Categoría: Agenda 2030

Ángel Bonet: “Es urgente transformar la cultura empresarial actual hacia una economía del propósito”

Ángel Bonet es fundador y presidente de ImpactCo, una compañía que asesora al empresariado para alcanzar el éxito a través de la innovación tecnológica y el impacto social responsable. También lo es de la Fundación Unlimited, que él define como un referente mundial en el ecosistema del emprendimiento social. Con casi tres décadas de experiencia a sus espaldas, ha sido reconocido como uno de “Los 40 mejores futuristas de España” por la revista Forbes. Asimismo, es autor de libros como ‘El tsunami tecnológico' y ‘Empresas que crecen con alma’.

¿Cómo definiría el éxito empresarial?

Lo definiría como aquella compañía que tiene de foco estratégico no solo el rendimiento económico, sino el impacto social y medioambiental que genera con su actividad. Es decir, son aquellas compañías que ponen al mismo nivel la rentabilidad y el bienestar que generan en su comunidad y el planeta. Ese es el verdadero éxito: darle la misma importancia al cuánto y al cómo.

 

En general, ¿cree que las empresas españolas son empresas con alma, preocupadas por la sociedad y el planeta? ¿Qué transformaciones urgen en el sector privado? 

En general, sí.  Tenemos una clase empresarial muy concienciada con su entorno, aunque lamentablemente la mayoría no puede poner en práctica su sensibilidad social o medioambiental, dado que el propio sistema capitalista les fuerza a  poner el foco solo en el rendimiento económico a corto plazo, algo que ocurre especialmente con las empresas multinacionales o cotizadas.

Es urgente transformar la cultura empresarial actual hacia una economía del propósito, donde se dé la misma importancia al rendimiento económico que a su impacto social y medioambiental. Para ello, es imprescindible que todas las instituciones educativas, así como los medios de comunicación, formen e inspiren desde las bases este nuevo movimiento económico, a la vez que los gobiernos incentivan y legislan en esta dirección y los inversores canalizan sus capitales con más conciencia.

 

En un momento de aceleración de la digitalización, con la inteligencia artificial y herramientas como ChatGPT en pleno apogeo, ¿cómo afectan los cambios tecnológicos a la cultura empresarial?  

La revolución tecnológica transforma por completo todos los negocios, como estamos viendo en las últimas décadas. La inteligencia artificial, como otras muchas tecnologías disruptivas, son plataformas que permiten crecer exponencialmente los negocios y las empresas, a la vez que permiten innovar a las mismas en soluciones sociales y medioambientales. Dicho de otra manera, gracias a las nuevas tecnologías podemos crear compañías de más éxito económico a la vez que se solucionan los grandes retos de la humanidad, tanto sociales como medioambientales.

Si no entendemos la revolución tecnológica como un elemento de mejora de nuestra sociedad, se nos puede girar en contra y amplificar el actual problema que tenemos de diferencia entre ricos y pobres (o seguir destruyendo nuestros recursos naturales, tan solo por el beneficio de unos pocos).

 

¿Qué valor cobra el talento humano en las empresas con alma?

La clave de las empresas con alma son las personas y sus líderes. Solo aquellas personas con sensibilidad social y conectadas con su entorno pueden ser capaces de liderar esta nueva revolución social y medioambiental. Es prácticamente imposible que una persona sin valores lidere una empresa con alma.

 

¿Cómo se convierte una persona en un “growth soul leader”?

Desde la educación y la formación. Necesitamos que todas las instituciones académicas formen a nuestros líderes en valores, en conciencia social y en sensibilidad medioambiental; en definitiva, en poner en el centro de todos los negocios a la persona.

 

Algunos sectores cuestionan la viabilidad de las compañías sostenibles o socialmente responsables. ¿Considera que este planteamiento podría frenar el avance de este tipo de empresas?

A lo largo de la historia siempre ha habido negacionistas hacia cualquier innovación o avance de la humanidad. En este caso, además, al ser una transformación tan profunda del modelo económico de los últimos 200 años, surgen con más contundencia y virulencia.

Ya existen cientos de casos que relacionan la orientación estratégica de las compañías hacia el impacto social y medioambiental, con un alto impacto en el valor de la compañía, fundamentalmente por la retención y captación de talento (al buscar un propósito el nuevo empleado), así como un aumento significativo de la demanda de estos productos y servicios por parte del consumidor y la sociedad, además de un mejor y mayor acceso a otro tipo de capitales que están buscando un rendimiento económico a la vez que social.

En todo caso, estamos al inicio de esta revolución social del modelo económico, que liderarán, como ha pasado a lo largo de la historia, los pioneros; los negacionistas, en cambio, sufrirán el castigo del mercado a largo plazo.

 

Las pymes constituyen el 99,8% del tejido empresarial español. ¿Cree que su propuesta de empresas que crecen con alma es extrapolable a esta categoría? ¿Qué retos encuentran las pequeñas y medianas empresas en esta transformación? 

Precisamente mi libro va orientado hacia las pymes de nuestro país y del resto del mundo. Desde mi fundación Unlimited y nuestra red internacional hemos lanzado más de 15.000 empresas de impacto en los últimos 10 años. La gran mayoría de las nuevas empresas ya nacen con un sentido social y medioambiental; el reto está en transformar las existentes, especialmente las medianas y grandes corporaciones.

 

La ciudadanía está preocupada por la economía, pero no percibe que las empresas sean un problema, como en cambio sí sucede con los políticos, tal y como recoge el último barómetro del CIS. ¿Qué papel puede y debe jugar la ciudadanía en la consecución de un entorno económico más justo y medioambientalmente responsable?

La ciudadanía es la protagonista. Todo movimiento empieza por las bases. Si todos cambiamos nuestro estilo de vida, menos consumista y más consciente, obligaremos a transformar todas las empresas del planeta, a la vez que obligaremos a nuestros dirigentes a legislar y apoyar esta nueva economía.

Todo gesto cuenta. ¿Qué haces en tu día a día para hacer del nuestro un mundo mejor? ¿A quién compras tus productos o servicios y dónde estás dispuesto a trabajar? ¿Qué tipo de negocio estás dispuesto a crear y para qué fin? En definitiva, ¿qué tipo de persona quieres ser recordado cuando ya no estés? Dediquemos más tiempo a dar y a ser más humanos, ese es el verdadero éxito de una sociedad avanzada.

Jane Goodall, la mujer que defiende el planeta entre chimpancés

Podríamos afirmar sin miedo a equivocarnos que si hay alguien que conozca el comportamiento de los chimpancés a la perfección es, sin duda, Jane Goodall. A sus 89 años, la etóloga ha pasado parte de su vida dedicada a la investigación, la educación y el activismo del medio ambiente. En contacto estrecho con los chimpancés, aprendió sus costumbres y patrones de comportamiento en su entorno natural. Sus estudios arrojaron luz sobre la naturaleza de su comunicación, su alimentación y su cultura y son referentes para la investigación en primatología.

Nacida en Hampstead (Reino Unido) en 1934, Jane Goodall siempre tuvo una fascinación especial por los animales. Desde pequeña mostró una curiosidad innata por la naturaleza y sobre todo por África. A los 23 años logró hacer su sueño realidad cuando viajó a Kenia, donde trabajó con el famoso antropólogo británico Louis Leakey. En 1960 llegó al Parque Nacional Gombe Stream, en Tanzania, con el objetivo de observar el comportamiento de los chimpancés y comprender mejor la evolución humana.

Goodall descubrió que los chimpancés tienen personalidades individuales, emociones complejas y una capacidad sorprendente para crear y utilizar herramientas

Tras más de cinco décadas estudiando a los primates en su hábitat natural,  observó a generaciones enteras crecer y desarrollarse. Entre muchas conclusiones, Goodall descubrió que los chimpancés tienen personalidades individuales, emociones complejas y una capacidad sorprendente para crear y utilizar herramientas. Actualmente, su investigación, pionera, sigue siendo el estudio de chimpancés salvajes más amplio del mundo.

Los incalculables datos recopilados durante sus estudios influyeron para la creación en 1965 del Centro de Investigación de Gombe Stream. En 1977 se fundó el Instituto Jane Goodall, una organización dedicada a la conservación e investigación de primates.

Una voz destacada en la conservación del medio ambiente

Goodall también es conocida por su activismo a nivel global en defensa de los derechos de los animales y la conservación del medio ambiente. La etóloga ha trabajado de manera incansable para transmitir al mundo la importancia de la conservación y el cuidado de la naturaleza, lo que se ha traducido en la creación de santuarios y reservas de la vida silvestre en todo el planeta.

El legado de Goodall es un recordatorio del poder de la determinación y la pasión en la lucha por causas importantes para el planeta

Su labor ha inspirado a jóvenes líderes en todo el mundo como fuerza impulsora del cambio social y ambiental. Los jóvenes son el futuro porque entienden los problemas del planeta y se sienten empoderados para cambiar el curso de la historia”, dijo en una ocasión.

En un mundo donde la degradación ambiental y el cambio climático cada vez tienen más protagonismo, el mensaje de Goodall es más relevante que nunca. Su lucha y esfuerzo nos recuerdan que cada uno de nosotros tiene el poder de marcar una diferencia positiva en el planeta, y que el cambio comienza con la acción individual.

Un trabajo reconocido en todo el mundo

Doctora en Etología por la Universidad de Cambridge, Goodall es Doctora Honoris Causa por más de 45 universidades en todo el mundo. Además, ha sido distinguida con más de 100 premios internacionales, entre los que se incluyen la Orden del Imperio Británico, la Medalla Benjamin Franklin, el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica o la Medalla Hubbard de la National Geographic Society.

En abril de 2002, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, nombró a Goodall Mensajera de la Paz de la Organización de las Naciones Unidas, convirtiéndose en la primera persona en recibir este honor en calidad de defensora de los animales y el medio ambiente. Goodall ha colaborado con la ONU en la promoción de la conservación y la protección de la biodiversidad, así como en el fomento de la paz y la concienciación sobre los peligros a los que se enfrenta el medio ambiente y la importancia de la acción global para abordar estos desafíos.

Atajar la pérdida y desperdicio de alimentos: una cuestión social, ambiental y económica

¿Te imaginas que, cada vez que fueras a comprar comida, desapareciera un tercio de lo adquirido? ¡Menudo derroche! Pues es algo que está pasando a nivel global. Un estudio realizado por la consultora McKinsey & Company estima que cada año se pierden o desperdician más de 2.000 millones de toneladas de alimentos, entre el 33% y el 40% a nivel mundial.

La pérdida alimentaria se produce durante la cosecha o poco después, durante la manipulación, el almacenamiento y el procesamiento de los productos, mientras que el desperdicio ocurre cuando los alimentos llegan al minorista o al consumidor. Una situación que posee numerosas implicaciones a nivel social, económico y ambiental.

Cada año se pierden o desperdician más de 2.000 millones de toneladas de alimentos, entre el 33% y el 40% del total de alimentos mundial

En el mundo padecen hambre más de 800 millones de seres humanos, aproximadamente el 9,8% de la población mundial. Una cifra que va en aumento: 150 millones de personas más desde el brote de la pandemia generada por la covid-19, según el informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022, publicado por la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En cuanto al impacto medioambiental, los analistas llaman la atención sobre dos hechos. Por un lado, la pérdida y desperdicio de alimentos consume aproximadamente una cuarta parte del suministro mundial de agua dulce. Por otra, las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de los restos alimenticios suponen el 8% del total mundial, lo que equivale al menos a cuatro veces lo que genera la industria de la aviación. Los alimentos que generaron un mayor impacto ambiental negativo fueron, por este orden, las frutas y hortalizas, los cereales, y las raíces y tubérculos, por lo que los expertos recomiendan centrar ahí los esfuerzos.

La manera de funcionar de las empresas también deja mucho que desear, a juicio de los investigadores. La consultora estima que los comerciantes de comestibles podrían reducir la pérdida de alimentos entre un 50% y un 70% en las fases previas. Lograr una cadena de valor más eficiente no sólo reducirá costes, sino que también se traducirá en mejoras en los beneficios antes de intereses e impuestos.

Las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de los restos alimenticios suponen el 8% del total mundial, cuatro veces lo que genera la aviación

Apostar por una mayor eficiencia empresarial en el sector agroalimentario pronto dejará de ser algo opcional, según el informe de McKinsey & Company: “Las empresas se han dado el lujo de no tener que prestar demasiada atención a la pérdida de alimentos. Eso podría cambiar pronto: a medida que el mundo avanza hacia una posible emergencia alimentaria y que aumenta la conciencia pública sobre el problema, las partes interesadas externas se volverán más conscientes de la pérdida de alimentos y, en consecuencia, serán más exigentes”.

Para lograr un impacto significativo, algunas líneas de trabajo en las que ponen el foco los expertos pasan por trabajar juntos para ajustar mejor la oferta y la demanda, lo que requiere mucha comunicación y transparencia; revisar las prácticas de adquisición, y no elegir un proveedor basándose únicamente en el precio; o buscar fórmulas creativas para convertir los alimentos desechados en una fuente de valor.

Cinco lecturas para entender las raíces de la desigualdad

A pesar de todos los avances conseguidos en materia de derechos humanos y justicia social, la desigualdad sigue siendo una realidad con la que conviven millones de personas en todo el mundo. La literatura ha sido una herramienta clave a la hora de abordar los diferentes tipos de desigualdad existentes y analizar tanto sus causas como sus consecuencias. Presentamos una recopilación de lecturas que proporcionan una visión amplia del tema y que invita a la reflexión:

“El segundo sexo” de Simone de Beauvoir

En este clásico de la literatura feminista, la filósofa francesa Simone de Beauvoir, una de las figuras más influyentes del movimiento feminista del siglo XX, analiza la posición de la mujer en la sociedad y cómo la construcción social de la feminidad ha llevado a la opresión y la desigualdad de género. En este ensayo filosófico se analiza el hecho de la condición femenina en las sociedades occidentales desde múltiples puntos de vista: científico, histórico, psicológico, sociológico, ontológico o cultural. Además, De Beauvoir sostiene que la desigualdad de género es un problema que debe ser abordado tanto a nivel individual como estructural.

 

 

“El capital en el siglo XXI” de Thomas Piketty

Escrito por el economista francés Thomas Piketty, este libro se ha convertido en un clásico moderno de la literatura económica. Piketty examina la evolución de la desigualdad económica en el mundo desde el siglo XVIII hasta la actualidad, argumentando que el capitalismo, tal como se practica actualmente, favorece la acumulación de riqueza en unos pocos generando una sociedad cada vez más desigual y menos justa. “El capital en el siglo XXI” ha sido aclamado como un hito en la literatura económica y ha generado un amplio debate sobre la desigualdad y sus consecuencias en la sociedad actual.

 

“Los condenados de la tierra” de Frantz Fanon

Debemos recordar que la libertad y la justicia son derechos universales. Frantz Fanon, pensador y escritor franco-argelino, describe en “Los condenados de la tierra” la experiencia de la colonización y la opresión de los países del Tercer Mundo por parte de otras potencias. Fanon aborda la problemática de la desigualdad social y política en los países colonizados generando una situación de explotación y violencia. El libro es una llamada a la acción revolucionaria y una crítica a la opresión colonial donde el autor reflexiona acerca de que la búsqueda de la independencia no puede separarse de la lucha por la justicia social y económica. Si buscas inspiración para luchar por la libertad y la justicia, es una lectura obligada.

 

“El precio de la desigualdad” de Joseph E. Stiglitz

Joseph E. Stiglitz, economista estadounidense ganador del Premio Nobel de Economía, reflexiona sobre la creciente brecha entre ricos y pobres en Estados Unidos, desde una perspectiva económica y social. Stiglitz argumenta que la desigualdad no solo es injusta, sino que también es una amenaza para la economía y la democracia. Lo hace a partir de datos y estadísticas que demuestran cómo la desigualdad económica limita el crecimiento y la prosperidad. Podríamos decir que es una crítica al sistema económico actual y a las políticas que han permitido la concentración de la riqueza en manos de unos pocos.

 

“Desigualdades insostenibles: Por una justicia social y ecológica” de Lucas Chancel

¿Crees que puede haber un vínculo entre las desigualdades sociales y las ambientales? ¿Los desequilibrios económicos afectan de manera directa a la ecología? Lucas Chancel, economista francés, lo afirma rotundamente en este libro donde a través de diversos estudios, se muestra cómo la búsqueda de beneficios económicos y la explotación de recursos naturales conlleva la degradación del medio ambiente y la exclusión social de las comunidades más pobres y marginadas. Las desigualdades económicas y sociales están relacionadas con los impactos ambientales siendo necesario que las políticas ecológicas se centren en la justicia social. Un tema clave en el siglo XXI con una visión alternativa para abordar los desafíos sociales y ambientales de nuestro tiempo.

Proteger el agua es proteger nuestro futuro

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Vital para el desarrollo de la vida y de los ecosistemas, el agua es un recurso cada vez más demandado, pero limitado. Con el objetivo de proteger su futuro, la reciente Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua ha creado un plan de acción compuesto por 689 compromisos que persiguen alcanzar el ODS 6.

Los países que todavía tienen que hacer los deberes para emitir menos C02

Como regla general, si no nos adaptamos, un calentamiento global de 1,5 grados centígrados este siglo pondría a 88 millones de personas al año en riesgo de inundación costera por el aumento del nivel del mar (entre 0,24 y 0,56 metros más). Y zonas del planeta como la India occidental y la región noroeste de África estarían gravemente expuestas a la escasez de agua. En cambio, si se consigue limitar, la seguridad de muchas especies estaría asegurada, incluso la propia del ser humano. Así, la exposición de la población a la malaria y al dengue sería un 10% menor si el calentamiento global se limita a 1,5 °C en vez de a 2 °C, tal y como figura en una investigación elaborada por científicos de la University of East Anglia en el Reino Unido.

A día de hoy, la temperatura mundial ha aumentado en 1,21 grados, según el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S), dependiente de la Comisión Europea, por el uso del carbón y petróleo como principales fuentes de energía a partir de la Revolución Industrial. Los expertos sugieren que es probable que pronto se alcance el límite de los 1,5 grados. Algo que podría ocurrir entre 2030 y principios de la década de 2050 si no se pone remedio cuanto antes. Es más, desde el C3S, lejos de redondear, han dado ya una fecha concreta y han calculado que, para dentro de 12 años, se podría alcanzar ese aumento de la temperatura en todo el planeta.

Las predicciones van a más y apuntan a que, si no cambian las políticas actualmente en vigor, este aumento de la temperatura subirá a 2,8 grados a finales de siglo, tal y como señala el último Informe disponible sobre la Brecha de Emisiones 2022 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

China y la Unión Europea, a la cabeza de los países que más gases de efecto invernadero emiten

Durante la COP15 que tuvo lugar en París en el año 2015 se recalcó, y mucho, la importancia de los 1,5 grados. En aquel momento se acordó “mantener el aumento de la temperatura mundial muy por debajo de los dos con respecto a los niveles preindustriales y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 grados”. Sin embargo, pese a que muchos países se suscribieron a ese acuerdo, lejos de disminuir ese número, los expertos advierten que la cifra no baja. Ya en la COP26, celebrada en Glasgow en 2021, Naciones Unidas advertía que aún “estamos lejos del objetivo del Acuerdo de París”.

Los culpables de este aumento de la temperatura son claros y no son nuevos para nadie: las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero de manera masiva están causando ese aumento de la temperatura global. Así lo recalca el en el informe de la PNUMA anteriormente mencionado. Entre estas emisiones se encuentran identificados el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), el óxido nitroso (N2O), los hidrofluorocarburos (HFC), los perfluorocarburos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6).

Y tras estas emisiones se encuentra la actividad humana. En números absolutos, los países que más gases de efecto invernadero (GEI) emiten son, por este orden, China, los 27 países de la Unión Europea, la India, Indonesia, Brasil, Rusia y Estados Unidos. Si ponemos el foco únicamente en las emisiones de CO2 (uno de los seis gases de efecto invernadero), China es el principal país emisor, seguido de Estados Unidos, la India y Rusia, según señalan desde Global Carbon Project, un organismo que forma parte de Future Earth sobre la sostenibilidad global y que es socio de investigación del Programa Mundial de Investigación Climática. Las cifras, calculadas en millones de toneladas emitidas, les sitúan a la cabeza en el listado de 2021.

Si se analizan las emisiones de C02 con respecto al número de habitantes de cada país, conocidas como emisiones per cápita, el listado de países cambia. Y Catar, en lugar de China, pasa a ser el país que ocupa el primer puesto, seguido de Bahréin. De hecho, varios de estos Estados que figuran en el listado forman parte de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) como Arabia Saudí y Kuwait. Y aunque Catar ya no forma parte de esta organización, si estuvo dentro hasta 2019.

La emisión de este gas, producido por la quema de carbón o petróleo, entre otros, lejos de disminuir, ha aumentado en la última década, según señalan desde Carbon Project. Y tras la pandemia de la covid-19, cuando se produjo un ligero parón, los niveles se han recuperado y han ido a más. El motivo, según explican, es que se han recuperado los vuelos y con ellos las emisiones. Los datos desglosados a lo largo de estas seis últimas décadas permiten ver cómo ha ido en aumento el consumo de todos los combustibles fósiles a nivel mundial. El uso del carbón, el petróleo y el gas licuado, entre otros, no han dejado de aumentar.

Ante estas cifras, desde la PNUMA recalcan que existe una brecha: mientras que la mitad más pobre de la población emite una media de 1,6 toneladas de CO2 por habitante, el 12% del total mundial, el 1% más rico emite una media de 110 toneladas de CO2 per cápita, contribuyendo al 17% del total. Estas cifras también coinciden con los cálculos que han hecho desde Carbon Project según el PIB per Cápita. Unos datos que ponen de manifiesto la inminente necesidad de que los países más desarrollados reduzcan de manera drástica  los gases de efecto invernadero durante los próximos ocho años.

Felicidad y ODS, un tándem que va (cada vez más) de la mano

Según la primera definición de la RAE, la felicidad es «un estado de grata satisfacción espiritual y física». A partir de una acepción tan rematadamente metafísica (y, por tanto, etérea), cuesta comprender que un concepto voluble y subjetivo pueda traducirse en datos estadísticos, gráficas y rankings.

Este fue el reto que se marcó hace una década la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible (SDSN, por sus siglas en inglés), una iniciativa de Naciones Unidas que moviliza la experiencia científica y tecnológica mundial para promover soluciones prácticas que encaminen a la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Acuerdo Climático de París. Básicamente, pretendían determinar cómo (o mejor dicho, cuánto) de felices eran los 150 países consultados. Desde entonces, la SDSN trata de dar una respuesta aproximada, puntualmente cada 20 de marzo, en su Informe Mundial de la Felicidad (World Happiness Report), para el cual se basan en unos cuantos parámetros como el nivel de ingresos per cápita, la esperanza de vida al nacer, la libertad para tomar decisiones en la vida, la generosidad o las percepciones de corrupción.

«Las variables se eligieron originalmente como las mejores medidas disponibles de los factores establecidos en los datos experimentales y de encuestas por tener vínculos significativos con el bienestar subjetivo, y especialmente con las evaluaciones de la vida; el poder explicativo del modelo ha aumentado gradualmente a medida que agregamos más años a la muestra», justifican los responsables del estudio.

El primer puesto del último Informe Mundial de la Felicidad lo ocupa Finlandia por sexto año consecutivo mientras que España está en el puesto 32

Para llevar adelante tamaña empresa, que implica cientos de miles de consultas, el informe cuenta con el respaldo de Fondazione Ernesto Illy, illycaffè, Davines Group, Unilever, Wall's, The Blue Chip Foundation, The William, Jeff and Jennifer Gross Family Foundation, The Happier Way Foundation y The Regeneration Society Foundation. Y ese maremagno de información es después reordenado y convenientemente redactado por un grupo de expertos independientes.

El primer puesto del último Informe Mundial de la Felicidad lo ocupa Finlandia por sexto año consecutivo, con una puntuación significativamente superior a la del resto de países. Dinamarca permanece en el segundo lugar y en el top 5 le siguen Islandia, Israel y Países Bajos. «Sigue existiendo una gran brecha: los países de arriba están más estrechamente agrupados que los de abajo», advierten los redactores del estudio en sus conclusiones.

España queda en el puesto 32, por detrás de Rumanía, Eslovenia o Estonia. Sin embargo, la puntuación es más positiva si nos atenemos a partes concretas del estudio, como la relación entre bienestar subjetivo y generosidad, donde escalamos hasta el puesto 23, por delante de Suecia, Reino Unido o Estados Unidos. Y en cuanto a las brechas de felicidad entre las mitades superior e inferior de la población de cada país, España ocupa el puesto 17, lo que significa que hay menos desigualdad en términos de felicidad que en países como Australia, Reino Unido o Canadá, por ejemplo.

«Cuando evaluamos una sociedad no debemos mirar solo su felicidad, sino especialmente su escala de miseria, y para prevenirla los Gobiernos deberían considerar los ODS en sus políticas»

Tanto el informe (presentado el Día internacional de la Felicidad) como los Objetivos de Desarrollo Sostenible están impulsados por Naciones Unidas, y si bien la organización nunca ha establecido una correlación directa, su vinculación es más que tácita. «Cuando evaluamos una sociedad no debemos mirar solo su felicidad, sino especialmente su escala de miseria, y para prevenirla los Gobiernos y las organizaciones internacionales deberían considerar los ODS en sus políticas ambientales y de bienestar para garantizar la felicidad de las generaciones futuras», expresan los responsables del informe en su introducción. «Estos objetivos son herramientas esenciales para aumentar la felicidad humana y reducir la miseria ahora y en el futuro».

Los 17 ODS persiguen el fin de la pobreza, la erradicación del hambre, la salud y bienestar, la educación de calidad, la energía asequible y no contaminante, el trabajo decente y el crecimiento económico, la reducción de las desigualdades, y la acción por el clima, entre otros.

Hoy en día, es imposible concebir un mundo sostenible desde el punto de vista ambiental, económico y social si quienes lo habitan no tienen una percepción de justicia generalizada, y eso es precisamente lo que evalúa el Informe Mundial de la Felicidad. Valores irrenunciables como un nivel de renta para una vida digna, unos gobernantes éticos, una libertad individual y colectiva y una salud global deben ser el punto de partida para la consecución de los ODS.

Ha pasado más de una década desde que se publicó el primer Informe Mundial de la Felicidad. Y hace exactamente diez años que la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Resolución 66/281 que proclamó el 20 de marzo como Día Internacional de la Felicidad. «Desde entonces, cada vez más personas han llegado a creer que el éxito como país debe ser juzgado por la felicidad de su gente, y este consenso significa que la felicidad nacional puede convertirse ahora en un objetivo prioritario para los Gobiernos», reza el informe. Sin duda, sería el perfecto «Objetivo 18», aglutinador de los otros 17 de Desarrollo Sostenible.

Arturo Menor: “El cine nos muestra la belleza de nuestros ecosistemas”

Aunar la biología con el arte es un desafío al que Arturo Menor se ha enfrentado con éxito en más de una ocasión, lo que le ha llevado a conseguir la merecida fama de ser uno de los mejores cineastas especializados en naturaleza de España.

El biólogo, guionista y director de cine cuenta con un total de diecisiete cortometrajes y dos largometrajes a sus espaldas. ¿Su último reto? Acompañar a un águila real a lo largo y ancho de la península ibérica en la obra Iberia, naturaleza infinita. Reflexionamos con él sobre los retos detrás de la dirección del filme y la pasión que guía su trabajo.

Nos encontramos ante una obra cuyo rodaje ha durado 53 semanas y ha requerido de 70 localizaciones, contando con una protagonista algo impredecible: la naturaleza. ¿Cuáles han sido los mayores retos a la hora de rodar “Iberia, naturaleza infinita”? 

El principal reto fue elaborar un guion, coherente, que permitiese poner en relación tantas localizaciones diversas. En este sentido, fue muy importante encontrar una especie que sirviera de nexo de unión, cuya área de distribución abarcase toda la península ibérica y además tuviese una gran capacidad de desplazamiento que cubriera los 2.000 kilómetros que separan la primera localización de la última. Así fue cómo elegimos al águila real como conductor de esta historia.

Por otro lado, la supuesta impredecibilidad de la naturaleza no es tal. Conocemos perfectamente el ciclo de las estaciones y lo que hacemos es adaptar el plan de producción a ese ciclo.

Las aves tienen un papel clave en la película: el urogallo, el quebrantahuesos, el sisón y, por supuesto, el águila real, la gran estrella de la obra. ¿Por qué estos animales son tan especiales para la península ibérica? 

"Es importante que conozcamos estas especies y que toda la sociedad se implique en su conservación"

Son especies únicas de nuestra fauna. En algunos casos, son de las más emblemáticas, como es el caso del urogallo y el quebrantahuesos. En otros, son de las más desconocidas, como el sisón o el alzacola. Pero todas ellas son especies muy amenazadas. Las poblaciones de alzacola se han reducido un 90% en los últimos años y en el caso del sisón, su censo ha disminuido un 50%. Por ello, es importante que conozcamos estas especies y que toda la sociedad se implique en su conservación.

Aunque cada vez más ciudadanos están comprometidos con el medio ambiente, un gran porcentaje de la población no es consciente de la importancia de nuestros ecosistemas. ¿Cómo puede el cine sensibilizarnos para cuidar de la naturaleza? 

El cine nos muestra la belleza de nuestros ecosistemas, la grandeza de la naturaleza y el carácter único de nuestras especies de fauna y flora. Mi objetivo es que el gran público se enamore del entorno natural que le rodea y que se implique en su conservación.

Asimismo, la película cuenta con una serie de contenidos educativos. Éstos se han desarrollado en una unidad didáctica, que estamos enviando a todos los centros educativos de nuestro país, para que el alumnado trabaje este material.

Son 17 cortometrajes a tus espaldas y, contando con Iberia, naturaleza infinita, tres largometrajes. ¿Qué hace de este rodaje diferente respecto al resto?

Es la primera vez que se aborda el rodaje de una película que engloba el conjunto de la naturaleza ibérica. Hemos retratado los grandes bosques de hoja de caduca del norte, las extensas dehesas del sur, pasando por las planicies del centro peninsular y recorriendo los principales sistemas montañosos: la Cordillera Cantábrica, los Pirineos y las sierras Béticas.

Y, a su vez, hemos filmado a las especies más significativas de estos grandes ecosistemas. Es una película que no dejará a nadie indiferente.

En la actualidad, gran parte de las imágenes que vemos en el cine son generadas por un ordenador, lo que resta realismo, pero a la vez tiene una ventaja: no se altera la naturaleza. ¿Cómo habéis logrado captar las espectaculares imágenes aéreas y planos subacuáticos sin perturbar a las especies animales que habitan dichos ecosistemas? 

"Mantengo la ilusión viva porque siempre hay nuevas cosas que hacer, nuevos retos y nuevas especies a las que filmar"

Para el rodaje de Iberia, naturaleza infinita hemos empleado la tecnología más moderna. Para la realización de los planos aéreos hemos empleado cuatro tipos de herramientas. Por un lado, hemos usado drones de cine y drones mosquito. Este último llega a alcanzar velocidades de 200 kilómetros por hora y ha sido pilotado por el campeón de España de drones de competición: Iván Merino. También hemos utilizado una herramienta denominada cablecam, desarrollada por la empresa Noxon, que nos permite mover la cámara a lo largo de una cuerda de escalada colocada horizontalmente sobre el vacío. La cámara puede desplazarse longitudinalmente por esa cuerda, dando la sensación de estar volando.

Asimismo, le hemos colocado una cámara en la espalda a un águila adiestrada. Esa cámara se fija con un arnés, a modo de pequeña mochila. Nos permite filmar planos subjetivos que reflejan el punto de vista del propio águila.

Para las imágenes subacuáticas, hemos emplazado cámaras en el lecho de los ríos. Estas cámaras estaban conectadas mediante un cable a un monitor exterior, lo que nos permitía saber, en tiempo real, que estaba ocurriendo bajo el agua.

Tu filmografía y numerosas aportaciones te convierten en un referente del cine científico y ambiental en nuestro país. ¿De dónde surge esa pasión por la biología y, más importante aún, cómo has logrado mantenerla durante todos estos años?

Nací en Talavera de la Reina y, con tres meses de edad, me llevaron a vivir a una aldea de doscientos cincuenta habitantes llamada Las Vegas, en Toledo. Allí pasé una infancia maravillosa en pleno contacto con la naturaleza. Eso me marcó para siempre.

Mantengo la ilusión viva porque siempre hay nuevas cosas que hacer, nuevos retos y nuevas especies a las que filmar. La naturaleza es inabarcable.

 

El impacto ambiental de la industria del cine

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Emisiones de gases a la atmósfera, consumo de energía, generación de residuos o daños a la naturaleza son algunos de los impactos ambientales de los rodajes cinematográficos. Una realidad de la que el séptimo arte ya es consciente y que está revirtiendo con rodajes sostenibles.