Categoría: Agenda 2030

Así podemos reducir nuestra huella ecológica en internet

Aunque es difícil de percibir, la huella ecológica digital no se trata de un posible problema futuro sino de una realidad que a día de hoy ya tiene un importante peso. Cada uno de nosotros deja, en sus travesías digitales, pequeños impactos en el medio ambiente que, como esquirlas, dejan una senda intransitable. Es más, sus emisiones de gases de efecto invernadero se pueden medir incluso en toneladas de dióxido de carbono.

La visualización de media hora de una película en streaming emite 1,6 kilogramos de dióxido de carbono, lo que equivaldría a conducir 11 kilómetros en un coche

Cuando enviamos un correo electrónico emitimos entre 4 y 50 gramos de dióxido de carbono, en función de si lleva documentos adjuntos o no, según cálculos de The Carbon Literacy Project, y cuando vemos media hora de una película en streaming emitimos 1,6 kilogramos de CO2, una cantidad similar a la que generaríamos conduciendo un coche de gasolina durante algo más de 11 kilómetros (según datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente, un coche de gasolina de tamaño mediano emite de media unos 143 gramos de CO2 por kilómetro). Según datos de 2019 publicados por Netflix, la compañía consumió a nivel global 451.000 megavatios por hora al año, lo que es equivalente al nivel de energía necesario para atender las necesidades de 37.000 hogares. Esto ocurre por una razón sencilla, si bien oculta tras nuestras pantallas: el universo digital es, en realidad, una enorme maraña de cables escondida tras las numerosas filas de servidores que dan cobijo a internet.

Cómo reducir esta huella ecológica en pocos pasos

Limitar este impacto ambiental es relativamente sencillo. En cualquier caso, se trata de racionalizar tanto como sea posible nuestra actuación digital. Esto es evidente en el caso de los correos electrónicos: cuantos menos mensajes superfluos enviemos, menor será, a su vez, nuestra propia huella de carbono. Este servicio, por tanto, debería restringirse a intercambios de importancia considerable, sin los que el engranaje corporativo —o personal— se vuelve imposible de manejar. Los porcentajes no mienten: el 61% de los e-mails no son esenciales, mientras que el 68,8% del tráfico de correo electrónico es puro spam. También es positivo sustituir el envío de mensajes por un sistema de documentos compartidos, como es el caso de las organizaciones que funcionan establecidas bajo el combustible de la nube digital. Incluso la compresión del tamaño relativo a los archivos adjuntos en los correos —así como la eliminación de aquellos que ya no nos interesan— se define actualmente como una medida positiva.

Otras medidas conciernen principalmente al tiempo de uso. Es el caso no solo de las redes sociales, donde se invierte una gran cantidad de minutos a lo largo del día, sino también del ordenador. ¿Es necesario dejarlo encendido durante todo el día o, por el contrario, es posible apagarlo? Si la última opción es plausible, hemos de saber que con ello ahorraremos una considerable cantidad energética, al igual que ocurre con otros objetos electrónicos, como la televisión. El consumo de tiempo en internet, por lo tanto, es más o menos equivalente a la producción contaminante: cuanto más tiempo invirtamos en la red, más emisiones produciremos. Esto nos retrotrae a un factor principal de la sostenibilidad, como es el consumo responsable.

Cuanto más tiempo invirtamos en la red, más emisiones produciremos

También hay alternativas que funcionan como un pequeño contrapeso, tal como ocurre con el ejemplar caso de Ecosia, un buscador online con el que se elimina hasta 1 kilogramo de dióxido de carbono. Si la pregunta es cómo, la respuesta es sencilla, ya que los usuarios que utilizan este peculiar buscador estarían plantando árboles con cada solicitud de búsqueda. Con esto no solo se vuelve neutral en cuanto al impacto del carbono; ayuda a eliminarlo de forma activa. Según sus datos, Ecosia ha plantado ya 130 millones de árboles.

Toda acción individual, eso sí, aumenta su potencia si la transformamos hacia una acción colectiva. Así, si nuestro entorno más cercano consigue eliminar esas pequeñas fuentes de contaminación, estaremos multiplicando la reducción de esta huella de carbono. No obstante, todo se reduce a una constante sencilla por la que cabe preguntarse si merece la pena este gasto de nuestro tiempo en la red. Una pregunta crucial en cuanto a que la emisión de gases por actividad digital, ahora mismo, parece depender tan solo directamente de nosotros. Puede que para mirar al futuro debamos dirigir nuestros ojos, hoy, fuera de la pantalla.

Las bicicletas no son solo para el verano

La bicicleta es un modo de transporte tradicional (se inventó en el siglo XIX), y es muy común en zonas rurales de España. Un uso que se intensifica especialmente  durante los meses de verano, momento en que este tipo de vehículos inundan los puertos de montaña con deportistas ávidos de adrenalina o  las calles de los pueblos como forma alternativa de transporte. Sin embargo, la bicicleta cada vez gana mayor protagonismo en las apuestas por una movilidad más sostenible en las grandes ciudades, donde el reparto modal actual lo encabeza el vehículo privado y otros medios más contaminantes, menos saludables y más peligrosos.

En 2020 se vendieron en España más de un millón y medio de bicicletas nuevas, un 24,1% más que en el año anterior

Es el caso de España, donde el pasado mes de junio se presentó la hoja de ruta que se seguirá para el fomento de la bicicleta como medio de transporte activo: la Estrategia Estatal por la Bicicleta. Y es que, a pesar de nuestro clima mediterráneo, que favorece el uso de este tipo de vehículo, España se queda a la cola en porcentaje de uso en comparación con los países europeos vecinos. Según los datos del Barómetro de la Bicicleta en España 2019, elaborado por la Dirección General de Tráfico y la Red de Ciudades por la Bicicleta, la media diaria española de uso de la bicicleta es del 3,5%, mientras que, según recoge el último Eurobarómetro, la media diaria europea en 2014 ya se situaba en el 8%.

Pese a ello, los datos de los últimos años en nuestro país son mucho más halagüeños para las dos ruedas: 2020 fue el año en el que —posiblemente como consecuencia de la pandemia— el uso de la bicicleta despegó en España, con más de millón y medio de bicicletas nuevas vendidas (un aumento del 24,1% respecto a 2019). Por ello, ahora es más necesario que nunca apostar por la infraestructura necesaria, por la interconectividad entre diversos medios de transporte y por las subvenciones y ayudas para aquellos que deseen desplazarse sobre sillín.

Con el objetivo de que el transporte activo (aquel que implica un esfuerzo físico) gane terreno al vehículo privado, se ha iniciado una reconfiguración de los modelos de ciudad actuales, apostando por urbes mucho más accesibles y cercanas. De hecho, dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, la movilidad activa aparece como uno de los ejes principales y aúna cerca de 3.000 millones de euros para la creación de zonas de bajas emisiones, iniciativas de movilidad peatonal y la promoción del uso de la bicicleta.

La bicicleta como motor de transformación de las ciudades

Existen tres ejes fundamentales en la construcción de la Estrategia Estatal de la Bicicleta: la seguridad de las personas, que vuelve a las bases de la movilidad; la interdependencia entre la sostenibilidad, social, económica y medioambiental; y la cada día más necesaria conectividad, en sus dos vertientes: la digitalización del sector de la movilidad y la conectividad multimodal del territorio. Para ello, se van a impulsar acciones alrededor de cinco prioridades: avanzar en la movilidad sostenible a través de un cambio modal a la bicicleta; promover la vida saludable mediante la movilidad activa; aprovechar el potencial del cicloturismo; fomentar y proteger el ocio y el deporte en bicicleta; y la coordinación en la acción del Estado en el impulso de la bicicleta.

La bicicleta funciona como mecanismo de transformación de las ciudades, haciéndolas más justas, seguras y limpias

Y es que la bicicleta es un verdadero motor en la transformación de las ciudades, con beneficios que empiezan por la movilidad urbana y pasan la garantía de una mayor autonomía de ciertos sectores de la población, como pueden ser adolescentes y la tercera edad; o la igualdad de género, garantizando una movilidad menos dependiente económicamente y más flexible.

Además, este medio de transporte es una oportunidad excelente para el desarrollo económico y social de ciertos territorios a través de nuevas modalidades de turismo que se mantienen en línea con las pautas marcadas en materia de sostenibilidad. Así, el cicloturismo permite una diversificación y desestacionalización del turismo, a la vez que permitiría dinamizar territorios con un alto valor ecológico y cultural, pero de difícil acceso a través de otras opciones como el coche o la moto.

Este tipo de iniciativas llegan en un momento en el que parece que la ciudadanía está dispuesta a hacer el cambio. Según el informe El Sector de la Bicicleta en Cifras 2019 de la Asociación de Marcas y Bicicletas de España, en 2018 y 2019 el número de bicicletas vendidas representó un importe superior a 3.500 millones de euros.

En definitiva, impulsar el uso de la bicicleta refuerza la noción de la movilidad como un derecho fundamental de los ciudadanos, y como un elemento integrador y de desarrollo social y económico, en línea con otros proyectos como el Plan Europeo de la Bicicleta, publicado en mayo de este mismo año. Son este tipo de políticas, integrales y con una visión holística, las que se hacen necesarias frente a los retos que plantea nuestra época.

España, un enclave único para la conservación del buitre en Europa

Sorprende la mala reputación de un animal cuya existencia es vital para el mantenimiento del ecosistema. Imaginemos qué ocurriría en nuestras ciudades si no tuviésemos un servicio de limpieza. Las consecuencias para el medio ambiente serían igual de dramáticas si los buitres desaparecieran. Su labor de mantenimiento, al alimentarse de los animales muertos en entornos naturales, es de vital importancia para evitar la propagación de enfermedades infecciosas no sólo entre la fauna circundante sino también entre los humanos. Además, estas aves favorecen el desarrollo económico de muchas pequeñas localidades que se sostienen gracias al turismo ornitológico. 

El 90% de la población de buitres europeos nidifica en España

En Europa existen cuatro especies de buitre para las que España es un enclave singular, siendo el único territorio europeo donde nidifican todas ellas. Según datos de SEO/BirdLife, en nuestro país se reproduce el 98% de los buitres negros, el 94% de los buitres leonados, el 82% de los alimoches y el 66% de los quebrantahuesos. De estas cuatro especies, únicamente el buitre leonado permanece a salvo del riesgo de desaparición, ya que, en base a datos proporcionados por el Catálogo de Especies Amenazadas del Ministerio para la Transición Ecológica, tanto el alimoche como el buitre negro se encuentran en situación vulnerable y el quebrantahuesos en peligro de extinción. Nuestro país, por tanto, se convierte en un espacio esencial para su subsistencia.

Lamentablemente, la intervención humana sigue siendo el principal motivo de su progresiva desaparición. El furtivismo y la utilización de cebos envenenados, son riesgos ya históricos para estas aves. Pero, además, en los últimos años, se han producido eventos de mayor gravedad para sus vidas. La crisis de las vacas locas propulsó normativas europeas que prohíben a las explotaciones ganaderas abandonar en el campo los restos de animales muertos, eliminando así un acceso al alimento vital para los buitres. La aprobación en España, en 2013, del uso del diclofenaco, un antiinflamatorio de alta toxicidad que se provee al ganado y que ya acabó con el 95% de buitres asiáticos en India y Pakistán, supuso un mazazo para las esperanzas de vida de estas aves. Además, se siguen utilizando fitosanitarios prohibidos por la Unión Europea para el control de plagas en cultivos que provocan catástrofes como la reciente muerte por envenenamiento de 55 buitres en nuestro país. Por último, un reciente estudio de la Estación Biológica de Doñana (EBD – CSIC) junto a cinco institutos de investigación y universidades advierte de la mortalidad de estas aves por estrés y envejecimiento celular originado por la intervención humana y la alta densidad de población en ciertas zonas de la península.

El buitre supone una barrera contra la propagación de enfermedades infecciosas

Afortunadamente, crecen las iniciativas de diversas organizaciones no gubernamentales para poner freno a su desaparición. Estas son algunas:

SEO/Birdlife. Desde esta organización conservacionista llevan años realizando censos de ejemplares en nuestro territorio, así como desarrollando campañas de concienciación social y solicitando formalmente, ante las autoridades, la modificación de toda legislación lesiva para estas aves.

El Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (GREFA). Desde 1992 llevan desarrollando, con gran éxito, su proyecto Monachus, orientado a la reintroducción de la especie de buitre negro en diversas zonas de la geografía española en que estaba extinta.

Acción por el Mundo Salvaje (AMUS). Lidera un ambicioso proyecto de conservación y custodia del hábitat del buitre negro en Extremadura que incluye la instalación de comederos, censo de ejemplares y campañas de sensibilización, así como el funcionamiento de un Hospital de Fauna Salvaje.

Todas estas organizaciones, junto con muchas otras, celebran este 4 de septiembre el Día Internacional de los Buitres para recordarnos la importancia de preservar las distintas especies de buitres que habitan nuestro planeta y cuyo desarrollo es imprescindible para la vida natural y para nuestra propia sociedad.

Semana Mundial del Agua: Consejos para ahorrar agua en los hogares

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La edición anual de la Semana Mundial del Agua, celebrada en Estocolmo durante este mes de agosto, se encuentra ante un punto de inflexión. Su nuevo formato digital promete alcanzar a un mayor número de personas y convertir los retos del agua en lo que realmente son: un problema que concierne a todos. La prueba última de que la cooperación global es, ahora, más necesaria que nunca.

Bienvenido a tu nuevo hogar: Red Nacional de Pueblos Acogedores para el Teletrabajo

Red Nacional de Pueblos Acogedores del Teletrabajo

Pocas cosas se antojan necesarias para un trayecto que, hoy, es cada vez más frecuente: un maletín, un puñado de aparatos electrónicos y una maleta embutida con ropa de toda clase. Esto bien podría ser el inicio de unas pequeñas vacaciones. No obstante, es parte de esa oficina portátil que aquellos practicantes del teletrabajo llevan consigo a todos lados. Una sensación de libertad y movimiento completamente novedosa. En definitiva, una pequeña explosión de oportunidades dispuestas a nuestro alcance. 

No es de extrañar, a este respecto, que surjan propuestas atractivas como la dispuesta a través de la Red Nacional de Pueblos Acogedores para el Teletrabajo. Este proyecto, impulsado por el Grupo Red Eléctrica y El Hueco, con el apoyo de la plataforma Booking, busca atraer trabajadores telemáticos hacia la España rural. El objetivo es demostrar el atractivo inexplorado de las zonas que conforman lo que se conoce como 'España vacía'. Así, esta red promueve municipios que reúnen las condiciones necesarias para poder desarrollar una vida profesional a distancia.Las estancias –que pueden ser tanto cortas, medias o largas– contribuyen, de esta forma, a dinamizar y repoblar zonas rurales necesitadas de un nuevo soplo de vida. 

El mundo rural ofrece ahora la oportunidad de desarrollar una vida distinta a los ritmos demandados por la ciudad

«La pandemia ha puesto el teletrabajo en primera línea y ha contribuido, además, a cambiar la percepción que las personas que viven en las zonas urbanas tienen del medio rural, que es visto ahora como un espacio seguro con una gran calidad de vida», explicó en su presentación Joaquín Alcalde, director de El Hueco, compañía basada en el soporte a los emprendedores sociales. En términos similares se expresó también Antonio Calvo, director de Sostenibilidad en el Grupo Red Eléctrica, cuando destacó que el mundo rural «ofrece unas oportunidades de teletrabajo que probablemente hasta ahora no se habían valorado».

Un cambio de perspectiva

El proyecto, por tanto, trata de aprovechar la oportunidad que surge de una situación desfavorable, como es el impacto de la pandemia. ¿Por qué el lugar a donde uno se dirige a refugiarse en sus vacaciones no puede estar presente, también, durante el resto del año? Esta es la idea central tras la nueva red del teletrabajo; una oportunidad en la que parece posible poder combinar el deber profesional con el placer de la libertad oculto a través de las calles de estos pequeños núcleos rurales. Es por ello que cada municipio participante –30 hasta el momento– cuenta con cobertura de internet, espacios de co-working, conexiones de transporte público y la existencia de otros factores como bancos, farmacias y lugares de culto. 

Ya son 30 los municipios que forman parte de esta red de pueblos destinados a potenciar el teletrabajo

Esta experiencia, en ocasiones de carácter puramente inmersivo, es impulsada también por la posibilidad de establecer una especie de anfitrión relativo al teletrabajador, es decir, una persona del pueblo que oriente y asesore a las personas que se desplacen a teletrabajar allí. Una apertura que cala en cada uno de los niveles en que se dispone la oportunidad: atracción de talento, revitalización de cultura y ocio, fortalecimiento del tejido social. «Con experiencias como esta, se abren nuevos modelos que facilitan las oportunidades de trabajar en entornos rurales», señalaba Antonio Calvo. 

El éxodo asociado al teletrabajo es cada vez mayor, y proyectos como este ayudan a la huida de talento rural desde el interior peninsular. Empresas de todo perfil se preparan para el silencio de las oficinas y el bullicio del hogar. El modelo híbrido de trabajo, incluso, ofrece una oportunidad también recogida en la Red Nacional de Pueblos Acogedores para el Teletrabajo, como es la de llegar a convertirse en población flotante. Es decir, a vivir alejado de los inconvenientes que uno perciba en el medio urbano, a desarrollar una existencia acorde a los ideales que uno considera más cercano al color verde del campo.

Seis lecturas de verano para comprender el reto de proteger la naturaleza

Llegan las semanas de descanso. Un momento perfecto para aprovechar el tiempo para leer lo que la rutina diaria no nos deja, relajarnos y, por qué no, ampliar horizontes con otro tipo de ejemplares literarios que abordan temáticas como el cambio climático o la preservación de especies. En este artículo recopilamos seis ensayos para reflexionar sobre el medio ambiente y nuestra relación con el entorno natural. 

El sentido del asombro, de Rachel Carson

La bióloga y escritora estadounidense Rachel Carson, que vivió a comienzos del siglo XX fue una de las pioneras de lo que ahora llamamos la ética ambiental o el ecologismo. En este ensayo, que parte de un artículo publicado en una revista que fue ampliando, desarrolla su pensamiento ligado al respeto por el medio natural, el pacifismo y una educación centrada en respetar el sentido del asombro de los niños y su capacidad para los cuidados antes que para la destrucción.

Perdido en el paraíso, de Umberto Pasti

Autor de numerosos libros de divulgación sobre jardinería, el italiano Umberto Pasti decidió un buen día establecerse en la aldea de Rohuna, en el norte de Marruecos, no muy lejos de Tánger, para realizar su proyecto soñado: un gran jardín de especies en peligro de extinción para así preservarlas. El paisaje que había elegido era seco, aislado, sin carreteras, agua o electricidad. Esta es la historia de cómo llevó a cabo con éxito su proyecto y además convirtió Rohuna en su hogar.

En islas extremas, de Amy Liptrot

La escritora Amy Liptrot se mudó de vuelta desde Londres a la vieja granja de las Islas Orcadas, en Escocia, donde pasó su infancia. Huyendo de la precariedad y otras circunstancias vitales por las que atravesaba, el regreso a los paisajes naturales donde creció la permite levantar una nueva vida en comunión con su entorno. Unas memorias noveladas que recogen las verdaderas experiencias de su autora a modo casi de diario íntimo.

El murciélago y el capital, de Andreas Malm

El ecologista Andreas Malm escribió este ensayo de plena actualidad en mitad de la pandemia. Con calma, pero sin ocultar la urgencia de la crisis climática, el activista sueco explica cómo la pandemia del coronavirus es inseparable del sistema económico en el que se produce y de un estilo de vida que condena al planeta, a la biodiversidad y a nosotros mismos. Malm conserva una nota de optimismo para describir las oportunidades de cambiar de modelo y las experiencias que ya están funcionando en diversas partes del mundo.

Walden, de Henry David Thoreau

El más antiguo. Un clásico es un clásico. En los árboles de la sociedad industrial y el nacimiento de los EEUU, el activista y escritor Henry David Thoreau decidió marcharse a vivir en la naturaleza en una cabaña construida por él mismo y alimentándose de su propia huerta. Durante ese tiempo llevo un diario de sus pensamientos y sus vivencias que publicó más tarde en este tomo, en el que reivindica la vida en comunión con el medio natural como la verdadera libertad para el ser humano y la necesidad de ser consciente del coste de nuestra comodidad.

Perdiendo el Edén, de Lucy Jones

La periodista inglesa Lucy Jones recoge en este ensayo en parte autobiográfico las investigaciones más recientes sobre la necesidad de las personas de vivir en contacto con la naturaleza. Un repaso divulgativo de cómo el medio natural marca nuestro lenguaje, nuestra forma de vivir y nuestro ánimo incluso en las modernas ciudades del siglo XXI en las que pasamos el 90% de nuestro tiempo entre cuatro paredes. Jones describe las escuelas forestales cada vez más comunes en el norte de Europa o los últimos avances en terapia en la naturaleza, además de reflexionar sobre el estilo de vida del Occidente actual.

Consejos para enseñar ecología y consumo responsable a los niños durante el verano

Llegan las vacaciones y cambia la rutina, pero hay hábitos que se pueden seguir fomentando e incluso reforzar durante los meses de verano. Precisamente esta época, donde disponemos de más tiempo para disfrutar con nuestros hijos, es perfecta para enseñar a los más pequeños de la casa costumbres de vida sostenible que les permitan interiorizar cómo relacionarse con su entorno de manera respetuosa.

Ya sea nuestro destino de playa o montaña existen multitud de opciones para integrar en nuestro día a día actividades que fomenten valores medioambientales. A continuación os dejamos algunas opciones para disfrutar de unas vacaciones sostenibles que muestren a los niños la importancia de la ecología y el consumo responsable:

No dejar basura… y recoger la que encuentres

Los espacios naturales son entornos en los que disfrutar con respeto, no vertederos. Un paseo por el bosque o una tarde junto al mar son el momento perfecto para que los más pequeños aprendan la importancia de no tirar basura, cuidar de la naturaleza e incluso poner su granito de arena recogiendo aquellos desperdicios que encuentren a su paso. Ayudar a conservar un paisaje limpio en todos los sentidos es la mejor manera de enseñar que su salud es la nuestra. 

Esta actividad puede realizarse en familia o a través de campamentos o programas de voluntariado ambiental que promueven ayuntamientos de toda España. A través de estas iniciativas la relación con el medio ambiente se convierte en un juego que ayuda a los niños a sentirse parte de esa naturaleza que queremos cuidar.

Reducir los plásticos

La reducción del uso de plásticos es un hábito que debemos integrar en nuestro día a día. Sin embargo, durante las vacaciones se suele tender a utilizar en mayor medida productos elaborados con plástico de un solo uso, como pueden ser platos, cubiertos o comida envasada. Es el momento de predicar con ejemplo y evitarlo, reduciendo al máximo su consumo. Las alternativas existentes son cada vez mayores y nos permiten integrar hábitos con menor impacto ambiental mediante el uso de bolsas de tela para la compra, botellas de acero para el agua, el uso de tuppers de cristal o los cubiertos de madera sostenible para llevarnos el picnic a la playa, entre otros. 

Trabajar en el huerto

El turismo rural es una opción elegida por muchas familias que nos permite acercarnos a la naturaleza de diferentes maneras. Una de ellas es a través de las huertas. A través de ellas  los niños pueden aprender a relacionarse con la tierra, conocer de dónde provienen los alimentos y el trabajo que requiere obtenerlos. 

También es un buen momento para enseñarles la estacionalidad de los alimentos, los tipos de frutas o verduras según la época del año y por qué es importante integrar los alimentos de temporada en nuestra alimentación. Es una actividad para practicar en familia, en la que enseñar a las niñas y niños las ventajas de un trabajo paciente, del que a medio plazo acabarán recogiendo sus frutos, refuerza los lazos al disfrutar del resultado de un esfuerzo compartido.

Compra sostenible

Lo mismo que con los plásticos, se trata de mantener hábitos que ya integramos en nuestro día a día durante el resto del año. Si en casa estamos intentando comer productos de kilómetro cero y de temporada, no tenemos por qué dejar de hacerlo al viajar. Las tiendas locales ofrecen productos de cercanía respetuosos con el entorno y que impulsan la economía local. 

Por otro lado, la oferta de productos ecológicos o elaborados de forma sostenible como protectores solares, bañadores o sandalias es cada vez mayor. Explicar estas decisiones de compra a los más pequeños ayuda también a reducir el consumo compulsivo.

La bicicleta como forma de vida

La movilidad también es importante. Organizar excursiones en bicicleta con nuestros hijos es una manera perfecta de explicar conceptos como la movilidad sostenible para que se conviertan en una forma natural de moverse más allá de los meses de verano. Además del cuidado del entorno, a través de la reducción de la emisión de gases, la bicicleta es una buena manera de mostrarles cómo salud y medio ambiente son dos conceptos que van de la mano.

Consejos para un uso eficiente del aire acondicionado este verano

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En los meses de más calor, el consumo energético se dispara por el uso de los sistemas de refrigeración. Sin embargo, existen una serie de pautas, como utilizar ventiladores cuando sea posible o bajar las persianas durante las horas de más calor, que permiten reducir el gasto de energía y, por tanto, la emisión de gases de efecto invernadero. 

El cooperativismo como respuesta a los ODS

A la hora de abordar la Agenda 2030 son varios los retos a los que nos enfrentamos como sociedad, entre ellos la correcta consecución de algunas de sus metas en territorios con menos recursos o más aislados, como pueden ser los entornos rurales. Es en estos lugares donde toman vital importancia algunas de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible como son el comercio justo, la protección del medio ambiente o el reequilibrio entre el medio rural y el urbano.

El pasado 3 de julio se celebraba el Día Internacional de las Cooperativas, una oportunidad idónea para destacar el papel de este tipo de agrupaciones en ámbitos clave como la salud, la agricultura, la producción, el comercio minorista, las finanzas, la protección del medio ambiente o los servicios sociales. La ética tras el movimiento cooperativista, de colaboración y apoyo mutuo, se presenta como fundamental para afrontar estos retos, y estas agrupaciones se revelan como un factor clave en la transformación que estamos llevando a cabo de nuestros modos de producir y consumir. “Las empresas cooperativas logran el desarrollo sostenible para todos”, asegura Naciones Unidas.

En Europa existen en torno a 30.000 empresas cooperativas con casi 9 millones de socios y más de 600.000 trabajadores

Según el Libro Blanco de la Agricultura y el Desarrollo Rural,  en Europa existen en torno a 30.000 empresas cooperativas con casi nueve millones de socios y más de 600.000 trabajadores. Su volumen de negocio alcanza los 210.000 millones de euros, representando más del 60% de la producción, transformación y comercialización agraria. 

El movimiento cooperativo se encarga de que los beneficios sociales, medioambientales y financieros alcancen a aquellos grupos pertenecientes a la base de la pirámide económica, creando oportunidades y fomentando la inclusión financiera. Muchos de los valores sobre los que se asienta el sector desde hace más de un siglo son los mismos que se tratan de reforzar y poner de manifiesto a través de los ODS. La equidad, la participación directa, la defensa de libertades religiosas y políticas, etc., son algunos de estos pilares, que ahora se consideran fundamentales para la transformación de nuestra sociedad a nivel mundial

Así, ciertos ODS como el 1 (Fin de la pobreza), el 2 (Hambre cero), el 12 (Producción y consumo responsables) y, en especial, el 17 (Alianzas para lograr los objetivos), encuentran en estas asociaciones y/o empresas una herramienta estratégica desde la cual hacer partícipes a la ciudadanía y a los productores en la consecución de sus metas, a la vez que se tejen redes de cooperación y redistribución del capital. El cooperativismo cuenta con una vinculación directa con 69 de las metas marcadas por los ODS, el 41% del total existentes. De esta forma, la apuesta y fortalecimiento de un sector como el cooperativo se convierte en un aspecto esencial para la transformación sostenible de las agendas mundiales. Así, algunas iniciativas a nivel mundial como AgriCOOPDS, liderada por el Foro Rural Mundial, son un instrumento clave en el desarrollo y consecución de las metas planteadas por los ODS y su correcto impacto sobre los diferentes territorios, teniendo en cuenta que cada uno cuenta con necesidades específicas. 

El cooperativismo cuenta con una vinculación directa con 69 metas de los ODS, 41% del total de metas existentes

El cooperativismo nació en el siglo XIX como respuesta a las necesidades de colaboración entre productores y consumidores para una mejor y más beneficiosa redistribución de la riqueza y los beneficios en general, así como por la lucha conjunta para la obtención de más derechos y justas regulaciones al comercio. A pesar de su longevidad, cada vez está más presente en todos los sectores, y no únicamente en el agrario; por ejemplo, también existen cooperativas de artistas o periodistas. Es indispensable tener en cuenta un movimiento con tanta fuerza, que además plantea un modelo económico distinto al capitalista, donde la acumulación financiera se ve sustituido como primer objetivo por el reparto equitativo entre todos. Esto hace que esté en constante tangencia con otros modelos de economía solidaria, como las economías feministas o los modelos ecológicos. Aun así, su pertinencia se mantiene vigente, y ahora, cuando la colaboración y el refuerzo de las redes de apoyo son más necesarios que nunca, otras formas de entender la economía desde un planteamiento más social y humano son esenciales.