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#Coronavirus y el reto de los ODS

Con la llegada de esta trágica pandemia hemos pasado a ser del todo conscientes del efecto mariposa de la globalización. Esa cosa etérea, lejana, que sin embargo hoy se cuela en nuestras casas y en nuestras vidas (siempre lo hizo, aunque de forma menos directa). Curiosamente ahora, confinados, distanciados por responsabilidad cívica, entendemos mejor que nunca la complejidad de las interconexiones que tejen nuestro mundo. “Si las relaciones entre seres humanos se representaran con trazos a bolígrafo, el mundo sería un único y gigantesco garabato”, escribe el escritor italiano Paolo Giordano en En tiempos de contagio, el primer documento literario publicado sobre esta emergencia sanitaria.

El COVID-19 no es más (ni menos) que el nombre que adopta en este momento concreto el conjunto de amenazas globales sobre las que los científicos llevan no pocos años advirtiendo y que han contribuido a divulgar organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) e iniciativas privadas como el World Economic Forum (WEF). En su último informe Global Risks Report presentado en Davos el pasado mes de enero, el WEF esbozaba los principales desafíos a los que se enfrentará el planeta en la próxima década en términos de probabilidad: pérdida de biodiversidad y estrés de los ecosistemas, crisis alimentaria y escasez de agua, nuevas enfermedades e impactos sobre los sistemas de salud, aumento de las migraciones climáticas, exacerbación de las tensiones geopolíticas o incremento de los ciberataques.

Este mapa de riesgos globales a los que nadie es inmune es la base sobre la que se construyó la Agenda 2030, la hoja de ruta para el desarrollo sostenible firmada en Naciones Unidas en septiembre de 2015 y que ahora recibe la dolorosa sacudida del COVID-19 a apenas diez años vista de su cumplimiento: ya existe el temor a que un descalabro económico relegue a un segundo plano los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y que Gobiernos y empresas se vean obligados a rebajar su ambición a la hora de concretar sus compromisos con el planeta y con las personas.

La cooperación como modus operandi frente a los retos globales es clave para construir un futuro que conecte con un mundo más sostenible

Por eso conviene recordar que incumplir estos acuerdos solo conseguirá agravar esta realidad. Porque no hay crecimiento posible sin desarrollo sostenible y sin justicia social. “La sostenibilidad, al margen de tratar de preservar el planeta, lo que trata es de acotar los excesos que la propia dinámica del sistema económico tiene por sí solo. El deshielo de los polos tiene costes concretos en términos de sequías, de erosión de los litorales, y más indirectamente de la alimentación o el aumento del gasto sanitario. Hay una cuenta de pérdidas y ganancias del crecimiento desmedido”, recuerda el economista Emilio Ontiveros en una reciente entrevista.

Sin tomar esa brújula de medio y largo plazo, todos nos dirigimos, sin excepción, a un callejón sin salida. De nosotros depende que avancemos hacia una solidaridad o empoderamiento global o nos atrincheraremos en la cueva de Platón. Y la hoja de ruta que nos marcaba el desarrollo sostenible está plenamente vigente. Solo así saldremos, pese al drama humano, reforzados”, escribe Helena Ancos, directora de Ágora y Ansari en este artículo.

Si bien es cierto que la crisis ocasionada por el COVID-19 obligará a revisar y readaptar esta agenda global (diseñada, dicho sea de paso, para ser una agenda viva), la cooperación como modus operandi frente a los retos globales es clave. Más aún en tiempos de coronavirus. No olvidemos, además, el impacto que un virus como el que nos acecha puede tener en países cuya infraestructura de salud y estructura institucional no es tan fuerte como en España, Italia o Japón.

Algunos proponen, incluso, añadir un ODS 18 centrado en la solidaridad humana. Es una posibilidad. Sin restarle importancia a la nomenclatura ni a los matices, de este escenario de incertidumbre extraemos al menos una certeza: está en nuestra mano –Gobiernos, empresas y ciudadanía– hacer un repaso positivo de lo que está pasando y rediseñar las nuevas reglas del juego de la ya bautizada era post-coronavirus para construir una nueva y mejorada normalidad. Pero siempre con la vista puesta en el bien común si no queremos que los males comunes definan nuestro futuro.

#Coronavirus y teletrabajo: ¿Estábamos preparados?

Diseño: Natalia Ortiz

Antes de que la crisis del coronavirus llevase a toda la sociedad española a un confinamiento sin precedentes, el teletrabajo era una opción poco utilizada por las empresas de nuestro país. De hecho, según un estudio de Eurostat, en 2018 la población ocupada que normalmente trabajaba a distancia en España era de un 4,3%, una cantidad por debajo de la media europea que se sitúa en un 5,2%. El contrapeso lo ponen países como Países Bajos (14%), Finlandia (13%) o Luxemburgo (11%). Sin embargo, ahora, la pandemia ha obligado a marchas forzadas a implantar el teletrabajo en aquellas empresas en las que sea posible para no paralizar al completo la actividad económica. ¿Pero de qué manera se están adaptando las empresas a esta nueva realidad? ¿Estaban realmente preparadas, en todos los sentidos, para utilizar este sistema? ¿Cómo afectará en el futuro?

"La brusquedad e intensidad que puede requerir adoptar una medida masiva de teletrabajo en la situación actual está lejos de ser la óptima para obtener los beneficios que brinda el teletrabajo, que son muchos", explica María Isabel Labrado Antolín, investigadora del Departamento de Organización de Empresas y Marketing de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Así, el escenario no es el idóneo, pero para la experta, no impide reflexionar sobre las ventajas del teletrabajo. La principal, según esgrimen sus partidarios, es la posibilidad de tener una autonomía a la hora de trabajar. Le siguen una mayor facilidad para conciliar vida personal y laboral, el ahorro de tiempo y la mejora en la productividad y el rendimiento.

En 2018 solo un 4,3% de la población ocupada trabajaba a distancia

Con la declaración del estado de alarma, quizá ninguna de estas virtudes se hace especialmente visible: según exponen desde el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, la tensión por no poder salir de casa se va acumulando y –sumado a la ansiedad, la falta de ejercicio y de interacción social, y en algunos casos, de atender a los hijos­– va haciendo mella en nuestro sistema nervioso de tal manera que posiblemente la concentración sea menor que una situación normal. Sin embargo, los expertos no dejan de ser optimistas en este aspecto.

Pedro Ramiro Palos, profesor de Sistemas de Información en la Empresa de la Universidad de Sevilla, y Víctor Garro, profesor en la Escuela de Ingeniería en Computación del Instituto Tecnológico de Costa Rica, señalan que “las soluciones de teletrabajo que se están tomando ante esta crisis sanitaria pueden crear una ventana de oportunidad para su adopción de forma más generalizada a futuro”. Pero advierten que “hacerlo de manera apresurada puede conllevar muchos riesgos”. Sobre todo porque podría acentuar una brecha que estos días ha quedado al descubierto: la digital.

El sistema empresarial español está principalmente basado en pequeñas y medianas empresas (que suponen, según cifras del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, el 99% del tejido empresarial) dedicadas, en gran parte, a sectores donde no hay opción para trabajar a distancia, desde los servicios de limpieza o sanitarios a las tiendas de alimentación. Sin embargo, en las que sí hay esa posibilidad, apenas un 14% de ellas tiene un plan de digitalización en marcha, según aseguraba hace unos días Gerardo Cuerva, presidente de la patronal Cepyme.

Así, queda de manifiesto que el grueso de las empresas en España no cuenta con los recursos necesarios para garantizar las mejores condiciones en el teletrabajo. Por supuesto, siempre hay excepciones: las grandes corporaciones en nuestro país no han tenido demasiados problemas para afrontar esta situación. Una semana antes de que el Gobierno declarase el estado de alarma, el pasado 5 de marzo la firma EY envió a toda su plantilla a trabajar desde casa tras registrar un positivo por coronavirus en su sede central. A lo largo de la siguiente semana, el resto de grandes corporaciones se sumaron a la recomendación de las autoridades de facilitar el teletrabajo en la medida de lo posible. Algunos ejemplos son Red Eléctrica, BBVA, Bankia y Telefónica.

Pero el reto del teletrabajo no depende solamente del número de trabajadores que tenga un empresa, sino de otros muchos más factores relacionados con los recursos tecnológicos y la preparación laboral de cada empresa.

El grueso de las empresas no cuenta con los recursos necesarios para el teletrabajo

"Establecer un equipo virtual de teletrabajo no solo implica que el trabajo se realice a distancia, sino que también establece una relación formal de cooperación de equipo entre el empleado, el responsable y los compañeros con el máximo nivel de interacción, comunicación y trazabilidad de tareas. Además, requiere el uso de herramientas colaborativas, con métricas de avance y rendimiento sobre los objetivos planteados", explican Garro y Palos, que apuntan que su uso es ya habitual en empresas con proyectos de desarrollo repartidos en distintos puntos del mundo o que han requerido de la colaboración de profesionales externos.

El teletrabajo más allá de la tecnología

Para María Isabel Labrado, además de una tecnología preparada y suficiente para llevar a cabo el mismo trabajo desde ubicaciones remotas, también es necesario implantar procesos para regular la nueva relación entre empresas y empleados, "más basada en la virtualización, versatilidad y automatización de tareas". "La cultura empresarial, especialmente la cultura comunicativa, jugará un papel decisivo en el éxito o fracaso de las medidas que se apliquen; la transmisión de información, la toma de decisiones, la confianza, delegación de responsabilidades y dinámicas de equipo, entre otros, se verán afectadas por los nuevos estilos de trabajo", analiza.

Más allá de los contratiempos tecnológicos y laborales, no hay que dejar de lado la vertiente emocional del teletrabajo. Si las empresas deben aprender a verificar las condiciones de trabajo del empleado en remoto y saber gestionar los procesos, las tareas que debe desempeñar y cuándo debe hacerlo, también es imprescindible que el propio trabajador esté mentalmente preparado para ello. Establecer unos límites horarios al igual que si estuviera en la oficina, separar el espacio de trabajo y el de ocio dentro de la vivienda o mantener una comunicación fluida con sus responsables y compañeros son algunas de las condiciones básicas. Pero no las únicas: aspectos intangibles como la confianza, la ética o la motivación son decisivos para que su implantación tenga éxito.

Aunque es pronto para saber cómo influirá la crisis del coronavirus en la normalización del teletrabajo, todos los expertos creen que de estos meses dependerá su futuro en nuestro país. "El COVID-19 pasará en un tiempo, pero la experiencia generada con el teletrabajo en equipo virtual, organizado con buenas prácticas de gestión y colaboración, aunado a la incorporación del 5G, marcará una nueva era en las relaciones laborales y las tareas para las empresas que se sumen a esta evolución", concluyen Palos y Garro.

¿Cómo se construye una 'smart city'?

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Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Para alcanzar esa meta de cara a 2030 es imprescindible rediseñar las urbes y convertirlas en espacios más eficientes energéticamente, con un sistema de movilidad eléctrica más accesible y unas infraestructuras pensadas para todos los ciudadanos.

Viajar sin contaminar: el gran desafío de la década

turismo

El turismo es la gallina de los huevos de oro de la economía de muchos países. Sin turismo no salen las cuentas: es uno de los sectores que más aporta a la economía a nivel mundial. Nunca falla. Como tampoco lo hace FITUR, la feria de turismo española por antonomasia y una de las más importantes del mundo que este año celebra su 40 aniversario. Durante esta semana y hasta el próximo 26 de enero la feria abre sus puertas en el Palacio de Congresos de Madrid, donde se reunirán los profesionales más destacados del sector.

Según los últimos datos de la Organización Mundial del Turismo, cerca de 1.600 millones de personas harán las maletas en algún momento de este 2020. Esta cifra subraya el gran impacto del turismo en la economía mundial: es responsable directo del 10% del PIB del planeta y genera 1 de cada 10 empleos en el mundo. A pesar de los beneficios que el turismo tiene para la economía, cabe recordar que todos los desplazamientos dejan huella en nuestro planeta.

El turismo es responsable directo del 10% del PIB del planeta

Sin ir más lejos, la Agencia Europea del Medio Ambiente estima que un vuelo de Madrid a Barcelona con 100 pasajeros emite cerca de 14 toneladas de CO2. El mismo trayecto, con el mismo número de viajeros, pero en tren, produce 7.000 kilogramos del mismo gas. Datos de este organismo señalan al avión como el medio de transporte más dañino con el planeta. Y es que llega a contaminar hasta 20 veces más que otros medios. A pesar de los esfuerzos — de momento, insuficientes— del sector para reducir sus niveles de contaminación, la realidad es que a día de hoy es el responsable del 2,5% de los gases invernadero. Y eso no es todo. De seguir con los ritmos actuales, se calcula que para el 2050 las emisiones procedentes de los vuelos aumentarán en un 300%.

Por ello, el turismo juega un papel clave en la Agenda 2030 y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, ya que tiene el potencial para contribuir de manera decisiva en la consecución de los grandes desafíos de la década. Bajo esta perspectiva, ya son varios los países que han empezado ya a “viajar” hacia un turismo más sostenible con medidas que van desde la aplicación de tasas económicas al visitante hasta la limitación del número de turistas permitidos o la eliminación de los vuelos de corta distancia. Todas ellas están orientadas a buscar un equilibrio entre potenciar el turismo y garantizar la sostenibilidad del entorno.

Asia

Bután es un claro ejemplo de cómo apostar por el turismo sin que el ecosistema salga perdiendo. Bajo la política “valor alto, impacto bajo”, el pequeño estado budista del sudeste asiático ha limitado el número de visitantes anuales que pueden acceder al país para así controlar y minimizar el impacto medioambiental. Entre las medidas aplicadas se encuentra el pago de una tasa diaria de 200 euros por persona que incluye el alojamiento y la obligación de llegar al país a través de una agencia de viajes autorizada por el Gobierno. Estas soluciones han hecho de Bután un referente a nivel mundial en turismo sostenible.

Un grupo de espectadores observan un baile tradicional de Bután

La recientemente renombrada como República de Palau, el país formado por islas volcánicas que se encuentra al oeste de Filipinas, también ha dado un paso más en el campo del ecoturismo. A través de la firma de la “promesa de Palau”, una especie de contrato redactado por los niños y niñas del país, los turistas se comprometen a cumplir una serie de indicaciones a la hora de visitar el país. El objetivo, según las autoridades nacionales, es que el visitante sienta que es su deber proteger y preservar el entorno.

Latinoamérica

En latinoamérica también se encuentran ejemplos de Gobiernos que han decidido priorizar la supervivencia del entorno natural frente a los beneficios del turismo. Las islas Galápagos, situadas en el océano Pacífico a casi 1000 km de las costas de Ecuador, llevan desde hace años restringiendo el número de visitantes por cuestiones medioambientales. Además, las autoridades ecuatorianas han implementado una tasa para los turistas de 100 dólares por persona y han limitado también la presencia de visitantes en determinadas áreas con el objetivo de luchar contra la degradación del ecosistema.

Fernando de Noronha, otro archipiélago de islas situado en el nordeste de Brasil, tiene un límite diario de turistas fijado en 450. Sin embargo, esta cifra no siempre se respeta debido a la histórica flexibilidad de las autoridades brasileñas en temas de protección del medio ambiente. El Gobierno de la zona también ha fijado una tasa de 20 euros por persona y día que se emplea para llevar a cabo proyectos orientados a preservar la biodiversidad.

España

Dentro de nuestras fronteras, Barcelona, que desde hace años se enfrentado a las consecuencias de un turismo masificado, ha tomado medidas contra uno de los medios de transporte más dañinos: los cruceros. Con una media de 750 escalas diarias en el puerto de Barcelona, en temporada alta llegan a coincidir en aguas catalanas hasta diez naves de gran tamaño. Por este motivo, el Ayuntamiento de Barcelona está a punto de aprobar un paquete de medidas que limitará el número de cruceros en la capital catalana.

Turistas reunidos en la Fuente Mágica de Montjuïc, en Barcelona

Por último, en las Islas Baleares se instauró en el año 2018 un impuesto conocido como ecotasa. Desde entonces, los turistas que visiten alguna de las islas deberán abonar un pago que puede llegar a ascender hasta 4 euros por persona y día dependiendo del establecimiento en el que se alojen. En el año 2019, gracias al Impuesto del Turismo Sostenible, el Gobierno balear recaudó más de 100 millones de euros que, según las autoridades, están destinados a mejorar la calidad de vida en las islas con proyectos enfocados a crear infraestructuras más sostenibles.

¿Son posibles unas Navidades razonables?

Ilustración: Valeria Cafagna

Tenemos tan interiorizado que las Navidades son una época de excesos que ya apenas nos cuestionamos otras posibilidades. Es como si el final del puente de la Constitución marcara el pistoletazo de salida de un periodo de gracia en el que se permite casi todo. Según el último informe de Deloitte sobre consumo navideño, los españoles gastaremos una media de 554 euros durante estas fiestas, un 2,4% más que el año pasado. Una cifra que se sitúa bastante por encima de los 461 euros que sacarán de su cartera nuestros vecinos europeos. ¿En qué nos gastamos la paga extra? Según los datos de esta consultora, los regalos se llevan la palma con una media de 238 euros. Comida (173 €), ocio (79 €) y viajes (64 €) completan la lista.

Los españoles gastaremos una media de 554 euros durante estas fiestas

La expresión “un día es un día” es probablemente una de las más escuchadas durante el tiempo que separa la segunda semana de diciembre y el último bocado al roscón de Reyes, que marca el final de las vacaciones. Pero los excesos navideños no se circunscriben a la alegría con la que los españoles sacamos a pasear la tarjeta de crédito. Las comidas abundantes y calóricas, el consumo de energía o la generación de desperdicios también se disparan en estas fechas. El exceso también pasa factura a nuestro planeta. Para evitar este daño y el posterior arrepentimiento, a continuación, presentamos una serie de consejos que nos pueden ayudar a pasar unas Navidades más “eco-friendly”.


1) Diseña un presupuesto navideño. Prever y planificar los gastos que vamos a tener durante este periodo puede ayudarnos a consumir de manera responsable y a dejarnos llevar por los excesos. Una vez marcados los límites, trata de ajustarte a ellos y, si hay algún imprevisto, inclúyelo en el presupuesto y vuelve a hacer la prueba del algodón.

2) Regala con mesura. Comprar por comprar es uno de los hábitos que habría que desterrar con más urgencia. En su lugar, lo mejor es dedicar tiempo a investigar y pensar en un obsequio que realmente pueda gustarle a esa persona. De esta forma, no solo gastarás tu dinero más a gusto, sino que de manera indirecta, contribuirás a reducir el gasto de esos recursos que se han empleado en la fabricación y el transporte del objeto en cuestión.

3) Explora el comercio justo. Ya que gastar dinero es casi inevitable, siempre puedes ampliar tu espectro de opciones hacia empresas con valores similares a los tuyos. Porque sus materias primas son naturales o autóctonas de una determinada parte del mundo; porque sus procesos de producción son respetuosos con el medio ambiente y con los trabajadores; porque sus productos o servicios tienen una trazabilidad contrastada, poseen un componente educativo o solidario, o por cualquier otra cuestión con la que te sientas identificado.

4) Reduce los homenajes gastronómicos. Nótese que esto no significa “eliminar”, solo “reducir”. En este tiempo es inevitable evitar los tradicionales dulces y alguna comida copiosa pero las citas navideñas se multiplican y la ingesta es imparable. Al margen del factor económico, esa dieta hipercalórica no conduce a nada bueno. Según el Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) durante las Navidades, los españoles engordamos de media entre 3 y 5 kg.

5) Aprovecha las sobras. Según datos de la FAO, en España se tiran al año se tiran cerca de 7,7 millones de toneladas de alimentos. Y la Navidad es la época del año en la que se compra un mayor volumen de comida y más se desperdicia. Apostar por la comida de aprovechamiento y utilizar la comida sobrante para elaborar nuevos platos no solo es una manera de dar alas a la imaginación culinaria, sino también de reducir el despilfarro de comida.

6) Recicla. Si algo tienen las Navidades es que son cíclicas. Ocurrirán el año que viene con total seguridad, de forma que hay muchos elementos navideños que podemos reutilizar, sin necesidad de incurrir en más gastos ni en un mayor desperdicio. Desde el árbol hasta los adornos o el Belén, pasando por las botellas de vino sin abrir que nos esperan desde la cesta pasada. Y qué decir de esas ingentes cantidades de papel de regalo hecho trizas que tiramos a la basura tras la visita de Papa Noel o los Reyes Magos. ¡Reutiliza!

7) Sé solidario. Es un tópico y más en estas fechas pero si sirve para remover conciencias y hacer algo útil por los demás, bienvenido sea. Practicar la solidaridad, prestando nuestro tiempo o recursos a alguna causa justa y a quien más lo necesita es un favor que, más que a los demás, nos hacemos a nosotros mismos. Nos permite respirar, coger perspectiva y salir de la inercia de la rutina.

Las tres regiones del mundo en las que es más complicado ser niño

niño

Imagina que tienes ocho años y experimentas el hambre y la sed casi a diario. Imagina que no dispones de un hogar en el que refugiarte de las inclemencias del tiempo ni de unas instalaciones sanitarias básicas. Imagina que vives con tu familia en una zona de conflicto y no tienes acceso a un servicio de salud. Imagina que careces de un sistema educativo en el que desarrollar tus aptitudes o que la sociedad en la que vives reserva para ti un papel de sumisión por el hecho de ser niña. Imagina que estas líneas no son un ejercicio de reflexión, sino la realidad que a diario viven niños y niñas de todo el mundo.

Neide es una de ellas. Nacida en Angola y procedente de una familia de limitados recursos económicos vivió de niña en su propia piel la malnutrición y la enfermedad. Hace unos años, la fiebre se llevó a su hermana menor y a su padre, lo que la llevaron a ella y a su familia a escapar de un país golpeado por una violenta guerra civil. Tras solicitar asilo en Namibia, Neide decidió emprender el camino hacia Europa en busca de las oportunidades que se le negaron en Angola, considerado por la organización Save The Children como uno de los peores países para ser niño junto con Níger, Mali, República Centroafricana, Somalia y Chad.

Neide decidió emprender el camino hacia Europa en busca de las oportunidades que se le negaron en Angola

  Unicef, a través de su informe anual Estado Mundial de la Infancia (EMI), también hace un balance de la situación mundial de la infancia. Y los últimos datos no son halagüeños. Actualmente las mayores amenazas para la supervivencia, el crecimiento y el desarrollo de los niños del mundo son, por orden de incidencia: la mortalidad neonatal, la escasez de agua y saneamiento, la falta de vacunación, la malnutrición, la inseguridad en zonas de conflicto, la falta de educación, protección (matrimonio infantil, mutilación genital femenina, trabajo infantil, etc.) y la falta de empoderamiento de la mujer.  

NIños
Fuente: Unicef

Concretamente, este 2019 Unicef centra su análisis en la situación de la nutrición infantil en el mundo. El informe, titulado Infancia, alimentación y nutrición: creciendo bien en un mundo cambiante, trata esta dimensión que amenaza directamente la supervivencia de los niños y niñas del mundo. Las cifras nos muestran un panorama global preocupante.

En la actualidad, casi 200 millones de niños sufren desnutrición crónica y aguda en todo el mundo. Sin olvidar que cerca de 340 millones de infantes sufren “hambre oculta”, es decir, una deficiencia crónica de vitaminas y nutrientes esenciales. La mayoría de los niños con este tipo de carencia nutricional, especialmente dañina en los niños de menos de cinco años, viven en el continente africano, en el sudeste asiático y en algunas regiones del norte de Latinoamérica.

Históricamente, el continente africano ha sido uno de los más golpeados por la malnutrición. Si bien los índices de inanición se han reducido considerablemente en las últimas décadas, en muchos países de África Occidental y Oriental sigue siendo uno de los principales problemas sociales. De la misma manera, Yemen, en situación de guerra desde 2015, presenta unos índices muy altos de desnutrición crónica.

En Asia, países como India, Pakistán, Afganistán, Indonesia o Filipinas también muestran unos niveles muy altos, lo cual incide directamente en la salud y el desarrollo de niños y adolescentes.

Un tercer foco de malnutrición se encuentra en Latinoamérica. Países como Guatemala, Honduras o Ecuador presentan una situación alimentaria muy adversa, generalmente debido los altos índices de desigualdad y pobreza que sufre su población.

En definitiva, los datos pintan un panorama desolador que solo puede combatirse con colaboración y determinación internacional. Sin ir más lejos, los Objetivos de Desarrollo Sostenible 1 y 2 proponen poner fin a la pobreza y acabar con el hambre en el mundo de cara a 2030. La infancia es nuestro futuro. Pongámoslo en práctica.

Sigue en directo la presentación del European Green Deal

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“Vamos a embarcarnos en una transformación que va a revolucionar cualquier ámbito de nuestra sociedad y de nuestra economía. Y lo haremos porque es lo correcto, aunque no será fácil (…) La protección del planeta es el área en la que el mundo más necesita del liderazgo de la Unión Europea”.

Con estas palabras, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, introducía en su discurso de investidura la posición del nuevo Ejecutivo comunitario en la lucha contra el cambio climático. La presidenta anunció que en sus primeros 100 días en el cargo presentaría su estrategia política para convertir a Europa en líder de la transición hacia una era postcarbono.

->Síguelo en directo en este enlace: https://audiovisual.ec.europa.eu/en/

El European Green Deal o Pacto Verde Europeo, que está llamado a ser uno de los seis pilares estratégicos de su mandato, se presenta hoy en un pleno extraordinario del Parlamento Europeo. La presidenta von der Leyen y el vicepresidente Frans Timmermans, responsable de la acción climática de la región, detallarán las principales líneas del plan cuya hoja de ruta se conocerá en 2020.

Según los últimos datos recogidos por los medios de comunicación, el European Green Deal pretende convertir a Europa en el primer continente neutro en emisiones de carbono. Y lo hará ampliando los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para 2030, fijándolos en el 50% o el 55%, muy por encima del límite actual del 40%. La propuesta de von der Leyen recoge así el testigo de la Eurocámara, que declaró hace unos días la emergencia climática en la región y urgió a la recién investida Comisión a fijarse metas ambiciosas.

Plenamente alineado con el Acuerdo París y con el firme propósito de llevarlo a término, el European Green Deal pondrá el foco en la transición energética y la descarbonización de la economía europea, para lo cual impulsará la transformación de sectores como el transporte o la agricultura, fomentando la economía circular y la protección de la biodiversidad.

Pero esto no ocurrirá a cualquier precio. Desde el primer minuto, von der Leyen ha dejado claro que la transición debe ser justa para llegar a buen término. “Lo que es bueno para nuestro planeta debe ser bueno también para los ciudadanos, las regiones y la economía. Por eso debemos garantizar que esta transición es justa, que no deja a nadie atrás”, ha adelantado la presidenta. En su discurso inaugural anunció que crearía un Fondo de Transición Justa para ayudar a las regiones dependientes del carbón a dar el salto a la nueva era.

La expectación es máxima. Con el European Green Deal, el Viejo Continente asume de nuevo un lugar protagonista en la historia como un poder normativo global.

Cómo dar luz (verde) al mundo antes de 2030

«Vivimos en un mundo sin gobernanza global. En ese contexto, la responsabilidad de las empresas transnacionales es mayor», así definió Jordi Sevilla, presidente del Grupo Red Eléctrica, el nuevo marco de actuación en el que las empresas están asumiendo un papel protagonista y un compromiso firme con el desarrollo sostenible.

«Nos están fallando, pero los jóvenes están empezando a entender su traición. Los ojos de todas las generaciones futuras están sobre ustedes. Y si eligen fallarnos, nunca los perdonaremos. No dejaremos que sigan con esto. Justo aquí, ahora es donde trazamos la línea. El mundo se está despertando. Y se viene el cambio, les guste o no». Con esas contundentes palabras terminaba Greta Thunberg su intervención en la Cumbre del Clima organizada por Naciones Unidas hace poco más de una semana en Nueva York. La joven se ha convertido en la cara más visible de las reclamaciones de las nuevas generaciones, que enarbolan con energía la bandera verde. Sin embargo, tanto Greta como sus coetáneos saben que no pueden hacerlo solos y que, para cumplir los compromisos y plazos que exige el planeta, será necesario que todos sean parte activa de la lucha. Y son las empresas las que hoy están a la vanguardia de la batalla.

Ese fue el leitmotiv principal de la segunda jornada del evento Creando juntos un futuro sostenible organizado por el Grupo Red Eléctrica, una sesión especial para facilitar el encuentro con analistas, inversores ESG y proxy advisors. «El cambio climático va a afectar al modelo energético, y los mercados financieros son conscientes de esta problemática y la comparten», introducía el consejero delegado de la entidad, Roberto García Merino, que destacaba la importancia de la regulación para cumplir los objetivos de reducción de emisiones a nivel nacional, europeo y global. Sin embargo, el cambio empieza en los individuos como inversores, pero también como ciudadanos y consumidores.

«En 2050, si queremos garantizar que exista un planeta para nuestros hijos o para nuestros nietos, tenemos que garantizar una situación en la que el sector eléctrico no use combustibles fósiles ni produzca emisiones. Y, dentro de este panorama, electrificar el transporte es una de las soluciones para dar paso a un planeta más sostenible», explicaba Ángel Mahou, director corporativo de Telecomunicaciones e Internacional, tras incidir en que el transporte supone un tercio del uso energético mundial y, por tanto, es un sector que tiene mucho que decir en la descarbonización –de hecho, en España se calcula que supone un 42% de ese consumo–. «El vehículo eléctrico es un reto y una oportunidad industrial, medioambiental y energética, pero sobre todo es una oportunidad para las personas. En las ciudades, apostar por el eléctrico significa bajar los niveles de contaminación nociva para los humanos y también el ruido», destacaba.

Es precisamente en las ciudades donde se encuentran, para muchos expertos, gran parte de las complicaciones a la hora de plantear la obligada transición ecológica. Para otros, es donde pueden nacer también un buen número de soluciones. Es en ellas donde la electrificación del transporte es hoy más prevalente, no solamente con turismos y nuevos modelos de movilidad compartida, sino con apuestas por otros tipos de medios como las bicicletas, motos o los patinetes eléctricos, que ya suponen un porcentaje significativo de las ventas en nuestro país –solo en 2018, estas superaron los 63.000 vehículos–.

Que la próxima década será crucial en la electrificación del parque español es algo asumido, pero no por ello es posible relajarse: anticiparse a algo que sabemos que va a ocurrir es primordial para minimizar el impacto de la transformación. «Un parque de un millón de vehículos eléctricos supondría el 1% de la demanda eléctrica actual. Para 2030, estamos con un escenario central de 2,5 millones eléctricos. Eso significaría un crecimiento de la demanda de un 2,5% en diez años. En el pasado hemos gestionado y absorbido en el sistema eléctrico crecimientos muy superiores», reconocía Miguel Ángel Muro, director de Servicios para la Operación, mientras subrayaba la necesidad de anticiparse a la demanda de un crecimiento que no será lineal en los próximos años. «La pregunta no es si la electricidad será suficiente para alimentar la flota de vehículos, sino si el sistema de carga de baterías está preparada para ser alimentada con energía eléctrica procedente de fuentes renovables en un porcentaje razonable», planteaba.

Sin recurrir a una bola que permita ver el futuro, está claro que las renovables van a jugar un papel esencial en los próximos años, especialmente la fotovoltaica y la eólica. «El año pasado, el 40,8% de la energía que se produjo en España vino de fuentes renovables. Pasar al 77% que se plantea en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima es un reto ambicioso que va a requerir de acciones esenciales para conseguirlo», explicaba Miguel Duvison, director general de Operación, mientras incidía en la necesidad de contar con interconexiones y tecnologías de almacenamiento para hacer posible esta transformación.

En un territorio tan extenso como el español, las potencialidades de recursos –y también las necesidades de infraestructuras– son diferentes y especialmente complicados en las islas. «La mejora en la interconexión de sistemas más pequeños nos dará una mayor oportunidad de integrar la generación de renovables, porque se podrá utilizar más allá de la isla donde se produzcan la oferta y la demanda», explicaba Concha Sánchez, directora de Desarrollo del Sistema.

En esa línea, Tomás Domínguez, director de Operación, incidía en el cambio de paradigma eléctrico que ha tenido lugar en los últimos años y que seguirá cambiando cada vez más rápido. «La integración de energías renovables plantea un reto porque son fuentes no controlables, ya que dependen de un recurso primario variable como el sol o el viento». Según Domínguez, en los sistemas insulares podremos afrontar esta transformación si contamos con recursos controlables como las tecnologías de almacenamiento, una herramienta que será esencial para la operación de los sistemas eléctricos insulares.

Proyectos como los que se están llevando a cabo ya en las islas Baleares o en Canarias –como la central hidroeléctrica de Chira-Soria– son solo un ejemplo de los esfuerzos que se realizan para avanzar en el largo camino de la transición ecológica y que ya están reportando beneficios. Aunque en ese camino todas las voces indican que llegamos tarde, acelerar el paso se ha convertido en una necesidad para que el retraso no sea imperdonable. La inversión en la red de transportes y en fortalecer las interconexiones entre países e islas están en las medidas más destacadas en la hoja de ruta para los próximos años. Como destacaba Eva Pagán, directora general de Transporte, precisamente ese fortalecimiento de las redes con Portugal (que permitirá que ellos también cumplan sus objetivos de interconexión) y Francia, así como los proyectos que están sobre la mesa en Baleares y Canarias permitirán «fortalecer las interconexiones no solamente entre islas, sino entre países».

Todas estas metas concretas se unen al plan global de Red Eléctrica para demostrar su compromiso con la Agenda 2030. Fátima Rojas, directora corporativa de Sostenibilidad y Relaciones Externas, y Antonio Calvo, director de Relaciones Institucionales y Sostenibilidad, volvieron a resumir el documento para los presentes en esta segunda jornada.

«La sostenibilidad no es una moda en el caso de Red Eléctrica, ni una cuestión individual: está en nuestro propósito y nuestros compromisos, que son algo compartido», concluía el presidente del Grupo Red Eléctrica, Jordi Sevilla. Ni una moda ni un capricho pasajero: la transición ecológica es un compromiso ineludible no solo de sus empresas con sus grupos de interés… sino de todo el planeta.

Red Eléctrica presenta su hoja de ruta sostenible

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“Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”. Esta es, quizá, una de las citas más famosas que se le atribuyen al reconocido humorista y actor Grouxo Marx. Más de 40 años después de su muerte, la ingeniosidad del cómico sigue aflorando en conversaciones y situaciones cotidianas y, sin embargo, el humor se esfuma al aplicarse a los grandes desafíos de nuestro siglo.

“Cuando hablamos de sostenibilidad no tenemos otros principios más allá de los definidos por Naciones Unidas en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Ni podemos ni debemos cambiarlos”, ha recordado Antonio Calvo, director de Relaciones Institucionales y Sostenibilidad de Red Eléctrica de España, durante la jornada Creando juntos un futuro sostenible. El reto de los ODS, organizada por la compañía como antesala del cuarto aniversario de la aprobación de la Agenda 2030.

En una sesión dirigida a los proveedores, Calvo ha presentado los principales retos en sostenibilidad a los que a los que se enfrenta el sector energético en el futuro más inmediato. Grupo Red Eléctrica se ha fijado once objetivos par luchar contra los desafíos globales con horizonte a 2030. La lucha contra la emergencia climática, garantizar el acceso de energía no contaminante para el total de la sociedad, alcanzar la igualdad de género o la adaptación a la cuarta revolución industrial (la digital) son algunos de los retos más cercanos en su horizonte.

Pero no son los únicos. Según ha señalado la directora corporativa de Sostenibilidad y Relaciones Externas de REE, Fátima Rojas, la compañía bucea en las metas definidas en la Agenda 2030 para contribuir con el progreso sostenible desde todos los frentes. “El Grupo Red Eléctrica se ha comprometido a reducir un 40% sus emisiones de gases de efecto invernadero de aquí a 2030”, ha anunciado Rojas.

Se trata de uno de los once objetivos definidos por la compañía para luchar contra los desafíos globales. Le siguen la integración del 100% de las energías renovables en el sistema eléctrico y el alcance de la paridad de género en el equipo directivo, así como la creación de una hoja de ruta que impulse a la compañía para convertirse en líder de la economía circular y la definición de una cadena de valor responsable.

En esta línea, el responsable de Departamento de Sostenibilidad, Vicente González, ha hecho un llamamiento a los proveedores: “Os proponemos establecer una alianza del mayor alcance posible para que tracemos juntos un camino que nos lleve a la reducción de la huella de carbono”.

Este septiembre, Red Eléctrica ha lanzado un proyecto para reducir la huella de carbono en el que los diferentes eslabones de la cadena de suministro pueden unirse para contribuir a crear un espacio de colaboración en el ámbito de la sostenibilidad. De esta manera, se busca recopilar información directa sobre las emisiones de gases de efecto invernadero que permita identificar nuevas oportunidades para acelerar el trayecto hacia ese futuro que será sostenible, o no será.

Fátima Rojas

Directora corporativa de Sostenibilidad y Relaciones Externas de REE

"Queremos explicar a los grupos de interés cuál es nuestro compromiso con la Agenda 2030, porque nos enfrentamos a retos que tienen una dimensión cada vez mayor. Es imprescindible que todos trabajemos juntos para afrontarlos".

 

Antonio Calvo

Director de Relaciones Institucionales y Sostenibilidad de Red Eléctrica de España

"Ha transcurrido una tercera parte del tiempo que tenemos para cumplir los ODS y solo hemos colgado carteles pesimistas. ¡No vamos a llegar!, nos decimos. Por eso, necesitamos es generar ilusión, con un espíritu positivo y de colaboración: tarde o temprano llegaremos a 2030 con los deberes hechos".

 

Vicente González

Responsable de Departamento de Sostenibilidad

“En Red Eléctrica queremos ser una compañía a la cabeza de la economía circular. No podemos seguir consumiendo como estamos consumiendo, o acabaremos consumiendo completamente al planeta”.

Bienvenidos a 2030: creando juntos un futuro sostenible

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Pulsar un interruptor y que se encienda la luz es, posiblemente, uno de los gestos que mejor simbolizan el progreso. Pero de la misma manera que esa energía que flota en el vacío llega a nuestros hogares gracias a un sofisticado y coordinado sistema eléctrico, el desarrollo sostenible solo será posible gracias a una sofisticada y coordinada agenda global. Nos ha llevado varios siglos entenderlo, pero los límites planetarios y la fragilidad de nuestras sociedades parecen haber alterado nuestra escala de valores.

El Grupo Red Eléctrica reducirá un 40% sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2030

«Ahora sabemos que el modelo de desarrollo propio del pasado no es algo escrito en las tablas de la ley. Y que, por tanto, podemos mejorarlo». Con estas palabras, el presidente del Grupo Red Eléctrica, Jordi Sevilla, abría la jornada Creando juntos un futuro sostenible. El reto de los ODS.

«Los vectores de transformación no siempre han tenido en cuenta la prioridad del impacto sobre la cohesión social y sobre nuestro planeta, y ha llegado la hora. Hay suficientes personas e instituciones como para hacer creíble que esto va en serio. Se trata, sencillamente, de vivir de manera compatible con nuestro entorno natural y con nosotros mismos», ha explicado el presidente de la compañía durante el encuentro, celebrado en su sede de Madrid.

Jordi Sevilla: «Las empresas son de sus accionistas, pero estas no se deben solo a sus intereses»

Con la resaca de la última Cumbre del Clima celebrada en Nueva York, del cuarto aniversario de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas y de la histórica huelga estudiantil que ha movilizado a jóvenes de todo el mundo, la compañía ha querido poner en valor su compromiso y reflexionar, de la mano de expertos de primer nivel, sobre la consecución de la Agenda 2030 de forma eficiente desde el sector privado, las administraciones y la ciudadanía.

Jordi Sevilla ha incidido en el papel de las empresas del siglo XXI. «Los accionistas son muy importantes para una compañía, pero deben ser responsables para con sus stakeholders, agentes afectados por la acción de la empresa y que a su influyen sobre ella. Las empresas son de sus accionistas, pero éstas no se deben solo al servicio de los intereses de los accionistas».

Cristina Gallach: «La Agenda 2030 nos compromete con las próximas generaciones. Es un pacto intergeneracional»

En este sentido, la compañía se ha fijado once objetivos con horizonte 2030 para luchar contra los retos globales, como la emergencia climática o la desigualdad, en el marco de su Compromiso de Sostenibilidad y en línea con su Plan Estratégico 2018-2022. Entre ellos, se ha marcado el reto de reducir un 40% sus emisiones de gases de efecto invernadero, así como de integrar el 100% de las energías renovables en el sistema eléctrico y trabajar para lograr la paridad de género en el equipo directivo.

El acto también ha contado con la participación de la Alta Comisionada para la Agenda 2030, Cristina Gallach, y el director del Centro de Innovación en Tecnología para el Desarrollo Humano de la Universidad Politécnica de Madrid, Carlos Mataix.

Gallach ha puesto de relieve el avance de España en este campo. «En el último año, hemos dado pasos significativos en el campo de las políticas públicas, la divulgación y el tejido empresarial». «Mirar el mundo a través de las gafas de los ODS nos da energía, nos empodera, nos hace ser conscientes y nos compromete con las próximas generaciones, por eso creemos, además, que es un pacto intergeneracional», ha añadido.

Carlos Mataix: «Los ODS son tan importantes como la Declaración Universal de los Derechos Humanos»

Por su parte, Mataix ha manifestado que «la Agenda 2030 es el gran plan de nuestra civilización para llegar en diez años a un escenario de vida mucho mejor». Y ha subrayado el poder de las alianzas: «Aisladamente, no lo vamos a conseguir. La Agenda nos ofrece un lenguaje común y acelera las posibilidades de ponernos de acuerdo».

La ciencia nos lo está recordando una y otra vez: nos acercamos a un punto de no retorno. «Podemos considerar los ODS como un tratamiento médico para una civilización que está dando síntomas preocupantes de que puede enfermar», ha explicado Mataix. «El fabricante de este medicamento es de toda confianza: Naciones Unidas. Y es que los ODS son tan importantes como la Declaración Universal de los Derechos Humanos». Para el profesor, esta Agenda es, sin duda, una «fuente de esperanza ante un mensaje de urgencia». ¿Nos anticiparemos al colapso?