En 2007, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 2 de abril como el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo. El objetivo era tan sencillo como loable: poner de relieve la necesidad de mejorar la calidad de vida de quienes lo sufren y promover su necesaria inclusión en todos los ámbitos de la sociedad.
El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una alteración neurobiológica que afecta al sistema nervioso y al funcionamiento cerebral, dificultando el desarrollo de las áreas de comunicación e interacción social de quienes lo padecen. Según las estimaciones elaboradas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 160 personas del planeta sufren este trastorno. A día de hoy, las causas que lo provocan siguen sin conocerse.
La estigmatización y discriminación que aún sufren las personas con TEA acentúan sus dificultades, impidiendo su pleno desarrollo personal
Lamentablemente, las personas que nacen con TEA lo sufren durante toda su vida, lo que vuelve especialmente importante una detección temprana –y su consiguiente tratamiento– para poder reforzar aquellos aspectos vitales en los que muestran mayor dificultad: la comprensión y expresión de sentimientos y mensajes sociales, la adaptación a los cambios y el manejo de la información sensorial.
Una inclusión necesaria
El pasado año, Naciones Unidas puso el foco en la necesidad de estructurar el mercado laboral de manera que las personas con autismo pudieran acceder a un trabajo decente en condiciones de igualdad, intentando eliminar toda conducta que perjudique su empleabilidad.
Las dificultades en la comunicación e interacción de las personas con TEA favorecen que no se preste atención a capacidades que pueden ser especialmente útiles a la hora de desempeñar eficientemente un puesto de trabajo. Es el caso de la meticulosidad y la atención por los detalles, la honestidad, el respeto a las reglas establecidas, el empleo de la lógica o la correcta adaptación a las rutinas. Así, las empresas que incorporan a sus equipos personas con TEA experimentan beneficios que van desde la introducción de puntos de vista diferentes e innovadores a una mayor claridad en la comunicación y la atención a los condicionantes personales.
Los beneficios sociales son evidentes. Un estudio de la organización danesa Specialisterne, dedicada a la inclusión laboral de personas con autismo y otros diagnósticos neurodiversgentes, demostró que cada corona danesa invertida en un empleado con TEA generó 2,20 coronas en impuestos y contribuciones al capital estatal.
Las personas con TEA aportan atención por el detalle, adaptación a las rutinas, lógica y honestidad a su entorno laboral.
Replicando los métodos utilizados por la organización matriz, Specialisterne España nació en 2013, consolidada hoy como una empresa social dedicada en cuerpo y alma a facilitar la inclusión laboral de las personas con TEA. Specialisterne predica con el ejemplo: la mayoría de trabajadores de esta empresa son personas autistas. Su acción social se basa en la selección y preparación de estas personas para mejorar su empleabilidad, principalmente en el campo de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), donde su alto nivel de atención al detalle les permite destacar con facilidad. Pero, además, acompañan y capacitan a las empresas que desean incluir la neurodiversidad en sus plantillas. Desde el inicio de su actividad, la compañía ha logrado facilitar el acceso al empleo a más de 450 personas.
Las dificultades laborales de este colectivo también propiciaron el nacimiento de contrataTEA, una plataforma web que pone en contacto a personas con TEA en búsqueda de empleo con empresas necesitadas de nuevos talentos. El proyecto fue iniciado en 2018 por Autismo España, Federación Española de Autismo (FESPAU) y Asperger España, y no sólo pone en contacto a los empleadores (a quienes sensibiliza) con sus futuros empleados (a los que selecciona y prepara).
La diversidad de estas personas continúa hoy exponiéndolas a una estigmatización social que acentúa sus dificultades y complica su desarrollo personal. Su plena inclusión, no solo laboral, sino social, pasa necesariamente por la sensibilización del resto de la sociedad para eliminar cualquier tipo de actitud discriminatoria hacia ellas. Un camino que, de momento, se construye poco a poco.