático se reunirán desde líderes gubernamentales y representantes de organizaciones internacionales hasta activistas y expertos en sostenibilidad, entre los que se espera la asistencia de figuras de renombre mundial como el presidente de Estados Unidos, Joe Biden; el primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak; o el papa Francisco, lo que subraya la vital importancia de la colaboración para idear soluciones integrales.

En este contexto, la presidencia de la COP28, según lo expresado en su carta a todos los actores implicados, ha presentado los cuatro ejes principales sobre los que tendrá lugar este encuentro.

El foco está en impulsar la transición hacia fuentes de energía más sostenibles y reducir las emisiones para 2030

En primer lugar, el foco está en impulsar la transición hacia fuentes de energía más sostenibles y reducir las emisiones para 2030. Se busca triplicar la capacidad de las energías renovables, reducir significativamente las emisiones de metano y combustibles fósiles, así como duplicar la eficiencia energética y promover la electrificación. Los últimos datos del IPCC indican que las emisiones deben reducirse un 43% para 2030 en comparación con 2019. Por su parte, organizaciones como Amnistía Internacional, en su informe titulado Combustibles letales, piden «un acuerdo para poner fin a la producción y al uso de combustibles fósiles para evitar una catástrofe climática global y que no se agrave una crisis de derechos humanos sin precedentes».

En segundo lugar, la financiación de los países con una mayor capacidad económica juega un papel crucial para satisfacer las necesidades de los países en desarrollo. Un informe de Oxfam Intermón ya reveló en junio de este año que el compromiso establecido por parte de los países con mayores capacidades económicas está muy lejos de la realidad. «La cifra de 83.300 millones de dólares que declaran haber aportado es una sobreestimación, ya que incluye proyectos en los que se ha exagerado el objetivo climático o los préstamos se han contabilizado según su valor nominal», denuncian desde la oenegé. 

En tercer lugar, en el centro de la acción climática se sitúan la naturaleza, las personas y los medios de vida. Se espera que iniciativas como el Fondo para Pérdidas y Daños, aprobado el año pasado, comiencen a operar, junto con la adopción del marco para el Objetivo Global de Adaptación. Además, como novedad, se celebrará la primera reunión ministerial sobre clima y salud.

En esta edición se celebrará la primera reunión ministerial sobre clima y salud

Finalmente, la COP aspira a promover la inclusión, fomentando una mayor participación de jóvenes, delegaciones con representación equitativa de género y la presencia activa de comunidades indígenas.

En conclusión, la COP28 no se limitará a evaluar logros pasados, sino que se presenta como una urgente llamada a la acción. Según un reciente informe de la ONU Cambio Climático, los planes de acción climática de los países aún no satisfacen plenamente los objetivos establecidos en el Acuerdo de París, por lo que se demanda una acción más contundente y urgente. Estamos ante una oportunidad única para trazar un camino hacia un futuro más sostenible y resiliente, donde la colaboración y la determinación colectiva serán las fuerzas impulsoras del cambio.

Entrevista a María Serra: la cara del activismo climático joven

Cofundadora de Fridays for Future Barcelona y estudiante de Relaciones Internacionales, su rodaje y experiencia en la preservación del medio ambiente se iniciaron en la Universidad, para trasladarse después a las calles, y derivar en la diplomacia climática. Recientemente, ha participado en las Jornadas sobre Sostenibilidad de Redeia en Madrid.


¿Cuándo empezó a interesarte la deriva medioambiental del planeta?

Yo soy hija de periodistas, no creo que estuviera donde estoy si no hubiera leído noticias y hubiera estado informada. Empecé a ser muy feminista alrededor de los 12-13 años, con el primer boom del «me too». A nuestra generación nos enseñaron que el feminismo no hacía falta, y fue un gran impacto. Empecé siendo activista feminista, y de ahí derivé a los Derechos Humanos (DDHH). Y en 2019 mientras veía un documental, Before the Flood, un poco controvertido, me impactó que dijera cosas tan heavys y no se le hiciera caso. Tuve la suerte de investigar el tema y de que meses más tarde estallase el tema de Greta Thunberg. Sin el acompañamiento de otros y otras jóvenes que no se empezaran a preocupar como yo habría sido más traumático, pero al ver que la gente se estaba moviendo y que había preocupación, fui a buscar amistades con las que poder hablar de esto. Acabé en una asamblea de un grupo verde universitario, y ese grupo acabó formando Fridays for Future.

¿Sigue el movimiento Fridays for Future teniendo actividad en España?

A nivel de manifestaciones no, las juventudes nos hemos reorganizado en otras cosas tras la pandemia. El movimiento tenía el objetivo de ser una alarma para poner el cambio climático sobre la mesa y esa era su estrategia. En otros países como Alemania, como tenían una estructura más grande, mucha más voz, y ya se habían organizado como colectivo, sí siguen, pero países como aquí nos hemos unido en Alianzas por el Clima, Juventudes por el Clima y otras. Es menos visible, porque no son manifestaciones multitudinarias, pero por ejemplo yo hago diplomacia climática: estar en todos lados, crear espacios dentro de las organizaciones para que se hable de esto. Cosas que son menos visibles, pero tienen mayor poder. Hemos visto que militar desde fuera no tiene tanto impacto como creíamos y ahora el objetivo es estar dentro.

«Cuando pedimos justicia climática, pedimos que se acabe con el cambio climático de una forma que beneficie a la sociedad»

¿Qué significa para ti la ‘justicia climática’?

Tengo una visión práctica, y una visión romántica. La práctica es que es un manual de cómo salimos de aquí de forma justa y no catastrófica. No es tanto el qué hacemos, sino el cómo, dicta que no dejemos a nadie atrás, que terminemos con los sistemas de opresión. Cuando pedimos justicia climática pedimos que se acabe con el cambio climático de una forma que beneficie a la sociedad. La romántica es un modelo de ver el mundo muy extenso, que toca el feminismo, el racismo histórico, toda la interseccionalidad. Si se estudia bien da para filosofía política. Es entender que el cambio climático es un síntoma de muchos sistemas de opresión. 

¿Quién está siendo la población más perjudicada por los destrozos causados en la naturaleza?

Ahora mismo, el Sur Global y las poblaciones indígenas, porque les tocan su casa. Son gente que tiene el extractivismo en la puerta, activistas indígenas a quienes matan por ser activistas. Pero en España, el Mediterráneo científicamente es de las zonas más afectadas por el cambio climático, y será peor. Ya nos ha tocado mucho este verano. Centrarnos en medidas de adaptación es muy importante. Porque al final quienes más pagan las consecuencias son la gente con menos recursos, quienes no pueden pagar aire acondicionado, que no pueden estar todo el día en la piscina, gente que trabaja al sol, quienes no pueden acondicionar el sitio donde viven. Empezar a pedir a los gobiernos medidas de adaptación es muy importante, porque estamos dando cero herramientas a la gente para adaptarse a estas condiciones.

¿Crees que la población joven tiene cada vez más conciencia de la magnitud del problema y se está implicando más en luchas sociales, como el cambio climático?

Hay concienciación, pero porque lo hemos metido con aguja. El problema no son solo los medios, sino cómo se implican. Hay una gran paralización, no les estamos dando oportunidades para ser parte del cambio. Si gran parte de mi generación no puede pagar el alquiler, tiene que estudiar dos másteres para cobrar mil euros al mes, etc., pedir a la juventud que haga un voluntariado —porque el 90% del activismo es no remunerado— a veces parece que es reírse en su cara. Creo que sí hay concienciación, y se ve en las redes sociales, que es algo más espontáneo, más directo y no tan consumidor de tiempo. Pero en las calles cuesta mucho por las condiciones que tienen. Este año no iré a la COP (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático), por ejemplo, porque si fuera un fondo de poco dinero me daría igual, pero al ser en Dubai es muchísimo dinero. Entiendo que mi trabajo allí es importante, pero hay gente que tiene un trabajo mucho más imprescindible. Prefiero ese dinero que vaya a otros lugares más imprescindibles, como poblaciones indígenas o gente del Sur Global, a que vaya a mí. Ayudaremos desde aquí.

¿Qué agentes son los principales responsables de la supervivencia del medio ambiente?

La industria de la alimentación y de la carne. Gran parte del problema viene de ahí, tenemos una dieta que pide unos recursos naturales descomunales. También la del transporte (aviones, coches); aquí hay que hacer un cambio de modelo profundo, y eso implica que los jefes de las empresas pidan que la gente se quede trabajando online dos o tres días a la semana. Una remodelación del sistema de transporte, pero teniendo en cuenta muchas otras cosas. Igual no es culpa del trabajador o trabajadora que tiene dos semanas de vacaciones y se coge un vuelo de 30 euros, sino de quien trabaja y vive en Bruselas y se coge 40 vuelos al mes. Hay responsables en todos los lados, pero tenemos tendencia a señalar a los pequeños y no a los grandes. También la industria de la moda. Estoy traumatizada con Shein, ¿en qué momento el nivel de sobreproducción y de fast fashion es necesario? Es una barbaridad a nivel ambiental.

¿Cómo animar a la gente a que se involucre en acciones cotidianas como reciclar, comer menos carne o no consumir plástico, cuando es el 1% más rico de la población mundial el responsable de más del doble de las emisiones de gases de efecto invernadero?

Algo muy importante es que se ha intentado culpabilizar a la gente y que estas cosas tendrían gran impacto y no es cierto, hay que tener honestidad. Que tú recicles tiene impacto relativo, pero si lo haces por convicción, porque son tus ideales y quieres vivir acorde a ellos, eso tiene un impacto más grande a nivel cultural. No es tanto el impacto real, por ejemplo, del reciclaje, sino en que tú creas que el futuro tiene que ser así, creer que es lo correcto y hacerlo. Y seguro que eso tiene un impacto en la gente mucho más grande.

«La ciencia dice que en 2040, si no hacemos nada, estaremos alrededor de los dos grados y medio más de temperatura»

¿Qué se necesita para parar la rueda del consumismo?

Creo que desengañar un poco a la gente. Yo he crecido con el «Estoy triste, me voy de compras». Seguirás triste igual cuando te lo compres. Igual como generación estaría bien tener más herramientas para lidiar con la absoluta crisis mental que hay. Al final comprar es un chute de dopamina muy instantáneo y que se va rápido. Si tuviéramos vidas más llenas, vidas más tranquilas y satisfactorias, no necesitaríamos tanto consumismo.

Si el mundo continúa en la situación actual, ¿qué planeta tendremos dentro de veinte años?

La ciencia dice que en 2040, si no hacemos nada, estaremos alrededor de los dos grados y medio más de temperatura; eso es una absoluta catástrofe nivel humano y planetario. Sabemos que a tres grados más solo sobreviven unos mil millones de personas, ¿qué hacemos con el resto, si solo podemos mantener a nivel de comida y de agua a esta cifra? El problema del cambio climático es que o paramos esto a nuestros términos o la naturaleza nos parará. No actuar es una barbarie en muchos sentidos, morirá mucha gente. Pero eso como noticia no vende. Tenemos dos opciones: o actuamos y en 2040 tenemos un futuro más verde, más sostenible y más sano para la gente, donde la gente es más feliz en general, o tenemos un futuro que sea una barbarie.

¿Podemos decir que hay esperanza para la Tierra?

Yo la tengo, un poco porque no me queda más. Hay algo que se llama «esperanza radical», que es tener esperanza donde no la hay; pero porque si tú no tienes esperanza no puedes actuar, si no tienes a dónde ir no puedes caminar. Prefiero ver un futuro y caminar hacia ello que huir de algo que me da mucho miedo sin saber dónde voy. Sí la hay, por una cuestión de justicia, la gente se merece un futuro. Yo lo veo, y hasta que me digan lo contrario, aquí estaremos.

Reducir (y compensar) la huella ambiental

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La huella de carbono representa el impacto ambiental de las actividades cotidianas de las personas y las empresas. Cada vez existe más conciencia sobre la importancia de reducirla y, cuando no es posible, compensarla. 

Revolución sostenible a golpe de ley en el sector textil

La Unión Europea integra la lucha contra el fast fashion como uno de los puntos clave para alcanzar los compromisos del Pacto Verde Europeo. La propuesta responde a la voluntad de reconvertir el sector textil, desde un enfoque basado en la economía circular, la reducción del impacto ambiental y el respeto por los derechos humanos.


La industria de la moda se ha convertido en las últimas décadas en uno de los sectores más contaminantes del planeta, así como en uno de los principales focos de escándalo en materia de derechos humanos. A esta realidad se suman los datos poco alentadores que presenta el Pacto Verde Europeo –conjunto de propuestas con las que la Unión Europea pretende reducir las emisiones a más de la mitad en 2030 y alcanzar la neutralidad en 2050 –, según los cuales se espera que la producción de ropa aumente un 63% de aquí a 2030, pasando de los 62 millones de toneladas a los 102 millones. 

Se espera que la producción de ropa aumente un 63% de aquí a 2030, pasando de 62 millones a 102 millones de toneladas

La vida útil de las piezas de ropa y calzado es cada vez más corta, mientras que la huella de carbono sobre el planeta va en dirección ascendente.  Sin embargo, la Comisión Europea se ha decidido a poner freno a esta problemática, elaborando una nueva estrategia industrial que busca acabar con el fast fashion y la impunidad de las firmas de moda que no respeten el medio ambiente y el bienestar de sus trabajadores. 

Para ello, el organismo ha lanzado toda una serie de medidas que pretenden combatir el exceso de producción y promover el uso de materiales reciclados, la reducción de residuos textiles y un modelo de negocio más justo y transparente en toda la cadena de suministros. 

Ropa más duradera, sostenible y reciclable

«Para 2030, los productos textiles disponibles en el mercado de la UE serán duraderos y reciclables, en su mayoría fabricados con fibras recicladas […]. Los consumidores podrán disfrutar de productos textiles de alta calidad y asequibles durante más tiempo, mientras que el concepto de ‘moda rápida’ quedará obsoleto», expresaba así la Comisión Europea en el Parlamento de la UE en un comunicado de marzo de 2022. Partiendo de esta premisa, la Comisión pretende abordar esta cuestión desde el mismo diseño de la pieza, mejorando su calidad y composición para así aumentar su durabilidad. 

Con tal propósito, la UE plantea la producción de textiles fabricados en gran medida con fibras recicladas, libres de sustancias tóxicas, y evitar la mezcla de materiales para asegurar un efectivo sistema de clasificación y reciclaje. Además, la hoja de ruta que se pretende seguir prohíbe la destrucción de productos no vendidos o devueltos, así como la exportación de residuos textiles a otros países. «Las grandes empresas deberán hacer público el número de productos que desechan o destruyen, y su tratamiento posterior en cuanto a preparación para la reutilización, el reciclaje, la incineración o el depósito en vertederos», afirmó la Comisión. 

Por otro lado, el texto introduce el término «responsabilidad ampliada del productor», según el cual el fabricante asume una mayor responsabilidad sobre su producto, debiendo conocer en todo momento el ciclo de vida de la pieza y velar por ella desde el momento de su creación hasta que es transformada en desecho.  De esta forma, se promueven prácticas más sostenibles, como el reciclaje y la reutilización, disminuyendo así la cantidad de residuos que llegan a los vertederos. Asimismo, la gestión del producto al final de su vida útil puede llegar a crear oportunidades de empleo en el sector vinculados a la gestión de residuos y la economía circular.  

La importancia de la transparencia: por una moda ética y sostenible

Uno de los ejes fundamentales de esta iniciativa es garantizar la transparencia de los fabricantes y proporcionar al consumidor una información clara y veraz sobre el producto que está adquiriendo, facilitando así que apueste por una moda ética y sostenible. Con el fin de asegurar este punto, la Comisión ha trazado toda una serie de garantías y mecanismos digitales que permitirán verificar que las empresas cumplen con los futuros requisitos que se plantean en la propuesta. 

Las firmas de moda sólo podrán autodenominarse como «verdes» si cuentan con los certificados o etiquetas que así lo confirmen

Por un lado, se establecerán no solo etiquetados sobre la composición de la pieza de ropa o de la presencia de elementos de origen animal, sino que también se proporcionará información vinculada a su durabilidad, sostenibilidad y circularidad. En este sentido, la Comisión tiene el objetivo de romper con el greenwashing, también conocido como «postureo verde». 

De esta manera, a partir del 2030, las firmas de moda únicamente podrán autodenominarse como «verdes» si cuentan con los certificados o etiquetas que así lo confirmen. Además, dichas marcas deberán presentar un análisis exhaustivo del ciclo de vida de sus productos y especificar si la sostenibilidad proviene de una parte concreta del producto o de su totalidad. En cuanto a la ética empresarial, los fabricadores deberán garantizar que se están respetando los derechos de todos sus trabajadores y quedará prohibida la comercialización dentro de la UE de productos que hayan sido elaborados a través de trabajo forzoso o infantil. 

Para lograr afianzar estos requisitos, la Comisión ha creado herramientas digitales como el denominado Pasaporte Digital de Productos, un mecanismo que permitirá verificar si se cumple o no con las normativas del reglamento, y que expondrá de forma detallada el ciclo de vida de la pieza de ropa o calzado, así como el tipo de producción, el país en el que se ha elaborado el producto y los responsables que hay detrás de la fabricación. 

El nuevo Plan Nacional Integrado de Energía y Clima para dummies

Desde que se desató la crisis energética en 2021, y con el estallido de la guerra de Rusia en Ucrania, la energía es uno de los temas preponderantes de la agenda pública europea. Y España no se ha quedado atrás. Mientras la Comisión Europea avanza en su reforma del mercado eléctrico, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de España elaboró un borrador para actualizar su Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) para elevar las aspiraciones energéticas nacionales y plantear objetivos coherentes con la reducción de emisiones adoptada a nivel europeo de cara a 2030. 

¿Qué es el PNIEC?

El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) es la hoja de ruta española en materia de descarbonización y penetración de energías renovables. Originalmente, fue enviado a Bruselas en 2020, que le dio el visto bueno para que se pusiera en marcha en 2021. Sin embargo, ante los nuevos contextos energéticos y las crecientes ambiciones climáticas a nivel europeo, plasmadas en los paquetes «Objetivo 55» y «REPowerEU», el Gobierno ha decidido actualizar el PNIEC. El nuevo borrador fue enviado a la Comisión Europea en julio y estuvo abierto a consulta pública hasta el pasado 4 de septiembre. 

¿Cuáles son sus objetivos principales?

El nuevo PNIEC aspira a concretar un 32% de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para 2030

La nueva hoja de ruta aspira a concretar, para 2030, un 32% de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero respecto a 1990; un 48% de renovables sobre el uso final de la energía; un 44% de mejora de la eficiencia energética en términos de energía final; un 81% de energía renovable en la generación eléctrica; una reducción de la dependencia energética hasta en un 51% (frente al 73% en 2019); disponer de 19 GW de autoconsumo y 22 GW de almacenamiento; y un 43% de reducción de las emisiones de los sectores difusos y un 70% de los sectores bajo el comercio de derechos de emisión con respecto a 2005. 

¿Qué ha cambiado exactamente con respecto a 2021?

La versión de 2021 del PNIEC tenía como objetivos vinculantes principales para 2030 un 23% de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero respecto a 1990; un 42% de renovables sobre el uso final de la energía; un 39,5% de mejora de la eficiencia energética; y un 74% de energía renovable en la generación eléctrica. 

¿Por qué es importante el PNIEC?

Como bien lo explica el propio Gobierno en su borrador, el nuevo PNIEC establece el marco de actuación español hasta 2030 para cumplir los objetivos de transición ecológica de la Unión Europea, luchar contra el cambio climático y alcanzar la neutralidad climática antes de 2050. 

Aumenta del 74 al 81% el porcentaje de integración de energías renovables en la generación eléctrica

Además, la transición energética “es una oportunidad para la modernización de la economía, la creación de empleo sostenible en el tiempo, el refuerzo de la competitividad y la reducción de la dependencia energética exterior”, además de una oportunidad “para el desarrollo del medio rural, la mejora de la salud de las personas y el medio ambiente, y la justicia social”. 

¿Qué reacciones ha generado el nuevo PNIEC?

El nuevo documento ha despertado tanto reacciones a favor como en contra. Algunas críticas están relacionadas con la concreción numérica, las estimaciones de aportación de algunas energías, la participación social y el almacenamiento. Asimismo, se ha criticado que el incremento en la reducción de emisiones es escaso, si se tiene en cuenta que el compromiso adquirido por la Comisión Europea está en el 55%.

Mientras que la Unión Española Fotovoltaica (UNEF) aplaude que el borrador haya tenido en cuenta la petición del sector de revisar al alza los objetivos de implementación de energía solar para autoconsumo y plantas en suelo, por su lado, la Asociación para la Transición Energética pide que se tenga más en cuenta la demanda y al consumidor, para que se disponga de energía a un precio competitivo para las empresas y la ciudadanía.

Por su parte, el colectivo de expertos Fundación Renovables valora "positivamente" el incremento en las ambiciones del Gobierno, pero subraya que hace falta un "calendario analizado hasta 2030" para el desarrollo de los objetivos, y considera conveniente aumentar el "grado de concreción, con compromisos numéricos". Además, resalta la necesidad de una oficina de seguimiento y control del PNIEC y de que los diferentes grupos de interés sean incluidos en los procesos de diálogo.

¿Cuándo estaría listo el nuevo PNIEC?

El borrador de la nueva hoja de ruta estuvo abierto para consulta de participación pública hasta el 4 de septiembre y la Moncloa prevé que la versión definitiva del documento sea remitida a la Comisión Europea en junio de 2024.