Las energías renovables no están exentas de la generación de residuos contaminantes. En el caso de la eólica, el desafío pasa por el reciclaje de las palas de los aerogeneradores. Frente a este problema surgen opciones que garantizan una mayor sostenibilidad, como las palas de madera laminada o LVL.
La energía eólica está experimentando un importante momento de expansión. En 2023 se generaron 1.021 GW por esta vía a nivel mundial. En España, el quinto país del planeta en potencia eólica instalada, es ya la principal fuente de energía, según datos de Red Eléctrica: un 23,5% de la capacidad eléctrica del país en 2023 procedió de aerogeneradores.
Se estima que los desperdicios de palas alcanzarán las 43 millones de toneladas en 2050
No obstante, este cambio a una energía renovable no implica una producción 100% limpia. Entre un 10 y un 15% de los materiales de un aerogenerador no son reciclables. Los molinos de viento, como cualquier estructura, tienen una vida útil de entre 25 y 30 años. Entre sus componentes no reciclables se encuentran las palas, cuyos desperdicios se estima que alcanzarán los 43 millones de toneladas en 2050. Desde 2019 hasta 2024 se ha previsto el desmantelamiento de un total de 14.000 palas en Europa. Estas cifras dan cuenta de la magnitud del reto de la gestión de la energía eólica al final de la vida útil de sus componentes.
La dificultad de reciclar las palas de los aerogeneradores proviene de que estos segmentos se elaboran con materiales compuestos, principalmente poliéster o epoxi reforzados con fibra de vidrio o de carbono. Su principal ventaja es que permiten estructuras más ligeras y duraderas, aunque tienen un inconveniente: su reciclaje es complejo y costoso.
Respuestas a un desafío único
Una de las estrategias hacia una eólica totalmente limpia pasa por atajar el problema en origen mediante el empleo de materiales sostenibles. Recientemente, la startup Voodin Blade Technology ha montado en una turbina existente en Breuna, Alemania, unas palas realizadas en LVL, madera laminada enchapada o capas muy finas de madera ensambladas mediante adhesivos.
La madera laminada es un material 100% biodegradable y tiene un proceso de fabricación más automatizado por la cercanía a parques eólicos
La compañía asegura que es un material 100% biodegradable, lo que minimizaría el problema de gestión una vez finalizado su ciclo de vida. Otra ventaja: una mayor automatización del proceso de fabricación, gracias a que se producen cerca de los parques eólicos. Esto se traduce, según la startup, en una reducción del 78% las emisiones derivadas de su fabricación y un ahorro del 20% de los costes.
Otras alternativas pasan por la reutilización de las infraestructuras mediante la venta en otros mercados. El reciclaje mecánico tritura las palas viejas y emplea el resultante en otros productos, como hormigón o aislamientos de construcción. El térmico o químico emplea distintos procesos para reaprovechar las fibras, separándolas de las resinas.
Los esfuerzos en España en este sector se han incrementado en los últimos 5 años, en parte gracias al apoyo de distintas administraciones; por ejemplo, las ayudas específicas del Gobierno para la creación de plantas de tratamiento de palas. Instalaciones como las de Lumbier y Cortes, en Navarra, o la de León tienen previsto abrir entre 2024 y 2025.
Precisamente esta última planta está financiada en parte con fondos europeos, a través del consorcio de 14 empresas Blades2Build. Y es que en Europa también se están moviendo iniciativas de interés, como la de Continuum, una empresa que convierte las palas en material reciclable para edificios. Entre sus planes, abrir seis plantas de reciclaje por el continente, empezando por Dinamarca y Reino Unido. La investigación en nuevos materiales, la reutilización de infraestructuras usadas o la apuesta por distintas formas de reciclaje son las respuestas con las que la industria eólica quiere encontrar maneras de reciclar elementos que, hasta hoy, lastraban la etiqueta de energía totalmente limpia.