A las pocas semanas de ocupar, en julio de 2019, la presidencia de la Comisión Europea, la alemana Ursula Von der Leyen hizo toda una declaración de intenciones con la presentación del Pacto Verde Europeo. El texto se detalló a finales de ese año y supone, sin duda, la iniciativa más ambiciosa y decidida en la historia de la Unión Europea para ganar la batalla contra el cambio climático.
En el horizonte, un objetivo titánico: eliminar por completo la emisión de gases de efecto invernadero en 2050, esto es, alcanzar la “neutralidad climática” en un tiempo récord. Para lograrlo, Von der Leyen y su equipo en la Comisión insisten sin cesar en que hace falta un andamiaje legislativo robusto y una secuencia de etapas realista que nos conduzcan a la plena descarbonización en la fecha fijada. Pero más importante aún, serán necesarias altas dosis de voluntad por parte de los países miembros. Un afán de acción coordinada entre políticos, empresas y ciudadanos que se origine y alimente en la conciencia de lo mucho que nos jugamos.
“La lucha contra el cambio climático es la prioridad absoluta de nuestra época”
En una charla TED pronunciada tras darse a conocer el pacto, Von der Leyen no escatimó en retórica contundente al desglosar el gran desafío que la Unión Europea se ha marcado para la mitad de este siglo. “La lucha contra el cambio climático es la prioridad absoluta de nuestra época”, sentenció. La presidenta de la Comisión apeló al pasado de un continente que se levantó “sobre las cenizas de dos guerras mundiales” para garantizar “una paz duradera”. Dijo esto para recordar que la UE cuenta “con un buen historial a la hora de concretar con éxito proyectos ambiciosos”. Antecedentes que animan al optimismo frente a lo que implica el pacto: “liderar a todo un continente hacia la transición a la energía limpia, reinventar nuestra infraestructura y mucho, mucho más”. Algo que, admitió, “puede sonar abstracto y enorme”, aunque para ella resulta a todas luces “posible”.
Durante el debate sobre el Estado de la Unión, celebrado a mediados del pasado mes de septiembre, Von der Leyen añadió enfatizó que el “cambio climático supone la mayor crisis planetaria de todos los tiempos”, aunque trazó un horizonte de esperanza sustentado en el pacto y la ley que ella misma ha promovido y en una juventud que da muestras crecientes de “solidaridad, empatía y responsabilidad”.
Prioridad absoluta de nuestra época
El pasado mes de julio, el Consejo Europeo dio a propuesta de la Comisión un paso definitivo al aprobar la Ley Europea del Clima, que otorga un carácter vinculante a los objetivos del pacto. La ley prevé la creación de un consejo consultivo científico que supervise el proceso, exhaustivas evaluaciones y toda una batería de opciones que aterricen la transición energética en el contexto de cada país: incentivos, medidas de apoyo, inversiones... De aquí a 2030, las emisiones de gases de efecto invernadero tendrán que reducirse un 55% respecto a los niveles de 1990. Y en 2050, cero emisiones. La nueva legislación también asegura que el cambio hacia la energía limpia sea irreversible.
Con la Ley Europea del Clima las emisiones de gases de efecto invernadero tendrán que reducirse un 55% en 2030 respecto a los niveles de 1990
Con la mirada puesta en 2030, la Unión Europea ha diseñado además un paquete de medidas conocido como Fit for 55, nombre relativo a la reducción de emisiones que se pretende alcanzar ese año. Lo componen 13 reformas legislativas y un amplio abanico de campos de acción, desde la ampliación del comercio de emisiones hasta la instauración de un impuesto ecológico en las fronteras externas de la Unión Europea.
También se va a establecer mayor presión fiscal a los combustibles fósiles (petróleo, gas) y menor a la electricidad. Con ello, se prevé que la venta de motores de combustión en la industria automovilística caiga drásticamente debido al fuerte incremento de los precios y que se establezcan limitaciones a la proliferación de vuelos cortos y altamente contaminantes en el sector aeronáutico. El incremento masivo de los surtidores de carga vehículos eléctricos y el fomento de las casas ecológicas son otros aspectos contemplados en Fit for 55. Cuando llegue 2030, será el momento de poner en marcha, con la vista en 2050, el Fit for 100.