Categoría: Transición energética

La cuesta de septiembre se puede allanar con tecnología

El solo hecho de que ya existan termostatos inteligentes que manden notificaciones al teléfono móvil para informar de que no hay nadie en casa, y así apagar el aire acondicionado o la calefacción al instante, es un buen ejemplo de cómo los dispositivos inteligentes ya disponibles en el mercado permiten un mayor ahorro energético que los aparatos convencionales.

Una variación de un solo grado de diferencia ahorra un 7% de la energía del hogar, según el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE). El propio organismo gubernamental dedica un apartado exclusivo a consejos para una mayor eficiencia energética. Entre ellos, destaca que hacer uso de aparatos como termostatos o programadores horarios permite un control más efectivo de la temperatura y de la energía consumidas: la reducción puede oscilar entre un 8% y hasta un 13%.

El uso de termostatos inteligentes puede suponer entre un 8% y un 13% de ahorro energético, según el IDAE

En definitiva, la eficiencia energética de una vivienda pasa en gran medida por el uso de herramientas que controlen y recopilen cada aspecto medible: iluminación, enchufes, persianas, electrodomésticos y, cómo no, los propios termostatos, se pueden regular con la aparición de los asistentes de voz (Alexa, Google Home o Siri son los más conocidos).

Con un índice de precios de consumo anual acumulado hasta este mayo del 3,2%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el coste del gasto energético estará marcado los próximos meses, en gran medida, por las temperaturas extremas propiciadas por el calentamiento global y, además, por el fenómeno atmosférico ‘El Niño’ ya en ciernes. Como ha anunciado a principios de julio la Organización Meteorológica Mundial (OMM), tras siete años de letargo, hay una probabilidad “del 90% de que las condiciones de El Niño sigan prevaleciendo durante el segundo semestre de 2023”, con el consiguiente aumento de la temperatura mundial.

Sin fugas energéticas

Las bombillas inteligentes, de tipo led, son de media un 80% más eficientes que las de toda la vida, las incandescentes. Si además se le añade que permiten regular la intensidad de la luz y encenderlas y apagarlas a través del móvil, son una gran opción tanto para el ahorro como para la seguridad, al simular (aun estando a miles de kilómetros) que hay alguien en casa.

Establecer un sistema conectado de bombillas y enchufes inteligentes permitiría una reducción anual del consumo energético de cientos de euros

El propio IDAE estima que hasta un 11,7% del consumo eléctrico en un hogar proviene solo de la iluminación. Es el segundo motivo de mayor gasto energético en una vivienda, solo por detrás de los electrodomésticos, que suponen la mitad del total (55,2%). De ese porcentaje, hasta el 30,6% corresponde al frigorífico.

Por eso es igual de importante conocer que el funcionamiento de un enchufe inteligente permite medir en detalle el gasto de cada aparato conectado, además de encender o apagar el flujo de corriente eléctrica. Así se evita tener electrodomésticos en modo stand by, responsable de hasta el 6,6% del consumo total.

Con la referencia de los 1.538,53 euros de media anual que un usuario español pagó por la luz en 2022, según FACUA-Consumidores en Acción, el ahorro energético optimizando al máximo aparatos en hibernación e iluminación podría ser de casi el 18%, en torno a 276 euros anuales.

Otro de los gadgets cada vez más comunes en los hogares son los asistentes de voz. A través de ellos se pueden controlar distintos parámetros energéticos de la casa, ya que la mayoría de los dispositivos inteligentes son compatibles con los sistemas más generalizados, los de Amazon, Google y Apple.

En base a órdenes dictadas, permiten programar, encender o apagar todos los elementos conectados a la red del hogar, lo que se conoce como domótica. A mayor número de elementos que interactúen con el asistente, más posibilidades hay de crear rutinas eficientes como, cuando llegue el momento de irse de vacaciones, desconectar todos los dispositivos configurados pronunciando un simple “adiós”.

Nikola Tesla, un visionario que iluminó el mundo

Desde muy pequeño, Nikola Tesla fue un visionario. Un soñador que imaginaba un futuro en el que la electricidad se convirtiera en la fuente de energía fundamental para iluminar nuestras vidas. Nacido el 10 de julio de 1856 en Smiljan, un pequeño pueblo de lo que hoy es Croacia, Tesla demostró una insaciable curiosidad por el funcionamiento del mundo que lo rodeaba.

Tesla obtuvo más de 300 patentes en distintas áreas de la ciencia y la tecnología

Fue en el campo de la electricidad donde Tesla dejó una huella imborrable. Estudió ingeniería eléctrica en la Universidad Técnica de Graz (Austria) y aunque no obtuvo el título, adquirió mucha experiencia trabajando en diferentes empresas en Europa. En 1884 emigró a Estados Unidos, donde adquirió la doble nacionalidad y comenzó a colaborar con el inventor Thomas Edison. Sin embargo, las diferencias de enfoque entre Edison y Tesla lo llevaron a distanciarse y a embarcarse en su propia aventura. Tesla fundó en Nueva York un laboratorio de investigaciones electrotécnicas, donde descubrió el principio del campo magnético rotatorio y los sistemas polifásicos de corriente alterna, una de sus contribuciones más destacadas y que fue pionera. Mientras la corriente continua, defendida por Edison, era la corriente predominante en aquel entonces, Tesla desarrolló un sistema mucho más eficiente y versátil que allanó el camino para la transmisión y distribución de energía eléctrica a largas distancias, transformando radicalmente la industria y el estilo de vida de la época. Un desencuentro entre ambos inventores que se conoció como "la guerra de las corrientes".

Sus contribuciones abarcaron campos tan diversos como la transmisión inalámbrica de energía, la iluminación fluorescente, los rayos X y la comunicación inalámbrica

Pero Tesla no se detuvo en la corriente alterna, obtuvo más de 300 patentes en distintas áreas de la ciencia y la tecnología. Sus contribuciones también abarcaron campos tan diversos como la transmisión inalámbrica de energía, la iluminación fluorescente, los rayos X y la comunicación inalámbrica. Sus ideas revolucionarias iban más allá de su tiempo y, en muchos casos, fueron incomprendidas o subestimadas. Tesla se enfrentó a obstáculos financieros, disputas de patentes y sobre todo a la falta de reconocimiento por sus contribuciones. Sin embargo, su determinación hizo que superase cada adversidad siendo un ejemplo de tenacidad y perseverancia. Cada obstáculo era una oportunidad para reinventarse, para mejorar sus inventos y para avanzar en sus propósitos.

El legado de Nikola Tesla trasciende su propia época y ha vuelto a ganar relevancia en el siglo XXI convirtiendo su nombre en sinónimo de innovación y progreso. En la era actual de la energía limpia y la movilidad sostenible, el nombre de Tesla resuena más fuerte que nunca. No es casualidad que la compañía de automóviles fundada por Elon Musk lleve el nombre de Tesla como reconocimiento a todos los descubrimientos que hizo así como por encarnar los valores de la innovación, el esfuerzo y la perseverancia.

A lo largo de su vida Nikola Tesla tuvo numerosas decepciones, pero nunca dejó que el desaliento se interpusiera en su camino. Siempre aprendió de sus fracasos y continuó explorando nuevas posibilidades. El inventor encarnaba el espíritu de la curiosidad y la voluntad inquebrantable de desafiar los límites establecidos, incluso cuando muchos lo consideraban un visionario excéntrico.  Considerado por muchos como el mejor inventor del siglo XX, su figura fue reivindicada posteriormente descubriendo el legado de un hombre que se opuso a las normas establecidas y que vivió en un mundo que aún no estaba preparado para sus inventos.

Transición energética: una hoja de ruta que no admite despistes

La transición ecológica no es un camino fácil. Tampoco rápido. La sociedad en su conjunto cada vez es más consciente de la necesidad de transformar la economía y, en definitiva, la vida, al mismo tiempo que cada vez resulta más evidente la necesidad de frenar en seco el desgaste del planeta. La realidad es que el proceso, que atañe a todos los niveles de la sociedad, es tremendamente frágil en su desarrollo, existiendo infinidad de factores capaces de originar cambios y ralentizar la hoja de ruta marcada en un origen. La transición energética es, en definitiva, un proceso cuyo nivel de éxito va intrínsecamente ligado a la estabilidad que lo avale.

En España, el desarrollo de la transformación verde avanza a buen ritmo, aunque en los últimos meses se ha visto ligeramente aminorado como consecuencia de la inflación registrada y las consecuencias de la guerra en Ucrania. Así lo evidencia el último informe elaborado por el Observatorio de la Transición Energética y la Acción Climática en nuestro país, en el cual se han comparado los datos actuales con las previsiones a medio y largo plazo marcadas por el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030. El dibujo que ofrece esta comparativa no deja lugar a dudas: España va por el buen camino, firme en la hoja de ruta hacia un mundo más justo ambientalmente, pero no hay lugar para el desliz.

España logró emitir en 2022 dos toneladas menos de gases de efecto invernadero que lo que aconsejaban las previsiones

El informe aborda aspectos esenciales como el grado de descarbonización de la economía nacional. En este aspecto, los datos han empeorado durante los dos últimos años, con una subida del 2,8% en la emisión de gases de efecto invernadero, pero se mantienen en las previsiones marcadas por la administración. Concretamente, en 2022, se registraron 297,46 toneladas métricas equivalentes de dióxido de carbono, dos toneladas menos de los índices aconsejados. Un número que en 2023 debe seguir bajando hasta las 290,07 MtC02eq.

En este sentido, en un tema adyacente como es la eficiencia energética, los números, pese a ser positivos, tampoco dejan espacio para el despiste. Tal y como se refleja en el informe, desde 2020 la tendencia ha venido empeorando, con un crecimiento acumulado del consumo de energía primaria que, no obstante, sigue por debajo de los índices previstos. Según los datos, en 2022 España consumió 115.332,27 kilotoneladas equivalentes de petróleo, más de 3.000 toneladas menos del objetivo que se marcaba el PNIEC para ese año.

Un poco más apretado con respecto a la comparativa entre realidad y objetivo está el ámbito del consumo eléctrico sobre el consumo total energético. Mientras que el objetivo que figura en el PNIEC contemplaba que en 2022 esta cuota estuviera en el 24,83%, la realidad es que actualmente se encuentra muy cerca pero sin llegar a ese punto (24,56%), tras una caída de medio punto durante el último año.

En lo que refiere a las energías renovables, a todas luces marcadas como el futuro del sistema productivo, España dispone de cierto margen de mejora en el mix energético. De acuerdo con los datos reflejados en el Informe del sistema eléctrico 2022, elaborado por Red Eléctrica, la generación renovable en el sistema eléctrico nacional ha sido del 42,2 % el pasado año, cuatro puntos por debajo de 2021 debido al descenso de casi un 40% de la producción hidráulica.

La generación renovable en el sistema eléctrico se situó en 2022 en el 42,2%

También el bolsillo de los consumidores ha sufrido en el último año, una situación agravada por la guerra de Ucrania, que ha puesto sobre la mesa el debate sobre si el consumo energético de España puede seguir dependiendo del exterior, asumiendo así las variaciones de mercado ligadas al mismo. En este sentido, volviendo a términos del informe elaborado por el Observatorio, actualmente el sistema energético español depende en un 74,11% de fuentes de energía extranjeras. Más de cuatro puntos por encima del objetivo, que había pautado un 69% para 2022. En este aspecto, la clave pasa por el fortalecimiento de la producción energética nacional y la apuesta definitiva por las renovables como ámbito tractor. De lo contrario, conflictos o situaciones como la guerra iniciada por Rusia supondrán constantemente un problema para la economía a nivel macro y micro.

Sin embargo, pese a este último factor en el que existe un amplio margen de mejora, la realidad que dibujan estos datos es la de un país que, tras años de dudas y escepticismo, es absoluta y plenamente consciente del reto que encara. No hay mejor receta a la hora de afrontar el futuro con garantías.

Charles F. Brush, uno de los pioneros de la energía eólica

A finales del siglo XIX, mientras gran parte de la sociedad dependía de la iluminación de gas, Charles F. Brush comenzó a experimentar con el viento como elemento clave para generar electricidad. Su visión y dedicación lo convirtieron en un referente y una inspiración para todos los profesionales de la industria de las energías renovables.

Brush puso de manifiesto su interés por la ciencia y la electricidad desde la infancia, al construir con solo doce años su primera máquina eléctrica con materiales que encontró en la granja de sus padres. Tras licenciarse como ingeniero, demostró su inquietud y valía mediante la creación de diversos inventos como la lámpara de arco o un generador eléctrico para alimentarla.

La energía eólica es una de las fuentes de energía renovable más limpias y sostenibles

Pero su carrera en la energía eólica comenzó en 1887, cuando construyó la primera turbina eólica a gran escala en Cleveland, Ohio. Una turbina de más de 17 metros de diámetro compuesta por 144 aspas de madera y conectada a un generador de corriente continua que era capaz de generar suficiente electricidad como para iluminar 350 hogares. Este invento se convirtió en una atracción popular para los visitantes de Cleveland.

A pesar de que la energía eólica se había utilizado en molinos de viento durante siglos, Brush veía un gran potencial como fuente de energía para generar electricidad a gran escala. La creación de esta primera turbina no solo fue un gran logro técnico, sino que abrió el camino para la revolución de las energías limpias.

Tras ver afectada su turbina por una tormenta, Brush construyó una nueva de 22 metros de diámetro capaz de generar 30 kilovatios de electricidad, que se convirtió en la turbina más grande del mundo en ese momento. Tal fue su capacidad que se utilizó para iluminar el alumbrado público de Cleveland durante la Exposición Mundial Colombina, un evento que marcó un hito en la historia de la energía eléctrica.

Con la fundación de “Brush Electric Company”, empresa que se dedicó al desarrollo de turbinas eólicas, Brush logró construir turbinas más grandes y eficientes, convirtiéndose en un ejemplo para proyectos donde el viento era el gran protagonista.

La labor de Brush fue fundamental para el desarrollo de la energía eólica, y su apuesta por la sostenibilidad e innovación sigue siendo una fuente de inspiración. Su visión y liderazgo nos recuerda la importancia de seguir explorando soluciones renovables y sostenibles para nuestro planeta.

Uno de cada 4 MW en servicio en España ya es eólico y en lo que va de 2023 esta fuente ha generado el 26% de la electricidad del país

En la actualidad, el viento es una fuente de energía renovable con un notable crecimiento. 1 de cada 4 MW en servicio en España ya es eólico. En 2022 esta tecnología supuso el 22% del mix de generación y en lo que va de año ya representa el 26%, según datos de Red Eléctrica. Una cifra que seguirá en aumento ya que para alcanzar el objetivo fijado para 2030 de que el 67% de la energía sea de origen renovable, España necesitará un parque de generación eólica de 50 GW.

Charles F. Brush fue un verdadero visionario cuya dedicación y perseverancia ayudaron a sentar las bases de la energía renovable del futuro. Su trabajo es especialmente relevante en la actualidad por la necesidad urgente de encontrar formas más sostenibles de generar energía. A medida que el mundo se enfrenta a los desafíos del cambio climático y la dependencia de los combustibles fósiles, la energía eólica, junto con otras renovables, se están convirtiendo en una solución cada vez más necesaria.

Claves de la futura reforma del mercado eléctrico

A nadie sorprende ya el hecho de vivir en una de esas épocas que terminan reflejándose en los libros de historia como etapas de transición. La lucha contra el cambio climático y la búsqueda de una sociedad sostenible cuya existencia y actividad no colisione con la supervivencia del planeta ha obligado a replantear cuestiones y planteamientos que afectan a todos los sectores, embarcados en una metamorfosis total. Todo cambia, y lo hace obligado por las circunstancias a pasos de gigante.

Entre todos los procesos, el iniciado por el sector energético, uno de los principales emisores de dióxido de carbono hacia la atmósfera y base sobre la que se sustenta buena parte del sistema global, se percibe como una suerte de llave impulsora de los que quedan por acometer.

La UE dará más peso a los contratos a largo plazo que reflejen los costes reales de producción

De esa necesidad, unida a una situación geopolítica inestable que plantea serias dudas sobre cuánto tiempo podrá aguantar el mercado sobre los estándares actuales, surge la reforma estructural del mercado eléctrico propuesta por la Unión Europea. Una reforma cuyos objetivos pasan por proteger mejor a los consumidores frente a la excesiva volatilidad de los precios pero, sobre todo, por fomentar el crecimiento de las energías limpias y fortalecer la adaptabilidad del mercado.

Pese a las diferentes aristas que muestra esta iniciativa, su esencia se puede entender desde tres ejes o bloques principales:

El primero, y quizás el más relevante, pasa por dar más peso a los contratos a largo plazo que reflejen los costes reales de producción. Esto se prevé que genere una mayor estabilidad y favorezca la entrada al mercado de la nueva generación inframarginal, para la que, no obstante, también se pretende establecer un límite de precio de cara a asegurar que sus ingresos no sean excesivos y cortar la dependencia del precio marginal a corto plazo. Es decir: facturas de luz que dependerán cada vez menos de los combustibles fósiles y que contribuirán a impulsar el desarrollo de alternativas renovables.

Desde la Comisión Europea se plantean una serie de cambios legislativos que protejan a hogares y empresas y en la que se integra también una mejora de la transparencia, vigilancia e integridad del mercado

El segundo paso importante que la UE ha puesto sobre la mesa pasa por reducir el papel del gas en los mercados a corto plazo. "La consulta cubrirá todas las formas de mejorar las condiciones bajo las cuales las soluciones de flexibilidad como la respuesta a la demanda y el almacenamiento de energía compiten en los mercados a corto plazo. Combinado con la generación renovable, esto podría contribuir a reducir el papel que juega la generación a gas en el mercado a corto plazo como una fuente de generación flexible y, con el tiempo, eliminará la generación de energía a gas en línea con los objetivos de descarbonización de la UE”, explican desde Bruselas sobre una medida que garantizaría a su vez que siempre se utilice la electricidad más barata posible para satisfacer la demanda al mismo tiempo que los flujos fronterizos continuarían funcionando sin problema. Una especie de cortafuegos a situaciones de emergencia como la generada, por ejemplo, con la guerra en Ucrania y su afectación a la distribución de gas por parte de Rusia.

La tercera pata de esta reforma pasa por una necesidad que venía reivindicándose de forma constante por buena parte de la sociedad y consiste en empoderar al consumidor o, al menos, devolverle a una situación de cierto control o equilibrio respecto a la oferta. En este sentido, desde la Comisión Europea se plantean una serie de cambios legislativos que protejan a hogares y empresas y en la que se integra también una mejora de la transparencia, vigilancia e integridad del mercado.

En definitiva, lo que componen estas medidas es un rediseño del mercado eléctrico europeo en unos términos que, al margen de iniciativas que otros países soliciten adherir, favorezcan la consolidación de las energías renovables y establezcan una relación más justa entre generadores y consumidores. Tras una consulta pública ejercida por la Comisión Europea junto a los países miembros, este mes de marzo Bruselas presentará las propuestas definitivas.

El desconocido poder del mar

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La crisis energética derivada, entre otros factores, por la guerra de Ucrania ha puesto de manifiesto la necesidad de redoblar la apuesta por las energías renovables. En esa transición el mar puede jugar un papel muy relevante ya que sus mareas, el movimiento de sus olas o su salinidad pueden convertirse en fuentes de energía.

María Telkes, ‘la reina del Sol’, pionera de la energía solar

Cuando hablamos de energías renovables, la solar es una de las primeras opciones que nos vienen a la mente. De hecho, la solar fotovoltaica (la que aprovecha la luz del Sol) y la solar térmica (que aprovecha el calor) están entre las renovables más utilizadas y entre las que más se ha invertido en el mundo durante los últimos diez años.

Estados Unidos, China y Alemania son los países con mayores avances y atractivo de inversión para este tipo de energía, de acuerdo con el índice Renewable Energy Country Attractiveness Index (RECAI), uno de los más importantes en ese campo. Si ponemos el foco en España, este ranking nos sitúa en octava posición, un puesto más arriba que hace dos años.

Pero todo eso corresponde a la actualidad. La idea de ciudades calentadas con placas y paneles parece de este siglo, pero no es así. La creadora de esa tecnología fue María Telkes (Budapest, 1900-1995), una científica húngara (posteriormente nacionalizada estadounidense), que está considerada como un icono en la historia de la ciencia y de los avances tecnológicos hacia la sostenibilidad. No en vano es recordada como ‘la reina del Sol’.

Cuando Telkes (la mayor de ocho hermanos) nació, las grandes ciudades luchaban contra los fríos más inclementes con carbón, y se alumbraban, en el mejor de los casos, con lámparas de gas, y, posteriormente, con electricidad. Eran tiempos en los que los feroces inviernos hicieron que episodios históricos como la Primera Guerra Mundial o la Revolución rusa fueran más cruentos aún. La idea de que una placa que absorbiera la energía solar, y que gracias a ella ese calor se pudiera transmitir a una casa o a un edificio, parecía una locura. Sin embargo, para esta joven nacida en el antiguo Imperio austrohúngaro, eso resultaba algo completamente lógico y capaz de materializarse. Claro que, ella, durante su adolescencia, ya había leído acerca de las inmensas posibilidades que existían en el mundo para crear nuevas fuentes de energía, un tema que no dejaría de ser una preocupación durante todo el siglo pasado, en el que los avances tecnológicos y científicos crecieron como nunca antes en la historia.

Después de terminar el doctorado en Fisicoquímica en la Universidad de Budapest, María Telkes emigró a Estados Unidos. Y fue precisamente en el prestigioso Massachusets Institute of Technology (MIT) donde desarrolló la mayor parte de su carrera. Años antes de ese titánico salto profesional, sus primeros pasos en la gran potencia americana ya los había dado en la ciudad de Cleveland, donde creó un dispositivo fotoeléctrico que registraba las ondas cerebrales. Aquel invento le valió la atención de la comunidad científica, y gracias a sus investigaciones acerca del enorme potencial de la energía solar, nueve años más tarde, en 1934, llegaría su primer gran reconocimiento: de acuerdo a una publicación de The New York Times, entró en la lista de las 11 mujeres más relevantes de Estados Unidos.

No mucho más tarde, ya en 1940 e instalada en el MIT, estuvo a cargo de un proyecto de investigación de conversión de energía solar. Desafortunadamente, el trabajo quedó paralizado con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. No obstante, su creatividad no dejó de rendir frutos: pese al difícil contexto, su ingenio y talento quedaron al servicio de las fuerzas militares, para las que inventó un kit portátil de desalinización de agua. Su creación fue patentada y formó parte del equipo de supervivencia para los soldados estadounidenses durante años.

La primera casa con energía solar

Para Telkes no pasó inadvertido el hecho de que las guerras y las crisis económicas tenían un impacto directo en la forma de calentarse de millones de hogares. Y fue gracias a eso que esta brillante mujer logró, en 1948, el hito científico por el que es recordada y reconocida hasta nuestros días: la primera casa con calefacción solar.

Se trataba de una vivienda con dos dormitorios, ubicada en la localidad de Dover, no muy lejos de Boston. El invento de Telkes consistía básicamente en una serie de ventanas con paneles de vidrio y metal que captaban la energía del sol y que estaban conectados con unos recipientes ubicados en las paredes y aislados con sales fundidas (otra de sus principales investigaciones) que almacenaban el calor. Aquella tecnología no tiene nada que ver con los paneles solares de hoy en día, pero ‘la casa solar de Dover’ fue el primer paso para entender que las energías renovables pueden cambiar la forma de calentarnos.

Ese no fue el único invento en el que Telkes aprovechó las bondades del sol. Un año antes, en 1947, ya había creado un generador termoeléctrico y una cocina solar con un diseño que, salvo algunos cambios y adaptaciones, sigue vigente en nuestros días. También el primer refrigerador termoeléctrico, de 1953, engrosa su lista de creaciones.

Una científica excepcional

No es nada sencillo cambiar la historia de la humanidad, y mucho menos hacerlo desde la ciencia. Pero María Telkes fue de esas personas: vio en el Sol una fuente energética inagotable capaz de solucionar tantos problemas en la sociedad. Y esa visión, puesta al servicio de su creatividad científica, le mereció incontables distinciones, una de las más importantes el primer premio de la Society of Women Engineers Achievement Award, en 1952.

Un par de décadas más tarde, en los setenta, cambió su residencia a Texas, donde se dedicó a asesorar a varias empresas interesadas en potenciar la energía solar en incontables sistemas tecnológicos.

María Telkes vivió prácticamente toda su vida profesional en Estados Unidos y volvió a su Budapest natal solo una vez, en 1995, y justo diez días antes de cumplir los 95 años, allí mismo falleció.

La luz y la energía de ‘la reina del Sol’ siguen más vivas que nunca, ya que sus inventos e investigaciones hoy nos permiten tener a la energía fotovoltaica como una de las opciones más fuertes en la lucha contra el cambio climático.

Destino a una aviación con combustibles sostenibles

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Tras dos años marcados por la pandemia, el tráfico aéreo mundial ha vivido un notable incremento en los últimos meses. Con el objetivo de que este impulso de la aviación vaya ligado a los objetivos de descarbonización, el Parlamento Europeo ha propuesto que el 85% de los combustibles sean sostenibles en 2050.

Recuperar el calor del suelo para reducir el consumo energético

Investigadores alemanes y canadienses han descubierto que reciclar el calor del suelo urbano puede ser la solución para satisfacer la demanda de calefacción en muchas zonas del mundo durante los meses más duros del invierno. Además, sería una opción más respecto a las energías limpias en medio de una crisis energética y climática global.

La idea es sencilla: reutilizar todo ese calor que generamos en las ciudades —debido a nuestras múltiples y frenéticas actividades— no solo para calentarnos, sino para reducir la dependencia de los combustibles fósiles. En pocas palabras, reciclaje, ahorro y cuidado del medio ambiente. 

El calor subterráneo, creado por la actividad humana, puede ser una de las energías limpias del futuro

Esto nace de las conclusiones del reciente estudio de científicos del Instituto de Tecnología Karlsruhe (Alemania) y de la Universidad de Dalhousie (Canadá), publicado en la revista Nature Communications, en el que se explica cómo es posible aprovechar todo el calor que se ha filtrado hacia el suelo. Resulta que toda la actividad humana, en especial en las principales urbes, aquella que se produce en los edificios y avenidas que se han construido sobre la tierra, genera cantidades ingentes de calor hacia el subsuelo. De hecho, se le considera un tipo de contaminación, pues existen investigaciones que sostienen que ese aumento de la temperatura facilita la filtración de sustancias tóxicas (por ejemplo, el arsénico) hacia los mantos acuíferos subterráneos. Es decir, hemos generado un exceso térmico no solo en el aire y el agua, sino también debajo de la tierra. La buena noticia es que, si sabemos aprovecharlo, tendremos una energía limpia que podrá calentar las ciudades durante los meses más duros del invierno sin depender tanto del petróleo o el gas.

¿Por qué es una opción altamente considerable? En la publicación científica antes mencionada hay un dato imprescindible: en 1950, solo el 30% de la población mundial vivía en asentamientos urbanos; en 2018, el porcentaje era del 55% (en América Latina, la región más urbanizada del mundo, dos de cada tres personas viven en grandes urbes), y los pronósticos indican que esa cifra seguirá subiendo.  

¿Cómo funciona?

Las ciudades y los grandes núcleos urbanos están cada vez más poblados y, por lo tanto, generan cada vez más calor. Y de acuerdo con el artículo de Nature Communications, este fenómeno solo irá en aumento.  

En esencia, el aprovechamiento de ese excedente térmico se podría lograr mediante un sistema de captación de esa energía gracias a unas tuberías de agua subterráneas que después lo llevarían hacia unas bombas encargadas de calentar directamente edificios o cualquier otra construcción. Una de las aplicaciones que sugiere el estudio sería para las zonas suburbanas, donde existe más espacio para construir la infraestructura y hay más demanda de sistemas térmicos. 

Otro de los datos más potentes presentados en este trabajo es que solo con el 7% del área europea estudiada se podría satisfacer hasta el 25% de la demanda de calefacción en el continente. Y es que ese porcentaje es lo que determina cuáles serían las áreas en las que implementar este sistema sería más necesario. Son, básicamente, tres: «no factible», o áreas donde no existe una demanda de calefacción o en la que la actividad humana no genera calentamiento subterráneo; «potencialmente factible», que son áreas donde el calor generado al reciclar la entrada anual es del 25% o menos de la demanda anual de calefacción de espacios, y «factible», áreas donde el calor generado al reciclar la entrada anual es de más del 25% de la demanda.

En medio de una crisis energética y climática global, reciclar el calor del subsuelo podría ser una opción económicamente más viable que las energías fósiles

Finalmente, es necesario aclarar que existe una gran diferencia entre la energía geotérmica y este proyecto. La geotérmica es esencialmente el aprovechamiento del calor interno de la tierra, provocado por el propio calentamiento interno del planeta, además de fenómenos como la actividad volcánica, mientras que este proyecto se centra en el aprovechamiento del calor generado por la actividad humana en zonas urbanas. Una de las hipótesis que también sugiere el estudio es que quizá, al aprovechar ese excedente térmico urbano, los impactos del calentamiento global podrían disminuir.  

Nuestro rol individual en la transición energética

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El trayecto hacia un futuro energético sostenible comenzó hace varios años. La transición energética es hoy toda una realidad que ha permitido la aparición de nuevos agentes del cambio. Tal y como señala el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC) este camino debe incluir la participación de la ciudadanía.