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Asa Philip Randolph, a la vanguardia de los derechos laborales

En una época donde se separaba a las personas por el color de su piel, la incansable labor de Asa Philip Randolph como activista y su habilidad para unir movimientos sindicales con demandas de justicia social dejaron una huella imborrable en la historia.


En 1925, Asa Philip Randolph tomó una decisión que marcaría un antes y un después en la historia laboral y social de Estados Unidos: fundó el Sindicato de Trabajadores de los Ferrocarriles (Brotherhood of Sleeping Car Porters), el primer sindicato afroamericano reconocido oficialmente en el país. Randolph fue testigo, durante su estancia en Nueva York, de las duras condiciones laborales que sufrían los afroamericanos. La explotación y la discriminación eran parte de la vida cotidiana, especialmente en el trabajo.

Randolph creía profundamente en la fuerza de los sindicatos para cambiar realidades

Inspirado por el poder de la organización colectiva, Randolph creía profundamente en la fuerza de los sindicatos para cambiar realidades y veía en la unidad de los trabajadores la clave para derribar barreras consideradas infranqueables durante generaciones. Consideraba que la igualdad racial y la justicia económica estaban entrelazadas y que la clase trabajadora afroamericana podía lograr avances significativos a través de la organización sindical. Este pensamiento le llevó a convertirse en una de las voces más influyentes de su tiempo, tanto en el ámbito laboral como en la esfera de los derechos civiles. 

La marcha sobre Washington: un punto de inflexión

Uno de los momentos más destacados en la carrera de Randolph fue su participación en la organización de la histórica Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad en 1963. Este evento reunió a más de 250.000 personas en la capital del país y fue la plataforma en la que Martin Luther King Jr. pronunció su famoso discurso «I Have a Dream». La marcha fue clave para la aprobación de la Ley de Derechos Civiles de 1964 y la Ley de Derechos Electorales de 1965.

Su visión de un país donde las oportunidades laborales estuvieran abiertas para todos, sin importar el color de su piel, sigue siendo relevante en la lucha por la equidad en el trabajo y en la sociedad

Randolph, con su habitual discreción, prefirió dejar el protagonismo de la jornada a los jóvenes líderes emergentes del movimiento, pero su influencia fue innegable. Su trabajo contribuyó a la integración racial en el ámbito laboral y a la consolidación de los derechos civiles en Estados Unidos. Y es que el sindicalista soñaba con un país donde las oportunidades laborales estuvieran abiertas para todos, sin importar el color de su piel. Randolph fue un visionario que comprendió que la justicia social es un esfuerzo colectivo, que requiere tanto la voz de la protesta pacífica como la organización sindical para construir un futuro más justo.

Narges Mohammadi, la Nobel de la Paz presa por defender los derechos de las iraníes

Esta activista iraní fue vicepresidenta del Centro de Defensores de los Derechos Humanos y ha sido encarcelada en varias ocasiones por su activismo en pro de la democracia y la igualdad. En 2023, recibió el Premio Nobel de la Paz, que no pudo recoger porque se encontraba en prisión.


La ganadora del Premio Nobel de la Paz en 2023 no pudo acudir al evento de entrega: Desde 2021,  la activista Narges Mohammadi, de 51 años, está condenada por su defensa de los derechos humanos a 12 años y 11 meses de prisión, y a 154 latigazos.

Al acto sí pudieron asistir sus hijos Kiana y Ali, gemelos de 17 años, que leyeron en Oslo el discurso que su madre escribió desde la cárcel y que fue sacado del centro penitenciario de forma clandestina. 

Desde que estudiaba en la Universidad Internacional Imam Jomeini, Narges Mohammadi publicó artículos sobre los derechos de la mujer y se implicó en grupos estudiantiles. Licenciada en Física, comenzó a trabajar como ingeniera y, en paralelo, inició una carrera periodística centrada en denunciar la carencia de libertades a la que es sometida la población iraní.

Narges Mohammadi cumple actualmente una condena de 12 años y 11 meses de prisión por su activismo en favor de los derechos humanos

La primera detención que sufrió la propició su nombramiento como vicepresidenta del Centro de Defensores de los Derechos Humanos, una organización iraní en defensa de los derechos de mujeres, presos políticos y otras minorías clausurada en 2010 por las fuerzas de seguridad. A partir de entonces, sus entradas y salidas de prisión han sido continuas en base a lo que las autoridades consideran difusión de propaganda contra el Estado y actuaciones en contra de la seguridad nacional. Pero ella siguió reivindicando la democracia, mientras cosechaba numerosos reconocimientos internacionales que culminarían con el Nobel de la Paz.

En Irán, a pesar de celebrarse elecciones para elegir a los miembros del Parlamento y al presidente, el ayatolá Jamenei es reconocido como líder supremo que ostenta el poder absoluto. La aplicación restrictiva de las leyes coránicas es la máxima por la que se rige, y su control de las fuerzas de seguridad, el poder judicial y los medios de comunicación gubernamentales provoca una inexistencia de facto de las libertades de expresión, reunión, religión, asociación y participación política. En este clima restrictivo, las mujeres llevan la peor parte, al verse abiertamente discriminadas en cuestiones relativas al matrimonio, el divorcio y la custodia de sus descendientes, entre otras que incluyen la obligatoriedad de utilizar el velo en público a partir de los 7 años de edad.

El régimen teocrático iraní otorga al ayatolá Jamenei un poder absoluto como jefe de Estados

Muchos de los activistas iraníes que, como Narges, combaten la dura restricción de sus derechos, sufren encarcelamientos sin juicio y enfrentan torturas y maltrato. Ella denunció estos violentos métodos de coerción en el libro Tortura blanca (2022), donde recoge el testimonio de catorce mujeres (incluido el suyo) sometidas a todo tipo de violencia psicológica, física y sexual durante el cumplimiento de sus condenas. 

En su discurso en la ceremonia de entrega del Nobel, Mohammadi reivindicó los esfuerzos de la ciudadanía iraní para lograr la democracia, la libertad y la igualdad usurpadas por el régimen teocrático, y defendió la protesta pacífica y la resistencia civil para construir una sociedad igualitaria. También hizo un llamamiento a la comunidad internacional para defender esta lucha.

Dos días después de recibir el Premio Nobel, fue hospitalizada para que se le practicase una angioplastia. Las autoridades le obligaban a ir al hospital con velo, orden que ella incumplió y motivó su reingreso inmediato en prisión, contraviniendo las recomendaciones médicas.

Numerosas organizaciones no gubernamentales han creado la Coalición Free Narges con el objetivo de lograr la movilización popular que permita la liberación de esta mujer valientemente comprometida con los derechos humanos. 

Rosa Parks, la mujer que comenzó su lucha por la igualdad racial en un autobús

¿Qué pasaría si un simple acto de rebeldía en un autobús pudiera desencadenar un movimiento revolucionario? Rosa Parks se convirtió en el símbolo de la resistencia contra la injusticia racial, iniciando un cambio que resonaría en todo el país. 


El 1 de diciembre de 1955, en la fría noche de Montgomery, Alabama, un acto aparentemente inofensivo en un autobús desencadenó una serie de eventos que cambiarían el curso de la historia estadounidense. Rosa Parks, una mujer de 42 años, desafiaba las normas segregacionistas con una valentía serena que, a primera vista, podría parecer insignificante. Sin embargo, su decisión de no ceder su asiento a un pasajero blanco encendió una chispa que iluminó el camino hacia la igualdad racial en Estados Unidos.

Parks se negó a levantarse de su asiento en la sección de «colores». Este simple acto cuestionó un sistema de opresión enraizado en la sociedad

En la década de 1950, el sur de Estados Unidos estaba profundamente marcado por la segregación racial. Las leyes Jim Crow dictaban que las personas negras y blancas debían mantener diferentes espacios en los lugares públicos, incluidos los autobuses. En Montgomery, estos vehículos estaban divididos en secciones: los asientos delanteros eran para blancos, y los traseros para los negros. Aunque el frente del autobús estaba lleno, Parks se negó a levantarse de su asiento en la sección de "colores". Este simple acto de resistencia no solo desafió la ley, sino que también cuestionó un sistema de opresión enraizado en la sociedad.

Una protesta pacífica de 381 días

El arresto de Parks por no ceder su asiento llevó a la comunidad negra de Montgomery a organizar el boicot de autobuses, una protesta pacífica que duró 381 días. Este boicot, dirigido por un joven y enérgico pastor llamado Martin Luther King Jr., no solo fue un acto de desobediencia civil sino también un poderoso símbolo de resistencia. La movilización de los residentes de Montgomery demostró que la desobediencia pacífica podía desmantelar las estructuras de discriminación racial, un concepto que se convertiría en un pilar del Movimiento por los Derechos Civiles.

Su valentía le valió el reconocimiento como un símbolo de la resistencia contra la injusticia racial

A pesar de enfrentarse a severas represalias, incluyendo la pérdida de su empleo y amenazas a su seguridad, Parks mantuvo su compromiso con la lucha por la igualdad. Su valentía le valió el reconocimiento no solo como una figura central en el Movimiento por los Derechos Civiles, sino también como un símbolo de la resistencia contra la injusticia racial. Rosa Parks no se detuvo con el boicot, pues se mudó a Detroit, donde continuó su activismo participando en protestas y trabajando con líderes de derechos civiles para avanzar en la causa.

Camino hacia la igualdad

Parks también fue una defensora incansable de la educación y el empoderamiento comunitario, trabajando en organizaciones que promovían la justicia social y los derechos humanos. Su legado continúa siendo una fuente de inspiración, recordándonos que el cambio social a menudo comienza con actos de valentía personal y colectiva. Hoy en día, el impacto de Rosa Parks se celebra no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo. Su contribución al Movimiento por los Derechos Civiles es una prueba palpable de que una sola acción, cuando se lleva a cabo con coraje y determinación, puede desafiar las injusticias más profundas y provocar un cambio significativo.

La historia de Rosa Parks nos recuerda que el camino hacia la igualdad no siempre es fácil ni rápido, pero que cada paso, por pequeño que parezca, puede ser un avance crucial hacia una sociedad más justa. Su vida es un testimonio del poder de la resistencia y la importancia de luchar por lo que es correcto, incluso cuando las probabilidades están en contra. Y es que la próxima vez que veamos un autobús, quizás pensemos en la valentía de esa mujer que, con su firmeza y determinación, ayudó a construir un camino hacia la igualdad y la justicia.

Leymah Gbowee y su lucha por la paz en Liberia

En el seno de la desesperación de una nación devastada por la guerra, surgió una voz que resonó con fuerza en todo el mundo. Leymah Gbowee utilizó su inquebrantable voluntad y liderazgo para traer la paz a Liberia, demostrando que la valentía y el compromiso pueden superar cualquier adversidad.


Leymah Gbowee es una activista pacifista y feminista​ liberiana, reconocida mundialmente por su papel crucial en el fin de la Segunda Guerra Civil Liberiana. Nacida el 1 de febrero de 1972 en Liberia, Gbowee vivió en primera persona los horrores de la guerra civil que desgarraron su país desde 1989 hasta 2003. Esta experiencia traumática se convirtió en el catalizador de su dedicación a la paz y la justicia social. Se formó como trabajadora social y fue en este rol donde comenzó a comprender la magnitud del sufrimiento humano causado por el conflicto. 

En 2003, comenzó a organizar a las mujeres liberianas en un movimiento de paz sin precedentes fundando el Movimiento de Mujeres por la Paz en Liberia

En 2003, comenzó a organizar a las mujeres liberianas en un movimiento de paz sin precedentes y en plena guerra civil fundó el Movimiento de Mujeres por la Paz en Liberia (WIPNET, por sus siglas en inglés), compuesto por mujeres cristianas y musulmanas desafiando tanto las barreras religiosas como culturales. Vestidas de blanco, se manifestaban pacíficamente en lugares públicos, cantando, rezando y llamando la atención del mundo hacia su causa. Este movimiento desempeñó un papel fundamental en la presión al entonces presidente, Charles Taylor, para que participara en las conversaciones de paz. Estas negociaciones culminaron en el Acuerdo de Paz de Accra en 2003, que puso fin a una guerra que había dejado más de 250.000 muertos y desplazado a un millón de personas.

Un reconocido legado

El impacto de Leymah Gbowee no pasó desapercibido. En 2011, fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz, junto con Ellen Johnson Sirleaf y Tawakkol Karman, «por su lucha por la seguridad de las mujeres y por su derecho a participar plenamente en la labor de consolidación de la paz». Este reconocimiento internacional destacó la importancia del papel de las mujeres en los procesos de paz y consolidación democrática.

El impacto de Leymah Gbowee no pasó desapercibido y en 2011 fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz

Además de su trabajo en Liberia, Gbowee ha seguido abogando por la paz y la justicia en todo el mundo a través de la Fundación Leymah Gbowee para África, una organización que apoya a mujeres y jóvenes en el liderazgo y la participación cívica. También es una voz prominente en foros internacionales, promoviendo la inclusión y la igualdad de género como pilares fundamentales para la paz duradera.

Un ejemplo a seguir

La historia de Leymah Gbowee es un impulso al concepto de que la paz no es solo la ausencia de guerra, sino la presencia activa de justicia y equidad. «A día de hoy a veces me pregunto por qué tenemos que matar a las personas por el poder», afirma Gbowee. Su valentía demuestra que incluso en los tiempos más oscuros, hay esperanza y capacidad de cambio. Las acciones de Gbowee y las mujeres de Liberia han dejado una huella imborrable, inspirando a generaciones a luchar por un mundo más justo y pacífico. «Estoy convencida de que mi continente va a ser el próximo lugar del mundo. Y si África va a ser el número uno, los africanos tienen que estar preparados. Yo sólo estoy invirtiendo en el futuro del continente», sentencia, antes de afirmar que si ella llegó donde está, con formación cualquier otra mujer podrá.

Marsha P. Johnson: el orgullo de defender los derechos humanos

Cuando aún no se habían popularizado términos como «transgénero», Marsha P. Johnson se definió como drag queen, travesti y gay. Defendió los derechos de las personas en los márgenes del sistema patriarcal y tuvo un papel fundamental en las revueltas de Stonewall que dieron lugar a las primeras marchas del Orgullo. 


Nacida en 1945 en el estado de Nueva Jersey, Marsha P. Johnson es considerada una pionera de los derechos humanos de las personas negras trans. Creció en una familia afroamericana de clase trabajadora y religiosa y, a lo largo de su vida, reflejó a través de su forma de vestir su deseo por romper con las normas de género.

Marsha P. Johnson se convirtió en una de las defensoras más visibles de los derechos LGBTIQ+ en un contexto en el que la violencia policial y los abusos eran constantes.

Después de graduarse, se trasladó a Nueva York, en un período de intensa represión hacia los homosexuales, lesbianas y trans que impedía que pudieran acceder a empleos formales y a derechos básicos. Marsha P. Johnson recurrió a la prostitución, sufrió abusos y violencia, fue detenida en múltiples ocasiones y vivió gran parte del tiempo sin una residencia estable. Poco antes de morir, declaró en una entrevista que no había sido nadie hasta que se convirtió en drag queen. 

Fue en esta época cuando adoptó el nombre de Marsha P. Johnson. La «P» hacía referencia a la frase «pay it no mind» («no le prestes atención»), una frase que se convirtió en su lema y que utilizaba cuando alguien le preguntaba si era hombre o mujer. 

Activismo por los derechos civiles

Poco después de llegar a Nueva York, Marsha conoció a Sylvia Rivera, quien se convertiría en su amiga y compañera de lucha. Juntas lideraron la defensa de los derechos LGBTIQ+ en un contexto de constante violencia policial y abusos que culminó en los disturbios de Stonewall.  Aunque existen múltiples versiones de los hechos, diversas fuentes coinciden en destacar el papel protagonista de Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera la noche del 28 de junio de 1969, cuando la policía realizó una redada en Stonewall Inn, un bar frecuentado principalmente por clientes gais y trans. No era la primera vez que algo así ocurría, pero sí la primera en que muchas de las personas que estaban allí respondieron a la violencia policial.

Los disturbios de Stonewall impulsaron un fuerte movimiento de resistencia contra la violencia, los abusos y la opresión contra quienes estaban en los márgenes del sistema heteropatriarcal. Justo un año después, en 1970, se celebraron las primeras marchas del Orgullo en Estados Unidos y empezaron a surgir grupos más organizados, como el Frente de Liberación Gay o la Alianza Activista Gay, en los que participó Marsha P. Johnson en sus inicios, aunque, más tarde, denunció la exclusión de las personas trans y negras. 

Junto con su amiga Sylvia Rivera, fundó STAR para acoger a jóvenes trans en situación de sinhogarismo.

Ese mismo año, 1970, Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera fundaron Street Transvestite Action Revolutionaries (STAR), una organización que tenía el objetivo de apoyar a jóvenes trans. A través de ella, crearon STAR House, que acogió a 20 jóvenes queers, travestis y transexuales en situación de desempleo y sinhogarismo. Aproximadamente ocho meses después de su apertura, fueron desalojadas del edificio en julio de 1971.

Durante la década de los 80, Marsha P. Johnson también se unió al movimiento ACT UP – AIDS Coalition to Unleash Power para visibilizar la pandemia de SIDA y las necesidades de las personas con VIH.

Justicia para Marsha

El 6 de julio de 1992, el cuerpo de Marsha P. Johnson fue encontrado en el río Hudson. En un primer momento, la policía clasificó la muerte como un suicidio, pero su entorno próximo siempre afirmó la posibilidad de que se tratara de un homicidio. Muchas personas denunciaron la poca investigación que hubo sobre su muerte y reclamaron justicia para Marsha. En el año 2012 la policía de Nueva York reabrió el caso como un posible homicidio, aunque hasta día de hoy no existen imputados.

Cuatro años después, Victoria Cruz, de Anti-Violence Project de Nueva York, realizó una investigación sobre su muerte, que puede verse en el documental La muerte y vida de Marsha P. Johnson, de David France. 

Pese a no tener una vida fácil, Marsha P. Johnson se dedicó a ayudar a los demás y luchar por los derechos del colectivo, un recorrido que la ha convertido en un icono y que ha permitido que celebraciones como el Orgullo sean hoy una realidad.

Wallace Smith Broecker, el padre del cambio climático

Conocido como el «padre del cambio climático», Wallace Broecker no solo destacó como científico, sino que también fue un visionario cuyas ideas y descubrimientos han dejado una gran huella en nuestra percepción del mundo.


Nacido en Chicago en 1931, Broecker destacó por su valentía al enfrentarse a la realidad de temas relacionados con el cambio climático, en una época en la que era poco menos que una preocupación secundaria. Fue quien introdujo el término  «calentamiento global»  en un artículo de la revista Science en 1975 titulado «Calentamiento global: ¿Estamos al borde de un calentamiento global pronunciado?», que arrojaba luz sobre el impacto devastador de las actividades humanas en el clima del planeta. Sus palabras conmocionaron al mundo y siguen generando debate entre expertos y sociedad civil.

Broecker introdujo el término «calentamiento global» en un artículo de la revista Science en 1975

Broecker fue uno de los primeros en proponer soluciones concretas para abordar el cambio climático. Sus investigaciones fueron fundamentales para comprender los mecanismos que regulan la temperatura de la Tierra y para concienciar al público sobre la importancia de abordar el calentamiento global. Durante sus estudios se dio cuenta de que el clima del planeta era capaz de cambiar de forma brusca en períodos muy cortos. Para combatir este fenómeno, propuso un «Plan B», que consistía en capturar el dióxido de carbono de las emisiones industriales y almacenarlo de forma segura bajo tierra. Esta idea revolucionaria proporcionó una vía prometedora para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar los impactos del cambio climático.

No obstante, el legado de Broecker va mucho más allá, ya que fue de los primeros científicos en poner de relieve la importancia de la interacción de los océanos y la atmósfera en la regulación del clima a través del intercambio de CO2.

Su descubrimiento de la circulación termohalina, la «cinta transportadora oceánica», reveló un complejo sistema de corrientes que influye sobre la temperatura del aire y sobre los patrones de lluvia. Las corrientes marinas intervienen en la constitución del clima; el agua salada y fría del Atlántico Norte, al descender, permite crear una corriente desde América del Norte hasta Europa, consiguiendo que las aguas superiores sean cálidas y el clima europeo no sea perpetuamente frío. Es la corriente que distribuye el calor entre los océanos.

Broecker consideró esta cinta transportadora oceánica el punto débil del sistema climático, que podría cambiar de manera rápida e inexplicable. Este hallazgo no solo amplió el conocimiento sobre los océanos, sino también demostró la interconexión entre los sistemas terrestres y marinos en la regulación del clima global.

Wallace Broecker nos recuerda la importancia de la curiosidad, la valentía y la acción en la lucha contra el cambio climático

A lo largo de su carrera, recibió múltiples premios y reconocimientos por su destacada labor científica como el Premio Vetlesen (1987), la Medalla Nacional de Ciencia del Gobierno de Estados Unidos (1996), el Tyler Prize for Environmental Achievement (2002) y el Premio Crafoord (2006). Tres años después, en 2009, obtuvo el Premio de la Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de cambio climático, precisamente por su investigación en los océanos y el papel de estos en el calentamiento global.

Sus contribuciones siguen inspirando a científicos, líderes y ciudadanos de todo el mundo a tomar medidas para proteger el planeta. Broecker falleció en Nueva York en 2019 siendo doctor honoris causa, entre otras, de las Universidades de Cambridge, Oxford, Harvard o la Pennsylvania State.

Marie Souvestre y la independencia intelectual de las jóvenes del siglo XIX

Marie Souvestre fue una pedagoga francesa, pionera en la educación feminista de altos estándares y el fomento de la independencia intelectual de las mujeres. 


Nacida en 1830 en Brest, Francia, mucho antes de que el feminismo fuera un movimiento reconocido en Occidente, Marie Souvestre ha pasado a la historia por sus empoderadoras ideas como pedagoga.

Creció en una atmósfera enriquecedora intelectualmente que hizo que desde joven se interesara por la educación

Consciente de las limitaciones que la enseñanza de la época ofrecía a las mujeres, aseguró una educación de altos estándares académicos en sus aulas, donde se aprendía caligrafía, dibujo, teoría de la música y literatura francesa, pero también idiomas, gracias a la presencia de profesorado de origen alemán, inglés o italiano, lo que significaba toda una novedad en las escuelas femeninas del momento.  Hija del novelista francés Émile Souvestre y de Angélique Anne Papot, una mujer con gran compromiso cultural, creció en una atmósfera enriquecedora intelectualmente que hizo que desde joven se interesara por la educación, así como por la política, un campo entonces vedado a las mujeres.

Marie Souvestre estuvo próxima a la burguesía intelectual de izquierda y al librepensamiento, que abogaba por el libre desarrollo de las ideas pero que tenía también entre sus reivindicaciones la liberación de las mujeres y la reforma educativa, dos elementos clave a lo largo de su vida. 

Fue en su país natal donde fundó la escuela para chicas llamada Les Ruches junto con Caroline Dussaut, en Fontainebleau. Su alumnado estaba compuesto fundamentalmente por mujeres de familias influyentes y adineradas de toda Europa, que llegaban hasta allí para recibir una educación superior todavía poco frecuente en otras partes del continente. Además de acceder a cursos de literatura, idiomas, música o dibujo, tenían la suerte de contar con la biblioteca que Souvestre había heredado de su padre y que les abría la puerta a multitud de conocimientos y a la libertad de aprender en un entorno que estimulaba la curiosidad. 

Su estudiante más famosa fue Eleanor Roosevelt, a quien hoy conocemos por haber sido «la primera dama del mundo»

Tras marcharse de Francia, desarrolló en Londres su labor más reconocida como pedagoga, creando la Allenswod Boarding Academy, que recibió a jóvenes de familias influyentes pero ahora ya no solo de Europa, sino también de Estados Unidos. De hecho, su estudiante más famosa fue Eleanor Roosevelt, a quien hoy conocemos como «la primera dama del mundo», que además trabajó de manera directa en la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en diversas causas sociales. La propia Marie Souvestre nunca dejó su compromiso político de lado, y en Inglaterra continuó luchando por el voto femenino que defendía desde su tiempo en Francia. 

Nacida en una época en la que el horizonte de las jóvenes de clase alta se limitaba al matrimonio y a la familia, Marie Souvestre ofreció a un puñado de afortunadas una aproximación rompedora al compromiso político, al método intelectual y, sobre todo, el acceso a un pensamiento independiente que a la mayoría le era negado.

Eleanor Roosevelt, «la primera dama del mundo»

Eleanor Roosevelt

Ilustración de Valeria Cafagna

Eleanor Roosevelt fue mucho más que la esposa del presidente de Estados Unidos: tenía el compromiso y la convicción de mejorar la vida de las personas y su trabajo fue clave en la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.


Aventurera, curiosa y trabajadora, Anna Eleanor Roosevelt supo aprovechar al máximo su vida. Nació en Nueva York en 1884 en una familia rica e influyente. Cuando se casó no se cambió el apellido, ella ya era una Roosevelt: su padre era el hermano de Theodore Roosevelt. Sin embargo, no tuvo una infancia fácil. Se quedó huérfana y vivió con su abuela desde los 7 años. Cuenta en su libro Lo que aprendí viviendo que fue una niña tímida, insegura y necesitada de afecto, pero con muchas ganas de aprender y experimentar. Muy pronto entendió que, si quería tener una vida plena, tenía que plantar cara a sus miedos. Y así lo hizo. 

Con 15 años, se fue a estudiar a un internado de Londres, donde sintió por primera vez una gran libertad y entró en contacto con profesoras como Marie Souvestre que le ayudaron a desarrollar su pensamiento crítico. Cuando regresó a Estados Unidos, Eleanor conoció a un primo lejano que se convertiría en su marido y padre de sus 6 hijos: Franklin Delano Roosevelt. 

Cuando se casó no necesitó cambiarse el apellido: su padre era el hermano de Theodore Roosevelt

Era un joven que parecía tener una carrera prometedora. Ascendió rápidamente en el Partido Demócrata, pero cuando enfermó de polio pensó en abandonar la política influenciado por su madre. Eleanor Roosevelt fue quien lo convenció para que no dejara de lado sus aspiraciones y se convirtió en un apoyo clave en su campaña. Franklin D. Roosevelt ganó por primera vez las elecciones en 1933 y se convirtió en el presidente que consiguió sacar a Estados Unidos de la Gran Depresión con el New Deal.

A pesar de que en el terreno político funcionaron muy bien, su relación fue complicada. Cuando Eleanor se enteró de las infidelidades de su marido, estuvieron a punto de divorciarse, pero llegaron a un acuerdo. Seguirían juntos, pero ella dejaría para siempre el tradicional perfil de primera dama en el que nunca había encajado y pasaría a tener una agenda política propia. 

Durante los doce años que Franklin D. Roosevelt fue presidente, Eleanor Roosevelt trabajó intensamente en las políticas del Gobierno, defendió los derechos civiles y demostró un interés real por los problemas de la gente. Estaba convencida de que no bastaba con saber que había personas que tenían necesidades: era preciso conocerlas y ponerse en su lugar. Por eso, visitaba a la gente en sus casas, en sus lugares de trabajo y le gustaba moverse en entornos distintos al suyo. Siempre mostró sus opiniones, aunque le pudieran crear algún conflicto diplomático y más de una polémica.  

Su empeño por alcanzar un compromiso internacional la convirtió, en palabras del presidente Harry S. Truman, en «la primera dama del mundo»

Cuando su esposo murió en 1945, Eleanor no dejó su activismo. Se convirtió en delegada de la Asamblea de las Naciones Unidas y fue elegida presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU por unanimidad. Su trabajo y su capacidad para consensuar y confrontarse con otras personas fueron esenciales en la redacción y aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas en 1948. 

En un contexto cargado de incertidumbre tras la Segunda Guerra Mundial, su empeño por alcanzar un compromiso internacional la convirtió, en palabras del presidente Harry S. Truman, no solo en la primera dama de Franklin D. Roosevelt, sino en «la primera dama del mundo». Defendió en múltiples ocasiones la participación de las mujeres en asuntos internacionales y reclamó la adopción de la Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer. También presionó al presidente John F. Kennedy para que incluyera a más mujeres en puestos de poder y presidió la primera Comisión Presidencial del Estatus de la Mujer de Estados Unidos.

Convencida de que el proceso de aprendizaje y de crecimiento debe continuar a lo largo de toda la vida, Eleanor Roosevelt aprovechó sus días hasta el final y siempre supo mirar al mundo con curiosidad. Falleció a los 78 años tras una vida dedicada a promover la justicia social.

Auguste Fröbel, el «padre de los jardines de infancia»

Auguste Fröbel

Auguste Fröbel por Valeria Cafagna

El pedagogo alemán, nacido en 1782, fue creador del concepto «kindergarten», impulsor del juego para el desarrollo de habilidades físicas y sociales y propulsor de los materiales didácticos para el desarrollo cognitivo.


Auguste W. Friedrich Fröbel fue un pedagogo alemán que, tras imbuirse de las enseñanzas de Rousseau y Pestalozzi, dedicó su vida al estudio de la educación infantil. En 1840 fundó en la ciudad de Blankenburg el primer «kindergarten» o jardín de infancia. Su pasión por la pedagogía le llevó a edificar una teoría de la educación preescolar que aún está vigente a día de hoy.

«Kindergarten» significa, literalmente, jardín de niños. Un jardín, según Fröbel, en que los niños, esos pequeños brotes humanos, puedan crecer sanos y dar frutos.

El concepto «kindergarten» alude al espacio natural en que, como en un jardín, los niños crecen sanos y dan frutos

El jardín de infancia de Fröbel tenía como máxima el respeto a la actividad creativa del niño en un clima de libertad y en contacto directo con la naturaleza. El jardín de infancia, así, más que en una institución escolar, se convertía en una extensión del hogar en el que los docentes tenían el papel de guía y amigo. Para que la función docente fuera óptima, era imprescindible tomar conciencia de que cada niño se desarrolla de una manera distinta, y atender a dichas diferencias.

Antes de fundar el primer jardín de infancia, Fröbel había expuesto de manera sistemática los principios de su concepción pedagógica en la obra La educación del hombre (1826). En ella, afirmaba que la finalidad última de la educación debe ser lograr que la persona alcance la clara y absoluta visión de sí misma que le permita conocer su verdadera vocación y desarrollarla de manera libre y espontánea.

Consideraba que la principal herramienta para no solo respetar, sino también estimular las capacidades creativas del niño era el juego. Gracias al juego, el niño desarrolla con mayor intensidad las destrezas físicas y conocimientos sociales que le permitirán mantener una relación cordial con el mundo una vez alcanzada la edad adulta. El juego, según Fröbel, es el producto más puro y espiritual de las personas a temprana edad. La educación, por tanto, en los primeros años, debe tolerar y permitir el libre desarrollo del juego en los niños. Cualquier tipo de imposición que impida la espontaneidad supondrá un obstáculo en su desarrollo. 

En La educación del hombre, Fröbel expuso de manera sistemática una concepción pedagógica basada en el juego en la temprana edad

Para permitir que el juego siguiese conduciendo el desarrollo del niño, Fröbel diseñó su modelo educativo en torno a una serie de actividades físicas y mentales que incluían el canto y el baile y, por supuesto, la jardinería. Asimismo, los docentes utilizaban diversos materiales como el papel y los tejidos para que los niños pudiesen representar, con ellos, las formas que les rodeaban. De esta manera, su desarrollo cognitivo y motriz iban emparejados y se hacían eminentemente prácticos. 

Tras la muerte de Fröbel, los jardines de infancia se extendieron por toda Europa entre 1850 y 1860. En las siguientes décadas llegaron a Estados Unidos, Japón y Rusia, impactando de manera notable en todo lo relacionado con la educación artística. En la actualidad, si bien se mantiene el nombre de jardín de infancia para designar los establecimientos dedicados a la educación preescolar, la fidelidad al modelo pedagógico desarrollado por Fröbel se ha diluido en parte.

Anita Conti, luchadora de la pesca responsable

Anita Conti

Anita Conti fue una mujer todo terreno adelantada a su tiempo. Pionera en la oceanografía francesa, fotógrafa, cineasta y escritora, embarcó en pesqueros de altura para estudiar sus actividades y, al descubrir los peligros de la sobrepesca, comenzó su activismo para preservar los océanos.


El mar fue la gran pasión de Anita Conti, en la que se sumergió desde muy niña. Quería comprender sus secretos. Nacida en 1899 en el seno de una familia francesa acomodada, en 1914 se refugió de la Primera Guerra Mundial en la isla de Oléron. Allí se aficionó a la vela, la fotografía y la lectura. Tras casarse con un diplomático, se mudó a París y desarrolló una carrera como encuadernadora de arte sin dejar de lado el mar, publicandeo artículos sobre las riquezas marinas en revistas femeninas.

En 1932 viajó a bordo del navío oceanográfico Ville d'Ys para documentar sus actividades con artículos y fotografías captadas con su cámara Rolleiflex. Fue entonces cuando inició sus investigaciones sobre la pesca del atún. Alarmada por los excesos de la pesca, Conti denunciaba entonces que el mar no era un recurso inagotable como se pensaba. De hecho, en la actualidad solo el 1,5% de los mares y océanos del mundo son áreas marinas protegidas, según la fundación WMF.

En 1934, la entonces Oficina de Pesca Marítima francesa la contrató como responsable de propaganda. Durante sus expediciones cartografió los primeros mapas de pesca y estudió la influencia de la temperatura y salinidad del mar en determinadas especies de peces, como el bacalao.

Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, fue la primera mujer que se alistó en la marina francesa 

Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, fue la primera mujer que se alistó en la marina francesa y obtuvo permiso para embarcarse en dragaminas como fotógrafa, durante el desminado de Dunkerque. Las dificultades para la pesca en esas aguas hicieron que Conti siguiera a los pescadores franceses a las aguas de Guinea y Senegal, entre otros países del África occidental. Durante los siguientes diez años, realizó estudios en la zona, pero también ayudó a modernizar las artes de pesca y la conservación del pescado para mejorar la nutrición de las poblaciones locales con dietas más ricas en proteínas animales.  

Entre julio y diciembre de 1952, navegó junto con una tripulación de 60 marinos a bordo del bacaladero Bois Rosé III por los caladeros de Terranova, en el Atlántico Norte. Debían regresar con 1.000 toneladas de pescado. Anita Conti lo hizo, pero con numerosas anotaciones y fotografías, con las que publicó el libro Râcleurs d’océans (Surcadores de océanos, 1953). Y con las filmaciones del viaje realizó un documental del mismo título, donde relató la vida y faena de los marinos. Son imágenes crudas, con cubiertas repletas de sangrientos pescados. También reflejan aspectos más íntimos, como la peluquería a bordo o tripulantes actuando con estrambóticos disfraces. 

Ayudó a modernizar las artes de pesca y la conservación del pescado para mejorar la nutrición de las poblaciones locales con dietas más ricas en proteínas animales

En Francia, Anita Conti prosiguió su activismo en pos de una pesca sostenible. En los años 60, respaldó los inicios de la acuicultura y la instalación de las primeras granjas de peces y mariscos. En 1971, publicó L'Ocean, Les Bêtes et L'Homme (El océano, los animales y el hombre), en donde denuncia el desastre que provocan las personas y sus efectos en los océanos.

Sus contribuciones a las ciencias del mar son extensas. Realizó más de 50.000 fotografías, innumerables y detalladas anotaciones, artículos, libros y filmaciones sobre la vida cotidiana a bordo y la actividad de las pesquerías, que han permitido activar las conciencias. La cinemateca de Bretaña aloja algunas de sus obras. Y sus archivos, depositados en Lorient, Francia, han sido indexados y parcialmente digitalizados. 

Con la biografía Anita Conti: 20.000 Lieues sous les mers (Anita Conti: 20.000 leguas sobre el mar), Caterine Reverzy obtuvo en 2008 el gran premio del Mar de la academia de escritores en lengua francesa. Conocida como «dama del mar», Conti murió a los 97 años, pero hasta los 85 se mantuvo investigando y dando conferencias. Una vida casi centenaria digna de una buena película de aventuras.