Categoría: Agenda 2030

El futuro de las aulas es verde

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El 26 de enero se celebra el Día Internacional de la Educación Ambiental, una de las grandes asignaturas pendientes de nuestro sistema educativo. ¿Cambiará la pandemia nuestra manera de entender esta competencia, fundamental en un planeta en emergencia climática? 

Empieza el gran reinicio: camino a Davos 2021

El Foro de Davos, que este año tendrá dos ediciones, una virtual que da comienzo este lunes y otra presencial, que será en mayo, arranca con un mensaje claro: “La covid-19 ha demostrado que ninguna institución o individuo, por sí solo, puede enfrentarse a los desafíos económicos, medioambientales, sociales y tecnológicos de un mundo tan complejo e interdependiente como el nuestro”, reconoce el Foro Económico Mundial en su página web. La crisis sanitaria ha acelerado cambios sistémicos en todos los países y, para los líderes mundiales que se reúnen anualmente en la ciudad suiza de Davos, 2021 es un momento crítico en el que reconstruir la confianza, “resetear nuestras prioridades y reformar el sistema con urgencia”. 

El foro, creado en 1971 por el profesor Klaus Schwab, se ha convertido en una cita indispensable para la élite política y económica mundial que quiera aportar a la conversación de las finanzas internacionales. En su agenda para este año, Davos busca dar forma a los principios, las políticas y las colaboraciones necesarias para que el mundo siga girando en un nuevo contexto cambiante. De manera virtual, el Foro Económico Mundial se centrará esta vez en lo que ya se ha denominado el gran reinicio: la búsqueda de una economía mundial más inclusiva, cohesionada y sostenible que no deje a nadie atrás. Entre el 25 y el 29 de enero se reunirán, de manera telemática, jefes de Estado y Gobierno, CEO de empresas, líderes de la sociedad civil, medios de comunicación y jóvenes de los cinco continentes. Todo ello para debatir sobre cómo construir ese futuro sostenible, mejorar el mañana del mercado laboral, potenciar el desarrollo sostenible e impulsar las nuevas tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial.

Para los líderes mundiales es un momento en el que resetear nuestras prioridades y reformar el sistema con urgencia

Son siete los temas que se tratarán en la cita digital del Foro Económico Mundial y sobre ellos girará ese gran reinicio del que se lleva hablando desde el principio de la pandemia. Salvar el planeta, construir economías más justas, utilizar la tecnología para el bien común, el futuro de la sociedad y del trabajo, mejorar los negocios, diseñar futuros saludables y dar un paso más en la geopolítica serán los pilares del encuentro. Y es que el calentamiento global se hace cada vez más visible: la temperatura de la Tierra ha alcanzado ya un grado más que en la época de la preindustrialización lo que afecta a los ecosistemas marinos y terrestres. El hielo de los polos se derrite, el nivel del mar aumenta cada año y el plástico inunda nuestros océanos. Las razones para ser pesimistas parecen muchas, pero desde el Foro de Davos se lanza un mensaje de esperanza: “La sostenibilidad ha llegado para quedarse en todos los aspectos de la actividad humana –la energía, la alimentación, la moda, los viajes, las ciudades…–“. Pero alertan: incluso en un mundo 100% sostenible sería necesario seguir trabajando para “reparar el daño que hemos hecho”. 

Crecimiento sostenible e igualitario

La esperanza de vida media mundial ha aumentado en unos treinta años desde la Segunda Guerra Mundial, lo que hace indispensable que el acceso al estado del bienestar siga siendo posible para todos. Sin embargo, el Foro Económico Mundial reconoce que la desigualdad económica se ha acrecentado en muchos Estados, la movilidad social se está revirtiendo y la cohesión está desapareciendo. Por ello se cuestionan cómo redibujar nuestras economías para que el crecimiento beneficie a todos y, además, lo haga de forma sostenible.

La desigualdad económica se ha acrecentado en muchos Estados.

Las nuevas tecnologías crecen como no habíamos imaginado y son tan disruptivas que están precipitando un cambio social profundo. Pero la digitalización de la vida –big data, inteligencia artificial, robotización…– supone “una amenaza para la esencia misma de lo que es ser humano”. Por ello, el Foro de Davos intenta responder a preguntas tan básicas como si deberíamos ralentizar el boom de la tecnología o cómo acordar, entre todos, unas normas que regulen los algoritmos, la modificación genética o los robots de guerra, entre otros. Usar todos esos avances tecnológicos para el bien común es uno de los principales retos al que nos estamos ya enfrentando. Pero a pesar de que cada vez es más sencillo acceder a cursos online gratuitos de universidades de prestigio o realizar crowdfundings para poner en marcha negocios, no se puede dejar todo al azar. “La historia sugiere que, si dejamos la digitalización en manos del mercado, la Cuarta Revolución Industrial se traducirá en un periodo de deslocalización que dañará muchas economías”, aseguran desde Davos. Y se preguntan: ¿qué vamos a hacer al respecto?

Salud y tecnología en el centro de las conversaciones

Ese interrogante nos lleva a otro de los pilares básicos del foro de este año: cómo construir mejores negocios. Las empresas llevan décadas situándose en el primer plano de los cambios sociales y tecnológicos y, por eso, para la élite mundial, son imprescindibles para construir ese futuro resiliente e inclusivo que necesita el planeta. Las compañías inteligentes serán aquellas que hagan mover el mundo y de eso, precisamente, se debatirá en el encuentro digital del foro de Davos. Pero también se discutirá sobre las características de una vida saludable: el estrés laboral, la ansiedad, la depresión o la soledad no elegida son baches en el camino para conseguir una salud mental saludable. Inmersos en una pandemia como estamos, hablar de salud se convierte en una conversación más que necesaria. Por eso, desde el Foro Económico Mundial se hace un llamamiento a abordar los grandes desafíos sanitarios –físicos y psicológicos– sin dejar a nadie atrás. 

Schwan: «La cooperación público-privada es más necesaria que nunca»

Si algo ha demostrado el último año es que los países del mundo son capaces de sentarse a buscar una solución a un problema compartido. Así ha ocurrido con la covid-19 y el ingente esfuerzo público-privado para desarrollar una vacuna en tiempo récord. Y así podría ocurrir con el resto de desafíos a los que nos enfrentamos, especialmente la emergencia climática. En esta edición del Foro de Davos, los líderes mundiales intentarán dejar atrás la geopolítica tal y como se ha entendido hasta ahora para dar paso a una colaboración global. 

De Suiza a Singapur 

Este año, el encuentro físico del Foro Económico Mundial no se dará en Davos, sino en Singapur. A mediados de mayo, si la pandemia lo permite, los líderes mundiales se darán encuentro en la ciudad asiática al preverse que la curva de contagios estará controlada en el país para esas fechas. Schwab  tiene claro que esa cumbre es primordial para garantizar una cooperación público-privada que “es más necesaria que nunca para reconstruir la confianza y abordar los errores cometidos en 2020”.

Europa frena la vulneración de derechos humanos en las empresas

Respetar los derechos humanos y el medio ambiente pronto será de debida diligencia para cualquier empresa europea. La primavera pasada, el comisario europeo de Justicia, Didier Reynders, anunció el avance en una iniciativa legislativa obligatoria sobre debida diligencia en derechos humanos y medio ambiente para todas las empresas con sede en el continente. Esta tiene como último propósito reforzar el marco regulador de tal forma que las empresas, ya sean multinacionales o pequeñas compañías, consigan alinear sus necesidades tanto con sus grupos de interés como con la sociedad.

El documento se ha hecho esperar. Amplios sectores empresariales, así como sindicatos y organizaciones sin ánimo de lucro, llevan a su espalda varios años de trabajo impulsando acciones contundentes en los derechos humanos y la seguridad climática. Recientemente, más de 26 empresas internacionales firmaron una declaración conjunta para que la UE exija al sector privado la debida actuación en materia de derechos humanos. Cientos de inversores se han pronunciado en la misma línea: es urgente frenar el trabajo forzoso y el daño al entorno en la cadena de producción. En su 2020 ICT Benchmark, la organización KnowTheChain descubrió que las empresas con sede en Europa obtuvieron una puntuación muy baja a la hora de acatar la seguridad de sus empleados. 

Empresas con sede en Europa obtuvieron una puntuación muy baja con respecto a la seguridad de sus empleados

Y la pandemia no ha hecho más que evidenciar esta urgencia: Business Human Rights Resource Center ha rastreado las acciones de 35 marcas de moda globales para descubrir que ni siquiera la mitad lleva a cabo ejercicios de debida diligencia. Queda mucho que pincelar de esta futura directiva pero, sobre el papel, se plantea que se establezcan requisitos obligatorios con un sistema de sanciones supervisado a nivel nacional, abarcando toda la cadena de valor. Tras un primer rastreo sobre los enfoques legislativos existentes en relación a la debida diligencia, la Comisión ha concluido que la legislación debe contemplar medidas adicionales para grupos vulnerables y vigilar todas las actividades de la compañía, una acción que cambiará el cálculo del riesgo con respecto al abuso de trabajadores, daños a las comunidades y al medio ambiente.

La debida diligencia ya preocupaba a las compañías mucho antes

Para que esta directiva sea eficaz, indica la European Coalition for Corporate Justice, deben asegurarse: el respeto de los derechos en la cadena de valor, la identificación y mitigación de los impactos adversos potenciales y reales sobre el medio ambiente y trabajadores, la cooperación en su solución y la responsabilidad sobre las acciones negativas. Estos, no obstante, son requisitos que las compañías responsables llevan tiempo incluyendo en su agenda, siendo la seguridad laboral y el cuidado del medioambiente dos pilares fundamentales para una sociedad sostenible.

En este sentido, el Grupo Red Eléctrica, dispone de un Modelo de Gestión de Derechos Humanos diseñado para proteger, respetar y remediar cualquier riesgo en materia de derechos que sigue la metodología definida por los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos propuesta por la Organización de las Naciones Unidas. 

La actividad de la compañía, por el sector en que se enmarca, tiene vinculados riesgos en el ámbito de los derechos humanos principalmente en materia de salud y seguridad de las personas, condiciones laborales, cadena de suministro e impacto sobre las comunidades. El Grupo Red Eléctrica cuenta con políticas y mecanismos de control para minimizar estos riesgos, asegurar el respeto de los derechos humanos y remediar posibles vulneraciones de los mismos.

El Grupo Red Eléctrica dispone de un Modelo de Gestión de Derechos Humanos

Desde 2013 Red Eléctrica desarrolla análisis periódicos de diligencia debida  para identificar los riesgos asociados a su actividad, tanto directa como indirecta, en materia de derechos humanos y con alcance a todas las empresas del Grupo. El resultado de este proceso evidencia que la compañía tiene un nivel de riesgo bajo, aplica los controles adecuados para su gestión y, por tanto, no ha sido necesaria la implantación de ninguna acción de remediación. La compañía mantiene un enfoque de control y de mejora continua a través del desarrollo de actuaciones que permiten la prevención de posibles vulneraciones así como la búsqueda de soluciones y su reparación en el caso de que se produjeran.

En su compromiso explícito con la promoción de los derechos humanos en todos los territorios en los que opera, Red Eléctrica pone a disposición de sus grupos de interés el canal ético como mecanismo formal de respuesta ante consultas y denuncias relacionadas con su cumplimiento, haciendo público el informe anual de gestión de la ética donde se incluye un análisis de las posibles denuncias recibidas en esta materia. Adicionalmente, la compañía cuenta con otros canales de comunicación con sus grupos de interés, donde éstos pueden trasladar sus inquietudes en relación a cualquier vulneración de los derechos humanos. 

El aumento de la legislación de debida diligencia obligatoria en materia de derechos humanos en los países europeos garantizará que el resto de compañías sigan el mismo camino hasta conseguir una cadena de valor global que responda a un futuro sostenible, con puestos de trabajo seguros que contemplen todas las minorías. En el momento crucial de reconstruir la economía post-covid, la directiva europea puede marcar un antes y después en hacerla más resistente para todos y todas.

La descentralización como palanca de crecimiento económico

España es hoy, según datos de la propia Unión Europea, uno de los países comunitarios que más agencias continentales alberga en su territorio. Al contar con cuatro organismos de este calibre se sitúa en tercer lugar en relación con los demás países del continente. Es por esta suerte de unión por la que se han beneficiado directamente algunas «pequeñas» ciudades del país como Alicante, Vigo o Bilbao. Esto, unido a reconocimientos tales como los de las capitales verdes —ganado en 2012 por Vitoria-Gasteiz—, muestra que las regiones periféricas (es decir, fuera de los principales polos económicos) cada vez juegan un papel más fundamental en el funcionamiento económico.

OCDE: La correlación entre el nivel de gasto descentralizado y el PIB per cápita es positiva

Basta dirigir la mirada a las propias cifras para comprobar que, efectivamente, España es uno de los países más descentralizados a nivel europeo. De hecho, gran parte de los países más desarrollados del mundo —tanto en términos económicos como políticos— poseen también un alto grado de descentralización. Según afirma la OCDE, la correlación entre el nivel de gasto descentralizado y el PIB per cápita es absolutamente positiva. Como es evidente, más que una simple casualidad estadística, los datos están respaldados con una base teórica que, en realidad, responde a la lógica más simple: si se es capaz de comprender mejor las realidades específicas del territorio, así como las preferencias de los ciudadanos locales, se responderá, entonces, con una mayor eficacia. Es, en definitiva, una cuestión de perspectiva. 

Las descentralización como ventaja económica

Parte de estas ventajas tienen su origen también en el propio sistema económico, ya que en un entorno descentralizado la competencia entre administraciones regionales y locales para la promoción y atracción de empresas, talento e inversión se convierte, en definitiva, en el mayor incentivo posible. Es posible que estas afirmaciones se observen con mayor certeza en la actualidad, en un momento en el que parece más evidente que nunca que el país no puede sostenerse tan solo sobre dos patas, sino con las diecisiete CC.AA. y dos ciudades autónomas que lo componen. Eso es, al menos, lo que parece: cuanta más relevancia adquieran las distintas regiones de un país, más progreso obtendrán aquellas y, por tanto, el total del mismo. Para que la maquinaria funcione con todos sus engranajes la totalidad del poder económico no debe residir, por ejemplo, tan solo en la capital.

Según la AIREF, la descentralización proveería a los Estados de una dirección única y cohesionada de progreso

Los datos ofrecidos por la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIREF) muestran también una perspectiva halagüeña a este respecto. Según sugieren, la descentralización proveería a los Estados de una dirección única y cohesionada de progreso que, en términos regionales, llevaría a la convergencia económica (o, lo que es lo mismo, que todas las regiones compartiesen la riqueza al mismo nivel, sin grandes diferencias). Unos datos que, además, sostienen —con información sobre Alemania y Austria, principalmente— que el propio crecimiento es más rápido dentro de los países descentralizados.

Es en esta senda en la que se sitúa también el propio Fondo Monetario Internacional, que según un estudio elaborado por la organización en 2019 los beneficios netos para trasladarse a regiones de mayores ingresos (como puede ser, por ejemplo, Madrid) disminuyeron alrededor de un 30%, algo en lo que participa también la posibilidad de realizar el trabajo a distancia. Sin embargo, el mismo informe también hacía hincapié en que la crisis del 2008 pudo crear en España, a su vez, un contexto de disparidad que, ahora, crece hasta ensancharse, lo que podría llegar a abrir una compleja brecha dentro del intrincado sistema autonómico del país. La pandemia puede provocar, eso sí, un profundo replanteamiento del sistema, obligado por el éxodo de las grandes ciudades. 

¿La generalización del teletrabajo impulsará la descentralización?

Las ventajas de la descentralización pueden volverse evidentes en una situación como la actual, en la que el teletrabajo se ha revelado como una herramienta imprescindible para el propio desarrollo vital de la ciudadanía. La pandemia ha acelerado nuevos modelos de trabajo dentro de las empresas, lo que podría abrir nuevas vías para salir de los grandes polos económicos del país hacia ciudades y regiones que antes, posiblemente, habían sido dejadas —relativamente— de lado. Ya no es posible interpretarlas como localizaciones secundarias: el desarrollo económico podría estar obligado a pasar por la totalidad del territorio nacional. Es posible, por tanto, que el coronavirus haya sentado un precedente. Redirigir grandes empresas y organismos a distintas regiones podría crear un ambiente de equilibrio económico entre regiones y progreso que en última instancia beneficie a todos y cada uno de los ciudadanos.

La descentralización parece, así, ser propicia para el crecimiento económico según las perspectivas arrojadas por numerosos informes. Son los apuntes proporcionados por organismos como la OCDE y la AIREF los que muestran que para alcanzar un desarrollo sostenible y global no hace falta un solo timón. El único requisito, parece, es navegar con determinación en una misma dirección.

2021: Un año para mejorar el mundo

Naciones Unidas ha propuesto que durante el año entrante se festejen hasta cuatro ámbitos que, a su parecer, merecen una atención mayor. Así, 2021 será el Año Internacional de la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible, el Año Internacional de la Paz y la Confianza, el Año Internacional de las Frutas y Verduras y el Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil. 

Las cuatro conmemoraciones representan puntos cardinales de los programas de actuación —presentes y futuros— que la organización pretende llevar a cabo con la máxima eficacia posible. 

Año Internacional de la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible

Esta conmemoración centra su atención en la oportunidad que se presenta para «fomentar la innovación y ofrecer oportunidades, beneficios y empoderamiento para todos». Esta selección proviene, en parte, del daño causado por la pandemia, cuya interrupción ha generado, sobre todo, la práctica desaparición de eventos culturales, dañando empleos relacionados con estos y otros campos creativos. Hasta el 45% de los artistas y escritores de la Unión Europea son auto-empleados, lo que los hace especialmente vulnerables en situaciones como la que estamos viviendo. Para las Naciones Unidas es fundamental destacar «la importancia de unas políticas nacionales adecuadas encaminadas a promover la diversidad de la expresión cultural y el fomento de la creatividad para el desarrollo sostenible». Es esta expresión la que se prevé como una de las claves para el año venidero: realizarse es, también, crecer.

Año Internacional de la Paz y la Confianza

En el caso del Año Internacional de la Paz y la Confianza ocurre exactamente lo mismo, siendo un pretexto ideal para resarcirse de un año repleto de múltiples disputas y recelos políticos provocados por el coronavirus. Entre los objetivos se hallan, por ejemplo, la promoción del multilateralismo —es decir, la cooperación de múltiples países— y la diplomacia preventiva. Los esfuerzos de la ONU pretenden centrarse en lo que, hasta ahora, era el orden de estabilidad política global, algo que trasluce perfectamente en la afirmación de que la conmemoración «es un medio de movilizar los esfuerzos de la comunidad internacional para promover la paz y la confianza entre las naciones sobre la base, entre otras cosas, del diálogo político, el entendimiento mutuo y la cooperación». Tan solo en la disputa entre Armenia y Azerbaiyán perdieron la vida más de 5.600 personastanto civiles como militares.

Año Internacional de las Frutas y Verduras 

2021 será también una oportunidad para luchar por el desarrollo de una vida saludable. El Año Internacional de las Frutas y Verduras intentará poner un énfasis global en el fomento de las dietas saludables, las cuales se perfilan como las únicas herramientas con las que luchar contra un mal que causa más muertes que la combinación del tabaco, las enfermedades de transmisión sexual y la violencia armadas: la obesidad. De hecho, según señala la Organización Mundial de la Salud, el 39% de las personas adultas —según datos globales relativos a 2016– tiene sobrepeso. Además, unos 40 millones de niños y niñas menores de 5 años padecían sobrepeso u obesidad en 2018. Esto va unido, a su vez, al propio concepto de sostenibilidad, ya que no solo se trata de alimentos que favorecen la lucha contra el cambio climático, sino que también nos hallamos frente a unos alimentos cuya pérdida y desperdicio son especialmente altos. Según el propio secretario general de la ONU, António Guterres, esta es una oportunidad para «comprometernos con un mundo más sano, resiliente y en el que todas las personas tengan a su alcance, y puedan permitirse, la nutrición variada que necesitan». 

Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil

Más reivindicativo es, si cabe, la última de las conmemoraciones prevista para el porvenir más cercano. Tanto es así, que su propia denominación es especialmente directa, tratándose del Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil. Como es evidente, esto busca la consecución de un compromiso fuerte y sólido para la erradicación de una lacra que, aún hoy sigue presente. Según datos del Banco Mundial, en países como Argentina el porcentaje de menores de entre 7 y 14 años activos en la economía es de un 5%.  Se busca también «poner fin a las formas contemporáneas de esclavitud y la trata de personas, así como asegurar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil, incluyendo la utilización de niños soldados». Es, por tanto, una suerte de grito contra toda injusticia y explotación.

Son esta clase de hitos conmemorativos los que, en definitiva, hacen célebre a la Organización de las Naciones Unidas. Sin embargo, ha de tenerse en cuenta que para que acciones como éstas tengan sentido son los Estados los que han de tomar decisiones.

Los hitos del año que cambió nuestra vida

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Indudablemente, 2020 pasará a la historia. La pandemia que ha costado miles de vidas también ha dejado en evidencia la necesidad de abordar cuestiones no tan nuevas, pero más relevantes que nunca, como la inversión en ciencia y salud, los nuevos modelos de trabajo o la brecha digital. 

Buenas noticias: estas especies ya no están en peligro de extinción

Cada año, la lista de especies extintas o en peligro aumenta: el 27% de los animales y plantas conocidos viven en la cuerda floja y podrían desaparecer en cualquier momento. En la primavera de 2019, Naciones Unidas publicaba un informe en el que alertaba de que más de un millón de especies estaban al borde de la extinción; algo sin precedentes en la historia de la humanidad. Sin embargo, el futuro del reino animal no se presenta tan desolador como pudiera parecer. Gracias a los ingentes esfuerzos de conservación llevados a cabo por muchas organizaciones, activistas, gobiernos y empresas, algunas especies están consiguiendo alejarse –a paso firme, aunque pausado– de esa fina línea que separa la vida de la desaparición.  

El lince ibérico

El buque insignia de la biodiversidad española usa sus garras para aferrarse a una supervivencia que aún no está asegurada, pero que se muestra como una luz en el horizonte de este felino. Si hace menos de 20 años tan solo quedaban 92 ejemplares, los planes de conservación de programas como el proyecto Life+IBERLINCE han devuelto la esperanza al lince ibérico, que contaba el año pasado con 850 ejemplares en la península.  

El panda gigante

Cual peluche de tamaño desmesurado, el panda gigante roba los corazones de quienes le observan. Sin embargo, los obstáculos a los que se ha visto –y se ve– enfrentado este oso asiático, como la fragmentación de su hábitat o sus dificultades para reproducirse –especialmente en cautividad– hacen que su conservación y recuperación sea una tarea ardua. Aun así, en 2016 esta especie salió de la lista de “en peligro de extinción” y entró en la de “vulnerable”, dando un respiro a su futuro.

El águila calva

El fotógrafo Klaus Nigge dice de este majestuoso animal que «sus ojos penetrantes no pierden de vista ni un segundo el objetivo», y no es de extrañar que su efigie presida el despacho oval de la Casa Blanca. A pesar de ser un depredador implacable, el símbolo nacional de Estados Unidos estuvo a punto de convertirse en solo un recuerdo: la degradación de su hábitat, el envenenamiento por pesticidas y la caza indiscriminada consiguieron que en los años 60 su población disminuyese hasta las 400 parejas. Por suerte, en  2007, con 11.000 parejas registradas, el águila calva se recuperó y dejó de estar en peligro de extinción.

La ballena jorobada

Durante años, la caza masiva llevó a estos cetáceos al borde de la extinción: entre finales del siglo XVIII y mediados del XX se llegaron a cazar alrededor de 300.000 ejemplares. Sin embargo, en los años 60 se impulsaron diferentes medidas para proteger a las ballenas jorobadas, especialmente vulnerables en sus migraciones entre los polos y el ecuador. En 2015, al fin, dejó de ser una especie en peligro. Su recuperación ha sido tal que hace dos años su población alcanzaba ya los 84.000 individuos.

El rinoceronte blanco del sur

El segundo mamífero más grande que habita el planeta estuvo a punto de desaparecer por completo en el siglo XIX e, incluso, se creyó extinto durante varios años. Sin embargo, en 1895 se descubrió una pequeña población de rinoceronte blanco del sur –apenas cien individuos– en Sudáfrica. Tras más de un siglo de protección y conservación, este animal oriundo de Sudáfrica, Kenia, Namibia y Zimbabue cuenta ya con unos 21.000 ejemplares que viven en áreas protegidas en el continente africano. Hoy, el rinoceronte blanco del sur es la única variedad de su especie que no está en peligro inminente de extinción.    

El órix de Arabia

El conocido como unicornio árabe se creyó perdido para siempre por culpa de la caza furtiva en los años 70. Por suerte, se creó el equipo de conservación conocido como Operación Órix y, tras años de esfuerzo y lucha para protegerlo, este tipo de antílope salió del riesgo de extinción para convertirse en una especie vulnerable, lo que no la exime de peligro. En la actualidad, existen alrededor de 1.220 ejemplares en libertad en la península arábiga y alrededor de 7.000 en cautiverio. 

El kiwi marrón de la Isla del Norte

Este pequeño pájaro de pico alargado que forma parte de la historia, la cultura y la simbología de Nueva Zelanda salió de las listas de especies a punto de desaparecer en 2017. Desde entonces, su población crece de manera estable alrededor de un 2% cada año. Todo ello, fruto de 25 años de conservación a nivel nacional y de recuperación de este kiwi que es ya el símbolo nacional del país de Oceanía en el que cría y vive. 

La pequeña isla del Atlántico que intenta proteger los océanos del planeta

En la cumbre del clima de Nueva York de 2019, Greta Thumberg, una adolescente de 16 años, dejó perplejo al mundo con sus palabras a los líderes y altos cargos de decenas de países: “Todavía no son suficientemente maduros como para decir las cosas como son”. Nunca se sabrá el impacto real de ese discurso en las mentes de los gobernantes mundiales, pero ese momento hizo creer que, a veces, los grandes cambios también pueden ser impulsados por actores pequeños. Tristan da Cunha, una pequeña isla en mitad del océano Atlántico Sur y territorio británico de ultramar, con tan solo 246 habitantes, ha anunciado que creará la cuarta área marítima protegida más grande de la Tierra. ¿Cómo una población tan diminuta puede lograr semejante hito?

Tristan da Cunha creará la cuarta área marítima protegida más grande de la Tierra

Este enclave es la isla habitada más remota del planeta, ya que se encuentra a 2.400 kilómetros de tierra firme. Para ponerlo en perspectiva, la extensión de este enclave es una décima parte de la ciudad de Londres. Sin embargo, con sus 740.000 kilómetros cuadrados de zona marítima, ocupa más de tres veces la superficie de todo el Reino Unido. Ahora, el 90% de este vasto territorio oceánico pasa a convertirse en zona protegida.

“Tristan da Cunha es un lugar como ningún otro. Las aguas que rodean este remoto territorio de ultramar del Reino Unido son algunas de las más ricas del mundo”, asevera Beccy Speight, la directora de RSPB, la ONG internacional para la protección de la vida salvaje que lleva trabajando más de 20 años con las autoridades isleñas y británicas, National Geographic y la Blue Marine Foundation para hacer realidad este hito medioambiental. Unas palabras ponen de manifiesto la realidad: la zona del archipiélago que componen la isla principal y sus satélites –declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco–, alberga el 90% de la población global de pingüinos de penacho amarillo norteños y el 80% de los lobos marinos subantárticos. Ambas especies están en peligro de extinción, al igual que las ballenas francas australes y otras aves endémicas que solo existen en la zona, como el petrel de anteojos.

Con la creación de este área, las actividades extractivas como la pesca de arrastre de fondo o la minería en alta mar quedan prohibidas, protegiendo así el sustrato biológico del fondo oceánico, el primer y más importante eslabón para la cadena trófica marina y la supervivencia de la vida marina. Sin embargo, ¿qué pasa con la economía de la isla, que depende prácticamente en su totalidad de la pesca?

Un modelo económico sostenible

“El mar es un recurso vital para nuestra economía y nuestra supervivencia a largo plazo”, explica James Glass, el Gobernador de la Isla, entendiendo que, para preservar su modo de vida en el tiempo, es prioritario proteger la biodiversidad de la zona. “Nuestra vida en Tristan da Cunha siempre se ha basado en nuestra relación con el mar, y eso continúa hoy. La comunidad de Tristan está profundamente comprometida con la conservación”, añade. 

La isla también ha declarado más del 50% de su pequeño territorio zona protegida

De hecho, el compromiso de esta aislada comunidad no solo se limita a las aguas, sino que, de la pequeña porción de tierra que compone la isla, más del 50% ya ha sido declarado zona protegida. Con este escenario, la protección medioambiental complica la supervivencia económica. Según explica Glass, el salario medio en la comunidad, una vez se extraen los impuestos, ronda las 275 libras al mes, a lo que se debe añadir la desventaja de su difícil accesibilidad, que implica un sobrecoste en la importación de bienes de entre un 75% y un 90% con respecto a Londres. Para hacernos una idea de lo aislada que está esta pequeña población,un dato: tan solo viajan a Tristan da Cunha ocho barcos al año con un máximo de 12 pasajeros, trayectos que a partir de ahora serán todavía más reducidos debido a las restricciones.

Por este motivo, se ha decidido que una porción de su territorio marino se destinará a la pesca de la langosta de roca de Tristan (Jasus tristani), una actividad que supone el 80% de los ingresos de la comunidad y que cuenta con el certificado de pesca sostenible de la organización para la protección de los mares Marine Stewardship Council (MSC).

Un ejemplo a seguir

Este aplaudido hito medioambiental podría suponer el principal punto de inflexión en la construcción del Cinturón Azul o Blue Belt, un ambicioso proyecto con el que el Reino Unido pretende construir cuatro millones de kilómetros cuadrados de áreas protegidas a través de sus territorios de ultramar. De esta forma, Londres pretende alcanzar el objetivo de proteger el 30% de los océanos para 2030, una iniciativa a la que esperan se sumen otras potencias en línea con las metas descritas por los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Londres se fija el objetivo de proteger el 30% de los océanos para 2030

“Nuestro bienestar, futuro económico y supervivencia, dependen de las decisiones que tomemos ahora sobre el mundo natural. Necesitamos políticos que emulen el liderazgo de esta pequeña comunidad para ayudarnos a construir el mundo en el que todos queremos vivir”, reivindica Speight. Tristan da Cunha ha conseguido crear la cuarta área marina protegida más grande de la Tierra, recuperando la idea de que, a veces, son los más pequeños quienes abren los grandes caminos.