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Deporte y cuidado del medio ambiente, binomio emergente (y urgente)

En el pasado, muchos eventos deportivos impactaron negativamente en el medio ambiente, pero hoy diversas iniciativas muestran que el deporte puede ser una herramienta plenamente eficaz para reducir la huella de carbono y proteger el planeta.


En las últimas décadas, muchos de los grandes eventos deportivos han supuesto graves efectos negativos sobre el medio ambiente. Por ejemplo, el Mundial de fútbol de 2014, en Brasil, emitió más de 2,7 millones de toneladas de CO2. Asimismo, la huella de carbono de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y Río 2016 fue de alrededor de 3,5 millones de toneladas. Afortunadamente, esto no sucedió en Tokio 2020 porque se celebró sin espectadores, y no ocurrió este verano en París porque se han tomado cartas en el asunto: se redujo a la mitad la huella de CO2.

Dado que la crisis medioambiental es una preocupación global, se requieren acciones coordinadas (y urgentes) para abordar sus consecuencias, y en este contexto, el deporte quiere demostrar que puede ser una herramienta poderosa para generar un impacto positivo, además de redimirse de sus errores del pasado. De este modo, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU reconocen el papel del deporte en la lucha por la sostenibilidad ambiental, pues contribuyen a la consecución del ODS 13 («adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático») y el ODS 15 («conservar la vida de ecosistemas terrestres»).

Hoy más que nunca, las organizaciones deportivas tienen la capacidad de educar a su comunidad y promover valores de desarrollo sostenible, que incluyen el uso eficiente de energías renovables, la reducción de residuos, la minimización del ruido, el fomento de productos ecológicos, la preservación del patrimonio cultural y la lucha contra la violencia deportiva.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU reconocen el papel del deporte en la lucha por la sostenibilidad ambiental, y contribuyen a la consecución del ODS 13 y el ODS 15

A nivel internacional, hay numerosas iniciativas que conciencian sobre el uso respetuoso del medio natural. Entre ellas, Earth Hour Run es una carrera organizada por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), cuyo objetivo es sensibilizar sobre la importancia de la conservación del medio ambiente. En este evento anual, los participantes salen a correr durante la Hora del Planeta, que es un apagón eléctrico voluntario.

Otro caso es el de PADI Aware, un movimiento de la Asociación Profesional de Instructores de Buceo (PADI) centrado en la conservación marina. La iniciativa incluye programas como Dive Against Debris, que moviliza a los buceadores y entusiastas del mar para recoger residuos bajo el agua.

Indudablemente, el abandono de residuos en entornos naturales es un problema que afecta gravemente a la conservación del medio ambiente, y en España también hay iniciativas que luchan contra ello. El proyecto LIBERA, de Ecoembes y SEO/BirdLife, en colaboración con la Asociación del Deporte Español (ADESP), trabaja para mantener los espacios naturales libres de residuos y sensibilizar a la ciudadanía sobre su impacto negativo. En su cometido, esta iniciativa forma a deportistas amateurs como «ecovoluntarios» para concienciar sobre el problema de la basuraleza en eventos deportivos. También quiere crear «ecoembajadores», deportistas de élite que difunden las acciones del proyecto a través de sus redes sociales.

Proyectos nacionales e internacionales, como Earth Hour Run, PADI Aware, LIBERA o Plogging Tour ilustran cómo practicar un deporte es compatible con la defensa del medio ambiente.

Por otro lado, el Plogging Tour España es otra iniciativa que combina el deporte con la acción medioambiental. El plogging es un concepto que combina jogging (correr) y plocka upp (recoger), y se refiere a la práctica de recoger basura mientras se corre. En muchas ciudades españolas se organizan eventos en los que los participantes se dedican a correr o caminar mientras recogen residuos del entorno. Estos eventos promueven tanto la actividad física como la limpieza de espacios naturales y urbanos.

En conclusión, durante los últimos años han surgido iniciativas que incorporan criterios ambientales en la gestión deportiva y organización de eventos, una demostración de que el deporte puede contribuir a la protección medioambiental. Ahora bien, si el objetivo es que el deporte no sea el estandarte de huellas de carbono de 3,5 millones de toneladas, se requiere el esfuerzo colectivo de todas las partes interesadas, gobiernos y ciudadanos, para adoptar prácticas respetuosas con el planeta y crear un futuro prometedor.

Florence Nightingale, la «dama de la lámpara» que sentó las bases de la enfermería

Florence Nightingale

Florence Nightingale, conocida como la «dama de la lámpara», es una figura icónica en el sector de la salud. Su vida y trabajo no solo transformaron la enfermería, sino que también sentaron las bases de la sanidad moderna, poniendo un énfasis vital en la higiene y el cuidado integral de los pacientes.


Nacida el 12 de mayo de 1820 en Florencia (Italia) en el seno de una familia acomodada británica, Florence Nightingale desafió las expectativas sociales de su época. En un tiempo donde se esperaba que las mujeres de su estatus se dedicaran a labores domésticas y sociales, encontró su vocación en la enfermería, una profesión poco valorada en la sociedad victoriana. Desde muy joven, Nightingale mostró un interés profundo por el bienestar de los demás. A pesar de la fuerte oposición de su familia, que consideraba la enfermería una ocupación inadecuada para una mujer de su clase, perseveró y estudió en el Instituto de Diaconisas Protestantes en Kaiserswerth (Alemania), continuando su formación en hospitales en Francia, donde adquirió conocimientos esenciales que más tarde aplicaría en su carrera.

Impulsó que todas las generaciones de enfermeras descubrieran el concepto de «cuidar de uno mismo, del entorno y al paciente»

La dama de la lámpara

El punto de inflexión en la vida de Florence Nightingale llegó con la Guerra de Crimea (1853-1856). Enviada a un hospital militar británico en Scutari (Turquía), Nightingale quedó horrorizada por las condiciones insalubres y caóticas que encontró. Las tasas de mortalidad eran alarmantemente altas, no solo por las heridas de guerra, sino también por las enfermedades infecciosas que proliferaban en un entorno de higiene deficiente. Con determinación y una visión clara, implementó una serie de reformas que transformaron radicalmente el hospital, realizando prácticas de limpieza estrictas, mejorando la ventilación y estableciendo un sistema de alimentación y ropa limpia para los pacientes. Su impacto fue inmediato consiguiendo que la tasa de mortalidad se redujera drásticamente. Fue durante este tiempo que recibió el apodo de «la dama de la lámpara», ya que se la veía haciendo rondas nocturnas con una lámpara para atender a los heridos, brindándoles no solo cuidados médicos, sino también consuelo y esperanza. 

En 1860, fundó la Escuela Nightingale de Enfermería en el Hospital St. Thomas, en Londres

La mejora de la sanidad

El trabajo de Florence Nightingale no terminó con la guerra. A su regreso a Inglaterra, se dedicó a la reforma de la sanidad pública y la profesionalización de la enfermería. En 1860, fundó la Escuela Nightingale de Enfermería en el Hospital St. Thomas, en Londres. Esta fue la primera escuela laica de enfermería en el mundo, y su enfoque en la formación rigurosa y ética profesional sentó las bases para la enfermería moderna. Tuvo un gran impulso en todas las generaciones de enfermeras para que descubrieran el concepto de «cuidar de uno mismo, del entorno y al paciente, a través de toda su obra. Nightingale también fue una pionera en el uso de la estadística para mejorar los cuidados de la salud ya que utilizó gráficos y datos para demostrar la efectividad de sus métodos, influenciando a políticos y líderes de salud pública a implementar sus recomendaciones.

La vida de Florence Nightingale es un testimonio de la fuerza del compromiso y la compasión y su legado perdura en cada hospital, en cada práctica de salud y en cada enfermera formada bajo los principios que ella estableció. Como pionera de la enfermería moderna, no solo salvó innumerables vidas, sino que también dignificó una profesión crucial, mostrando al mundo el poder transformador del cuidado y la dedicación. Su historia inspira a seguir luchando por la excelencia en la atención médica, recordándonos que un solo individuo, con pasión y determinación, puede cambiar el curso de la historia.

El agua potable y segura no es una realidad para todo el mundo

agua potable

Una de cada cuatro personas en el mundo no tiene acceso a agua segura. El cambio climático y la superpoblación empeoran la situación, especialmente en las zonas menos desarrolladas.


En 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció el derecho fundamental al acceso al agua limpia para su consumo. Sin embargo, más de una década después, esta declaración sigue siendo una ilusión para una parte considerable de la población mundial. La escasez de agua y la contaminación continúan afectando a más de 2.000 millones de personas, y solo un 73% de la población se hidrata de forma segura, con las consecuencias para la salud y el desarrollo que eso supone, según alerta la Organización Mundial de la Salud

En África subsahariana, solo el 31% de la población tiene acceso a agua potable, frente al 97% de Norteamérica

La escasez de agua es un problema crítico en muchas partes del mundo. En grandes regiones como el África subsahariana, la aridez natural combinada con el crecimiento poblacional y una inadecuada gestión de los recursos hídricos han llevado a una crisis de disponibilidad de agua. Es la región donde, a día de hoy, menos población tiene acceso al agua potable: un 31%, lejos del 93% de Europa o el 97% de América del Norte. Asia es la región donde más ha crecido este porcentaje en las últimas décadas, pasando del 56% al 75% de la población que puede acceder a agua limpia, según datos de la OMS y UNICEF.

 

El cambio climático está empeorando esta situación. Los patrones de lluvia cada vez más irregulares y el aumento de las sequías están reduciendo las fuentes de agua dulce disponibles. Además, en algunas regiones, los glaciares que proporcionan agua a ríos y lagos se están derritiendo rápidamente, lo que reduce las reservas de agua a largo plazo. La ONU alerta de que, de seguir así, para 2050 hasta 2.400 millones de personas (1,7 veces la población de China) podrían enfrentarse a la escasez de agua.

Tener acceso al agua no garantiza tampoco su uso seguro. Al menos 1.700 millones de personas en todo el mundo toman agua de fuentes contaminadas con heces, lo que provoca enfermedades como el cólera, la disentería y la fiebre tifoidea. Estas enfermedades transmitidas por el agua son responsables de la muerte de más de 485.000 personas cada año, la mayoría de ellas niños y niñas menores de cinco años.

En zonas rurales de países en desarrollo, la falta de infraestructuras básicas de saneamiento obliga a las comunidades a depender de ríos, lagos y pozos contaminados. En Bangladesh, por ejemplo, muchas fuentes de agua están contaminadas con arsénico, un problema que afecta a unos 20 millones de personas y provoca graves problemas de salud a largo plazo, como cáncer de piel y enfermedades cardiovasculares. La contaminación industrial y agrícola también contribuye a la degradación de la calidad del agua, afectando tanto a la salud humana como a los ecosistemas.

Cada año 485.000 personas mueren por enfermedades relacionadas con la calidad del agua, la mayoría niños y niñas menores de cinco años

Además, cuanto menos desarrollada es la región, más diferencia hay entre la población que vive en las ciudades y la que lo hace en el campo. Así en África subsahariana, solo el 15% de las personas que viven en zonas rurales tiene acceso a agua segura para beber, mientras que en las zonas urbanas sube al 53%. En Europa, sin embargo, la brecha es solo de 8 puntos, del 87% al 95%. 

Para abordar esta crisis, es esencial una combinación de inversiones en infraestructuras, políticas de gestión sostenible del agua y educación comunitaria. La construcción de sistemas de saneamiento adecuados y la protección de las fuentes de agua existentes son pasos cruciales. Por eso, poner en marcha iniciativas para tratar de cumplir el ODS 6 de la ONU, que busca garantizar la disponibilidad y gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos, son fundamentales.

La contaminación en las playas, un problema todavía latente

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El 96% de los españoles ha encontrado basura en las playas, según señala un reciente estudio de LIBERA. Un problema de contaminación que cobra mayor importancia en una época estival donde muchas personas pasan sus días de vacaciones cerca del mar. Por eso, conviene recordar que existen muchos pequeños gestos que ayudan a disfrutar del verano sin contaminar el ecosistema. 

La fragilidad de la salud mental en nuestro puesto de trabajo

El bienestar psicológico se ha convertido en un objetivo prioritario tras los efectos de la pandemia, la crisis económica y las tensiones sociales. ¿Cómo influye esto en el entorno laboral?


Hace diez años, en España se hablaba del ébola, del fallecimiento de Gabriel García Márquez y de la abdicación del rey emérito. Era lo que nos preocupaba en aquel momento, y otros asuntos, como la salud mental, prácticamente no existían en el debate público. Sin embargo, 84 millones de personas en la Unión Europea, o sea, uno de cada seis ciudadanos, ya luchaban entonces contra algún trastorno psicológico. Por sorpresa, en 2020 llegó el covid, dejando unas secuelas sin precedentes que se sumaron a la crisis medioambiental y a las tensiones geopolíticas, empeorando la calidad de vida de muchas personas en todo el mundo.

Hoy, la salud mental se ha convertido en una de las grandes preocupaciones de nuestra sociedad, pues afecta a todos los ámbitos de nuestra vida: familia, ocio y trabajo, al que dedicamos alrededor de un tercio de cada día. La Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo estima que más del 40% de los trabajadores sienten más estrés desde la pandemia. Además, al 50% le preocupa que revelar problemas psicológicos pueda tener un impacto negativo en su carrera, prueba de que el estigma en torno a la salud mental persiste todavía en muchos países, e impide que las personas busquen ayuda.

La Agencia Europea Seguridad y Salud en el Trabajo estima que más del 40% de los trabajadores sienten más estrés desde la pandemia

Entre todos los trastornos, la ansiedad es la más prevalente, con un 17% de los trabajadores diagnosticados con esta condición, según otro informe. Los problemas de sueño ocupan el segundo lugar (14%), seguidos de la depresión (12%). Sorprendentemente, España presenta los porcentajes más altos de trabajadores que dicen tener ansiedad o experimentar síntomas de depresión, alrededor del 50% en ambos casos.

Estos datos no deben escudarse –exclusivamente– en los estragos de la pandemia, dado que hay muchas otras razones, entre ellas el empleo precario, las grandes cargas de trabajo, las tareas repetitivas y la falta de autonomía. Todas ellas contribuyen enormemente al estrés y la insatisfacción de los empleados.

Asimismo, una cultura laboral tóxica que normaliza la discriminación y las faltas de respeto tiene un efecto nefasto a todos los niveles: un sistema con trabajadores desamparados significa un sistema ineficiente. A nivel mundial, se calcula que cada año se pierden 12.000 millones de días de trabajo debido a la depresión y la ansiedad, lo que equivale a aproximadamente 1 billón de euros por año en pérdida de productividad. Estos datos, sin duda, subrayan la urgencia de implementar medidas que promuevan la salud mental.

Cada año se pierden 12.000 millones de días de trabajo debido a la depresión y la ansiedad, lo que equivale a 1 billón de euros por año en pérdida de productividad

La Unión Europea reconoce la necesidad de una mayor acción y aboga por la introducción de una directiva europea sobre riesgos psicosociales, con el objetivo de combatir la actual «epidemia de estrés». Esta medida debe ir acompañada del esfuerzo genuino de entidades empleadoras y trabajadores de las mismas, y velar por una cultura corporativa de respeto, inclusión y apoyo mutuo.

Por otro lado, el apoyo psicológico es también un pilar fundamental. Las empresas deben proporcionar acceso a servicios de asesoramiento sobre bienestar mental, así como ofrecer herramientas a sus plantillas como, por ejemplo, talleres de manejo del estrés. Paralelamente, es recomendable sensibilizar tanto a líderes como empleados sobre la importancia de la salud mental. Al fin y al cabo, si fuimos capaces de superar las preocupaciones que teníamos hace diez años, también seremos capaces de superar los retos a los que nos enfrentamos hoy.

Malnutrición: cuando la pobreza llega al estómago

Malnutrición

Una de las manifestaciones de la pobreza es una alimentación inadecuada, lo que puede llevar a la malnutrición. Esto le ocurre hoy en día al 5,9% de los menores de 16 años en España y puede afectar su crecimiento.


La pobreza tiene muchas formas: es una cuenta bancaria en números rojos, una casa fría en invierno o un verano sin vacaciones. Pero también es una nevera sin alimentos saludables para que el organismo reciba todo lo que necesita y funcione correctamente. 

Es lo que le ocurre al 5,9% de los menores de 16 años en España, que no pueden comer una pieza de carne o pescado al menos cada dos días. Una cifra que equivaldría a casi medio millón de niños y niñas que estarían sufriendo malnutrición en el país, según un análisis de la Encuesta de Condiciones de Vida que hace la Plataforma de la Infancia. 

En España cerca de medio millón de niños y adolescentes pueden estar sufriendo malnutrición

Los más jóvenes son el grupo poblacional que más sufre esta vulnerabilidad, con una tasa que ha ido en ascenso desde 2004, cuando empieza la serie histórica. Y es especialmente grave: padecer déficit nutricional en la etapa de crecimiento puede afectar al desarrollo físico por el déficit de vitaminas y minerales, así como provocar retrasos en el aprendizaje y el avance cognitivo, según la Organización Mundial de la Salud

A nivel europeo, España se sitúa por debajo de la media si se tiene en cuenta todo el conjunto de la población. En el continente, un 8,3% no puede permitirse piezas suficientes de carne y pescado (o sus análogos vegetarianos) a lo largo de la semana, mientras que España se encuentra en un 5,4%, al mismo nivel que Austria (5%) o Estonia (5,5%). En Bulgaria y Rumanía es donde más sufren esta problemática, con cifras que se ubican por encima del 20%, mientras que Irlanda o Chipre es donde menos repercusión tiene (por debajo del 2%), según datos de Eurostat de 2022

Además, según los datos que publica cada año el Instituto Nacional de Estadística, en 2022 puede observarse que las personas con hijos dependientes son las que más padecen un índice de masa corporal por debajo de lo recomendable, lo que permite extrapolar la situación a los menores que conviven con ellos. Es así en el 6% de los casos de adultos solos con hijos dependientes, y también en el 3,5% de los hogares donde viven dos o más adultos con hijos. 

La malnutrición no es solamente una ingesta insuficiente de calorías, sino que abarca los desequilibrios provocados por cualquier alimentación inadecuada. Un exceso de grasas y azúcares en la dieta, junto con una vida sedentaria, puede provocar sobrepeso y obesidad, una realidad que es más habitual en España a medida que se pasan los 30 años, como muestra el siguiente gráfico. El dato más alarmante se da entre los mayores de 65 años, cuya tasa de sobrepeso llega al 41%.

Los mayores de 65 años son los que más sufren sobrepeso

Para paliar las consecuencias que la malnutrición tiene en la sociedad es fundamental la coordinación entre las distintas instituciones gubernamentales y sanitarias, así como la sociedad civil y la comunidad educativa.  Por eso, desde la Plataforma de la Infancia, proponen en su último informe una estrategia multicausal, que aglutine desde ayudas para la crianza, deducciones fiscales, apoyos específicos a familias monoparentales, mejora de acceso a ayudas como el Ingreso Mínimo Vital o garantizar el acceso al comedor escolar a todos los menores en situación de pobreza. 

Movilidad y salud, dos caras de la misma moneda

La calidad del aire que respiramos cada vez nos afecta más, de modo que fomentar una movilidad más respetuosa con el medio ambiente es clave para proteger la atmósfera y, por tanto, nuestra salud.


La movilidad urbana y su impacto en nuestra vida diaria es uno de los temas que más preocupan en la actualidad. Debido a su incidencia directa en la calidad del aire que respiramos: a mayor congestión de vehículos en el casco urbano, mayor exposición a gases contaminantes. Hasta 7 millones de muertes al año se relacionan con la contaminación del aire: por ello, para el medio ambiente, sino también para la salud de todos.

En el centro de Madrid se superan sistemáticamente y desde hace más de diez años los niveles legales de contaminación

El problema de la contaminación es especialmente grave en los centros urbanos, donde se concentra una gran parte de la movilidad. Mediante diversos sistemas que calculan la densidad de los contaminantes en el aire se llega a conclusiones que son, cuanto menos, apabullantes. Según la organización Ecologistas en Acción, y en base a los datos recogidos entre 2010 y 2022, en el centro de Madrid se superan sistemáticamente y desde hace más de diez años los niveles legales de contaminación aconsejados por la OMS y la Comisión Europea, con el automóvil de combustión como principal responsable de las emisiones.

¿Qué podemos hacer para mejorar el aire que respiramos? 

Además de las medidas que podemos implantar a nivel individual, como evitar movernos en coche para realizar trayectos que podamos hacer a pie o en bicicleta, priorizando el transporte público o compartido, son fundamentales acciones gubernamentales como la Ley de Movilidad Sostenible, una norma que impulsa, entre otras medidas, la industria del vehículo eléctrico y que se encuentra en tramitación parlamentaria.

Los fallecimientos provocados por la contaminación podrían reducirse hasta en un 80% si conseguimos que los niveles de contaminación atmosférica se reduzcan

El vehículo eléctrico es la principal alternativa al vehículo privado diésel o de gasolina, gracias a la reducción de emisiones que supone su uso. Aunque su producción sí genera contaminantes y perjudica la calidad del aire —especialmente si la energía utilizada es no renovable—, al provenir de centrales eléctricas será mucho más sencillo medir y controlar su presencia en la atmósfera. En cualquier caso, si lográramos una movilidad 100% eléctrica, la calidad del aire mejoraría considerablemente debido a la reducción de emisiones, ya que los vehículos eléctricos no contaminan por sí mismos.

La recuperación de los centros urbanos como lugares en los que poder respirar sin poner en peligro la salud es posible si centramos nuestros esfuerzos en hacer más sostenible y saludable nuestra movilidad: los fallecimientos provocados por la contaminación podrían reducirse hasta en un 80% si conseguimos que los niveles de contaminación atmosférica se reduzcan y lleguen a los parámetros propuestos por la OMS.

Enfermedades raras: una realidad pero no una prioridad

El 29 de febrero se celebra el Día Internacional de las enfermedades raras para dar visibilidad a estas afecciones, generar mayor conciencia a nivel global y ayudar a reducir la brecha de desigualdad frente a otras patologías más comunes.


Patricia Cavanillas es madre de Marta, una adolescente de 14 años de edad que padece Idic15, una duplicación del cromosoma 15q que está relacionada con el trastorno del espectro autista (TEA), el retraso mauritano, el déficit de atención, la hiperactividad, la epilepsia y los problemas de psicomotricidad. «Un auténtico cóctel molotov», según lo define Patricia, que es miembro de la Asociación Idic15, que aglutina a los afectados por esta enfermedad rara.

Las enfermedades raras, como el Idic15 que padece Marta, son aquellas que tienen una baja prevalencia en la población y afectan a menos de 5 personas por cada 10.000 habitantes, según datos de la Federación de Enfermedades Raras (FEDER). En total, existen en el mundo más de 300 millones de personas con este tipo de enfermedad (3,5% de la población mundial), y tres millones en España. El 72% de ellas son genéticas.

Las enfermedades raras afectan a menos de 5 personas por cada 10.000 habitantes.

Según datos de Orphanet, organización dedicada a nuclear información sobre enfermedades raras y medicamentos huérfanos en Europa,​​ existen más de 7.000 enfermedades raras, que se caracterizan por una diversidad de trastornos y síntomas que varían no sólo de una enfermedad a otra sino también de un paciente a otro. Esta especificidad en las diferentes patologías lleva, en muchas ocasiones, a la confusión del diagnóstico derivando en el retraso del tratamiento final, según los estudios realizados por el Instituto de Investigación de Enfermedades Raras del Instituto de Salud Carlos III (IIER, ISCIII) y otras organizaciones especializadas.

En esta línea, y según las mismas investigaciones, más del 56% de las personas que padecen una enfermedad rara ha esperado más de un año en obtener un diagnóstico para su enfermedad y casi el 21%, más de una década. Mientras se demora el tiempo de diagnóstico, el paciente no suele recibir ningún apoyo ni Tratamiento, o peor aún, en muchas ocasiones, reciben tratamientos inadecuados.

Enfermedades raras en la agenda global

Para paliar las dificultades a las que se enfrenta este colectivo, la mejor solución es apostar por un abordaje global de las enfermedades raras, y como sugiere FEDER, incluyéndolas en las prioridades de la Agenda 2030. «Hay que tener en cuenta que la inclusión, la equidad y la salud son principios que vertebran la Agenda 2030. Las personas con enfermedades raras afrontan desafíos significativos como el diagnóstico tardío, la falta de opciones de tratamiento o el aislamiento social, con lo que están mucho más expuestas a la pobreza y a la exclusión» explica Ana Múgica, coordinadora del Plan Familia de la Fundación Adecco, institución que colabora con FEDER por la inclusión laboral de las personas con enfermedades raras.

Cuando Marta alcance la edad para integrarse en el mercado laboral, tendrá que enfrentarse a otros de los retos que pretenden alcanzar los ODS como es el acceso a un trabajo decente (ODS 8). En este sentido, Ana Múgica subraya que el trabajo es un vehículo esencial para que las personas con enfermedades raras se realicen y lleven una vida normalizada. Igualmente, asegura que desde la fundación demandan medidas que protejan el derecho al trabajo de estas personas y sus familias como la flexibilización de horarios, la adecuación de condiciones laborales en función del tipo de necesidad, el incremento de ayudas, oportunidades de formación y desarrollo profesional adaptadas a este colectivo, la sensibilización en el ámbito laboral, así como la información y asistencia sobre derechos laborales.

Solo en España más de 3 millones de habitantes padecen una enfermedad rara

Su plena inclusión, tal como explica la coordinadora de Adecco, se alinea con los ODS de salud y bienestar, la reducción de las desigualdades, el fin de la pobreza y el trabajo decente para todos. Por su propia naturaleza, las enfermedades raras requieren de una investigación especializada que exige colaboración, alianzas e inversión, elementos presentes en la agenda de Naciones Unidas.

El día de las enfermedades raras

El 29 de febrero, el día más raro del año, es también el día de las enfermedades raras. Creado y coordinado por EURORDIS, sirve para crear conciencia y reivindicar medidas a favor de esta población vulnerable.

Cuando la salud y el cambio climático avanzan en la misma dirección

En un momento en el que la preocupación por el cambio climático no deja de crecer y sus efectos secundarios tocan a nuestra puerta, la salud se convierte en protagonista de la agenda climática.


El calentamiento global no tiene fronteras y tiene en alerta a autoridades, agentes económicos y sociales alrededor del mundo. Sus consecuencias, y la necesidad imperiosa de implementar soluciones coordinadas, se han discutido en el último Foro Económico Mundial celebrado en Davos.

Entre los múltiples debates que tuvieron lugar en la ciudad suiza, ha generado especial preocupación el impacto que tienen las alteraciones climáticas en la salud, dado el alarmante aumento de enfermedades y muertes en los que han derivado.

El Foro Económico Mundial pronostica 14,5 millones de muertes en 2050 a causa de la crisis climática

El último informe del organismo internacional clasifica seis tipos de eventos climáticos a tener en cuenta: lluvias extremas e inundaciones, sequías severas, olas de calor, tormentas tropicales, incendios forestales y el aumento del nivel del mar. Este análisis indica que, aunque se logre limitar el calentamiento global a 1,5°C, el impacto será significativo, especialmente en poblaciones vulnerables (ancianos y niños), zonas costeras densamente pobladas y climas cálidos, lo que aumentará su vulnerabilidad ante enfermedades. Además, afectará la equidad de los servicios de salud en las regiones con peores recursos sanitarios.

Según las proyecciones del estudio, para 2050 el calentamiento global podría ocasionar hasta 14,5 millones de muertes y derivar en una carga adicional sobre las infraestructuras y recursos humanos médicos, para los cuales se estima que serán necesarios 1,1 billones de dólares en inversiones.

Es evidente que los eventos climáticos extremos y el desplazamiento forzado afectan físicamente a la población. Sin embargo, ¿cuáles son las consecuencias psicológicas de vivir en un mundo más cálido y transformado? Según los especialistas, el creciente impacto del cambio climático en la salud mental no debe subestimarse: la ansiedad, la depresión y el trastorno de estrés postraumático están en aumento y representan un gasto sanitario cuantioso. Por ejemplo, se calcula que el tratamiento de los trastornos de ansiedad desencadenados por las inundaciones puede alcanzar los 198.000 millones de dólares, según el informe del Foro Económico Mundial.

Debemos reconocer y aceptar las emociones relacionadas con el cambio climático para abordarlas de manera constructiva

Afortunadamente, cada vez hay más especialistas dedicados a investigar la relación entre el cambio climático y la salud mental. Britt Wray, científica de Stanford Medicine, autora de Generation Dread: Finding Purpose in an Age of Climate Crisis (que podría traducirse como «Terror generacional: encontrando el propósito en la era de la crisis climática»), ha creado un boletín semanal llamado Gen Dread en el que habla sobre cómo convivir con la ansiedad climática.

En su obra, Wray explica cómo la crisis ambiental afecta a nuestra salud mental y plantea algunas medidas para abordarlo de la mejor manera. Entre ellas, sugiere reconocer y aceptar las emociones relacionadas con el cambio climático, como el miedo y la tristeza, para poder abordarlas de manera constructiva. Además, habla de fortalecer los lazos comunitarios, ya que pueden proporcionar apoyo emocional y ayudar a las personas a sentirse más empoderadas. Además, sugiere participar en acciones individuales y colectivas, como votar por políticas climáticas y presionar a las instituciones y a las empresas para que tomen medidas más significativas.

Policrisis, ¿la palabra para definir nuestra época?

Policrisis

En un mundo cada vez más conectado, una serie de factores como el cambio climático, los conflictos o la crisis de materias primas se interrelacionan y nos obligan a modificar la forma de gestionar los desafíos. 


Para algunos, es el término con el que deberíamos explicar el mundo actual. La policrisis, es decir, la combinación de crisis globales interrelacionadas, fue la palabra utilizada por el Foro Económico Mundial en Davos en 2023 para ilustrar la situación actual del planeta en su Informe de Riesgos Globales

Cuando hablamos de crisis globales nos referimos al cambio climático, el peso creciente de la inflación, la polarización política y social, las tensiones geoeconómicas y la crisis de materias primas, entre otras: factores críticos que, en un mundo cada vez más integrado, se entrelazan entre ellos. 

El Foro Económico Mundial predice que el fracaso de la acción climática marcará la próxima década

Un ejemplo de este efecto dominó lo vimos con la invasión rusa en Ucrania: el conflicto provocó un fuerte aumento en los precios de los alimentos y de la energía que ha sacudido los mercados globales y ha provocado un aumento del hambre en el mundo. Otro ejemplo son los cada vez más visibles efectos del calentamiento global (como las inundaciones o las sequías), que han convertido en refugiadas climáticas a millones de personas

Una mirada a la próxima década

El informe del Foro Económico Mundial hace un análisis de estos desafíos a largo plazo. Entre sus predicciones, señala que el coste de vida dominará los riesgos globales en los próximos dos años, mientras que el fracaso de la acción climática marcará la próxima década. Además, predice que las crisis de alimentos, combustibles y costes exacerbarán las vulnerabilidades sociales y que empeorarán los conflictos y los riesgos asociados a la ciberseguridad. 

¿Y cuál será el colectivo más afectado? La infancia, como advierte el informe Prospects for Children in the Polycrisis de UNICEF. Un ejemplo lo encontramos en el aumento de precios, que impacta dramáticamente en las familias más vulnerables; otro, en el cambio climático, cuyos efectos vivirán más intensamente las generaciones futuras. 

Revertir la policrisis

Sin embargo, aún podemos dar la vuelta a esta década que se presenta sombría, cambiando la forma de gestionar sus desafíos. 

El informe de UNICEF propone, en primer lugar, invertir en la previsión y la gobernanza anticipada de riesgos futuros. En segundo lugar, llevar a cabo cambios sistémicos en la gobernanza de los bienes públicos y las instituciones internacionales, por ejemplo, en la infraestructura sanitaria, los sistemas alimentarios y energéticos, la arquitectura financiera global y la tecnología digital. 

Debemos escuchar las necesidades y propuestas de todos los ciudadanos, incluyendo a la infancia

Finalmente, los autores sugieren una mayor cooperación y coordinación entre las naciones y las distintas generaciones. Para ello, debemos escuchar las necesidades y propuestas de toda la ciudadanía, incluyendo especialmente a la infancia: ya que será quien más sufran los impactos de la policrisis. Los niños, niñas y adolescentes deben ser parte del proceso de búsqueda de un futuro mejor.