Como regla general, si no nos adaptamos, un calentamiento global de 1,5 grados centígrados este siglo pondría a 88 millones de personas al año en riesgo de inundación costera por el aumento del nivel del mar (entre 0,24 y 0,56 metros más). Y zonas del planeta como la India occidental y la región noroeste de África estarían gravemente expuestas a la escasez de agua. En cambio, si se consigue limitar, la seguridad de muchas especies estaría asegurada, incluso la propia del ser humano. Así, la exposición de la población a la malaria y al dengue sería un 10% menor si el calentamiento global se limita a 1,5 °C en vez de a 2 °C, tal y como figura en una investigación elaborada por científicos de la University of East Anglia en el Reino Unido.
A día de hoy, la temperatura mundial ha aumentado en 1,21 grados, según el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S), dependiente de la Comisión Europea, por el uso del carbón y petróleo como principales fuentes de energía a partir de la Revolución Industrial. Los expertos sugieren que es probable que pronto se alcance el límite de los 1,5 grados. Algo que podría ocurrir entre 2030 y principios de la década de 2050 si no se pone remedio cuanto antes. Es más, desde el C3S, lejos de redondear, han dado ya una fecha concreta y han calculado que, para dentro de 12 años, se podría alcanzar ese aumento de la temperatura en todo el planeta.
Las predicciones van a más y apuntan a que, si no cambian las políticas actualmente en vigor, este aumento de la temperatura subirá a 2,8 grados a finales de siglo, tal y como señala el último Informe disponible sobre la Brecha de Emisiones 2022 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
China y la Unión Europea, a la cabeza de los países que más gases de efecto invernadero emiten
Durante la COP15 que tuvo lugar en París en el año 2015 se recalcó, y mucho, la importancia de los 1,5 grados. En aquel momento se acordó “mantener el aumento de la temperatura mundial muy por debajo de los dos con respecto a los niveles preindustriales y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 grados”. Sin embargo, pese a que muchos países se suscribieron a ese acuerdo, lejos de disminuir ese número, los expertos advierten que la cifra no baja. Ya en la COP26, celebrada en Glasgow en 2021, Naciones Unidas advertía que aún “estamos lejos del objetivo del Acuerdo de París”.
Los culpables de este aumento de la temperatura son claros y no son nuevos para nadie: las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero de manera masiva están causando ese aumento de la temperatura global. Así lo recalca el en el informe de la PNUMA anteriormente mencionado. Entre estas emisiones se encuentran identificados el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), el óxido nitroso (N2O), los hidrofluorocarburos (HFC), los perfluorocarburos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6).
Y tras estas emisiones se encuentra la actividad humana. En números absolutos, los países que más gases de efecto invernadero (GEI) emiten son, por este orden, China, los 27 países de la Unión Europea, la India, Indonesia, Brasil, Rusia y Estados Unidos. Si ponemos el foco únicamente en las emisiones de CO2 (uno de los seis gases de efecto invernadero), China es el principal país emisor, seguido de Estados Unidos, la India y Rusia, según señalan desde Global Carbon Project, un organismo que forma parte de Future Earth sobre la sostenibilidad global y que es socio de investigación del Programa Mundial de Investigación Climática. Las cifras, calculadas en millones de toneladas emitidas, les sitúan a la cabeza en el listado de 2021.
Si se analizan las emisiones de C02 con respecto al número de habitantes de cada país, conocidas como emisiones per cápita, el listado de países cambia. Y Catar, en lugar de China, pasa a ser el país que ocupa el primer puesto, seguido de Bahréin. De hecho, varios de estos Estados que figuran en el listado forman parte de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) como Arabia Saudí y Kuwait. Y aunque Catar ya no forma parte de esta organización, si estuvo dentro hasta 2019.
La emisión de este gas, producido por la quema de carbón o petróleo, entre otros, lejos de disminuir, ha aumentado en la última década, según señalan desde Carbon Project. Y tras la pandemia de la covid-19, cuando se produjo un ligero parón, los niveles se han recuperado y han ido a más. El motivo, según explican, es que se han recuperado los vuelos y con ellos las emisiones. Los datos desglosados a lo largo de estas seis últimas décadas permiten ver cómo ha ido en aumento el consumo de todos los combustibles fósiles a nivel mundial. El uso del carbón, el petróleo y el gas licuado, entre otros, no han dejado de aumentar.
Ante estas cifras, desde la PNUMA recalcan que existe una brecha: mientras que la mitad más pobre de la población emite una media de 1,6 toneladas de CO2 por habitante, el 12% del total mundial, el 1% más rico emite una media de 110 toneladas de CO2 per cápita, contribuyendo al 17% del total. Estas cifras también coinciden con los cálculos que han hecho desde Carbon Project según el PIB per Cápita. Unos datos que ponen de manifiesto la inminente necesidad de que los países más desarrollados reduzcan de manera drástica los gases de efecto invernadero durante los próximos ocho años.