Categoría: Agenda 2030

Radiografía de la violencia machista en España: una de cada dos mujeres la ha sufrido

A mediados de noviembre eran ya 1.074 las mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas en España desde 2003, fecha en la que se empezó a llevar un registro. La última Macroencuesta de Violencia contra la Mujer, publicada en septiembre, no deja lugar a dudas: en nuestro país, una de cada dos mujeres la ha sufrido en alguna de sus formas, ya sea fuera o dentro de la pareja. El feminicidioes la consecuencia más grave de una violencia machista que en lo que va de año ha acabado con la vida de 40 mujeres en nuestro país y ha dejado a 23 menores huérfanos. Hoy, 25 de noviembre, se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una situación que ya se considera un problema de salud pública. 

A pesar de que las noticias sobre asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o exparejas inundan los informativos, la violencia machista no solo se manifiesta de esa forma fatal. La última macroencuesta realizada a lo largo de 2019 por el Ministerio de Igualdad recoge también la violencia física y sexual contra las mujeres fuera de la pareja, además del acoso. Los datos hablan por sí solos: el 6,5% (1.322.052) de las mayores de 16 años de nuestro país han sufrido violencia sexual en algún momento de sus vidas y el agresor era alguien con el que no mantenían una relación de pareja. Casi el 50% de estas agresiones sucedieron en espacios públicos (calle o parques) o en bares o locales de ocio nocturno. Sin embargo, solo el 8%  lo denunció, aunque el porcentaje asciende al 11,1% cuando se tienen en cuenta las denuncias interpuestas por terceros. Asimismo, el 13,4% (2.737.358 mujeres) asegura haber sufrido violencia física en algún momento de su vida por parte de alguna persona con la que no mantienen ni han mantenido una relación. Un 8,7% (1.778.550)  la padeció antes de los 15 años. 

Pero a veces la violencia machista toma tintes más sutiles, que no dejan marcas evidentes a la vista. Tanto el acoso sexual como el denominado stalking esa persecución intrusiva, incesante y en contra de la voluntad a través de medios digitales, como llamadas, mensajes en redes sociales o Whatsapp– pueden considerarse consecuencia directa de esa cultura de la violación imperante, que desde Naciones Unidas recuerdan está arraigada en «un conjunto de creencias, control y poder patriarcales» y que no hace más que «alimentar la discriminación de género y las actitudes sobre el género y la sexualidad». 

Las consecuencias son reales: en España, 8.240.537  mujeres mayores de 16 años (el 40,6%) reconocen haber sufrido acoso sexual en algún momento de sus vidas. Cuando hablamos de stalking, son 3.095.357 (el 15,2%) las que lo han sufrido y casi el 60% de manera semanal o diaria.

La violencia dentro de la pareja en España

El 6 de enero, Mónica Linde, de 28 años, y su hija Ciara, de 3 años, eran asesinadas por la expareja de Mónica y padre de la niña. Así comenzaba un 2020 oscuro por muchas más razones que la pandemia. La última víctima de violencia machista por parte de una pareja o expareja ocurría poco antes de que se escribiesen estas líneas en Girona. El 9 de noviembre, un hombre le arrebató la vida a su esposa en Lloret del Mar, según confesó él mismo. Junto a ellas otras 38 mujeres perdieron la vida a manos de sus parejas a lo largo de este año.

2,9 millones de mujeres en España reconocen haber sufrido violencia física o sexual en la pareja

Estos son solo los rostros visibles de un problema estructural que se extiende como las raíces de un árbol por los cimientos de nuestra sociedad. Según la macroencuesta del Gobierno, las mujeres que aseguran haber sufrido violencia física o sexual dentro de la pareja, presente o pasada, ascienden a 2.905.489 (el 14,2%). De ellas, el 25% reconoce que la violencia física solo ocurrió una vez, mientras que el 75% afirma que se produjo de forma reiterada. Pero los datos van más lejos: el 86,2% de las mujeres que han sufrido violencia sexual por parte de su actual pareja reconoce que ha ocurrido en más de una ocasión, frente al 10% que dice que solo ha tenido lugar una vez. Además, el 84,3% asegura que ha sufrido violencia psicológica emocional por parte de su actual pareja en más de una ocasión –frente al 14,9% en las que ha ocurrido solo una vez–.

Las cifras en el mundo

Como sabemos, la violencia contra las mujeres no es un fenómeno exclusivo de nuestra sociedad. Las cifras en el mundo que arroja Naciones Unidas son escalofriantes: una de cada dos mujeres asesinadas en 2017 lo fue a manos de su pareja o un miembro de su familia. La violencia machista contra las mujeres en edad reproductiva es una causa de muerte e incapacidad tan grave como el cáncer. Es más, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual, en la mayoría de los casos por parte de un compañero sentimental. Pero es que tan solo el 52% de las mujeres casadas o que viven en pareja decide libremente sobre sus relaciones sexuales y todo lo relacionado con ellas, como el uso de anticonceptivos o su propia salud sexual. Además, actualmente casi 750 millones de mujeres y niñas se han casado –la mayoría de manera forzosa– antes de cumplir 18 años. 

En el mundo, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual

Otra forma de violencia contra las mujeres es la mutilación genital femenina, a la que se han visto sometidas al menos 200 millones. Y otra más: el 71% de las víctimas de la trata en todo el mundo son mujeres y niñas, y tres de cada cuatro  son utilizadas para la explotación sexual. 

La pandemia no ha facilitado la lucha contra la violencia machista, ni en España ni en el mundo. Según ONU Mujeres, desde que estallara la Covid-19 y obligase a millones de personas a confinarse en sus casas, la violencia se ha intensificado. Unicef también alerta de que este año ha supuesto un retroceso de los derechos conseguidos por las niñas en los últimos años: los cierres de escuelas las han puesto en peligro de ser obligadas a contraer matrimonio o a sufrir violencia física o sexual e, incluso, a quedar embarazadas sin poder sopesar opciones. La organización humanitaria calcula que durante los primeros seis meses de confinamiento la violencia de género podría haber aumentado en 31 millones de casos adicionales.. 

Durante la pandemia, los casos de violencia de género podrían haber aumentado en 31 millones

No podemos olvidar que está en la mano de toda la sociedad frenar la violencia machista. La educación es la clave, pero también alzar la voz cuando se observen comportamientos machistas en los círculos cercanos. Porque, como explica António Guterrez, secretario general de la ONU: «La violencia contra las mujeres y las niñas tiene sus raíces en siglos de dominación masculina. No olvidemos que las desigualdades de género que alimentan la cultura de la violación son esencialmente una cuestión de desequilibrio de poder». 

La ‘pobresidad’, una nueva amenaza para la población infantil

«La obesidad infantil es un problema de salud pública en Europa». Así de contundente se muestra el Estudio sobre la alimentación, actividad física, desarrollo infantil y obesidad en España 2019 realizado por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN). Conocido como informe Aladino revela que el 23,3% de la población de entre 6 y 9 años en nuestro país padece sobrepeso, el 17,3% obesidad y el 4,2% obesidad severa, según los estándares de la Organización Mundial de la Salud. Además, el estudio lanza un dato muy relevante: el número de niños y niñas con obesidad es mayor entre las familias con rentas más bajas. Rafael Escudero, presidente de la AESAN y secretario general de Consumo y Juego, resume así en el Huffington Post los resultados de la investigación: «4 de cada 10 escolares analizados presentan exceso de peso. Es una de las peores tasas de Europa: 40,6%». Y un aspecto preocupante: solo el 12,6% de las familias cree que sus hijos tienen exceso de peso, frente al 40,6% que realmente lo padece.

El 23,3% de la población de entre 6 y 9 años en nuestro país padece sobrepeso y el 17,3% obesidad

Aladino no solo analiza las métricas corporales de los participantes, sino también los hábitos de consumo y alimentación, así como su contexto sociocultural. Los datos revelan una realidad invisibilizada en nuestro país y que la crisis económica generada por la pandemia de coronavirus no hará más que empeorar: el sobrepeso infantil es cuestión de clase social. Pero no solo eso: también lo es de género. El informe arroja luz sobre otra cuestión que preocupa a los expertos: mientras en los últimos cinco años el sobrepeso en niños ha disminuido ligeramente, en niñas se ha mantenido en tendencia ascendente.  

Cuando la pobreza y la obesidad se dan la mano

El informe Aladino no deja lugar a dudas en su análisis: el aumento de peso está estrechamente relacionado con factores socioeconómicos como la renta, la educación o el entorno. La diferencia llega a ser tan grande que, en el estrato más bajo de ingresos (menos de 18.000 euros anuales), la obesidad llega prácticamente a duplicarse con relación a la que se constata en ingresos más altos (más de 30.000 euros anuales). En comparación, un 23,3% frente a un 12,1%. Pero, además, las cifras son similares cuando se presta atención al nivel de estudios de los progenitores: la obesidad casi se duplica en niñas y niños cuyos progenitores tienen estudios primarios (el 24,3%), frente a aquellos que cuentan con estudios universitarios (el 12,4%).

En el estrato más bajo de ingresos, la obesidad llega casi a duplicarse

El concepto de pobresidad intenta hacer patente este vínculo entre recursos económicos y salud en la infancia. 

Desempleo y nutrición

Un estudio de Acción contra el Hambre en el madrileño barrio de San Cristóbal de Los Ángeles, uno de los más deprimidos de la capital, arroja luz al respecto. Entre abril y diciembre de 2018 la ONG investigó si existe algún tipo de relación entre obesidad y desempleo, y la respuesta fue rotunda: las personas sin empleo se cuidan menos y tienden a la obesidad, algo que acaba exportándose a sus familiares, especialmente a los más pequeños. 

Las razones detrás de este fenómeno son más complejas de lo que pueden parecer a simple vista: más allá de la desgana, están la falta de autoestima y la ansiedad o el deterioro de la salud mental.  Además, según la organización humanitaria, también influye el acceso a una oferta nutricional de calidad, que se ha visto mermada en barrios donde los comercios de toda la vida han ido desapareciendo, haciendo hueco a otros negocios en los que predominan los alimentos precocinados, ricos en grasas y azúcares. 

La pobreza se hereda

Actualmente, según el Alto Comisionado para la Lucha contra la Pobreza Infantil, más de 2,3 millones de niños se encuentran en situación de pobreza en España. Ernesto Gasco, responsable de esta institución, alerta de que «nuestra tasa de pobreza infantil persistente –encontrarse en situación de pobreza en el año en curso y en al menos dos de los tres años anteriores– es del 17,4%. Casi un millón y medio de niños, niñas y adolescentes la padecen. Esto supone que dos de cada tres menores de 18 años en pobreza en España lo son en términos estructurales». 

Más de 2,3 millones de niños se encuentran en situación de pobreza en España

Además, el riesgo de pobreza en la infancia repercute en el poder adquisitivo en la vida adulta. Pero de la misma manera que la pobreza puede perpetuarse con el paso de los años, también puede hacerlo la pobresidad: si el sobrepeso o la obesidad relacionado con la pobreza no se ataja en la infancia, esos menores se convertirán en adultos con una peor calidad de vida y mayores problemas de salud. 

“Lo rural es fundamental en la búsqueda desesperada por la sostenibilidad”

Un año más se celebra Presura, la Feria Nacional para la Repoblación de la España Rural. La cita, que se celebrará en diciembre en Soria, reunirá a representantes políticos como el expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero; el presidente del Partido Popular, Pablo Casado; o la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, para que respondan a la pregunta: “¿Quién piensa de verdad en lo rural?”. El director del encuentro y de la asociación El Hueco, Joaquín Alcalde, adelanta en esta entrevista el contenido de la feria y hace balance de los retos y oportunidades que se presentan a la España vaciada.

Replicando la pregunta que, este año, se lanza desde Presura: Pero… ¿Quién piensa de verdad en lo rural?

Este año celebramos la cuarta edición de Presura, una feria que tiene como objetivo poner en contacto a personas del entorno urbano, que quieren desarrollar un proyecto de vida en el mundo rural, con aquellos agentes o recursos que existen en las zonas poco pobladas, que les pueden ayudar a instalarse allí y emprender un proyecto de vida. Cuando empezamos con la feria era completamente experimental: nunca se había hecho en nuestro país nada así.  Desde El Hueco llevábamos muchos años trabajando en temas relacionados con la repoblación rural, pero el desafío estaba en que no sabíamos si verdaderamente existía ese interés por lo rural. Incluso a nosotros mismos nos sorprende el poder de convocatoria que ha tenido la feria a lo largo de estos años, lo que demuestra, con indicadores reales, que existe un deseo y una tendencia de vuelta a lo rural. 

Se puede decir que en estos últimos años se ha avanzado muchísimo más que en los 25 años anteriores. Por lo menos, la despoblación hoy está en las agendas políticas, en los medios de comunicación y, de alguna manera, con la feria hemos contribuido a ello. Pero este año queríamos incidir en algo que nos parece fundamental: comprobar si verdaderamente toda esta tendencia está apoyada por un interés real de los políticos, que, al final, son quienes tienen que hacer políticas para favorecer la repoblación e impulsar las legislaciones y las normativas oportunas para que esta tendencia se consolide. Por eso, en este año tan complejo para todos hemos querido preguntar a los políticos si verdaderamente se lo creen o es más una moda o una pose y si es posible esa reactivación de los pueblos en la que estamos trabajando.

Pronto descubriremos si los políticos están implicados o no, pero ¿y las empresas? ¿Por qué no terminan de ver negocio en el medio rural? 

“Las empresas empiezan a darse cuenta de qué es importante tener en cuenta lo rural”

Las empresas, sobre todo las grandes, empiezan a darse cuenta de que es importante tener en cuenta, dentro de sus políticas, especialmente las de responsabilidad social corporativa, lo rural. En este sentido, Red Eléctrica, que colabora con El Hueco en múltiples proyectos, es pionera en España en la creación de un departamento de Innovación Social volcado en colaborar o trabajar en proyectos de impacto y emprendimiento social que puedan contribuir a esta reactivación de lo rural. En lo rural hay un negocio que no es el empresarial clásico –es decir, el que hemos conocido hasta ahora–, sino social. Hoy en día, en pleno siglo XXI, las personas –sobre todo los jóvenes– demandan empresas comprometidas, con impacto, que busquen antes los beneficios sociales que los económicos, y ahí es donde está El Hueco: llevamos muchos años trabajando en fomentar esa innovación social para la repoblación, porque hay muchas empresas que están cada vez más comprometidas con el emprendimiento social. 

“Los jóvenes demandan empresas comprometidas, con impacto, que busquen antes los beneficios sociales que los económicos”

Alguien dijo una vez que “las empresas del futuro serán sociales o no serán” y ahí está la clave: no hay que quedarse solo en esas políticas de responsabilidad social corporativa, sino que las empresas tienen que cambiar desde dentro. Esto es, guiarse por otras métricas: no se pueden medir los resultados con los mismos criterios con los que se han medido hasta ahora. Si seguimos igual, estaremos abocados al fracaso. La sostenibilidad hoy en día es muy importante para todos. En la búsqueda de esa triple sostenibilidad –social, ambiental y empresarial–, indudablemente, la economía social, de impactos y de emprendimiento social juega un papel fundamental.

¿Qué oportunidades reales existen para que personas que quieran emprender creen su propio puesto de trabajo en el medio rural?

Lo rural está plagado de oportunidades. Desde El Hueco contribuimos a visibilizarlas, a inspirar a personas que quieran venir a conocer el mundo rural, quedarse y emprender en él. Pero también hay que ser realistas: no es fácil emprender ni en lo rural ni en lo urbano. Emprender con éxito es complejo, requiere de muchos factores y, además, en el caso de lo rural existe una brecha con lo urbano muy importante. Para prosperar hay que generar, en las comarcas y en los pueblos, ecosistemas de innovación que acojan a los nuevos pobladores, que les ayuden para que, de alguna manera, se sientan arropados a la hora de poner en marcha sus iniciativas. 

Hasta hace poco, uno de los atractivos de las ciudades eran las oportunidades laborales. Si podemos desempeñar nuestro trabajo de manera telemática, mucha gente cambiará de opinión. ¿Se percibe ya un cambio real?

Con la pandemia hemos visto desarrollarse de manera casi increíble el teletrabajo, hasta el punto de que hoy se ha convertido en un derecho de los trabajadores, y desde El Hueco estamos convencidos de que va a ser un factor fundamental para reactivar los pueblos. Muchas personas que puedan teletrabajar lo van a hacer, seguramente no de una manera permanente, pero sí temporal o pendulando entre lo urbano y lo rural. 

“El teletrabajo va a ser un factor fundamental para reactivar los pueblos”

Ya empezamos a tener datos, por ejemplo, de alquileres y ventas de viviendas rurales, que se ha incrementado exponencialmente a lo largo de este verano. Concretamente, hay comarcas en las que ya es imposible encontrar una vivienda disponible, porque se han alquilado a personas urbanas que tienen la posibilidad de moverse y buscan una alternativa a esa vida urbana movidos, en parte, por la COVID. Por primera vez en la historia de la humanidad, la mayoría de las personas van a poder trabajar donde quieran. Es algo disruptivo e inaudito. La revolución industrial –que fue el último gran cambio en el mundo– generó movimientos demográficos muy potentes que acumularon en los centros de producción a los trabajadores porque no había otra alternativa. Pero hoy esos centros de producción se van a deslocalizar.  En los próximos años va a cambiar por completo la ordenación territorial.

¿Podríamos esperar una revolución rural?

Estamos ya en los inicios de esa revolución, y no solo ya por el teletrabajo, sino porque lo rural es fundamental en esa búsqueda desesperada que tenemos por la sostenibilidad. Siempre se ha hablado mucho de sostenibilidad. En estos últimos años nos lo hemos tomado más en serio, pero esta crisis sanitaria ha hecho que nos demos cuenta de que necesitamos la sostenibilidad desesperadamente y no se puede entender una sostenibilidad global con unos desequilibrios territoriales como los que hemos tenido hasta ahora. Volviendo a la misma frase de antes: la sostenibilidad será si es rural. Si no, no creo que seamos capaces de conseguirla.

Para todo esto es clave la conectividad: el acceso a internet es algo básico hoy en día.

“Internet lo considero como un derecho fundamental de las personas, igual que el derecho a respirar aire limpio o al acceso al agua. Es muy importante que la conectividad llegue a todo el territorio”

Internet lo considero como un derecho fundamental de las personas, igual que el derecho a respirar aire limpio o al acceso al agua. Países como Finlandia lo tienen reconocido constitucionalmente: los finlandeses, estén donde estén, tienen derecho a que el Estado les facilite el acceso en igualdad de condiciones. La brecha digital genera desigualdad, y para acabar con ella y preservar esos derechos es muy importante que la conectividad de banda ancha o de alta capacidad llegue a todo el territorio.

¿Tienes fe en las medidas del plan de recuperación de la Unión Europea en las que la lucha contra la despoblación cobra bastante importancia?

“Tenemos que buscar nuevas soluciones más eficientes y sostenibles a los viejos problemas de siempre a través de la innovación social”

Vamos por el buen camino. En España, con el trabajo que se está haciendo desde la Secretaría General para Reto Demográfico se están sentando las bases para atajar un problema muy complejo y que nadie espera que vaya a cambiar de la noche a la mañana: va a costar muchos años, son procesos muy lentos, pero antes de la COVID ya estábamos en ese camino. Seguramente el coronavirus está provocando un parón en el despliegue de todas esas políticas que ya estaban previstas, pero también nos va a generar una oportunidad: si somos capaces de invertir bien esos recursos que van a llegar de Europa para el plan de reactivación de la economía, podemos ser optimistas. Eso sí, el dinero es fundamental, sobre todo para ponernos en situación de igualdad con infraestructuras, pero no lo es todo. Se tiene que generar un cambio de mentalidad en la ciudadanía, no solo de las personas urbanas, sino de las que vivimos en los pueblos: tenemos que creernos que esto es posible y convertir nuestros pueblos en lugares acogedores. Tenemos que buscar, en definitiva, nuevas soluciones más eficientes y sostenibles a los viejos problemas de siempre. Y eso se hace desde la innovación, no solo tecnológica, sino social. 

Más de una vez has mencionado que, además, los nuevos pobladores deben también tener ganas de generar ese cambio. No es solo mudarse a un pueblo, sino de ver qué hay que hacer para que lo rural resurja como una opción. 

Tampoco conviene idealizar el mundo rural laboral: no es la Arcadia feliz. Hay que trabajar mucho, la vida no es fácil, tenemos hándicaps… Aquellas personas que se muden a lo rural tienen que saber que es un lugar en el que van a disfrutar mucho, van a tener una buena vida, etcétera, pero tienen que venir con ganas de trabajar, de emprender y, sobre todo, de inventarse su propio proyecto de vida. El trabajo por cuenta ajena cada vez va a ser un bien más escaso; en este siglo vamos hacia el autoempleo, el emprendimiento… va a cambiar todo bastante.

¿Cómo te imaginas la España rural dentro de diez años?

En pleno proceso de cambio. Su principal motor de desarrollo va a seguir siendo la agricultura y la ganadería, un sector estratégico porque los alimentos se producen en el campo. Pero también será una España rural con una diversidad económica: me imagino un sector cultural que puede contribuir a ese desarrollo, pero también empresas tecnológicas que puedan instalarse en zonas rurales. La nueva ruralidad del siglo XXI va a tener poco que ver con la realidad del siglo XX. Si queremos seguir viviendo en el campo, tenemos que reimaginarnos cómo vivir en él. 

El empleo que traerá la recuperación verde

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La crisis derivada de la pandemia de la Covid-19 ha puesto de manifiesto la importancia de reforzar la lucha contra el cambio climático y establecer criterios de recuperación en clave de sostenibilidad. En este marco el empleo verde será uno de los grandes beneficiarios en el futuro. Las previsiones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estiman que se crearán 24 millones de empleos verdes en los próximos años.

Cómo lidiar con la ecoansiedad

Vivimos en la época del Antropoceno, un concepto acuñado por el nobel de Química Paul Crutzen, y que viene a recordarnos que el impacto del ser humano en el planeta es cada vez más evidente. De ello no hay duda: la actividad humana está transformando la Tierra hasta el punto de alterar el clima. Antes de que la COVID-19 nos confinara en nuestros hogares, la emergencia climática movilizaba a millones de jóvenes de todo el mundo en manifestaciones multitudinarias. Ahora, el ciberactivismo sigue en marcha, denunciando que la crisis climática y la sanitaria no son dos realidades independientes: la salud de la Tierra y la del ser humano no son ajenas la una a la otra, como tampoco lo es nuestra salud mental

“La crisis climática podría precipitar nuevas condiciones psicológicas y empeorar las enfermedades mentales existentes entre los jóvenes que experimentan ansiedad climática, pero las omnipresentes brechas de datos impiden nuestra capacidad de actuar”, explican varios investigadores canadienses en el artículo Climate Anxiety in Young People: a Call to Action (Ansiedad climática en la gente joven: una llamada a la acción) publicado en The Lancet a principios de septiembre. Aún no somos plenamente conscientes de cómo el cambio climático puede afectar a la salud mental de las personas, sobre aquellas a las que el calentamiento global ha impactado directamente –a través de fenómenos meteorológicos extremos, hambrunas o inseguridad alimentaria, sequías…– y sobre aquellas altamente concienciadas que se sienten paralizadas ante un futuro incierto.  Con respecto a este segundo caso, en la última década, los psicólogos han constatado  que cada vez hay más personas que padecen un nuevo tipo de ansiedad vinculada a la crisis del clima, ansiedad que se presenta ante la impotencia de ver cómo el planeta se deteriora sin que nada de lo que hagamos sirva para frenarlo: la ecoansiedad o ansiedad climática

La ansiedad climática se presenta ante la impotencia de ver cómo el planeta se deteriora

Para la Asociación Estadounidense de Psicología, la ecoansiedad podría definirse como un miedo extremo a la incertidumbre que supone para el planeta y el ser humano el cambio climático. El problema llega cuando este miedo empieza a impedir que las personas desarrollen su vida con normalidad: dificultades para respirar, pesadillas, depresión, insomnio, incapacidad para tomar decisiones… Cada vez más profesionales de la psicología  s alertan de la importancia de prestar atención a estos síntomas relacionados con la crisis climática y que aparecen de manera más frecuente en edades más jóvenes, incluso en niños y niñas.  

Contra la ecoansiedad: activismo

Desde el Climate Reality Project –el movimiento de sensibilización sobre la emergencia climática, creado por el nobel y ex vicepresidente de Estados Unidos Al Gore– advierten del peligro a largo plazo de ese pánico al enfrentarse a las consecuencias del calentamiento global. Por eso, desde la plataforma, siguiendo pautas de diferentes asociaciones profesionales de la psicología, proponen tomarse muy en serio la ecoansiedad. Esta puede poner en jaque el futuro de la salud mental de quienes la padecen, aunque aún no se haya catalogado como enfermedad. 

La ansiedad climática es paralizante, pero hay una cosa que puede ayudar a nuestro cerebro a encontrar sosiego: el activismo. El Climate Reality Project y la Asociación Estadounidense de Psicología recuerdan que el primer paso para enfrentarse a cualquier enfermedad mental es reconocer los miedos y hablar de ellos. “Una buena manera para empezar a luchar contra la ecoansiedad es admitir que el mundo está cambiando y hablar de ello con tu círculo más cercano. La crisis climática no se puede resolver de manera individual y, por ello, lo mejor es unirse a algún grupo de activistas con quienes compartir miedos”, recomienda la organización de Al Gore. Muchas veces, darse cuenta de que no se está solo ayuda a gestionar el estrés.

Del activismo a la acción

Profesionales de la psicología alertan de que cada vez más personas presentan estrés y depresión relacionada con el clima

Compartir miedos con otras personas activistas nos lleva hacia un camino casi inevitable para quienes realmente quieren cambiar las cosas: la acción. “Conviértete en el cambio que quieres para el planeta”, repiten una y otra vez las consignas de la lucha medioambiental. Pero ¿cómo pasar a la acción? Para aplacar la sensación de ansiedad climática lo mejor es sentirse útil y ser consciente de que nuestra vida no empeora la situación del planeta. La clave está en aprender a vivir de manera más sostenible: reducir residuos, apostar por energías renovables, optar por un consumo responsable y de cercanía, y respaldar a marcas sostenibles y de impacto social positivo. 

En definitiva, la acción se basa en apoyar la transición ecológica y ser ejemplo de ella. Porque los cambios individuales llevan a otros colectivos y, como explican desde el Climate Reality Project, “si quieres luchar contra esos sentimientos de angustia que aparecen cada vez que lees noticias sobre la crisis climática, los pequeños cambios pueden marcar la diferencia en la salud mental y la del medio ambiente”.

La importancia de la formación

La formación es esencial para entender lo que le está ocurriendo al planeta, qué cambios en nuestras vidas se pueden llevar a cabo y comprender de verdad lo que significan los titulares apocalípticos que pueden encontrarse a diario. Ante la emergencia climática, la comunidad científica asegura que existen soluciones y que aún estamos a tiempo de revertir los efectos. Hay esperanza para nuestro planeta. Por eso, la educación es fundamental para empoderar a la ciudadanía, y no solo a la población joven. Para educarse y formarse, además, es imprescindible acudir a fuentes fiables como el programa de cambio climático de la NASA, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) o las Naciones Unidas

Si a pesar de tomar consciencia de la problemática e involucrarse en su solución, los síntomas relacionados con la ecoansiedad siguen impidiendo el desarrollo de una vida normal, lo más importante es acudir a un especialista. Y, sobre todo, no juzgar a las personas que nos confían sus miedos, ansiedades y preocupaciones. La salud mental, al igual que la del planeta, no es un juego.

Teresa López: “Recuperar la España vaciada no se hará realidad si a sus habitantes se nos trata como ciudadanos de segunda”

Cada 15 de octubre se celebra el Día Internacional de las Mujeres Rurales. Este año, Fademur organiza una jornada online bajo el título Las mujeres en la agricultura familiar: equidad de género y liderazgo con la participación de expertas, emprendedoras y representantes de distintas administraciones y empresas.

Entrevistamos a Teresa López, presidenta de Fademur, para desgranar los diferentes problemas que atañen a la España rural y al 50% de su población, como es el acceso femenino a órganos de gobernanza de la actividad agraria o la introducción de tecnologías y la digitalización para facilitar la incorporación de la mujer a la economía vinculada al campo.

¿Cuál es la situación de la mujer en el medio rural en este momento, y en concreto en las explotaciones agrícolas familiares, tema que centra este año vuestra jornada del Día Internacional de las Mujeres Rurales?

Este 15 de octubre se habla de las mujeres en el conjunto del territorio rural, pero prestando especial atención a la agricultura y ganadería. La mujer siempre ha trabajado en el sector primario, pero en demasiadas ocasiones de una manera invisible, sin considerar su trabajo como un empleo, sino tratándolo de ayuda familiar. Hemos avanzado en los últimos años, pero todavía falta muchísimo por hacer. Ahora estamos en un momento crítico y determinante por varios motivos. Estamos en el decenio de la agricultura familiar impulsado por Naciones Unidas, que tiene como objetivo que los países del mundo se animen a legislar y a promulgar políticas que protejan especialmente a las explotaciones familiares, que son las principales productoras de alimentos sanos, seguros y de calidad. Y en ese marco están las mujeres, que además son las que vertebran el territorio fijando población, creando paisaje, luchando contra los incendios forestales, protegiendo la biodiversidad… 

En las explotaciones familiares, hemos avanzado con la Ley de Titularidad Compartida, un avance legal pero no real: todavía hay desidia y falta de información. Por eso, aunque es un derecho, hay muchas mujeres que lo desconocen y no se está haciendo efectivo. La titularidad compartida reconoce los mismos derechos por el mismo trabajo en cuanto a la gestión de la explotación, lo que debería ayudar a identificar a esas explotaciones que son el núcleo duro de la estructura actual. 

¿De qué más aspectos se va a debatir durante la jornada?

Vamos a hablar del emprendimiento de las mujeres en la actividad económica del mundo rural, vinculada con la agricultura, con la transformación agroalimentaria y con otras oportunidades que surgen a través de la economía verde y circular. Además, vamos a tratar sobre cuál es nuestra situación en los órganos de decisión de las organizaciones donde se decide el futuro del mundo rural: organizaciones de productores, cooperativas, comunidades de regantes o grupos de desarrollo rural. La Ley de Igualdad supuso un impulso, cada vez estamos más representadas en los órganos intermedios, pero las dificultades para llegar a los órganos realmente representativos es la misma. 

“Las nuevas tecnologías podrían transformar el mundo rural de un día para otro”

Hablaremos también de las oportunidades que surgirán cuando la digitalización del territorio rural sea una realidad. Si algo hemos descubierto con esta pandemia es que las nuevas tecnologías podrían transformar el mundo rural de un día para otro: facilitan el teletrabajo y permiten potenciar alimentos de la máxima calidad fuera del ámbito comarcal para que el conjunto de la población pueda disfrutar de esos sabores que creíamos que dejaron de existir.

Pero para ello primero ha de llegar la conexión, cerrar la brecha digital.

Para el mundo rural es determinante. Hay muchísimos trámites relacionados con la Administración que solamente se pueden hacer a través de internet y con un certificado digital. Por ejemplo, nos encontramos con la paradoja de haya gestiones que solo se pueden realizar a través de internet, pero que haya muchos usuarios que no tienen acceso ni cobertura en sus domicilios. Se necesita una solución urgente: necesitamos que llegue esa comunicación y que lo haga, además, de una manera accesible. 

¿Qué puede aportar el mundo rural a la recuperación post-COVID?

Puede aportar todo. Durante esta pandemia ha seguido aportando todos esos alimentos sanos, seguros y de calidad. No se ha roto en ningún momento la cadena alimentaria y eso es algo que debemos tener en cuenta y reconsiderar. En esta transición ecológica de la que se está hablando, con los planes de reconstrucción que se están presentando, el mundo rural puede y debe de jugar un papel clave. La economía verde, circular o azul podrían servir para que los territorios rurales encuentren una fuente y una oportunidad económica para desarrollarse, generar riqueza y vertebrar. 

Por otro lado, otro de los objetivos prioritarios es avanzar en la cohesión territorial. La despoblación es grave: el 80% del territorio es rural, pero solamente el 20% de la población vive en él. Se trata de un desequilibrio demográfico que tendremos que corregir. Por tanto, tenemos que centrar los esfuerzos hacia la generación de oportunidades y facilitar que quienes ahora ya están en el mundo rural, se puedan quedar allí. Si algo están demostrando las mujeres rurales es que tienen muchísimas ganas, empeño, emprenden… y lo que necesitan es que deje de haber trabas a la hora de poner en marcha esos emprendimientos, que se facilite desde el punto de vista de las políticas públicas, y que se apoye el acceso a la financiación. Con todo eso conseguiríamos impulsar de verdad la actividad económica de estas zonas, además de todo lo que se pueda generar a raíz del impulso de las nuevas tecnologías que son determinantes para transformar el mundo rural.

Reducir la brecha digital, apoyar el emprendimiento local y la innovación social…  ¿qué más es necesario para repoblar la España vaciada?

Los servicios: nada de esto podrá hacerse realidad si a los habitantes del mundo rural se nos trata como ciudadanos de segunda. En demasiadas ocasiones se están utilizando protocolos obsoletos, porque se diseñaron en un momento en el que el perfil poblacional era totalmente distinto y, por lo tanto, tenemos que adaptarlos y tener en cuenta esas nuevas tecnologías. 

“Cuando los servicios públicos de cuidado no llegan, son las mujeres las que se ocupan de prestarlos en el seno de la familia”

No olvidemos que cuando los servicios públicos de cuidado, tanto de mayores como de menores, no llegan, son las mujeres las que se ocupan de prestarlos en el seno de la familia. Es una deuda y una triple jornada que está echando para atrás a muchas mujeres que deciden irse, porque buscan tener un desarrollo pleno personal y familiar, pero también profesional. 

¿Sale especialmente dañada la mujer rural de la COVID-19?

Las mujeres hemos sido las grandes afectadas por esta pandemia y en el mundo rural, con las peculiaridades que tiene, más. Cuando hablamos de mujer rural siempre decimos que hay una doble discriminación: por ser mujer y por vivir en un territorio con menos servicios. A lo mejor en una ciudad es más sencillo organizarse y facilitar que los niños pudieran seguir haciendo los deberes conectados de alguna manera con el colegio, utilizando nuevas tecnologías, con una cobertura adecuada… en el mundo rural ha sido mucho más complicado. Determinados servicios se han tenido que suplir de una manera más imaginativa y muchas veces han sido las madres las encargadas de poner en marcha esa creatividad y han acabado por diseñar sistemas más complejos: carteros rurales que llegaban con los deberes, o el alcalde o la alcaldesa. A esto hay que añadirle que hemos sufrido el cierre de los centros de salud de atención primaria: se han reorganizado los servicios comarcales, lo que provocó que las mujeres se vieran obligadas a hacerse cargo de los cuidados del día a día y de los transportes, con dificultades añadidas cuando convives con personas mayores. 

¿Qué mensaje le lanzas a las niñas, pero también a los niños, de nuestros pueblos?

El mundo rural tiene futuro: que piensen y que sueñen qué es lo que quieren hacer y en qué quieren ver convertido su propio pueblo. Durante demasiado tiempo se ha inculcado la idea de que para tener un futuro prometedor había que emigrar. Ahora, estamos convencidas de que el mañana de las próximas generaciones va a pasar por el mundo rural.

Alimentos Solidarios: alianza contra la COVID

En uno de los momentos más duros de la pandemia, Fademur y Red Eléctrica unieron sus esfuerzos para poner en marcha la iniciativa #Alimentos_Solidarios. Teresa López explica que este proyecto “nació para dar una respuesta inmediata a dos situaciones comprometidas: la de las explotaciones que proporcionan productos de la máxima calidad, pero cuyos canales de comercialización se habían visto interrumpidos, y la de los colectivos más vulnerables, aislados en pueblos muy pequeños en plena pandemia”. 

La iniciativa, de la que López hace un balance “extraordinario”, ha repartido 135.300 raciones de comida en 24 provincias de 13 comunidades autónomas con el apoyo de 71 organizaciones, desde ONG hasta hospitales o servicios sociales, y de 70 productoras locales o familiares. Así, se dio salida a un producto perecedero cuyo coste de mantenimiento era imposible de asumir para los agricultores y ganaderos, a la vez que se ayudó a personas en una situación complicada que podría haber sido crítica sin esta iniciativa.

¿Puede la industria de la moda mantener su compromiso con el medio ambiente?

¿Alguna vez te has preguntado cuánto cuesta todo lo que tienes en tu armario? No en concepto monetario, sino en términos medioambientales. Los pantalones vaqueros, las camisas, las camisetas, los abrigos e incluso los accesorios pasan una factura cada vez más cara al planeta Tierra. Tintar un pantalón vaquero a la venta por 20 euros, por ejemplo, le cuesta al planeta 7.500 litros de agua. Para producir una camiseta de algodón, por otro lado, se necesitan más de 2.200 litros de agua, el equivalente a 440 garrafas de 5 litros.

En 2050, esta industria podría representar un cuarto de las emisiones de CO2 a nivel mundial y es que emite más dióxido de carbono que los vuelos internacionales y el envío de mercancías juntos y se lleva el 20% del gasto mundial de agua. Consciente de ello, la propia industria se puso manos a la obra durante la última década para apostar por el mantra ‘reducir, reutilizar, reciclar’ y consiguió encauzarse hacia una producción más sostenible. Sin embargo, la llegada del coronavirus está poniendo en peligro hábitos ecológicos como la reventa o el alquiler de ropa. ¿Corremos el riesgo de ir marcha atrás?

La sostenibilidad se refuerza tras la pandemia

Antes del confinamiento, el alquiler de ropa empezaba a parecer una solución buena para esas prendas que solo se ponían una vez en bodas, bautizos o comuniones y luego se iban al fondo del armario o, directamente, a la basura. No solo se trataba de ahorrar dinero, sino también de ser más sostenible al usar la misma prenda distintas personas y, en consecuencia, reducirse considerablemente la producción. Tiendas como H&M o Gunni fueron pioneras en probar suerte en 2019 con proyectos piloto y poco a poco empezaron también a aparecer plataformas virtuales de alquiler de moda. 

El consumo sostenible representa un tercio del consumo de moda

Con una generación joven mucho más concienciada con el consumo sostenible -y que representa más de un tercio del consumo de moda- las tiendas de segunda mano también estaban adquiriendo un nicho importante. Incluso los expertos vaticinaban que en 2022 el sector de la segunda mano superaría incluso al mercado del lujo. La llegada de la pandemia obligó tanto a unas como a otras a buscar alternativas (tiendas online improvisadas, cuarentenas de ropa, etc) tras ver caer los ingresos como resultado del confinamiento y el miedo al virus. La desinfección de prendas se convirtió entonces en garantía imprescindible por parte del consumidor para seguir comprando ropa no desechable. 

Y sin embargo, consiguieron seguir adelante. Quedó demostrado que la sostenibilidad no ponía en riesgo la salud y se evidenció, la importancia de transformar la industria en una que no pusiera en peligro los recursos del planeta: el coronavirus nos ha enseñado que la moda sostenible es más democrática, más justa y más “sana” para la Tierra, por tanto, más sana para la humanidad. Los consumidores siguen recurriendo a Vinted o Wallapop para comprar y vender ropa de segunda mano, igual que parte de las ‘influencers’ españolas que, inevitablemente, generan un mayor interés en este sector.

Con todos estos aspectos en la mesa, un estudio sobre la moda sostenible realizado por la Boston Consulting Group durante la pandemia propuso cuatro soluciones inmediatas para encaminar la moda hacia el verde: proteger a los trabajadores, resolver problemas de inventario para mantener la cadena de valor, implementar la sostenibilidad como tema central en las estrategias de recuperación del negocio y acelerar la transparencia buscando objetivos con un impacto positivo en el medio ambiente. 

El talento del futuro será sostenible

¿Qué es lo que viene entonces en el futuro? Todo apunta a que ocurrirá el efecto contrario al que tememos: la industria de la moda adquirirá un mayor compromiso con la sostenibilidad. El alquiler de prendas, la ropa de segunda mano y el reciclaje continuarán siendo una prioridad para esta generación joven y para las venideras. Tal y como apunta la revista Forbes, “cualquier compañía de moda que quiera atraer talento va a tener que trabajar con la sostenibilidad y la responsabilidad social como prioridad, ya que el talento del futuro solo querrá trabajar en una empresa que así lo haga”. 

La industria de la moda adquirirá un mayor compromiso con la sostenibilidad

Nkwo Onwka es una diseñadora que ha dedicado su carrera en la moda a la sostenibilidad, recolectando las pilas de ropa que llegaban a los mercados de Lagos (Nigeria) de otros países para convertirlas en nuevas prendas. En junio habló con el Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas para analizar de qué manera el coronavirus iba a influir en la industria de la moda. “El Covid-19 es una oportunidad para reconceptualizar el diseño y la producción, pero también para enseñar a consumir de forma sostenible”, apuntaba en la entrevista entonces. 

“Significa pensar en pequeño -producir menos cantidad de más calidad- y hacerlo con menos derroche y con condiciones de trabajo dignas. Otra diseñadora sostenible, Elle L. añadía: “La moda está entre el arte y la utilidad, y precisamente por eso tiene el poder y la responsabilidad de encontrar una buena solución que nos ayude, ahora más que nunca, a volvernos más sostenibles, fuertes y saludables”.

Antonio Calvo: “Las empresas debemos asumir que la sostenibilidad es una condición sine qua non”

Antonio Calvo

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible cumplen cinco años en un contexto de máximo compromiso institucional y empresarial, en el que la Agenda 2030 marca el rumbo. Hablamos con Antonio Calvo Roy, director de Sostenibilidad del Grupo Red Eléctrica sobre cómo se integra esta hoja de ruta verde en la compañía con motivo del primer aniversario del blog Red 2030. Para Calvo Roy, la creación de este espacio que da voz a la sostenibilidad dentro y fuera de la empresa, “fue muy relevante porque no solo es importante hacer cosas sino contarlas. Hace ya tiempo que el buen paño no se vende en ningún arca”.

Este año iba a ser el comienzo de la Década de Acción para los ODS. Sin embargo, la irrupción de la COVID-19 ha hecho saltar por los aires todas las certezas. ¿Cuál es el impacto de la crisis sanitaria y económica en la consecución de la agenda para el desarrollo sostenible?

Todos estamos, primero, tratando de encajar el golpe que supuso la pandemia y el cierre de la sociedad en su conjunto, de buena parte de la economía … con la necesidad de tener que aprender a trabajar de otra manera, desde lejos, con sus ventajas e inconvenientes. Como poco, supondrá un retraso notable y distraerá de muchos objetivos. Nos va a pasar como siempre: que lo urgente no deja paso a lo importante. Desde luego es urgente e importante combatir esta pandemia y sus consecuencias sanitarias, sociales y económicas, pero si eso hace que se retrase, por ejemplo, el combate contra el cambio climático –que es imprescindible– o algún otro aspecto de los ODS –también esenciales–, tendrá consecuencias negativas a futuro.

¿Crees que llegaremos a tiempo de cumplir con esa agenda global con horizonte 2030?

Soy optimista, pero no creo que, en su conjunto, lleguemos a la Agenda 2030. Pero sí en algunas cuestiones concretas. Algunas empresas llegarán más que otras, algunas lo harán en unos aspectos y otras, en otros. Lo importante no es tanto llegar como recorrer el camino marcado y no dar pasos hacia atrás. El problema de la crisis puede ser no solo que nos desviemos del camino, sino que retrocedamos en algunas exigencias, porque pensemos que no es el momento o que hay otras prioridades. Ese es el gran riesgo. Tenemos que tratar de seguir pensando que lo vamos a cumplir y que tenemos que hacerlo. Luego, cuando lleguemos al 2030, ya veremos de lo que hemos sido capaces, celebraremos aquello que hayamos conseguido y deberemos ser más exigentes en lo que no. Porque lo que probablemente nos ocurra es que algunos de esos objetivos se cumplan con creces y, por lo tanto, a mitad de camino –en 2025 o 2026– haya que hacer una revisión para ser más exigentes con ellos.

“Todas las empresas deberían pensar que la sostenibilidad es una condición sine qua non

¿Qué papel deben ejercer las empresas para contribuir a la consecución de la Agenda 2030 en estos momentos?

Las empresas no podemos olvidar qué es lo importante, ni los objetivos que nos habíamos marcado. Probablemente habrá que hacer algo más de trabajo, porque tampoco podemos dejar de estar en guardia contra la pandemia y llevar a cabo todas las medidas necesarias para erradicar y controlar la enfermedad. Pero eso tenemos que hacerlo sin descuidar todo lo demás. Ese es el papel de las empresas ahora: no desviarnos del camino que nos habíamos marcado y asumir que la sostenibilidad es una condición sine qua non. Y En Red Eléctrica estamos verdaderamente convencidos de ello, no es una pose.

¿En qué ámbitos de los ODS se enfoca el Grupo Red Eléctrica? ¿Cuáles son sus prioridades? 

En Red Eléctrica hemos hecho el ejercicio de analizar en qué ODS impactamos más. Es un ejercicio muy sano y que se debería extender, porque es evidente que todos tenemos que tratar de favorecer los 17 objetivos en su conjunto. Pero también parece claro que una empresa como Red Eléctrica puede hacer mucho más en el ámbito de la energía sostenible que en cualquier otro, porque es su principal área de trabajo y ahí tendrá una repercusión social muchísimo más importante. Por eso, destacamos una serie de objetivos en los que nuestro impulso iba a ser más eficaz. Eso no quiere decir que no debamos trabajar en los demás, sino que los esfuerzos que hagamos en esos objetivos en concreto, para la sociedad en su conjunto, van a ser mucho más rentables. Y, por lo tanto, si cada empresa hace el mismo ejercicio, entre todas cubriremos todos los ODS de una manera mucho más eficaz que si todos dedicamos el mismo esfuerzo a los 17.

"Nos hemos propuesto en una década alcanzar el vertido cero o eliminar la brecha digital"

¿Cuál es la hoja de ruta del Grupo en materia de sostenibilidad y cómo mide sus avances y el cumplimiento del camino trazado? 

Nosotros hemos dedicado esfuerzos a encontrar métricas, para medir de una manera eficaz lo que hacemos. Y el pasado año presentamos una lista de once objetivos con horizonte 2030 que concretan las cuatro prioridades de sostenibilidad del Grupo: descarbonización de la economía, cadena de valor responsable, contribución al desarrollo del entorno y anticipación y acción para el cambio. En cada una de estas áreas a su vez hemos definido dos o tres metas concretas de forma que podremos fiscalizarlas, medirlas, podremos ver si avanzamos correctamente. Por ejemplo, nos hemos propuesto en una década alcanzar el vertido cero o eliminar la brecha digital en el entorno de nuestras instalaciones. Estos 11 objetivos y las métricas asociadas nos permitirán analizar si estamos en el camino correcto y si nuestros esfuerzos están obteniendo los resultados esperados.

A la hora de hablar de la salida de la crisis se habla de dos mega tendencias: sostenibilidad y digitalización. ¿Por qué?

La digitalización ayuda mucho a la sostenibilidad porque evita derroches y facilita nuestro día a día. Lo hemos visto durante el confinamiento. Gracias a la digitalización entendida en sentido amplio, incluyendo las telecomunicaciones, hemos podido trabajar en remoto. Aunque ha sido el efecto de una situación trágica, quizás sirva para empezar a tomarnos esta nueva forma de trabajo que hace que haya menos desplazamientos, menos tráfico, menos contaminación. Y esto es solo un ejemplo. Hay que aprender de la digitalización y hay que sacarle todo el jugo que se pueda porque es una gran aliada de la sostenibilidad. 

Hace no tanto, hablábamos de responsabilidad social corporativa (RSC). Ahora, lo hacemos de sostenibilidad y el término está en boca de todos. ¿A qué se debe este cambio? ¿Hay algo de moda en este renovado impulso?

En su momento la responsabilidad social fue un buen avance con el que las empresas se dieron cuenta de que no bastaba con cumplir la ley, que había que ir un poquito más allá. El concepto de sostenibilidad es mucho más amplio que el de RSC porque incluye todos los factores que tienen que ver con el desarrollo de la empresa y de la sociedad en su conjunto. Es una mirada más aguda, que lleva más lejos, y que al mismo tiempo está más atenta a los detalles próximos. Pero hay que tener cuidado porque hay un riesgo grande de sucumbir a esa tendencia de ‘pintarse de verde’. Por eso, es importante que haya índices y escrutinios y que las empresas se sometan a ellos para demostrar que es verdad lo que dicen y que todos sus comportamientos son sostenibles. De hecho, los inversores ya se están tomando muy en serio estos estándares.

5º Aniversario de los ODS: “17 dedos sobre 17 llagas”

Como cada 25 de septiembre desde 2015, los ODS celebran su aniversario, este año el quinto. Para Antonio Calvo Roy, se ha avanzado mucho en los últimos tres en su visibilidad, “pero hace falta que se conozcan mejor, por lo que significan como toma de conciencia personal de la finitud del planeta y la necesidad que tenemos todos de hacer cosas y de trabajar para poder seguir viviendo como hasta ahora”.  Y añade: “los ODS ponen 17 dedos en 17 llagas y en todas ellas hay que trabajar de la manera más eficaz posible. En este sentido, lo que falta es que se haga todavía más conocidos, más populares y nos responsabilicemos todos empresarialmente, pero también personalmente, del cumplimiento de un comportamiento acorde a lo que reflejan”.

Cinco años caminando hacia el futuro

Hace algo más de un año, la película Campeones arrasaba en la gala de los premios Goya. Sus protagonistas subían al escenario a recoger sus galardones con unos coloridos pines circulares en las solapas. En Twitter, miles de personas preguntaban qué era aquello. ¿Una manera de reclamar la diversidad y la inclusión? En cierto modo, así era: se trataba de la insignia circular que representa la Agenda 2030, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) firmados en septiembre de 2015 en París. 

Esta semana se cumplen cinco años desde que los países miembro de las Naciones Unidas se adhirieron a ese gran pacto global para continuar la hoja de ruta ya trazada en los Objetivos de Desarrollo del Milenio: conseguir que en 2030 el planeta sea un lugar más próspero, más igualitario y más justo para todos sus habitantes. En su informe anual sobre los avances en el cumplimiento de los objetivos, este año Naciones Unidas destaca los progresos que se han logrado en algunos ámbitos como la salud maternoinfantil, el acceso a la energía eléctrica o el aumento de la representación de mujeres en los gobiernos. Del otro lado, los principales obstáculos se han encontrado en el incremento de la seguridad alimentaria y la desigualdad y el daño a los ecosistemas. 

2020, un año para reforzar los esfuerzos en sostenibilidad

Hace ahora un año, en septiembre de 2019, los firmantes de París solicitaron declarar un decenio de la acción para movilizar más recursos y mejorar la aplicación de las medidas a nivel nacional para cumplir los objetivos a tiempo sin dejar a nadie atrás. Entonces, ninguno de ellos imaginaba el futuro: 2020 marcaba el inicio de una década crucial para impulsar el ritmo y redoblar los esfuerzos. Sin embargo, tras la llegada de la pandemia, el último documento presentado por la ONU el pasado mes de julio reconoce que el coronavirus ha sido una lastre en los sistemas de salud, la economía y el acceso a la educación. António Guterres, secretario general del organismo, incide en que las poblaciones más vulnerables han sido de nuevo quienes más han sufrido el azote de la covid-19, y que el número de personas que padecerán hambre y pobreza extrema se medirá por millones. 

El secretario general de Naciones Unidas alerta de los nuevos riesgos que se suman a unos problemas ya existentes

«No voy a decirles que todo está bien. Necesitamos ser honestos», reconocía Guterres a los participantes del Foro Político de Alto Nivel que revisa los avances en el cumplimiento de la Agenda. En esa reunión, recriminaba a los gobernantes por «no tomarse en serio los Objetivos de Desarrollo Sostenible», por ejemplo en materia de solidaridad o cooperación internacional. Así, el secretario general alertaba de los nuevos riesgos que se suman a unos problemas que ya existían antes, como la pobreza, el cambio climático, la desigualdad de género y el déficit de financiamiento al desarrollo. 

Entre las conclusiones del informe, las más preocupantes son algunas de las que se refieren a esos objetivos. Según los cálculos del organismo, 71 millones de personas volverán a caer en la pobreza extrema debido a la crisis económica y laboral generada por la pandemia, lo que revertiría la tendencia a la mejora que venía produciéndose desde 1998. La falta de recursos sanitarios, el cierre de instalaciones médicas y la reducción en el acceso a servicios de nutrición y alimentación se traducirán en un incremento en los fallecimientos de mujeres y niños menores de cinco años. Además, el organismo alerta de los perjuicios  para los habitantes de los barrios marginales de las ciudades –especialmente vulnerables a la escasez de luz o agua corriente– y de los escolares, ya que el cierre de escuelas ha afectado al 90% de los estudiantes de todo el mundo y ha propiciado que más de 370 millones de niños pierdan las comidas escolares de las que dependen. 

Sin las sinergias público-privadas y el compromiso social no conseguiremos alcanzar las metas dibujadas

En el documento se subraya asimismo que el cambio climático continúa avanzando imparable: el año pasado fue el segundo más cálido desde que existen datos, y supuso la culminación de la década con las temperaturas más altas jamás registradas. La degradación del suelo, la pérdida de biodiversidad y la acidificación de los océanos agravan aún más uno de los objetivos clave para cumplir con la Agenda 2030. «En un momento en el que necesitamos desesperadamente ir hacia adelante, el coronavirus nos puede atrasar años, incluso décadas, dejando a los países con retos fiscales masivos y crecientes. La crisis nos aleja aún más de los ODS», advertía Guterres.

Si antes de la irrupción del coronavirus en nuestras vidas cumplir con los ODS era imprescindible para garantizar un planeta habitable y justo para las próximas generaciones, la pandemia ha hecho el reto más difícil, pero aún más necesario: sin las sinergias público-privadas y el compromiso social no conseguiremos alcanzar las metas dibujadas en esa gran hoja de ruta de la sostenibilidad global. Un año y medio más tarde de la gala de la que hablábamos al inicio, esos colores que pintaban la solapa de los actores de Campeones son más reconocibles que entonces por los ciudadanos. Aunque aún queda mucho por hacer, el mundo es hoy mejor que hace un lustro y, en medio de la tormenta del coronavirus, la Agenda 2030 es el timón que conseguirá llevar a buen puerto el barco en el que viajamos todos.

Red 2030 celebra su primer aniversario

Por las mismas fechas en las que los líderes mundiales se comprometían a acelerar la acción veía la luz Red 2030, el proyecto de Red Eléctrica de España en torno a la transición energética y los ODS. Un espacio que nace para divulgar contenidos relacionados con la implementación de esta gran agenda global que aborda de forma transversal los grandes retos a los que se enfrenta el ser humano. 

Red Eléctrica de España tiene marcados once objetivos para implementar la Agenda 2030

Se trata de una iniciativa que se suma a la estrategia transversal de la organización en su compromiso con la Agenda 2030. Como daban a conocer el pasado mes de octubre, la entidad tiene marcados once objetivos para implementarla, en una tarea que abarca desde reducir el 40% de sus emisiones antes de diez años a integrar el 100% de las energías renovables en el sistema eléctrico, pasando por lograr la paridad de género en el equipo directivo, entre otros.

En estos doce meses, la revista se ha convertido en un espacio de debate en el que se han abordado temas que van desde la economía a la despoblación, así como una amplia cobertura medioambiental, incluida la de la COP 25, celebrada en Madrid en diciembre del pasado año. Así, el propósito final de Red 2030 se alinea con el compromiso de sostenibilidad de la compañía y contribuye a crear un espacio de alianzas que, más allá de ser el objetivo número 17 de la lista, es necesario para conseguir cumplir todos los demás. 

¿Cómo afecta la alfabetización a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU?

alfabetización

Más allá de consistir en la enseñanza de la lectura y la escritura, la alfabetización es una fuerza motriz del desarrollo sostenible. No solo beneficia a la sociedad que apuesta por ella, sino que constituye una pieza fundamental en el progreso de la humanidad, y ayuda a erradicar la pobreza y el abuso infantil. Con esta idea en el horizonte, la UNESCO, la rama de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, lleva desde 1946 luchando contra el analfabetismo, que se presenta como un obstáculo en el camino para garantizar el derecho universal a la educación. Por eso, cada 8 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Alfabetización, un recordatorio para que todos los actores de la sociedad reflexionen sobre el gran reto que supone acabar con este problema.

A grandes rasgos, el proceso de alfabetización hace principalmente referencia a la adquisición de competencias básicas de lectura y escritura: dos capacidades que facilitan no solo la integración social, sino que favorecen una mejor calidad de vida. Sin embargo, el término abarca mucho más que la lectura, el cálculo y la escritura, y se presenta como un medio a través del cual identificar, comprender, interpretar, crear y comunicar sobre la realidad. Es precisamente por eso que la alfabetización permite una mayor participación en el mercado laboral, lo que, a su vez, mejora la salud y la alimentación, reduce la pobreza, y amplía las oportunidades de desarrollo personal durante la vida. En definitiva, permite el empoderamiento de las personas.

Cerca de mil millones de personas de todas las edades carecen de las capacidades básicas de lectura, escritura y cálculo

En las últimas décadas se ha producido un avance significativo en este sentido: la analfabetización se redujo en un 25% en los jóvenes entre 1990 y 2015, según la UNESCO. Sin embargo, todavía hoy, cerca de mil millones de personas de todas las edades carecen de las capacidades básicas de lectura, escritura y cálculo. Por este motivo, el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 4 de la Agenda 2030 de la ONU busca garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos. Se trata, cuando menos, de un objetivo ambicioso cuya consecución se ha visto ralentizada con la irrupción del coronavirus.

Si bien a inicios de año más de la mitad de los niños y adolescentes del planeta no alcanzaban los estándares mínimos de ciertas competencias, la pandemia ha nublado cualquier esperanza a corto plazo, ya que ha dificultado el acceso a la educación básica. Durante este año, según datos de la UNESCO, el 91% de los estudiantes alrededor del mundo se han visto afectados de una u otra manera a causa de la COVID-19. En el mes de abril, de hecho, se han llegado a contabilizar hasta 1.600 millones de niños y jóvenes de todo el mundo que no han ido a la escuela y más de 369 millones de niños que dependían de los comedores escolares se han visto afectados por el cierre de las instituciones. Además, durante estos meses ha quedado al descubierto la existencia de una barrera digital que ha impedido que muchos jóvenes puedan seguir con su educación a distancia.

El 91% de los estudiantes del mundo se han visto afectados por la COVID-19

Aunque la incertidumbre se cierne todavía sobre el próximo curso escolar, desde la UNESCO han puesto ya en marcha una serie de acciones para contrarrestar el efecto del coronavirus en la educación. Además de supervisar globalmente los cierres de las escuelas a nivel nacional y local, se ha creado la “Coalición Mundial para la Educación COVID-19”, una alianza multisectorial entre Naciones Unidas, medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil diseñada para la creación de soluciones —y alternativas— innovadoras orientadas, en gran parte, a reducir la brecha digital.

Según han anunciado desde la organización, el objetivo es corregir el preocupante rumbo adquirido durante los últimos meses a través de distintas metas: ayudar a los estados a movilizar recursos e implementar soluciones innovadoras y adecuadas, buscar soluciones equitativas para un acceso universal, garantizar respuestas coordinadas y evitar un solapamiento de esfuerzos (o derroche de los mismos) y facilitar la vuelta de los estudiantes a las escuelas para reducir las tasas de abandono escolar.

En este sentido, la alfabetización es una de las principales metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y su impulso también ayudará a una recuperación justa tras la pandemia: contribuirá a garantizar el desarrollo sostenible, pero también un mundo más justo, democrático y en paz.