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Carta abierta a la sostenibilidad (en las empresas)

Ninguna compañía se ha encontrado ante un momento tan perfecto para dar el salto a la sostenibilidad como este preciso instante. Empezando por algo tan sencillo como que el patrón de consumo ha cambiado: tan solo en España, dos de cada tres personas ya aseguran que modificarán sus hábitos de consumo por criterios de sostenibilidad. En otras palabras, que elegirán las empresas no por su renombre, sino por lo que hacen (y por cómo lo hacen). Si piensan en verde, entonces tienen la mitad del camino recorrido.

Consciente de ello, Larry Fink, director del mayor gestor de activos del mundo, BlackRock, ha decidido dedicar su influyente carta anual dirigida a CEOs a este cambio de paradigma donde la crisis ambiental se alza como principal protagonista y la pandemia, que ha mostrado claramente las desigualdades que todavía siguen afectando a nuestras sociedades, como la chispa que ha encendido la mecha.

«Los ingenieros y los científicos trabajan sin descanso en la descarbonización de los sectores del cemento, el acero y los plásticos; la del transporte marítimo, por carretera y aviación; y también de la agricultura, la energía y la construcción», afirma este peso pesado de Wall Street que, desde que se sentó al frente de BlackRock hace una década, siempre se ha mostrado como un firme defensor de la aplicación de los estándares ambientales, sociales y de gobernanza (criterios ESG) en la agenda empresarial. «Por tanto, los próximos 1.000 unicornios (así se habla en lenguaje empresarial de las start-ups) no serán motores de búsqueda ni redes sociales, sino empresas innovadoras sostenibles que conseguirán situar la transición energética al alcance de todos».

El 72% de los inversores ya tiene en cuenta los criterios de sostenibilidad a la hora de valorar una empresa

En la misiva, Fink insiste en que, en este escenario, las compañías que no miren hacia la transición ecológica tan solo conseguirán quedarse atrás. Cada empresa y sector tendrá que transformarse hacia un mundo neutral en carbono: «Pocas cosas afectarán tanto al valor de las empresas como la manera en que aborden la transición energética global en los próximos años». El financiero estadounidense pone así el foco en el capitalismo vinculado con la sostenibilidad, una nueva concepción que busca hacer girar el sistema económico –y, por tanto, la vida financiera de las compañías– en torno a la descarbonización y el cambio climático.

En este sentido juegan un papel fundamental las inversiones sostenibles –que, a diferencia de las tradicionales, tienen en cuenta los criterios ESG– dado que, como recuerda el experto, «nunca antes ha habido tanto dinero disponible para hacer realidad las ideas nuevas». La prueba está en los datos que maneja BlackRock: las inversiones sostenibles ascienden ya a 4.000 billones de dólares, una auténtica fortuna que puede acelerar la necesaria transición ecológica del sistema empresarial –solo 100 de las más grandes empresas del mundo producen el 71% del total de emisiones– y, por ende, del resto de agentes sociales (incluyendo los propios ciudadanos).

La relación entre compañía y empleados, pieza clave en el futuro

Otro foco a tener en cuenta: empleados satisfechos con el trabajo que desarrollan. Este es, a ojos del inversor, un punto crítico. También orbitan alrededor de este concepto los criterios ESG porque, sin trabajadores cómodos en sus puestos, ¿cómo puede avanzar una compañía? «Ninguna relación ha cambiado más por la pandemia que la que existe entre empleadores y empleados», afirma la carta. Las empresas, sí o sí, deben responder a sus nuevas expectativas. «No es solo salario y flexibilidad. El coronavirus ha arrojado luz sobre la igualdad, la conciliación o la salud mental al tiempo que ha puesto de manifiesto las expectativas laborales de cada generación». Ahora es el turno de los CEOs de coger el guante y comprender algo que ya está demostrado: «que las empresas que forjan lazos sólidos con sus trabajadores son más rentables».

Fink: «Los próximos 1.000 unicornios no serán redes sociales, sino empresas innovadoras sostenibles»

Igualmente, en el otro lado de la mesa deben sentarse los accionistas, aquellos que dotan de dinero a las compañías y que ya ponen la sostenibilidad en el centro. Como apunta la gestora de fondos Natixis, alrededor del 72% de los inversores aplica en la actualidad criterios sostenibles a la hora de valorar una compañía. ¿Qué significa esto? Que aquellas que no se centran en los ESG corren el riesgo de ver minimizados los apoyos económicos a cada minuto que pasa.

Tras aconsejar en las últimas líneas a las empresas de petróleo y gas que trabajen con grandes emisores para desarrollar tecnologías de reducción de carbono (es decir, energías renovables y captura de dióxido de carbono, entre otras), Fink aprovecha para hacer una llamada de emergencia a los Gobiernos: sin el sector público, el sector privado no puede maniobrar. «Necesitamos que los Gobiernos marquen claramente la hoja de ruta en la sostenibilidad», avisa.

También de cara a beneficiar a la sociedad reduciendo la desigualdad energética: «A medida que perseguimos estos ambiciosos objetivos debemos garantizar que la población tenga acceso a fuentes de energía fiables y a un precio razonable». Según el inversor, esa es la única forma de crear una economía verde equitativa. Es una alusión al principal reto de los criterios ESG pero también a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), puesto que la alianza público-privada es fundamental para permitir que la sociedad avance hacia un planeta más limpio, y sobre todo, más justo.

Aire limpio: un derecho fundamental

«Respirar aire limpio debe ser un derecho humano fundamental. Es una condición necesaria para tener sociedades sanas y productivas», afirmaba a finales de 2021 Hans Henri P. Kluge, director regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para Europa. Lo hacía tan solo dos meses después de que el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas declarara en una resolución aprobada con 43 votos de apoyo «un medioambiente limpio, saludable y sostenible» como un derecho básico, un hito histórico que la propia institución definió como «decisivo para la justicia ambiental».

En esta concepción se incluye el aire limpio, cuya calidad, como apuntan las cifras, debe ser garantizada urgentemente. Según los últimos datos de la OMS, nueve de cada diez personas respiran aire contaminado, lo que provoca unos siete millones de muertes prematuras al año. Este es un número que podría duplicarse si la polución no se reduce antes de 2050.

La Agencia Europea de Medio Ambiente estima         que un aire limpio podría haber evitado la muerte de más de 178.000 personas en 2019

Que la falta de aire limpio pone en riesgo la vida de miles de personas ya no es una hipótesis sino una evidencia: un exhaustivo análisis publicado por la Agencia Europea de Medio Ambiente define la contaminación del aire como el mayor riesgo para la salud por factores ambientales y calcula que, en 2019, un entorno libre de partículas contaminantes podría haber evitado al menos 178.000 muertes en la Unión Europea. En total, en el continente se registraron 307.000 muertes prematuras por exposición a partículas finas y 40.400 provocadas por inhalación de dióxido de nitrógeno.

Si bien estas cifras son llamativas en el peor sentido de la palabra, el informe también subraya algo positivo: la calidad del aire en Europa fue mejor en 2019 que en 2018 gracias a las políticas de reducción de emisiones impulsadas por los Estados. Y apunta a que todavía hay tiempo para seguir mejorando y aprovecha para destacar los potenciales beneficios que resultarían de mejorar la calidad del aire siguiendo los nuevos valores marcados por la OMS en 2021 para las partículas contaminantes PM2.5, unas de las micropartículas contaminantes más comunes que provienen principalmente de los automóviles y la industria. «Al menos un 58% de las muertes se hubieran podido evitar si todos los Estados miembros hubiesen alcanzado el nuevo índice (5 µg/m³). En cambio, si se hubieran adherido al límite actual de la Unión Europea (25 µg/m³) la mortalidad hubiese sido la misma», resuelve.

Esto nos lleva a una evidente conclusión: necesitamos un mayor compromiso a la hora de garantizar la calidad del aire. En este marco, el Plan de Acción Contaminación Cero de la Unión Europea busca reducir antes de 2030 el número de muertes prematuras en más de un 55%, en comparación con 2005. La línea de meta, según la Agencia Europea de Medio Ambiente, está cerca: ya se ha reducido un tercio desde 2005 a 2019.

La apuesta española por un aire respirable

En España, solo siete de las 80 mayores ciudades cumplirían con los nuevos límites anuales de dióxido de nitrógeno marcados por la OMS. Además, alrededor del 11% de las muertes están provocadas por enfermedades derivadas del aire como la neumonía, los infartos de miocardio, el cáncer de pulmón o la bronquitis crónica. Para contribuir a paliar esta situación, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, anunció en noviembre el Plan Estratégico de Salud y Medioambiente, que aborda la calidad del aire como vía para mejorar la salud del planeta y las personas, demostrando aún más la interdependencia entre el medio ambiente y nuestra propia salud.

En España, solo siete de las 80 mayores ciudades cumplirían con los nuevos límites anuales de dióxido de nitrógeno marcados por la OMS

A grandes rasgos, la estrategia busca promover entornos ambientales que blinden la salud de la población a la vez que responden a los desafíos del cambio climático. Las líneas de acción marcadas elevan así los esfuerzos para mejorar tanto la calidad del aire como la del agua, y también reducir la contaminación industrial, el ruido o las temperaturas extremas.

En el ámbito de la contaminación, las actuaciones conciben, por un lado, un aumento en la protección de la salud y la coordinación de las respuestas del sistema y, por otro, una mejor recopilación de los datos que permita difundir en mayor medida el conocimiento a la comunidad científica, pero, sobre todo, a la población en general.

Respecto a la salud, la estrategia persigue la protección de la población más vulnerable –personas mayores, menores y mujeres embarazadas–, y propone, entre otras medidas, redactar un protocolo de actuación ante picos de contaminación, vigilar la calidad del aire en entornos susceptibles y potenciar medidas ya existentes para reducir contaminantes como la transformación del transporte o el Plan Nacional de Control de la Contaminación Atmosférica, que incluye 57 acciones para reducir de manera significativa los contaminantes muy nocivos para la salud. A la vez, apuesta por formar al personal sanitario sobre los riesgos por exposición a la contaminación atmosférica y diseñar un Plan de Vigilancia que cuantifique el impacto sobre la salud nacional a corto y largo plazo.

Asimismo, el objetivo es seguir avanzando en la investigación científica a la hora de dar con más enfermedades respiratorias provocadas por la contaminación. Sumando a estas acciones otras como el apoyo al desarrollo de líneas de I+D+i, encaminadas a profundizar en el conocimiento sobre la contaminación atmosférica, España busca alinearse de la forma más rápida posible con las nuevas consideraciones de la Unión Europea en conjunto con las Naciones Unidas. Y es que contribuir a generar un medioambiente limpio y saludable es una apuesta por brindar a la población unas vidas más largas, felices y libres de enfermedades.

Los medios de comunicación, figuras clave para la sostenibilidad

Hoy, temas como la salud pública, la desigualdad, la pobreza, o la eliminación de emisiones contaminantes, son fundamentales en cualquier debate o proyecto de cara a la próxima década y no pueden quedar relegados a un segundo plano. ¿Por qué? Porque la sostenibilidad es el único camino para que las ciudades sean habitables y que, ante fenómenos como una pandemia, todos podamos ser parte de la recuperación. Por eso mismo, la Agenda 2030 sitúa a los ODS en el centro de la actual recomposición política, económica y social.

En este marco, el papel de los medios de comunicación es clave. Pero ¿cuál es su rol en la hoja de ruta para la consolidación de una sociedad más sostenible hacia 2030? ¿Cuentan con el nivel de sensibilización y de concienciación necesario? El informe titulado ‘El rol de los medios en la difusión de los Objetivos de Desarrollo Sostenible’, elaborado por la consultora CANVAS, trata de dar respuesta a esta pregunta a través del análisis de las 11.892 noticias publicadas en medios españoles entre el 1 de enero de 2019 al 30 de noviembre de 2020. El estudio concluyó con tres grandes tendencias: las noticias analizadas contaban con un marcado tono político; el grueso de las mismas estaban centradas en temas medioambientales; y muchas de ellas estaban impulsadas por empresas con el fin de dar a conocer sus iniciativas en esa materia.

Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible que más cobertura mediática han tenido      destacan aquellos relacionados con el medio ambiente y la salud

Otra de las conclusiones pone el foco en la concentración de las noticias en torno a fechas señaladas, es decir, en su mayoría las noticias sobre sostenibilidad suelen darse durante los meses en los que suceden (o han sucedido) eventos como la Cumbre del Clima de Naciones Unidas, días mundiales o cuando se debaten planes de reordenamiento nacional como el Plan para ‘la nueva normalidad’, o el Plan de Recuperación Económica.

No todos ODS son (o han sido) abordados en la misma medida

La evolución es positiva. No obstante, y pese a que la Agenda 2030 recoge 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, los titulares de los medios no se centran en todos por igual. Cada periódico, radio, web o televisión prioriza los temas en función del peso de la actualidad en sus contenidos, teniendo también en cuenta su línea editorial. Esto puede implicar que, en algunos casos, ciertas temáticas queden relegadas a un segundo plano.

Según el estudio antes citado los cinco objetivos más cubiertos por los medios de comunicación en España son: el medio ambiente, la eficiencia energética, los temas económicos y la tecnología. Cuatro temas principales a los que se suma el tratamiento de noticias vinculadas con la salud y el bienestar. Sin duda alguna, el contexto global, en medio de la pandemia y la reorganización generalizada que este fenómeno ha supuesto alrededor del mundo, ha reforzado las noticias vinculadas con esta materia, con especial foco en el bienestar físico y emocional.

Sin embargo, hay temas que no han gozado de la misma atención. ¿A cuáles nos referimos? Son aquellos de carácter más social que se enfocan en la pobreza, el acceso a la educación y las desigualdades sociales. A diferencia de lo que sucede con los que han gozado de la mayor atención mediática, aquí no existen cifras exactas: la información es difusa y está interrelacionada con otros temas.

El papel de los medios de comunicación es indispensable para que se cumplan los ODS de la Agenda 2030

Lo que es una realidad, según el informe, es que con la llegada de la pandemia las noticias vinculadas con la sostenibilidad se redujeron en general en un 20%, y se focalizaron en temas como modelos de consumo sostenibles; ciudades y espacios urbanos sostenibles; e iniciativas empresariales para frenar el impacto de la pandemia en la economía. Una realidad que nos plantea una reflexión: apenas quedan ocho años para 2030 y aún nos encontramos alejados de los objetivos marcados, ¿podemos permitirnos relegar a un segundo plano la difusión e información vinculada con ellos?

Retos globales y mediáticos

La pandemia no es el origen de todos los problemas actuales. Lo que sí es cierto es que con su llegada, muchos temas, como la vulnerabilidad social (tanto en países desarrollados como en los que están desarrollándose), la falta de políticas públicas para el bienestar, o el colapso de la vida urbana en sociedades hiperpobladas, han quedado expuestos como nunca.

Este es el momento en el que las acciones globales y la transversalidad deben ser la prioridad de toda agenda pública. Y, como lo sostienen las voces expertas que han participado en el informe ‘El rol de los medios en la difusión de los Objetivos de Desarrollo Sostenible’, los medios de comunicación también: “Lo que deben facilitar las instituciones son datos concretos, análisis y/o reflexiones, que puedan ser examinados y evaluados por los periodistas”. ¿El objetivo? En pocas palabras, que los medios puedan tener acceso a la información más adecuada para que el impacto (y el nivel de concienciación) sea mayor; que sus contenidos sean cada vez más profundos y puedan no sólo informar al lector, sino proporcionarle una visión más crítica de los temas que atañen a todo lo que está relacionado con los ODS.

¿Cómo reducir el consumo en el hogar estas Navidades?

Las Navidades ya no pueden concebirse sin la sostenibilidad como consigna. Este 2021 llegó con numerosas noticias ambientales bajo el brazo, incluyendo el impactante informe de situación del IPCC, que considera como algo «inequívoco» que la humanidad «ha calentado la atmósfera, el océano y la tierra, generando cambios generalizados y rápidos en el planeta». Y es que, aunque el cambio a gran escala llegará con el cumplimiento de los compromisos internacionales por el clima, queda en nuestra mano aprovechar cualquier momento para minimizar nuestro impacto sobre el planeta. Y eso incluye a las Navidades.

Durante las Navidades, en España se tiran a la basura 873.000 toneladas de papel y cartón

Cada vez más, durante las fiestas, compramos online en lugar de hacerlo en el comercio local, usamos kilos de papel y cartón para envolver los regalos (concretamente, 873.000 toneladas) que diez minutos más tarde acabarán en la basura o desperdiciamos alimentos que sobran de las múltiples comidas y cenas que celebramos estos días, entre otros ejemplos. Por suerte, son costumbres que pueden cambiarse. Te contamos cómo.

Una cena 100% sostenible

Cada una de las decisiones que tomamos a la hora de comprar alimentos influye directamente en la salud del planeta. No generan la misma huella de carbono unos dátiles cultivados en España que unos que provienen de Egipto; de la misma forma que comprar una lubina capturada por pesca de arrastre (el método común que provoca graves daños a la biodiversidad) es muy distinto de adquirirla sabiendo que se ha pescado de forma más sostenible.

Lo cierto es que es difícil saber si estamos actuando de forma correcta continuamente, pero existen unas cuantas recomendaciones que al menos ayudan a que nuestro impacto sea menor. Por ejemplo, comprar (con bolsas reutilizables) en las tiendas de nuestra localidad: tenemos garantía de que los alimentos han sido producidos cerca, contribuimos a la economía local, consumimos alimentos más frescos y, a diferencia de los supermercados, no estamos obligados a comprar en grandes cantidades, por lo que tenemos más poder para decidir lo que necesitamos y reducimos el desperdicio alimentario (durante las fiestas se tira a la basura un 20% de la comida que se compra).

El desperdicio alimentario durante las fiestas se dispara: los españoles tiran un 20% de la comida que se compra

Precisamente, de cara a minimizar los alimentos desperdiciados, es recomendable preparar los menús con antelación, ya que saber de antemano los ingredientes necesarios y comprar en proporción del número de comensales evitará ese ‘comprar por comprar’ típico de las Navidades. También es una buena opción buscar recetas que tengan ingredientes en común para aprovecharlos al máximo y optar por incluir más verduras y menos carne y pescado, ya que mientras que para la producción de 1 kilo de carne se necesitan 15.000 litros de agua, para un kilo de verdura solo son necesarios 322 litros.

Por último, a la hora de poner la mesa, deben evitarse la vajilla desechable y las servilletas de papel. Si hay niños pequeños que precisen de pajitas, es mejor utilizar las metálicas, ya que pueden utilizarse numerosas veces.

Cuida del agua

El consumo de agua también se dispara durante las Navidades hasta en más de un 30%. Descongelar la comida con agua caliente o no utilizar el lavavajillas contribuyen a este incremento, de la misma forma que lo hace no cargar la lavadora al máximo. En este sentido, es conveniente utilizar electrodomésticos que garanticen un gran ahorro, tanto energético como de agua.

Menos bienes materiales, más experiencias

El árbol rodeado de regalos es una de las escenas más típicas de las Navidades con un importante impacto ambiental. En muchas ocasiones, regalamos por encima de lo que los demás necesitan. Y muchos de esos regalos acaban devueltos o en los vertederos. Aunque actualmente no existen cifras en nuestro país, Estados Unidos puede servir de ejemplo para comprender el impacto ambiental que esto conlleva: allí, se devuelven más de la mitad de los productos y su transporte de vuelta a los almacenes genera más de 15 toneladas métricas de dióxido de carbono (en otras palabras, más de lo que podrían emitir tres millones de automóviles en un año).

Por ello, se recomienda regalar experiencias –un fin de semana en una casa rural, un viaje, una excursión…–. Aunque, si nos vemos en la obligación de comprar productos, es más recomendable hacerlo en tiendas físicas que en el comercio online, ya que existen menos probabilidades de que se devuelva un producto si se ha visto antes en persona.

Como alternativa podemos apostar por la segunda mano: hay cientos de productos esperando a que alguien les dé una nueva vida. También podemos optar por elaborar nuestros propios regalos a mano, que siempre serán mucho más personales y sostenibles. Pequeños cambios en nuestras tradiciones que prometen un daño mínimo al planeta.

Cinco menores activistas defensores del planeta

Vivimos en un planeta que sufre cada vez más los daños del cambio climático y con el problema de nuestro siglo en el tablero, los científicos ya han dictado sentencia: el ser humano es el principal responsable. Sin embargo, también puede ser el motor capaz de revertir la balanza climática si decide seguir el impulso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y construir un mundo mejor a nivel climático y social. En este camino, las generaciones más jóvenes exigen un mayor esfuerzo por parte de los gobiernos y se han convertido en el estandarte del cambio, un deseo que han canalizado recientemente en manifestaciones por las calles de Glasgow durante la COP26 al grito de “¿Qué queremos?: Justicia climática. ¿Cuándo la queremos?: ¡ahora!".

Y como el futuro no solo debe ser verde sino también justo, además de la lucha contra el calentamiento global, las nuevas generaciones piden que se ponga el foco en el respeto a los derechos humanos. Estas son algunas de sus voces, más allá de las de Greta Thunberg o Malala Yousafzai:

Francisco Vera: animalismo y defensa del ecosistema natural

Este joven activista colombiano fundó en 2019 su propio movimiento ambiental, Guardianes por la Vida, con más de 200 jóvenes de tres a 20 años centrados en la defensa de los derechos de los animales y del entorno natural. Con una lucha enfocada al ecologismo territorial, sus preocupaciones están en corregir la escasez de agua, garantizar el bienestar animal y asegurar un acceso equitativo a herramientas digitales que permitan luchar por la vida y el medio ambiente de forma interconectada a nivel global. Con solo 12 años, Vera ha sido nombrado embajador de buena voluntad de la Unión Europea, y aunque ha recibido amenazas por su activismo, seguirá liderando un movimiento donde los ecosistemas naturales recuperen el lugar que merecen.

Licypriya Kangujam: la voz del ecologismo rural

Dio sus primeros pasos en el activismo durante las campañas humanitarias dirigidas a las poblaciones afectadas por el terremoto de Nepal en 2015. Tres años después, participó en la Conferencia Ministerial de Asia sobre la Reducción de Riesgo de Desastre, y en 2019 creó en India, su país natal, el movimiento ecológico Child Movement. Con tan solo diez años, Licypriya promueve un ecologismo equitativo y pide acción ante la especial vulnerabilidad que sufren las comunidades rurales frente a los eventos extremos provocados por la crisis del clima. Además, su denuncia ambiental ha alcanzado la esfera política y ha solicitado a las autoridades de su país que elaboren una ley sobre el cambio climático, un impulso que refuerza liderando manifestaciones denunciando la mala calidad del aire en Delhi.

Autumn Peltier: defensa para la conservación del agua

Con apenas ocho años, Autumn Peltier inició su lucha por la preservación del agua. Esta joven, perteneciente a la Primera Nación Wikwemikong, una reserva indígena de Canadá, vive junto a su pueblo el problema de la contaminación de acuíferos y restricciones severas a la hora de acceder a este recurso. Conocida como “la guerrera del agua” Peltier se dirigió al primer ministro canadiense con tan solo 12 años para exigirle responsabilidad a la hora de proteger el agua en su país. Tras este encuentro su participación ha sido constante en distintos foros a nivel internacional. En 2019 fue nombrada Comisionado Jefe de Agua por la Nación Anishinabek, siendo la principal portavoz de un gran conjunto de comunidades indígenas de Canadá en Naciones Unidas. Ese mismo año, fue nominada para el Premio Internacional de la Paz Infantil.

Ayakha Melithafa: lucha inclusiva contra el cambio climático

Esta estudiante de Ciencia y Tecnología de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) aúna la lucha climática y la inclusión energética. A través de movimientos como Project 90 by 2030 busca reducir un 90% las emisiones de dióxido de carbono en su país para 2030. Además, su voz se centra en movilizar a la sociedad sudafricana para que lidere una transición energética justa, sobre todo en África, un continente donde los más pobres sufren los daños del cambio climático con mayor intensidad. El futuro verde debe ser de todos, y ella aboga por una lucha contra el cambio climático que sea también inclusiva, poniendo en el centro del movimiento a las sociedades más pobres del continente africano.

Kehkashan Basu: no habrá sostenibilidad sin educación global

Ganadora del Premio Juvenil Internacional de la Paz 2016 y fundadora de la organización Green Hope, esta joven emiratí considera que la clave está en empoderar a las generaciones jóvenes a través de la Educación para El Desarrollo Sostenible promovida por la UNESCO. Con esa meta, Kehkashan Basu, que inició su activismo con apenas 16 años de edad, desarrolla conferencias y talleres que abordan temas vinculados con la sostenibilidad como la preservación de la biodiversidad, la reducción de la huella de carbono o la justicia medioambiental. Con esta palanca formativa y los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el centro, Basu busca asegurar el derecho de los niños a tener una educación de calidad y adecuada a los retos de su siglo.

El presente del voluntariado: mirar al futuro para cambiarlo todo

El día 5 de diciembre se celebra el Día Mundial del Voluntariado. Esta fecha sirve para poner en valor el trabajo imprescindible e incansable de los voluntarios y voluntarias de todo el mundo. Ellos y ellas dedican sus vidas, así como una gran parte de su tiempo y de sus recursos -materiales e intelectuales-, a ayudar a personas en situación de vulnerabilidad y a combatir problemas sociales y medioambientales. Gracias a ellos el mundo es un lugar más amable y solidario.

En España, más del 37% de la población mayor de 14 años colaboró con alguna ONG en 2020. La mayoría de estas colaboraciones (24,8%) se basaron en aportaciones económicas. Sin embargo, el apoyo económico no es suficiente; aportar con acciones de voluntariado activo que mejoren la vida y los entornos que compartimos son una fuente de bienestar social clave.

El voluntariado en España tiene nombre de mujer

En 2020, 2,6 millones de personas en España realizaron acciones de voluntariado. Si indagamos más en los datos que nos ofrece el informe La Acción Voluntaria en 2020. Voluntariado en tiempos de pandemia, elaborado por la Plataforma de Voluntariado en España y el Observatorio del Voluntariado, vemos que el porcentaje de mujeres (56,3%) que están involucradas en labores de voluntariado es ligeramente superior al de los hombres (43,7%). Una brecha de género que va en descenso, no obstante.

 «No habrá un futuro en el voluntariado sin involucrar a los más jóvenes»

Por otro lado, en el caso del voluntariado, la edad sí importa: hasta un 69,6% de las personas voluntarias tienen más de 45 años, según el citado informe. Un dato que podemos relacionar directamente con la mayor estabilidad económica de esos grupos de edad, así como a una ocupación menor en los mayores de 55 años.

Así, cuando trazamos el perfil tipo de la persona involucrada en tareas de voluntariado activas en España lo tenemos claro: a día de hoy, se trata de una mujer de más de 45 años de nacionalidad española.

Nuevas formas de voluntariado

Los avances tecnológicos y la digitalización imperante en nuestras vidas también afectan al desarrollo y a la evolución del voluntariado. ONG de todo tipo y de todo el mundo están innovando en cuanto a la implantación de alternativas al voluntariado tradicional para favorecer esta labor y ofrecer mayor flexibilidad. Uno de los formatos que más se ha extendido son los microvoluntariados. Una fórmula que no requiere un compromiso permanente y que aprovecha el potencial de las nuevas tecnologías para su desarrollo. A través de ellas se facilita la incorporación de nuevos perfiles que pueden dedicarse de forma más activa y puntualmente a apoyar las acciones que llevan a cabo estas organizaciones.

Otro de los retos a los que se enfrentan las organizaciones sin ánimo de lucro y otros organismos que promueven este tipo de iniciativas es el de atraer a personas voluntarias más jóvenes. En este sentido, la posibilidad de hacer cibervoluntariado, desde casa, a personas en situación de vulnerabilidad -como el que se ofreció a las personas que sufrieron de soledad forzosa durante la pandemia de la covid-19- es una de las grandes tendencias de cara al futuro, tal y como afirma Franc Cortada, director general de Oxfam Intermón. «Igual que no habrá un futuro sostenible en materia económica sin sumar a los jóvenes al mercado laboral, no habrá un futuro en el voluntariado sin involucrar a los más jóvenes. La posibilidad de integrar el mundo digital y el voluntariado, es a su vez, un camino interesante del que todavía hemos visto solo el principio, tanto a nivel particular como corporativo», asegura.

Los avances tecnológicos y la digitalización también afectan al desarrollo y a la evolución del voluntariado

El boom del voluntariado corporativo

No se puede hablar de la situación del voluntariado en nuestro país sin prestar atención al auge que ha experimentado el voluntariado corporativo. En los últimos años, el mundo empresarial ha dado un necesario paso adelante en cuanto a su implicación en la acción social. Según cifras recogidas por el Observatorio del Voluntariado Corporativo, más del 70% de empresas que superan los 500 trabajadores lo practican de forma activa.

Y no sólo eso. El voluntariado pasa a ser una de las líneas que vertebran la estrategia a largo plazo de las empresas: la quinta parte de las compañías que iniciaron proyectos de estas características hace una década todavía los siguen llevando a cabo. Un compromiso estrechamente vinculado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible fijados por la Agenda 2030, que serían imposibles de lograr sin el apoyo de las empresas con una mentalidad más inclusiva y abierta a trabajar más allá del retorno económico. En este sentido, Begoña Gómez, directora de la Cátedra de Transformación Social Competitiva, de la Universidad Complutense de Madrid destacaba en las Jornadas de Sostenibilidad 2021 del Grupo Red Eléctrica que «hoy la nueva economía demanda otro modelo de empresa, que no sólo mire por el negocio y que incorpore también variables sociales y ecológicas que impacten de forma positiva en el entorno».

Estas tendencias de cambio positivo en la sociedad de mano de las empresas son ya una realidad: la vida y el crecimiento de las empresas en este momento social, irán de la mano del voluntariado corporativo. Sin conciencia de los problemas que sufren nuestras sociedades, no existirá el futuro justo y sostenible que todos deseamos.

Consumo local para el Black Friday

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Tomar conciencia de nuestra responsabilidad como consumidores y apoyar el comercio de proximidad puede ser clave para ayudar a desarrollar la economía local a la vez que cuidamos el medio ambiente.

El bienestar emocional en la infancia y la adolescencia, una asignatura pendiente

Hay cifras que no se pueden ignorar: en el mundo, uno de cada siete niños, niñas y adolescentes de entre 10 y 19 años tiene un problema de salud mental diagnosticado. Pero más grave aún es el hecho de que cada año 46.000 adolescentes se suiciden. Esos números, que no son simples cifras sino una realidad alarmante, se recogen en el informe del Estado Mundial de la Infancia 2021 En mi mente: promover, proteger y cuidar la salud mental de la infancia, elaborado por Unicef.

De hecho, según dicho informe, la ansiedad y la depresión prevalecen en el 42% de los niños y las niñas diagnosticados con algún problema de salud mental y el suicidio se ha posicionado como una de las cinco principales causas de muerte entre jóvenes de entre 15 y 19 años,sólo superado por los accidentes de tráfico, la violencia interpersonal y la tuberculosis.

46.000 adolescentes se suicidan cada año en el mundo

Aquí, en España, durante 2020, cada dos horas una persona se quitó la vida: es decir 11 cada día. Una cifra que incluye tanto a jóvenes como a adultos, pero que es importante tener como referencia ya que, según los expertos, casi todo problema de salud mental en la adultez tuvo un origen desatendido en la infancia. Por lo tanto, señalar los problemas emocionales y de salud mental como una cuestión menor es sencillamente cerrar los ojos ante una realidad que necesita de acciones concretas y urgentes.

Pobreza, pandemia y violencia

Para elaborar el informe del Estado Mundial de la Infancia 2021, Unicef colaboró con un proyecto llamado Estudio Mundial sobre la Adolescencia Temprana de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad John Hopkins, en el que chicos y chicas de distintos países formaron grupos de debate para compartir sus experiencias y percepciones sobre la salud mental en relación a sus respectivos entornos. La pobreza, el estrés y el caos ocasionado por la pandemia, así como la violencia sexual, aparecieron en los testimonios de estos jóvenes.

Respecto a la pobreza, un chico de Malawi habló de cómo el hecho de que sus compañeros se burlaran de él por ser el único en su clase que no podía llevar unos buenos zapatos le hacía sentir muy mal. “Si tu familia no te puede comprar unos buenos zapatos, te pones unos ‘crocs’. Pero los compañeros te los quitan y los lanzan de unos a otros riéndose y diciendo: -¡Mirad estos zapatos!-. Es muy doloroso, es horrible”, dijo.

Hace falta ‘psicoeducación’, educar a la gente sobre las emociones y a cómo lidiar con situaciones complicadas

Otro de los problemas que siempre ha existido, pero que durante los últimos tiempos se ha visibilizado aún más, es el de la violencia sexual. El testimonio de una chica egipcia, en el grupo de 15 a 19 años, es el siguiente: “Los maestros acosan a las niñas incluso en la escuela primaria y preparatoria. Las tocan de distintas formas y ellas son incapaces de decir nada, porque si lo hacen, las suspenden. Si se lo cuentan a otras personas, les dirán que un maestro es incapaz de hacer algo semejante”.

Por otra parte, de acuerdo con este informe, la pandemia ha dejado a una generación de jóvenes muy afectada emocionalmente. Y aún no sabemos, a largo plazo, cómo y cuáles serán los efectos en la salud mental. “Cuando pienso en todos los que han muerto a causa de la enfermedad, me pongo triste, y cuando me entero de que el número de casos está aumentando, me estreso”, expresó un chico de la República Democrática del Congo en el grupo de 10 a 14 años.

Incluso en países altamente desarrollados, como Suecia, aún quedan muchos estigmas sobre el tema. “El estrés y las enfermedades mentales son un tema muy angustioso. Nadie quiere hablar de ello”, resumió una chica sueca en el grupo de 15 a 19 años.

Lo que falta es educación sobre emociones 

Entrevistamos a Marisol Cortés, psicóloga, terapeuta especializada en terapia de juego en niños y adolescentes. La experta afirma que lo primero es diferenciar entre la niñez y la adolescencia. “Son dos terrenos y dos etapas de la vida completamente distintas. Aunque problemas como la ansiedad, el estrés y la depresión aparezcan en ambas, se manifiestan en cada una de ellas de forma distinta”.

Para comenzar, Cortés cuenta que ha visto un aumento en los casos de jóvenes con pensamientos suicidas. “Hay muchos chicos y chicas con muy baja autoestima, con mucha ansiedad y con miedos”.

Para ella, hace falta mucho trabajo en la prevención, y, sobre todo, en el apoyo a la salud mental en los adolescentes con ideación suicida. “También es muy importante que ese apoyo exista para las familias y los profesionales de la educación que estén en contacto con esos chicos”, agrega. “Creo que la forma de vida ha cambiado, y con ello, la forma de relación que hay entre muchos padres y sus hijos. Hoy tenemos a muchos niños, niñas y adolescentes que se sienten completamente solos. Pero también a muchos padres y madres que no saben ver que en la conducta de rebeldía de un chico lo que hay en el fondo es un grito desesperado por atención, de necesidad de cariño”, cuenta Cortés.

En opinión de la experta, lo que hace falta es ‘psicoeducación’, es decir, fomentar la educación en emociones y en habilidades para aprender a lidiar con situaciones complicadas y momentos críticos. Todo esto se traduce en prevención y para ello hacen falta recursos públicos para prevenir los problemas de salud mental y detectarlos a tiempo. “Sí que faltan recursos por parte de las administraciones, porque no todos los chicos y las chicas tienen los recursos para pagarse una terapia privada”, asegura Cortés. En este sentido, cabe destacar que según el estudio de Unicef, en los presupuestos mundiales para la salud, sólo el 2% está destinado al cuidado de la salud mental.

La perspectiva social como palanca de transformación

Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible –aquellas metas con las que Naciones Unidas pretende modelar el futuro del planeta– se encuentran algunas de las ideas más loables marcadas por la humanidad en su conjunto: el fin de la pobreza, el hambre cero, el desarrollo de la salud y el bienestar, la expansión de una educación de calidad o la igualdad de género. A priori cabría pensar que todas ellas son un listado hecho para los líderes políticos, para su encargo exclusivo; nada más lejos de la realidad: la confección de esta lista, que en total cuenta con 17 objetivos, se ha hecho pensando también –en algunos casos, incluso principalmente– en las corporaciones. Son ellas, hoy, quienes recogen gran parte de las expectativas de alcanzar estas metas. No solo porque las empresas son uno de los actores fundamentales de la sociedad, sino porque la ciudadanía reconoce, cada vez más, su habilidad para hacer frente a los retos de nuestro siglo.

Por primera vez en 20 años las empresas son consideradas las instituciones más confiables de la sociedad

Esta potencia para actuar se refleja, por tanto, en las exigencias hechas a las propias compañías. Hoy no solo basta con ofrecer buenos servicios o productos: el impacto en la sociedad debe serpositivo; las corporaciones han de tener los valores adecuados. Y la dirección, hasta el momento, parece especialmente positiva. Según datos de la consultora Edelman, por primera vez en 20 años las empresas son consideradas las instituciones más confiables de la sociedad; se alzan hoy, por tanto, como unas de las grandes hacedoras del futuro.

Una nueva época

La importancia que adquiere el rol de las corporaciones parece, así, cada vez más evidente. Ninguna compañía duda en utilizar términos como transparencia, inclusión, ética y derechos humanos. Esta actitud se recoge también en la mayoría de las empresas a través de lo que se conoce como Transformación Social Competitiva, cuyo objetivo doctrinal pasa por desarrollar un modelo más próspero, responsable y social. Esta es, hoy, una de las principales puntas de lanza contra los grandes desafíos sociales   de nuestros países: no solo reporta beneficios a la ciudadanía en su conjunto, sino que ayuda a las compañías a ir un paso más allá en unos compromisos absolutamente necesarios; lo social, al fin y al cabo, pasa por ser parte inseparable de la estrategia corporativa. Estos valores no solo recogen algunas de las acciones más urgentes –como, por ejemplo, la descarbonización–, sino también aquellas que, en ocasiones, pasan desapercibidas. Es el caso, por ejemplo, de los programas de promoción del talento o las becas para el estudio.

Más de la mitad de la población del planeta confía en que los CEO lideren el cambio social

Los dirigentes de las compañías, al fin y al cabo, poseen una responsabilidad no solo con el resto de su corporación, sino con el conjunto de la sociedad, de la que son parte fundamental. Algunas métricas, muestran que más de la mitad de la población del planeta confía en que los CEO –esto es, los dirigentes de más alto nivel– lideren el cambio social. «Estas expectativas hacen que la Alta Dirección y los Consejos de Administración tengan que centrarse en el compromiso con la sociedad con el mismo rigor, consideración y energía que emplean para obtener beneficios», señaló recientemente Beatriz Corredor, presidenta del Grupo Red Eléctrica, durante las Jornadas de Sostenibilidad 2021 celebradas en el Museo Nacional Reina Sofía. De hecho, tal como recalcaba la directiva, «beneficio e impacto están cada vez más íntimamente ligados». Esto no es, ni mucho menos, sorprendente: solo la confianza parece atraer hoy a los consumidores, lo que crea –cada vez más– un círculo cerrado de consumo responsable. En este sentido, Mónica Chao, directora de Sostenibilidad de IKEA y presidenta de WAS, quien también intervino en las jornadas, recalcó que «para que realmente se produzca una transformación sostenible tiene que llegar a la mayoría de las personas» y aseguró que esa accesibilidad «tiene que venir con lo que nosotros llamamos affordability», es decir, sin que las personas tengan que plantearse grandes cambios en su vida.

Para conseguir avances en esta dirección, no obstante, es importante saber dónde se puede situar una compañía en un primer momento. En este sentido, el clúster de impacto social de Forética, formado por algunas de las grandes empresas del país, reveló que un 90% de las compañías de la agrupación consideran como positiva la medición del impacto social no solo en cuanto a la gestión externa, sino también en relación a la organización interna de las compañías. El comportamiento ético –no solo con los demás, sino con todo aquello que nos rodea– ha dejado de ser una opción; es, en definitiva, una nueva forma de vida.

El activismo ciudadano, clave en la sociedad del futuro

En una de las miles de páginas que el filósofo Zygmunt Bauman escribió durante su vida, se esconde una pequeña frase que revela una cruda realidad: «Uno nunca puede estar seguro de lo que debe hacer, y jamás tendrá la certeza de haber hecho lo correcto». La incertidumbre forma parte (inevitable) de la vida humana y, como advertía Bauman, es obligatorio aceptarlo para así evitar angustias vitales y mirar al futuro desde otro punto de vista. Si nuestro paso por el planeta es breve, ¿por qué no actuar desde nuestra individualidad para provocar un cambio?

Bauman habló durante toda su carrera filosófica de la ‘realidad líquida’, esa que invita al movimiento sin echar raíces en ningún lugar. Y es en los albores de los retos globales donde este concepto retoma su sentido desde el activismo ciudadano: la transición hacia un mundo más verde, justo e inclusivo ya no queda encorsetada en las instituciones, sino que son los propios habitantes quienes toman riendas del asunto para provocar cambios locales de alcance global.

La participación ciudadana protagonizó parte de las Jornadas de Sostenibilidad 2021 al presentarse como herramienta fundamental para lograr, de manera cohesionada y adecuada, la transición ecológica que necesitamos

El empoderamiento ciudadano en busca de una sociedad más comprometida no ha dejado de crecer en la última década al albor de la revolución tecnológica, que ha abierto un amplio abanico de herramientas para hacer de internet un altavoz que llame a la acción. Funciona: según una encuesta de Metroscopia, en la actualidad los españoles confían mucho más en los movimientos sociales que en los políticos. 

Un ejemplo de activismo ciudadano lo tenemos en las elecciones municipales de 2015, cuando plataformas vecinales como Levantemos El Puerto (Cádiz) –una iniciativa que buscaba dar el salto a la política– se hicieron con un importante número de votos dando paso a lo que conocemos como municipalismo, esa política basada en instituciones asamblearias. Como analiza el Barcelona Centre for International Affairs, en este caso también «el cambio tecnológico ha facilitado vías de contacto mucho más informales pero al mismo tiempo fiables, lógicas de relación más horizontales y dinámicas de multipertenencia».

Saltando del activismo político al social, Change.org es un claro ejemplo de cómo las nuevas tecnologías han ayudado a la movilización ciudadana. La plataforma, que nació para dar altavoz a las iniciativas de personas particulares, registró en los seis primeros meses de 2020 un 80% más de solicitudes. En total, más de 14 millones de personas se movilizaron con alguna petición tanto en ámbitos medioambientales, como en justicia social, conflictos, economía, sanidad o educación.

En el plano físico, existen numerosos casos de cómo la ciudadanía se organiza en busca de una sociedad sostenible. Un ejemplo es el nacimiento de la app Kuorum, una herramienta digital que ayuda a gobiernos y empresas a abrir procesos de participación en comunidad facilitando, por ejemplo, el diseño de presupuestos participativos. Encontramos igualmente el caso del Consell de Menorca, que generó un debate público en busca de ideas para solucionar el problema de accesibilidad a la vivienda en las islas convocando a vecinos, poderes públicos, residentes y empresas. También plataformas como Aragón Participa, Barcelona Decidim o Irekia son casos de éxito de activación ciudadana para la transformación social.

El papel de la participación ciudadana protagonizó parte de las Jornadas de Sostenibilidad 2021, organizadas por el Grupo Red Eléctrica, al presentarse como herramienta fundamental para transformar, de manera cohesionada y adecuada, la transición ecológica que necesitamos. «Tanto individualmente como colectivamente estamos concienciados», reflexionó Juan Verde, presidente de Advanced Leadership Foundation. «La concienciación individual y comunitaria, unida al resto de agentes sociales, son piezas que encajan y que nos permitirán alcanzar los objetivos», señaló.

Europa y las empresas hablan de participación ciudadana

La relevancia del activismo ciudadano está clara para las instituciones nacionales, pero también para las internacionales. De hecho,  la Comisión Europea acaba de inaugurar un centro de competencias para fomentar la participación de la ciudadanía en el diseño de las estrategias políticas del futuro. «El aumento de las asambleas y los paneles ciudadanos en los últimos años ha demostrado dos cosas: en primer lugar, que la ciudadanía demanda participar en las políticas públicas y, en segundo lugar, que su participación es clave para mejorar la confianza en las instituciones y reforzar la democracia», reconoce la institución europea en su escrito, que proyecta iniciativas de activación ciudadana como Conference on the Future of Europe o European Democracy Action Plan.

La Comisión Europea acaba de inaugurar un centro de competencias para fomentar la participación de la ciudadanía en el diseño de estrategias políticas

También las Naciones Unidas cuentan con su propio brazo de sociedad civil y organizan talleres, debates, conferencias y otras acciones enfocadas al activismo de los ciudadanos. «El poder de convocatoria, movilización y concienciación de los movimientos sociales es cada vez mayor. Responderá con mayor energía y ejercerá esa labor de concienciación en poderes públicos y empresas», aseguró Alfredo González, secretario de Estado de Política Territorial en las Jornadas de Sostenibilidad 2021. De hecho, de los 70.000 millones de euros que llegarán a España gracias a los fondos de recuperación poscovid Next Generation, el 15% se dirigirá a los ayuntamientos que, según los ponentes, ejercen de una de las formas más fructíferas de activismo ciudadano, ya que saben lo que necesitan sus habitantes en cada momento.

No pasó desapercibido en el evento el nombre de Greta Thunberg como ejemplo de movilización ciudadana desde la generación más joven —la más implicada en las nuevas formas de activismo— a la falta de acción contra la crisis climática y social. Una chispa que ilumina la importancia de la justicia intergeneracional: dejar a los que vienen el planeta que esperan de nosotros (y que merecen). El periódico The Guardian publicó recientemente la historia de 20 jóvenes activistas que trabajan a diario para labrarse una sociedad más justa y sostenible. Sin embargo, advirtió Verde, «no debemos descargar la responsabilidad sobre ellos». «Podemos pedirles, pero también implicarnos. No hay que esperar a su impulso para actuar», matizó. El activismo ciudadano consiste, precisamente, en eso: tomar acción de forma individual para cambiar colectivamente.