A mediados de noviembre eran ya 1.074 las mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas en España desde 2003, fecha en la que se empezó a llevar un registro. La última Macroencuesta de Violencia contra la Mujer, publicada en septiembre, no deja lugar a dudas: en nuestro país, una de cada dos mujeres la ha sufrido en alguna de sus formas, ya sea fuera o dentro de la pareja. El feminicidioes la consecuencia más grave de una violencia machista que en lo que va de año ha acabado con la vida de 40 mujeres en nuestro país y ha dejado a 23 menores huérfanos. Hoy, 25 de noviembre, se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una situación que ya se considera un problema de salud pública.
A pesar de que las noticias sobre asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o exparejas inundan los informativos, la violencia machista no solo se manifiesta de esa forma fatal. La última macroencuesta realizada a lo largo de 2019 por el Ministerio de Igualdad recoge también la violencia física y sexual contra las mujeres fuera de la pareja, además del acoso. Los datos hablan por sí solos: el 6,5% (1.322.052) de las mayores de 16 años de nuestro país han sufrido violencia sexual en algún momento de sus vidas y el agresor era alguien con el que no mantenían una relación de pareja. Casi el 50% de estas agresiones sucedieron en espacios públicos (calle o parques) o en bares o locales de ocio nocturno. Sin embargo, solo el 8% lo denunció, aunque el porcentaje asciende al 11,1% cuando se tienen en cuenta las denuncias interpuestas por terceros. Asimismo, el 13,4% (2.737.358 mujeres) asegura haber sufrido violencia física en algún momento de su vida por parte de alguna persona con la que no mantienen ni han mantenido una relación. Un 8,7% (1.778.550) la padeció antes de los 15 años.
Pero a veces la violencia machista toma tintes más sutiles, que no dejan marcas evidentes a la vista. Tanto el acoso sexual como el denominado stalking –esa persecución intrusiva, incesante y en contra de la voluntad a través de medios digitales, como llamadas, mensajes en redes sociales o Whatsapp– pueden considerarse consecuencia directa de esa cultura de la violación imperante, que desde Naciones Unidas recuerdan está arraigada en «un conjunto de creencias, control y poder patriarcales» y que no hace más que «alimentar la discriminación de género y las actitudes sobre el género y la sexualidad».
Las consecuencias son reales: en España, 8.240.537 mujeres mayores de 16 años (el 40,6%) reconocen haber sufrido acoso sexual en algún momento de sus vidas. Cuando hablamos de stalking, son 3.095.357 (el 15,2%) las que lo han sufrido y casi el 60% de manera semanal o diaria.
La violencia dentro de la pareja en España
El 6 de enero, Mónica Linde, de 28 años, y su hija Ciara, de 3 años, eran asesinadas por la expareja de Mónica y padre de la niña. Así comenzaba un 2020 oscuro por muchas más razones que la pandemia. La última víctima de violencia machista por parte de una pareja o expareja ocurría poco antes de que se escribiesen estas líneas en Girona. El 9 de noviembre, un hombre le arrebató la vida a su esposa en Lloret del Mar, según confesó él mismo. Junto a ellas otras 38 mujeres perdieron la vida a manos de sus parejas a lo largo de este año.
Estos son solo los rostros visibles de un problema estructural que se extiende como las raíces de un árbol por los cimientos de nuestra sociedad. Según la macroencuesta del Gobierno, las mujeres que aseguran haber sufrido violencia física o sexual dentro de la pareja, presente o pasada, ascienden a 2.905.489 (el 14,2%). De ellas, el 25% reconoce que la violencia física solo ocurrió una vez, mientras que el 75% afirma que se produjo de forma reiterada. Pero los datos van más lejos: el 86,2% de las mujeres que han sufrido violencia sexual por parte de su actual pareja reconoce que ha ocurrido en más de una ocasión, frente al 10% que dice que solo ha tenido lugar una vez. Además, el 84,3% asegura que ha sufrido violencia psicológica emocional por parte de su actual pareja en más de una ocasión –frente al 14,9% en las que ha ocurrido solo una vez–.
Las cifras en el mundo
Como sabemos, la violencia contra las mujeres no es un fenómeno exclusivo de nuestra sociedad. Las cifras en el mundo que arroja Naciones Unidas son escalofriantes: una de cada dos mujeres asesinadas en 2017 lo fue a manos de su pareja o un miembro de su familia. La violencia machista contra las mujeres en edad reproductiva es una causa de muerte e incapacidad tan grave como el cáncer. Es más, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual, en la mayoría de los casos por parte de un compañero sentimental. Pero es que tan solo el 52% de las mujeres casadas o que viven en pareja decide libremente sobre sus relaciones sexuales y todo lo relacionado con ellas, como el uso de anticonceptivos o su propia salud sexual. Además, actualmente casi 750 millones de mujeres y niñas se han casado –la mayoría de manera forzosa– antes de cumplir 18 años.
Otra forma de violencia contra las mujeres es la mutilación genital femenina, a la que se han visto sometidas al menos 200 millones. Y otra más: el 71% de las víctimas de la trata en todo el mundo son mujeres y niñas, y tres de cada cuatro son utilizadas para la explotación sexual.
La pandemia no ha facilitado la lucha contra la violencia machista, ni en España ni en el mundo. Según ONU Mujeres, desde que estallara la Covid-19 y obligase a millones de personas a confinarse en sus casas, la violencia se ha intensificado. Unicef también alerta de que este año ha supuesto un retroceso de los derechos conseguidos por las niñas en los últimos años: los cierres de escuelas las han puesto en peligro de ser obligadas a contraer matrimonio o a sufrir violencia física o sexual e, incluso, a quedar embarazadas sin poder sopesar opciones. La organización humanitaria calcula que durante los primeros seis meses de confinamiento la violencia de género podría haber aumentado en 31 millones de casos adicionales..
No podemos olvidar que está en la mano de toda la sociedad frenar la violencia machista. La educación es la clave, pero también alzar la voz cuando se observen comportamientos machistas en los círculos cercanos. Porque, como explica António Guterrez, secretario general de la ONU: «La violencia contra las mujeres y las niñas tiene sus raíces en siglos de dominación masculina. No olvidemos que las desigualdades de género que alimentan la cultura de la violación son esencialmente una cuestión de desequilibrio de poder».