Categoría: Transición energética

El bambú, un aliado sostenible para la eficiencia energética

La rápida tasa de crecimiento del bambú, así como su gran densidad y su capacidad de absorción de CO2 convierten a este vegetal en una alternativa efectiva y sostenible para la producción de biomasa y, por tanto, de energía limpia.


Aunque es un gran desconocido para el gran público, el bambú es una de las opciones actuales más potentes y eficientes para la producción de biomasa. Gracias a su rápido crecimiento, esta planta permite disponer cada poco tiempo de la materia necesaria para generar calor o electricidad.

Una hectárea de bambú puede absorber 21,41 toneladas anuales de CO2 y almacenar aproximadamente 150 toneladas durante los primeros siete años de vida

En comparación con la leña, el bambú tiene una tasa de crecimiento mucho más rápida. Esto significa que se puede producir en mayores cantidades y con la ventaja de necesitar menos tiempo y espacio para su plantación y cultivo. De hecho, algunas especies pueden crecer hasta un metro por día. Además, una hectárea de bambú tiene la capacidad de absorber 21,41 toneladas anuales de CO2 y de almacenar aproximadamente 150 toneladas en los primeros siete años de vida, según datos aportados por la International Bamboo and Rattan Organization.

Estas propiedades particulares han llevado a algunas empresas a centrar sus plantaciones y explotaciones agrícolas en el cultivo de esta planta, a centrar sus plantaciones y explotaciones agrícolas en el cultivo de esta planta, con el objetivo de que pueda servir como proveedor de energía limpia y como una alternativa sostenible a los combustibles fósiles.

El bambú tiene una mayor densidad que la mayoría de las especies de madera, lo que significa que tiene un mayor contenido de energía por unidad de volumen y proporciona grandes cantidades de biomasa sostenible para la producción de energía renovable

Además, el bambú tiene una mayor densidad que la mayoría de los tipos de madera, lo que significa que tiene un mayor contenido de energía por unidad de volumen. Asimismo, proporciona grandes cantidades de biomasa sostenible para la producción de energía renovable.

Países como China, India, Brasil o Filipinas son algunos de los que lideran su desarrollo debido al poder energético que tiene el bambú al entrar en combustión. En Europa existen varias plantas de biomasa alimentadas con bambú y en España, el primer bosque dedicado a la producción de bambú se plantó en el año 2012.

Como se ha visto, el rendimiento del bambú para biomasa es muy alto. Cada año es posible llegar a más de 35 toneladas por hectárea recolectadas para este fin. Los tipos de energía que se pueden generar a partir de la combustión del bambú son, principalmente, eléctrica, calórica, gas y carbón.

En el primero de los casos, el calor producido por la biomasa puede emplearse para alimentar generadores eléctricos, ya sea para autoconsumo o bien para verter a la red eléctrica en sistemas de gran escala. Por otro lado, el propio proceso de combustión del bambú y la producción de biomasa generan calor para utilizar en calefacciones o, incluso, agua caliente sanitaria. Por último, los procesos de combustión a pequeña escala generan gas e, incluso, carbón, que se pueden reaprovechar como combustibles.

Además de esta propiedad en la generación de diferentes tipos de energía, la rigidez y la cámara interior de aire con las que cuenta este vegetal permiten realizar construcciones, contrachapados y paneles con características altamente aislantes. También en relación con los campos de la arquitectura y la construcción, comparado con otros materiales como el hormigón o el acero, la producción del bambú requiere menos energía y tiene una baja huella ecológica, lo que ayuda a reducir las emisiones de dióxido de carbono y lograr viviendas mucho más sostenibles.

El futuro del empleo en manos de las renovables

renovables

En poco más de una década el trabajo en el sector de las energías renovables está cerca de duplicarse, sobre todo gracias al impulso de la energía fotovoltaica, aunque las brechas geográficas y de género aún son una tarea pendiente. 


En un mundo laboral cada vez más dinámico, marcado por el paso de las nuevas tecnologías, las energías renovables llevan años alzándose como un motor de empleo. Desde 2012, han aumentado la cantidad de trabajadores en un 87,7%, hasta llegar a los 13,7 millones en todo el mundo. 

Un crecimiento exponencial que ejemplifica el interés por un mundo más ecológico y limpio, aunque con grandes diferencias según el tipo de industria. Así, la fotovoltaica es la más extendida, alcanzando casi 5 millones de empleos en todo el mundo, lo que supone 1 de cada 3 puestos en el sector. Le siguen de lejos el biofuel líquido (2,5 millones concentrados sobre todo en la cadena agrícola), y la hidráulica (2,5 millones). En último lugar se encuentra la energía marina con solo un millón. 

En una década, los empleos en energías renovables han aumentado un 87,7%, hasta llegar a los 13,7 millones en 2022

Según IRENA, la Agencia Internacional de Energías Renovables, que publica estos datos en su informe anual de 2023, la gran mayoría de estos puestos de trabajo se concentra en unos pocos países, lo que refleja la desigualdad geográfica en la fabricación de equipos e instalaciones de capacidad.

En esa carrera a varias velocidades, China es, con diferencia, el país que mejor se ha posicionado, con 5,5 millones de empleos en 2022, el 41% del total. Mientras tanto, en el resto de Asia pueden contarse casi dos millones de puestos de trabajo en estas energías. La Unión Europea contrata a 1,6 millones de personas, seguida de Brasil, con 1,4, y de Estados Unidos, que no llega al millón. 

Además de la geográfica, detrás de las energías renovables se esconde otra brecha: la de género. Las mujeres ocupan tan solo un tercio de los puestos de trabajo de la industria renovable (32%). Incluso en la energía solar, donde más pueden encontrarse (40%), puede apreciarse cómo el techo de cristal es palpable: ocupan tan solo un 17% de los puestos senior, mientras que representan el 58% de la administración. «Las competencias STEM son esenciales para muchas de las profesiones requeridas en las energías renovables, pero los prejuicios relativos a las capacidades de las mujeres hacen que su presencia en estos campos siga siendo limitada», explican desde IRENA. 

Las mujeres representan tan solo un tercio de los puestos en el sector, concentrados en las escalas laborales menos cualificadas

Las políticas hacia una transición ecológica y las tecnologías aplicadas a conseguir un planeta más limpio y verde hacen que las perspectivas de empleo sean optimistas, con una estimación de 39 millones de empleos directos en el sector renovable y 81 millones de empleos relacionados para 2050.

Para ello, Francesco La Camera, director general de IRENA, que aglutina al sector, apuesta por un enfoque holístico «que abarque no solo los avances tecnológicos, sino también los aspectos socioeconómicos». Esto requerirá de una comprensión de las transformaciones de gran alcance que se desarrollarán «a medida que el mundo pase de los combustibles fósiles a las energías renovables y a una mayor eficiencia energética».

Bioluminiscencia, uno de los secretos mejor guardados del mar

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Bahía Mosquito en Puerto Rico, Islas Maldivas, bahía de Toyama en Japón o Punta Cuchillos en Costa Rica son algunos de los exóticos lugares en los que podemos disfrutar de la bioluminiscencia. Este fenómeno es todo un espectáculo lumínico que se produce por una reacción química en algunos organismos vivos.

Almacenamiento energético, un nuevo reto para las renovables

Hace varias décadas, la transición «verde» descubrió nuevas fuentes de energía para garantizar el suministro eléctrico sin abusar del planeta. Ahora, la clave ya no está en producir, sino en guardar adecuadamente lo producido. 


En España, la producción de energía renovable es especialmente buena durante los meses de primavera y verano, cuando el sol aprieta y los vientos son más fuertes. Sin embargo, es en invierno cuando mayor uso se hace de este recurso, dadas las bajas temperaturas y las pocas horas de luz natural. ¿Cómo somos capaces de abastecernos de una temporada a otra?

Hoy por hoy, en el país hay más capacidad instalada para generar energía solar y eólica de la que se puede utilizar o vender a otros países. De hecho, el último informe elaborado por Trinomics, Fraunhofer-Gesellschaft y TNO apunta que España es uno de los países que «más proyectan energía almacenada en la Unión Europea», fruto de su gran inversión en tecnología de almacenamiento energético. 

Ahora bien: si realmente se produce tanta energía renovable, ¿qué se hace con ella, tanto para periodos de escasez como para prevenir el desperdicio? Su naturaleza intermitente presenta desafíos para la gestión de la red eléctrica y la satisfacción de la demanda en todo momento, por lo que un almacenamiento efectivo es –por ahora– el puente más estable entre generación de energía y suministro constante.

España posee más capacidad para generar energía solar y eólica de la que puede utilizar, y es uno de los países que más proyecta energía almacenada en la Unión Europea

Hace poco más de un año, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) presentó su estrategia de almacenamiento energético, en la que destacaba el hidrógeno renovable como uno de los sistemas más innovadores, ya que «desempeñará un papel clave en la reducción de las emisiones de sectores difíciles de descarbonizar, de procesos industriales de alta temperatura (por ejemplo la fundición de metales o la producción de cerámica) o de múltiples medios de transporte convencionales, desde los vehículos ligeros a camiones, autobuses o trenes».

Otra propuesta prometedora son las baterías de litio, que a pesar de su coste elevado parecen ser las más eficientes, aptas para el autoconsumo, y las que más proyección de futuro tienen. De este modo, si se combinan con placas solares, pueden almacenar la energía sobrante para utilizarla en momentos en que no haya sol. Sin embargo, el problema de este sistema es que el litio es un bien tan preciado que acabará escaseando, pues se utiliza en buena parte de los dispositivos electrónicos, incluidos los teléfonos móviles y los coches eléctricos.

El hidrógeno «verde», las baterías de litio o las centrales hidroeléctricas de bombeo son algunas de las propuestas más prometedoras para almacenar energía de forma eficiente

Asimismo, las centrales hidroeléctricas de bombeo son de las tecnologías más maduras de entre las actuales. Estas instalaciones utilizan la energía excedente para bombear agua hacia un depósito en altura durante períodos de baja demanda. Luego, el agua se libera para generar electricidad en momentos de alta demanda. Estas centrales comparten protagonismo con el almacenamiento término, que intenta preservar energía en forma de calor en materiales como sales fundidas o líquidos calientes, algo especialmente interesante para aplicaciones de calefacción y refrigeración.

En definitiva, el almacenamiento de energía renovable no es simplemente un capricho, sino una oportunidad para impulsar la transformación de nuestro sistema energético y mitigar el cambio climático. A medida que las renovables continúan ganando terreno, la capacidad de gestionarlas de forma eficiente se vuelve cada vez más relevante. Si bien los desafíos son evidentes, las innovaciones tecnológicas y las inversiones en esta área prometen una revolución en la forma en que capturamos, almacenamos y utilizamos la energía, allanando el camino hacia un futuro más limpio y sostenible para nuestro planeta.

¿Lograremos el acceso global a una energía asequible y no contaminante?

La consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2030 está en la agenda política internacional y, si bien algunos están cerca de ser alcanzados, la consecución de otros está en serio peligro.

Uno de ellos es el ODS 7, que tiene entre sus metas aumentar significativamente el uso de energías renovables, duplicar la tasa de mejora de la eficiencia energética y garantizar a todas las personas el acceso a energía asequible, segura, sostenible y moderna.

La deuda creciente y el aumento de los precios de la energía provocan una excesiva lentitud en los avances para cumplir las metas de la ODS 7

En los últimos años se han tomado medidas que han permitido avanzar en algunos aspectos, como el aumento del uso de energías renovables en el sector eléctrico. Pero estos logros no serán suficientes para alcanzar las metas fijadas en el ODS 7. Así lo advierte el informe de seguimiento Tracking SDG 7: The Energy Progress Report, publicado el pasado 6 de junio. El estudio, elaborado por la Agencia Internacional de Energía, la Agencia Internacional de Energías Renovables, la División de Estadística de las Naciones Unidas, el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud, muestra cómo los flujos de financiación pública en energías no contaminantes de los países con bajos ingresos ha disminuido sustancialmente desde antes de la pandemia de covid-19.

Es solo uno de los problemas plasmados en dicho informe, que pronostica que, en 2030, de no tomar nuevas medidas e intensificar las ya adoptadas, 1.900 millones de personas no tendrán acceso a métodos no contaminantes para cocinar y 660 millones carecerán de acceso a la electricidad. Los motivos de tan preocupantes cifras se encuentran en la deuda creciente y el aumento de los precios de la energía. Las consecuencias no solo afectarán negativamente a la salud de las personas más vulnerables, sino que también acelerarán el cambio climático.

Los más afectados por la lentitud de los avances en la consecución del ODS 7 son aquellos países menos desarrollados. Si bien el ritmo de crecimiento del porcentaje de población mundial con acceso a la electricidad creció sensiblemente desde 2010, se ha visto seriamente ralentizado en el período 2019-2021, y el África subsahariana concentra más del 80% de la población mundial sin acceso a la electricidad. Por otra parte, esta zona y el continente asiático concentran la mayor parte de los 2.300 millones de personas que, en la actualidad, siguen utilizando combustibles contaminantes para cocinar. Este dato toma más relevancia al saber que, como confirma la Organización Mundial de la Salud (OMS), 3,2 millones de personas mueren prematuramente, cada año, por la contaminación del aire doméstico causada por el uso de combustibles contaminantes para cocinar.

Para agravar la situación, los flujos internacionales de financiación pública de energías no contaminantes en países en desarrollo han ido descendiendo en los últimos años. En 2021, solo se llegó al 40% de los 24.600 millones de dólares alcanzados en 2017. Con estas cifras, difícilmente se podrá revertir la ya precaria situación en los años venideros.

Se prevé que, en 2030, 660 millones de personas carecerán de acceso a la electricidad si no se toman medidas

El estudio también revela que la proporción de electricidad de fuentes renovables creció un 28,2% en 2020, el mayor aumento anual desde que se hace seguimiento de los progresos en los ODS. Lamentablemente, la proporción de energías renovables utilizadas en calefacción y transporte (más de las tres cuartas partes del consumo mundial de energía) no son suficientes para lograr el objetivo de no sobrepasar el calentamiento global en 1,5 grados centígrados de media.

Los últimos años han demostrado que las energías renovables no solo son necesarias para el bienestar de la población mundial y los ecosistemas, sino que, además, son rentables y competitivas. A pesar de ello, las zonas más pobres del planeta siguen sin tener acceso a las mismas. Es imprescindible, por tanto, intensificar su integración en los sistemas eléctricos, aumentar la inversión en dichas energías y potenciarlas en los países menos desarrollados para que el ODS 7 pueda alcanzarse con éxito.

La cuesta de septiembre se puede allanar con tecnología

El solo hecho de que ya existan termostatos inteligentes que manden notificaciones al teléfono móvil para informar de que no hay nadie en casa, y así apagar el aire acondicionado o la calefacción al instante, es un buen ejemplo de cómo los dispositivos inteligentes ya disponibles en el mercado permiten un mayor ahorro energético que los aparatos convencionales.

Una variación de un solo grado de diferencia ahorra un 7% de la energía del hogar, según el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE). El propio organismo gubernamental dedica un apartado exclusivo a consejos para una mayor eficiencia energética. Entre ellos, destaca que hacer uso de aparatos como termostatos o programadores horarios permite un control más efectivo de la temperatura y de la energía consumidas: la reducción puede oscilar entre un 8% y hasta un 13%.

El uso de termostatos inteligentes puede suponer entre un 8% y un 13% de ahorro energético, según el IDAE

En definitiva, la eficiencia energética de una vivienda pasa en gran medida por el uso de herramientas que controlen y recopilen cada aspecto medible: iluminación, enchufes, persianas, electrodomésticos y, cómo no, los propios termostatos, se pueden regular con la aparición de los asistentes de voz (Alexa, Google Home o Siri son los más conocidos).

Con un índice de precios de consumo anual acumulado hasta este mayo del 3,2%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el coste del gasto energético estará marcado los próximos meses, en gran medida, por las temperaturas extremas propiciadas por el calentamiento global y, además, por el fenómeno atmosférico ‘El Niño’ ya en ciernes. Como ha anunciado a principios de julio la Organización Meteorológica Mundial (OMM), tras siete años de letargo, hay una probabilidad “del 90% de que las condiciones de El Niño sigan prevaleciendo durante el segundo semestre de 2023”, con el consiguiente aumento de la temperatura mundial.

Sin fugas energéticas

Las bombillas inteligentes, de tipo led, son de media un 80% más eficientes que las de toda la vida, las incandescentes. Si además se le añade que permiten regular la intensidad de la luz y encenderlas y apagarlas a través del móvil, son una gran opción tanto para el ahorro como para la seguridad, al simular (aun estando a miles de kilómetros) que hay alguien en casa.

Establecer un sistema conectado de bombillas y enchufes inteligentes permitiría una reducción anual del consumo energético de cientos de euros

El propio IDAE estima que hasta un 11,7% del consumo eléctrico en un hogar proviene solo de la iluminación. Es el segundo motivo de mayor gasto energético en una vivienda, solo por detrás de los electrodomésticos, que suponen la mitad del total (55,2%). De ese porcentaje, hasta el 30,6% corresponde al frigorífico.

Por eso es igual de importante conocer que el funcionamiento de un enchufe inteligente permite medir en detalle el gasto de cada aparato conectado, además de encender o apagar el flujo de corriente eléctrica. Así se evita tener electrodomésticos en modo stand by, responsable de hasta el 6,6% del consumo total.

Con la referencia de los 1.538,53 euros de media anual que un usuario español pagó por la luz en 2022, según FACUA-Consumidores en Acción, el ahorro energético optimizando al máximo aparatos en hibernación e iluminación podría ser de casi el 18%, en torno a 276 euros anuales.

Otro de los gadgets cada vez más comunes en los hogares son los asistentes de voz. A través de ellos se pueden controlar distintos parámetros energéticos de la casa, ya que la mayoría de los dispositivos inteligentes son compatibles con los sistemas más generalizados, los de Amazon, Google y Apple.

En base a órdenes dictadas, permiten programar, encender o apagar todos los elementos conectados a la red del hogar, lo que se conoce como domótica. A mayor número de elementos que interactúen con el asistente, más posibilidades hay de crear rutinas eficientes como, cuando llegue el momento de irse de vacaciones, desconectar todos los dispositivos configurados pronunciando un simple “adiós”.

Nikola Tesla, un visionario que iluminó el mundo

Desde muy pequeño, Nikola Tesla fue un visionario. Un soñador que imaginaba un futuro en el que la electricidad se convirtiera en la fuente de energía fundamental para iluminar nuestras vidas. Nacido el 10 de julio de 1856 en Smiljan, un pequeño pueblo de lo que hoy es Croacia, Tesla demostró una insaciable curiosidad por el funcionamiento del mundo que lo rodeaba.

Tesla obtuvo más de 300 patentes en distintas áreas de la ciencia y la tecnología

Fue en el campo de la electricidad donde Tesla dejó una huella imborrable. Estudió ingeniería eléctrica en la Universidad Técnica de Graz (Austria) y aunque no obtuvo el título, adquirió mucha experiencia trabajando en diferentes empresas en Europa. En 1884 emigró a Estados Unidos, donde adquirió la doble nacionalidad y comenzó a colaborar con el inventor Thomas Edison. Sin embargo, las diferencias de enfoque entre Edison y Tesla lo llevaron a distanciarse y a embarcarse en su propia aventura. Tesla fundó en Nueva York un laboratorio de investigaciones electrotécnicas, donde descubrió el principio del campo magnético rotatorio y los sistemas polifásicos de corriente alterna, una de sus contribuciones más destacadas y que fue pionera. Mientras la corriente continua, defendida por Edison, era la corriente predominante en aquel entonces, Tesla desarrolló un sistema mucho más eficiente y versátil que allanó el camino para la transmisión y distribución de energía eléctrica a largas distancias, transformando radicalmente la industria y el estilo de vida de la época. Un desencuentro entre ambos inventores que se conoció como "la guerra de las corrientes".

Sus contribuciones abarcaron campos tan diversos como la transmisión inalámbrica de energía, la iluminación fluorescente, los rayos X y la comunicación inalámbrica

Pero Tesla no se detuvo en la corriente alterna, obtuvo más de 300 patentes en distintas áreas de la ciencia y la tecnología. Sus contribuciones también abarcaron campos tan diversos como la transmisión inalámbrica de energía, la iluminación fluorescente, los rayos X y la comunicación inalámbrica. Sus ideas revolucionarias iban más allá de su tiempo y, en muchos casos, fueron incomprendidas o subestimadas. Tesla se enfrentó a obstáculos financieros, disputas de patentes y sobre todo a la falta de reconocimiento por sus contribuciones. Sin embargo, su determinación hizo que superase cada adversidad siendo un ejemplo de tenacidad y perseverancia. Cada obstáculo era una oportunidad para reinventarse, para mejorar sus inventos y para avanzar en sus propósitos.

El legado de Nikola Tesla trasciende su propia época y ha vuelto a ganar relevancia en el siglo XXI convirtiendo su nombre en sinónimo de innovación y progreso. En la era actual de la energía limpia y la movilidad sostenible, el nombre de Tesla resuena más fuerte que nunca. No es casualidad que la compañía de automóviles fundada por Elon Musk lleve el nombre de Tesla como reconocimiento a todos los descubrimientos que hizo así como por encarnar los valores de la innovación, el esfuerzo y la perseverancia.

A lo largo de su vida Nikola Tesla tuvo numerosas decepciones, pero nunca dejó que el desaliento se interpusiera en su camino. Siempre aprendió de sus fracasos y continuó explorando nuevas posibilidades. El inventor encarnaba el espíritu de la curiosidad y la voluntad inquebrantable de desafiar los límites establecidos, incluso cuando muchos lo consideraban un visionario excéntrico.  Considerado por muchos como el mejor inventor del siglo XX, su figura fue reivindicada posteriormente descubriendo el legado de un hombre que se opuso a las normas establecidas y que vivió en un mundo que aún no estaba preparado para sus inventos.

Transición energética: una hoja de ruta que no admite despistes

La transición ecológica no es un camino fácil. Tampoco rápido. La sociedad en su conjunto cada vez es más consciente de la necesidad de transformar la economía y, en definitiva, la vida, al mismo tiempo que cada vez resulta más evidente la necesidad de frenar en seco el desgaste del planeta. La realidad es que el proceso, que atañe a todos los niveles de la sociedad, es tremendamente frágil en su desarrollo, existiendo infinidad de factores capaces de originar cambios y ralentizar la hoja de ruta marcada en un origen. La transición energética es, en definitiva, un proceso cuyo nivel de éxito va intrínsecamente ligado a la estabilidad que lo avale.

En España, el desarrollo de la transformación verde avanza a buen ritmo, aunque en los últimos meses se ha visto ligeramente aminorado como consecuencia de la inflación registrada y las consecuencias de la guerra en Ucrania. Así lo evidencia el último informe elaborado por el Observatorio de la Transición Energética y la Acción Climática en nuestro país, en el cual se han comparado los datos actuales con las previsiones a medio y largo plazo marcadas por el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030. El dibujo que ofrece esta comparativa no deja lugar a dudas: España va por el buen camino, firme en la hoja de ruta hacia un mundo más justo ambientalmente, pero no hay lugar para el desliz.

España logró emitir en 2022 dos toneladas menos de gases de efecto invernadero que lo que aconsejaban las previsiones

El informe aborda aspectos esenciales como el grado de descarbonización de la economía nacional. En este aspecto, los datos han empeorado durante los dos últimos años, con una subida del 2,8% en la emisión de gases de efecto invernadero, pero se mantienen en las previsiones marcadas por la administración. Concretamente, en 2022, se registraron 297,46 toneladas métricas equivalentes de dióxido de carbono, dos toneladas menos de los índices aconsejados. Un número que en 2023 debe seguir bajando hasta las 290,07 MtC02eq.

En este sentido, en un tema adyacente como es la eficiencia energética, los números, pese a ser positivos, tampoco dejan espacio para el despiste. Tal y como se refleja en el informe, desde 2020 la tendencia ha venido empeorando, con un crecimiento acumulado del consumo de energía primaria que, no obstante, sigue por debajo de los índices previstos. Según los datos, en 2022 España consumió 115.332,27 kilotoneladas equivalentes de petróleo, más de 3.000 toneladas menos del objetivo que se marcaba el PNIEC para ese año.

Un poco más apretado con respecto a la comparativa entre realidad y objetivo está el ámbito del consumo eléctrico sobre el consumo total energético. Mientras que el objetivo que figura en el PNIEC contemplaba que en 2022 esta cuota estuviera en el 24,83%, la realidad es que actualmente se encuentra muy cerca pero sin llegar a ese punto (24,56%), tras una caída de medio punto durante el último año.

En lo que refiere a las energías renovables, a todas luces marcadas como el futuro del sistema productivo, España dispone de cierto margen de mejora en el mix energético. De acuerdo con los datos reflejados en el Informe del sistema eléctrico 2022, elaborado por Red Eléctrica, la generación renovable en el sistema eléctrico nacional ha sido del 42,2 % el pasado año, cuatro puntos por debajo de 2021 debido al descenso de casi un 40% de la producción hidráulica.

La generación renovable en el sistema eléctrico se situó en 2022 en el 42,2%

También el bolsillo de los consumidores ha sufrido en el último año, una situación agravada por la guerra de Ucrania, que ha puesto sobre la mesa el debate sobre si el consumo energético de España puede seguir dependiendo del exterior, asumiendo así las variaciones de mercado ligadas al mismo. En este sentido, volviendo a términos del informe elaborado por el Observatorio, actualmente el sistema energético español depende en un 74,11% de fuentes de energía extranjeras. Más de cuatro puntos por encima del objetivo, que había pautado un 69% para 2022. En este aspecto, la clave pasa por el fortalecimiento de la producción energética nacional y la apuesta definitiva por las renovables como ámbito tractor. De lo contrario, conflictos o situaciones como la guerra iniciada por Rusia supondrán constantemente un problema para la economía a nivel macro y micro.

Sin embargo, pese a este último factor en el que existe un amplio margen de mejora, la realidad que dibujan estos datos es la de un país que, tras años de dudas y escepticismo, es absoluta y plenamente consciente del reto que encara. No hay mejor receta a la hora de afrontar el futuro con garantías.

Charles F. Brush, uno de los pioneros de la energía eólica

A finales del siglo XIX, mientras gran parte de la sociedad dependía de la iluminación de gas, Charles F. Brush comenzó a experimentar con el viento como elemento clave para generar electricidad. Su visión y dedicación lo convirtieron en un referente y una inspiración para todos los profesionales de la industria de las energías renovables.

Brush puso de manifiesto su interés por la ciencia y la electricidad desde la infancia, al construir con solo doce años su primera máquina eléctrica con materiales que encontró en la granja de sus padres. Tras licenciarse como ingeniero, demostró su inquietud y valía mediante la creación de diversos inventos como la lámpara de arco o un generador eléctrico para alimentarla.

La energía eólica es una de las fuentes de energía renovable más limpias y sostenibles

Pero su carrera en la energía eólica comenzó en 1887, cuando construyó la primera turbina eólica a gran escala en Cleveland, Ohio. Una turbina de más de 17 metros de diámetro compuesta por 144 aspas de madera y conectada a un generador de corriente continua que era capaz de generar suficiente electricidad como para iluminar 350 hogares. Este invento se convirtió en una atracción popular para los visitantes de Cleveland.

A pesar de que la energía eólica se había utilizado en molinos de viento durante siglos, Brush veía un gran potencial como fuente de energía para generar electricidad a gran escala. La creación de esta primera turbina no solo fue un gran logro técnico, sino que abrió el camino para la revolución de las energías limpias.

Tras ver afectada su turbina por una tormenta, Brush construyó una nueva de 22 metros de diámetro capaz de generar 30 kilovatios de electricidad, que se convirtió en la turbina más grande del mundo en ese momento. Tal fue su capacidad que se utilizó para iluminar el alumbrado público de Cleveland durante la Exposición Mundial Colombina, un evento que marcó un hito en la historia de la energía eléctrica.

Con la fundación de “Brush Electric Company”, empresa que se dedicó al desarrollo de turbinas eólicas, Brush logró construir turbinas más grandes y eficientes, convirtiéndose en un ejemplo para proyectos donde el viento era el gran protagonista.

La labor de Brush fue fundamental para el desarrollo de la energía eólica, y su apuesta por la sostenibilidad e innovación sigue siendo una fuente de inspiración. Su visión y liderazgo nos recuerda la importancia de seguir explorando soluciones renovables y sostenibles para nuestro planeta.

Uno de cada 4 MW en servicio en España ya es eólico y en lo que va de 2023 esta fuente ha generado el 26% de la electricidad del país

En la actualidad, el viento es una fuente de energía renovable con un notable crecimiento. 1 de cada 4 MW en servicio en España ya es eólico. En 2022 esta tecnología supuso el 22% del mix de generación y en lo que va de año ya representa el 26%, según datos de Red Eléctrica. Una cifra que seguirá en aumento ya que para alcanzar el objetivo fijado para 2030 de que el 67% de la energía sea de origen renovable, España necesitará un parque de generación eólica de 50 GW.

Charles F. Brush fue un verdadero visionario cuya dedicación y perseverancia ayudaron a sentar las bases de la energía renovable del futuro. Su trabajo es especialmente relevante en la actualidad por la necesidad urgente de encontrar formas más sostenibles de generar energía. A medida que el mundo se enfrenta a los desafíos del cambio climático y la dependencia de los combustibles fósiles, la energía eólica, junto con otras renovables, se están convirtiendo en una solución cada vez más necesaria.

Claves de la futura reforma del mercado eléctrico

A nadie sorprende ya el hecho de vivir en una de esas épocas que terminan reflejándose en los libros de historia como etapas de transición. La lucha contra el cambio climático y la búsqueda de una sociedad sostenible cuya existencia y actividad no colisione con la supervivencia del planeta ha obligado a replantear cuestiones y planteamientos que afectan a todos los sectores, embarcados en una metamorfosis total. Todo cambia, y lo hace obligado por las circunstancias a pasos de gigante.

Entre todos los procesos, el iniciado por el sector energético, uno de los principales emisores de dióxido de carbono hacia la atmósfera y base sobre la que se sustenta buena parte del sistema global, se percibe como una suerte de llave impulsora de los que quedan por acometer.

La UE dará más peso a los contratos a largo plazo que reflejen los costes reales de producción

De esa necesidad, unida a una situación geopolítica inestable que plantea serias dudas sobre cuánto tiempo podrá aguantar el mercado sobre los estándares actuales, surge la reforma estructural del mercado eléctrico propuesta por la Unión Europea. Una reforma cuyos objetivos pasan por proteger mejor a los consumidores frente a la excesiva volatilidad de los precios pero, sobre todo, por fomentar el crecimiento de las energías limpias y fortalecer la adaptabilidad del mercado.

Pese a las diferentes aristas que muestra esta iniciativa, su esencia se puede entender desde tres ejes o bloques principales:

El primero, y quizás el más relevante, pasa por dar más peso a los contratos a largo plazo que reflejen los costes reales de producción. Esto se prevé que genere una mayor estabilidad y favorezca la entrada al mercado de la nueva generación inframarginal, para la que, no obstante, también se pretende establecer un límite de precio de cara a asegurar que sus ingresos no sean excesivos y cortar la dependencia del precio marginal a corto plazo. Es decir: facturas de luz que dependerán cada vez menos de los combustibles fósiles y que contribuirán a impulsar el desarrollo de alternativas renovables.

Desde la Comisión Europea se plantean una serie de cambios legislativos que protejan a hogares y empresas y en la que se integra también una mejora de la transparencia, vigilancia e integridad del mercado

El segundo paso importante que la UE ha puesto sobre la mesa pasa por reducir el papel del gas en los mercados a corto plazo. "La consulta cubrirá todas las formas de mejorar las condiciones bajo las cuales las soluciones de flexibilidad como la respuesta a la demanda y el almacenamiento de energía compiten en los mercados a corto plazo. Combinado con la generación renovable, esto podría contribuir a reducir el papel que juega la generación a gas en el mercado a corto plazo como una fuente de generación flexible y, con el tiempo, eliminará la generación de energía a gas en línea con los objetivos de descarbonización de la UE”, explican desde Bruselas sobre una medida que garantizaría a su vez que siempre se utilice la electricidad más barata posible para satisfacer la demanda al mismo tiempo que los flujos fronterizos continuarían funcionando sin problema. Una especie de cortafuegos a situaciones de emergencia como la generada, por ejemplo, con la guerra en Ucrania y su afectación a la distribución de gas por parte de Rusia.

La tercera pata de esta reforma pasa por una necesidad que venía reivindicándose de forma constante por buena parte de la sociedad y consiste en empoderar al consumidor o, al menos, devolverle a una situación de cierto control o equilibrio respecto a la oferta. En este sentido, desde la Comisión Europea se plantean una serie de cambios legislativos que protejan a hogares y empresas y en la que se integra también una mejora de la transparencia, vigilancia e integridad del mercado.

En definitiva, lo que componen estas medidas es un rediseño del mercado eléctrico europeo en unos términos que, al margen de iniciativas que otros países soliciten adherir, favorezcan la consolidación de las energías renovables y establezcan una relación más justa entre generadores y consumidores. Tras una consulta pública ejercida por la Comisión Europea junto a los países miembros, este mes de marzo Bruselas presentará las propuestas definitivas.