Categoría: Agenda 2030

Revolución sostenible a golpe de ley en el sector textil

La Unión Europea integra la lucha contra el fast fashion como uno de los puntos clave para alcanzar los compromisos del Pacto Verde Europeo. La propuesta responde a la voluntad de reconvertir el sector textil, desde un enfoque basado en la economía circular, la reducción del impacto ambiental y el respeto por los derechos humanos.


La industria de la moda se ha convertido en las últimas décadas en uno de los sectores más contaminantes del planeta, así como en uno de los principales focos de escándalo en materia de derechos humanos. A esta realidad se suman los datos poco alentadores que presenta el Pacto Verde Europeo –conjunto de propuestas con las que la Unión Europea pretende reducir las emisiones a más de la mitad en 2030 y alcanzar la neutralidad en 2050 –, según los cuales se espera que la producción de ropa aumente un 63% de aquí a 2030, pasando de los 62 millones de toneladas a los 102 millones. 

Se espera que la producción de ropa aumente un 63% de aquí a 2030, pasando de 62 millones a 102 millones de toneladas

La vida útil de las piezas de ropa y calzado es cada vez más corta, mientras que la huella de carbono sobre el planeta va en dirección ascendente.  Sin embargo, la Comisión Europea se ha decidido a poner freno a esta problemática, elaborando una nueva estrategia industrial que busca acabar con el fast fashion y la impunidad de las firmas de moda que no respeten el medio ambiente y el bienestar de sus trabajadores. 

Para ello, el organismo ha lanzado toda una serie de medidas que pretenden combatir el exceso de producción y promover el uso de materiales reciclados, la reducción de residuos textiles y un modelo de negocio más justo y transparente en toda la cadena de suministros. 

Ropa más duradera, sostenible y reciclable

«Para 2030, los productos textiles disponibles en el mercado de la UE serán duraderos y reciclables, en su mayoría fabricados con fibras recicladas […]. Los consumidores podrán disfrutar de productos textiles de alta calidad y asequibles durante más tiempo, mientras que el concepto de ‘moda rápida’ quedará obsoleto», expresaba así la Comisión Europea en el Parlamento de la UE en un comunicado de marzo de 2022. Partiendo de esta premisa, la Comisión pretende abordar esta cuestión desde el mismo diseño de la pieza, mejorando su calidad y composición para así aumentar su durabilidad. 

Con tal propósito, la UE plantea la producción de textiles fabricados en gran medida con fibras recicladas, libres de sustancias tóxicas, y evitar la mezcla de materiales para asegurar un efectivo sistema de clasificación y reciclaje. Además, la hoja de ruta que se pretende seguir prohíbe la destrucción de productos no vendidos o devueltos, así como la exportación de residuos textiles a otros países. «Las grandes empresas deberán hacer público el número de productos que desechan o destruyen, y su tratamiento posterior en cuanto a preparación para la reutilización, el reciclaje, la incineración o el depósito en vertederos», afirmó la Comisión. 

Por otro lado, el texto introduce el término «responsabilidad ampliada del productor», según el cual el fabricante asume una mayor responsabilidad sobre su producto, debiendo conocer en todo momento el ciclo de vida de la pieza y velar por ella desde el momento de su creación hasta que es transformada en desecho.  De esta forma, se promueven prácticas más sostenibles, como el reciclaje y la reutilización, disminuyendo así la cantidad de residuos que llegan a los vertederos. Asimismo, la gestión del producto al final de su vida útil puede llegar a crear oportunidades de empleo en el sector vinculados a la gestión de residuos y la economía circular.  

La importancia de la transparencia: por una moda ética y sostenible

Uno de los ejes fundamentales de esta iniciativa es garantizar la transparencia de los fabricantes y proporcionar al consumidor una información clara y veraz sobre el producto que está adquiriendo, facilitando así que apueste por una moda ética y sostenible. Con el fin de asegurar este punto, la Comisión ha trazado toda una serie de garantías y mecanismos digitales que permitirán verificar que las empresas cumplen con los futuros requisitos que se plantean en la propuesta. 

Las firmas de moda sólo podrán autodenominarse como «verdes» si cuentan con los certificados o etiquetas que así lo confirmen

Por un lado, se establecerán no solo etiquetados sobre la composición de la pieza de ropa o de la presencia de elementos de origen animal, sino que también se proporcionará información vinculada a su durabilidad, sostenibilidad y circularidad. En este sentido, la Comisión tiene el objetivo de romper con el greenwashing, también conocido como «postureo verde». 

De esta manera, a partir del 2030, las firmas de moda únicamente podrán autodenominarse como «verdes» si cuentan con los certificados o etiquetas que así lo confirmen. Además, dichas marcas deberán presentar un análisis exhaustivo del ciclo de vida de sus productos y especificar si la sostenibilidad proviene de una parte concreta del producto o de su totalidad. En cuanto a la ética empresarial, los fabricadores deberán garantizar que se están respetando los derechos de todos sus trabajadores y quedará prohibida la comercialización dentro de la UE de productos que hayan sido elaborados a través de trabajo forzoso o infantil. 

Para lograr afianzar estos requisitos, la Comisión ha creado herramientas digitales como el denominado Pasaporte Digital de Productos, un mecanismo que permitirá verificar si se cumple o no con las normativas del reglamento, y que expondrá de forma detallada el ciclo de vida de la pieza de ropa o calzado, así como el tipo de producción, el país en el que se ha elaborado el producto y los responsables que hay detrás de la fabricación. 

El nuevo Plan Nacional Integrado de Energía y Clima para dummies

Desde que se desató la crisis energética en 2021, y con el estallido de la guerra de Rusia en Ucrania, la energía es uno de los temas preponderantes de la agenda pública europea. Y España no se ha quedado atrás. Mientras la Comisión Europea avanza en su reforma del mercado eléctrico, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de España elaboró un borrador para actualizar su Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) para elevar las aspiraciones energéticas nacionales y plantear objetivos coherentes con la reducción de emisiones adoptada a nivel europeo de cara a 2030. 

¿Qué es el PNIEC?

El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) es la hoja de ruta española en materia de descarbonización y penetración de energías renovables. Originalmente, fue enviado a Bruselas en 2020, que le dio el visto bueno para que se pusiera en marcha en 2021. Sin embargo, ante los nuevos contextos energéticos y las crecientes ambiciones climáticas a nivel europeo, plasmadas en los paquetes «Objetivo 55» y «REPowerEU», el Gobierno ha decidido actualizar el PNIEC. El nuevo borrador fue enviado a la Comisión Europea en julio y estuvo abierto a consulta pública hasta el pasado 4 de septiembre. 

¿Cuáles son sus objetivos principales?

El nuevo PNIEC aspira a concretar un 32% de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para 2030

La nueva hoja de ruta aspira a concretar, para 2030, un 32% de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero respecto a 1990; un 48% de renovables sobre el uso final de la energía; un 44% de mejora de la eficiencia energética en términos de energía final; un 81% de energía renovable en la generación eléctrica; una reducción de la dependencia energética hasta en un 51% (frente al 73% en 2019); disponer de 19 GW de autoconsumo y 22 GW de almacenamiento; y un 43% de reducción de las emisiones de los sectores difusos y un 70% de los sectores bajo el comercio de derechos de emisión con respecto a 2005. 

¿Qué ha cambiado exactamente con respecto a 2021?

La versión de 2021 del PNIEC tenía como objetivos vinculantes principales para 2030 un 23% de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero respecto a 1990; un 42% de renovables sobre el uso final de la energía; un 39,5% de mejora de la eficiencia energética; y un 74% de energía renovable en la generación eléctrica. 

¿Por qué es importante el PNIEC?

Como bien lo explica el propio Gobierno en su borrador, el nuevo PNIEC establece el marco de actuación español hasta 2030 para cumplir los objetivos de transición ecológica de la Unión Europea, luchar contra el cambio climático y alcanzar la neutralidad climática antes de 2050. 

Aumenta del 74 al 81% el porcentaje de integración de energías renovables en la generación eléctrica

Además, la transición energética “es una oportunidad para la modernización de la economía, la creación de empleo sostenible en el tiempo, el refuerzo de la competitividad y la reducción de la dependencia energética exterior”, además de una oportunidad “para el desarrollo del medio rural, la mejora de la salud de las personas y el medio ambiente, y la justicia social”. 

¿Qué reacciones ha generado el nuevo PNIEC?

El nuevo documento ha despertado tanto reacciones a favor como en contra. Algunas críticas están relacionadas con la concreción numérica, las estimaciones de aportación de algunas energías, la participación social y el almacenamiento. Asimismo, se ha criticado que el incremento en la reducción de emisiones es escaso, si se tiene en cuenta que el compromiso adquirido por la Comisión Europea está en el 55%.

Mientras que la Unión Española Fotovoltaica (UNEF) aplaude que el borrador haya tenido en cuenta la petición del sector de revisar al alza los objetivos de implementación de energía solar para autoconsumo y plantas en suelo, por su lado, la Asociación para la Transición Energética pide que se tenga más en cuenta la demanda y al consumidor, para que se disponga de energía a un precio competitivo para las empresas y la ciudadanía.

Por su parte, el colectivo de expertos Fundación Renovables valora "positivamente" el incremento en las ambiciones del Gobierno, pero subraya que hace falta un "calendario analizado hasta 2030" para el desarrollo de los objetivos, y considera conveniente aumentar el "grado de concreción, con compromisos numéricos". Además, resalta la necesidad de una oficina de seguimiento y control del PNIEC y de que los diferentes grupos de interés sean incluidos en los procesos de diálogo.

¿Cuándo estaría listo el nuevo PNIEC?

El borrador de la nueva hoja de ruta estuvo abierto para consulta de participación pública hasta el 4 de septiembre y la Moncloa prevé que la versión definitiva del documento sea remitida a la Comisión Europea en junio de 2024. 

La democracia se estanca en el mundo

Decía el filósofo y premio Nobel de Economía Amartya Sen que la democracia le da a los ciudadanos la posibilidad de aprender el uno del otro, a la vez que ayuda a sus sociedades a formar sus valores y prioridades. En pleno año 2023, millones de ciudadanos en todo el mundo conviven en países donde la democracia está firmemente instaurada. Sin embargo, a pesar de su avance, son todavía mayoría los países donde aún no está presente. 

Analizamos cuál es la salud democrática de nuestro planeta con motivo del Día Mundial de la Democracia que se celebra este 15 de septiembre y que este año aboga, precisamente, por centrarse en las personas, promoviendo valores como la igualdad, libertad, justicia y solidaridad.

El 35% de los ciudadanos del mundo viven en países autoritarios, con escaso acceso a derechos y libertades.

Aunque la democracia tiene más de dos mil años de antigüedad, desde la Atenas del siglo 5 a.C., es en el siglo XX y a la luz de la revolución industrial, cuando empieza a extenderse de forma mayoritaria, especialmente en Occidente. Así, según el Índice de Democracia Global, elaborado por la revista británica The Economist, actualmente el 43% de los países tienen un sistema democrático, aunque de ellos solo un 8% se considera una ‘democracia plena’. En población, representa al 46% del total de ciudadanos del mundo. Esto deja al otro lado de la balanza un 22% de regímenes híbridos, que conjugan derechos democráticos con leyes dictatoriales, y un 35% considerados directamente autoritarios, una cifra que ha subido tres puntos en los últimos 15 años.  


Entre los estados más democráticos se encuentran Noruega, Nueva Zelanda e Islandia, con una puntuación cercana al 10, en base una ponderación que evalúa su sistema electoral y pluralismo político, las libertades civiles, el funcionamiento de su Gobierno, la participación política y la cultura política de sus ciudadanos. En el otro extremo se encuentra Afganistán, con un claro retroceso desde la llegada de los talibanes, seguido de Birmania y Corea del Norte, que apenas superan el 1. El promedio global de los 167 estados analizados es de un aprobado raspado, con 5,29.  

En la última edición de este índice, que corresponde a 2022, Chile, Francia y España han recuperado el estatus de 'democracia plena' respecto al año anterior, “principalmente debido a una reversión de las medidas pandémicas que habían infringido las libertades de los ciudadanos en 2020-21", señala el informe. Mientras, Rusia es el que ha experimentado un mayor retroceso, bajando 22 puestos en la lista hasta el 146, debido a la restricción en las libertades de sus ciudadanos como consecuencia de la guerra de Ucrania. Le sigue China por las “draconianas” medidas impuestas durante la pandemia del covid. 

Como puede verse en el mapa, la mayoría de países sin un sistema parlamentario se concentran en Asia y África, donde los golpes militares en países como Níger, Sudan o, el más reciente, Gabón, han acentuado el retroceso democrático. Pero no solo estas regiones están empeorando en derechos y libertades: prácticamente todas han bajado sus puntuaciones desde 2006, cuando se empezó a realizar este ranking.

Los países escandinavos se sitúan año tras año entre los más democráticos, según varios organismos

Los investigadores de The Economist lamentan que el año 2022 haya sido “decepcionante” en el progreso hacia la consolidación de un planeta democrático. “El efecto positivo de la restauración de las libertades individuales que se habían visto temporalmente restringidos por la pandemia de covid-19 ha sido anulado por otros efectos acontecimientos negativos a nivel mundial”, apuntan.

Según sus expertos, no solo los gobiernos totalitarios o el socavo de elecciones justas amenazan las democracias, también el narcotráfico, los ejércitos privados, las insurgencias o los piratas informáticos pueden socavar los derechos y libertades civiles.

 

También la organización Freedom House realiza su propio análisis sobre el estado mundial de la democracia, y de nuevo, los estados escandinavos son los mejor parados, con Finlandia, Noruega y Suecia con la máxima puntuación. Sin embargo, en este caso son Sudán del Sur, Siria y el Tíbet los peor posicionados. Este organismo analiza también la libertad de los ciudadanos en su uso de internet, considerado a China, Birmania e Irán como los menos libres en el acceso y con más límites a su contenido.


Según Naciones Unidas, el lema del día que conmemora la democracia este año “espacio para la sociedad civil” es un recordatorio para los gobiernos del mundo entero de que “el signo de las democracias exitosas y estables es la presencia de una sociedad civil fuerte que opere libremente, en la cual el gobierno y la sociedad puedan colaborar en la consecución de objetivos comunes con miras a un futuro mejor”.

La deuda de la humanidad con la Tierra sigue aumentando

Harían falta casi dos planetas Tierra para satisfacer la demanda humana actual. En apenas siete meses, la población mundial ha logrado el catastrófico hito de llegar al déficit ecológico, es decir, el momento en el que hemos consumido los recursos naturales que se logran regenerar en un año. 

Si la población global consumiese los recursos al ritmo de explotación que tiene España, se necesitarían 2,8 planetas para satisfacerla.

El momento en el que llega tiene su propia efeméride: el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra. Este 2023 se ha celebrado el 2 de agosto. Según la organización que lo ampara, la alianza internacional Global Footprint Network, la población global requeriría en la actualidad de 1,75 Tierras para satisfacer su demanda anual. 

Sin embargo, si la población global consumiese los recursos al ritmo de explotación que tiene España, según los datos que utiliza este medidor, extraídos directamente de los que recopila Naciones Unidas, se necesitarían 2,8 planetas para satisfacerla. Estamos en deuda al menos desde 1971, fecha en la que comenzaron los registros. Y desde entonces no se han dejado de hipotecar los ecosistemas terrestres y marinos. 

Para su cálculo, se tienen en cuenta dos parámetros: por un lado, la biocapacidad (la cualidad que tiene un ecosistema para regenerarse) que se resta a la huella ecológica (el consumo de recursos naturales) por persona y por hectárea global (hag). En algunos países, como Qatar, este indicador asusta: mientras cada catarí tiene 1 punto de biocapacidad, el impacto de su consumo es diez veces superior: 13,1 puntos por hag. Eso explica que este país ubicado en la península arábiga fuese el primero en “celebrar” el día de la sobrecapacidad, 41 días después de haber comenzado el año nuevo.

¿Espejismo o realidad?

El aparente estancamiento en el abuso de los recursos finitos del planeta no es una buena noticia. Es decir, puede que haya en esa ralentización algo de los esfuerzos de algunos países en acelerar su proceso de descarbonización, pero ni mucho menos se está haciendo suficiente. Sobre todo, porque esas señales se dan en un contexto convulso como ha sido la segunda década del siglo XXI: entre la crisis financiera de 2009 y la sanitaria causada por la COVID de 2020, que pusieron patas arriba los sistemas de producción, los investigadores se muestran cautos al lanzar un mensaje optimista respecto a la tendencia que se sigue.

Consecuencias

Que se acelere la sobreexplotación de los recursos naturales tiene efectos directos sobre los ecosistemas. Tal y como alertan los expertos de la organización, acentúan las olas de calor inusuales, los incendios forestales (el de este verano en Grecia ha sido el peor que ha sufrido la Unión Europea en su historia, reconoció Balazs Ujvari, un portavoz de la Comisión Europea), las sequías (España arrastra años de precipitaciones mínimas que están pasando factura al sector primario) o las inundaciones (como las que se producen en nuestro país a causa del paso de una Dana a principios de este septiembre).

Los expertos de la Global Footprint Network aconsejan acelerar la implantación de una economía circular en el sistema productivo para permitir la regeneración de los ecosistemas.

Entre las soluciones que se plantean está la de acelerar la implantación de una economía circular. Según Steven Tebbe, director general de Global Footprint Network, es “la mejor oportunidad de tener éxito en un futuro predecible”. 

Los expertos coinciden en que además sería necesario apostar por el uso de fuentes renovables a nivel mundial hasta que supongan el 75% del total. Así se podría retrasar hasta 26 días el umbral de sobrecapacidad. Otras iniciativas que tendrían un impacto positivo en este sentido serían la reducción del desperdicio alimentario (13 días más), la reforestación de 350 millones de hectáreas de tierra (8 días), la promoción de las políticas de ciudades de 15 minutos para potenciar el uso de la bicicleta o el ir andando (11 días) o el reemplazo del uso del coche por transporte público sostenible (13 días).

Carmen Pellicer: “En los últimos años, las escuelas han logrado que los niños deseen un futuro colectivo.”

En el mundo de los adultos, los ODS son, cada vez con mayor frecuencia, una asignatura de estudio diario. Pero ¿qué papel juegan en el mundo infantil? 

Los ODS y la Agenda 2030 son un retrato del futuro que queremos conseguir como planeta. Cuando educamos a los más pequeños, hay que dibujarles un futuro deseable, un horizonte ético y ambicioso que dé sentido a la cotidianidad de sus vidas, y en ese horizonte están los ODS. Además, es muy importante no dar una visión derrotista, sino confiar en que se pueden cambiar las cosas. Ahora bien, en el mundo infantil hay que ser crítico y no centrarse exclusivamente en la sensibilización medioambiental. También hay que darle más importancia al entrenamiento de conductas comprometidas y motivaciones éticas.

 

¿Están los niños interesados –de algún modo– en los ODS?

Los niños pueden ser motivados por casi cualquier cosa. O, mejor dicho, los niños están interesados en todo lo que se les propone de forma creativa y estimulante. De todos modos, el interés no es repentino ni duradero, hay que motivar a los alumnos para que mantengan ese entusiasmo y lo conviertan en un trabajo consistente y riguroso. Al fin y al cabo, motivar significa convencer a alguien de que quiere hacer algo que en principio no quería, y luego resulta que se siente bien haciéndolo. En Secundaria, por otro lado, es importante mostrar la insatisfacción ante una vida mediocre y despertar un enojo creativo ante la injusticia, la discriminación o la violencia, y proponer múltiples oportunidades para transformar las cosas. 

 

¿Tienen los niños de ahora una actitud distinta a los niños de hace 50 años?

Sí. Hemos avanzado, a pesar de las dificultades. Hace 40-50 años nos preocupaba mucho más el futuro individual: «¿Qué voy a ser de mayor? ¿Qué voy a estudiar? ¿Qué nota tengo que sacar?» Lo que se respiraba en la cultura escolar era un perfeccionamiento personal. Aquello nos ayudó para superarnos a nosotros mismos, pero al margen de los pros de aquella perspectiva, creo que ahora hemos ganado en conciencia comunitaria. Tenemos más en cuenta lo que queremos y debemos de conseguir como grupo. «O todos nos hundimos o todos nos salvamos», como dicen algunos de mis niños. Creo que en los últimos años muchas escuelas han logrado que los niños deseen un mejor futuro colectivo, y son más conscientes del impacto que tienen nuestras decisiones sobre la vida de los otros. Por el contrario, hay un problema y es que no hemos avanzado en la creación de un modelo eficaz de educación ética, y los niños no conocen, o al menos no practican con asiduidad, las renuncias y los sacrificios personales que conlleva la consecución del bien común.

 

¿Cuál es el principal desafío educativo relacionado con la sostenibilidad para este curso?

El currículum de una escuela, es decir, el tiempo que se dedica a cada materia, es como una caja de quesitos. Para meter dos quesitos nuevos, hay que sacar otros dos. Si lo que queremos es que realmente en las escuelas se vibre con los ODS, que realmente pase a la conciencia colectiva de las futuras generaciones, necesitamos aligerar el currículum de las cosas menos necesarias o que pueden ser sustituidas con el uso de las tecnologías. El «cómo» es la clave. Ahí entran los educadores, que tienen una función fundamental. Ellos deben ayudar a despertar la curiosidad del alumno, pero también exigir un aprendizaje real. En los adolescentes, por ejemplo, en lugar de contarles solo las bondades de los ODS, hay que hacerles sentir algo más, hay que practicar lo que llamo hermenéutica del enojo: hay que hacerles sentir insatisfechos con las decisiones individualistas e insolidarias y dar alternativas realistas pero ambiciosas. Los proyectos de emprendimiento social o de aprendizaje servicio, las experiencias de voluntariado o unas buenas tutorías son ejemplos de oportunidades para trabajar en ese sentido

 

Recientemente, la decisión de Suecia de dejar en suspenso su estrategia de digitalización en la enseñanza ha abierto el debate sobre la integración de estas tecnologías en las aulas. ¿Qué papel debe desempeñar la digitalización en la educación?

Hoy por hoy, no existe un modelo de digitalización en el sistema educativo, no ha habido tiempo de hacerlo. El cambio ha sido tan brutal y tan rápido que vamos a remolque de los avances de la tecnología. Pero no es la primera vez que sucede, en mi época, por ejemplo, estaba el debate sobre el uso de las calculadoras en el aula… Siempre surge una crisis cuando se cuestionan las viejas seguridades. Actualmente, está el debate del uso del móvil: «¿dejo a mis alumnos entrar a clase con ellos o no?» Si les quito el teléfono durante cinco o seis horas, eso no les educa a utilizarlo mejor, sino que los reprime. Cuando suene el timbre y estos niños sean liberados del colegio, lo que harán será ir a buscar su móvil y utilizarlo -probablemente- mal. Por esto, la digitalización no es una asignatura optativa. No hay elección de dejarla fuera, hay que educarles en cómo usarla correctamente. Para ello los docentes necesitamos mucha formación. Por tanto, digitalización sí, es el presente, es el mundo por el que se mueve la gente, pero hay que hacerlo de forma equilibrada, que se compense con la educación integral de cada individuo, que cuide la dimensión ética, emocional, el bienestar físico, la salud mental y con el entrenamiento del pensamiento crítico, creativo y riguroso. 

 

Los ODS abarcan diversas áreas, desde la erradicación de la pobreza hasta la igualdad de género. ¿Cómo puede el sistema educativo promover una educación integral que aborde todas estas áreas de manera efectiva?

El principal problema es que es un sistema tremendamente burocratizado, lleno de requisitos contradictorios, confusos, y en mi opinión poco sensible con los ODS. Creo que es necesario y urgente reducir esa burocracia. Por estas cosas, a veces da la sensación de que los directores y profesores de un colegio no están ahí para diseñar el mejor plan educativo para la escuela, sino para cumplir a rajatabla una lista de requisitos burocráticos de las administraciones. Esa sensación genera un escepticismo generalizado entre los docentes, que no es para nada positivo. Por tanto, hay que reducir la burocracia, apostar por la gobernanza inteligente, por un modelo que respete la autonomía de los centros para diseñar proyectos educativos que respeten la idiosincrasia de cada comunidad de aprendizaje. 

 

¿Y cómo se consigue eso?

Hay distintos planos para enfrentarse a este reto. Hay un plano administrativo, la ley de educación, que en este caso la LOMLOE en su redacción ha hecho una mayor apuesta por los ODS. Pero una vez que la ley pasa a las escuelas, bajamos mucho el listón. En este sentido, hay dos formas de abordar los ODS: una perspectiva en la que se incluyen asignaturas o eventos exclusivamente sobre ODS o una perspectiva transversal, en la que todas las asignaturas incluyen ciertos aspectos de los ODS. El primer caso es el más frecuente, pero yo creo que organizar un Día de la paz o un Día de la sostenibilidad al año no cambia nada, por lo que yo apostaría es por combinar ambas. Hay otro plano donde está el agujero más grande del sistema: la metodología. Las metodologías tradicionales no sirven para entrenar comportamientos que aterricen los ODS en la vida personal de los alumnos. No se puede enseñar (ni se puede aprender) sobre ODS estudiándolos en los libros o viendo videos al respecto. Se trata de que los alumnos entrenen decisiones éticas, y eso es poco común en las escuelas, porque están sobrecargadas por otras prioridades.

 

Precisamente, uno de los objetivos marcados por la ONU persigue el refuerzo de la educación en todos los rincones del planeta. ¿Se puede lograr que todos los estudiantes del país tengan acceso a una educación de calidad?

La educación de calidad es perfectamente posible. Ahora bien, no se puede confundir la escolarización con la educación de calidad. Es verdad que en el último siglo hemos universalizado la escolarización y la hemos extendido dos años más, hasta los 16 (un reto todavía pendiente en muchos países), pero no podemos conformarnos con tener a la población escolarizada. Hay que darles más. Y para alcanzar ese «más» hay que sentarse a pensar, a tomar decisiones, y a tener una política inteligente y generosa y que tome decisiones coherentes y sostenibles. También hay que tener en cuenta que cada escuela tiene una idiosincrasia y posibilidades diferentes, entonces hay que diseñar un proceso a medida, como hacen los sastres con los trajes.

 

¿Qué tipo de decisiones?

Tomando como ejemplo las pruebas de la EVAU. Si en vez de examinarnos solamente de problemas matemáticos y de memorización, incluyéramos una prueba de competencias éticas, probablemente avanzaríamos más rápido. Algo que he visto últimamente en algunas escuelas, especialmente en Estados Unidos, es que tienen una forma diferente de preparar a los alumnos de cara a la educación universitaria. Allí, desde hace algún tiempo, valoran los resultados académicos, pero también el currículum no formal del alumno. O sea, que en muchas universidades de prestigio, el 30% de la «nota» que obtienen en el proceso de aplicación depende de los voluntariados que han hecho, los trabajos que han tenido, los deportes que practican… Los alumnos se involucran y se preocupan por hacer cosas fuera de las aulas. 

 

El mundo parece evolucionar a un ritmo acelerado desde el comienzo de la década. ¿Cómo se imagina la educación en 2030?

Las revoluciones empiezan en las trincheras, no en los despachos. Y las trincheras de la educación son las aulas. El primer paso para el cambio es pensar: «¿Qué puedo cambiar yo en mi clase? ¿Qué podemos hacer este año en nuestra escuela?».  

Suelo decir que un profesor puede cambiar la vida de un niño, y una escuela puede cambiar una comunidad. Pero si queremos cambiar el país hay que cambiar el sistema educativo, y cada uno tiene que trabajar en el plano que le corresponde para lograrlo.

 

Uno de los grandes desafíos de la educación, digamos para 2030, es hacer ese traje a medida, un plan individualizado para cada escuela, y si puede ser, personalizado a cada alumno. Necesitamos descubrir el potencial de cada alumno, fortalecerlo y ayudarle a alcanzar la plenitud de sus posibilidades en todos los aspectos de la vida. Y nuestras aulas están llenas de millones de esos momentos que nos dan la esperanza de que esa visión de una educación excelente es posible.

 

¿Quién ha sido el profesor o profesora que cambió tu vida?

Tengo muy buenos recuerdos de muchos maestros y maestras, desde el colegio, el instituto y la universidad, pero si tengo que elegir a una, fue mi madre. Era maestra en todo lo que hacía, desde los libros hasta la cocina. Llevaba el enseñar en la sangre, y de ella aprendí a no tirar nunca la toalla, con ningún alumno o alumna, ni con nadie que espere ayuda de nosotros.

Cinco discursos sobre la igualdad de género que han hecho historia

Rigoberta Menchú: La voz indígena por la justicia social

Activista indígena guatemalteca, recibió el Premio Nobel de la Paz en 1992 por su lucha contra la opresión y la violencia en su país. En su discurso de aceptación, Menchú habló de la situación de los pueblos indígenas, especialmente de las mujeres que sufren doble discriminación por su origen y por su género. Afirmó que “la mujer indígena es la depositaria de una cultura milenaria y su papel es fundamental para la preservación de la identidad y la diversidad cultural”. 

Su discurso traspasó fronteras y se convirtió en una llamada a la acción para proteger los derechos humanos y promover la igualdad en todas las comunidades, independientemente de su origen étnico o género.

Malala Yousafzai: La educación como poder transformador

Malala Yousafzai sobrevivió a un atentado talibán por defender el derecho a la educación de las niñas con tan solo 15 años. Esta joven paquistaní se convirtió en la persona más joven en recibir el Premio Nobel de la Paz. Un acto en el que conmocionó al mundo hablando de su experiencia personal y del sueño de ver a todas las niñas en las escuelas: “Un niño, un maestro, un libro y un lápiz pueden cambiar el mundo. La educación es el único camino para el progreso y la paz”. Yousafzai dejó claro que la educación no solo es un derecho fundamental, sino también una herramienta vital para empoderar a las mujeres y romper los ciclos de pobreza y desigualdad. 

Emma Watson, #HeForShe y la lucha conjunta por la igualdad

La actriz británica, popularmente conocida por dar vida a Hermione Granger en la saga Harry Potter, fue nombrada embajadora de buena voluntad de ONU Mujeres y lanzó la campaña HeForShe, que busca involucrar a los hombres en la lucha por la igualdad de género. En su discurso en la sede de Naciones Unidas, Watson enfatizó que la igualdad no es solo un asunto de mujeres, sino una cuestión que afecta a toda la sociedad. Afirmó que “si las mujeres pueden participar en todos los aspectos de la sociedad, los beneficios serán para todos. Quiero que los hombres se pongan esta camiseta, para que sus hijas, hermanas y madres puedan estar libres de prejuicios”. Su grito a la solidaridad y la acción resonó en todo el mundo, invitando a las personas a ser agentes activos del cambio. 

Michelle Obama, la primera dama de la igualdad

“Cuando alguien te menosprecia o te trata mal por ser mujer, no te rebajes a su nivel. Cuando te enfrentes a obstáculos o dificultades, recuerda siempre que eres poderosa e inteligente”. Así de contundente fue Michelle Obama, primera dama de Estados Unidos entre 2009 y 2017, en su discurso en la Convención Nacional Demócrata, donde apoyó la candidatura presidencial de Hillary Clinton. Durante su mandato, Obama prestó gran atención a la lucha por la igualdad y el empoderamiento de las mujeres, valores que quería transmitir a sus hijas y a las futuras generaciones. Un ejemplo de ello es el proyecto “Lets Girl Learn”, asociación impulsada por el matrimonio Obama que lucha por garantizar el derecho a la educación de las menores de edad de todo el mundo. 

Chimamanda Ngozi Adichie, el feminismo como meta

La autora nigeriana Chimamanda Ngzi Adichie realizó un impactante discurso titulado “Todos deberíamos ser feministas” durante el TEDxEuston en 2012, donde exploraba la importancia del feminismo en la sociedad moderna y sus complejidades, ilustrando cómo las nociones preconcebidas de género limitan las oportunidades y perpetúan la desigualdad. “El feminismo no es solo una lucha de mujeres, sino una causa que busca liberar a hombres y mujeres por igual de las limitaciones”. La autora destacó cómo desde una temprana edad, las expectativas y roles de género son impuestos en la sociedad perpetuando normas y estereotipos perjudiciales. Adichie afirma que el feminismo no es un movimiento de confrontación, sino una búsqueda de igualdad y justicia.

Las enseñanzas de Buda, claves para un futuro sostenible

Ilustración de Valeria Cafagna

Siddhartha Gautama, popularmente conocido como Buda, fue uno de los maestros espirituales más extraordinarios de la historia. Nacido en la antigua India hace más de 2.500 años, fue un príncipe que emprendió una búsqueda espiritual única. Criado en un entorno de lujo y comodidad, se sintió profundamente conmovido por el sufrimiento humano y decidió abandonar su opulenta vida para explorar la causa fundamental del malestar humano. Tras años de meditación y autodisciplina, alcanzó la iluminación bajo un árbol bodhi, lo que le llevaría a convertirse en Buda.

Dedicó toda su vida a enseñar el budismo, una filosofía basada en la atención plena, la compasión y la liberación del sufrimiento. Su decisión de dejar atrás la comodidad en favor de la búsqueda del significado y la verdad se convirtió en un faro de inspiración para innumerables personas en todo el mundo. 

Frases como “no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita”, atribuida al líder espiritual, nos hacen reflexionar acerca de las enseñanzas de Buda y su notable armonía en el contexto de la sostenibilidad y el medio ambiente.


Buda y la sostenibilidad

Muchas de las reflexiones de Buda nos instan a encontrar la serenidad en nuestra relación con el entorno y refuerzan la necesidad de adoptar prácticas sostenibles y conscientes, invitándonos a abrazar la simplicidad y la moderación en nuestra interacción con el mundo natural.

"Si puedes apreciar el milagro que encierra una sola flor, tu vida entera cambiará”

Buda ya hablaba sobre el concepto de responsabilidad personal y su complejidad. Con su frase “no hagas daño a los demás, haz solo lo que sea bueno” confirmaba que todo lo que hacemos tiene consecuencias. Somos responsables de nuestras acciones y resultados. Esta visión la vemos todos los días: actos realizados por el ser humano que nos repercuten directamente y afectan a nuestro entorno. Los episodios de calor extremo que sufrimos cada vez con más frecuencia, aupados por el cambio climático, son el resultado de decisiones humanas que no tienen en cuenta el futuro y el bienestar del planeta. 

Cuando enseña que “si puedes apreciar el milagro que encierra una sola flor, tu vida entera cambiará” nos invita a reflexionar sobre el valor de todas las cosas, incluso de aquellas que damos por supuestas o parecen infinitas. El planeta está lleno de elementos y recursos extraordinarios que a veces no somos capaces de apreciar y valorar a primera vista. Debemos adoptar una relación más armoniosa y sostenible con el entorno natural y todo lo que nos ofrece. La explotación excesiva y la búsqueda desmedida de recursos puede llevar a un agotamiento de la naturaleza y a un desequilibrio en los ecosistemas, por lo que debemos valorar lo que tenemos y cuidarlo de la mejor manera posible.  

Las reflexiones de Buda instan a encontrar la serenidad en la relación con el entorno y refuerzan la necesidad de ser sostenibles

En un mundo donde la búsqueda de soluciones sostenibles y el respeto a los derechos humanos son imperativos, el legado de Buda nos recuerda la importancia de la autodisciplina, la empatía y la búsqueda de la paz interior como cimientos para un futuro más prometedor. Como él mismo decía: “No hay camino para la paz, la paz es el camino”.


Un legado para siempre

Estos principios nos ayudan a ser conscientes de nuestro impacto en el mundo y a reducir nuestro consumo, nuestra huella ecológica y nuestro sufrimiento. Nos animan a cultivar valores como la generosidad, la ética, la paciencia, el esfuerzo, la concentración y la sabiduría. “La paz viene de dentro, no la busques fuera”, afirmó Buda.

El legado de Siddharta Gautama nos impulsa a mirar más allá de las fronteras de lo inmediato y a considerar las implicaciones a largo plazo de nuestras acciones. La figura de Buda sigue inspirando a miles de personas convirtiéndose en una guía en un mundo en constante cambio. Sus reflexiones trascienden en el tiempo y se presentan como una brújula para enfrentar los desafíos actuales y futuros con serenidad y claridad. 

 

La enfermedad de la soledad

Vivir solo acorta la vida. Es la contundente conclusión a la que ha llegado un estudio publicado recientemente que analiza 90 investigaciones de todo el mundo y que establece una relación entre la soledad y un mayor riesgo de padecer enfermedades, algunos tipos de cáncer y, en último lugar, la muerte.

Las personas que se sienten solas tienen un 14% más de mortalidad

No es ninguna novedad que vivir sin compañía tiene consecuencias para la salud, pero el estudio, elaborado por la universidad Harbin de China, que incluye a más de dos millones de individuos, establece una correlación sin precedentes de la mortalidad respecto a un fenómeno social que cada vez afecta a más personas en todo el mundo.

Así, según sus conclusiones, la soledad eleva el riesgo de morir por cualquier tipo de causa en un 14% de media, cifra que se eleva a un 32% si las relaciones sociales son escasas. “Las personas que se sienten solas, pero no están socialmente aisladas, tienen estrés de salud mental, pero pueden resistirlo debido a sus redes sociales”, explica Moaqing Wang, uno de los autores del estudio.

Vivir solo, factor de riesgo

En la Unión Europea, se estima que uno de cada 10 ciudadanos se siente solo la mayor parte del tiempo, concretamente un 13%. “La soledad no es solo una cuestión privada e individual", afirma un informe de la Comisión Europea. "Puede obstaculizar la cohesión social y debe considerarse un problema social y abordarse como tal”. Según los resultados, publicados en el mes de julio y basados en entrevistas a 25.000 personas de todos los Estados miembros, España está entre los países donde menos aislamiento se percibe, entre el 9% y el 10%, junto con Austria, Países Bajos o Croacia.

 

 

 

Vivir solo es uno de los factores que más contribuyen a ese sentimiento. Y los hogares unipersonales no han dejado de crecer en España desde 2013, año en el que el INE empieza a recoger este dato. En 2020 representaban casi cinco millones, un 10% más que hace siete años.

 

 

 

Hay otros muchos factores que influyen en un aumento de la soledad, como la discapacidad, la vida sedentaria o la renta. También la depresión, que es a la vez causa y consecuencia del aislamiento. “Mientras que una situación de soledad aumenta el riesgo de sufrir una depresión, una persona que sufre una depresión también tiende a reducir sus interacciones sociales”, explica el informe ‘El coste de la soledad no deseada en España’, de la Fundación ONCE con Nextdoor.

Los resultados de la encuesta europea Quality of Life de 2016 muestran también que un 30% de los entrevistados que reportaron un mal estado de salud se sentían solos al menos la mitad del tiempo, mientras que entre los que aseguraban un buen estado de salud, eran de un 8%.

Se estima que la soledad le cuesta a España una media de 14 mil millones de euros, el 1,17%% del PIB

La edad es un factor determinante a la hora de verse solos, aunque la experiencia que conlleva la vejez a veces también ayuda a convivir con ella. “Diferentes circunstancias, como la pérdida de la esposa/esposo, la salida de los hijos del hogar familiar, o el fallecimiento de amigos, hacen que la prevalencia sea relativamente mayor a edades avanzadas, aunque también existen evidencias que muestran que la población más envejecida puede reportar un menor sentimiento de soledad que la población joven o de mediana edad”, añade el estudio de la ONCE.

“Pese a la creencia generalizada de que son las personas más mayores las que más soledad experimentan, los datos revelan que el sentimiento de soledad tiene un perfil más juvenil”, coincide el estudio ‘La soledad’ del instituto 40dB, publicado en marzo de 2023.  Esta investigación arroja una tasa de soledad del 13% para la población general, que en el caso de los jóvenes sube a dos de cada diez personas. “Las mujeres, los jóvenes y los solteros se sienten solos en mayor medida, así como los que no llegan a fin de mes y los que trabajan en horas poco comunes”, añade. Además, las personas solas son más infelices, más tímidas y tienden a sentirse diferentes. También son más propensas a usar las redes sociales y las ‘apps’ para conocer a gente o ligar.

 

 

 

Según este estudio, la soledad es un problema muy importante para el 77% de la sociedad, mientras que solo el 16,4% lo considera como poco o nada relevante. De todos los encuestados, un 42,3% dijo conocer a alguien que estaba sufriendo ese aislamiento, de los cuales un 36,5% eran amigos, seguidos de padre o madre (21,7%) y pareja (14,9%). A la vez, un 42% considera que el propio entorno es quien más capacidad tiene de combatir la soledad de la persona que la sufre.  Sin embargo, según datos de Cruz Roja, el 27% de los mayores que atienden no reciben nunca visitas de sus familiares.

Hay cosas que cuesta más hacer sin alguien al lado que otras. Concretamente, viajar es para el 85% de las personas la actividad que más prefieren hacer acompañadas, seguido de ir al cine o a un concierto (84%), y de comer (73%). En el otro extremo, ir al médico o ver la tele en casa es donde menos se echa en falta tener compañía, con un 36% y un 47% respectivamente.

 

 

 

El coste de la soledad

La soledad no deseada no es un problema que afecta solo a quien lo sufre: se estima que supone unos costes anuales de 5.605 millones de euros para los servicios sanitarios, a lo que hay que sumar 495 millones en consumo de medicamentos, según el estudio de la ONCE.

Pero también tiene un efecto sobre la productividad, tanto por la reducción del tiempo de trabajo y ocupación como por una mayor parcialidad. Se estima que la soledad entre menores de 60 años provoca una pérdida de años potenciales de vida productiva de entre 5.764 y 8.900 en total, lo que se traduce en una pérdida de 164 y 254 millones de euros, según el escenario más optimista y el más pesimista.

Así, entre las dos variables, hay una media de costes para la sociedad y el estado de 14 mil millones de euros, el 1,17%% del PIB de España.

 

 

 

En vista de la repercusión y los costes que el aislamiento tiene en la sociedad, el Ministerio de Derechos Sociales se propuso en la anterior legislatura elaborar una estrategia nacional de la mano del Imserso, con especial atención a las personas mayores y dependientes, y desde un punto de vista tanto educativo como demográfico. Está por ver si estas intenciones se retomarán en la legislatura entrante, aunque a nivel regional ya existen proyectos como Radars, en Barcelona, o Madrid Vecina para reforzar el tejido vecinal y la asistencia social, acercando la compañía a quienes más la necesitan.

Otros países como Japón o Canadá llevan tiempo implementando medidas parecidas para paliar la tasa de suicidios, como la creación en 2021 de un Ministerio de la Soledad por parte del gobierno nipón. También Reino Unido aprobó en 2018 una Secretaría de Estado dedicada a combatir esta lacra, después de que la OMS alertase de que era el país europeo donde más se padecía este problema, con hasta 200.000 personas que podían estar más de un mes sin conversar con un familiar o un amigo.

Música para la España vacía

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El verano es sinónimo de música y festivales, entre muchas otras cosas. Frente a las alternativas más conocidas y multitudinarias, como Sonorama o Mad Cool, están surgiendo nuevas propuestas que buscan revalorizar los entornos rurales y generar puntos de encuentro entre la música y la sostenibilidad  a través de su programación.

Ellen MacArthur, la mujer que navegó hacia la economía circular

Ellen MacArthur, nacida el 8 de julio de 1976 en Derbyshire (Reino Unido) ha dejado una huella imborrable en el mundo del deporte, la sostenibilidad y la economía circular. Desde joven supo que su destino estaba ligado al océano y su pasión por la navegación la llevó a competir en algunas de las regatas más desafiantes del mundo, en las que batió récords y se convirtió en una de las figuras más admiradas en el mundo de la vela. Pero MacArthur no se conformó con ese éxito. Durante sus viajes por el océano, se dio cuenta de lo frágil y limitado que es el planeta, y de lo mucho que dependemos de sus recursos naturales. “Ninguna experiencia en mi vida podría haberme dado una mejor comprensión de la palabra finito”.

En una charla TED, MacArthur cuenta cómo dio la vuelta al mundo y volvió con una nueva visión de cómo funciona el planeta. La exregatista reflexionó sobre una nueva forma de ver los sistemas económicos del mundo como circulares, donde todo gira.

“Ninguna experiencia en mi vida podría haberme dado una mejor comprensión de la palabra finito”

Empezó a interesarse por la economía circular, un modelo que busca eliminar los residuos y la contaminación y regenerar la naturaleza. Se dedicó a comprender cómo funciona la economía, y se dio cuenta de que la mayoría de los problemas no solo se encuentran en la forma en la que se genera energía, sino también en la manera en la que utilizamos los materiales.

Empoderar el cambio 

En 2010 creó la Fundación Ellen MacArthur, una organización sin ánimo de lucro, con el objetivo de acelerar la transición hacia una circularidad que cambie los hábitos de producción y consumo de la economía mundial. MacArthur reconoce que el modelo lineal de "usar y desechar" no es sostenible a largo plazo y trabaja incansablemente para promover un enfoque circular que fomente la regla de las 3R: reutilización, reparación y reciclaje de recursos.

A través de programas educativos, colaboraciones empresariales y proyectos de investigación, la organización se ha consolidado como un referente internacional clave en la promoción de la economía circular. Aborda temas como el clima, la biodiversidad, los alimentos, el plástico, el diseño o las ciudades, y la fundación cuenta con una red de socios estratégicos, institucionales e innovadores que apoyan su misión y sus proyectos.

De la inspiración a la transformación

La visión de Ellen MacArthur ha inspirado a líderes empresariales, emprendedores y comunidades de todo el mundo demostrando que la economía circular no solo es buena para el planeta, sino también para los negocios. Al integrar principios circulares en la cadena de suministro, las empresas pueden reducir costes, aumentar la eficiencia y generar oportunidades de crecimiento sostenible.

Ellen MacArthur promueve un enfoque circular que fomente la reutilización, la reparación y el reciclaje de recursos

El impacto de MacArthur en el mundo de la sostenibilidad y la economía circular ha sido ampliamente reconocido. En 2005, fue nombrada Dama Comandante de la Orden del Imperio Británico por sus servicios a los deportes y a la caridad. Además, ha recibido numerosos premios y reconocimientos internacionales, incluidos la distinción de Caballero de la Legión de Honor en Francia y el Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional en 2022.

Ellen MacArthur es un ejemplo de cómo una persona puede cambiar el mundo con su visión y acción. Desde sus hazañas en el mar hasta su liderazgo en la promoción de la economía circular, su historia nos enseña que no hay límites cuando se trata de construir un futuro sostenible. Siguiendo sus pasos, podemos transformar nuestra forma de producir, consumir y vivir, para crear un mundo más equitativo y respetuoso con el planeta que llamamos hogar.