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«La educación es un derecho inalienable»

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Pilar Orenes es directora general de Educo, organización de cooperación al desarrollo con enfoque en la educación y acción humanitaria con presencia en 18 países de América, África, y Asia. Gracias a sus más de 200 proyectos de acción humanitaria han logrado llegar a más de un millón de niños, niñas y adolescentes para garantizar una educación ininterrumpida, hasta en las situaciones más desafiantes.


¿Por qué Educo?

La educación es una de las principales maneras de reducir las desigualdades sociales y erradicar la pobreza, por eso trabajamos por los derechos y el bienestar de la infancia. Trabajamos en 18 países y en cada uno aplicamos estrategias acotadas al contexto de ese lugar. Si bien las intervenciones pueden ser diferentes, el hilo conductor siempre es el mismo: una educación de calidad garantizada como derecho humano para todos los niños y niñas, independientemente del contexto. 

¿Qué tipo de estrategias implementáis?

Trabajamos con las instituciones educativas de cada país, con las escuelas públicas y con el profesorado para reforzar la estrategia educativa del país y asegurar el acceso a la escuela. También lo hacemos cerca de los padres de familia, ya que los entornos protectores son una prioridad. Lo cierto es que cada país nos ofrece contextos diferentes, pero en todos procuramos asegurar una educación de calidad, y espacios en los que el niño y la niña pueda participar y expresar sus opiniones.

«Estamos en una sociedad adultocéntrica que está diseñada sin tener en cuenta un porcentaje muy alto de la población que son los niños»

Desde Guatemala a Burkina Faso… ¿Cuáles son los principales retos a los que os enfrentáis?

Hay que señalar que cuando hablamos del derecho a la educación, este no solamente es habilitador de otros derechos, sino que es un derecho inalienable, que no se pierde y que no se puede dejar de dar estés donde estés. Entonces, cuando hablamos de países en la región del Sahel, en África, estamos hablando principalmente de contextos de emergencia. Se trata de situaciones en las que las familias deben desplazarse por seguridad o a consecuencia del cambio climático. Ahí los niños no siempre tienen una escuela fija, sino que deben adaptarse. 

En el caso de Centroamérica, por ejemplo, trabajamos en el área del Corredor Seco, donde también hay desplazamientos por hambruna; o Bangladesh, donde las olas de calor hacen que se cierren las escuelas. Por eso nuestra seña de identidad es asegurar que la educación se mantenga en todos los contextos. 

Siguiendo esa línea, ¿qué tipo de innovaciones educativas realizáis para este tipo de contextos?

En la educación las metodologías son claves. Innovar es aplicar metodologías en las que el niño y la niña y sus necesidades están en el centro, gracias a que son activamente escuchados y son ellos mismos quienes influyen en su currícula. En España, por ejemplo, uno de los proyectos que hemos realizado sobre comedores escolares fue hablando con ellos sobre cómo sería su comedor ideal. 

Estamos en una sociedad adultocéntrica que está diseñada sin tener en cuenta un porcentaje muy alto de la población que son los niños. Por eso es importante entender qué están diciendo y cómo lo están diciendo, ya que no van a usar ni las mismas palabras ni los mismos razonamientos que un adulto. Nosotros adaptamos nuestra manera de trabajar a su manera de comunicarse y esto es algo muy innovador.

Lleváis 30 años trabajando, ¿qué sabéis ahora que no sabíais entonces?

El sector general de la cooperación y la acción humanitaria en 30 años ha evolucionado muchísimo. Hemos aprendido la importancia de asegurar que los cambios que promueves sean sostenibles en el tiempo, una vez que ya no estemos ahí. Es importante no estar continuamente poniendo parches, sino tener una mirada a largo plazo. Y eso se consigue cuando hay cambios en las prácticas, pero también en los sistemas, y los valores. Por ejemplo, si pones un pozo, cambias la vida de la gente porque tienen agua, pero ¿cómo desarrollas una política pública alrededor de una correcta gestión del recurso? 

​​En estos 30 años hemos aprendido que tenemos que hacer análisis, investigaciones, trabajar con datos y hacer incidencia política. Es fundamental reunirnos con los gobiernos locales, autonómicos y estatales y convencer a la ciudadanía, ya que a los políticos les interesa lo que le interesa a la ciudadanía. Es por eso que las ONG hacemos campañas. Hemos aprendido que tenemos que unirnos y que, por muy grande que sea una ONG, no va a poder cambiar nada si no trabaja con otros actores.

«La educación es una herramienta para frenar el matrimonio infantil»

En el caso de países como Nicaragua, donde se han ilegalizado cerca de 3.600 ONG, ¿de qué manera impacta una buena o mala calidad democrática en los derechos de las infancias y en la labor de una organización como Educo?

Nosotros realizamos un análisis de la situación de cada país y nos preguntamos cuál es el valor agregado que, dentro de ese contexto, Educo puede aportar. Es ahí donde cambian también nuestras intervenciones. Hay países donde nuestras estrategias tienen que ser más operativas, enfocadas en un trabajo de primera línea, entonces estamos presentes en las escuelas. Hay otros países en los que trabajamos en incidencia pública, y otros donde vemos más posibilidades de cambio a través de la influencia.

Según Naciones Unidas, el 40% de los países no han logrado la paridad de género en la educación primaria. ¿Cómo se puede implementar una perspectiva de género en la educación para poder cumplir con el ODS 4?

Desgraciadamente todavía estamos lejos de alcanzar esa paridad y todas nuestras estrategias deben llevar un enfoque de género. En países con altas tasas de matrimonio infantil, la educación se ve totalmente interrumpida, pero a su vez, la educación es una herramienta para frenar esos matrimonios. Una de las cuestiones que sucedió durante el covid-19 fue el cierre de las escuelas y esto disparó las cifras de matrimonio y trabajo infantil, ya que hubo niñas que nunca volvieron a escolarizarse tras la pandemia.

Kailash Satyarthi, una vida contra la esclavitud infantil

Desde las calles de India hasta las oficinas de las Naciones Unidas, Kailash Satyarthi ha dedicado su vida a liberar a los niños de las cadenas de la esclavitud infantil y a construir un futuro más justo y esperanzador para las generaciones venideras.


En un mundo donde los niños deberían estar jugando sin preocupaciones y soñando con su futuro, demasiados se ven atrapados en las garras de la esclavitud infantil. En medio de esta cruda realidad, surge un nombre: Kailash Satyarthi, un destacado defensor de los derechos de la infancia y un luchador incansable contra la esclavitud infantil.

Nacido en India en 1954, Satyarthi ha dedicado su vida a intentar salvar a los niños del ciclo de la esclavitud y darles la oportunidad de una infancia digna y un futuro lleno de esperanza. Con su proyecto ha contribuido a liberar de la explotación a más de 85.000 niños y niñas en India mediante la educación y la reinserción social. 

Satyarthi ha liberado de la explotación a más de 85.000 niños y niñas en India mediante la educación y la reinserción social

Desde muy joven Satyarthi enfocó su vida hacia la lucha contra el trabajo infantil. En 1980 creó Bachpan Bachao Andolan, una iniciativa dedicada a rescatar a niños de la esclavitud y la explotación laboral, así como a promover la educación y los derechos de la infancia en toda India. En 1998 lideró la «Global March Against Child Labor» (Marcha Global contra el Trabajo Infantil) un encuentro histórico que reunió a más de 7 millones de personas y atrajo la atención mundial sobre las consecuencias del trabajo infantil influyendo en la adopción de la Convención sobre los Derechos del Niño por la ONU.

En 1998, Satyarthi cofundó la Alianza Global para la Eliminación de la Esclavitud Infantil. Esta entidad ha impulsado numerosas campañas a nivel mundial y ha colaborado con gobiernos y organizaciones internacionales para mejorar las leyes y políticas que protegen los derechos de la infancia, convirtiéndose en una de las organizaciones más grandes del mundo en la lucha contra la esclavitud infantil y la explotación laboral.

Premios por su dedicación

El trabajo de Satyarthi ha recibido numerosos premios y reconocimientos a lo largo de su carrera. En 2007 fue reconocido en la lista de «Héroes que actúan para terminar con la esclavitud moderna» del Departamento de Estado de los Estados Unidos y fue galardonado con la Medalla del Senado Italiano. En 2008 España le concedió el Premio Internacional Alfonso Comín y en 2009 obtuvo el Premio Defensores de la Democracia en Estados Unidos.

«Mi único objetivo en la vida es que cada niño sea libre de ser niño»

En 2014, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz, junto con la activista paquistaní Malala Yousafzai, por su lucha contra la esclavitud infantil y la promoción de la educación para todos los niños y niñas. Satyarthi fue el primer ciudadano indio en recibir este premio y uno de los pocos activistas sociales que han sido honrados con este galardón. «Mi único objetivo en la vida es que cada niño sea libre de ser niño. Libre para crecer y desarrollarse. Libre para comer, dormir y ver la luz del día. Libre para reír y llorar, para jugar y aprender. Libre para ir a la escuela y, sobre todo, libre para soñar», defendió Satyarthi en su discurso.

La educación, rehén invisible de la guerra

Además de las imágenes que se muestran todos los días, la guerra oculta más situaciones de vulneración de derechos, a menudo desconocidas, entre las que se encuentra la falta de acceso a la educación. Este fenómeno afecta a niños y niñas en todo el mundo y tiene un gran impacto en su desarrollo integral.


La educación en la infancia y juventud es un derecho consagrado en tratados internacionales como la Convención sobre los Derechos del Niño y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que queda relegado cuando estalla una guerra.

A los daños físicos y materiales que implica cualquier conflicto se suma la vulneración de este principio, que afecta al desarrollo cognitivo de niños, niñas y jóvenes. Según datos de Unicef, más de 100 millones de niños y niñas en edad escolar viven en zonas de conflicto. De ellos, 24 millones no van al colegio. Dicho de otro modo: una cuarta parte de los niños en zonas de conflicto está privado de su derecho a la educación.

Uno de cada cuatro niños o niñas en zonas de conflicto está privado de su derecho a la educación

Entre los principales motivos de la falta de acceso a la educación encontramos, además de la falta de docentes o el miedo a sufrir un ataque durante horas lectivas, el daño o destrucción de las infraestructuras educativas, debido a ataques directos o como perjuicios colaterales de los enfrentamientos. Además de la pérdida de un lugar de aprendizaje, en muchos casos hay una interrupción en la entrega de servicios esenciales, como la alimentación y atención médica, que a menudo se proporcionan a través de las escuelas.

Asimismo, la infancia que vive en zonas de guerra también enfrenta riesgos de reclutamiento forzado por grupos armados, explotación y violencia, incluyendo ataques específicos contra estudiantes y profesores. Además, el reclutamiento de menores soldado es una práctica habitual: se sigue produciendo en 18 países, pese a estar prohibida por el Protocolo facultativo de la Convención de Derechos del Niño sobre la participación de menores en conflictos armados. 

El acceso a la educación enriquece la cultura, el espíritu, los valores, fomenta la tolerancia y contribuye a crear sociedades más pacíficas

Por otro lado, el desplazamiento forzado es una consecuencia directa de los conflictos que también repercute en la educación. Los niños y niñas desplazados suelen perder meses o incluso años de estudio, y encuentran dificultades significativas para acceder a la educación en los lugares de refugio debido a barreras como el idioma o la falta de documentos oficiales. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de la mitad de los niños refugiados no están inscritos en la escuela secundaria.

Además, el conflicto también influye en el aumento de las desigualdades de género. Las niñas, en particular, se enfrentan a la posibilidad de un incremento del riesgo de violencia sexual o de matrimonio precoz y forzado en zonas como Iraq o Sudán del Sur, donde las niñas tienen un 90% menos de probabilidades que los niños de recibir educación.

La educación como puente para el desarrollo personal y profesional

Ir a la escuela es fundamental para el desarrollo personal, ya que amplía el conocimiento y la comprensión del mundo, fomenta el desarrollo de habilidades críticas de pensamiento y mejora la autoestima y la confianza en uno mismo.

Además, también permite aspirar a una mejor calidad de vida gracias al acceso a mejores oportunidades en el desarrollo profesional. Según datos del Banco Mundial y la OCDE, cada año adicional de escolaridad puede aumentar los ingresos personales de un individuo entre un 8% y un 10%. Esto refleja que las habilidades adquiridas durante los años de educación son clave para acabar con situaciones de pobreza y mejorar económicamente.

Precisamente, es por sus aportes tan significativos que existen organizaciones a diferentes niveles que son plenamente activas en la lucha por conseguir este derecho fundamental de la infancia, mediante recursos como la búsqueda de financiación concreta, la inversión en el desarrollo de nuevos centros educativos o la petición a los gobiernos de que proporcionen entornos seguros para los niños refugiados. La educación debe ser una parte esencial de cualquier infancia ya que, como dijo la activista Malala Yousafzai, «un niño, un maestro, un libro y un lápiz pueden cambiar el mundo».

¿Cuáles son los bulos más comunes sobre el cambio climático?

La era digital ha facilitado el intercambio de información sobre medio ambiente, pero también ha disparado la propagación de bulos, y en este contexto, debe ser prioritario aprender a discernir la realidad científica de la actitud conspiranoica.


El cambio climático es una de las primeras crisis globales que se viven, en buena parte, a través de las pantallas. Gracias a la digitalización, la información sobre la salud del planeta es más accesible que nunca, pero los bulos al respecto también se han multiplicado.

Un estudio de la revista Nature muestra que la desinformación sobre el cambio climático es más persuasiva incluso que los hechos científicos

Muchos usuarios difunden en redes sociales afirmaciones que son imprecisas, conspirativas o simplemente carentes de sentido.

Asimismo, un estudio reciente publicado en Nature Human Behavior muestra que la desinformación sobre el cambio climático es más persuasiva incluso que los hechos científicos. Pero, ¿cuáles son los ejemplos de bulos más comunes?

«El cambio climático es un ciclo natural de la Tierra»

Es verdad que nuestro planeta ha experimentado cambios climáticos a lo largo de su historia. Ahora bien, la situación actual es drásticamente diferente, y por eso la solución debería ser inmediata. Las actividades humanas, como la quema de combustibles fósiles y la deforestación, han acelerado el ritmo del cambio climático a un grado sin precedentes. Durante los últimos años, los registros científicos confirman que la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera ha aumentado significativamente desde la Revolución Industrial, y eso está contribuyendo al calentamiento global de forma que nos afecta (pero sobre todo nos afectará) enormemente.

«El agujero de la capa de ozono causa el cambio climático»

La degradación de la capa de ozono es un problema grave, indudablemente, pues en las últimas décadas ha habido una reducción significativa en la cantidad de ozono en la atmósfera, y eso ha llevado a un aumento de la radiación ultravioleta en ciertas regiones de la Tierra. Sin embargo, no es la principal causa del cambio climático.

El agujero de la capa de ozono no causa cambio climático: el ozono protege a la Tierra de los rayos ultravioleta del Sol, pero no contribuye a la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera

La capa de ozono «simplemente» protege la Tierra de los rayos ultravioleta del Sol, mientras que el cambio climático sucede por la acumulación de gases de efecto invernadero (como el dióxido de carbono y el metano) en la atmósfera, que atrapan el calor y provocan un aumento de la temperatura global.

«El cambio climático está provocado voluntariamente mediante técnicas como los chemtrails»

El bulo de los chemtrails es una teoría de la conspiración que sostiene que las estelas de condensación dejadas por aviones contienen productos químicos dispersados por los gobiernos (u otras entidades) para propósitos oscuros, como el control del clima o la manipulación de la población. Esta teoría ha sido ampliamente desacreditada. Los singulares trazados en el cielo son simples nubes artificiales formadas por la condensación del vapor de agua en las estelas de los aviones a grandes altitudes, y están compuestas principalmente de agua y dióxido de carbono. No solo no hay evidencia que respalde la existencia de ningún rociado químico, sino que la logística necesaria para llevar a cabo tal operación sería tan inmensa que sería imposible de ocultar.

«El aumento en la cobertura de hielo en la Antártida refuta el cambio climático»

Esta afirmación tampoco es cierta. Aunque la cobertura de hielo puede fluctuar de un año a otro, debido a factores como la variabilidad del clima y las oscilaciones atmosféricas, los datos a largo plazo muestran una clarísima tendencia a la disminución de la masa de hielo en la región debido al calentamiento global. En este contexto, hay que distinguir la cobertura de hielo marino de la pérdida de hielo terrestre: por un lado, la primera alude a la capa helada que flota en el océano y puede experimentar variaciones estacionales; por otro lado, la segunda se refiere al derretimiento de los glaciares y los casquetes polares en tierra firme. Este segundo sí es un indicador mucho más fiable del impacto del cambio climático. Además, tiene consecuencias significativas, como el aumento del nivel del mar y la alteración de los ecosistemas del territorio afectado.

El uso de móviles en la infancia, ¿hay vuelta atrás?

Los dispositivos móviles constituyen la puerta de entrada a un gran abanico de oportunidades de aprendizaje y desarrollo, pero al mismo tiempo pueden acarrear riesgos en la salud de los más jóvenes. ¿Existe un punto medio en el vínculo entre la infancia y las pantallas?


El mejor amigo de los niños y adolescentes de hoy parece ser el teléfono móvil. Todos tienen acceso a uno, y algunos a edades muy tempranas. Los móviles constituyen la puerta de entrada a una gran cantidad de información y contenido, a veces no apropiado para menores, y se ha vuelto cada vez más complicado limitar su uso.

No existe un consenso en la comunidad científica sobre los efectos negativos que tienen las nuevas tecnologías en niños y adolescentes

Si bien hay una preocupación generalizada por el efecto que puedan tener en la salud y el bienestar de los más pequeños, lo cierto es que no existe un consenso al respecto en la comunidad científica. En la revista The Lancet se sugirió que «nuestra comprensión sobre los beneficios, daños y riesgos del panorama digital es muy deficiente». Y, sin embargo, no cesan de publicarse nuevos estudios sobre los peligros que implican las nuevas tecnologías. ¿Qué conclusiones se pueden extraer de todo esto?

Inicialmente, la investigación sobre los efectos de los teléfonos móviles u otros dispositivos inalámbricos en niños y adolescentes se centró en los aspectos fisiológicos de la exposición a las pantallas. Sin embargo, en los últimos años la mayor parte de la atención mediática y pública se ha centrado en los efectos que los móviles pueden tener en la salud psicológica, social y conductual de los menores. No es casualidad, ya que los trastornos de salud mental constituyen uno de los problemas de salud dominantes en este grupo de edad, de los cuales el 50% surgen antes de los 15 años. 

Estudios recientes han demostrado que el uso de dispositivos móviles en niños y adolescentes puede estar asociado con la depresión, la ansiedad y con problemas de conducta. No obstante, otros afirman que, haciendo un uso adecuado, las nuevas tecnologías ofrecen numerosos beneficios para la educación y el desarrollo de los jóvenes. Entonces, ¿se debería prohibir el acceso a estos dispositivos?

La AEP ve necesario desarrollar una normativa que exija el cumplimiento de ciertas obligaciones a las aplicaciones para niños

Por mucho que nos sorprenda, parece que prohibir el uso de los dispositivos móviles de manera indiscriminada tampoco beneficia la salud de los niños y adolescentes. La AEP sostiene que, en vez de restringir, es necesario establecer una acción colectiva y consensuada entre los progenitores, los centros escolares y las instituciones encargadas de la protección a la infancia, entre otras entidades, y desarrollar una normativa que exija el cumplimiento de ciertas obligaciones a las tecnologías que estén dirigidas a los más jóvenes.

Marie Souvestre y la independencia intelectual de las jóvenes del siglo XIX

Marie Souvestre fue una pedagoga francesa, pionera en la educación feminista de altos estándares y el fomento de la independencia intelectual de las mujeres. 


Nacida en 1830 en Brest, Francia, mucho antes de que el feminismo fuera un movimiento reconocido en Occidente, Marie Souvestre ha pasado a la historia por sus empoderadoras ideas como pedagoga.

Creció en una atmósfera enriquecedora intelectualmente que hizo que desde joven se interesara por la educación

Consciente de las limitaciones que la enseñanza de la época ofrecía a las mujeres, aseguró una educación de altos estándares académicos en sus aulas, donde se aprendía caligrafía, dibujo, teoría de la música y literatura francesa, pero también idiomas, gracias a la presencia de profesorado de origen alemán, inglés o italiano, lo que significaba toda una novedad en las escuelas femeninas del momento.  Hija del novelista francés Émile Souvestre y de Angélique Anne Papot, una mujer con gran compromiso cultural, creció en una atmósfera enriquecedora intelectualmente que hizo que desde joven se interesara por la educación, así como por la política, un campo entonces vedado a las mujeres.

Marie Souvestre estuvo próxima a la burguesía intelectual de izquierda y al librepensamiento, que abogaba por el libre desarrollo de las ideas pero que tenía también entre sus reivindicaciones la liberación de las mujeres y la reforma educativa, dos elementos clave a lo largo de su vida. 

Fue en su país natal donde fundó la escuela para chicas llamada Les Ruches junto con Caroline Dussaut, en Fontainebleau. Su alumnado estaba compuesto fundamentalmente por mujeres de familias influyentes y adineradas de toda Europa, que llegaban hasta allí para recibir una educación superior todavía poco frecuente en otras partes del continente. Además de acceder a cursos de literatura, idiomas, música o dibujo, tenían la suerte de contar con la biblioteca que Souvestre había heredado de su padre y que les abría la puerta a multitud de conocimientos y a la libertad de aprender en un entorno que estimulaba la curiosidad. 

Su estudiante más famosa fue Eleanor Roosevelt, a quien hoy conocemos por haber sido «la primera dama del mundo»

Tras marcharse de Francia, desarrolló en Londres su labor más reconocida como pedagoga, creando la Allenswod Boarding Academy, que recibió a jóvenes de familias influyentes pero ahora ya no solo de Europa, sino también de Estados Unidos. De hecho, su estudiante más famosa fue Eleanor Roosevelt, a quien hoy conocemos como «la primera dama del mundo», que además trabajó de manera directa en la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en diversas causas sociales. La propia Marie Souvestre nunca dejó su compromiso político de lado, y en Inglaterra continuó luchando por el voto femenino que defendía desde su tiempo en Francia. 

Nacida en una época en la que el horizonte de las jóvenes de clase alta se limitaba al matrimonio y a la familia, Marie Souvestre ofreció a un puñado de afortunadas una aproximación rompedora al compromiso político, al método intelectual y, sobre todo, el acceso a un pensamiento independiente que a la mayoría le era negado.

Auguste Fröbel, el «padre de los jardines de infancia»

Auguste Fröbel

Auguste Fröbel por Valeria Cafagna

El pedagogo alemán, nacido en 1782, fue creador del concepto «kindergarten», impulsor del juego para el desarrollo de habilidades físicas y sociales y propulsor de los materiales didácticos para el desarrollo cognitivo.


Auguste W. Friedrich Fröbel fue un pedagogo alemán que, tras imbuirse de las enseñanzas de Rousseau y Pestalozzi, dedicó su vida al estudio de la educación infantil. En 1840 fundó en la ciudad de Blankenburg el primer «kindergarten» o jardín de infancia. Su pasión por la pedagogía le llevó a edificar una teoría de la educación preescolar que aún está vigente a día de hoy.

«Kindergarten» significa, literalmente, jardín de niños. Un jardín, según Fröbel, en que los niños, esos pequeños brotes humanos, puedan crecer sanos y dar frutos.

El concepto «kindergarten» alude al espacio natural en que, como en un jardín, los niños crecen sanos y dan frutos

El jardín de infancia de Fröbel tenía como máxima el respeto a la actividad creativa del niño en un clima de libertad y en contacto directo con la naturaleza. El jardín de infancia, así, más que en una institución escolar, se convertía en una extensión del hogar en el que los docentes tenían el papel de guía y amigo. Para que la función docente fuera óptima, era imprescindible tomar conciencia de que cada niño se desarrolla de una manera distinta, y atender a dichas diferencias.

Antes de fundar el primer jardín de infancia, Fröbel había expuesto de manera sistemática los principios de su concepción pedagógica en la obra La educación del hombre (1826). En ella, afirmaba que la finalidad última de la educación debe ser lograr que la persona alcance la clara y absoluta visión de sí misma que le permita conocer su verdadera vocación y desarrollarla de manera libre y espontánea.

Consideraba que la principal herramienta para no solo respetar, sino también estimular las capacidades creativas del niño era el juego. Gracias al juego, el niño desarrolla con mayor intensidad las destrezas físicas y conocimientos sociales que le permitirán mantener una relación cordial con el mundo una vez alcanzada la edad adulta. El juego, según Fröbel, es el producto más puro y espiritual de las personas a temprana edad. La educación, por tanto, en los primeros años, debe tolerar y permitir el libre desarrollo del juego en los niños. Cualquier tipo de imposición que impida la espontaneidad supondrá un obstáculo en su desarrollo. 

En La educación del hombre, Fröbel expuso de manera sistemática una concepción pedagógica basada en el juego en la temprana edad

Para permitir que el juego siguiese conduciendo el desarrollo del niño, Fröbel diseñó su modelo educativo en torno a una serie de actividades físicas y mentales que incluían el canto y el baile y, por supuesto, la jardinería. Asimismo, los docentes utilizaban diversos materiales como el papel y los tejidos para que los niños pudiesen representar, con ellos, las formas que les rodeaban. De esta manera, su desarrollo cognitivo y motriz iban emparejados y se hacían eminentemente prácticos. 

Tras la muerte de Fröbel, los jardines de infancia se extendieron por toda Europa entre 1850 y 1860. En las siguientes décadas llegaron a Estados Unidos, Japón y Rusia, impactando de manera notable en todo lo relacionado con la educación artística. En la actualidad, si bien se mantiene el nombre de jardín de infancia para designar los establecimientos dedicados a la educación preescolar, la fidelidad al modelo pedagógico desarrollado por Fröbel se ha diluido en parte.

Educación, un derecho básico que no todos tienen

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El Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 persigue conseguir una educación de calidad que mejore la vida de las personas y contribuya al desarrollo sostenible. Un desafío no menor ya que muchas personas todavía no tienen asegurado este derecho humano fundamental y la desigualdad educativa sigue presente tanto en los países más ricos como en los menos desarrollados. 

Katia Hueso: «Pensamos que el desarrollo económico y la protección del medio ambiente son antagónicos, y en realidad deberían ir de la mano»

La bióloga y autora de libros como Jugar al aire libre o Educar en la naturaleza aboga por nuevas generaciones que asienten su relación con el entorno natural desde la infancia, pero sobre todo desde el cuidado y la horizontalidad, y no desde el abuso y la jerarquía.


Katia Hueso no concibe la naturaleza y el ser humano en dos planos diferenciados, sino como parte de un mismo sistema. La bióloga y autora de libros como Jugar al aire libre, Educar en la naturaleza o Somos naturaleza aboga por nuevas generaciones que asienten su relación con el entorno natural desde la infancia, pero sobre todo desde el cuidado y la horizontalidad, y no desde el abuso y la jerarquía. Sus valores y convicciones la llevaron hace ya más de 12 años a cofundar Saltamontes, la primera escuela infantil al aire libre en España, y el proyecto Naturaleza Inclusiva, dirigido a familias con niños y niñas con discapacidad. Además, es cofundadora de la Federación Nacional de Educación en la Naturaleza (EdNa) y embajadora del movimiento Children of nature worldwide hand in hand.

¿Qué importancia tiene la conexión con la naturaleza desde pequeños? ¿Qué beneficios nos aporta?

El vínculo con la naturaleza es muy fuerte y al asentarlo en una edad temprana conlleva toda una serie de experiencias significativas que configurarán, en cierto modo, el acervo personal de cada uno. Además, debemos tener en cuenta que este tipo de vivencias no van hacia lo cognitivo, sino hacia lo emocional, convirtiéndose así en recuerdos indelebles.

Esta conexión en la infancia es importante en el sentido de que nos va a vincular en primera persona con algo más grande que nosotros. Nos permitirá conectar de forma tangible con la lluvia, el frío, las flores, los insectos, las plantas, los árboles.

A través de estas experiencias tempranas en el medio natural vamos a desarrollar capacidades como la autonomía, la gestión de riesgos, la tolerancia, la flexibilidad. Son todas habilidades que nos van a ayudar no solo a querer cambiar las cosas, sino a liderar el cambio y a invitar a otras personas a formar parte de él. 

Eres cofundadora de Saltamontes, la primera escuela al aire libre de España, en la que tenéis a niños y niñas de entre 3 y 6 años. ¿Cuáles son los puntos base de este modelo educativo?

Los pilares pedagógicos de Saltamontes son tres: contacto con la naturaleza, estando fuera casi todo el tiempo; el juego al aire libre como herramienta de aprendizaje, siendo este una alternativa más espontánea al currículo oficial, pero con la que se adquieren todas las habilidades que se espera de un niño y niña de 6 años; y las relaciones de respeto porque no solo se trata de jugar en la naturaleza, sino de estar y relacionarse de una determinada manera.

Estas relaciones de respeto contienen tres planos: el respeto hacia uno mismo, es decir, conocer el propio cuerpo, la mente, nuestros gustos, promoviendo así el autocuidado y la prevención de encontrarnos en situaciones peligrosas; el respeto hacia los demás, y con esto me refiero a todo el conjunto de personas que forman parte del proyecto, no hay jerarquías más allá de la que pueda haber en el cuidado entre acompañantes e infantes; y, finalmente, el respeto al entorno, a las plantas, a los animales. Todos estos elementos juntos tienen lógica, funcionan bien, pero si quitamos uno, el edificio se tambalea. 

«A través de experiencias tempranas en el medio natural podemos desarrollar la autonomía, la gestión de riesgos, la tolerancia y la flexibilidad»

¿Con la edad tendemos a desvincularnos cada vez más de la naturaleza?

Se suele decir que en la adolescencia se produce un bajón de interés por la naturaleza, y es un hecho lógico porque es un periodo de transformación y afirmación personal, en el que todo aquello que hay fuera de nosotros pierde importancia. Hay un distanciamiento, pero es una ruptura natural y que no será grave si previamente se han insertado bien las bases. Si es así, al llegar a la edad adulta, muchas veces se vuelve a la naturaleza, pero no desde la nostalgia, sino desde el convencimiento de que ese vínculo es importante y hay que cuidarlo. 

A nivel global, ¿qué relación tiene la sociedad actualmente con la naturaleza?

Creo que, en términos generales, en Occidente tenemos una relación muy vertical respecto a la naturaleza. Existe la necesidad de manejarla. Predomina una visión antropocéntrica que se construye desde arriba, desde la gestión dirigida. Mientras que, en otras culturas y miradas, como las del niño, no existe esa jerarquía, sino que se entiende que el ser humano es parte de la naturaleza. 

Obviamente, existe una relación de uso, ya que para sobrevivir el ser humano necesita de la naturaleza, pero la gran diferencia es cómo tomamos esta relación. En Occidente manejamos el ganado, los cultivos, los recursos, mientras que en otras culturas se trata más bien de una cuestión de cuidado. Se trata de una relación más horizontal en la que se difumina esa distancia entre yo como ser humano y la naturaleza como «otra cosa», cuando lo cierto es que formamos parte de la misma entidad. 

«Al llegar a la edad adulta, muchas veces se vuelve a la naturaleza desde el convencimiento de que ese vínculo es importante y que hay que cuidarlo»

El cambio climático es una problemática de causas antrópicas. ¿Este maltrato hacia el planeta tiene que ver con nuestra desconexión de él y con esta relación jerarquizada que describes? 

Totalmente. Tendemos a pensar que el desarrollo económico y la protección del medio ambiente son antagónicos, y en realidad deberían ir de la mano. 

También, hay que tener en cuenta que vivimos en entornos privilegiados que se aprovechan de los recursos de otras zonas del planeta. Y es en estos territorios, la mayoría en vía de desarrollo y con poca capacidad de respuesta frente a las consecuencias del cambio climático, donde sí se están dando cuenta de que cada vez hay menos suministros naturales. 

El periodista estadounidense Richard Louv menciona en su libro Los últimos niños en el bosque el concepto «déficit de naturaleza», referente al cada vez mayor distanciamiento de la vida al aire libre. A nivel individual, ¿qué consecuencias comporta este déficit?

Para hablar de este distanciamiento, Richard Louv buscó una palabra que llamara la atención, como es el caso de «déficit». Pero con el tiempo se dio cuenta de que había médicos que estaban empezando a ver cómo aquella desvinculación comportaba toda una serie de consecuencias sobre la salud física y psicológica de las personas. 

Hay cada vez más profesionales de la salud que están recetando naturaleza para cubrir las consecuencias del distanciamiento con el entorno natural, como pueden ser la falta de forma física, la obesidad o cualquier enfermedad relacionada con el sedentarismo.

Solarpunk: el poder de imaginar futuros mejores

Solarpunk es el movimiento que imagina ciudades futuristas que funcionan gracias al uso de energías renovables, plagadas de huertos y jardines urbanos y habitadas por comunidades fraternales.


En las últimas décadas han proliferado en la literatura y el cine los relatos de ciencia ficción con un marcado carácter distópico. Algunos ejemplos son el filme Gattaca o las obras El Cuento de la Criada de Margaret Atwood y Los Juegos del Hambre de Suzanne Collins –ambas adaptadas también a la gran pantalla–, o hasta la serie televisiva Black Mirror. Este tipo de ficción puede ser de gran utilidad a la hora de recordar las pasiones de la naturaleza humana, y despertar un sentido crítico con el mundo en el que vivimos, además de alertar de los serios desafíos que plantea el avance de las nuevas tecnologías y el mundo moderno. No obstante, ha generado un cierto clima catastrófico y desolador.

Ante este panorama, un movimiento cultural y artístico autodenominado «Solarpunk» trata de recuperar una cierta esperanza, especialmente en relación con la construcción de un modelo de ciudad que reconcilie al ser humano consigo mismo y con la naturaleza. Gracias a esta corriente, ya forman parte del imaginario colectivo ciudades futuristas caracterizadas por el uso de energías renovables, conectadas a través de transporte sostenible, plagadas de huertos y jardines urbanos, llenas de vida y guiadas por un espíritu de comunidad y fraternidad, en las que lo humano, la belleza, la naturaleza y la tecnología se entrelazan de forma armónica. 

Un movimiento que trata de recuperar una cierta esperanza, la construcción de un modelo de ciudad que reconcilie al ser humano consigo mismo y con la naturaleza

Este movimiento, derivado de otros géneros como el «punk», de carácter transgresor, no trata de construir modelos idílicos y utópicos para ser instaurados en una realidad histórica concreta, sino que crea relatos de pura ficción, pero que pueden servir como fuente de inspiración para construir las ciudades del futuro. En 2014 surgió un primer manifiesto impulsado por Adam Flynn, un investigador norteamericano, y desde entonces se han ido sucediendo diferentes artículos en su defensa que tratan de recoger sus principales ideas, aunque mantiene su pluralismo y heterogeneidad. Entre sus intenciones existe un claro activismo para despertar conciencias, generar sinergias entre personas y conseguir que la ciudadanía se involucre en la mejora de sus ciudades. Su mensaje va a contracorriente. No se resigna al caos y apocalipsis climático ni a que el uso de nuevas tecnologías acabe llevando a la humanidad al desastre. Imagina futuros próximos en los que precisamente estos avances técnicos sirvan para mejorar la vida de las personas, crear comunidades más cooperativas y establecer una relación de cuidado con la naturaleza. Podríamos encontrar muchos precursores en las últimas décadas –o incluso siglos atrás– que recojan estas características, pero ha sido en los últimos años cuando se han elaborado relatos de este género de una forma más consciente: un conjunto de cuentos publicados bajo el nombre de Historias ecológicas y fantásticas en un mundo sostenible, el filme de ciencia ficción After Yung o la producción animada de Disney Un mundo extraño.

Recurre a una llamativa estética naturalista que trata de buscar la belleza de comunidades fraternales y de ciudades modernas

Pero es que, además, este movimiento cultural se reivindica a sí mismo como arte en su sentido más auténtico, bebiendo de fuentes como el art noveau, y recurre a una llamativa estética naturalista que trata de buscar la belleza de comunidades fraternales y de ciudades modernas que se hermanan con la naturaleza. Así, este movimiento introduce dicha estética en sus relatos, y busca irrumpir también en la esfera del arte, la arquitectura e incluso la inteligencia artificial para recrear este tipo de urbes comunitarias, verdes y sostenibles. Su creación artística abarca desde pinturas y dibujos, ya expuestos en museos, a multitud de ilustraciones publicadas en internet. Y en arquitectura, que seguramente pueda encontrar su precedente más antiguo en los Jardines Colgantes de Babilonia, hoy en día encontramos muchos proyectos en marcha o ya construidos que podríamos englobar también bajo la influencia de Solarpunk, como los Jardines de la Bahía (Gardens by the way) de Singapur, inaugurados en 2011. 

En todo caso, Solarpunk recurre desde una actitud inconformista y provocativa a la creación literaria y artística, a la estética y la belleza, pues es precisamente a través de todo ello como es posible llegar a esa esfera que trasciende el mundo discursivo, y que apela a lo más profundo de la experiencia humana. De esta manera busca despertar conciencias de personas que quieran construir comunidades fraternales y hermanadas con la naturaleza.