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Antropoceno, ¿vivimos en la era geológica marcada por la actividad humana?

Los expertos continúan un debate sobre cuándo fue el momento en el que la humanidad tomó el protagonismo, como ente transformador, frente a la naturaleza. Por lo pronto, la última era de la Tierra seguirá siendo el Holoceno y habrá que esperar diez años para saber si existe el Antropoceno.


Si algo sabemos seguro es que la actividad humana ha transformado radicalmente los ecosistemas. Un estudio de la Universidad de Bergen en Noruega sugiere, incluso, que el impacto humano tiene su origen mucho antes de la Revolución Industrial, concretamente hace entre 4600 y 2900 años. La contaminación de los océanos, la deforestación, la extinción de especies animales y el calentamiento global son algunas de las consecuencias de producir y consumir a costa de la naturaleza. Esto invita a reflexionar sobre si realmente la Tierra se encuentra en una nueva era geológica a la que, por todo esto, se podría (o no) denominar Antropoceno. Es decir, una era en la que la humanidad es la protagonista frente a la naturaleza.

Esta teoría sugiere que hemos dejado ya atrás el Holoceno, un periodo en el que las temperaturas se suavizaron y varios casquetes geológicos se separaron

Esta teoría sugiere que hemos dejado ya atrás el Holoceno, un término acuñado en 1867 por el geólogo Paul Gervais, que se refiere a un periodo de la Tierra en el que las temperaturas se hicieron más suaves y varios casquetes geológicos se separaron. Cabe destacar también que en esa era aumentó (por el mismo fenómeno de la elevación de la temperatura generalizada) el nivel de los océanos, y es el único periodo en el que han habitado los humanos.

Los datos señalan a un cambio sustancial en las condiciones del planeta debido a las decisiones y acciones humanas. En 2020, un estudio publicado en la revista científica Nature reveló que por primera vez en la historia del planeta la masa de todo aquello producido por la humanidad ya superaba en cantidad a la biomasa. Esto se puede ejemplificar con el dato de que el peso de toda la materia creada artificialmente en Nueva York equivale al de todos los peces del mundo. Además, en este estudio no se habían contabilizado las toneladas de basura. Sin embargo, lo que sí deja ver es que el peso de todos los plásticos del mundo ya duplica al de todos los animales del planeta.

El peso de todos los plásticos del mundo ya duplica al de todos los animales del planeta

Con esa información, no sorprende que varios científicos consideren la existencia de una nueva era para la Tierra. El químico holandés Paul Crutzen (ganador del Premio Nobel de Química en 1995) fue el primero en utilizar el concepto de Antropoceno. Hacia el año 2000, mientras se encontraba en una conferencia en la que otro académico se refería al Holoceno, él pensó que ese término quizá ya había quedado obsoleto y que lo correcto sería hablar de una nueva era en la que el protagonismo fuese para la humanidad como ente transformador de todo. 

Una cuestión de tiempos

En marzo de este año, la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (IUGS, por sus siglas en inglés) rechazó la oficialidad del término Antropoceno, algo que ya había hecho en una votación anterior.

La propuesta fue hecha por un grupo de trabajo dedicado al estudio y análisis de este concepto, y que proponía como inicio de la era el año 1952. En esta fecha se comprobó que en los suelos de todo el mundo ya había residuos tóxicos de pruebas de bombas nucleares. Además, es la década en la que se considera que la humanidad dio un salto radical hacia la producción y el consumo para las masas. También fue cuando la tecnología comenzó una carrera en la que hasta la fecha no ha hecho más que acelerar, y donde el impacto de la humanidad sobre los ecosistemas a nivel global se hizo más evidente. Sin embargo, para la mayoría de expertos, esos motivos no son determinantes para inaugurar una nueva era. 

El gran argumento en contra es la inexactitud de la fecha de inicio del supuesto Antropoceno. Los expertos no debaten si la actividad humana ha redefinido el entorno natural, el punto a discutir es cuándo nació realmente esa nueva era. Es cierto que en la década de los cincuenta los cambios fueron a gran escala, pero eso sería referirse solo a los tiempos recientes. En definitiva, el ser humano ha sido un ente transformador desde hace muchísimos siglos atrás. 

De momento, habrá que esperar a una nueva propuesta, y con nuevos argumentos, para que el Antropoceno sea introducido en las aulas y los libros de texto. Aún así, ya es un término ampliamente extendido y de uso coloquial, a pesar de que el Holoceno siga siendo la era oficial.

El leopardo de las nieves, el fantasma de Asia

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El leopardo de las nieves es conocido como el «fantasma de las montañas». Ahora ante la rápida desaparición que está viviendo esta especie, se corre el riesgo de que el término «fantasma» se convierta en una realidad ya que, según la «lista roja de las especies amenazadas» de la IUCN, el felino está en la máxima categoría de peligro de extinción.

La España vacía, clave para el reto climático

La migración del campo a la ciudad en la segunda mitad del siglo pasado conllevó un abandono de los territorios rurales, que son cruciales para mantener la biodiversidad y paliar el cambio climático.


En 1960, cerca de 13 millones de personas vivían en zonas rurales en España, casi la mitad de la población  de aquel momento (43%). Siete décadas después, tan solo 9 millones, que representan únicamente el 19% de la población total, siguen viviendo en pueblos y pequeñas localidades. Este éxodo paulatino del campo a la ciudad en busca demejores oportunidades vitales, no solo ha llevado a un declive demográfico, sino también ha provocado un impacto significativo en el medio ambiente.

 

 

El abandono de las áreas rurales, la conocida como España vacía, concentra mayor población en las ciudades y al mismo tiempo aumenta la demanda de recursos y energía, lo que se traduce en un incremento de emisiones de gases de efecto invernadero y una mayor presión sobre los ecosistemas urbanos. 

Los municipios rurales contribuyen en un 32,6% al cambio climático, mientras que en el entorno urbano esta cifra se dispara al 49,8%

Así, mientras los territorios de los municipios rurales contribuyen en un 32,6% al cambio climático, en el entorno urbano esta cifra se dispara al 49,8%, según datos del informe El papel clave de la España rural frente a la emergencia climática y la pérdida de biodiversidad de la organización Greenpeace. El principal impacto proviene de la urbanización del terreno, del transporte y de los servicios y a la industria que tienen lugar en las ciudades.

 

 Además, como puede verse en el gráfico, los municipios rurales contribuyen un 18% más a la conservación de la biodiversidad que los urbanos, por la mayor cantidad de vegetación que aportan a la atmósfera. Es decir, son fundamentales para absorber CO2, y ayudar a mitigar el cambio climático.

 

 

Según este informe de Greenpeace, el entorno rural ayuda a mantener 20 veces más la biodiversidad y acumula el 60% de humedales y lagos de España. Por eso, el abandono de las zonas rurales por las manos que las trabajan también perjudica a la conservación de la biodiversidad, tanto de fauna como de flora, ya que la falta de supervisión y cuidado de las tierras abandonadas conlleva la erosión de los suelos y aumenta el riesgo de incendios. 

En ese sentido, Andalucía y Cataluña son las más perjudicadas, ya que registran la mayor erosión de  suelos de los últimos 20 años, según el Inventario Nacional Erosión de Suelos, elaborado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

 

 

Para combatir las consecuencias en el medio ambiente que supone la despoblación, el pasado mes de noviembre, el Consejo de la Unión Europea adoptó varias medidas dentro del Plan de Acción Rural de la UE y el Pacto Rural, como un enfoque integrado de las medidas que aborde la coordinación, inversión, innovación y digitalización de estas zonas, así como una mayor sostenibilidad.

El entorno rural ayuda a mantener 20 veces más la biodiversidad y concentra el 60% de humedales y lagos de España

«Nuestras zonas rurales son el tejido de nuestra sociedad y el latido de nuestra economía. La diversidad del paisaje, la cultura y el patrimonio son una de las características más importantes de Europa.  Son una parte esencial de nuestra identidad y de nuestro potencial económico. Valoraremos y preservaremos nuestras zonas rurales, e invertiremos en su futuro», explicó en 2019 Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, con motivo de la puesta en marcha del plan.

Wallace Smith Broecker, el padre del cambio climático

Conocido como el «padre del cambio climático», Wallace Broecker no solo destacó como científico, sino que también fue un visionario cuyas ideas y descubrimientos han dejado una gran huella en nuestra percepción del mundo.


Nacido en Chicago en 1931, Broecker destacó por su valentía al enfrentarse a la realidad de temas relacionados con el cambio climático, en una época en la que era poco menos que una preocupación secundaria. Fue quien introdujo el término  «calentamiento global»  en un artículo de la revista Science en 1975 titulado «Calentamiento global: ¿Estamos al borde de un calentamiento global pronunciado?», que arrojaba luz sobre el impacto devastador de las actividades humanas en el clima del planeta. Sus palabras conmocionaron al mundo y siguen generando debate entre expertos y sociedad civil.

Broecker introdujo el término «calentamiento global» en un artículo de la revista Science en 1975

Broecker fue uno de los primeros en proponer soluciones concretas para abordar el cambio climático. Sus investigaciones fueron fundamentales para comprender los mecanismos que regulan la temperatura de la Tierra y para concienciar al público sobre la importancia de abordar el calentamiento global. Durante sus estudios se dio cuenta de que el clima del planeta era capaz de cambiar de forma brusca en períodos muy cortos. Para combatir este fenómeno, propuso un «Plan B», que consistía en capturar el dióxido de carbono de las emisiones industriales y almacenarlo de forma segura bajo tierra. Esta idea revolucionaria proporcionó una vía prometedora para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar los impactos del cambio climático.

No obstante, el legado de Broecker va mucho más allá, ya que fue de los primeros científicos en poner de relieve la importancia de la interacción de los océanos y la atmósfera en la regulación del clima a través del intercambio de CO2.

Su descubrimiento de la circulación termohalina, la «cinta transportadora oceánica», reveló un complejo sistema de corrientes que influye sobre la temperatura del aire y sobre los patrones de lluvia. Las corrientes marinas intervienen en la constitución del clima; el agua salada y fría del Atlántico Norte, al descender, permite crear una corriente desde América del Norte hasta Europa, consiguiendo que las aguas superiores sean cálidas y el clima europeo no sea perpetuamente frío. Es la corriente que distribuye el calor entre los océanos.

Broecker consideró esta cinta transportadora oceánica el punto débil del sistema climático, que podría cambiar de manera rápida e inexplicable. Este hallazgo no solo amplió el conocimiento sobre los océanos, sino también demostró la interconexión entre los sistemas terrestres y marinos en la regulación del clima global.

Wallace Broecker nos recuerda la importancia de la curiosidad, la valentía y la acción en la lucha contra el cambio climático

A lo largo de su carrera, recibió múltiples premios y reconocimientos por su destacada labor científica como el Premio Vetlesen (1987), la Medalla Nacional de Ciencia del Gobierno de Estados Unidos (1996), el Tyler Prize for Environmental Achievement (2002) y el Premio Crafoord (2006). Tres años después, en 2009, obtuvo el Premio de la Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de cambio climático, precisamente por su investigación en los océanos y el papel de estos en el calentamiento global.

Sus contribuciones siguen inspirando a científicos, líderes y ciudadanos de todo el mundo a tomar medidas para proteger el planeta. Broecker falleció en Nueva York en 2019 siendo doctor honoris causa, entre otras, de las Universidades de Cambridge, Oxford, Harvard o la Pennsylvania State.

¿Cuáles son los bulos más comunes sobre el cambio climático?

La era digital ha facilitado el intercambio de información sobre medio ambiente, pero también ha disparado la propagación de bulos, y en este contexto, debe ser prioritario aprender a discernir la realidad científica de la actitud conspiranoica.


El cambio climático es una de las primeras crisis globales que se viven, en buena parte, a través de las pantallas. Gracias a la digitalización, la información sobre la salud del planeta es más accesible que nunca, pero los bulos al respecto también se han multiplicado.

Un estudio de la revista Nature muestra que la desinformación sobre el cambio climático es más persuasiva incluso que los hechos científicos

Muchos usuarios difunden en redes sociales afirmaciones que son imprecisas, conspirativas o simplemente carentes de sentido.

Asimismo, un estudio reciente publicado en Nature Human Behavior muestra que la desinformación sobre el cambio climático es más persuasiva incluso que los hechos científicos. Pero, ¿cuáles son los ejemplos de bulos más comunes?

«El cambio climático es un ciclo natural de la Tierra»

Es verdad que nuestro planeta ha experimentado cambios climáticos a lo largo de su historia. Ahora bien, la situación actual es drásticamente diferente, y por eso la solución debería ser inmediata. Las actividades humanas, como la quema de combustibles fósiles y la deforestación, han acelerado el ritmo del cambio climático a un grado sin precedentes. Durante los últimos años, los registros científicos confirman que la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera ha aumentado significativamente desde la Revolución Industrial, y eso está contribuyendo al calentamiento global de forma que nos afecta (pero sobre todo nos afectará) enormemente.

«El agujero de la capa de ozono causa el cambio climático»

La degradación de la capa de ozono es un problema grave, indudablemente, pues en las últimas décadas ha habido una reducción significativa en la cantidad de ozono en la atmósfera, y eso ha llevado a un aumento de la radiación ultravioleta en ciertas regiones de la Tierra. Sin embargo, no es la principal causa del cambio climático.

El agujero de la capa de ozono no causa cambio climático: el ozono protege a la Tierra de los rayos ultravioleta del Sol, pero no contribuye a la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera

La capa de ozono «simplemente» protege la Tierra de los rayos ultravioleta del Sol, mientras que el cambio climático sucede por la acumulación de gases de efecto invernadero (como el dióxido de carbono y el metano) en la atmósfera, que atrapan el calor y provocan un aumento de la temperatura global.

«El cambio climático está provocado voluntariamente mediante técnicas como los chemtrails»

El bulo de los chemtrails es una teoría de la conspiración que sostiene que las estelas de condensación dejadas por aviones contienen productos químicos dispersados por los gobiernos (u otras entidades) para propósitos oscuros, como el control del clima o la manipulación de la población. Esta teoría ha sido ampliamente desacreditada. Los singulares trazados en el cielo son simples nubes artificiales formadas por la condensación del vapor de agua en las estelas de los aviones a grandes altitudes, y están compuestas principalmente de agua y dióxido de carbono. No solo no hay evidencia que respalde la existencia de ningún rociado químico, sino que la logística necesaria para llevar a cabo tal operación sería tan inmensa que sería imposible de ocultar.

«El aumento en la cobertura de hielo en la Antártida refuta el cambio climático»

Esta afirmación tampoco es cierta. Aunque la cobertura de hielo puede fluctuar de un año a otro, debido a factores como la variabilidad del clima y las oscilaciones atmosféricas, los datos a largo plazo muestran una clarísima tendencia a la disminución de la masa de hielo en la región debido al calentamiento global. En este contexto, hay que distinguir la cobertura de hielo marino de la pérdida de hielo terrestre: por un lado, la primera alude a la capa helada que flota en el océano y puede experimentar variaciones estacionales; por otro lado, la segunda se refiere al derretimiento de los glaciares y los casquetes polares en tierra firme. Este segundo sí es un indicador mucho más fiable del impacto del cambio climático. Además, tiene consecuencias significativas, como el aumento del nivel del mar y la alteración de los ecosistemas del territorio afectado.

El agua hace su llamada de emergencia, ¿la hemos escuchado?

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El informe sobre la gestión de la sequía en 2023, publicado por el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITECO), ha revelado que el 14,6% del territorio español está en emergencia por escasez de agua. Un escenario complejo que obliga a trazar un plan de acción inmediato, colaborativo y veloz. 

Reciclaje químico, un paso más hacia la economía circular

Esta nueva técnica aborda el problema que conlleva la gran acumulación de plásticos en los vertederos y surge como alternativa complementaria al método tradicional para la continua circulación de residuos.


Las emisiones de carbono se presentan como el mayor reto medioambiental para gobiernos y empresas en los próximos años. El camino hacia la neutralidad climática marcado como objetivo para 2050 obliga, además de a un compromiso global, a la investigación y desarrollo de técnicas que ayuden a alcanzarlo. 

El reciclaje tiene un gran protagonismo dentro de esta lucha contra el cambio climático, al posicionarse como una manera de dar una segunda oportunidad a los residuos y descartes y reducir así la contaminación desmedida. Su desarrollo en el tiempo ha abierto las puertas de la innovación logrando versiones aún más completas de la misma. Es lo que sucede con el reciclaje químico, un innovador procedimiento que puede marcar la diferencia.

Según los datos del informe La economía circular de los plásticos - Una visión europea, elaborado por Plastics Europe, se estima que para 2030 se producirán 3,4 millones de toneladas de plásticos mediante reciclaje químico. Este volumen llevará consigo aparejados unos 7.200 millones de euros de inversión.

El tratamiento incluye diferentes procesos químicos regulados para controlar su impacto al medio ambiente

En el reciclaje tradicional (conocido como mecánico), los residuos plásticos son triturados, lavados, extruidos y paletizados. Una vez completado el ciclo se pueden reutilizar varias veces, aunque sufren una pérdida progresiva de sus propiedades. Sin embargo, hay desechos cuya composición impide su reciclaje a través de este método y acaban apilados en vertederos o son incinerados con un inevitable impacto negativo en el medio ambiente. 

Por eso el desarrollo del reciclaje químico se antoja tan relevante. Los plásticos se componen de distintos monómeros que constituyen y producen la materia prima. Mediante la despolimerización, el residuo separa sus elementos originales, lo que permite la producción de plástico reciclado pero, en esta ocasión, con características idénticas al fabricado originalmente.

Para 2030 se estima una producción de plásticos mediante reciclaje químico de 3,4 millones de toneladas a nivel europeo

No obstante, existe la creencia extendida de que es una técnica perjudicial para el medio ambiente, algo que la Federación Empresarial de la Industria Química en España (FEIQUE) desmiente en su análisis sobre el reciclado químico. Ni se espera que sustituya al reciclaje tradicional ni emite sustancias tóxicas. Se trata de un proceso regulado a nivel nacional y europeo para controlar su impacto al medio ambiente. De hecho, España se ha convertido en el primer país de la Unión Europea en incluir el reciclado químico en el marco legislativo y en aprobar una proposición no de ley para promover el uso de productos creados con esta técnica.

Mediante el reciclaje químico, la actividad de reciclar cobra un nuevo color y protagonismo dentro de la revolución verde. Esta técnica alternativa se posiciona como clave en la reutilización de desechos y, en consecuencia, en la reducción de emisiones de carbono a la atmósfera.

Cuando la salud y el cambio climático avanzan en la misma dirección

En un momento en el que la preocupación por el cambio climático no deja de crecer y sus efectos secundarios tocan a nuestra puerta, la salud se convierte en protagonista de la agenda climática.


El calentamiento global no tiene fronteras y tiene en alerta a autoridades, agentes económicos y sociales alrededor del mundo. Sus consecuencias, y la necesidad imperiosa de implementar soluciones coordinadas, se han discutido en el último Foro Económico Mundial celebrado en Davos.

Entre los múltiples debates que tuvieron lugar en la ciudad suiza, ha generado especial preocupación el impacto que tienen las alteraciones climáticas en la salud, dado el alarmante aumento de enfermedades y muertes en los que han derivado.

El Foro Económico Mundial pronostica 14,5 millones de muertes en 2050 a causa de la crisis climática

El último informe del organismo internacional clasifica seis tipos de eventos climáticos a tener en cuenta: lluvias extremas e inundaciones, sequías severas, olas de calor, tormentas tropicales, incendios forestales y el aumento del nivel del mar. Este análisis indica que, aunque se logre limitar el calentamiento global a 1,5°C, el impacto será significativo, especialmente en poblaciones vulnerables (ancianos y niños), zonas costeras densamente pobladas y climas cálidos, lo que aumentará su vulnerabilidad ante enfermedades. Además, afectará la equidad de los servicios de salud en las regiones con peores recursos sanitarios.

Según las proyecciones del estudio, para 2050 el calentamiento global podría ocasionar hasta 14,5 millones de muertes y derivar en una carga adicional sobre las infraestructuras y recursos humanos médicos, para los cuales se estima que serán necesarios 1,1 billones de dólares en inversiones.

Es evidente que los eventos climáticos extremos y el desplazamiento forzado afectan físicamente a la población. Sin embargo, ¿cuáles son las consecuencias psicológicas de vivir en un mundo más cálido y transformado? Según los especialistas, el creciente impacto del cambio climático en la salud mental no debe subestimarse: la ansiedad, la depresión y el trastorno de estrés postraumático están en aumento y representan un gasto sanitario cuantioso. Por ejemplo, se calcula que el tratamiento de los trastornos de ansiedad desencadenados por las inundaciones puede alcanzar los 198.000 millones de dólares, según el informe del Foro Económico Mundial.

Debemos reconocer y aceptar las emociones relacionadas con el cambio climático para abordarlas de manera constructiva

Afortunadamente, cada vez hay más especialistas dedicados a investigar la relación entre el cambio climático y la salud mental. Britt Wray, científica de Stanford Medicine, autora de Generation Dread: Finding Purpose in an Age of Climate Crisis (que podría traducirse como «Terror generacional: encontrando el propósito en la era de la crisis climática»), ha creado un boletín semanal llamado Gen Dread en el que habla sobre cómo convivir con la ansiedad climática.

En su obra, Wray explica cómo la crisis ambiental afecta a nuestra salud mental y plantea algunas medidas para abordarlo de la mejor manera. Entre ellas, sugiere reconocer y aceptar las emociones relacionadas con el cambio climático, como el miedo y la tristeza, para poder abordarlas de manera constructiva. Además, habla de fortalecer los lazos comunitarios, ya que pueden proporcionar apoyo emocional y ayudar a las personas a sentirse más empoderadas. Además, sugiere participar en acciones individuales y colectivas, como votar por políticas climáticas y presionar a las instituciones y a las empresas para que tomen medidas más significativas.

Policrisis, ¿la palabra para definir nuestra época?

Policrisis

En un mundo cada vez más conectado, una serie de factores como el cambio climático, los conflictos o la crisis de materias primas se interrelacionan y nos obligan a modificar la forma de gestionar los desafíos. 


Para algunos, es el término con el que deberíamos explicar el mundo actual. La policrisis, es decir, la combinación de crisis globales interrelacionadas, fue la palabra utilizada por el Foro Económico Mundial en Davos en 2023 para ilustrar la situación actual del planeta en su Informe de Riesgos Globales

Cuando hablamos de crisis globales nos referimos al cambio climático, el peso creciente de la inflación, la polarización política y social, las tensiones geoeconómicas y la crisis de materias primas, entre otras: factores críticos que, en un mundo cada vez más integrado, se entrelazan entre ellos. 

El Foro Económico Mundial predice que el fracaso de la acción climática marcará la próxima década

Un ejemplo de este efecto dominó lo vimos con la invasión rusa en Ucrania: el conflicto provocó un fuerte aumento en los precios de los alimentos y de la energía que ha sacudido los mercados globales y ha provocado un aumento del hambre en el mundo. Otro ejemplo son los cada vez más visibles efectos del calentamiento global (como las inundaciones o las sequías), que han convertido en refugiadas climáticas a millones de personas

Una mirada a la próxima década

El informe del Foro Económico Mundial hace un análisis de estos desafíos a largo plazo. Entre sus predicciones, señala que el coste de vida dominará los riesgos globales en los próximos dos años, mientras que el fracaso de la acción climática marcará la próxima década. Además, predice que las crisis de alimentos, combustibles y costes exacerbarán las vulnerabilidades sociales y que empeorarán los conflictos y los riesgos asociados a la ciberseguridad. 

¿Y cuál será el colectivo más afectado? La infancia, como advierte el informe Prospects for Children in the Polycrisis de UNICEF. Un ejemplo lo encontramos en el aumento de precios, que impacta dramáticamente en las familias más vulnerables; otro, en el cambio climático, cuyos efectos vivirán más intensamente las generaciones futuras. 

Revertir la policrisis

Sin embargo, aún podemos dar la vuelta a esta década que se presenta sombría, cambiando la forma de gestionar sus desafíos. 

El informe de UNICEF propone, en primer lugar, invertir en la previsión y la gobernanza anticipada de riesgos futuros. En segundo lugar, llevar a cabo cambios sistémicos en la gobernanza de los bienes públicos y las instituciones internacionales, por ejemplo, en la infraestructura sanitaria, los sistemas alimentarios y energéticos, la arquitectura financiera global y la tecnología digital. 

Debemos escuchar las necesidades y propuestas de todos los ciudadanos, incluyendo a la infancia

Finalmente, los autores sugieren una mayor cooperación y coordinación entre las naciones y las distintas generaciones. Para ello, debemos escuchar las necesidades y propuestas de toda la ciudadanía, incluyendo especialmente a la infancia: ya que será quien más sufran los impactos de la policrisis. Los niños, niñas y adolescentes deben ser parte del proceso de búsqueda de un futuro mejor.