Categoría: Transición energética

Las tecnológicas avanzan hacia la descarbonización total

La tendencia, si bien avanza a través del tejido empresarial global, se revela en una imagen lenta, casi estática: la energía limpia, según afirman científicos de todo el globo terráqueo, es un deber moral; la única forma, afirman, de mantener en pie nuestro hogar común. No es sorprendente, por tanto, la aparición de numerosas incursiones en este terreno, aún demasiado fértil. Quizás por su cercanía a una constante innovación, son las grandes empresas tecnológicas aquellas que más parecen comprometerse con un uso neutro de la energía.

Entre los abundantes ejemplos tenemos, de hecho, a gigantescas corporaciones como Samsung, cuyas previsiones incluían el uso completo de energía limpia 100% renovable para este año (si bien sus cálculos no incluían el estallido de una pandemia global). Mientras tanto, Amazon, una de las compañías a nivel internacional con mayor consumo de energía verde, no cesa en su adquisición de granjas eólicas. Apple, por otro lado, no solo utiliza fuentes de energías renovables para su total consumo eléctrico, si no que es la compañía que posee los paneles solares privados más grandes de Estados Unidos.

Se trata del mayor comprador corporativo de energía renovable a nivel global

Es Google, sin embargo, quien suele acaparar el liderazgo en todas las listas de las compañías más responsables con el medio ambiente. Es por ello que se sumerge, de nuevo, en la ambiciosa —y necesaria— senda de la responsabilidad ecológica. Según los planes de la empresa norteamericana, su consumo en 2030 se producirá a través de una energía completamente limpia. Cabe recordar que no es el primer paso ofrecido en esta dirección: el gigante tecnológico ya consiguió cancelar su deuda de carbono mediante la compensación de las emisiones generadas (esto es, una inversión económica en proyectos de corte ecológico proporcional a las toneladas de CO2 generadas), alcanzando una huella de carbono cero en 2007. La corporación californiana también consiguió igualar su consumo de energía con alternativas completamente renovables. Es, de hecho, la primera gran empresa que ha conseguido un logro de este calibre. Se trata del mayor comprador corporativo de energía renovable a nivel global. Según afirma Sundar Pichai, CEO de la compañía, «la ciencia es clara: el mundo debe actuar ahora si queremos evitar las peores consecuencias del cambio climático».

Más allá del uso de energía renovable

Estas acciones se incluyen dentro del ámbito conocido como responsabilidad social corporativa y, como toda faceta, requiere de una comunicación precisa y efectiva. Aún con la implementación de este tipo de medidas colectivas, un 18% de los consumidores se define como incapaz de valorar el compromiso social de las corporaciones: aunque se tomen medidas, éstas se desconocen. En el gigante tecnológico, sin embargo, confluyen ambos factores, por lo que el hecho de que repita cada año una posición de liderazgo entre las distintas compañías globales no es ninguna casualidad. Es por esta clase de medidas, en parte, por las que se mantiene desde hace un lustro —según la consultora RepTrak— como la empresa con la reputación más positiva entre el público. No en vano, la percepción de un comportamiento corporativo responsable puede llegar a construir hasta un 40% de su reputación a ojos del consumidor medio.

Según informa la empresa californiana, todos los actos serán suministrados mediante energía limpia: cada correo electrónico enviado a través de Gmail, cada búsqueda mediante Google, cada vídeo visto en YouTube y, por supuesto, cada trayecto realizado con Google Maps. La nube global de la compañía es actualmente, tal y como afirman, la más limpia de la industria. La consecución del nuevo compromiso, fechado para el año 2030, conllevaría una producción de energía libre de carbono total. Ésta contaría con hasta 5 gigavatios, lo que podría estimular inversiones limpias de hasta 5.000 millones de dólares. Se trata, por tanto, de un paso más allá de la tradicional estrategia de la utilización de energía renovable como simple mecanismo de compensación; estaríamos, en definitiva, ante infinitas operaciones que contarían únicamente con una energía libre de carbono como motor en todo momento y lugar. Estas cifras, que pueden resultar ininteligibles, cobran significado a la sombra de una sencilla comparativa: la eliminación de emisiones aquí propuesta equivaldría a la retirada de más de un millón de vehículos al año. A su vez, esta ruta ecológica podría llegar a producir entre 8.000 y 20.000 empleos, todos de carácter «verde»

La eliminación de emisiones aquí propuesta equivaldría a la retirada de más de un millón de vehículos al año

Las acciones de Google, sin embargo, no se hallan destinadas tan solo a sus propias repercusiones. Dentro del marco propuesto, la compañía se ha comprometido también a reducir las emisiones de carbono de múltiples ciudades en una gigatonelada, una cantidad equivalente a las emisiones que podría llegar a crear un país del tamaño de Japón. Google prevé también prestar apoyo a diversas compañías y socios comerciales. Otras decisiones, sin embargo, se centran más en las decisiones individuales de los usuarios. Así, Google incluirá la posibilidad de encontrar bicicletas de uso público y puntos de recarga de vehículos eléctricos en el callejero global de Google Maps. En muchos países del continente europeo también se incluirá la opción, a través de Google Flights, de encontrar vuelos con menos emisiones de carbono.

Puede, sin embargo, que sea una de las empresas que más éxito ha alcanzado en sus propuestas, pero Google no es la única compañía dispuesta a reducir o eliminar la contaminación de la totalidad de sus actividades. Es parte de un contexto, de un hecho, del que el universo corporativo parece cada vez más consciente: que todos respiramos el mismo aire.

Europa aumenta su ambición climática y digital

EP Plenary session - State of the Union

Es el momento de la ambición climática europea. La UE se encuentra ante un momento crucial de su historia tras la pandemia, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, no ha dudado en redoblar su apuesta por la agenda verde como mecanismo de salida ante la crisis sanitaria y económica que sacude al mundo. Al menos así lo aseguró el pasado miércoles cuando, durante su primer discurso sobre el Estado de la Nación, anunció un aumento del recorte de las emisiones de “al menos” el 55% (respecto a los niveles de 1990) en vez del 40% actual para 2030.

Se trata, según asegura Von der Leyen, de una meta “ambiciosa pero alcanzable” que, aunque pueda parecer “insuficiente para algunos y excesiva para otros” es más necesaria ahora que nunca. La Comisión lleva meses advirtiendo de que posponer la acción climática no era una opción. “Para hacer frente a la crisis de la COVID-19 necesitamos políticas macroeconómicas expansivas, y el Green Deal ofrecerá un doble beneficio: la inversión necesaria para la transición es del mismo calibre que la necesaria para la recuperación. Así que, ¿por qué escoger una cuando podemos tener las dos?”, explicaba hace apenas unas semanas, el vicepresidente de la Comisión y encargado de la agenda verde, Frans Timmermans.

"El objetivo climático de 2030 es ambicioso pero alcanzable y beneficioso para Europa"

Así, la propuesta de aumento de la ambición climática, que deberá ser sometida a votación en el Parlamento Europeo en octubre, pretende garantizar que se alcance el objetivo de convertir a Europa en el primer continente climáticamente neutro y el del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura planetaria en 1,5ºC.

Para llevar a cabo esta hazaña, la Comisión cuenta con el Fondo para la Recuperación de Europa de 750.000 millones, de los cuales, un 37% se gastará directamente en el Green Deal. Además, se fijará un objetivo para que el 30% de los fondos del plan de recuperación, financiado a través de la emisión de deuda, sea “a través de bonos verdes”.

La apuesta por la digitalización

“Esta tiene que ser la década digital de Europa”, explicaba la alemana. Pero para eso, aseguraba, se deben dejar claros los principios de privacidad, conectividad, libertad de expresión, libre circulación de datos y ciberseguridad. En esta línea, las actuaciones de la UE se articularán en torno a diferentes ejes que incluyen la creación de una nube informática europea y una identidad electrónica europea segura, la apuesta por la conectividad en cada población y una inversión de 8 mil millones de euros en superordenadores y otra inversión para la expansión del 5G, el 6G y la fibra.

Un refuerzo del sistema sanitario

Si bien la Unión Europea está todavía en proceso de recuperación, también quiere estar preparada para futuras pandemias. Por eso, durante el discurso sobre el Estado de la Unión se anunció la creación de una agencia europea de investigación y desarrollo biomédicos avanzados, así como la construcción de una Unión Europea de la Salud más fuerte, con el refuerzo del programa EU4Health, de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) y el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC).

Plan para la migración

Desde 2015 Europa busca cómo gestionar la crisis migratoria. Ahora, apenas dos semanas después del incendio del campo de refugiados de Moria (Grecia), Von der Leyen ha anunciado un plan sobre migración y asilo que la Comisión presentará este miércoles 23 de septiembre y que, según asegura, incluirá un “enfoque humano”. Asimismo, la presidenta ha subrayado la necesidad de solidaridad con los países en primera línea de llegadas.

Edificios contra el cambio climático

A inicios de julio, el Consejo de Ministros aprobó un Real Decreto por el que se regula el Programa de Rehabilitación Energética de Edificios (PREE) propuesto por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. El plan, que contempla una línea de ayudas de 300 millones de euros orientadas a mejorar la eficiencia energética en edificios, será supervisado por el Instituto para el Ahorro y la Diversificación de la Energía (IDAE) y subvencionará cambios en la envolvente térmica, sustitución de calderas por opciones renovables y mejoras en la eficiencia de la iluminación en edificios construidos antes de 2007. Todo, con el objetivo de contribuir a descarbonizar el parque de edificios nacional, que actualmente supone el 30% del consumo de energía de España.

Pero llegar a la meta del Green Deal europeo de alcanzar la neutralidad climática en 2050 requiere de actuaciones todavía más ambiciosas. Por este motivo, el pasado junio, el Gobierno de España ya actualizó la Estrategia a largo plazo para la Rehabilitación Energética en el Sector de la Edificación en España (ERESEE 2020), una iniciativa que, avalada por la Unión Europea, y alineada con las políticas europeas de reactivación económica frente la COVID-19 y con estrategias nacionales como el recién aprobado PREE -incluido en el Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030-, pretende ser la hoja de ruta para renovar el parque nacional de edificios residenciales y no residenciales, y convertirlo en uno de alta eficiencia energética y descarbonizado de aquí a 30 años. Actualmente, las cifras sobre gasto energético exigen esta transformación: casi un 50% del consumo de energía final en Europa se destina a calefacción y refrigeración; de ella, el 80% se consume dentro de los edificios.

La ERESEE fue aprobada en 2014 y, desde entonces, la propuesta ha ido renovándose cada tres años para adaptarse a las nuevas realidades y exigencias sociales. Las dos versiones previas –2014 y 2017– fueron las mejor valoradas por el Joint Research Centre, el grupo evaluador de la Dirección General de Energía de la Comisión Europea. En la última ocasión, solo Francia alcanzó la misma puntuación que la estrategia española, la más alta de las 31 estrategias presentadas.

Casi un 50% del consumo de energía final en Europa se destina a calefacción y refrigeración

Como en las versiones anteriores, esta nueva actualización de la estrategia hace referencia a la necesidad de una transformación -que sea rentable a nivel económico- de los edificios existentes en edificios de consumo de energía casi nulo. Sin embargo, incluye novedades como políticas y acciones destinadas a todos los edificios públicos, establece una hoja de ruta con indicadores de progreso medibles, trata el problema de la pobreza energética y realiza un proceso de participación pública que permite recoger la visión de los distintos sectores que juegan un papel decisivo para la renovación energética de los edificios.

Además, el documento señala la posibilidad de que los hospitales sean un sector prioritario en la reforma de los sistemas de climatización y ventilación, sobre todo tras la pandemia, que también ocupa un lugar prioritario en el texto. Según se indica, “la COVID-19 ha venido a sacudir el mundo con unas consecuencias a largo plazo que todavía no podemos vislumbrar”. Y aunque no se han modificado las previsiones de consumo ni de inversión (porque el texto comenzó a redactarse antes), sí se hace especial hincapié en la importancia que tiene el disponer de una vivienda que reúna unas condiciones adecuadas, no solamente considerando su confort térmico, sino también acústico y lumínico.

La estrategia española se enmarca en un contexto regional –y global– que persigue una mayor eficiencia energética. En la Unión Europea, esta apuesta queda reflejada en el Green Deal presentado a principios de este año por la Comisión Europea, en el que se refiere a la necesidad de rehabilitar energéticamente el parque inmobiliario de los Estados miembro. Concretamente, el Renovation Wave es el texto que recoge que, para alcanzar este objetivo, será necesario promover un desarrollo urbano sostenible que invierta en la eficiencia energética de los edificios. Pero para lograr esta meta, no solo hace falta una legislación, también es esencial la contribución de todos los agentes sociales.

Los sistemas de climatización, clave para la eficiencia

Hasta un 99% de las viviendas experimentan pérdidas de calor innecesarias

En una vivienda, los electrodomésticos son los que más energía consumen. Pero no hay que limitarse con identificar el problema, sino que se pueden emprender múltiples iniciativas para reducir el gasto energético. Sobre todo en verano, cuando el aire acondicionado se convierte en nuestro mejor aliado. Bajar las persianas durante el día y abrir las ventanas por la noche o mantener la temperatura del termostato a 24 grados, son algunas de las recomendaciones del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDEA) para los meses de más calor. Sin embargo, durante el resto del año también es posible reducir el derroche energético empleando bombillas LED o aparatos electrónicos de bajo consumo.2020

Consejos para ser energéticamente eficiente en verano

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En verano llegan las vacaciones, la desconexión y, sobre todo, el calor. En esta época, ser energéticamente eficientes en casa es un gran reto. Sin embargo, pequeñas acciones diarias como bajar las persianas en las horas de más calor y abrir las ventanas durante la noche o mantener el termostato a 25 grados pueden ayudarte a ahorrar energía.

Las mejores ciudades españolas (y europeas) para ir en bici este verano

Cada vez son más los viajeros que aprovechan el verano para descubrir nuevos destinos y desconectar de una forma saludable alejados de las grandes aglomeraciones, algo que es especialmente relevante este verano, marcado por el impacto del coronavirus. Por ese mismo motivo, el cicloturismo está cobrando especial protagonismo: es una opción ideal para mantener la distancia de seguridad, además de económica, saludable y sostenible. Estas son algunas de las ciudades y pueblos más bike-friendly en los que puedes rodar este verano.

Albacete, el ‘Ámsterdam de la Mancha’

En junio del año pasado, el portal de alquiler vacacional Holidu realizó un informe para conocer cuál de las 38 ciudades más grandes de España contaban con una mejor infraestructura de bicicleta, calculando los kilómetros de carril bici en función del número de habitantes. Y en este ranking, la ganadora fue Albacete.

Con 1,1 metro por habitante (190 km en total), esta ciudad se convierte en el ‘Ámsterdam de la Mancha’. Las distancias son cortas, las calles no tienen grandes pendientes y además son estrechas, por lo que el tráfico es lento y permite desplazarse tranquilamente en bicicleta sin asumir grandes riesgos. El sistema de préstamo de bicicletas lleva operativo en la ciudad desde 2014 y a finales del año pasado se renovó para contar con más de 300 bicicletas convencionales, 64 eléctricas y 32 paradas con tres tarifas distintas: 2 euros si se alquila por un día, 10 euros para el bono semanal y 20 euros si es un bono anual.

Por la ciudad se puede pasear alrededor de los edificios más antiguos y observarlos desde un ángulo nunca antes visto. Y fuera del entorno urbano hay decenas de rutas en bicicleta adaptadas para todas las edades y niveles que cruzan auténticos paraísos naturales.

Vitoria y Castellón: campo y mar

La capital alavesa es otra ciudad que merece la pena disfrutar pedaleando. Cabe recordar que Vitoria fue Green Capital en 2012 debido a, entre otras cosas, su fuerte apuesta por una movilidad más sostenible. Si uno la visita no puede dejar de conocer su famoso Anillo Verde, por el que transcurren parte de los 145 kilómetros de carriles bici (0,59 por habitante) y que permiten circunvalar la ciudad entre estanques, senderos y bosques. Si te quedas con ganas de más, echa un vistazo a estas 15 rutas por la Red de Itinerarios Verdes de Álava.

En caso de que prefieras recorrer una ciudad marítima, Castellón es una buena opción. Con 0,51 metros de carriles bici por habitante, puedes llegar hasta la playa en bicicleta y conectar con otras vías que te permiten recorrer todo el litoral descubrir decenas de pequeños pueblos de la provincia.

Concienciar sobre la despoblación… a dos ruedas

El cicloturismo también puede ayudar a concienciar sobre la despoblación que amenaza al interior de España. Al menos así lo concibió el turolense Ernesto Pastor al diseñar Montañas Vacías, una ruta de 680 kilómetros que recorre las diez provincias de la Serranía Celtibérica sin pisar el asfalto y enlazando únicamente pistas forestales en buen estado tanto para bicicleta de montaña (btt) como de ruta (gravel). Si prefieres descubrir el mundo rural antes que las grandes ciudades, su página web no tiene desperdicio: los mapas dibujados a mano y las acuarelas destacando las localizaciones más llamativas no te dejarán indiferente.

Los Pueblos Blancos en bicicleta

Las características casas bajas y blancas andaluzas son un libro abierto sobre la historia de sus habitantes. Entre las provincias de Málaga y Cádiz, parte de la antigua ciudad de Ronda una ruta ciclista de una semana de duración que te llevará por los llamados Pueblos Blancos de Arriate, Setenil de las Bodegas, Torre Alhaquime y Olvera para cerrar con las famosas vistas marítimas del Puerto de Santa María, en la Bahía de Cádiz.

Apuesta verde también fuera de nuestras fronteras

En Europa hay multitud de opciones bike-friendly que nos permiten descubrir a nuestros países vecinos. De los Estados miembro, Holanda es el país de la bicicleta por excelencia, hasta tal punto que este transporte cuenta con su propia embajada, la Dutch Cycling Embassy. Ámsterdam tiene más de 400 km de carril-bici que llegan prácticamente hasta todos los rincones de la ciudad y garantizan el acceso a un exhaustivo recorrido turístico por todos sus barrios.

Copenhague, la capital de Dinamarca, cuenta con 350 kilómetros de carril-bici separado de las carreteras -el cykelslangen- y más de 125 puntos públicos de alquiler. Pagando solo 3 euros de fianza al día puedes descubrir tanto el casco urbano como la playa de Amager, el parque de ciervos Jaegersborg o el castillo de Kronborg. Si prefieres ciudades menos masificadas, puedes apuntar en tu lista de destinos a Malmö, la tercera ciudad más grande de Suecia, con más de 500 km de carril-bici sin pendientes; Split (Croacia) con 453 rutas ciclistas por costa y bosques o la irlandesa Killarney, donde encontrarás auténticas rutas de fantasía entre parques nacionales y castillos. Aunque, si prefieres buscar tu propio destino, siempre puedes consultar OpenCycleMap, una web colaborativa donde los ciclistas registran con GPS sus rutas favoritas por todo el mundo.

#Coronavirus: el 'plan dónut' de Ámsterdam para relanzar su economía

“La humanidad debe vivir dentro de un donut”. Aunque esta afirmación pueda parecer descabellada, es la idea sobre la que se vertebra el plan de la economista británica Kate Raworth, académica del Instituto de Cambio Ambiental de la Universidad de Oxford, para reconvertir el actual sistema económico en uno más sostenible. Conocido también como “modelo dónut”, la experta propone una guía para que países, ciudades y ciudadanos prosperen en equilibrio con el planeta.

Raworth dio a conocer su plan en 2017 a través del libro Doughnut Economics Seven Ways to Think Like a 21st-Century Economist. Sin embargo, ha sido ahora, frente al escenario de reconstrucción económica que nos deja la crisis sanitaria del coronavirus, cuando esta revolucionaria manera de analizar el sistema económico ha cogido fuerza. De hecho, a inicios de abril, la ciudad de Ámsterdam anunció que adoptaría el modelo dónut para relanzar su economía tras la pandemia y lograr su objetivo de ser 100 % circular de cara a 2050.

La capital holandesa espera ser 100 % circular en 2050

Según se expone en el libro, la premisa es sencilla: el objetivo de la actividad económica debe ser satisfacer las necesidades básicas de todos, pero sin agotar los recursos del planeta. De ahí que la imagen del dónut sea perfecta para entender esta pauta. En el anillo interior se encuentran las necesidades básicas para que podamos llevar una buena vida: salud, alimentos, energía, agua potable, vivienda, educación y el resto de los valores mínimos recogidos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, como igualdad de género, equidad social o paz y justicia. El anillo exterior representa el techo ecológico y todos aquellos puntos que la comunidad científica ha identificado como una amenaza. Desde la destrucción de la capa de ozono y el calentamiento global hasta la acidificación de los océanos. Entre ambos anillos está la masa del dónut, lo mejor: el lugar donde se satisfacen tanto las necesidades de la sociedad y al mismo tiempo se protege al planeta.

"El dónut no nos brinda las respuestas, sino una forma distinta de ver nuestro modelo de crecimiento, para que no sigamos en las mismas estructuras de siempre", explicaba Raworth a The Guardian. Sin embargo, añadía la experta, es posible traducir este modelo en políticas concretas siempre que primero se recopile información de los sectores productivos del lugar y se haga un retrato en el que se analicen las necesidades de los ciudadanos para prosperar y también el impacto ecológico ligado al desarrollo.

La economista exponía un caso concreto de cómo llevar a la práctica su modelo en una ciudad como Ámsterdam donde hay un problema de escasez de vivienda. Actualmente, según se recoge en el informe realizado por el Doughnut Ecomomics Lab, el 20 % de los habitantes de la capital holandesa no son capaces de cubrir sus necesidades básicas después de pagar el alquiler. Si bien una de las soluciones sería construir más edificios, hacerlo siguiendo los estándares actuales implicaría un incremento drástico de las emisiones de CO2 en la ciudad –que ya han aumentado un 31 % respecto a los niveles de 1990–. El análisis va más allá: del total de esas emisiones locales, el 62 % procede de la importación de materiales de construcción, alimentos y otros productos. Así, reducir las emisiones asociadas al transporte internacional de estas actividades ayudaría a solucionar el problema de la vivienda.

El plan de Raworth es una guía para que los países prosperen en equilibrio con el planeta

Con este análisis, la vicealcaldesa de Ámsterdam, Marieke van Doorninck, anunció que tras superar la pandemia se pondrían en marcha medidas orientadas a fomentar productos que duren más tiempo, que se puedan reutilizar y reparar con facilidad. Además, según se detalla en la Estrategia de Amsterdam Circular 2020-2025, en los próximos años se impulsará el uso de materiales sostenibles en las empresas de construcción y se llegará incluso a reforzar los requisitos de sostenibilidad en las licitaciones, exigiendo a los edificios un “pasaporte de materiales” que identifique los materiales que son reutilizables.

Esta dinámica se imitará en otros sectores como el de la alimentación. Se calcula que, solo en la ciudad, anualmente se tiran a la basura 41 kilos de comida por persona. Según el plan de Van Doornicnck, el excedente de alimentos de hoteles y restaurantes irá destinado a los más vulnerables.  Una acción que, según las primeras estimaciones, permitirá la reducción del 50 % del desperdicio de alimentos de cara a 2030.

La ciudad de Ámsterdam ha sido de las primeras en diseñar una hoja de ruta para reconstruir la economía tras la pandemia. Sin embargo, ya son muchos los expertos que consideran que esta trágica crisis sanitaria es una oportunidad para transformar nuestro modelo de desarrollo en uno más sostenible con el planeta y sus habitantes que satisfaga las necesidades de hoy y no comprometa las de mañana.

Petroleras: "renovables" o morir

El futuro pertenece a las energías renovables y las petroleras lo saben. La transición energética es un proceso imparable que, espoleado por un contexto económico y social cada día más entregado a la lucha contra el cambio climático, no para de sumar apoyos. Sector a sector, todos se ven obligados a reinventarse para encajar en este nuevo orden mundial vertebrado por las políticas climáticas. El sector petrolero, uno de los últimos en apuntarse a este fenómeno, no quiere quedarse al margen de la que posiblemente sea la mayor revolución energética de la historia.

La oportunidad que se le presenta al sector de los hidrocarburos para reinventarse es única. Durante el último siglo, su aportación a la economía mundial ha sido clave: el petróleo ha marcado el ritmo del planeta. Su poder es infinito y a medio plazo no se verá muy reducido ya que algunos sectores tan poderosos como la industria o el transporte siguen dependiendo de los combustibles fósiles. Por eso, en los últimos tiempos las petroleras han dado un giro radical en su estrategia y han adoptado una hoja de ruta común: diversificar su negocio y entrar en el mercado de la energía verde. Pero ¿qué ha llevado a estas empresas a dar este paso?

Mismos actores, nuevas normas

Las petroleras han comenzado a diversificar su negocio y entrar en el mercado de la energía verde

Este giro renovable del sector viene motivado por un nuevo marco normativo enfocado a cumplir los objetivos de reducción de emisiones de CO2 pactados en el Acuerdo de París de 2015 con el apoyo de casi 200 países. Para lograr esta meta, que se ha visto reforzada en los últimos meses con iniciativas internacionales tan ambiciosas como el European Green Deal, se requerirá acometer una transición energética que ya ha comenzado y que se caracteriza principalmente por el protagonismo de las energías renovables.

Esta nueva tendencia legislativa ha calado también en el ámbito corporativo. Tal es así que los grandes fondos de inversión, con BlackRock a la cabeza -presentes en el accionariado de las grandes petroleras-, están ejerciendo presión desde dentro para conseguir progresos en materia climática. Durante las últimas semanas han dejado clara su postura respecto al cambio climático: no apoyarán a ninguna compañía que no esté empresarialmente comprometida con esta lucha.

Sin ir más lejos, en España, el último borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC) prevé que hará falta poner en marcha 59 GW más de energías renovables hasta 2030. Según el plan del Ministerio de Transición Ecológica, las dos tecnologías que más crecerán serán la eólica y la solar fotovoltaica: la primera duplicará su presencia en el mix de generación y la segunda multiplicará por cuatro su potencia instalada. Según datos de Red Eléctrica a cierre de enero de 2020, la potencia eólica instalada en nuestro país alcanzó los 25,7 GW, mientras que la solar fotovoltaica se quedó en 8,9 GW. Sin embargo, para cumplir los objetivos del PNIEC en materia de renovables todavía queda mucho camino por recorrer: la eólica tendrá que llegar a 50 GW y la solar fotovoltaica a 39 GW.

Las petroleras, a contra reloj

Y aquí es dónde las empresas petroleras han visto la necesidad y la oportunidad de pasar a la acción antes de que se les agote el tiempo. Repsol, que a finales de 2019 fue la primera empresa del sector en anunciar la restructuración de su negocio con el objetivo de conseguir la neutralidad en carbono en 2050, lleva varios meses adquiriendo diferentes proyectos de renovables en nuestro país. Tras comprar 26 proyectos de parques eólicos en Aragón a Forestalia –empresa adjudicataria de una gran parte de las subastas de renovables de 2016 y 2017 que cuenta con una cartera de 5,5 GW- hace unos días, el gigante petrolero posee ya casi 5 GW de activos verdes, contabilizando los que se encuentran en desarrollo y los que ya están en funcionamiento, lo que le consolida como un nuevo actor relevante en el sector.

A nivel internacional, la británica BP (British Petroleum), que lleva años inmersa en el negocio de las renovables, anunció a principios de febrero su intención de convertirse en una empresa de emisiones cero con el horizonte de 2050 en mente. Para ello, el pasado mes de octubre compró 300 MW de energía solar fotovoltaica –también en Aragón– a través de su filial Lightsource.

Otras empresas que también han apostado fuerte por las renovables son la francesa Total, que pagó 1.500 millones de euros para hacerse con 2 GW de energía solar fotovoltaica en Andalucía, Castilla-La Mancha y Aragón, y  la portuguesa Galp, que adquirió en enero todo el negocio de renovables de ACS (2,9 GW conseguidos también a través de las subastas de 2016 y 2017) por 2.200 millones de euros. Además, la petrolera noruega Equinor presentó a mediados de 2019 un proyecto para construir el primer parque eólico marino de España en las islas Canarias. La iniciativa, cuya zona exacta aún no ha sido concretada, contará con 200 MW de potencia instalada y requerirá de un inversión de 860 millones de euros.

La energía eólica tendrá que llegar a 50 GW y la solar fotovoltaica a 39 GW para cumplir con el PNIEC

Por último, la empresa petrolera líder en el mundo, Shell (Royal Dutch Shell), ha entrado también de lleno en el sector de las renovables. La compañía ha iniciado una inversión en proyectos verdes por todo el planeta de 2.000 millones de dólares al año, concentrados mayoritariamente en Europa Occidental y Australia debido a las pocas trabas burocráticas que hay en estos territorios. Además, Shell ha ampliado su negocio con inversiones relacionadas con el desarrollo y la implantación del vehículo eléctrico.

Sin embargo, este interés repentino de Shell en el vehículo eléctrico no es casual, sino que responde a una de las mayores preocupaciones del sector petrolero: la electrificación del transporte. A pesar de ser un sector históricamente dependiente del petróleo, si la producción de coches eléctricos sigue al ritmo previsto, las consecuencias para las petroleras serán devastadoras: más de 5 millones de barriles de crudo se perderán cada día.

Además, los costes de extracción del petróleo, históricamente altos, y el desarrollo de tecnologías que han reducido considerablemente el precio de las renovables aumentando su competitividad en el mercado, han puesto en alerta a las petroleras. La inestabilidad política actual, con guerras comerciales que crean inestabilidad y condicionan el precio del crudo, tampoco es un factor que les favorezca. El sector ha entendido la necesidad de renovarse si quiere seguir siendo un actor principal en el mundo de la energía.

El futuro es verde. En el año 2050, las renovables probablemente seguirán siendo más baratas, más eficientes y menos contaminantes que el petróleo. Este último no habrá desparecido, pero tendrá los días contados. Hasta entonces, las petroleras tienen un minuto de oro para liderar el modelo energético del siglo XXI.

¿Cuánto contaminan nuestras compras online?

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Comprar por Internet no es tan ecológico como pensamos. A pesar de que tiene ciertas ventajas respecto al método de compra tradicional, lo cierto es que con cada click se consume una gran cantidad de energía, ya sea en el transporte o la fabricación de los envoltorios. La clave para reducir la huella de carbono asociada a las compras electrónicas es utilizar el sentido común. Pero para ello, primero es preciso abrir los ojos y conocer cuánto contaminamos con cada pedido que nos llega a casa.

Transición energética a la alemana: una carrera de obstáculos

Pocos días antes de que la activista sueca Greta Thunberg hiciese sonrojar a los líderes mundiales reunidos en Nueva York el pasado mes de septiembre, con motivo de la Cumbre de Acción por el Clima de la ONU, la canciller alemana, Angela Merkel, anunció la puesta en marcha de un plan nacional de 54.000 millones de euros para combatir el cambio climático. La propuesta –que comprende un total de 70 medidas enfocadas a lograr el objetivo de reducir el 55% de las emisiones de CO2 de cara a la próxima década– fue uno de los planes más completos a nivel internacional presentado pocos meses después en la COP25 de Madrid.

Con el objetivo principal de eliminar el carbón totalmente en el año 2038, Alemania sigue avanzando en el proceso de transición energética que comenzó hace ya más de una década pero que, para algunas voces, no está teniendo ni el éxito ni la velocidad deseados. A continuación, se detallan algunas claves para entender los retos a los que se enfrenta este país centroeuropeo:

1. El Energiewende, de los 80 a la actualidad

En los años 80, Los Verdes acuñaron el término Energiewende para defender el abandono de la energía nuclear. En la actualidad, el concepto define la transición energética de Alemania hacia un modelo más sostenible apoyado en las renovables. No obstante, el verdadero cambio comenzó en 2010 cuando el Ministerio Federal de Economía y Tecnología aprobó el Energy Concept, un ambicioso marco regulatorio con el que el país se comprometía a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero con tres horizontes: un 40% para 2020, un 55% para 2030 y alcanzar al menos el 95% en 2050.

Pero diez años después, el país centroeuropeo todavía parece estar demasiado cerca de la línea de salida. Para reactivar la transformación energética, la nueva hoja de ruta presentada por Merkel el año pasado hace hincapié fundamentalmente en un objetivo: impulsar la participación de las energías verdes en el sistema eléctrico germano, de forma que estas representen el 65% en 2035.

Según datos del Fraunhofer Institute for Solar Energy Systems, en 2010 las renovables suponían el 37% del total del parque generador y generaban casi un 20% de la electricidad del país. ¿Cómo ha evolucionado Alemania durante la última década?

2. Adiós nuclear… ¿adiós carbón?

Energiewende se acuñó en los 80 para defender el abandono de la energía nuclear

Tras el accidente nuclear en la central de Fukushima en el año 2011, Merkel decidió llevar a cabo, con el apoyo del 60% de la población, el llamado “Atomausstieg”, o lo que es lo mismo, romper definitivamente con la energía nuclear con una fecha en el horizonte: 2022. Esto ha tenido un claro efecto: en 2010, Alemania contaba con 21,5 GW de potencia nuclear instalada, mientras que en 2019 esa potencia solo sumaba 9,5 GW.

Esta apuesta por el adiós nuclear ha tenido una consecuencia irremediable: ha ralentizado el proceso de descarbonización del sistema eléctrico alemán. Si bien el objetivo del Gobierno alemán en esta década también ha sido reducir la dependencia de este combustible fósil, el apresurado abandono de la energía nuclear lo ha retrasado de forma tangible. En el año 2010, esta fuente tenía una representación en el parque generador alemán del 34% (52,9 GW) en cuanto a potencia instalada y generaba el 43% de la energía eléctrica. Nueve años más tarde, los números no han descendido todo lo deseado. La potencia supone ahora el 20,8% del total (43,8 GW) y generó en 2019 el 29,1% de la electricidad. Estos datos la convierten aún en la tercera fuente energética en potencia instalada y la primera en generación.

La fecha del Gobierno alemán para eliminarlo definitivamente de la generación eléctrica se sitúa en 2038 pero la realidad es inequívoca: el carbón sigue siendo imprescindible para la seguridad del suministro en el país alemán.

3. ¡Hola, renovables!

Además de perseguir el abandono de la nuclear y el carbón, el objetivo prioritario del gigante europeo ha sido potenciar las energías renovables, especialmente la eólica que es la principal materia prima del país. Y se ha conseguido en buena parte, ya que a cierre de 2019 estas tecnologías ya representaban el 58% de la potencia total instalada, haciendo posible que las fuentes verdes generasen el 46% de la electricidad. Si echamos la vista atrás a 2010, veremos que las renovables han experimentado un ascenso notable. Entonces solo sumaban el 37 % del parque generador siendo responsables de casi un 20 % de la producción eléctrica. Además, en 2019 la eólica se ha consolidado como la principal tecnología en capacidad instalada del país por cuarto año consecutivo.

Las fuentes de energía verde generan el 46% de la electricidad en 2019

Pero no siempre sopla el viento a favor, ya que los datos de integración de renovables muestran que el crecimiento se ha ralentizado en los últimos tres años y los avances se están produciendo a un ritmo más lento. En el año 2010, Alemania contaba con 27 GW de energía eólica instalada y esta generaba el 7% de la energía eléctrica del país. Durante los siguientes seis años, la presencia de la eólica aumentó de manera exponencial: 55,6 GW de potencia instalada en 2017 (duplicando la cifra de 2010) y su generación de electricidad se multiplicó por tres (24% del total). Sin embargo, entre 2017 y 2019, solo se integraron 5,3 GW de energía eólica, cuando lo necesario para cumplir el objetivo de 2035 sería crecer esa cifra de manera anual. La tendencia empieza a ser preocupante.

4. Se avecinan problemas… Seguridad del suministro y rechazo ciudadano

Pero en Alemania saben que ser verde no es un camino de rosas.  Por un lado, la eólica y, en general el desarrollo de las renovables afronta varios retos. Por un lado, los requisitos administrativos para poner en funcionamiento parques eólicos son cada vez más exigentes. A eso hay que añadir las protestas ciudadanas contra estas mega construcciones: cada obra superior a un gigavatio está condenada a afrontar una larga batalla judicial. En el estado de Baviera, por ejemplo, la ley exige que la distancia entre una turbina y la vivienda más cercana sea de 10 veces la altura del mástil, obligando además a pagar 10.000 euros por turbina instalada a la comunidad más cercana a esta.

Por otro lado, los alemanes también se enfrentan al reto de preservar la seguridad y calidad del suministro eléctrico. A la intermitencia natural que caracteriza a las renovables hay que añadir un factor geográfico: el potencial eólico se concentra en el norte, mientras que el sur del país aglutina a la industria, principal foco de la demanda. Para casar estas dos realidades de forma exitosa, Alemania debe reforzar su red de transporte de electricidad, que ya se encuentra altamente congestionada. Pero no está resultando tarea sencilla ya que existe gran oposición ciudadana –y va en aumento- a la construcción de nuevas líneas.

Fuente de los datos: Fraunhofer Institute for Solar Energy Systems  https://www.energy-charts.de/index.htm

El mapa de la movilidad eléctrica

ELÉCTRICO

Diez años. Ese es el tiempo que tenemos por delante para evitar que las consecuencias catastróficas del cambio climático sean irreversibles. Es tiempo de actuar. Pero el camino no es sencillo. El último informe del IPCC, el panel internacional de expertos que asesora sobre cambio climático a la la ONU, se muestra contundente: para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados por encima de los niveles preindustriales es preciso disminuir un 45% las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para 2030.

De esa urgencia por descarbonizar las economías, Gobiernos de todo el mundo han planteado ambiciosos planes de reducción de emisiones. La Unión Europea, antes de que se anunciase el Green Deal, se fijó la meta de alcanzar las cero emisiones en 2050. Para ello, la comunidad europea está desarrollando una estrategia enfocada sobre todo en el sector del transporte, responsable del 26% de las emisiones globales. Esto, en las grandes ciudades se traduce en un grave problema de contaminación atmosférica que, a su vez, afecta a la salud de los ciudadanos.

El sector del transporte es responsable del 26% de las emisiones globales

Para afrontar este gran reto, Gobiernos y administraciones están dirigiendo sus esfuerzos a favorecer un nuevo modelo de movilidad más sostenible. Estos van desde incentivar el uso del transporte público y de medios no contaminantes como la bicicleta o el patinete eléctrico hasta fomentar la transición hacia un parque de vehículos cero emisiones. Pero ¿en qué punto nos encontramos?

A mediados del 2019, el número de automóviles eléctricos superó a los propulsados por combustibles fósiles en Noruega. De esta manera, el país escandinavo se convirtió en uno de los líderes de la revolución de la movilidad eléctrica en el mundo. Ya en 2016 era el país con mayor número de autos eléctricos per cápita del planeta, según la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles (ACEA). Ese año se vendieron 44.888 unidades de estos vehículos, lo que suponía más de un 21% de los que fueron adquiridos en todo el continente. Sin embargo, a pesar de estas halagüeñas cifras, Noruega no es el país que más eléctricos vende en el mundo.

Según un reciente informe elaborado por la aseguradora Euler Hermes, China es la potencia que lidera con holgura la carrera del coche eléctrico, tanto en términos absolutos – con el 56% de las nuevas matriculaciones de vehículos eléctricos a nivel global–, como en términos relativos –con un nivel de penetración en el mercado de un 4,2% frente al 2,5% de Europa–. No obstante, estos datos son el reflejo de una paradoja: el gigante asiático lidera la carrera mundial de las energías renovables, tanto en desarrollo como implementación; sin embargo, es también el país que más CO2 emite a la atmósfera, según datos de la plataforma Global Carbon Project.

Por eso, a pesar de que China se haya situado (con matices) a la cabeza de esta necesaria revolución, Europa es, en cuanto a implantación, la punta de lanza de la transición hacia un sistema de movilidad cero emisiones. Entre los países que llevan el estandarte se encuentran la ya mencionada Noruega, Países Bajos, Portugal, Alemania, Suecia, Francia o Reino Unido. Al menos así lo refleja el Barómetro Anfac de la Electromovilidad Global, que sitúa a Noruega como líder europeo absoluto seguido de Países Bajos.

Según datos de Red Eléctrica, España cuenta ya con más de 81.125 vehículos eléctricos

En el caso de España, la implantación del vehículo eléctrico todavía es tímida. Según datos de Red Eléctrica, España cuenta ya con más de 81.125 unidades, siendo Madrid y Cataluña las comunidades que registran la mayor implantación de todo el territorio nacional, con un parque de 32.405 ejemplares en el caso de Madrid y de 21. 990 en Cataluña. Estas cifras quedan lejos aún de lo estimado en el borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, que ambiciona la implantación de 5 millones de coches eléctricos de cara a 2030.

El panorama dibuja una senda de diez años plagada de retos pero con un mensaje claro: es urgente impulsar la movilidad eléctrica porque será clave en la lucha contra el cambio climático y porque el cambio se presenta necesario para transitar hacia un modelo de movilidad más sostenible.

Las claves de la implantación del vehículo eléctrico

Uno de los aspectos principales de la integración masiva de esta nueva movilidad en el sistema eléctrico es que se realice de manera segura y eficiente. Con este objetivo, Red Eléctrica puso en marcha en 2017 Cecovel, un proyecto pionero en España y en Europa que realiza un seguimiento de la demanda de electricidad. Además, lleva a cabo estudios para anticiparse a escenarios de implantación masiva de vehículos eléctricos.

Para ello, actualmente monitoriza 1.835 puntos de recarga, tanto públicos como privados, gestionados por cuatro operadores de movilidad (Ibil-Repsol, Gic, Fenie y Melib). Se trata de puntos de recarga con potencias desde 2,3 kW hasta 350 kW y conectados en tiempo real a los operadores para que pueden gestionarlos de forma remota e inteligente.

Del mismo modo, recientemente y en el marco del proyecto Cecovel, la compañía publicó un mapa de puntos de recarga inteligente del vehículo eléctrico. Estos terminales están dotados de una tecnología inteligente que les permite realizar una gestión óptima de la demanda y conocer los patrones horarios del consumo de la recarga pública y su evolución.

El mapa monitoriza 573 terminales inteligentes públicos distribuidos por todo el territorio nacional que están gestionados por los operadores de movilidad que colaboran con el proyecto Cecovel (Ibil-Repsol, Gic, Fenie y Melib). Con una visualización intuitiva y sencilla, el mapa ofrece al usuario información completa sobre el punto de recarga: dirección en la que se ubica, el tipo de recarga que realiza, la potencia de cada punto y el modelo de conector.
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