Los mares son esponjas de dióxido de carbono. Su absorción es clave para la mitigación del cambio climático. Según datos de Naciones Unidas, los océanos capturan y secuestran alrededor de un tercio del CO2 producido por la actividad humana. Lo incorporan y almacenan para volverlo bicarbonato, en su reacción con el agua, o carbonato de calcio, presente en corales y moluscos. Pero también juegan un papel importante las algas, pues con su fotosíntesis ayudan a convertir el CO2 en carbono orgánico y paliar los efectos del cambio climático.
En los últimos años se ha comenzado a investigar e invertir en el potencial de las plantas marinas para el futuro de la sostenibilidad. Diversos proyectos, como el Bosque Marino de Red Eléctrica, están apostando, por ejemplo, por el cultivo y la reforestación de las praderas degradadas de posidonia oceánica, un agente natural del secuestro de carbono y de la preservación de los ecosistemas mediterráneos.
Revolución acuática
Varios expertos están trabajando en el cultivo de la Zostera marina, una planta acuática que, además de contribuir a retirar el carbono azul de la atmósfera, evita la erosión de los fondos marinos, beneficia las zonas de refugio y reproducción de la fauna oceánica y reduce la acidificación de los mares. Y también está siendo utilizada en gastronomía.
Los océanos ofrecen oportunidades doradas para el desarrollo de energías renovables y el fortalecimiento de la economía verde
Tras el descubrimiento del chef Ángel León, quien la bautizó el “cereal del mar”, se encontró que las propiedades nutritivas de esta planta, alta en proteínas, vitaminas y minerales, la convierten en un alimento revolucionario que no deja huella hídrica pues no requiere de riego ni abonos.
El biólogo José Lucas Pérez Llorens, quien desarrolla un proyecto de vivero en Cádiz financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación para repoblar parte del litoral, ha explicado que los beneficios de la Zostera marina van aún más lejos. Como dijo a la Agencia Sinc, “hace 14.000 años que las algas se utilizan como medicina, ya sea como cataplasmas para curar heridas o para tratar enfermedades”. Además, se están utilizando en la industria de la cosmecéutica, pues están compuestas de polifenoles, unas moléculas que evitan la oxidación celular.
Algas para la energía limpia
Las algas también se están alzando como material privilegiado para producir sustitutos del plástico y biocombustible, una solución revolucionaria para generar energía verde. A pesar de que su desarrollo es todavía incipiente, se espera que los biocombustibles de biomasa de algas puedan utilizarse de forma generalizada en el transporte, lo que reduce las emisiones de carbono y alivia la dependencia del petróleo. Incluso algunas compañías automotrices como Mazda y Honda han investigado en la materia, y hasta la petrolera Exxon invirtió hace unos años 350 millones de dólares en sus intentos de desarrollar biocarburante a base de algas.
Plantas acuáticas como el llamado "cereal del mar" se alzan como un alimento revolucionario con grandes propiedades y que no dejan huella hídrica
Toda esta innovación científica demuestra que los océanos guardan tesoros para la bioeconomía en sectores tan diversos como la farmacéutica o las energías renovables, y que invertir en la investigación de las algas puede ser la clave para la transición energética y luchar contra el hambre en el mundo. El océano no solo cubre tres cuartas partes del planeta sino que, además, desde ahora, y sobre todo en los próximos años, jugará un rol preponderante para combatir la crisis climática y contribuir al desarrollo social.