Etiqueta: Desigualdad

Dorothy Day, la activista santa que quiso poner fin a la pobreza

Desde el corazón de Brooklyn, Dorothy Day dedicó su vida a combatir la desigualdad. Activista, periodista y católica comprometida, fundó el Catholic Worker Movement para dar esperanza a los más desfavorecidos. 


Conocida como «La Radical Piadosa», Dorothy Day fue una escritora norteamericana, defensora de los derechos de la mujer y de los obreros que se convirtió en una de las figuras más influyentes del activismo social en Estados Unidos. Nacida en 1897 en Brooklyn (Nueva York), creció en una familia de ascendencia irlandesa y británica, y desde muy joven se sintió atraída por la literatura y las causas sociales, dos intereses que definirían su camino. 

Dorothy Day canalizó toda su energía hacia la acción comunitaria y la solidaridad con los más vulnerables

Y es que, en un momento de profunda incertidumbre en Estados Unidos, Day trabajó como periodista en publicaciones que promovían el socialismo y el cambio social, defendiendo activamente los derechos de la mujer, el amor libre y el aborto. Sin embargo, la transformación más profunda de su vida llegó en 1927, cuando decidió convertirse al catolicismo. A partir de ese momento, la escritora canalizó toda su energía hacia la acción comunitaria y la solidaridad con los más vulnerables, inspirada por los valores cristianos de compasión y justicia. Encontró en la fe una razón para luchar contra la pobreza y la exclusión y, junto al filósofo Peter Maurin, fundó en 1933 el Movimiento del Trabajador Católico (Catholic Worker Movement).

Esta iniciativa nació en pleno corazón de la Gran Depresión, un periodo en el que millones de estadounidenses perdieron sus trabajos y sus hogares. Day y Maurin crearon casas de acogida donde todo el que lo necesitara podía encontrar un plato de comida caliente y un lugar donde dormir. Era una respuesta directa y tangible a la pobreza, y también una declaración política, pues la sociedad no podía dar la espalda a los más desfavorecidos.

El Catholic Worker Movement sigue funcionando actualmente, inspirando a nuevas generaciones a trabajar por una sociedad más justa

El Catholic Worker Movement se construyó sobre los principios de la no violencia y la acción directa, ya que Day rechazaba la guerra y el uso de la violencia, convencida de que el cambio verdadero solo podía lograrse a través del amor y la solidaridad. Su compromiso con la paz la llevó a participar en diversas manifestaciones y a ser arrestada en varias ocasiones. Sobrevivió a una huelga de hambre en prisión por oponerse a la entrada de su país en la Primera Guerra Mundial y por la cuestión del voto femenino. «A mi alrededor solo percibía oscuridad y desolación», reflejó en su autobiografía, La larga soledad.

De radical a santa

Aunque Dorothy Day nunca quiso ser considerada una santa, su vida estuvo marcada por una búsqueda constante de la justicia y el amor al prójimo. Para ella, la fe no era algo abstracto, sino una llamada a la acción. En 1980, a los 83 años, Dorothy Day falleció, tras una vida llena de pobreza voluntaria. Sin embargo, el Movimiento del Trabajador Católico sigue funcionando actualmente, inspirando a nuevas generaciones a luchar contra la pobreza y a trabajar por una sociedad más justa.

Day demostró que una vida dedicada a los demás, a los pobres y desfavorecidos, puede ser una inspiración en tiempos de desesperanza. La activista que quiso poner fin a la pobreza sigue siendo un ejemplo de cómo la compasión y la acción comunitaria pueden transformar la sociedad desde sus cimientos.

La pobreza de tiempo, una desigualdad invisible

La falta de tiempo libre debido a la carga de trabajo remunerado y no remunerado es un problema creciente. Afecta especialmente a las mujeres y a los sectores más vulnerables, con importantes repercusiones para la salud.


Cuando pensamos en la pobreza, solemos imaginar una carencia económica que afecta a la vivienda, la salud o la calidad de vida. Sin embargo, en los últimos años ha surgido un nuevo concepto: la pobreza de tiempo, que se refiere a la falta de tiempo libre disponible para el ocio, el descanso y el autocuidado. Según los datos de The Time Use Initiative (TUI), en países como España, una persona se considera pobre de tiempo si dispone de menos de 170 minutos al día para dedicar a estas actividades. 

La feminización de la pobreza de tiempo

Uno de los aspectos más preocupantes que destaca la TUI es la desigualdad de género en la distribución del tiempo. En Europa, las mujeres dedican entre 1,5 y 2 veces más tiempo que los hombres al trabajo no remunerado, que incluye tareas domésticas y cuidados familiares, lo que limita el tiempo que pueden dedicar a su desarrollo profesional, al ocio o incluso al descanso.

Margarita Vega-Rapun, investigadora del Center for Time Use Research y autora del estudio The multidimensionality of poverty: time poverty in Spain (2021), destaca que este fenómeno perpetúa las desigualdades de género y genera un impacto negativo en la salud mental y física de las mujeres. 

Un problema de salud pública 

Este tipo de pobreza también impacta en la salud física y mental de las personas. La falta de tiempo para el autocuidado aumenta el riesgo de estrés crónico, agotamiento y enfermedades como la ansiedad y la depresión. También está asociada con problemas cardiovasculares y un sistema inmunológico debilitado. 

Pero esta problemática no afecta por igual a todas las clases sociales. Las personas con empleos precarios o mal remunerados suelen trabajar más horas o tener varios trabajos, lo que limita aún más su tiempo libre. Esto crea un círculo vicioso difícil de romper: al tener menos tiempo, las oportunidades para mejorar sus condiciones laborales se reducen drásticamente. 

Las personas que carecen de tiempo no tienen la oportunidad de adquirir nuevas habilidades, fortalecer vínculos sociales o participar activamente en la vida democrática, lo que limita su desarrollo personal y su plena integración en la sociedad.

La necesidad de políticas públicas y cambios culturales

The Time Use Initiative y expertos como Sara Moreno Colom, profesora de Sociología en la Universitat Autònoma de Barcelona, subrayan la importancia de implementar políticas públicas que aborden de manera integral la redistribución del tiempo en la sociedad. Entre las medidas clave se destacan la reducción de la jornada laboral, la flexibilidad horaria y el acceso a servicios públicos de cuidado que descarguen las responsabilidades familiares –que generalmente recaen sobre las mujeres–. 

Es crucial que estas políticas se apliquen a toda la población: trabajadores de todos los sectores, clases sociales y situaciones familiares, de manera que todos puedan disfrutar de un tiempo libre suficiente y de calidad.

En definitiva, reorganizar el uso del tiempo es crucial para garantizar el bienestar de la población. Promover el derecho al tiempo libre, adoptar modelos laborales más flexibles y fomentar una mayor eficiencia en la gestión del tiempo puede aliviar la presión que muchas personas enfrentan en su vida diaria. Estas medidas no solo mejorarán la salud y el equilibrio personal, sino que también impulsarán una sociedad más productiva y con una mejor calidad de vida.

Violencia obstétrica, cuando el maltrato llama a consulta

La violencia obstétrica es una realidad invisible para muchos sistemas sanitarios pese a que mujeres de todo el mundo reportan continuamente malos tratos, intervenciones innecesarias y la negación de sus derechos durante el embarazo, parto y posparto. 


En 2007, Venezuela se convirtió en el primer país en introducir el término violencia obstétrica en su legislación, definiéndolo como «la apropiación del cuerpo y procesos reproductivos de las mujeres por personal de salud, que se expresa en un trato deshumanizador, en un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, trayendo consigo pérdida de autonomía y capacidad de decidir libremente sobre sus cuerpos y su sexualidad, impactando negativamente en la calidad de vida de las mujeres». Después le siguieron algunos países de América Latina. A nivel internacional no hay una definición consensuada, aunque en 2014 la OMS señaló que «en todo el mundo, muchas mujeres sufren un trato irrespetuoso y ofensivo durante el parto en centros de salud, que no solo viola los derechos de las mujeres a una atención respetuosa, sino que también amenaza sus derechos a la vida, la salud, la integridad física y la no discriminación».

Más allá de las definiciones, la violencia obstétrica se materializa en algunas técnicas normalizadas que, en muchas ocasiones, no son identificadas como violentas. Según el Observatorio de Violencia Obstétrica, estas conductas incluirían prácticas rutinarias no basadas en evidencia, como la restricción de movimientos, la ingesta de líquidos, o el uso de la posición horizontal durante el parto, así como el intervencionismo innecesario (fórceps didácticos, maniobra de Kristeller, episiotomías y cesáreas no justificadas), entre otras. Además, la violencia obstétrica también implica no respetar la fisiología del parto, no atender las necesidades básicas de las mujeres y de sus hijos o hijas (como el acompañamiento familiar), la atención integral al dolor, la no incorporación de prácticas beneficiosas orientadas a la humanización del parto o no respetar el protagonismo y la autonomía de las mujeres. 

Como también han denunciado diversas expertas y organizaciones feministas como El Parto es Nuestro, muchas de estas prácticas están relacionadas con estereotipos de género muy arraigados en nuestra sociedad. Estos se materializan en un trato denigrante hacia las mujeres embarazadas, consideradas como sujetos pasivos, y, en muchas ocasiones, en la omisión de sus planes de parto y nacimiento.

Nombrar las violencias estructurales para transformar la realidad

En todo el mundo, mujeres con experiencias similares se han ido organizando para buscar reparación en un sistema en el que se han sentido invisibles o vulnerables tal y como recoge el proyecto de la artista visual Silvia Marte. La similitud de sus relatos demuestra que lo que han vivido no es causa de una mala praxis puntual, sino de un problema estructural al que hay que hacer frente.  

Sin embargo, la violencia obstétrica aún no está reconocida en la legislación de ningún Estado miembro de la UE, según un estudio presentado en 2024, que evaluó el nivel de conciencia y el tratamiento jurídico del tema en los 27 Estados miembros. Las lagunas jurídicas detectadas en esta materia obligan a las mujeres que solicitan reparación a basarse en instrumentos jurídicos preexistentes, como derechos de los pacientes o las normas mínimas de asistencia sanitaria, que pocas veces incluyen de forma explícita los tratamientos obstétricos y ginecológicos. Además, este informe también señala la dificultad que tienen muchas mujeres que han experimentado violencia obstétrica para poder denominarla y comprenderla como tal, ya que aún hay un desconocimiento generalizado. 

Este estudio sitúa la violencia obstétrica como convergencia de dos problemas estructurales: la violencia de género y la falta de recursos de los sistemas e instituciones sanitarias, y ofrece algunos datos de diferentes países. Por ejemplo, en Polonia, un estudio reveló que el 71,8% de las actividades realizadas durante las exploraciones ginecológicas eran bruscas, y el 14,6% recuerda una exploración ginecológica en urgencias como extremadamente dolorosa y desagradable. En España, un estudio que contó con una muestra de 17.541 mujeres mostró que el 45,9% de las mujeres entrevistadas no fueron informadas sobre los procedimientos a los que iban a someterse, ni se les solicitó expresamente que dieran su consentimiento informado. De ellas, el 74% señaló a profesionales de ginecología como responsables de no haberles informado ni haberles solicitado su consentimiento. 

Además, un estudio publicado en Woman and Birth en el que participaron 899 mujeres, muestra que el 67,4% de las mujeres en España ha experimentado violencia obstétrica en al menos una de sus formas: el 54,5% reportó violencia física; el 25,1%, violencia verbal; y el 36,7%, psicoafectiva.  

A pesar de todo, el término violencia obstétrica sigue creando confrontación y siendo rechazado por diferentes colectivos profesionales en España. De hecho, no fue incluido en la reforma de la Ley de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, aunque sí se incluyó el término «parto respetado» y se definieron las «intervenciones ginecológicas y obstétricas adecuadas» y «la violencia contra las mujeres en el ámbito reproductivo».

¿Por qué genera rechazo este término? «No es un término bien recibido por parte de la comunidad médica (…), de alguna manera, se contrapone a nuestra vocación», explica Mina Comas, jefa de servicio de obstetricia del Hospital Germans Trias i Pujol, en un documental que celebra los 20 años de El Parto es Nuestro. «Creo que, más allá del término, debemos ser capaces de entender cuál es la realidad, qué expresa ese término y, nos guste o no, aceptar que existe. Como profesionales directamente implicados, debemos tomar parte proactiva, positiva, propositiva, en lugar de quedarnos en la fachada de rechazo del término», concluye Comas.

Narges Mohammadi, la Nobel de la Paz presa por defender los derechos de las iraníes

Esta activista iraní fue vicepresidenta del Centro de Defensores de los Derechos Humanos y ha sido encarcelada en varias ocasiones por su activismo en pro de la democracia y la igualdad. En 2023, recibió el Premio Nobel de la Paz, que no pudo recoger porque se encontraba en prisión.


La ganadora del Premio Nobel de la Paz en 2023 no pudo acudir al evento de entrega: Desde 2021,  la activista Narges Mohammadi, de 51 años, está condenada por su defensa de los derechos humanos a 12 años y 11 meses de prisión, y a 154 latigazos.

Al acto sí pudieron asistir sus hijos Kiana y Ali, gemelos de 17 años, que leyeron en Oslo el discurso que su madre escribió desde la cárcel y que fue sacado del centro penitenciario de forma clandestina. 

Desde que estudiaba en la Universidad Internacional Imam Jomeini, Narges Mohammadi publicó artículos sobre los derechos de la mujer y se implicó en grupos estudiantiles. Licenciada en Física, comenzó a trabajar como ingeniera y, en paralelo, inició una carrera periodística centrada en denunciar la carencia de libertades a la que es sometida la población iraní.

Narges Mohammadi cumple actualmente una condena de 12 años y 11 meses de prisión por su activismo en favor de los derechos humanos

La primera detención que sufrió la propició su nombramiento como vicepresidenta del Centro de Defensores de los Derechos Humanos, una organización iraní en defensa de los derechos de mujeres, presos políticos y otras minorías clausurada en 2010 por las fuerzas de seguridad. A partir de entonces, sus entradas y salidas de prisión han sido continuas en base a lo que las autoridades consideran difusión de propaganda contra el Estado y actuaciones en contra de la seguridad nacional. Pero ella siguió reivindicando la democracia, mientras cosechaba numerosos reconocimientos internacionales que culminarían con el Nobel de la Paz.

En Irán, a pesar de celebrarse elecciones para elegir a los miembros del Parlamento y al presidente, el ayatolá Jamenei es reconocido como líder supremo que ostenta el poder absoluto. La aplicación restrictiva de las leyes coránicas es la máxima por la que se rige, y su control de las fuerzas de seguridad, el poder judicial y los medios de comunicación gubernamentales provoca una inexistencia de facto de las libertades de expresión, reunión, religión, asociación y participación política. En este clima restrictivo, las mujeres llevan la peor parte, al verse abiertamente discriminadas en cuestiones relativas al matrimonio, el divorcio y la custodia de sus descendientes, entre otras que incluyen la obligatoriedad de utilizar el velo en público a partir de los 7 años de edad.

El régimen teocrático iraní otorga al ayatolá Jamenei un poder absoluto como jefe de Estados

Muchos de los activistas iraníes que, como Narges, combaten la dura restricción de sus derechos, sufren encarcelamientos sin juicio y enfrentan torturas y maltrato. Ella denunció estos violentos métodos de coerción en el libro Tortura blanca (2022), donde recoge el testimonio de catorce mujeres (incluido el suyo) sometidas a todo tipo de violencia psicológica, física y sexual durante el cumplimiento de sus condenas. 

En su discurso en la ceremonia de entrega del Nobel, Mohammadi reivindicó los esfuerzos de la ciudadanía iraní para lograr la democracia, la libertad y la igualdad usurpadas por el régimen teocrático, y defendió la protesta pacífica y la resistencia civil para construir una sociedad igualitaria. También hizo un llamamiento a la comunidad internacional para defender esta lucha.

Dos días después de recibir el Premio Nobel, fue hospitalizada para que se le practicase una angioplastia. Las autoridades le obligaban a ir al hospital con velo, orden que ella incumplió y motivó su reingreso inmediato en prisión, contraviniendo las recomendaciones médicas.

Numerosas organizaciones no gubernamentales han creado la Coalición Free Narges con el objetivo de lograr la movilización popular que permita la liberación de esta mujer valientemente comprometida con los derechos humanos. 

«La educación es un derecho inalienable»

educación

Pilar Orenes es directora general de Educo, organización de cooperación al desarrollo con enfoque en la educación y acción humanitaria con presencia en 18 países de América, África, y Asia. Gracias a sus más de 200 proyectos de acción humanitaria han logrado llegar a más de un millón de niños, niñas y adolescentes para garantizar una educación ininterrumpida, hasta en las situaciones más desafiantes.


¿Por qué Educo?

La educación es una de las principales maneras de reducir las desigualdades sociales y erradicar la pobreza, por eso trabajamos por los derechos y el bienestar de la infancia. Trabajamos en 18 países y en cada uno aplicamos estrategias acotadas al contexto de ese lugar. Si bien las intervenciones pueden ser diferentes, el hilo conductor siempre es el mismo: una educación de calidad garantizada como derecho humano para todos los niños y niñas, independientemente del contexto. 

¿Qué tipo de estrategias implementáis?

Trabajamos con las instituciones educativas de cada país, con las escuelas públicas y con el profesorado para reforzar la estrategia educativa del país y asegurar el acceso a la escuela. También lo hacemos cerca de los padres de familia, ya que los entornos protectores son una prioridad. Lo cierto es que cada país nos ofrece contextos diferentes, pero en todos procuramos asegurar una educación de calidad, y espacios en los que el niño y la niña pueda participar y expresar sus opiniones.

«Estamos en una sociedad adultocéntrica que está diseñada sin tener en cuenta un porcentaje muy alto de la población que son los niños»

Desde Guatemala a Burkina Faso… ¿Cuáles son los principales retos a los que os enfrentáis?

Hay que señalar que cuando hablamos del derecho a la educación, este no solamente es habilitador de otros derechos, sino que es un derecho inalienable, que no se pierde y que no se puede dejar de dar estés donde estés. Entonces, cuando hablamos de países en la región del Sahel, en África, estamos hablando principalmente de contextos de emergencia. Se trata de situaciones en las que las familias deben desplazarse por seguridad o a consecuencia del cambio climático. Ahí los niños no siempre tienen una escuela fija, sino que deben adaptarse. 

En el caso de Centroamérica, por ejemplo, trabajamos en el área del Corredor Seco, donde también hay desplazamientos por hambruna; o Bangladesh, donde las olas de calor hacen que se cierren las escuelas. Por eso nuestra seña de identidad es asegurar que la educación se mantenga en todos los contextos. 

Siguiendo esa línea, ¿qué tipo de innovaciones educativas realizáis para este tipo de contextos?

En la educación las metodologías son claves. Innovar es aplicar metodologías en las que el niño y la niña y sus necesidades están en el centro, gracias a que son activamente escuchados y son ellos mismos quienes influyen en su currícula. En España, por ejemplo, uno de los proyectos que hemos realizado sobre comedores escolares fue hablando con ellos sobre cómo sería su comedor ideal. 

Estamos en una sociedad adultocéntrica que está diseñada sin tener en cuenta un porcentaje muy alto de la población que son los niños. Por eso es importante entender qué están diciendo y cómo lo están diciendo, ya que no van a usar ni las mismas palabras ni los mismos razonamientos que un adulto. Nosotros adaptamos nuestra manera de trabajar a su manera de comunicarse y esto es algo muy innovador.

Lleváis 30 años trabajando, ¿qué sabéis ahora que no sabíais entonces?

El sector general de la cooperación y la acción humanitaria en 30 años ha evolucionado muchísimo. Hemos aprendido la importancia de asegurar que los cambios que promueves sean sostenibles en el tiempo, una vez que ya no estemos ahí. Es importante no estar continuamente poniendo parches, sino tener una mirada a largo plazo. Y eso se consigue cuando hay cambios en las prácticas, pero también en los sistemas, y los valores. Por ejemplo, si pones un pozo, cambias la vida de la gente porque tienen agua, pero ¿cómo desarrollas una política pública alrededor de una correcta gestión del recurso? 

​​En estos 30 años hemos aprendido que tenemos que hacer análisis, investigaciones, trabajar con datos y hacer incidencia política. Es fundamental reunirnos con los gobiernos locales, autonómicos y estatales y convencer a la ciudadanía, ya que a los políticos les interesa lo que le interesa a la ciudadanía. Es por eso que las ONG hacemos campañas. Hemos aprendido que tenemos que unirnos y que, por muy grande que sea una ONG, no va a poder cambiar nada si no trabaja con otros actores.

«La educación es una herramienta para frenar el matrimonio infantil»

En el caso de países como Nicaragua, donde se han ilegalizado cerca de 3.600 ONG, ¿de qué manera impacta una buena o mala calidad democrática en los derechos de las infancias y en la labor de una organización como Educo?

Nosotros realizamos un análisis de la situación de cada país y nos preguntamos cuál es el valor agregado que, dentro de ese contexto, Educo puede aportar. Es ahí donde cambian también nuestras intervenciones. Hay países donde nuestras estrategias tienen que ser más operativas, enfocadas en un trabajo de primera línea, entonces estamos presentes en las escuelas. Hay otros países en los que trabajamos en incidencia pública, y otros donde vemos más posibilidades de cambio a través de la influencia.

Según Naciones Unidas, el 40% de los países no han logrado la paridad de género en la educación primaria. ¿Cómo se puede implementar una perspectiva de género en la educación para poder cumplir con el ODS 4?

Desgraciadamente todavía estamos lejos de alcanzar esa paridad y todas nuestras estrategias deben llevar un enfoque de género. En países con altas tasas de matrimonio infantil, la educación se ve totalmente interrumpida, pero a su vez, la educación es una herramienta para frenar esos matrimonios. Una de las cuestiones que sucedió durante el covid-19 fue el cierre de las escuelas y esto disparó las cifras de matrimonio y trabajo infantil, ya que hubo niñas que nunca volvieron a escolarizarse tras la pandemia.

Así es la radiografía de la brecha digital en el mundo

Un tercio de la población mundial vive sin acceso a internet, lo que genera una profunda brecha digital que ahonda la desigualdad en ámbitos como el laboral o el educativo.


La era digital ha traído consigo avances sin precedentes, conectando a miles de millones de personas en todo el mundo y transformando la forma en que vivimos, trabajamos y aprendemos. Sin embargo, esta revolución tecnológica no ha sido equitativa. Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) de la ONU, el 33% de la población mundial, 2.600 millones de personas, no tiene acceso a internet o nunca lo ha usado. Esta cifra revela una profunda brecha digital que afecta desproporcionadamente a ciertas regiones y grupos demográficos, exacerbando las desigualdades existentes y creando nuevas barreras para el desarrollo.

El continente africano destaca como la región más afectada por la brecha digital. En África oriental, solo el 23% de la población tiene acceso a Internet, una cifra que refleja la disparidad tecnológica con otras partes del mundo. Le sigue África Meridional con menos del 28% de la población conectada y el sudeste asiático, con un 47,7%. 

Varios factores contribuyen a esta desigualdad digital. La infraestructura es uno de los más críticos. En muchas regiones rurales, aisladas de los núcleos urbanos, la falta de redes de telecomunicaciones adecuadas impide el acceso a internet. Además, el coste del acceso es prohibitivo para muchas personas. La ONU recomienda que el coste de internet no supere el 2% del ingreso medio mensual para que sea asequible, pero en 2020 aún 107 países en todo el mundo superaban ese umbral. Algunos de manera desproporcionada, como es el caso de Yemen, donde el coste de un pack de internet supone el 42.665% del sueldo medio, o Mauritania,  donde representa el 7.812%, según la organización NetCredit.

La alfabetización digital y la educación también juegan un papel crucial en el acceso a la red global. En muchas comunidades, especialmente en áreas rurales, la falta de educación básica y de habilidades digitales impide que las personas puedan utilizar la tecnología de manera efectiva. Y es una lacra que afecta especialmente a las mujeres: dentro de la brecha digital existe otra de género. En todo el mundo, el 70% de los hombres utilizan Internet, frente al 65% de las mujeres. Y la cantidad de mujeres que están desconectadas en todo el mundo es un 17% mayor que la de hombres, según datos de la UIT en 2023

Hay que tener en cuenta que, en el ámbito laboral, la falta de acceso a internet limita las oportunidades de empleo y el desarrollo profesional. En una economía global cada vez más digitalizada, las habilidades tecnológicas son esenciales para acceder a empleos bien remunerados y participar en el mercado laboral, por lo que las mujeres y los ciudadanos de zonas rurales juegan en desventaja respecto a los que sí están conectados. 

La brecha digital también tiene profundas implicaciones en el ámbito educativo, como pudo verse durante la pandemia de COVID-19, cuando el cierre de escuelas obligó a millones de estudiantes a recurrir a la educación en línea. La UNESCO estima que aproximadamente 1.570 millones de estudiantes en todo el mundo se vieron afectados por el cierre de escuelas, y los estudiantes de comunidades con menos acceso a la tecnología fueron los más perjudicados. Aquellos sin acceso a internet quedaron en desventaja, exacerbando las desigualdades educativas y repercutiendo en su futuro a nivel social y laboral.

¿Cómo afecta la pobreza al resto de ODS?

El aumento de la pobreza provocado por la pandemia ha traído consigo un retroceso en los objetivos marcados para 2030 de erradicar marcadores de desigualdad como el hambre, la no escolarización o la dificultad de acceso al agua potable.


En el año 2022, se alcanzaron los 712 millones de personas que viven en situación de pobreza extrema en todo el mundo. O lo que es lo mismo, el 9% de la población mundial vive con menos de 2,15 dólares diarios, el umbral que marca la pobreza más dramática, según el Banco Mundial. Son 23 millones de personas más que en 2019, antes de la pandemia; un incremento alarmante en una histórica senda de descenso que conlleva, a su vez, otro repunte en la desigualdad que retrasa significativamente el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), comprometiendo metas esenciales como el acceso al agua potable, la educación, la salud o la erradicación de la pobreza infantil. 

La relación entre la pobreza y un futuro sostenible es intrínseca y multifacética, ya que la carencia material afecta profundamente a la estabilidad y el desarrollo de las sociedades. El primer y más evidente impacto es en la lucha contra el hambre, el ODS 2, marcado por más de 150 jefes de Estado y de Gobierno en 2015 para mejorar la igualdad en el mundo. Según la ONU, en 2022, aproximadamente 735 millones de personas padecían una alimentación deficiente. Además, las familias en situación de pobreza extrema a menudo no pueden permitirse alimentos nutritivos, lo que agrava la desnutrición y las tasas de mortalidad infantil. 

En términos de salud (ODS 3), la pobreza extrema limita el acceso a servicios sanitarios básicos. Las personas sin recursos económicos suelen vivir en condiciones insalubres y en muchas ocasiones carecen de acceso a atención médica. Esto no solo aumenta las tasas de enfermedades prevenibles, sino que también reduce la esperanza de vida. La media mundial de los nacidos en 2022 es de 72 años, un año menos que antes de la pandemia, aunque según el Banco Mundial la expectativa de vida de los países pobres es de hasta 20 años menos que en los ricos, como puede verse en el mapa. 

La educación de calidad (ODS 4) es otro de los objetivos que se ve gravemente afectado por la pobreza, ya que en esos contextos los niños y niñas a menudo deben abandonar la escuela para trabajar y contribuir a los ingresos familiares. La Unesco asegura que 258 millones de niños y jóvenes no asistían a la escuela en 2022, especialmente las regiones de Asia central y meridional, África del Norte y Asia Occidental, donde el 20,2% y el 12,2% de los menores no están escolarizados, respectivamente. 

La falta de acceso a agua potable y saneamiento (ODS 6) es otra consecuencia directa de la pobreza extrema. Las comunidades pobres suelen depender de fuentes de agua contaminadas, lo que desemboca en enfermedades graves como el cólera y la disentería. La OMS estima que 2,2 mil millones de personas carecen de acceso a agua gestionada de manera segura, una situación que prevalece en regiones con altos índices de pobreza, exacerbando las crisis de salud pública. Zonas como Chad son las más afectadas, con índices que alcanzan a prácticamente la totalidad de su población.

España, a pesar de ser una economía desarrollada, enfrenta una preocupante tasa de pobreza infantil. Según Eurostat, el país tiene una de las tasas de pobreza infantil más altas de la Unión Europea, con más del 32% de los menores de 11 años en riesgo de pobreza o exclusión social en 2023, solo por detrás de Bulgaria y Rumanía y un punto más que en 2019. Esta realidad desafía la percepción de prosperidad y destaca la necesidad de políticas más efectivas para abordar la desigualdad desde la infancia.

Eleonora Esposito: «Nos cuesta reconocer la humanidad de las personas con las que estamos interactuando virtualmente»

En un mundo cada vez más digitalizado, la violencia de género se reinventa y plantea nuevos retos. Para entender mejor este problema, hablamos con Eleonora Esposito, investigadora del Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra especializada en violencia de género en la red. Como becaria Marie Skłodowska-Curie y como experta nacional destacada en el Instituto Europeo de la Igualdad de Género (EIGE), Eleonora Esposito ha liderado diferentes proyectos de investigación sobre la ciberviolencia de género y, actualmente, también trabaja en la aplicación de la nueva Ley de Servicios Digitales en la Dirección General de Redes, Contenidos y Tecnología de Comunicaciones (DG Connect) de la Comisión Europea.


¿Cómo se traslada la violencia de género a las pantallas? 

Antes se entendía internet como una esfera separada de la vida real, pero ahora comprendemos que todo lo digital está totalmente involucrado en nuestra vida. Desde el EIGE, hemos utilizado mucho el término continuum de violencia. Fue acuñado por la académica feminista Liz Kelly en los años 80 para explicar cómo la violencia podía ser vivida de muchas formas y de manera simultánea. Dentro de un contexto de violencia, puedes ser víctima de violencia psicológica, violencia económica, sexual…

Con la violencia digital, el término continuum de violencia resulta aún más útil porque nos permite incluir y mapear diferentes formas de violencia más allá de la física, e identificar una raíz común de género entre ellas.

¿Este continuum de violencia se refleja en la posibilidad de que la violencia virtual se traduzca en agresiones físicas?

Es un predictor de exposición a la violencia, pero es difícil entender cuándo la violencia empieza en el mundo digital y continúa en el mundo físico y viceversa, u ocurre en las dos esferas a la vez. Hay una relación muy osmótica entre estos dos mundos, especialmente si el agresor es alguien conocido y cercano a la víctima. Si este ejerce violencia en la red, es muy probable que también ejerza formas de violencia física o sexual.

Sin embargo, con la llegada de internet surge otra cuestión. Desde siempre los agresores habían sido personas conocidas por la víctima, pero el problema con la violencia digital es que los perpetradores pueden ser anónimos y no conocerla, lo que supone un nuevo desafío. 

Esta violencia digital anónima, ¿es un tipo de violencia más grupal?

Sí, tenemos el problema de los grupos de hombres unidos por la misoginia, como los incels, que forman parte de esta manosfera. Pero, además, hay otro problema en internet. Aunque no formes parte de esos grupos misóginos, hay una tendencia a la imitación, llamada también memética. Alguien crea un meme de humor sexista y, de repente, se crean alternativas «divertidas» sobre el tema y todo el mundo contribuye a esa discusión colectiva. Es un fenómeno que reproduce y amplifica la violencia simbólica contra las mujeres. Pensamos que no estamos haciendo daño a nadie, nos cuesta reconocer la humanidad de las personas con las que estamos interactuando virtualmente. Creemos que al ser internet no habrá consecuencias.

¿Cuáles son las formas de violencia de género digital más frecuentes?

Las más frecuentes son el ciberacoso y el ciberacecho. Aunque es difícil distinguirlas, en el EIGE hicimos una diferenciación basada en la cantidad y calidad de interacciones violentas. El acoso sería una forma más grave. Se trata de episodios que, vistos de una manera aislada, quizás no parecen tan serios, pero la repetición constante, obsesiva y maliciosa de actos violentos hace que la víctima sienta que su vida está en peligro.

La violencia basada en la imagen también es muy frecuente. A veces, se la llama «porno venganza», pero es un término erróneo. Por un lado, la motivación principal es hacer daño, no la venganza. Por otro lado, no es material pornográfico, que presupone un consentimiento que aquí no hay. Por eso, hablamos de abuso sexual basado en la imagen, de material sexual no consentido.

Tenemos también un problema con los deepfakes, materiales creados con Photoshop o con inteligencia artificial, pero que parecen reales.

¿Cómo se integra la perspectiva de género en la Ley de Servicios Digitales

Esta ley tiene una perspectiva de género muy fuerte. En primer lugar, identifica cuatro macroáreas de riesgo: para los derechos fundamentales; para los procesos democráticos, el discurso cívico, los procesos electorales y la seguridad pública; los asociados a la difusión de contenidos ilícitos y otros tipos de usos indebidos y para nuestra salud física y mental.

En esta ley el riesgo se valora desde una perspectiva interseccional. Se reconoce que, como todas las personas no somos iguales en el mundo físico, tampoco lo somos en el mundo digital. Nuestro sexo, nuestra edad, nuestra etnia e, incluso, nuestro idioma hace que no seamos iguales. Por ejemplo, ¿cuántas cosas están escritas solo en inglés en internet? Si no sabes inglés, ¿cuánto te pierdes? Esto tiene un impacto enorme sobre nuestra experiencia. Debemos abordar la violencia digital desde este enfoque, solo así podemos proteger a todo el mundo en internet.

«En la violencia hacia las mujeres con exposición pública, la imagen es muy importante. El discurso de odio basado en el género se muestra en los abusos sexuales basados en la imagen y en los deepfakes»

¿Qué papel juega la inteligencia artificial en la violencia de género? ¿Se puede borrar el daño digital de esa violencia?

Ahora, por fin, hemos llegado a un acuerdo sobre la nueva Directiva sobre violencia contra las mujeres y violencia doméstica. Es una celebración a medias porque, al final, no se ha incluido, por ejemplo, el crimen de violación. Sin embargo, es un gran logro que se criminalicen cuatro formas de violencia: el ciberacoso, el ciberacecho, el abuso sexual basado en la imagen y el discurso de odio basado en el género. El texto también reconoce el impacto que pueden hacer los deepfakes.

Además, se está hablando de esto en el contexto de la Ley de Servicios Digitales y en el de la Ley sobre Inteligencia Artificial. Ahora, en todas las plataformas debe indicarse si una imagen o un vídeo ha sido generado por inteligencia artificial. Esto es algo que puede cambiar un poco las cosas.

¿Qué dificultades existen para implementar todas estas medidas a nivel europeo? 

Tenemos 27 modelos legislativos, 24 idiomas, definiciones distintas, que también se utilizan para fines estadísticos y recopilaciones de datos que muchas veces no son comparables entre sí. Existen dificultades, pero también oportunidades. Con la Directiva europea sobre la lucha contra la violencia machista y doméstica, por fin tenemos un instrumento para perseguir estas cuatro formas de violencia de género digital que ya son consideradas eurocrímenes.

Además, la Ley de Servicios Digitales es un reglamento activo en todos los países desde 2022. Esta ley explica que todo lo que es ilegal en los estados europeos en el mundo físico, también es ilegal en el mundo digital. La Ley de Servicios Digitales y la Directiva se refuerzan una a la otra y ofrecen nuevos instrumentos para luchar contra la violencia contra las mujeres.

También, tras diez años, en 2024 va a salir la nueva encuesta de Eurostat sobre violencia de género, hecha gracias a la ayuda de la Agencia de los Derechos Fundamentales y el EIGE. Vamos a poder comparar los datos con los de 2014 y esta encuesta va a contribuir al desarrollo de políticas más actualizadas contras las nuevas formas de violencia de género. Aunque los problemas de falta de armonización existen, quizás, por primera vez, tenemos herramientas para superarla.

«Se tiene que ayudar más a que las mujeres se sientan cómodas e iguales en el mundo digital porque también tiene un impacto sobre su vida profesional y económica»

¿Cómo puede saber una mujer que está sufriendo violencia de género digital? ¿Qué consejos le darías?

Las asociaciones de mujeres , a pesar de la falta de financiación, siguen siendo la ayuda más grande que existe. También la Guardia Civil y la Policía se están poniendo al día. Saben que necesitan herramientas para detectar y reconocer este tipo de problemas y poder ayudar de una forma efectiva a las víctimas. Por otro lado, todos los consejos sobre el control como forma de violencia siguen siendo válidos. Si tu pareja tiene tu contraseña, te pide tu geolocalización o que le envíes fotos para saber dónde y con quién estás, hay una voluntad de control. 

También nos estamos encontrando con el problema de las aplicaciones spyware y stalkerware, que sirven para stalkear a las víctimas. Por eso, cuando una pareja controladora regala un móvil, hay que revisar que no tenga instalada ninguna aplicación de este tipo. Aunque no se ven, se pueden descargar herramientas para detectarlas.

Para las víctimas que no conocen a sus perpetradores es más difícil. La solución que encuentran muchas mujeres es dejar de utilizar una plataforma. El hecho de que las niñas y chicas jóvenes no se sienten seguras frente a un ordenador tiene un impacto en sus oportunidades y posibilidades de futuro. Se tiene que ayudar a que se sientan cómodas e iguales en el mundo digital, porque también tiene un impacto sobre su vida profesional y económica.

Las desigualdades en la ingeniería frenan el desarrollo sostenible

Se necesitan más profesionales de la ingeniería para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y hacer frente a la crisis climática. En 2019, la Unesco designó el 4 de marzo como el Día Mundial de la Ingeniería para el Desarrollo Sostenible con el objetivo de concienciar sobre la importancia de esta profesión para nuestra sociedad y animar a más jóvenes, sobre todo mujeres, a estudiar ingeniería. 


La educación y el empleo son derechos humanos básicos, pero las desigualdades de género siguen siendo muy significativas en carreras y profesiones de alta cualificación como la ingeniería. Según la Unesco, las mujeres representan solo entre el 10 y el 20% del total de la mano de obra de la ingeniería.

Del total de 750.000 profesionales de la ingeniería que hay actualmente en España, solo el 20% son mujeres

A nivel nacional, según el primer informe elaborado por el Observatorio de la Ingeniería de España en 2022, hay 750.000 profesionales en el sector, pero solo el 20% son mujeres. Este porcentaje es similar al de otros países de Europa.

Esta escasez de ingenieras está relacionada con la persistencia de muchos estereotipos de género, con la ausencia de referentes y, también, con la falta de políticas adecuadas que ayuden a mejorar la diversidad y la inclusión en los entornos de trabajo, que tradicionalmente han estado muy masculinizados. También existen múltiples factores que provocan que las mujeres abandonen su profesión o que se estanquen en puestos menos cualificados, como el hecho de tener que enfrentarse constantemente a prejuicios sobre sus propias capacidades, el acoso sexual o el impacto negativo que, aún hoy, tiene la maternidad en la carrera profesional. 

A lo largo de la historia, la ingeniería ha encontrado soluciones a problemas relacionados con cuestiones tan importantes como el transporte, el acceso al agua potable, el cultivo de alimentos o la generación de energía. Actualmente, ingenieras e ingenieros se enfrentan a enormes retos, entre otros, abordar el impacto de los fenómenos meteorológicos causados por el cambio climático, especialmente, en países en desarrollo. Por eso, el Día Mundial de la Ingeniería para el Desarrollo Sostenible tiene el objetivo de concienciar de la importancia de esta profesión en el diseño de un futuro acorde a los ODS y animar a jóvenes, especialmente mujeres, a estudiar ingeniería. 

El segundo informe de ingeniería elaborado por la Unesco muestra la necesidad de promover una ingeniería más inclusiva y diversa para alcanzar los ODS e insiste en que la falta de ingenieros y, sobre todo, ingenieras, está siendo un gran obstáculo, especialmente en algunas regiones y países de bajos ingresos. 

Este informe también explica cómo la ingeniería contribuye a alcanzar los diecisiete ODS de forma específica y, a su vez, cómo todos estos objetivos están interrelacionados. Por ejemplo, el desarrollo de tecnologías que mejoren el acceso a servicios básicos, como el agua potable, tiene un impacto positivo en la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento (ODS2), pero también en la erradicación de la pobreza (ODS1). Del mismo modo, el informe reconoce que promover una ingeniería más diversa contribuiría a conseguir todos los ODS.

El papel de la ingeniería es clave para el desarrollo sostenible, pero el desarrollo sostenible no puede existir sin igualdad

En África, donde el porcentaje de ingenieras no alcanza el 10%, aumentar la participación de las mujeres en este sector no solo ayudaría a abordar el déficit de profesionales, sino que también daría respuesta a muchos problemas sociales y comunitarios, evitando sesgos y discriminaciones. Tal y como recoge el proyecto Mujeres con ciencia, las ingenieras africanas están contribuyendo de forma muy significativa al desarrollo.

Algunos ejemplos son Beatrice Kanyamuna-Pole, quien ha trabajado en diferentes proyectos para facilitar el acceso al agua de la población de Zambia a través de la perforación de pozos y la recolección de agua de lluvia; Armelle Sidje, quien ha desarrollado un proceso de fabricación sostenible que convierte los tallos de banano y plátano en productos de embalaje de papel biodegradable en Camerún o Norah Magero, ganadora del Premio África a la Innovación en Ingeniería en 2022 por la creación de un pequeño refrigerador móvil alimentado por energía solar que almacena y transporta de forma segura medicamentos.

La participación de las mujeres ayuda a detectar situaciones que históricamente han sido invisibilizadas y a diseñar soluciones más efectivas y adecuadas a los diferentes contextos sociales y culturales. El papel de la ingeniería es clave para el desarrollo sostenible, pero el desarrollo sostenible no puede existir sin igualdad. Solo desde una perspectiva inclusiva, se puede conseguir no dejar a nadie atrás

Enfermedades raras: una realidad pero no una prioridad

El 29 de febrero se celebra el Día Internacional de las enfermedades raras para dar visibilidad a estas afecciones, generar mayor conciencia a nivel global y ayudar a reducir la brecha de desigualdad frente a otras patologías más comunes.


Patricia Cavanillas es madre de Marta, una adolescente de 14 años de edad que padece Idic15, una duplicación del cromosoma 15q que está relacionada con el trastorno del espectro autista (TEA), el retraso mauritano, el déficit de atención, la hiperactividad, la epilepsia y los problemas de psicomotricidad. «Un auténtico cóctel molotov», según lo define Patricia, que es miembro de la Asociación Idic15, que aglutina a los afectados por esta enfermedad rara.

Las enfermedades raras, como el Idic15 que padece Marta, son aquellas que tienen una baja prevalencia en la población y afectan a menos de 5 personas por cada 10.000 habitantes, según datos de la Federación de Enfermedades Raras (FEDER). En total, existen en el mundo más de 300 millones de personas con este tipo de enfermedad (3,5% de la población mundial), y tres millones en España. El 72% de ellas son genéticas.

Las enfermedades raras afectan a menos de 5 personas por cada 10.000 habitantes.

Según datos de Orphanet, organización dedicada a nuclear información sobre enfermedades raras y medicamentos huérfanos en Europa,​​ existen más de 7.000 enfermedades raras, que se caracterizan por una diversidad de trastornos y síntomas que varían no sólo de una enfermedad a otra sino también de un paciente a otro. Esta especificidad en las diferentes patologías lleva, en muchas ocasiones, a la confusión del diagnóstico derivando en el retraso del tratamiento final, según los estudios realizados por el Instituto de Investigación de Enfermedades Raras del Instituto de Salud Carlos III (IIER, ISCIII) y otras organizaciones especializadas.

En esta línea, y según las mismas investigaciones, más del 56% de las personas que padecen una enfermedad rara ha esperado más de un año en obtener un diagnóstico para su enfermedad y casi el 21%, más de una década. Mientras se demora el tiempo de diagnóstico, el paciente no suele recibir ningún apoyo ni Tratamiento, o peor aún, en muchas ocasiones, reciben tratamientos inadecuados.

Enfermedades raras en la agenda global

Para paliar las dificultades a las que se enfrenta este colectivo, la mejor solución es apostar por un abordaje global de las enfermedades raras, y como sugiere FEDER, incluyéndolas en las prioridades de la Agenda 2030. «Hay que tener en cuenta que la inclusión, la equidad y la salud son principios que vertebran la Agenda 2030. Las personas con enfermedades raras afrontan desafíos significativos como el diagnóstico tardío, la falta de opciones de tratamiento o el aislamiento social, con lo que están mucho más expuestas a la pobreza y a la exclusión» explica Ana Múgica, coordinadora del Plan Familia de la Fundación Adecco, institución que colabora con FEDER por la inclusión laboral de las personas con enfermedades raras.

Cuando Marta alcance la edad para integrarse en el mercado laboral, tendrá que enfrentarse a otros de los retos que pretenden alcanzar los ODS como es el acceso a un trabajo decente (ODS 8). En este sentido, Ana Múgica subraya que el trabajo es un vehículo esencial para que las personas con enfermedades raras se realicen y lleven una vida normalizada. Igualmente, asegura que desde la fundación demandan medidas que protejan el derecho al trabajo de estas personas y sus familias como la flexibilización de horarios, la adecuación de condiciones laborales en función del tipo de necesidad, el incremento de ayudas, oportunidades de formación y desarrollo profesional adaptadas a este colectivo, la sensibilización en el ámbito laboral, así como la información y asistencia sobre derechos laborales.

Solo en España más de 3 millones de habitantes padecen una enfermedad rara

Su plena inclusión, tal como explica la coordinadora de Adecco, se alinea con los ODS de salud y bienestar, la reducción de las desigualdades, el fin de la pobreza y el trabajo decente para todos. Por su propia naturaleza, las enfermedades raras requieren de una investigación especializada que exige colaboración, alianzas e inversión, elementos presentes en la agenda de Naciones Unidas.

El día de las enfermedades raras

El 29 de febrero, el día más raro del año, es también el día de las enfermedades raras. Creado y coordinado por EURORDIS, sirve para crear conciencia y reivindicar medidas a favor de esta población vulnerable.