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Vandana Shiva: sembrando esperanza, cosechando futuro

Ilustración por Valeria Cafagna

El nombre de Vandana Shiva, la gran abanderada del ecofeminismo, resuena como un eco inspirador en el mundo de la agricultura ecológica y la defensa del medio ambiente. Su vida es un viaje extraordinario en la búsqueda de un mundo más justo y sostenible. 


Nacida en la India en 1952, Vandana Shiva es una destacada ecofeminista, filósofa, autora y defensora del medio ambiente. Con una pasión inquebrantable por la tierra, estudió física teórica en la Universidad de Punjab y obtuvo su doctorado en la Universidad de Western Ontario. Su amor por la ciencia y la naturaleza hizo que tuviera una comprensión profunda de la importancia de la biodiversidad.

Se convirtió en una referencia a nivel mundial en el ámbito de la agroecología gracias a su papel como activista en contra de la agricultura industrial

Criada en las colinas del Himalaya, Vandana Shiva demostró su inquietud por el medio ambiente desde muy temprana edad. Con un padre guardabosques y una madre granjera, exploraba cada día la diversidad del entorno, aprendiendo las lecciones que la tierra le ofrecía.

Sin embargo, a medida que crecía, Shiva observaba que la belleza de tu tierra natal estaba en peligro. La agricultura industrial estaba dejando cicatrices en la naturaleza, envenenando ríos y amenazando la vida de las comunidades rurales que dependían de la agricultura.

Luchadora histórica y constante

Vandana Shiva se convirtió en una referencia a nivel mundial en el ámbito de la agroecología gracias a su papel como activista en contra de la agricultura industrial. Una de las historias más destacadas de Shiva es su enfrentamiento con una poderosa corporación de agroquímicos. En la década de 1980, Monsanto intentó introducir algodón transgénico en la India. Shiva, junto con algunos agricultores locales, lideró la resistencia. Viajó por aldeas remotas, compartiendo su conocimiento sobre agricultura orgánica y la importancia de preservar las semillas tradicionales. Finalmente, lograron que el gobierno indio revocara la patente de Monsanto, una victoria de gran calado para la agricultura sostenible y la soberanía alimentaria.

Shiva: «Somos la Tierra. Lo que le sucede a la Tierra, nos sucede a nosotros»

La visión de Vandana Shiva va más allá de la agricultura. Ella entiende la Tierra como una entidad sagrada y cree que la explotación desenfrenada de los recursos naturales es la raíz de problemas globales como el cambio climático, la desigualdad y el hambre. Su mensaje es claro: «Debemos cambiar nuestra relación con la Tierra y vivir en armonía con la naturaleza si queremos construir un futuro sostenible»

Su preocupación por el medio ambiente y la justicia social le llevó a fundar Navdanya, una organización que promueve la conservación de la biodiversidad y el cultivo de semillas orgánicas. La fundación ha capacitado a miles de agricultores en prácticas agrícolas sostenibles y ha conservado cientos de variedades de semillas tradicionales que de otra manera habrían desaparecido.

El ecofeminismo como compromiso

Una parte esencial de la filosofía de Vandana Shiva es el ecofeminismo, un enfoque que combina la conciencia ambiental con la igualdad de género. La autora sostiene que la explotación de la naturaleza y la opresión de las mujeres están interconectadas. Al dañar a la Tierra, también se daña a las mujeres. Esta perspectiva nos invita a reflexionar sobre nuestras acciones y a luchar por la igualdad de género y la sostenibilidad de manera conjunta.

A través de su defensa de la biodiversidad y la resistencia a la agricultura industrial, Shiva encarna la unión entre la lucha feminista y la lucha medioambiental. En su filosofía, la Tierra es un ser viviente que forma parte de cada individuo, y su defensa de la transformación hacia un mundo libre de desigualdad, injusticia y hambre es un llamado a la acción que resuena en la lucha por un futuro más justo y sostenible. Porque como ella misma ha dicho: «Somos la Tierra. Lo que le sucede a la Tierra, nos sucede a nosotros».

Especies exóticas, un problema ambiental y de salud pública

Uno de cada siete mamíferos exóticos rescatados por la organización internacional Animal Advocacy and Protection portaban patógenos peligrosos para el ser humano tras haber sido utilizados como animales de compañía.


A más de uno le parecieron divertidas las primeras cotorras argentinas que aparecieron en los parques de nuestras ciudades. A todos nos resultaron exóticas. Y es que esta ave, al igual que la cotorra Kramer, también ya habitual de nuestras ciudades, es originaria de Sudamérica. Se trata, por tanto, de una especie exótica para nuestro entorno cuya entrada en la península ibérica la propiciaron personas que las compraron para tenerlas como mascotas. A día de hoy, la plaga de estas aves parece imparable. Tanto que comienzan a rebasar los límites de las ciudades y arrasan cultivos agrícolas a la vez que, dada su agresividad, desplazan a especies autóctonas. Mientras tanto, en sus lugares de origen, se encuentran entre los tipos de ave con las expectativas de supervivencia más bajas del planeta.

Cotorras argentinas o de Kramer, serpientes pitón, iguanas, mapaches, varanos, jinetas o murciélagos. Son sólo algunas de las especies exóticas que, justamente por serlo, han sido compradas, en los últimos años, por muchos conciudadanos. Muchas de estas especies forman parte del Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras cuya tenencia está prohibida por representar un gravísimo peligro para la diversidad biológica autóctona.

Muchos animales exóticos son portadores de patógenos zoonóticos que pueden transmitirse al ser humano provocando enfermedades de difícil cura.

Pero, más allá del riesgo medioambiental que suponen dichas especies, existe también el peligro de que transmitan enfermedades de difícil cura al ser humano. Un ejemplo es el caracol gigante africano, un exótico molusco de enorme tamaño que alcanzó una tremenda popularidad como mascota hace unos años. El problema surgió al descubrirse que dicho molusco es el principal transmisor del parásito Angiostrongylus Cantonensis, que causa meningoencefalitis entre las personas. 

Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el 75% de las patologías infecciosas son de origen animal. Por su parte, la organización Animal Advocacy and Protection (AAP), que protege el bienestar de los mamíferos exóticos en Europa, realizó un estudio en 2021 sobre 340 especies de mamíferos exóticos rescatados de la tenencia privada o del abandono. Uno de cada siete de estos animales portaba patógenos zoonóticos, esto es, que pueden transmitirse al ser humano, siendo altamente peligrosos para su salud.

Lamentablemente, se continúan pagando cantidades muy elevadas para adquirir animales exóticos. A día de hoy, el tráfico de animales es el tercer negocio más lucrativo del mercado negro global. Quienes trafican con dichos animales, y quienes los adquieren, no parecen ser conscientes del peligro que suponen para nuestros ecosistemas y nuestra salud. En su mayoría, se trata de especies con una alta capacidad de adaptación que, una vez en libertad, acaban desplazando a las especies autóctonas poniendo en riesgo el equilibrio medioambiental, además de ser un importante reservorio de virus, bacterias y parásitos zoonóticos.

Las cotorras que invaden nuestras ciudades, han alcanzado el entorno rural causando expulsando especies de animales autóctonos.

España ya sufre la invasión de ciertas especies exóticas como las cotorras en ciudades como Madrid, Varanos en jardines urbanos de Cataluña, cerdos vietnamitas cerca de la ciudad de Zaragoza o mapaches y galápagos de Florida en Mallorca, son solo algunos de los ejemplos más peligrosos. 

La legislación comienza a ser más restrictiva en lo relativo al comercio y tenencia de animales exóticos, pero aún lo hace únicamente a través de listados negativos como el antes citado catálogo de especies invasoras. Medidas como una mayor dureza en las sanciones son imprescindibles para poner fin a los innecesarios riesgos que este comercio supone para las personas, el medio ambiente y la supervivencia de los propios animales objeto de la transacción.

El aguilucho cenizo, aliado y víctima de la agricultura, es protagonista en 2023

Ilustración de Valeria Cafagna

España cuenta con la mayor población europea de esta ave rapaz –la única en su clase que cría a sus pollos en el suelo–. Por lo tanto, el país tiene una mayor responsabilidad de protegerla.


Cada año, desde 1998, la Sociedad Española de Ornitología Seo/Birdlife destaca un ave del año para llamar la atención sobre la delicada situación de algunas especies de la avifauna española. Se trata de poner el foco sobre una especie que necesita una atención especial por su mal estado de conservación o porque «simboliza la urgencia de proteger los hábitats que la acogen» con el fin de poder reclamar medidas a las administraciones y a las instituciones para la conservación del patrimonio natural.

Hasta ahora, 34 especies han sido elegidas Ave del Año por su declive poblacional o por sus amenazas de conservación. En 2023, la votación popular se ha decantado por el aguilucho cenizo, que ha obtenido 3.187 votos, seguido del alimoche común, con 2.355, y la ganga ibérica, con 2.105 votos. 

El ave ha sufrido un declive de entre 23% y 27% de su población en los últimos 10 años

El aguilucho cenizo (Circus pygargus) es una rapaz migratoria de tamaño mediano y plumaje cenizo en los machos –del que toma su nombre– con una población que oscila entre las 4.269-5.360 parejas reproductoras en España, según el último censo realizado por SEO/BirdLife. De este mismo se desprende que ha sufrido un declive de entre 23% y 27% de su población en los últimos 10 años, especialmente en Galicia, Andalucía, Extremadura, Madrid y País Vasco.

El aguilucho es la única ave de su clase que cría en el suelo, principalmente en grandes extensiones cultivadas de trigo y cebada. Los ejemplares llegan a finales de marzo, procedentes de África, donde pasan el invierno, y hacen el nido en los campos de cereal, alimentándose de topillos, ratones, langostas, saltamontes, pequeños reptiles o aves granívoras, por lo que son un gran aliado para mantener los equilibrios naturales.

¿Cuáles son sus principales amenazas?

La transformación de los cultivos de cereal, la intensificación de la agricultura y las cosechas tempranas suponen sus principales amenazas. Las grandes maquinarias de cosecha tienden a destruir los nidos antes de que los pollos hayan volado.

También el uso de plaguicidas –que disminuye el número de presas de las que alimentarse– y la eliminación de senderos y barbechos afectan a esta especie declarada como «vulnerable a la extinción», la segunda categoría de mayor amenaza en España, y también catalogada como «vulnerable» en el Libro Rojo de Aves de España. 

Las cosechas tempranas, debido a los cortos plazos de crecimiento del cereal, hacen que las cosechadoras destruyan los nidos antes de que los pollos hayan volado

El reto para la conservación del aguilucho cenizo pasa por buscar mecanismos que permitan mantener los equilibrios naturales entre producciones con las que los agricultores obtengan una renta digna y que no supongan «arrasar con todo lo que hay alrededor», según afirma Antonio Aguilera, de la asociación Tumbabuey.

Un ejemplo es el programa de seguimiento y conservación del aguilucho cenizo que lleva a cabo el Grupo Ibérico de Aguiluchos (GIA), en el que técnicos y voluntarios levantan y trasladan a los pollos, crean rodales en torno al nido con una malla o entregan una compensación a los agricultores para que no cosechen terrenos donde haya un gran número de nidos.

Como expresó la directora ejecutiva de SEO/BirdLife, Asunción Ruiz, no se trata de proteger sino de «actuar para conservar» los campos con vida y asegurar el futuro de las comunidades locales que viven en –y de– ellos. 

La Palma renace de la lava

La Palma ha sufrido este verano un nuevo varapalo con un incendio que ha arrasado más de 4.600 hectáreas y minado las esperanzas de muchos vecinos que aún tienen muy presente las consecuencias de la erupción en 2021 del volcán Tajogaite, más conocido como Cumbre Vieja. Una erupción que convertía a la isla en protagonista de titulares y noticias a nivel internacional. Durante más de tres meses, la lava fluyó por el sur de la isla arrasando casas, cultivos y carreteras, hasta llegar al mar, donde formó un nuevo delta de más de 400 hectáreas.

La erupción fue una de las mayores catástrofes naturales que ha sufrido España en los últimos años, y obligó a evacuar a más de 6.000 personas, que vieron cómo sus hogares y sus medios de vida quedaban sepultados bajo la roca volcánica. Las coladas de lava, la ceniza y los gases tóxicos provocaron un colapso ecológico sin precedentes.

Pero lo que parecía una tragedia sin retorno se ha convertido en una oportunidad para descubrir la increíble capacidad de regeneración de la naturaleza y la biodiversidad de esta isla única, como refleja un estudio realizado en colaboración entre el Cabildo de La Palma, el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y Gesplan.

La vida surge tras el volcán

En poco tiempo, la vida se ha abierto paso en la zona afectada por el volcán, para mostrar una biodiversidad sorprendente. Plantas, animales e insectos han logrado adaptarse y colonizar el nuevo hábitat que ha creado la lava, aprovechando las grietas, los nutrientes y el calor que ofrece. Los científicos que trabajan sobre el terreno observan la increíble capacidad de adaptación de algunas especies, tanto vegetales como animales.

Han comenzado a crecer pinos en los 500 metros más cercanos al volcán

Una de las zonas más afectadas durante la erupción fue El Pinar. Sin embargo, han comenzado a crecer pinos en los 500 metros más cercanos al volcán e incluso se han encontrado brotes en el interior del cráter. Otro caso sorprendente es el de las plantas suculentas, como los tabaibales y los cardonales, que han brotado con fuerza en las zonas más cercanas al mar, donde la lava se enfrió más rápido. Estas plantas son capaces de almacenar agua y nutrientes en sus hojas carnosas, lo que les permite resistir las altas temperaturas y la sequedad del ambiente.

Los animales vertebrados como lagartos, conejos o ratas, fueron los más afectados por la erupción, al perder sus refugios, sus fuentes de alimento o parejas con las que procrearse. Sin embargo, algunos lograron escapar y adaptarse a las nuevas condiciones.

Los insectos también han jugado un papel clave en la recuperación de la biodiversidad, al actuar como polinizadores y descomponedores. Algunas especies, como moscas, hormigas o cucarachas han sido las primeras en llegar a la lava, aprovechando los restos orgánicos que quedaron atrapados. Otras, como las abejas, las mariposas o los escarabajos, han seguido el rastro de las flores que han ido apareciendo de nuevo.

En el mar empieza la vida 

La llegada de la lava al océano se convirtió en una imagen de gran impacto para el mundo. La vida marina de la isla sufrió consecuencias importantes debido a las nubes de gases ácidos y cambios en la temperatura y la salinidad del agua. Este fenómeno causó la muerte o la huida de muchas especies marinas, desde peces hasta algas, que vieron alterado su ecosistema.

Científicos del Instituto Español de Oceanografía afirman que el ritmo de recuperación del entorno marino ha sido muy rápido

Sin embargo, científicos del Instituto Español de Oceanografía (IEO) afirman que el ritmo de recuperación del entorno marino ha sido muy rápido. Tras el fin de la erupción, los dos nuevos deltas lávicos presentan una cobertura algal muy elevada, no solo de algas anuales y de rápido crecimiento sino también de las calcáreas incrustantes que, en algunas zonas, han tapizado casi por completo el nuevo sustrato.

Algunas colonias de especies de elevado interés para la conservación, como los corales negros, sobrevivieron aun quedando a escasos centímetros de la lava. Se observan actualmente abundantes peces, erizos, crustáceos y otros organismos móviles en ambos deltas. Desde el IEO aseguran que hay que darle tiempo a los procesos volcánicos submarinos, pero un decenio es más que suficiente para que haya una colonización realmente significativa.

El rey de la selva, en serio riesgo de extinción

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En las últimas décadas se ha producido un deterioro constante en el número de leones existentes en el mundo. Un hecho alarmante que ha supuesto la inclusión de esta especie como “vulnerable” en la lista roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Para reivindicar la figura y supervivencia del rey de la selva cada 10 de agosto se celebra el Día Mundial del León.

La conservación de la biodiversidad marina, una prioridad para la ONU

El pasado 19 de junio, Naciones Unidas adoptó un acuerdo histórico orientado a garantizar la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina en aquellas zonas que no están bajo ninguna jurisdicción nacional, más de dos tercios de los océanos de nuestro planeta. El documento, legalmente vinculante, llega tras casi dos décadas de negociaciones. Estará disponible para su firma a partir del 20 de septiembre y entrará en vigor tras su ratificación por 60 de los 193 Estados de Naciones Unidas.

El nuevo acuerdo para la conservación de la biodiversidad marina entrará en vigor tras su ratificación por 60 de sus Estados miembros

Este importante acuerdo contiene cuatro puntos básicos, el primero de los cuales consiste en la creación de un marco para lograr la distribución justa y equitativa de los beneficios derivados de actividades relacionadas con los recursos genéticos marinos. Según datos de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), los recursos genéticos marinos tienen un enorme potencial: el desarrollo de nuevos alimentos, productos farmacéuticos, bioquímicos y biomateriales, y aplicaciones en bioenergía, control de plagas o fertilizantes, así como los nuevos productos naturales a partir de especies marinas, que crece a una tasa del 4% anual. El acuerdo alcanzado contempla la secuenciación digital de dichos recursos para, de esta forma, garantizar que beneficien a toda la humanidad

Por otra parte, se establecerán mecanismos de gestión sobre la explotación, para lograr la conservación sostenible de especies y hábitats marinos en las zonas internacionales. Esta medida se orienta a lograr la conservación y gestión eficaz de al menos el 30% de zonas terrestres, aguas continentales, marinas y costeras antes de 2030. Un objetivo que se fijó en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Biodiversidad (COP15) del 19 de diciembre de 2022. El Marco adoptado en dicha Conferencia propone detener y revertir la pérdida de la naturaleza que amenaza seriamente la pervivencia de al menos un millón de especies, y la futura gestión acordada podrá garantizar el cumplimiento de dicho objetivo.

Otro de los cuatro puntos básicos adoptados se orienta a garantizar la evaluación del impacto medioambiental de las actividades realizadas en zonas fuera de las jurisdicciones nacionales. La actual acidificación de los océanos, debida al CO2 que absorben de la atmósfera, está reduciendo peligrosamente la presencia de minerales imprescindibles para la supervivencia de los organismos marinos. Por eso, este punto, una vez identificado el cambio climático como problema global, propone también el establecimiento de un marco jurídico internacional que permita evaluar el impacto de aquellas actividades que, en el entorno marino, puedan acelerar la subida de la temperatura media del planeta.

Los nuevos productos naturales a partir de especies marinas crecen un 4% anualmente y podrán, a partir de ahora, ser un beneficio global

Por último, de cara a que los objetivos del acuerdo puedan ser alcanzados, se establecen las condiciones necesarias para lograr una efectiva transferencia de tecnología marina entre los Estados. Este punto se orienta a evitar que aquellos países en desarrollo que carecen de la tecnología adecuada no se queden atrás en los importantes avances en defensa de la biodiversidad marina. Dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el 14, centrado en la conservación y utilización sostenible de océanos y mares, hace mención específica a aumentar, antes de 2030, los beneficios económicos que los países menos adelantados puedan obtener del uso sostenible de los recursos marinos.

Como ha afirmado António Guterres, Secretario General de Naciones Unidas, “el océano es el alma de nuestro planeta”, y tan importante acuerdo demuestra “que las amenazas globales requieren una acción a escala mundial, y los países se pueden unir, en solidaridad, por el bien común”. Y es que, aparte los cuatro puntos básicos especificados, el documento también aborda temas de gran importancia para su cumplimiento, como son las relaciones con la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y con los órganos mundiales, regionales, subregionales y sectoriales competentes.

Los instrumentos jurídicos y de financiación que permitan la globalización de las acciones encaminadas a la conservación de la biodiversidad marina juegan un papel principal en un acuerdo que, al fin, supone un importante paso para la protección efectiva de mares y océanos, imprescindible para nuestra propia supervivencia.

La salud oceánica, una protección urgente

Más de dos tercios del planeta están cubiertos por agua. Los océanos producen la mitad del oxígeno que respiramos y absorben alrededor del 30% del CO2 producido por los humanos, según datos de las Naciones Unidas. Dependemos de ellos como fuente de vida: albergan el 95% de la biosfera mundial y alimentan a más de mil millones de personas en el mundo.

No obstante, su estado de salud se ha visto afectado a causa del impacto humano. La ONU ha alertado de que el 90% de las grandes especies de peces marítimos están mermadas y el 50% de los arrecifes de coral están destruidos a causa de la sobreexplotación. «Estamos justo en el punto entre continuar con la actitud extractiva de tomar, tomar y tomar de la naturaleza y caer en la cuenta de que lo más importante que le estamos quitando a la naturaleza es nuestra propia existencia», sostiene Sylvia Earle, presidenta del programa conservacionista Mission Blue.

El 90% de las grandes especies de peces marítimos están mermadas y el 50% de los arrecifes de coral están destruidos a causa de la sobreexplotación, según la ONU

Si bien es cierto que varias organizaciones han venido trabajando en los últimos años por la conservación de los océanos, se requiere de un fuerte brazo político para que la tendencia cambie de corriente. El acuerdo entre 193 naciones en la ONU con el Tratado Global de los Océanos es una buena noticia para su protección, teniendo en cuenta especialmente que estos representan el 70% de nuestro planeta. Este tratado es un acuerdo histórico que, después de dos décadas en proceso, busca proteger la alta mar, aquella parte que queda fuera de las fronteras nacionales —es decir, casi dos tercios del océano—.

Es un paso en la dirección correcta hacia una explotación sostenible de los océanos, lo cual podría impactar positivamente sobre el desarrollo mundial. Un informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) afirma que el océano ofrece a los países en vía de desarrollo enormes oportunidades para construir economías más innovadoras y resilientes. La economía mundial de los océanos tiene un valor estimado de entre 3 y 6 billones de dólares y por eso la UNCTAD ha instado a crear un «Pacto Azul» global para «encontrar el equilibrio adecuado entre beneficiarnos del océano y al mismo tiempo proteger sus recursos».

La explotación sostenible de los mares podría impactar positivamente sobre el desarrollo, además de producir sustitutos al plástico, uno de los principales contaminantes del océano

No cabe duda de que el cambio climático, la sobrepesca y la contaminación están afectando los ecosistemas marinos. Sin embargo, el «Pacto Azul» podría impulsar las inversiones en sectores emergentes que apuestan por el desarrollo sostenible y que permitirían una mayor protección de la biodiversidad. Por ejemplo, el cultivo de algas marinas como sustituto del plástico está sirviendo para producir alternativas ecológicas a las pajitas y los envoltorios de alimentos; además, no requiere de agua dulce ni fertilizantes. Diversificar las exportaciones de bienes y servicios oceánicos, más allá del marisco, el transporte marítimo y el turismo costero, puede hacer que los países en vía de desarrollo tengan una mayor resiliencia económica ante crisis futuras.

Pero esto también aplica en otros lugares del mundo. A pesar de que la Comisión General de Pesca del Mediterráneo (CGPM) informó que la sobrepesca en el Mediterráneo y el Mar Negro ha disminuido significativamente en los últimos 10 años, el 73% de las especies comerciales siguen sobreexplotadas. Por eso es esencial una ordenación eficaz para que la pesca en nuestros mares sea sostenible, y que incluya zonas de acceso restringido de pesca para la conservación de los ecosistemas de aguas profundas.

Cabe destacar que, en los últimos años, la protección marítima ha adquirido relevancia en el debate internacional, como lo demuestra también la Estrategia de Biodiversidad de la Unión Europea, que, para 2030, busca proteger el 30% de la superficie marina del bloque. Sin embargo, aún queda mucho por hacer: actualmente, solo el 8% de los mares en el mundo es área protegida. 

De cara a estas circunstancias, este 8 de junio se celebra el Día Mundial de los Océanos, en el que las Naciones Unidas han hecho un llamado para unir a la población en su gestión sostenible. Y es que la crisis climática, con el derretimiento de los glaciares, el calentamiento de los mares y el blanqueamiento de los corales, está amenazando la biodiversidad oceánica. Pero hay algo que está claro: ese impacto recae también sobre la supervivencia humana.

El impacto del agua en la conservación de las aves migratorias

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El agua está de plena actualidad en los últimos meses. La escasez de precipitaciones lleva a reflexionar sobre el grave impacto que tiene para los seres humanos y para todos los ecosistemas que dependen de ella. Son muchas las ramificaciones que surgen de esta problemática, como son las consecuencias en la supervivencia y conservación de las aves migratorias.