Categoría: Agenda 2030

El impacto ambiental de la industria del cine

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Emisiones de gases a la atmósfera, consumo de energía, generación de residuos o daños a la naturaleza son algunos de los impactos ambientales de los rodajes cinematográficos. Una realidad de la que el séptimo arte ya es consciente y que está revirtiendo con rodajes sostenibles.

Kenia, el vertedero de la ropa usada que contamina el mundo

Qué satisfacción salir de compras y encontrar ropa a buen precio y a la última moda. Qué tranquilidad saber que se puede donar o reciclar cuando nos cansemos de ella. Si los consumidores están contentos, las empresas más. Todos ganamos, ¿no?

La Fundación Changing Markets, dedicada a promover cambios en las empresas para avanzar en materia de sostenibilidad, ha publicado recientemente un informe en colaboración con otras entidades donde denuncia que la ropa de segunda mano que se produce en el Norte acaba en muchos casos amontonada en vertederos de países del Sur.

La quema de tejidos realizados con poliéster y nailon genera problemas de salud para los vecinos de la capital keniana y medioambientales en el río Nairobi

El caso de Kenia es especialmente llamativo. La publicación Trashion: The stealth export of waste plastic clothes to Kenya (Trashion: la exportación sigilosa de ropa de plástico de desecho a Kenia), basada en fuentes oficiales, revela que la Comisión Europea estima que en 2021 se exportaron a Kenia más de 900 millones de prendas usadas procedentes de todo el mundo. De estas, se desecharon hasta 458 millones, y es probable que más de 300 millones contuvieran fibras a base de plástico, como poliéster y nailon, materiales que no se pueden reciclar. Los europeos, por su parte, enviaron más de 112 millones de prendas, de las que más de 56 millones se hallaban en mal estado y, por tanto, imposibles de reutilizar.

En un impactante vídeo publicado por la entidad para facilitar la toma de conciencia del problema, se observa cómo la ropa llega envuelta en enormes fardos de plástico sin que se pueda conocer el estado de las prendas. Los investigadores de las ONG implicadas estiman que la calidad es tan baja que no llegan a aprovecharse entre el 20% y el 50% de lo que reciben.

La ropa inservible no se devuelve al Norte, sino que se quema para cocinar o acaba en el vertedero de Dandora, una extensa superficie en medio de la capital keniata rodeada de numerosos centros educativos. Los restos de la quema contaminan el aire, lo que se traduce en problemas de salud; y llegan hasta el río Nairobi y el océano Índico, algo que repercute en la calidad medioambiental global.

Betterman Simidi Musasia, fundador y patrono de Clean Up Kenia, entidad colaboradora en el estudio, asegura que el vertedero de Dandora, la zona cero de la moda rápida, constituye un ejemplo paradigmático del “colonialismo del residuo o del desperdicio” (waste colonialism).

Ghana, India, Nigeria y Pakistán son otros países del Sur que reciben ropa usada imposible de reciclar y reutilizar

No es el único. Ghana, India, Nigeria y Pakistán son otros destinos preferentes de ropa usada. Por otro lado, los países europeos que más exportan son, por este orden, Alemania, Reino Unido, Polonia, Países Bajos, Italia, Bélgica y Francia, según la base de datos Comtrade de la ONU para 2019 y 2020, citada en el estudio.

Entre las posibles soluciones, la ONG valora positivamente algunas iniciativas empresariales, como Fashion for Good, una plataforma global que fomenta la innovación sostenible en el sector de la moda.

Ahora bien, también es preciso avanzar en la regulación. La Convención de Basilea ha logrado que más de 170 países se hayan comprometido a proteger la salud humana y el medio ambiente de los efectos derivados de la generación, gestión y eliminación de desechos peligrosos. Sin embargo, no tiene en cuenta las fibras plásticas que en último término acaban afectando a la cadena alimentaria. Por ello, la entidad sin ánimo de lucro confía en que la inminente directiva sobre el Impacto Medioambiental de la gestión de residuos, prevista para este verano, contribuya a acelerar el cambio hacia un mundo más responsable y sostenible. Ahí sí ganaremos todos.

El impulso de la artesanía frente a la despoblación

En el año 1900, España contaba con aproximadamente 18 millones de habitantes según los censos históricos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística. A día de hoy, somos más del doble. En total, 47.615.034 personas compartimos el gentilicio de ‘españoles’, pero nuestra distribución a lo largo del territorio es completamente heterogénea.

Durante el último siglo, cuatro comunidades autónomas han experimentado una caída demográfica: Castilla y León, Extremadura, Asturias y Galicia, a las que en la última década se han sumado Aragón, Cantabria, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana y La Rioja. En cifras, este éxodo ha supuesto que el 79% de los municipios de España concentre apenas el 10,4% de la población total. En otras palabras, de los 8.131 municipios que hay en nuestro país, 5.102 han perdido población desde 2001 y 6.232 desde 2010, tal y como señala el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, un fenómeno eminentemente rural.

La consecuencia más extrema de la despoblación es la desaparición de localidades que hace años albergaban vida y cultura, como ha sucedido con Fuente Pedraza (Salamanca), Berrugoso (Asturias) o Loureiro (La Coruña). Sin embargo, antes de llegar al punto de no contar con ningún vecino empadronado, los pueblos ya sufren las secuelas del abandono.

El 79% de los municipios de España concentra apenas el 10,4% de la población española

La vulnerabilidad a los efectos del calentamiento global y la disminución de la biodiversidad y agrodiversidad, son solo algunas de ellas. Sin población que se dedique al pastoreo, los matorrales proliferan en los montes, un fenómeno que, ligado a las sequías fruto del cambio climático, aumenta el riesgo de devastadores incendios como el que asoló 36.000 hectáreas en Losacio y 25.000 en la Sierra de la Culebra, ambos territorios pertenecientes a Zamora, una de las provincias más maltratadas por la despoblación.

Esta pérdida de actividades agrícolas, ganaderas o forestales tradicionales, provoca inevitablemente la pérdida de una herencia cultural tremendamente rica que, en numerosos municipios, no cuenta con relevo generacional. Pero, ¿y si la clave de la revitalización se encontrase en los oficios que se están perdiendo?

Bajo esta premisa, surge una alianza entre la Red Española de Desarrollo Rural y Redeia: el proyecto Oficios en RED, una iniciativa que busca promover la artesanía como aliada para frenar la despoblación, así como incentivar y diversificar la economía en el medio rural.

El proyecto debutó en las comarcas de la Sierra de Gata y Valle del Alagón, ambas en Cáceres. Durante el pasado mes de noviembre se organizó un encuentro entre artesanos, diseñadores e interioristas, para impulsar  la tendencia de moda y decoración sostenibles.

En el evento participaron artesanos de la talla de María José González, la cuarta de una generación dedicada a transformar la paja de centeno en accesorios como la gorra de Montehermoso, elemento típico durante las fiestas de la localidad. Sus diseños, que hacen honor a la tradición, han protagonizado desde la portada de la revista Vogue hasta desfiles en la Fashion Week de Madrid.

En 2019, el sector de la artesanía tuvo un impacto económico de 6.049 millones de euros

La visibilidad de la artesanía rural ha catapultado también los diseños de Alejandro Roso, quinta generación de una saga de zapateros en Torrejoncillo que, desde niño, se escapaba al taller de su abuelo para aprender el oficio. No es el único artesano del pueblo: la familia Moreno León se dedica a la alfarería desde 1783 utilizando barro de Torrejoncillo, Sagrario Alviz es bordadora especializada en el tradicional pañuelo del gajo, y Marcelo Domínguez crea piezas de joyería de oro y plata, tal y como hacían sus ancestros orfebres.

Todos estos ejemplos de modelos de producción artesanal presentan grandes ventajas. A nivel económico, ofrecen oportunidades laborales para quienes siguen al pie del cañón en áreas olvidadas. Según el informe La alta artesanía en España: sello de identidad de la alta gama, el sector artesano alcanzó un impacto de 6.049 millones de euros en 2019, con un total de 64.000 empresas dedicadas –lo que representa un 1,9% del tejido empresarial del país– y 213.000 empleos. Apostar por la artesanía es apostar por los vecinos, talleres y tiendas locales de la España vaciada, pero también por el desarrollo de actividades con un impacto indirecto en la economía nacional como el turismo o la sostenibilidad de tradiciones y cultura.

La producción artesanal requiere solo de materias primas – abundantes en el entorno rural–, y se trata por tanto de un modelo sostenible por su proceso de elaboración, su durabilidad y su escaso impacto ambiental. Una alternativa necesaria ante las tendencias de fast fashion y de ‘decoración perecedera’, ambas fruto de una industria que produce productos en masa en función de tendencias pasajeras, con materiales de baja calidad, y mediante la explotación de trabajadores con condiciones laborales precarias.

La artesanía rural aporta además al consumidor un producto con historia. En un pañuelo bordado a mano, un colgante con un diseño único o una tinaja de barro, se oculta un legado que no todos logran perpetuar.

Clara Campoamor, un ejemplo de lucha por los derechos de las mujeres

En España hubo que esperar hasta el 1 de octubre de 1931 para lograr un cambio en la legislación que permitiera votar a las mujeres. Este derecho se alcanzó gracias a la lucha de sufragistas como la diputada Clara Campoamor.

Una de las figuras históricas más importantes por su aporte al movimiento feminista en el siglo XX

Nacida en Madrid en 1888 en el seno de una familia humilde, tuvo que trabajar desde pequeña para ayudar en casa tras la muerte de su padre. Modista, dependienta o telefonista fueron algunas de sus profesiones hasta que en junio de 1909 aprobó unas oposiciones como auxiliar de telégrafos del Ministerio de la Gobernación. En 1920 retomó sus estudios de bachiller para posteriormente licenciarse en Derecho. Con 36 años se convirtió en la segunda mujer en incorporarse al Colegio de Abogados de Madrid.

Interesada por la política desde muy joven se unió al Partido Radical en 1924. Fue elegida diputada por Madrid en 1931 y una de las pocas mujeres en ocupar un escaño en el Congreso de los Diputados, desde el que comenzó a luchar por la igualdad de género, centrando su atención en la aprobación del sufragio femenino.

Una lucha incansable por la igualdad

España se encontraba en pleno proceso de transición hacia la democracia, tras la caída de la monarquía en 1931. Las mujeres habían participado activamente en la lucha contra la dictadura de Primo de Rivera, sin embargo, la Constitución no las incluía en el derecho a voto.

Clara Campoamor fue una de las principales impulsoras de esta lucha, y defendió de manera enérgica el derecho al voto igualitario. En un discurso en el Congreso de los Diputados en 1931, afirmó que el sufragio femenino, esto es, que las mujeres tuvieran los mismos derechos que los hombres para participar en la vida política del país, era una necesidad política y social.

No fue un camino de rosas. En aquel momento, muchos políticos y miembros de la sociedad española estaban en contra del voto femenino. Para muchos, la mujer representaba “un ser histérico, manipulable e incapaz de razonar o tener independencia de pensamiento”. Sin embargo, Clara Campoamor perseveró en su empeño de conseguir la igualdad, y esto la llevó incluso a un enfrentamiento dialéctico con Victoria Kent, otra diputada, quien a pesar de sus convicciones democráticas y feministas, se oponía a la concesión efectiva del derecho al voto para todos y todas, pues creía que ellas lo emplearían en un sentido conservador. "La libertad se aprende ejerciéndola”, afirmó Clara Campoamor.

Un hecho histórico para España

La Constitución de 1931 reconoció el derecho al voto de las mujeres. Por 160 votos contra 121, la Cámara acordó ayer que los ciudadanos de uno y otro sexo mayores de veintitrés años tendrán los mismos derechos electorales con arreglo a las leyes”. Así titulaba el Diario Ahora el 2 de octubre de ese año la noticia sobre la votación del sufragio femenino.

Clara Campoamor: "La libertad se aprende ejerciéndola

Sin embargo, este logro tuvo un coste personal y político para Campoamor. En las elecciones de 1933, donde las mujeres votaban por primera vez, su candidatura no obtuvo el respaldo suficiente y no consiguió escaño. En 1936 intentó volver a la política de la mano de Izquierda Republicana, partido de Azaña, pero su admisión fue denegada. Con el estallido de la Guerra Civil, se exilió en Ginebra, para posteriormente pasar por Buenos Aires y Lausana, donde falleció en 1972 sin haber podido regresar a España.

El sufragio universal marcó el comienzo de una nueva etapa de igualdad de género, que permitió a las mujeres españolas participar plenamente en la vida política del país. Clara Campoamor dejó un legado duradero en la lucha por la igualdad de género en España.

Videojuegos para la educación

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Los videojuegos ya no son sólo un mero entretenimiento sino que cada vez existen más ejemplos de su uso en la educación. Estas herramientas se han convertido en un gran aliado para que los docentes puedan enseñar historia, geografía, matemáticas, ciencias o incluso el funcionamiento del sistema eléctrico español.

Ángeles Alvariño: la bióloga gallega que conquistó los océanos de todo el mundo

El quetognato Aidanosagitta alvarinoae se conoce popularmente como gusano flecha, y es un minúsculo depredador marino. La hidromedusa Lizzia alvarinoae es igualmente diminuta (apenas medio centímetro de diámetro) lo que, en su condición carnívora, no le impide comerse a peces pequeños. Ambas especies tienen algo en común, aparte de su voracidad y de estar desperdigadas por océanos de todo el mundo: el final de su denominación. El término ‘alvarinoae’ hace referencia a la mujer que descubrió estas especies: Ángeles Alvariño, una de nuestras científicas más ilustres.

Además de descubrir 22 especies nuevas, publicó más de 100 trabajos científicos de primer nivel en revistas y libros de distribución internacional

Oceanógrafa de profesión y vocación, vivió mucho (nació en Serantes, en el municipio de Ferrol, en 1916 y falleció a los 89 años) y lo aprovechó muy bien. Varios científicos han usado su apellido para bautizar nuevas especies, y ella también ha descubierto unas cuantas: nada menos que 22, todas planctónicas. Podría haber sido, como su madre, una excelsa pianista (a los tres años aprendió a tocar el instrumento y a leer solfeo), pero el fondo marino enseguida le pareció mucho más apasionante que el terrenal. Cuando acabó el bachillerato en 1934 viajó a Madrid a estudiar Ciencias Naturales, y cuando la Guerra Civil la obligó a interrumpir su formación y volver a Galicia, aprovechó el ínterin para aprender francés e inglés antes de licenciarse en 1941, lo que le permitió saltar al extranjero desenvuelta y continuar allí su carrera científica. Esa estancia inesperada cerca de la playa de Doñinos despertó, además, su interés definitivo por el litoral gallego, lo que fue decisivo en la manera en que dirigió su vida a partir de entonces.

Tras impartir clases de biología unos años en varios colegios de Ferrol, obtuvo una beca en el Instituto Español de Oceanografía (IEO) de Madrid, donde estaba destinado su marido, marino de la Armada. De allí saltó al IEO de Vigo donde trabajó como bióloga. Se doctoró y en 1953 recibió una beca para investigar los microorganismos en Inglaterra, donde cumplió su primer hito: ser la primera mujer científica en subirse a un buque oceanográfico británico, el Sarsia.

Después de aquella experiencia obtuvo una de las becas de estudios más prestigiosas del mundo, la Fulbright, que la llevó a seguir sus investigaciones en Estados Unidos, donde acaparó la atención de otra pionera, Mary Sears, comandante en la Reserva Naval y oceanógrafa en la Institución Oceanográfica Woods Hole. Abrumada ante el talento y el entusiasmo de Alvariño, Sears la recomendó para un puesto en el Instituto Scripps de Oceanografía, en California, donde la española se dedicó a analizar miles de muestras de plancton de todo el mundo hasta 1969.

Fue una pionera en el análisis biológico de los ecosistemas marinos

Alvariño se jubiló en 1987, pero eso no le impidió seguir investigando durante seis años más. Su legado es innegable: además de descubrir 22 especies nuevas, publicó más de 100 trabajos científicos de primer nivel en revistas y libros de distribución internacional. Su contribución a la defensa del medio ambiente fue notable, ya que sus investigaciones más relevantes se centraron en el estudio de los quetognatos, y demostró que pueden emplearse como indicadores fiables de condiciones oceanográficas determinadas, por lo que fue una pionera en el análisis biológico de los ecosistemas marinos.

Hoy, uno de los buques de investigación operado por el Instituto Español de Oceanografía lleva su nombre, y ya cuenta con su propia biografía publicada, ‘Ángeles Alvariño González, investigadora marina de relevancia mundial’. Su autor, Alberto González-Garcés Santiso, exdirector del Centro Oceanográfico de Vigo, la describió en una entrevista a la publicación científica SINC como «fuerte, arrogante y luchadora» y al mismo tiempo «cercana y maravillosa».

Su carácter la llevó a reclamar sus derechos cuando se sintió desplazada por la comunidad científica por el hecho de ser mujer. Haber recalado en una organización de tanto prestigio internacional como el Instituto Scripps de Oceanografía no la amilanó para escribir a la entonces ministra de Comercio de Estados Unidos (supervisaba este y otros centros de investigación) para denunciar discriminación de género al ver que solo ascendían a sus colegas de sexo masculino.

En 2018, con motivo de la inauguración de una estatua en homenaje a Ángeles Alvariño junto a la Casa de las Ciencias de A Coruña, su hija Ángeles Leira -una reputada arquitecta en Estados Unidos- dijo que este gesto la habría conmovido, y que incluso habría llorado un poco, «como buena gallega». También aprovechó para desvelar que su madre, además de su dedicación a la ciencia, era una apasionada de la música, de la literatura, de la historia de la Expedición Malaspina e incluso sacaba tiempo para diseñar y crear su propia ropa. No exageraba su hija cuando la definió como «una mujer del Renacimiento».

Diez podcasts sobre sostenibilidad

En plena revolución de la industria de la comunicación, los podcasts llegaron para quedarse. Fue en 2004 cuando el periodista Ben Hammersley bautizó así a los archivos de sonido, especialmente programas de radio, que ya se habían emitido y que posteriormente podían ser escuchados o descargados por cualquier usuario. Casi dos décadas después, la pandemia cambió las reglas del juego y los podcasts se popularizaron entre la población.

La preocupación de la ciudadanía española respecto al medio ambiente y el cambio climático aumentó un 135% en 2020

Este no tan nuevo formato es especialmente consumido por los adultos jóvenes de nuestro país, pues más de la mitad de la población de entre 18 y 44 años escucha podcasts según el estudio Digital News Report España 2022, y suele optar por programas especializados en materias concretas.

Según el informe citado, lo que más interés suscita en España son cuestiones especializadas como la ciencia, la tecnología, la salud o la historia, seguidas de los asuntos sociales. A caballo entre ambas temáticas nos encontramos con una materia de interés colectivo: la sostenibilidad.

Tal y como señaló una investigación llevada a cabo por Google, la preocupación de la ciudadanía española respecto al medio ambiente y el cambio climático aumentó un 135% en 2020. En respuesta a esta inquietud social, numerosos podcasts comenzaron a abordar la sostenibilidad de una manera integral, exhaustiva y al alcance de cualquiera.

Para celebrar el Día Mundial de la Radio, conozcamos algunos de los podcasts sobre sostenibilidad a los que no hay que perder la pista.

Vivir sin plástico

«Nuestras dudas seguro que son muy parecidas a las tuyas y por suerte siempre encontramos a alguien que nos las resuelva», afirman Patricia Reina y Fernando Gómez, creadores de este podcast especializado en consumo consciente, reciclaje, naturaleza, medio ambiente y otros aspectos relacionados con la sostenibilidad.

Climabar

Con un lenguaje ameno y divertido, este podcast nos explica cómo cuidar el medio ambiente y que, como sus autoras ironizan, «el fin del mundo nos pille informadas, pero pasando un buen rato». Carmen Huidobro, experta en ciencias medioambientales, y Belén Hinojar, comunicadora audiovisual, han logrado salir de la «burbuja verde» donde suele quedarse la concienciación ambiental.

El bien social

Guillem Bargalló decidió crear su proyecto cuando una fábrica textil de Bangladesh se derrumbó en 2013 hiriendo a dos mil personas y llevándose la vida de más de mil. «Llevaba la ropa que ellos fabricaban y aquel derrumbe provocó el derrumbe de mi conciencia», confiesa Bargalló. Desde entonces, da voz a proyectos que hacen del mundo un lugar mejor en el exhaustivo podcast El bien social.

Hora verde

Un podcast que nace para ayudar a todas las personas que quieren llevar una vida más sostenible, pero no saben por dónde empezar. De la mano de sus invitados y durante menos de una hora, José David Millán ofrece consejos sobre alimentación sostenible, comercio justo, cosmética o energías renovables. ¿El resto del programa? «Reflexión personal», afirma.

El décimo hombre

Cuenta ya con cincuenta episodios en los que desmonta bulos, reflexiona sobre el medio ambiente y acerca la ciencia a la población general. A los micros está Ignacio de Miguel, biólogo que ejerce como «abogado del diablo» en un podcast crítico sobre las noticias de actualidad científica.

Con G de GEO

Este podcast cuenta con programas como «desmontando casoplones», «descarbonizando la construcción» o «calentando la calle» de la mano de Ana Belén Peña, topógrafa especializada en energías renovables, eficiencia energética y edificación. Con G de GEO analiza «esa parte de la ingeniería que ayuda al desarrollo del planeta, pero cuidándolo un poco más».

Planeta agua

«¿Quieres descubrir los secretos que esconden nuestros ríos, lagos, mares y océanos?», pregunta Natalia Pérez. Si la respuesta es sí, su podcast es un acierto seguro. A través de entrevistas a profesionales de la biología marina, Planeta agua explora desde los tiburones del Cantábrico hasta los glaciares chilenos.

Revolución sostenible

«La empatía y el respeto a las personas, el medio ambiente y los animales», es el motor del podcast creado por Saigu Cosmetics, marca de cosmética natural. Para cumplir este ambicioso objetivo, Revolución sostenible acerca la cuestión medioambiental a todos sus usuarios a través de entrevistas a expertos, empresas innovadoras e influencers concienciados con el cambio climático.

Actualidad y Empleo Ambiental

Con Enoch Martínez y Juan María Arenas a la cabeza, este podcast analiza la empleabilidad en el sector medioambiental. Tiene una periodicidad semanal y alberga secciones relacionadas con «eventos de networking, empleo ambiental, herramientas para profesionales o recomendaciones de podcast».

Brújula sonora

Mención especial al podcast creado con mimo por el centro colombiano Transforma Global. En Brújula sonora se narran las historias de una América Latina que busca integrar aspectos tan diversos y complejos como el medio ambiente, la salud, la economía o el clima, así como «analizar el panorama mundial y compartir soluciones innovadoras que nos muestren la ruta a otras posibilidades».

Cinco recursos para impulsar las profesiones STEAM en las aulas

Los llamados perfiles STEAM son tan escasos como valiosos: ayudan no solo a encontrar soluciones a priori ocultas para la economía y la sociedad, sino también a pensar de forma crítica. Sus siglas dan una pista de todo lo que ofrecen, ya que responden a los términos en inglés de las disciplinas de Ciencia, Tecnología, Matemáticas, Arte –debido a las ventajas resolutivas de la creatividad– e Ingeniería. Son los perfiles llamados a revolucionar el mercado laboral. No en vano, los empleos con mayor crecimiento en los últimos años requieren un perfil asociado a estas características, según un informe elaborado por LinkedIn. En comunidades con cada vez mayor acceso a la tecnología y la cultura, la falta de profesionales de estos ámbitos preocupa cada vez más –especialmente si tenemos en cuenta la brecha de género–, razón por la que muchos comienzan a centrarse ya en la raíz del problema: la educación.

La siguiente selección de recursos tiene como objetivo principal tapar ese agujero, impulsando la motivación hacia las profesiones STEAM desde etapas tan tempranas como la educación primaria y secundaria y en especial entre las niñas, en clara minoría a la hora de escoger estudios vinculados a la ciencia y la tecnología.

RedeSTEAM

Se trata de un concurso que desafía a alumnas de 3º y 4º de ESO a crear proyectos tecnológicos y científicos que contribuyan a un mundo más sostenible social y ambientalmente. Su objetivo es fomentar entre las jóvenes de 14 y 15 años el estudio de las disciplinas STEAM, dado que solo el 13% del alumnado en estas ramas son mujeres, dejando el talento femenino fuera de sectores productivos esenciales para el desarrollo del país.

En equipos y a través de sus centros educativos, las alumnas han de presentar un proyecto que dé respuesta, mediante la aplicación de al menos dos disciplinas STEAM, a uno de los retos planteados: Eléctrico, Telecomunicaciones y Sostenibilidad. Los centros ganadores reciben equipos y materiales para laboratorios y aulas de temática STEAM.

RedeSTEAM es una iniciativa promovida por Redeia en el marco de la ‘Alianza STEAM por el talento femenino. Niñas en pie de ciencia’, del Ministerio de Educación y Formación Profesional.

CSIC en la Escuela

El proyecto elaborado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) se resume en uno de sus estatutos: «colaborar en la actualización de conocimientos en ciencia y tecnología del profesorado de enseñanzas no universitarias». En CSIC en la Escuela, las comunidades investigadora y docente trabajan conjuntamente para acercar «los mundos de la ciencia y la escuela».

Su razón de ser es sencilla: «El conocimiento, además de un índice del desarrollo de una comunidad, es también un bien social». Esa es la razón por la cual el proyecto no solo cuenta con un potencial humano y tecnológico a disposición de los colegios, sino también con una página web con información y actividades accesibles desde cualquier punto del planeta y enfocadas al impulso de una motivación cada vez más necesaria.

STEM Learning

Este recurso, originario de Reino Unido, permite a los más pequeños no solo interesarse por los aspectos más científicos (no casualmente prescinde de la letra A entre sus siglas) del conocimiento, sino también hacerlo en inglés, algo esencial en un mundo cada vez más interconectado. Dentro de la plataforma es posible encontrar Explorify, página que guarda en su interior numerosas actividades para inspirar al alumnado.

Matic

Esta herramienta cuenta con un objetivo tan sencillo como complejo: potenciar el aprendizaje de las matemáticas adaptándolo a las necesidades de cada estudiante. Los resultados, por el momento, son alentadores. Durante el ciclo escolar 2017-2018 los participantes mejoraron en este ámbito un 12,4% de media (incluye tanto a quienes lo utilizaron en clase o en casa como a quienes lo usaron como método de revisión o de estudio).

Se trata de un método innovador que escapa de los aspectos más tradicionales de la enseñanza. Tanto es así que, al centrarse en el tiempo y la adaptabilidad y enfocarse en el alumno, Matic rechaza puntuar numéricamente del 1 al 10.

Cuentos 4Future

En busca del infinito es el título del relato escrito por Carmen Pacheco e ilustrado por Laura Pacheco con el que Redeia se implica en fomentar la educación STEAM y la igualdad de género en dicho ámbito. Pretende, de esta manera, desmontar mitos y estereotipos en torno a las capacidades femeninas para la ciencia y la tecnología y validar roles no convencionales.

A través de este cuento, dirigido a niños y niñas de Educación Infantil y Primaria, queda de manifiesto cómo la ciencia es uno de los motores de la historia y cómo las mujeres, además, son uno de sus engranajes fundamentales. Se trata de mostrar que el futuro que uno desea es, ante todo, posible.

Este cuento forma parte del proyecto Cuentos4Future, una colección de relatos infantiles impulsada por la revista Ethic y el Ministerio de Educación para acercar a los más pequeños los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en este caso, el 5, de Igualdad de Género.

Los ODS más olvidados: consumo responsable, clima y biodiversidad

A la hora de comprar, lo más adecuado es adquirir lo que realmente necesitas. Huir de lo superfluo y ya de paso que, por muy doméstico y aparentemente inofensivo y pequeño que sea el objeto (por ejemplo, una toallita multiusos), no contribuya a destruir los ecosistemas. Suena lógico, ¿verdad? Pues no: todavía compramos más de lo que necesitamos, en ocasiones por encima de nuestras posibilidades y, en la mayoría de los casos, por encima de las posibilidades del planeta.

El Gobierno de Suecia señala que el consumo sostenible es transversal a muchos ODS, como la educación

Esta conclusión tan cotidiana tiene que ver con otra mucho más amplia y cenital, una suerte de panóptico que abarca a un continente, reflejada en el último Informe Europeo de Desarrollo Sostenible (ESDR por sus siglas en inglés). Todavía consumimos en contra de lo que pide la lucha contra el cambio climático, o (seamos benévolos) sin la conciencia que requiere el reto más grande y necesario de este siglo. En definitiva, los Objetivos de Desarrollo Sostenible son un cuórum internacional para resolver muchas injusticias, tanto medioambientales como sociales, y marcan una agenda que no estamos cumpliendo del todo.

La Red Española para el Desarrollo Sostenible, organización sin ánimo de lucro adscrita al ESDR, alerta de que en el balance de 2022 algunos de esos objetivos se están dejando de lado, entre ellos el número 12, que persigue «garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles», pero no es el único: el 13 -«Acción por el clima»- y el 15 -«Proteger la biodiversidad, las tierras y los bosques»- también están preocupantemente rezagados.

En el caso concreto de España, «experimenta una mejora en los indicadores relacionados con los ODS de salud y bienestar, así como en la reducción de las desigualdades, pero empeora en los relativos a biodiversidad». En cualquier caso, aún queda mucho margen para pisar el acelerador: nos mantenemos en el puesto 22 en cuanto a avances en la consecución de los objetivos de la Agenda 2030, a la cola de los Estados miembros.

El informe atribuye razones coyunturales a este estancamiento: «En medio de múltiples crisis sanitarias, de seguridad, climáticas y financieras, los ODS siguen siendo el futuro que Europa y el mundo quiere, pero estas crisis representan grandes retrocesos para su consecución y el desarrollo humano a nivel mundial».

Esto no significa que antes de la pandemia fuéramos a velocidad de crucero: «El progreso hacia los ODS ya era demasiado lento y desigual, tanto en el mundo como en Europa, y desde 2020 se ha estancado», refleja el informe, y advierte de que «es muy probable que las ramificaciones globales de la guerra contra Ucrania incluso deshagan el progreso logrado hasta ahora».

Y hace de la necesidad virtud: «En un contexto de crecientes rivalidades geopolíticas y multilateralismo fragmentado, los ODS siguen siendo la única visión integral y universal para la prosperidad socioeconómica y la sostenibilidad ambiental adoptada por todos los estados miembros de la ONU. Si no se implementan los principios básicos de los ODS de inclusión social, energía limpia, consumo responsable y acceso universal a los servicios públicos, se producirán más crisis».

La transversalidad de los ODS 

Algo tan simple como un carro de la compra (o, más bien, la manera en que lo llenamos) puede marcar la diferencia. El caso de Suecia es ilustrativo: desde el principio ha estado entre los tres primeros puestos del Índice de los ODS, no solo respecto a Europa, también a nivel mundial. Sin embargo, como recuerda la organización internacional Social Watch, el país escandinavo flaquea en el objetivo 12 sobre consumo sostenible: está en el puesto 138.

El Gobierno sueco ha publicado en su web la importancia de reaccionar en este sentido y pone en valor su impacto: «no solo significa beneficios ambientales, sino también sociales y económicos, como mayor competitividad, desarrollo del sector empresarial en un mercado global, mayor empleo y mejor salud y, en consecuencia, reducción de la pobreza». El informe gubernamental alude a la transversalidad: «El consumo y la producción sostenibles complementan otros objetivos,  ya que esa transición requiere una gama de herramientas y medidas en varios niveles que deben ser implementadas por varios actores. A través de la educación, por ejemplo, las personas pueden adquirir los valores, conocimientos y habilidades que les permitan tomar decisiones responsables y sostenibles de productos y servicios».

El clima, la (eterna) asignatura pendiente

El ODS número 13 es el más urgente, puesto que de él depende el futuro del planeta. Eso no ha impedido que sea otro de los objetivos atascados en el pelotón por más que, como señala el Pacto de Mundial de Naciones Unidas, deba ser «una cuestión primordial en las políticas, estrategias y planes de países, empresas y sociedad civil, mejorando la respuesta a los problemas que genera, e impulsando la educación y sensibilización de toda la población en relación al fenómeno».

Sería injusto decir que no se están tomando medidas en este sentido, pero deben ser más decisivas. En la última COP27 se siguió mareando la perdiz con un asunto vital para la mitad de la población mundial y el entorno donde vive, como es la contribución económica a los países en desarrollo y pequeños Estados insulares para mejorar su capacidad de gestión del cambio climático. Abundan las buenas intenciones, no tanto los compromisos firmes.

La biodiversidad sigue en serio peligro: cada minuto desaparece un área de bosque equivalente a 27 campos de fútbol

La biodiversidad es un capítulo fuertemente ligado al clima, e igualmente subestimado. El objetivo número 15 deja clara la necesidad de «proteger y restaurar los ecosistemas terrestres, gestionar los bosques de forma sostenible, luchar contra la desertificación y poner freno a la pérdida de la diversidad biológica». Pero la sociedad sigue haciendo oídos sordos a esta emergencia, como demuestra el último Informe Planeta Vivo de WWF: «El planeta se enfrenta a la sexta extinción masiva de especies, en los últimos 50 años, las poblaciones de especies de vertebrados han disminuido un 68%». Un ritmo alarmante que no ha decrecido en los últimos años: «Cada minuto desaparece un área de bosque equivalente a 27 campos de fútbol, ya se ha perdido la mitad de los arrecifes de coral del mundo y medio millón de especies de insectos están en peligro de extinción».

Estos datos no deben llevar al derrotismo, sino todo lo contrario. Como demuestran los avances que sí se han logrado en la carrera hacia la Agenda 2030, poseemos los medios y la tecnología para hacerla posible. Hace falta un cambio de mentalidad y mayor decisión. No se trata solo de proteger el planeta y a los sectores más vulnerables, sino de vivir mejor: los ODS no suponen un freno a la prosperidad en medio de estos tiempos convulsos, sino la perfecta receta anticrisis, como recuerda el Informe Europeo de Desarrollo Sostenible: «En un contexto de crecientes rivalidades geopolíticas y multilateralismo fragmentado, los ODS siguen siendo la única visión integral y universal para la prosperidad socioeconómica y la sostenibilidad ambiental». Y zanja con un aviso a navegantes: «En el punto medio de la implementación de la Agenda 2030, ahora es el momento de que la UE esté a la altura de las circunstancias e invierta 'lo que sea necesario' (diplomáticamente, financieramente y mediante la cooperación y la coherencia) en el bien común mundial».