Categoría: Agenda 2030

La descentralización como palanca de crecimiento económico

España es hoy, según datos de la propia Unión Europea, uno de los países comunitarios que más agencias continentales alberga en su territorio. Al contar con cuatro organismos de este calibre se sitúa en tercer lugar en relación con los demás países del continente. Es por esta suerte de unión por la que se han beneficiado directamente algunas «pequeñas» ciudades del país como Alicante, Vigo o Bilbao. Esto, unido a reconocimientos tales como los de las capitales verdes —ganado en 2012 por Vitoria-Gasteiz—, muestra que las regiones periféricas (es decir, fuera de los principales polos económicos) cada vez juegan un papel más fundamental en el funcionamiento económico.

OCDE: La correlación entre el nivel de gasto descentralizado y el PIB per cápita es positiva

Basta dirigir la mirada a las propias cifras para comprobar que, efectivamente, España es uno de los países más descentralizados a nivel europeo. De hecho, gran parte de los países más desarrollados del mundo —tanto en términos económicos como políticos— poseen también un alto grado de descentralización. Según afirma la OCDE, la correlación entre el nivel de gasto descentralizado y el PIB per cápita es absolutamente positiva. Como es evidente, más que una simple casualidad estadística, los datos están respaldados con una base teórica que, en realidad, responde a la lógica más simple: si se es capaz de comprender mejor las realidades específicas del territorio, así como las preferencias de los ciudadanos locales, se responderá, entonces, con una mayor eficacia. Es, en definitiva, una cuestión de perspectiva. 

Las descentralización como ventaja económica

Parte de estas ventajas tienen su origen también en el propio sistema económico, ya que en un entorno descentralizado la competencia entre administraciones regionales y locales para la promoción y atracción de empresas, talento e inversión se convierte, en definitiva, en el mayor incentivo posible. Es posible que estas afirmaciones se observen con mayor certeza en la actualidad, en un momento en el que parece más evidente que nunca que el país no puede sostenerse tan solo sobre dos patas, sino con las diecisiete CC.AA. y dos ciudades autónomas que lo componen. Eso es, al menos, lo que parece: cuanta más relevancia adquieran las distintas regiones de un país, más progreso obtendrán aquellas y, por tanto, el total del mismo. Para que la maquinaria funcione con todos sus engranajes la totalidad del poder económico no debe residir, por ejemplo, tan solo en la capital.

Según la AIREF, la descentralización proveería a los Estados de una dirección única y cohesionada de progreso

Los datos ofrecidos por la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIREF) muestran también una perspectiva halagüeña a este respecto. Según sugieren, la descentralización proveería a los Estados de una dirección única y cohesionada de progreso que, en términos regionales, llevaría a la convergencia económica (o, lo que es lo mismo, que todas las regiones compartiesen la riqueza al mismo nivel, sin grandes diferencias). Unos datos que, además, sostienen —con información sobre Alemania y Austria, principalmente— que el propio crecimiento es más rápido dentro de los países descentralizados.

Es en esta senda en la que se sitúa también el propio Fondo Monetario Internacional, que según un estudio elaborado por la organización en 2019 los beneficios netos para trasladarse a regiones de mayores ingresos (como puede ser, por ejemplo, Madrid) disminuyeron alrededor de un 30%, algo en lo que participa también la posibilidad de realizar el trabajo a distancia. Sin embargo, el mismo informe también hacía hincapié en que la crisis del 2008 pudo crear en España, a su vez, un contexto de disparidad que, ahora, crece hasta ensancharse, lo que podría llegar a abrir una compleja brecha dentro del intrincado sistema autonómico del país. La pandemia puede provocar, eso sí, un profundo replanteamiento del sistema, obligado por el éxodo de las grandes ciudades. 

¿La generalización del teletrabajo impulsará la descentralización?

Las ventajas de la descentralización pueden volverse evidentes en una situación como la actual, en la que el teletrabajo se ha revelado como una herramienta imprescindible para el propio desarrollo vital de la ciudadanía. La pandemia ha acelerado nuevos modelos de trabajo dentro de las empresas, lo que podría abrir nuevas vías para salir de los grandes polos económicos del país hacia ciudades y regiones que antes, posiblemente, habían sido dejadas —relativamente— de lado. Ya no es posible interpretarlas como localizaciones secundarias: el desarrollo económico podría estar obligado a pasar por la totalidad del territorio nacional. Es posible, por tanto, que el coronavirus haya sentado un precedente. Redirigir grandes empresas y organismos a distintas regiones podría crear un ambiente de equilibrio económico entre regiones y progreso que en última instancia beneficie a todos y cada uno de los ciudadanos.

La descentralización parece, así, ser propicia para el crecimiento económico según las perspectivas arrojadas por numerosos informes. Son los apuntes proporcionados por organismos como la OCDE y la AIREF los que muestran que para alcanzar un desarrollo sostenible y global no hace falta un solo timón. El único requisito, parece, es navegar con determinación en una misma dirección.

2021: Un año para mejorar el mundo

Naciones Unidas ha propuesto que durante el año entrante se festejen hasta cuatro ámbitos que, a su parecer, merecen una atención mayor. Así, 2021 será el Año Internacional de la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible, el Año Internacional de la Paz y la Confianza, el Año Internacional de las Frutas y Verduras y el Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil. 

Las cuatro conmemoraciones representan puntos cardinales de los programas de actuación —presentes y futuros— que la organización pretende llevar a cabo con la máxima eficacia posible. 

Año Internacional de la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible

Esta conmemoración centra su atención en la oportunidad que se presenta para «fomentar la innovación y ofrecer oportunidades, beneficios y empoderamiento para todos». Esta selección proviene, en parte, del daño causado por la pandemia, cuya interrupción ha generado, sobre todo, la práctica desaparición de eventos culturales, dañando empleos relacionados con estos y otros campos creativos. Hasta el 45% de los artistas y escritores de la Unión Europea son auto-empleados, lo que los hace especialmente vulnerables en situaciones como la que estamos viviendo. Para las Naciones Unidas es fundamental destacar «la importancia de unas políticas nacionales adecuadas encaminadas a promover la diversidad de la expresión cultural y el fomento de la creatividad para el desarrollo sostenible». Es esta expresión la que se prevé como una de las claves para el año venidero: realizarse es, también, crecer.

Año Internacional de la Paz y la Confianza

En el caso del Año Internacional de la Paz y la Confianza ocurre exactamente lo mismo, siendo un pretexto ideal para resarcirse de un año repleto de múltiples disputas y recelos políticos provocados por el coronavirus. Entre los objetivos se hallan, por ejemplo, la promoción del multilateralismo —es decir, la cooperación de múltiples países— y la diplomacia preventiva. Los esfuerzos de la ONU pretenden centrarse en lo que, hasta ahora, era el orden de estabilidad política global, algo que trasluce perfectamente en la afirmación de que la conmemoración «es un medio de movilizar los esfuerzos de la comunidad internacional para promover la paz y la confianza entre las naciones sobre la base, entre otras cosas, del diálogo político, el entendimiento mutuo y la cooperación». Tan solo en la disputa entre Armenia y Azerbaiyán perdieron la vida más de 5.600 personastanto civiles como militares.

Año Internacional de las Frutas y Verduras 

2021 será también una oportunidad para luchar por el desarrollo de una vida saludable. El Año Internacional de las Frutas y Verduras intentará poner un énfasis global en el fomento de las dietas saludables, las cuales se perfilan como las únicas herramientas con las que luchar contra un mal que causa más muertes que la combinación del tabaco, las enfermedades de transmisión sexual y la violencia armadas: la obesidad. De hecho, según señala la Organización Mundial de la Salud, el 39% de las personas adultas —según datos globales relativos a 2016– tiene sobrepeso. Además, unos 40 millones de niños y niñas menores de 5 años padecían sobrepeso u obesidad en 2018. Esto va unido, a su vez, al propio concepto de sostenibilidad, ya que no solo se trata de alimentos que favorecen la lucha contra el cambio climático, sino que también nos hallamos frente a unos alimentos cuya pérdida y desperdicio son especialmente altos. Según el propio secretario general de la ONU, António Guterres, esta es una oportunidad para «comprometernos con un mundo más sano, resiliente y en el que todas las personas tengan a su alcance, y puedan permitirse, la nutrición variada que necesitan». 

Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil

Más reivindicativo es, si cabe, la última de las conmemoraciones prevista para el porvenir más cercano. Tanto es así, que su propia denominación es especialmente directa, tratándose del Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil. Como es evidente, esto busca la consecución de un compromiso fuerte y sólido para la erradicación de una lacra que, aún hoy sigue presente. Según datos del Banco Mundial, en países como Argentina el porcentaje de menores de entre 7 y 14 años activos en la economía es de un 5%.  Se busca también «poner fin a las formas contemporáneas de esclavitud y la trata de personas, así como asegurar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil, incluyendo la utilización de niños soldados». Es, por tanto, una suerte de grito contra toda injusticia y explotación.

Son esta clase de hitos conmemorativos los que, en definitiva, hacen célebre a la Organización de las Naciones Unidas. Sin embargo, ha de tenerse en cuenta que para que acciones como éstas tengan sentido son los Estados los que han de tomar decisiones.

Los hitos del año que cambió nuestra vida

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Indudablemente, 2020 pasará a la historia. La pandemia que ha costado miles de vidas también ha dejado en evidencia la necesidad de abordar cuestiones no tan nuevas, pero más relevantes que nunca, como la inversión en ciencia y salud, los nuevos modelos de trabajo o la brecha digital. 

Buenas noticias: estas especies ya no están en peligro de extinción

Cada año, la lista de especies extintas o en peligro aumenta: el 27% de los animales y plantas conocidos viven en la cuerda floja y podrían desaparecer en cualquier momento. En la primavera de 2019, Naciones Unidas publicaba un informe en el que alertaba de que más de un millón de especies estaban al borde de la extinción; algo sin precedentes en la historia de la humanidad. Sin embargo, el futuro del reino animal no se presenta tan desolador como pudiera parecer. Gracias a los ingentes esfuerzos de conservación llevados a cabo por muchas organizaciones, activistas, gobiernos y empresas, algunas especies están consiguiendo alejarse –a paso firme, aunque pausado– de esa fina línea que separa la vida de la desaparición.  

El lince ibérico

El buque insignia de la biodiversidad española usa sus garras para aferrarse a una supervivencia que aún no está asegurada, pero que se muestra como una luz en el horizonte de este felino. Si hace menos de 20 años tan solo quedaban 92 ejemplares, los planes de conservación de programas como el proyecto Life+IBERLINCE han devuelto la esperanza al lince ibérico, que contaba el año pasado con 850 ejemplares en la península.  

El panda gigante

Cual peluche de tamaño desmesurado, el panda gigante roba los corazones de quienes le observan. Sin embargo, los obstáculos a los que se ha visto –y se ve– enfrentado este oso asiático, como la fragmentación de su hábitat o sus dificultades para reproducirse –especialmente en cautividad– hacen que su conservación y recuperación sea una tarea ardua. Aun así, en 2016 esta especie salió de la lista de “en peligro de extinción” y entró en la de “vulnerable”, dando un respiro a su futuro.

El águila calva

El fotógrafo Klaus Nigge dice de este majestuoso animal que «sus ojos penetrantes no pierden de vista ni un segundo el objetivo», y no es de extrañar que su efigie presida el despacho oval de la Casa Blanca. A pesar de ser un depredador implacable, el símbolo nacional de Estados Unidos estuvo a punto de convertirse en solo un recuerdo: la degradación de su hábitat, el envenenamiento por pesticidas y la caza indiscriminada consiguieron que en los años 60 su población disminuyese hasta las 400 parejas. Por suerte, en  2007, con 11.000 parejas registradas, el águila calva se recuperó y dejó de estar en peligro de extinción.

La ballena jorobada

Durante años, la caza masiva llevó a estos cetáceos al borde de la extinción: entre finales del siglo XVIII y mediados del XX se llegaron a cazar alrededor de 300.000 ejemplares. Sin embargo, en los años 60 se impulsaron diferentes medidas para proteger a las ballenas jorobadas, especialmente vulnerables en sus migraciones entre los polos y el ecuador. En 2015, al fin, dejó de ser una especie en peligro. Su recuperación ha sido tal que hace dos años su población alcanzaba ya los 84.000 individuos.

El rinoceronte blanco del sur

El segundo mamífero más grande que habita el planeta estuvo a punto de desaparecer por completo en el siglo XIX e, incluso, se creyó extinto durante varios años. Sin embargo, en 1895 se descubrió una pequeña población de rinoceronte blanco del sur –apenas cien individuos– en Sudáfrica. Tras más de un siglo de protección y conservación, este animal oriundo de Sudáfrica, Kenia, Namibia y Zimbabue cuenta ya con unos 21.000 ejemplares que viven en áreas protegidas en el continente africano. Hoy, el rinoceronte blanco del sur es la única variedad de su especie que no está en peligro inminente de extinción.    

El órix de Arabia

El conocido como unicornio árabe se creyó perdido para siempre por culpa de la caza furtiva en los años 70. Por suerte, se creó el equipo de conservación conocido como Operación Órix y, tras años de esfuerzo y lucha para protegerlo, este tipo de antílope salió del riesgo de extinción para convertirse en una especie vulnerable, lo que no la exime de peligro. En la actualidad, existen alrededor de 1.220 ejemplares en libertad en la península arábiga y alrededor de 7.000 en cautiverio. 

El kiwi marrón de la Isla del Norte

Este pequeño pájaro de pico alargado que forma parte de la historia, la cultura y la simbología de Nueva Zelanda salió de las listas de especies a punto de desaparecer en 2017. Desde entonces, su población crece de manera estable alrededor de un 2% cada año. Todo ello, fruto de 25 años de conservación a nivel nacional y de recuperación de este kiwi que es ya el símbolo nacional del país de Oceanía en el que cría y vive. 

La pequeña isla del Atlántico que intenta proteger los océanos del planeta

En la cumbre del clima de Nueva York de 2019, Greta Thumberg, una adolescente de 16 años, dejó perplejo al mundo con sus palabras a los líderes y altos cargos de decenas de países: “Todavía no son suficientemente maduros como para decir las cosas como son”. Nunca se sabrá el impacto real de ese discurso en las mentes de los gobernantes mundiales, pero ese momento hizo creer que, a veces, los grandes cambios también pueden ser impulsados por actores pequeños. Tristan da Cunha, una pequeña isla en mitad del océano Atlántico Sur y territorio británico de ultramar, con tan solo 246 habitantes, ha anunciado que creará la cuarta área marítima protegida más grande de la Tierra. ¿Cómo una población tan diminuta puede lograr semejante hito?

Tristan da Cunha creará la cuarta área marítima protegida más grande de la Tierra

Este enclave es la isla habitada más remota del planeta, ya que se encuentra a 2.400 kilómetros de tierra firme. Para ponerlo en perspectiva, la extensión de este enclave es una décima parte de la ciudad de Londres. Sin embargo, con sus 740.000 kilómetros cuadrados de zona marítima, ocupa más de tres veces la superficie de todo el Reino Unido. Ahora, el 90% de este vasto territorio oceánico pasa a convertirse en zona protegida.

“Tristan da Cunha es un lugar como ningún otro. Las aguas que rodean este remoto territorio de ultramar del Reino Unido son algunas de las más ricas del mundo”, asevera Beccy Speight, la directora de RSPB, la ONG internacional para la protección de la vida salvaje que lleva trabajando más de 20 años con las autoridades isleñas y británicas, National Geographic y la Blue Marine Foundation para hacer realidad este hito medioambiental. Unas palabras ponen de manifiesto la realidad: la zona del archipiélago que componen la isla principal y sus satélites –declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco–, alberga el 90% de la población global de pingüinos de penacho amarillo norteños y el 80% de los lobos marinos subantárticos. Ambas especies están en peligro de extinción, al igual que las ballenas francas australes y otras aves endémicas que solo existen en la zona, como el petrel de anteojos.

Con la creación de este área, las actividades extractivas como la pesca de arrastre de fondo o la minería en alta mar quedan prohibidas, protegiendo así el sustrato biológico del fondo oceánico, el primer y más importante eslabón para la cadena trófica marina y la supervivencia de la vida marina. Sin embargo, ¿qué pasa con la economía de la isla, que depende prácticamente en su totalidad de la pesca?

Un modelo económico sostenible

“El mar es un recurso vital para nuestra economía y nuestra supervivencia a largo plazo”, explica James Glass, el Gobernador de la Isla, entendiendo que, para preservar su modo de vida en el tiempo, es prioritario proteger la biodiversidad de la zona. “Nuestra vida en Tristan da Cunha siempre se ha basado en nuestra relación con el mar, y eso continúa hoy. La comunidad de Tristan está profundamente comprometida con la conservación”, añade. 

La isla también ha declarado más del 50% de su pequeño territorio zona protegida

De hecho, el compromiso de esta aislada comunidad no solo se limita a las aguas, sino que, de la pequeña porción de tierra que compone la isla, más del 50% ya ha sido declarado zona protegida. Con este escenario, la protección medioambiental complica la supervivencia económica. Según explica Glass, el salario medio en la comunidad, una vez se extraen los impuestos, ronda las 275 libras al mes, a lo que se debe añadir la desventaja de su difícil accesibilidad, que implica un sobrecoste en la importación de bienes de entre un 75% y un 90% con respecto a Londres. Para hacernos una idea de lo aislada que está esta pequeña población,un dato: tan solo viajan a Tristan da Cunha ocho barcos al año con un máximo de 12 pasajeros, trayectos que a partir de ahora serán todavía más reducidos debido a las restricciones.

Por este motivo, se ha decidido que una porción de su territorio marino se destinará a la pesca de la langosta de roca de Tristan (Jasus tristani), una actividad que supone el 80% de los ingresos de la comunidad y que cuenta con el certificado de pesca sostenible de la organización para la protección de los mares Marine Stewardship Council (MSC).

Un ejemplo a seguir

Este aplaudido hito medioambiental podría suponer el principal punto de inflexión en la construcción del Cinturón Azul o Blue Belt, un ambicioso proyecto con el que el Reino Unido pretende construir cuatro millones de kilómetros cuadrados de áreas protegidas a través de sus territorios de ultramar. De esta forma, Londres pretende alcanzar el objetivo de proteger el 30% de los océanos para 2030, una iniciativa a la que esperan se sumen otras potencias en línea con las metas descritas por los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Londres se fija el objetivo de proteger el 30% de los océanos para 2030

“Nuestro bienestar, futuro económico y supervivencia, dependen de las decisiones que tomemos ahora sobre el mundo natural. Necesitamos políticos que emulen el liderazgo de esta pequeña comunidad para ayudarnos a construir el mundo en el que todos queremos vivir”, reivindica Speight. Tristan da Cunha ha conseguido crear la cuarta área marina protegida más grande de la Tierra, recuperando la idea de que, a veces, son los más pequeños quienes abren los grandes caminos.

La Navidad sí puede ser sostenible. Sigue estos consejos

Esta Navidad quizá sea una de las más especiales que recordemos precisamente porque será una de las más extrañas que vivamos: algunos podrán reencontrarse con los suyos, pero habrá muchos otros que tendrán que conformarse por compartir la cena de Nochebuena por videollamada. 

Pero hay algo que se mantiene constante esta Navidad y es el consumo exacerbado que la caracteriza y su consecuente volumen de residuos, una situación a la que debemos hacer frente entre todos para preservar la salud de nuestro planeta. 

En diciembre los españoles duplicamos la basura diaria que generamos

Si los españoles generamos 1,4 kilos de basura al día de media en fechas normales, la cifra llega a duplicarse durante el mes de diciembre. Papeles de regalos, juguetes de plástico, comida en exceso… la lista es extensa. ¿Qué puedes hacer para que estas Navidades sean más sostenibles? Aquí van unos consejos.

Compra los alimentos navideños sin envase desechable

Aunque reciclemos, debemos evitar por todos los medios la generación de tanta basura. La base del cambio está en nuestros hábitos. En estas fechas el 43,2% de los españoles optan por comprar en supermercados e hipermercados, puntos de venta que suelen caracterizarse por conservar gran parte de sus productos en envases de plástico. Pensando las recetas navideñas con un poco más de antelación podemos acudir a tiendas tradicionales o mercados a adquirir todo lo que necesitemos. La ventaja: los alimentos son más frescos y fomentarás el comercio local. Y no te olvides de tus bolsas reutilizables y apuesta por el producto de temporada.

Calcula la cantidad de comida de forma realista

En Navidades tendemos a sobrecargar la mesa con comida muy copiosa. Aperitivos, entrantes, primer plato, segundo plato, tercer plato, postre, copas… Además de ser un reto para nuestro sistema digestivo, comprar y consumir alimentos en exceso no es nada sostenible, especialmente porque gran parte de los alimentos se desechan. Haz un cálculo de lo que realmente podéis consumir en tu hogar y planifica los menús -a ser posible, con comida de temporada - ya que así te será más fácil comprar solo lo estrictamente necesario. Si crees que aún así sobrará comida, siempre puedes hacer nuevos platos con ella y así ahorrarte un carro de la compra. 

Cuidado con los adornos y el papel de envolver

Los contenedores a rebosar de papel de envolver son una imagen característica de las Navidades. Solo en España gastamos en esta época en torno a 70 km2 de papel de regalo. Por ello, además de apostar por el reciclaje, es importante tratar de buscar alternativas. En su lugar, puedes usar papel reciclado, cajas que tengas guardadas, periódicos viejos, bolsas reutilizables, sacos de yute o similares. ¡Lo que importa es el interior!

Solo en nuestro país gastamos alrededor de 70 km2 de papel de regalo al año

Los adornos navideños -incluido el árbol- también son una fuente importante de residuos plásticos. Una manualidad sostenible -que incluso puede ser divertida- es hacerlos a partir de materiales reciclados, como puedes ver aquí, y guardarlos para reutilizarlos el año que viene. En cuanto a las luces siempre recurre a modelos LED, que permiten un consumo energético más eficiente.

Evita la cubertería y vajilla de usar y tirar

No solo ahorramos bastante dinero utilizando la cubertería y vajilla que tenemos en casa en lugar de la desechable, sino que además le estamos haciendo un  favor al planeta. Recuerda que los platos, cubiertos, vasos y pajitas de plástico tardan cientos de años en desaparecer. Si hay niños pequeños en la mesa que precisen de pajitas, es mejor utilizar las metálicas, ya que pueden utilizarse numerosas veces. A la hora de lavarlo todo, asegúrate de que el lavavajillas está completamente lleno para aprovechar el gasto de agua de la mejor forma posible. Si utilizas el grifo, no dejes el agua corriendo mientras enjabonas.

Regalos hechos a mano, en la medida de lo posible

El consumismo se dispara en las Navidades. Según The Guardian, más de 4.000 toneladas de productos vienen directos de China, desplazamiento que genera una gran huella de carbono. Además, tiramos 80.000 toneladas de ropa vieja para hacer sitio a la que llega cada Navidad. Como alternativa podemos apostar por productos locales y mirar hacia la compra de segunda mano: hay cientos de juguetes esperando por alguien que les dé una nueva vida. ¡Apuesta por la economía circular! También podemos intentar hacer nuestros propios regalos, siempre mucho más personales y sostenibles.

Durante estas fechas señaladas en muchas ocasiones aprovechamos para renovarnos y estar a la última, especialmente cuando hablamos de productos tecnológicos. Ten en cuenta que para fabricar un móvil de 80 gramos hace falta consumir un 44,4 kg de recursos naturales. 

Recuerda que, de la misma forma que somos generosos con los nuestros en estas fechas, también debemos serlo con nuestro planeta.

Brecha salarial e igualdad de oportunidades, una tarea aún pendiente

La desigualdad de género es, aún hoy, uno de los principales obstáculos en el camino hacia el progreso social y económico y, si bien la violencia contra las mujeres radicada en esa desigualdad estructural es una de sus  peores consecuencias, no es la única. A pesar de que en todo el planeta se están dando pasos  hacia la igualdad de género la discriminación sigue erosionando nuestras sociedades de forma constante y, en ocasiones, imperceptible.

El mundo ha perdido hasta 160 mil millones de dólares de riqueza por la brecha salarial

Parte de esta fragmentación social se percibe especialmente en el ámbito laboral, sobre todo en lo concerniente a los salarios. Más allá de considerar la igualdad de género como un evidente imperativo ético, es preciso observarla también como una necesidad económica. Según datos del Banco Mundial, se han perdido hasta 160 billones de dólares de riqueza en todo el mundo debido a las diferencias de ingresos entre hombres y mujeres a lo largo de su vida. 

No en vano, las mujeres ganan 77 centavos por cada dólar que ganan los hombres haciendo el mismo trabajo. Esto no ocurre tan solo en países menos desarrollados, sino también en países de nuestro entorno. Es el caso, por ejemplo, de Alemania, donde la diferencia salarial llegó al 49% en 2017, según datos de Naciones Unidas. Además, ONU Mujeres calcula que se tardarían alrededor de siete décadas en cerrar estas brechas.

Las mujeres ganan 77 centavos por cada dólar que ganan los hombres haciendo el mismo trabajo

La diferencia salarial provoca la desvalorización del capital humano, cuya riqueza, según el informe del Banco Mundial, “representa dos tercios de la cambiante riqueza de las naciones, muy por encima del capital natural y otras formas de capital”.  En concreto, “las mujeres representan sólo el 38% de la riqueza en capital humano de sus países”. 

La participación de las mujeres en la fuerza laboral se reduce

Otra de las dimensiones de la desigualdad en el ámbito laboral es el descenso de la participación laboral de las mujeres.  Si comparamos los datos de los años 2000 y 2019, ésta ha bajado hasta tres puntos, pasando del 51% al 48%. Mientras tanto, las más de 1.500 reformas políticas que, según el Banco Mundial, se han efectuado durante los últimos 50 años no han logrado erradicar el problema por completo. Así, se siguen repitiendo patrones característicos de los tradicionales roles de género. Por ejemplo, el Banco Mundial estima que las mujeres dedican el triple de tiempo que los hombres a las prestación de cuidados sin remuneración, y entre una y cinco horas más al día a realizar trabajos no remunerados, como las tareas domésticas. 

La relevancia estratégica de la igualdad de género la ha llevado a ser incluida dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de  la Agenda 2030 de la ONU como el ODS 5. Si bien es cierto que el progreso ha sido innegable durante el último siglo, la igualdad sigue siendo un desafío. 

Las soluciones, a simple vista, parecen muy sencillas.  Así, las  propuestas habituales son la inversión en educación, el uso de currículum vitae ciegos (es decir, que no revelen género o edad), la conciliación laboral y familiar o el fin de determinadas estructuras laborales heredadas  del pasado, como es el hecho de que las mujeres ocupen mayoritariamente los puestos de menor cualificación. Sin embargo, poco se puede hacer a favor de la igualdad  laboral sin un impulso legislativo. Sólo así es posible abordar el problema de manera integral al establecer una política pública con vocación de permanencia en el tiempo. 

España inicia un cambio de rumbo

En España, mientras tanto, el timón comienza a girar con determinación: los dos reales decretos aprobados por el Gobierno de España durante el mes de octubre establecen medidas en el sector empresarial como la obligatoriedad de contar con un registro de retribuciones que permita aflorar situaciones de discriminacion salarial a las mujeres. Asimismo, se rebajará también de 250 a 50 trabajadores el umbral de una empresa por el cual es obligatorio registrar y aprobar un plan de igualdad.

Otros países de nuestro entorno, como Italia, también empiezan a tomar medidas concretas, como ocurre con la jubilación anticipada para las mujeres que hayan cumplido con el requisito de cotización. Se trata de una suerte de incentivo para completar una carrera laboral que, como sabemos, tradicionalmente ha estado plagada de un mayor número de obstáculos para las mujeres. No obstante, estas medidas requieren de una estrategia conjunta, esto es, un plan de acción global que ponga fin, definitivamente, a la discriminación que sufre la mitad de la población mundial.  La pandemia de coronavirus ha supuesto un alto en el camino, pero no debe hacernos perder el rumbo. No debemos olvidar que, detrás del objetivo económico de la equidad laboral, nos guía, en esencia, el imperativo moral de la plena igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres.  

España se consolida como el tercer mayor emisor de bonos sostenibles de Europa

Mientras los efectos de la pandemia aún se dejan notar en términos económicos y sociales, el futuro parece comenzar a brillar con un tímido optimismo. Esto no solo tiene lugar por las primeras llegadas de las tan ansiadas vacunas, sino también porque el horizonte comienza a teñirse de color verde. La pandemia ha acelerado proyectos transformadores que ahora ven una oportunidad única de cambiar los pilares económicos y sociales a mejor.

Los bonos sostenibles ayudan a cumplir objetivos climáticos, ecológicos y económicos

Este es el caso de los bonos de sostenibilidad, cuya demanda parece crecer de forma imparable. Emisiones de deuda como éstas —es decir, intentos de captar fondos de los inversores con una devolución completa (con intereses) posterior— se hallan destinadas a la financiación de proyectos que guarden un carácter tanto ambiental como social. Casos así incumben a cualquier tipo de empresa: muestra de ello es una agencia de telecomunicaciones que, por ejemplo, emitiese un bono para la transformación de una red de cobre a una con un menor coste ambiental. Esto no solo ayudaría a cumplir ciertos objetivos climáticos y ecológicos sino también económicos. Se trata, por tanto, de inversiones con impacto no solo en la empresa sino también en el conjunto de la sociedad. Parte de las categorías que entran en esta clase de bonos son, por ejemplo, las energías renovables, la eficiencia energética, la gestión de recursos naturales y el uso de la tierra. Sin embargo, estos bonos se encargan también de promover infraestructuras básicas asequibles, acceso a servicios esenciales, la seguridad alimentaria o ciertos avances socioeconómicos.

El auge de los bonos sostenibles 

Las repercusiones de financiaciones de este tipo son evidentes, asentándose como una de las múltiples bases con las que la Unión Europea —al igual que sus propios Estados miembro— pretende favorecer una transición ecológica y digital. Este es el caso de España, ya que según AFME se ha consolidado como el tercer mayor emisor de bonos sostenibles de Europa, tan solo por detrás de Francia y Holanda. Nuestro país ha llegado a incrementar las cifras nacionales de estas emisiones hasta en un 97% anual en el primer semestre de 2020 (una cifra que alcanza, aproximadamente, alrededor de 9.000 millones de euros en bonos verdes, también enfocados a resultados responsables en términos sociales y ambientales). Gran parte de responsabilidad tiene el Instituto de Crédito Oficial, cuya emisión pública de bonos sociales logró superar hasta en siete veces el propio importe de la transacción (es decir, que si la emisión se realizó por un valor de 500 millones, su demanda sobrepasó los 3.500 millones de euros). Una inversión destinada tanto a empresarios autónomos como a pymes, así como a muchos otros tipos de empresas españolas. El hecho de que estos bonos hayan sido usados en un contexto de crisis aporta toda su relevancia de una manera sutil. Basta citar las cifras que, según el Observatorio Español de la Financiación Sostenible (OFISO), se han emitido hasta septiembre con esta forma de deuda: 11.500 millones de euros.

España es el tercer mayor emisor de bonos sostenibles de Europa

Dentro del ámbito europeo, España aporta hasta un 12,6% de la financiación sostenible comunitaria, colocándose como una gran fuerza impulsora de la llamada «transición verde». En términos presupuestarios la Unión Europea invertirá más de un 30% del total, acercándose hasta los 60.000 millones de euros. Según la propia AFME, gran parte de esta clase de emisiones reflejan la existente preocupación social desatada por el coronavirus, ya que gran parte de estos bonos se dirigen en esta dirección. Tanto es así, que el 2020 es el año en el que ha tenido lugar un mayor número de emisiones sociales, cifrándose en un 27%.

España, décimo emisor de bonos verdes

Emisiones como estas también representan la oportunidad de adquirir beneficios que, por supuesto, también pueden ser colectivos. La inversión en sostenibilidad demuestra que es posible, a través de esta senda, conseguir una ventaja estratégica y competitiva: se trata de sumergirse en un horizonte que no solo es cada vez más visible sino, de hecho, implacable. Si, tal como hemos visto, el ecosistema no espera impasible, el bienestar social tampoco. 

El futuro se atisba ya dominado por esta clase de inversiones: el Tesoro español prevé emitir bonos verdes en 2021, algo que hará crecer aún más los importes relacionados con emisiones de este calibre. Mientras tanto, España sigue consolidándose como un referente mundial: durante 2019, nuestro país fue el décimo emisor —a nivel global— de bonos verdes, tal y como afirma Climate Bonds Initiative. Otros indicadores de relevancia son, por ejemplo, las propias incursiones bancarias. La incorporación del BBVA a la Red de Bonos Sostenibles del Nasdaq es otro paso en esta dirección, ya que esta es, hoy por hoy, una importantísima red de información mundial acerca de estas emisiones.

Radiografía de los derechos humanos en el mundo

“Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad”, dicen en Amnistía Internacional cada vez que denuncian una violación de derechos humanos en el mundo desde su creación en 1961. En aquel momento, la Declaración Universal de los Derechos Humanos cumplía trece años, pero seguía en pañales. Hoy, 72 años después de que se aprobase, se ha avanzado sobremanera, pero no lo suficiente. Las violaciones de derechos humanos siguen estando a la orden del día: desde Europa al sudeste asiático o las profundidades de la sabana africana, pasando por la totalidad del continente americano o la isla más recóndita de Oceanía. A la espera de que se confirmen los datos finales de 2020 que, para ONG como Amnistía o Human Rights Watch, podrían ser catastróficos debido al desigual impacto del coronavirus, la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas alerta del frágil estado de los derechos fundamentales en el mundo.“Recibimos tantas peticiones de ayuda al año que no damos abasto para responderlas todas”, recuerda Michelle Bachelet, la alta comisionada para los Derechos Humanos.

2020 ¿suspenso en derechos humanos?

Este año, Naciones Unidas recuerda que 235 millones de personas requieren de ayuda humanitaria. Es decir, un 40% más que el año pasado. “Es la perspectiva más sombría y oscura sobre las necesidades humanitarias que jamás se haya establecido”, explican desde la ONU y el Alto Comisionado para los Derechos Humanos en su Panorama Global Humanitario 2021. Además, añaden, si todas las personas vulnerables que necesitan ayuda urgente viviesen en un mismo país, este sería el quinto más grande del mundo. 

Naciones Unidas recuerda que 235 millones de personas requieren de ayuda humanitaria

Las violaciones de derechos humanos no han parado ni siquiera durante las cuarentenas más severas. En los últimos meses, Amnistía Internacional ha denunciado las detenciones de manifestantes pacíficos en Hong Kong, las represiones contra protestas pacíficas en Polonia y Bielorrusia, el uso de bombas de racimo en el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, la falta de protección legal para las trabajadoras domésticas en Líbano, el encubrimiento de la masacre de Lagos en Nigeria, la brutalidad policial en Estados Unidos, el desamparo de los mayores en las residencia  españolas, la encarcelación de activistas en Rusia, la discriminación –y asesinato– contra los anglófobos en Camerún o la detención de activistas por los derechos de las mujeres en Arabia Saudí, entre muchas acciones de Gobierno, empresas e instituciones que amenazan a la Declaración Universal de Derechos Humanos. 

Mark Lowcock: “Podemos deshacer 40 años de progreso en 2021 o trabajar juntos para que todos encontremos una salida a esta pandemia”

Como culmen de las violaciones de derechos están las crisis humanitarias vividas en el mundo. Según la ONU, en Latinoamérica se necesitan paliar los efectos de los desastres naturales –como los huracanes Eta e Iota en América Central–, la pobreza y la violencia extrema, los desplazamientos forzosos o la inseguridad alimentaria. Esta última, cada vez más creciente, pasó del 22,9% en 2014 al 31,7% en 2019. Las crisis humanitarias en Siria y Yemen tampoco dejan indiferentes a nadie: hay al menos 20,6 millones de personas afectadas en el primero y 19 millones en el segundo. Todas ellas ven sus derechos humanos vulnerados a diario y se ven privadas de recursos básicos para poder desarrollar sus vidas. El coordinador humanitario de Naciones Unidas, Mark Lowcock, recuerda que “podemos dejar que 2021 sea el año de un gran retroceso –deshaciendo 40 años de progreso– o podemos trabajar juntos para asegurarnos de que todos encontremos una salida a esta pandemia".

Derechos humanos y cambio climático en Europa

En primavera de este año, el comisario europeo de Justicia, Didier Reynders, anunció el avance en una iniciativa legislativa obligatoria para todas las empresas con sede en Europa de debida diligencia en materia de derechos humanos y medio ambiente. Poco después, a finales de verano, se publicaba un avance con recomendaciones para una futura legislación común con el fin de proteger a las posibles víctimas de violaciones de derechos humanos allá donde las empresas europeas se encuentren. La Unión Europea pretende, así, forzar la aplicación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en todo el planeta. 

La futura normativa europea, que se presentará en el primer trimestre de 2021, tiene como objetivo exigir a las empresas que respeten los derechos humanos y el medio ambiente en sus operaciones, pero también en sus cadenas de valor globales y dentro de sus relaciones comerciales. Además, pedirá a las empresas que identifiquen, detengan, prevengan, mitiguen y monitoreen los potenciales impactos adversos sobre los derechos humanos y el medio ambiente que puedan tener sus operaciones o sus cadenas de valor en todo el mundo. Una vez entre en vigor esta legislación, las corporaciones europeas serán responsables directas de cualquier impacto negativo en materia de derechos humanos y medio ambiente de todo su sistema de producción (desde las cadenas de valor hasta las relaciones comerciales). 

Europa prepara una ley que exigirá a las empresas que respeten los derechos humanos y el medio ambiente en sus operaciones

Después de este anuncio, una docena de ONG se unieron para exigir a la Unión una legislación más ambiciosa y recordar a los países miembro que estarán vigilantes para, si fuese necesario, denunciar los abusos que las empresas cometan. En su petición alertan de que la Covid-19 ha conseguido que se rebajen los requisitos de protección medioambiental en el mundo, lo que, de mantenerse en el tiempo, podría suponer un grave retroceso en la lucha contra la emergencia climática. 

La defensa y protección de los derechos humanos y de nuestro planeta es, como deja ver la iniciativa europea, tarea de todos. La sociedad civil, los Gobiernos y las empresas deben permanecer alerta para que estos no se violen y denunciar cualquier posible ataque a los derechos más fundamentales. 2020 puede ser un punto de inflexión en todo lo conseguido en las últimas décadas. Por eso, como Peter Benenson, fundador de Amnistía Internacional, decía, no podemos olvidar que “la vela no arde por nosotros, sino por todas aquellas personas que no conseguimos sacar de prisión, que fueron abatidas camino de prisión, que fueron torturadas, secuestradas o víctimas de desaparición. Para eso es la vela”. Y en 2021 tiene que seguir ardiendo, también por nuestro planeta y por los derechos de todos.